Partida Rol por web

Os serenáis, coméis, y descansais unas horas en la cabaña del malogrado ayudante de Zarlag. 

Partís a Pembrose con la tarde avanzada, y durante varias horas avanzáis por el antiguo camino semicubierto por la fértil y negra tierra de las boscosas colinas de Gaskarr. El tiempo pasa monótono sin hechos digno de mención salvo el avistamiento ocasional de alguna barcaza remontando el río Wren. El día está tocando a su fin cuando la boscosa orilla cede poco a poco y veis aparecer en el horizonte un pueblecito de casas de piedra en que viven pescadores y barqueros, construido en torno a dos grandes puentes de piedra que cruzan el río Wren y su afluente, el río de la perdiz. Un conjunto de muelles y malecones de piedra dan abrigo a una abigarrada flota de barcazas mercantes.

Continuáis por el camino principal durante más de un kilómetro hasta llegar al puente de piedra que cruza el río de la perdiz por la parte más estrecha. En el centro del puente están apostados dos guardias. Un poste indicador en la entrada del puente señala: PEMBROSE. Pensáis en el motivo que os ha llevado aquí, el fabuloso tesoro de Larin Karr, pero vuestras gargantas secas por el polvo del camino agradecerían una bebida fría.

Durante el camino lanzo unos hechizos de curación para sanarme la cara y los brazos.

-Malditos pájaros del infierno. Algo raro pasaba con ellos.

Según nos acercamos al pueblo, contemplo el paisaje y lo bonito que es todo. Quién diría que hace unas horas estábamos siendo atacados por los pájaros.

Mi estómago rugió. Hace tiempo que no tomamos una buena comida caliente. Al aproximarnos veo a los guardias.

-Creo que no sería bueno comunicar nuestras intenciones. Espero que no pretendan cobrarnos por cruzar el puente. Busquemos una posada donde comer algo, ¿os parece?

Disfruto del viaje, intentando despejar mi mente de las oscuras emociones. Lo que no quería que pasase al final pasó. Pero siempre hay que mirarle el lado bueno. A mis amigas no les pasó nada grave. Por desgracia al drow tampoco. Que tirria le estoy cogiendo últimamente. 

Creo que necesita un  polvo. Y yo también. Si no fuese porque seguro que me contestaba alguna majadería suya, le proponía echarlo esta noche. Seguro que el grupo iba mucho mejor.

Mirando el bello paisaje, caminando a ratos para que fuese Elsbeth en el caballo y estirar las piernas, comentando algo sobre los pájaros o los árboles transcurre el resto del día.

E ignorando al Drow. No me apetece discutir ni gastar energías. Pregunta rara, cochambrosa, malintencionada, ... cualquier cosa que suene mínimamente fuera de lugar es contestada por mí con una sonrisa. Además como está enfadado conmigo (sigo sin entender muy bien porqué) tampoco me habla mucho.

-Bueno-Digo, desperezándome-Ya estamos. Pembrose.

Los ánimos se habían tensado demasiado en aquella cabaña. Nuestro fracaso, pues no podía definirse de otra manera, nos había influido demasiado, y eso nos había puesto al límite. Tanto, que Aalis se vio en la obligación de imponer disciplina. Tras descansar y reponernos, pusimos rumbo a Pembrose en sepulcral silencio, de un modo que me resultó incluso agradable. El silencio permitía pensar, y evitaba comentarios innecesarios que nos devolvieran aquel mal humor que ya instalara nuestra derrota en el ánimo del grupo.

Me mantuve en la retaguardia del grupo, tanto por cuestiones tácticas como de otro tipo de necesidades. Dejar que nuestra paladina nos encabezase daba una mejor imagen de cara a los pueblerinos, de la que todos nos beneficiábamos. Permanecer yo en retaguardia repartía nuestra fuerza de choque frente a cualquier imprevisto, pero además me permitía mantenerme en un puesto más discreto, ocultando mi pálido rostro bajo la capucha.

Supongo que querréis ir a ver a ese Lord Kyle... -Afirmé en voz baja, asumiendo el proceder habitual de mis compañeras. Informar acerca del ataque a la caravana y prestarse a ocuparnos de los grandes trasgos, presentando sus respetos a la autoridad local- Tal vez no me queráis ahí, incomodando al señor de estas tierras. -Propuse, sin emoción alguna, sonriendo acto seguido- Tal vez no le queráis a él...

La salida hacia Pembrose no se hizo esperar mas que unas pocas horas de descanso, un tiempo en el que traté de dejar mi mente en blanco, volviendo a teñirse de color únicamente para viajar a tiempos pasados. Me preguntaba qué tal estaría Sir Brandon y cuándo tendría la oportunidad de volver a verle cuando llegó la hora de volver a retomar el camino.

Este fue largo y silencioso, agradeciendo por una vez la soledad de encabezar la comitiva. Continuaba enfadada, conmigo más que con nadie, y prefería no avistar mas que el horizonte. Cuando llegamos a Pembrose, mis compañeras se pronunciaron en primer lugar. Valentine simplemente señaló lo obvio, mientras que Elsbeth hacía gala nuevamente de su ácido humor tras plantear un primer objetivo.

- Yo lo que realmente quiero es una gran jarra de lo más fuerte que tengan en este lugar... - dije girándome hacia ambas mujeres. - Y las posadas siempre han sido un buen lugar para obtener información. - añadí, forzándome a sonreír. - ¿Qué os parece si buscamos el Draco Solitario?

-¡Adelante pues!, la cuenta corre de mi cuenta, un buen vino y un buen reposo antes de pasar a mayores. Seguro que por un par de monedas soltaremos las lenguas necesarias para ponernos al día.-el drow podía ver el animo afligido entre sus compañeras, podía intuir que la paladín se sentía culpable por lo sucedido con aquel hombre en la choza. Si aspiraban a encontrar la cripta de Larin debían estar todos en plenas facultades. Aalis debía pasar pagina y si para ello necesitaba alcohol no sería el drow quien lo impidiera aunque luego tuvieran que reposar la resaca durante una larga temporada.-Me apunto a visitar el Draco Solitario, pero por favor pase lo que pase no dejéis que yazca con la capitana de la guardia. Las semiorcas no son mi tipo y no me gustaría marcharme de Pembrose sabiendo que la he dejado prendada de mi.-el buen humor de Olplyn tardaba poco en aflorar, miró a Aalis con su habitual sonrisa esperando a que tal gesto se contagiara ni que fuera levemente.

Estáis a escasa distancia del puente cuando los dos guardias, con el uniforme verde y negro de la milicia de la ciudad, os salen al paso. Se apoyan en sus lanzas como si fueran cayados. Es evidente que miran a Olplyn con nerviosismo y recelo, pero no interpelan al drow sino a las mujeres. Uno de ellos carraspea.

-¡Alto ahí, aventureras! -dice con tono solemne.

Pues ¿qué otra cosa podíais ser con esas pintas? El otro miliciano le mira con cara rara y el hombre que os ha hablado vuelve a carraspear.

-¿Cuáles son vuestros asuntos en Pembrose?

Al llevar la mirada baja, sumida en mis pensamientos, no acierto a ver al guardia hasta que me sobresalta con su voz.

Levanto la mirada, fría, y le contesto:

-Buenas tardes buen hombre. Venimos a descansar nuestros fatigados huesos en el Draco Solitario. Una buena jarra de cerveza y algo de comer nos iría bien.-Digo, reflejando los anhelos de mis compañeras.

Espero a que nos permita pasar.

Me vi sorprendida por la respuesta de Aalis. Era, desde luego, lo que esperaba de Olplyn. Valentine tenía la rara cualidad de resultarme imprevisible, ya que cada vez que creía comprender su personalidad y valores terminaba por tener que revisar cuanto creía de ella. Sin embargo, la paladina era firme y recta en sus valores, no era normal que diera prioridad a buscar alcohol y descanso al poner nuestros pies en una nueva población, con información importante para las autoridades en nuestras alforjas. Esperaba, precisamente, que quisiera presentar sus respetos a la autoridad local, informar del ataque a la caravana, y de paso ofrecer nuestras facultades a la consecución de la paz en aquellas tierras. Obviamente, a cambio de una justa recompensa, aunque era de suponer que ella no se encargase de negociar un precio monetario. Su generosidad no nos era... conveniente.

Pero algo le pasaba a mi amiga, y por ello el que actuase de un modo más propio de mí que de ella no era una buena noticia.

Si lo era o no, el hecho de que dos guardias nos cerrasen el paso, estaba aún por descubrirse. Me calé la capucha, ocultando bajo sus sombras mi pálido rostro, y miré fijamente a Olplyn unos instantes, hasta que su mirada se cruzó con la mía. Sin palabras, me llevé un índice a los labios, advirtiéndole de que mantuviese la boca cerrada. Lo último que nos interesaba era que su verborrea provocase a los guardias aún más de lo que lo haría ya su raza de por sí. Y sabíamos de su habilidad en tales lides.

-Oh. ¿Habéis estado antes en Pembrose? No me sonaban vuestras caras y pensaba que erais forasteros. Pero ya veo que no necesitáis indicaciones... -dice el guardia, levantándose el yelmo para rascarse la cabeza-. No hay un mejor modo para liberarse del cansancio de un largo viaje que vaciar de un trago unas cuantas copas de lo mejor de Boris, ¿eh?

El guardia ensaya una sonrisa de dientes amarillentos y torcidos.

-Una vez que hayáis tenido la oportunidad de descansar, pedid audiencia en la Mansión de Lord Kyle. El joven señor está buscando un grupo de aventureros para solucionar unos asuntos. 

Se coloca a un lado del puente para dejaros pasar, y su compañero le imita.

-Disfrutad de vuestra estancia y... -mira a Olplyn-, no os metáis en líos.

Ante mi propuesta, Olplyn en seguida se mostró a favor, ofreciéndose incluso a pagar la cuenta. También parecía de acuerdo con que era un buen lugar para obtener información, aunque donde yo pretendía usar la labia él prefería el soborno. Nada nuevo.

Su broma sobre la semiorca, si es que era tal, me sacó una sonrisa; haciendo que mirara a Valentine antes de devolver mis ojos hacia el drow.

- Todo el día discutiendo con la seguidora de Freya, si os parecéis más de lo que pensáis. – aguanté una risa, recordando los chascarrillos sexuales que la clérigo acostumbraba a soltar.

Llegando a la entrada, unos guardias nos dieron el alto, haciéndose evidente la animadversión que sentían hacia el mago; pues sólo se dirigieron a nosotras. Preguntar a estos sobre la ubicación de Lord Kyle puede que hubiera sido lo más sencillo, pero no estaba segura de si quería difundir tan pronto qué hacíamos allí. Como fuera, Valentine se adelantó, desvelando parte de nuestro propósito.

No me pasó desapercibido el modo en que Elsbeth se calaba la capucha, haciendo después un gesto a Olplyn; uno que no pude ver, pero que podía imaginar perfectamente de qué se trataba. Mientras tanto, escuchaba la respuesta del guardia, que creía que no éramos forasteros por las palabras de Valentine; aconsejándonos después ir a ver a Lord Kyle. Quizás al hacerse a un lado habríamos podido continuar sin más con nuestro camino, pero prefería no dejar ningún cabo suelto.

- Realmente es nuestra primera vez aquí, pero nos han hablado del Draco Solitario. Siendo un lugar tan popular seguro que no tiene pérdida, pero, ¿Le importaría indicarnos su ubicación? Y la de la Mansión de Lord Kyle. – le pedí al hombre amablemente, ya que él mismo la había mencionado. - No nos meteremos en líos, descuide. - afirmé, mirando después de soslayo a mis compañeros.

Sonrío pícaramente a Aalis por su comentario. Realmente en algunas cosas el drow y yo nos parecemos jeje.

Incómoda en mi montura, me bajo para hacer el camino por dentro de la población a pie, llevando a mi buen Bucéfalo de las riendas. Así estiraría un poco las piernas.

Mientras, nuestra paladina preguntaba por indicaciones para ir a la cantina, aunque creo que no era muy necesario, la taberna  de un lugar así  suele encontrarse con suma facilidad.

El drow sonrió ante el renovado animo de Aalis, el ambiente se relajaba. Miró de soslayo a Elsbeth y con una sonrisita picara se dispuso ha hablar.-Vaya, vaya, vaya ¿Angus verdad? O tú memoria ya no es lo que era o últimamente os han visitado muchos drows ¿Acaso no me recuerdas?El mago que acabó con los gnolls que causaban problemas en las granjas jajajaja, que rápido pasa el tiempo si parece que fue ayer. Si cuando acabes la ronda te pasas por el Draco, tal vez te caiga algo de lo mejor de Boris para refrescarte el gaznate así nos cuentas las nuevas de Pembrose a mi y a mi compañeras.

Ya he odio lo del follón del castillo, estamos aquí para solventar eso. Descansaremos un poco, nos pondremos a ello en cuanto estemos informados y pertrechados, comentadselo a Lord Kyle si le veis. Por cierto ¿qué tal está Yazgrula? ya ha conseguido olvidarme o sigue prendada de mi jajajaja.-el tono del drow parecía sincero, amable y jocoso. O era muy bueno mintiendo o en verdad conocía a aquel hombre de algo.

Realmente no daba la impresión de que aquellos guardias tuvieran la más mínima intención de ponernos traba alguna. Unas pocas palabras de nuestra buena Valentine fueron suficientes para que nos abrieran el paso y ofrecieran algunas indicaciones, asumiendo no obstante por error que conocíamos el lugar. Aalis no tardó en aclarar el entuerto, solicitando indicaciones sobre cómo llegar a nuestro destino, de modo que me dispuse con calma a reanudar la marcha.

Y entonces, oí su voz.

Acababa de pedirle silencio. Todo estaba encarrilado, resuelto, y estábamos casi en marcha. Y el drow abrió su boca. Con el desparpajo que le caracterizaba, comenzó a chascarrillear sin parar, como si conocieras a aquel guardia desde tiempo atrás. Obviamente no era cierto, y si quedaba alguna duda quedó meridianamente claro cuando nombró a Yazgrula. De modo que ¿a qué jugaba?

Tiré de mi capucha para tapar mejor mi rostro, y lo cubrí momentáneamente con mi mano, cerrando los ojos mientras suspiraba en silencio.

A buscarnos problemas...

Angus suelta el aire en un profundo suspiro y traba la mirada con Olplyn¹.

-¿Cómo lo vamos a olvidar si siempre se lo recuerdas a cualquiera que te escuche? -gruñe-. Escucha, drow. Eres tolerado en la ciudad por tu papel en ese asunto. Tolerado, que no bienvenido. Ya sabes que no se te permite pernoctar ni pisar una posada siquiera. Comerciar con quien quiera hacerlo, fuera de la ciudad, y marcharte con viento fresco.

»Las circunstancias son distintas ahora. Puedes quedarte mientras sigas permaneciendo a este grupo de aventureras. Y siempre que respondáis al llamamiento de Lord Kyle. Dale una sola excusa a Yazgrula durante tu estancia aquí y ella misma te sacará de Pembrose a patadas ¿entendido?

Angus espera a que Olplyn exprese su conformidad antes de responder a Aalis.

-No tiene pérdida, señorita -dice recuperando su tono afable-. Siga el camino del puente hasta que vea la estatua de Lord Kyle. Ésa es la plaza del mercado. El Draco es el segundo edificio a mano izquierda, a continuación de la Oficina del Alguacil. 

»Podéis encontrar la Mansión Kyle unos metros hacia el noroeste del pueblo. Es visible saliendo de la plaza del mercado por el costado de la tienda de baratijas de Oswald². 

Sonrío ante el rapapolvo que le echa el guardia a nuestro drow.

-Muchas gracias, Angus, si me permite la confianza. Gracias por todo.- Le guiño un ojo.-Ahora, si no tenemos ningún asunto más que nos retenga aquí, deberíamos ir al Draco. Estoy molida.-Añado, frotándome el culete.

¿Oswald? Vaya, tal vez deberíamos ir a verle y mostrarle la carta...

Empiezo a caminar llevando a Bucéfalo de las riendas, en esperanza de que todos hagan lo mismo. Esta conversación no da mucho más de sí, a no ser que a Olplyn se le ocurra alguna respuesta ingeniosa, así que mejor nos vamos porque esa respuesta seguro que nos trae problemas.

Os despedís de los guardias y seguís sus indicaciones hasta el Draco Solitario. Un mocoso corre a hacerse cargo del caballo de Valentine y os invita a entrar en la posada. Resulta ser una antigua casa a la que se habían añadido otros tres edificios. Tiene aspecto cómodo aunque raído, y está decorado con muebles que no hacen juego y diversas pinturas y chucherías ("trastos", dirían algunos) donadas por los propios clientes. Tiene paneles de maderas, está tenuemente iluminado y repleto de alfombras viejas y manchadas, colocadas al azar. Tiene el mismo aspecto que una casa desaliñada, en la que no hubiera dos habitaciones en que coincidiera el mobiliario. Lo más destacable son la veintena de globos de luz mágica que vagan por el edificio para iluminarlo.

Por lo que veis en las mesas, en las cocinas se preparan buenas comidas caseras (montones de estofados, sopas y tortillas con cebolla) en cuya elaboración ayudan los propios huéspedes. La mayoría pasea por la posada mientras cena, deteniéndose en los asientos que hay junto a las ventanas o en el salón, o llevándose la comida a sus habitaciones. Las bebidas son servidas en la barra por el propietario, Boris. 

Entro en la taberna observándolo todo. Vaya lugar más pintoresco. Me gusta.

Aspiro los olores del sitio. Tengo hambre. Aunque en mi cabeza no dejan de aparecer imágenes de los tres cadáveres que hemos dejado atrás. Pobres. espero que mis oraciones hayan cuajado y Freya o el dios al que adorasen les hayan acogido en su seno.

Busco una mesa vacía y me dirijo a ella intentando coger sitio para todos.

Tras advertir a Olplyn, el guardia nos explicó muy amablemente dónde se encontraban los lugares por los que estábamos interesados. Me llamó la atención la mención a Oswald, quien si no recordaba mal era el hombre para el cual trabajaba la pareja que habíamos hallado en el camino. Quizás debiéramos acudir a informarle después.

Agradecí su ayuda al guardia y continuamos hacia el interior de Pembrose. Sabiendo ya dónde se encontraba la Mansión de Lord Kyle la visita a la posada podía esperar, pero puede que fuera buena opción coger algunas habitaciones y dejar el jamelgo de Valentine allí antes de ir a la mansión.

El lugar no tenía demasiado buen aspecto, a pesar del sistema de iluminación que empleaba; pero al menos la comida parecía de buena calidad. Seguí a Valentine, quien se adelantó en busca de una mesa, y cuando todos nos reunimos me dirigí a mis compañeros; aún sin tomar asiento.

- Si os parece bien, creo que nuestra mejor opción es asegurarnos algunas habitaciones e ir a informar a Lord Kyle, y si nos interesa, aceptar ese encargo. Después deberíamos poder descansar… - miré hacia la barra, en busca del posadero, no tardando en dar con él. – Iré a preguntar por esos cuartos, ¿Alguna petición en especial? – pregunté a mis compañeros, antes de dirigirme a averiguar qué podía ofrecernos aquel lugar.