Partida Rol por web

Parece mentira que una persona tan grande sea tan difícil de encontrar, pero finalmente y tras una indicación de un par de jóvenes Hufflepuff, conseguís hallar a Hagrid en el cuarto piso.

O más bien lo que queda de él. Por como se agarra la muñeca izquierda parece rota o torcida, mientras que al mismo tiempo intenta taparse la nariz para frenar una hemorragia abundante. Su cara está surcada de múltiples golpes que sin duda en pocas horas tomaran el aspecto de moratones. Y como punto final, apenas queda un sitio de su túnica de segunda mano que no haya sido rajada o esté cubierta de barro.

-Umm...hola. -susurra al darse cuenta de que lo miráis.

Master: no tenía claro si iba a ir contigo o no a ver a Hagrid, ahora mismo lo pongo para los dos.

Empezaba a preguntarme si Hagrid no estaría en nuestra Sala Común, aunque ya había dejado a Alan un rato antes en el pasillo para mirar allí. Quizá había ido mientras nosotros estábamos en otro sitio. O puede que estuviera fuera del castillo, era difícil de saber. Sin embargo, cuando dimos con él y le vi en ese estado apreté el paso, haciendo un gesto a mi compañero para que también se diera prisa.

- ¡Hagrid! - Exclamé al llegar a su posición. - ¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien? - Pregunté, antes de mirar a ambos lados, queriendo asegurarme de que nadie nos oía.

Me acerqué al estudiante de primero, extrañado. Le miré, algo preocupado. Hola, Hagrid. Le dije finalmente con una sonrisa que pretendía ser cercana. No le conocía y quería que confiase en mí. Tendría que ser encantador. 

¿Te encuentras bien? Parece que te hayas caído de la escoba en pleno vuelo. En realidad no sabía si le gustaba el quidditch, pero ¿a quién no le gustaba? Había altas posibilidades de que sí.

No sé si me conoces, me llamo Alan Coot, de cuarto curso. Le tendí la mano. No hacía falta que dijese de que casa era, se veía en la túnica.

Vuestros saludos no hacen más que ponerle nervioso y retrocede un paso mientras se encoge, resulta extraño ver como alguien tan grande se intimida tan fácilmente. Al menos el encanto personal de Coot parece ayudar a que el semigigante no se precipite a huir.

-Se quien eres. Juegas muy bien al quidditch. -se rasca la frente, por la han empezado a caer un par de gotas de sudor.- Estaba...paseando por los jardines...y me caí. Si, eso. No es nada. -esboza un sonrisa.

No hace falta ser un detective para darse cuenta de que Hagrid miente. Tampoco es que tenga motivos para deciros la verdad, siendo como sois unos desconocidos.

Escuché la excusa de mi compañero de casa y aunque mi ceño se frunció traté de dedicarle una expresión amable.

- Yo soy Ingo. - Me presenté. Creía que ya nos conocíamos, pero quizá no se acordaba de mí. - Te conozco de la Sala Común, ya sabes. - Dije haciendo un gesto para quitarle importancia. Luego eché una mirada a Alan, dispuesto a empezar con una dosis de sinceridad.

- Te buscábamos porque nos hemos enterado de que unos memos de Slytherin querían hacerte daño. - Confesé, antes de echar un vistazo a su muñeca. - Siento que hayamos llegado tarde. - Dije luego, dejando claro que no me había creído su excusa.

- Deja que te ayude. - Le pedí entonces, sacando la varita. - Puede que te moleste un poco, pero luego estarás mejor. - Advertí. - Braquiam Emendo.

-Si, bueno...-responde a Ingo.- te he visto allí, es solo que no he hablado con alumnos mayores. -entonces escucha lo que dices sobre los Slytherin y adopta una expresión confusa- ¿A que te ref..?

Con un desagradable crujido la muñeca de Hagrid volvió su posición original, haciendo que el mismo pegara un respingo por la incomodidad y la sorpresa. Se mira la mano y la mueve un par de veces, al comprobar que ya no le duele os dedica otra de sus sonrisas, esta vez con algo más de calma.

-Gracias por la ayuda. ¿A que alumnos os referís?

- Malbot y Fletcher. - Respondí con seguridad. - Puede que alguno más, no lo sabemos. - Dije incluyendo a Alan, a pesar de que él seguramente no tuviera ni idea de los nombres. Luego cambié mi postura, acomodándome.

- Siento que hayamos llegado demasiado tarde. - Repetí. - Tienes... - Empecé, sin saber cómo preguntar esto. - ¿Tienes amigos?

Escucha los nombres, pero no parecen sonarle, como el mismo confirma al instante siguiente. -No se quienes son, pero gracias. -extiende la mano para darte un apretón, aunque más bien parece que sepulte tu mano en la suya. Apenas aprieta, pero basta para que notes una fuerza más que considerable.

La siguiente pregunta hace que Hagrid esquive la mirada y cruce las manos a la espalda, incomodo. Su respuesta es apenas un susurro. -No. Bueno, el profesor Dumbledore es amable conmigo, más que el resto de profesores. -aparece en su rostro un gesto alegre, que se esfuma momentos después.- Pero los demás...bueno...

No pude sino emitir un suspiro comprensivo al escuchar la respuesta de Hagrid. - Bueno, - Dije, intentando quitar hierro al asunto, antes de hacer un gesto hacia Alan. Iba a hablar en su nombre, pero con que lo que iba a decir no creía que le pareciera mal. - pues ahora ya tienes dos. - Aseguré.

Luego con confianza palmeé su hombro, antes de señalarme a mí mismo. - Mírame. - Le dije intentando resultar cercano. - Negro y sangre sucia. Créeme, tío, sé cómo te sientes. - Aseguré antes de hacer una pausa.

- ¿No sabes quiénes son porque no sabes quiénes te hicieron eso, o porque no fueron ellos? - Pregunté, cambiando un poco de postura.

Se agacha un poco cuando se percata de que tratas de darle en el hombro, pues de otro modo te habría resultado bastante difícil. -Supongo que lo tuyo también es complicado...gracias. Lo de las heridas -rasca el suelo, incómodo.- bueno, antes no he sido sincero, pero esto no me lo han hecho ellos ¿Me prometéis que no se lo contaréis a nadie si os lo digo?

Mi ceño se frunció un poco al escuchar de boca de Hagrid que aquellas heridas no habían sido cosa de las serpientes. A punto estuve de preguntarle por su muñeca, para tratar de asegurarme, pero finalmente decidí no cortarle, sólo por si acaso.

- Prometido. - Aseguré con sincero interés, levantando la mano derecha.

-Bueno...mientras todos estaban ocupados con el partido fui al Bosque Prohibido. Unos compañeros habían dicho que se podían encontrar trolls y tenía curiosidad por saber si era cierto. Ha sido genial. -sus ojos resplandecen de emoción.- Son muy juguetones, hemos estado jugando a las peleas durante un buen rato, pero uno de ellos ha hecho trampa y ha cogido un garrote. Aquí tenéis el resultado. -hice señalándose de arriba a abajo.

Escuché con atención como Ingo charlaba con Hagrid. Mi sonrisa se fue ensanchando de manera natural a medida que Hagrid parecía coger confianza con él. era agradable conocer gente nueva, sobre todo alguien tan curioso con aquel chico de primero que parecía mayor que cualquiera de ellos.

-¿Trolls? Pregunté, tal vez algo alto, abriendo mucho los ojos sin contener la sorpresa y la emoción. Al darme cuenta del volumen bajé la mirada y le sonreí, medio avergonzado. Bajé el tono. Lo siento, es solo que... Trolls, que pasada. Nunca he visto uno, ¿son tan grandes como dicen? Además, te has estado pegando con ellos en igualdad de condiciones... estoy empezando a pensar que tal vez deberías ser tú quien debería protegernos a nosotros. Comenté, en broma. Ni siquiera se me pasó por la cabeza recriminarle que andase solo por el bosque, con lo peligroso que era eso. Para mí eso no era importante.

Aquel chico había conseguido sorprenderme, aunque la verdad era que no costaba demasiado hacerlo. Por poco se me había olvidado la razón por la que estábamos ahí. Bueno, en realidad se me había olvidado, pero la mención del bosque prohibido me trajo el recuerdo de mi hermano deambulando solo por él siguiendo las órdenes de Riddle. ¿Sueles ir al Bosque Prohibido?

Escuché el relato del grandullón, entre impresionado y suspicaz. Todo eso era demasiado increíble como para ser cierto, pero el chico parecía totalmente convencido. ¿Era posible que estuviera mintiendo para proteger a sus agresores? No parecía probable.

- Eso es... - Enuncié, antes de convencerme de que no mentía. - Asombroso. - Completé, dedicándole una sonrisa que intentaba ser de ánimo. - Entonces parece que hicisteis buenas migas. - Dije luego, poco sorprendido de que a Alan le pareciera tan buena idea. - Aún así estaría bien que la próxima vez no fueras solo. Según dicen hay cosas bastante peores que los trolls.

La admiración de Alan parece ser justo lo que Hagrid necesitaba para sentirse a gusto, pues el responde lleno de entusiasmo.

-¡Oh, sí, son enormes, algunos más que yo! Había cinco, cuando llegué estaban jugando a partir rocas con la cabeza. Su cráneo es muy grueso, a mi me habría gustado poder imitarlos, parecían disfrutar mucho.

Al oír las palabras de Ingo lo mira como si estuviera loco.

-¿Estás de broma? Estoy deseando volver. He oído que hay augureys y hasta thestrals*. -los ojos se le iluminan.- Me encantaría ver uno. Bueno, verlo no, claro, pero si poder tocarlo. ¡Si queréis la próxima vez podemos ir juntos! -añade, esperanzado, mientras contesta a Alan. -Solo he ido un par de veces, pero nunca me había adentrado tanto como hoy. ¿Que decís?

El Bosque Prohibido era peligroso, me lo recodaban todos los años en la primera cena de Hogwarts, pero eso solo lo hacía más emocionante a mis ojos. En cuanto Hagrid propuso ir al Bosque Prohibido para buscar criaturas salvajes. Quien sabe, tal vez viese alguna veela... Quería ver una de cerca para ver cómo eran. Y además podríamos investigar la zona a la que daba el pasadizo que usaban los secuaces de Riddle y buscar alguna pista o algo.

Me apunto definitivamente. Le respondí, con emoción mal contenida. Aquello cuadraba genial con los planes y sería toda una aventura. Como cuando jugaba con mi hermano a cazar trolls, pero de verdad. ¿Cuándo vamos? Pregunté, mirando a Ingo con ojos suplicantes para que aceptara. Protegeríamos a Hagrid, investigaríamos el lugar al que iban los Slytherin y sería una aventura. ¿Qué podría salir mal?

Emití un suspiro ante el entusiasmo de mis dos interlocutores. Quizá fuera por las historias que se contaban del bosque Prohibido, o quizá porque creía que el peligro que había allí era real, pero no me gustaba nada aquella idea. Sin embargo conocía a Alan y sabía que, si no iba con ellos, no le importaría ir solo con Hagrid. Y no iba a dejarle tirado. Reí cuando me dedicó aquella mirada y puse una mano en su hombro, haciéndole aquella concesión, mientras me dirigía a Hagrid.

- Alan y yo vamos a tener un par de días muy ocupados ahora. - Dije, queriendo poner algo de tiempo de por medio para prepararnos. - ¿Qué tal si quedamos pasado mañana, después de las clases de la mañana? - Propuse. Y por si acaso a Alan se le ocurría ir a través del pasadizo descubierto no tardé en aclarar algo. - Eso sí, nos tendrás que enseñar por dónde vas tú para que no te pillen.