Partida Rol por web

El infierno se desato y Yoyuc ni siquiera podia ver al enemigo. Los drones zumbaban de aqui para alla pero el necesitaba algo visible para rociar de llamas. Nervioso, masco su bigote dentro del casco.

Acuclillado tras su cobertura, clavo los ojos en el follaje intentando penetrar con su vista a traves de las hojas. Sintio las gotas de sudor corriendo por sus sienes. Finalmente, sintio mas que vio un movimiento en la vegetacion que no podia haber sido causado por la brisa. Probablemente.

Como siempre que estaba nervioso, Yoyuc se puso a radiar sus estupidos chistes de operario de lanzallamas:

-​iAbrid las escotillas para que corra el aire, muchachos! iEl ambiente se esta caldeando por aqui!

Fuego, ​penso apretando el gatillo y liberando el infierno contra la jungla.

La batalla que tenía lugar al otro lado del templo, en la entrada, era totalmente ajena a ellas. Inmersas por completo en su enfrentamiento, el cuál no se estaba basando únicamente en su destreza con el sable o su control en el uso de la fuerza, era un combate de astucia, de dominio de la situación y de autocontrol. Algo que aquel brillo homicida, en la mirada de su enemiga, había rebelado que no tenía.

La Vong era hábil, eso era innegable. Sobre todo al ver como imitaba el movimiento de su mano, repeliendo por completo su intento de ataque y lanzando su cuerpo por el aire. Pero eso no sería suficiente para frenarla. A vista de cualquiera los movimientos que la mano del emperador tuvo que realizar, logrando salir intacta de semejante “viaje”, podrían parecer más que imposibles. No para ella.

Al detenerse su capucha había caído hacia atrás, alzó la mirada hacía su enemiga con una sonrisa felina y un brillo de satisfacción en la mirada. Someter a aquella bruja no iba a ser tarea fáci y en cierto modo eso la emocionaba, harta de retos inútiles que no estaban a su altura. Pero no la subestimaría, nunca había que hacerlo con los dementes o los poderosos. Por eso seguía con vida.

El característico sonido de su sable encendiéndose resonó un instante antes que la Vong cayera sobre ella de nuevo, mostrando aquella furia. No había mejor maestro que el propio enemigo; solo este te muestra sus puntos débiles y sus puntos fuertes. Las únicas reglas del juego son qué puedes hacerle y qué puedes impedir que te haga. Ella necesitaba que le mostrara todo eso.

Dime ASESINA - ­ pronunció mientras esquivaba* su ataque - ¿por que acabasteis con los colonos?

Los Jedis podían ser muchas cosas, pero no asesinaban a inocentes sin motivo. Era algo que admiraba de ellos, pues cuando más conocía a su enemigo para derrotarlo también aprendía a apreciarlo. Al menos en cierta medida, antes de destruirlo.

El duelo láser podía muy bien haber llegado a su fin. Manejando aquel tipo de armas, lo usual era no darse en un pelo de la ropa durante la fase de intercambio de ataques, pero sufrir heridas muy graves una vez que te habían alcanzado. Hasta los mejores se desarmaban con una leve herida del estilo makashi y perdían totalmente la concentración y gran parte de su capacidad de lucha.

Mara había esquivado su furioso ataque, pero ahora le tocaba a ella. Tras varios intentos, parecía que había logrado romper su guardia. Podía saborear ya la herida, y con ella, solía venir la victoria.

Tremayne soltó el E11d, que cayó sobre el pecho sujeto en su correaje, y programó el lanzagranadas. Una carga HEAT para reventar coberturas ligeras, joder pasillos, búnkeres e incluso vehículos de blindaje modesto. El disparo fue providencial. No solo reventó el árbol con el que se cubrían dos de ellos, si no que la deflagración dejó listo de papeles a dos más, que estaban justo delante ocultos en una hondonada.

Fruto de la explosión, los dos últimos salieron de su cobertura, en busca de otra mejor. Fue lo último que hicieron, por que les alcanzaron sendos disparos.

La bruja sith la hirió en el hombro. Era la clásica herida de un duelo con sable láser: a la parte del cuerpo más cercana. La hoja penetró en la armadura pero no se hundió demasiado en su carne por que quiso dar un paso atrás. Sintió el tirón de la estásis, pero su voluntad era firme y solo consiguió ralentizar un poco sus movimientos.

-¿¿Colonos?? Éstas son tierras ancestrales de los Vong. No tenéis derecho a estar aquí. Ningún derecho. Volved a vuestra galaxia... mientras podáis.

Dicho ésto, atacó con energía. En éste enfrentamiento estaba viendo que ella era ajena a los alineamientos de la fuerza. Usaba las técnicas de uno u otro lado sin importarle las consecuencias que ello pudiera tener. ¿Y que consecuencia podría tener frente a gente que estaba más allá de la moralidad galáctica, de los principios del bien y del mal?

-¡Arded, miserables!

Los exploradores al fin volvían a estar bajo la cobertura del asentamiento mientras el lanzallamas sellaba de fuego el acceso este con el refuerzo del blaster del sargento.

Si no tenemos más remedio lo haremos sargento, pero nuestra mejor opción de defensa es el río y el perímetro. Sigan manteniendo el fuego intenso en el este, intentaran flanquearnos. El río es una barrena natural y mejor defensa ahora mismo. Taldor usted y sus exploradores cubran el paso norte desde la empalizada. Cubriremos la puerta principal y acceso sur desde el APC.

Dallin giro ligeramente la torre ta para cubrir la entrada sur y este mientras apuntaba.

Lily, desde lo alto anticipanos los movimientos del enemigo y si ves algún vehículo o amenaza.

No mostró cambio alguno cuando su hoja penetro levemente en la armadura de su enemiga, ni cuando noto que sus movimientos se ralentizaban mínimamente ante su treta. Sin duda esta resultando un autentico reto para la pelirroja, que disfrutaba al tiempo que se urgía a ponerle fin.

¿así que se trata de eso? Esta es nuestra tierra y no os queremos aquí... pensó mientras que realizando movimientos imposibles de seguir por el ojo no entrenado, esquivo el ataque de la Vong, sin mayor dificulta.

Estaría bien entrenada pero no seguía un camino claro, sin duda su “maestra” no había tenido la delicadeza de explicarle los diminutos matices del dominio de la fuerza viva o de la influencia que uno u otro alineamiento con esta influía en cada ser de manera muy distinta. Quizá fuera especular demasiado pero podría haber corrompido a toda una raza como los Vong. El embriagador sabor del poder siempre era peligroso para los que tenían un espíritu débil. Aunque aquella mujer de tez azulada no parecía ser débil en ningún aspecto.

Desde el cañón ví como Yoyuc desataba su furia, y como Honaka salía a apoyar la posición de Lily.

En ese momento empezé a disparar ráfagas desde el cañón montado del APC a lo que alcanzaba a ver entre el caos de las llamas, humo y láseres. Me concentré en apuntar bien para eliminar definitivamente los drones que salían por los costados de las llamas, intentando esquivar el daño del fuego y los que escapaban de los disparos del Sargento y del resto del pelotón.

El combate empezaba a cambiar, puesto que los drones se habían ido a perseguir al TIE que nos daba apoyo, pero las tropas de tierra del enemigo avanzaban hacia nuestra posición. El Teniente Dallin, ladraba órdenes a todos menos a mi, así que me limité a cubrir a los scouts que entraban de nuevo al poblado, con fuego de cobertura por encima de sus cabezas. 

Era el canto del cisne. Mara esquivó su ataque y contraatacó con un ataque rápido, que ella detuvo in extremis. Pero era una trampa, por que su fuerza vital se le escapaba cada vez a mayor velocidad, fruto de las artes sith de la mano del emperador. Su enemiga abrió los ojos y la boca, como si se ahogara, y perdió el conocimiento de forma momentánea. Su sable se apagó y quedó desmayada, sostenida por ella en el aire con la fuerza, como si fuera una muñeca de trapo.

Si quería conservarla con vida, tendría que atarla bien, desarmarla y hacerle un poco más de daño, para que al despertar no se pusiera "revoltosa". También tenía la opción del veneno. Su pistola de dardos podía disparar un somnífero, o podía ampliar los efectos de su inconsciencia usando el modo "aturdir" de su bláster.

Parecía que por el momento estaban saliendo bien las cosas con lo mal que pintaban en un principio. De todas formas tanto a Sarah como al resto de Deathtroopers no les habían enseñado a darse por vencidos, si no todo lo contrario, dar todo loq ue uno tenía hasta que se acabase con el enemigo o el enemigo acabase con ellos.

El hecho de contar con la mano del emperador era una punto a su favor, y de los gordos. Sin duda la Vorg con la que estaba luchando Mara les habría hecho añicos en un momento si ella no hubiera estado. Ahora bien, si Mara se encargaba de la mujer Vorg sensible a la Fuerza, ellos debían despejar el camino para poder escapar de aquella ratonera en la que se había convertido ese templo.

Coordinándose a la perfección, Sarah y Antinnis habían logrado acabar con varios de ellos y herir a otros empezando a limpiar la zona. Pero aun quedaba bastante como para tener la salida limpia y controlada.

-¡¡Dale otra vez, Tanque!! ¡Saca a esos cíclopes de su escondite, yo los remato!

Por mucho que fuera el oficial de la unidad de exploradores, también era uno más. También estaba allí, y si tenía la oportunidad de tirar abajo a uno de esos drones asesinos, no dudaría en quitarle a toda la unidad una molestia de encima, así que cuando puedo, en el puesto que dirigía a sus hombres, mientras se replegaban, se apoyó en la esquina del primer edificio y desde allí apuntó.

- Toma robotijo.

En el rostro de la pelirroja se dibujo una sonrisa que rebosaba satisfacción. La Vong había caído en su trampa como una mera aprendiz. Podría conocer los caminos de la fuerza, que la vieja maestra Jedi sin duda le había inculcado aunque no de manera certera, pero ignoraban el poder del lado oscuro. No conocían a los sith, ese había sido su gran error, así como subestimarla.

La batalla en la entrada del templo continuaba ajena a lo que allí acontecía; el cuerpo de su adversaria yacía inerte* frente a la victoriosa mano, la cuál pensaba en como mantenerla tranquila. ¿ser compasiva y utilizar un simple somnífero o terminar de aturdirla con su sable? Camino de un lado a otro pensando en sus opciones para finalmente decidirse por un somnífero**, ya se divertiría durante el interrogatorio.

Tras administrarle el somnífero tomo la cuerda que llevaba con ella, afanándose en atarla bien en caso que despertara y asegurándose que no pudiera ir a ninguna parte mientras ayudaba a sus guardaespaldas.

Una vez asegurada su presa se dirigió con cautela, al foco de la batalla que los Deathtrooper mantenían. ***

El fuego contuvo la primera oleada. Quizá no se esperaban aquel grado de resistencia, o quizá es que confiaban en llegar hasta ellos con una carga abrumadora. El sargento Jelal, haciendo fuego de enfilada, mató a los cincos primeros, mientras el AT-ST cubría el despliegue de las fuerzas propias hasta el margen del río. Yoyuc creó un letal muro de fuego, que detuvo en seco el avance de siete enemigos más y creó dificultades a los que venían detrás. El resto de la escuadra principal pareció concentrarse en los drones, que comenzaron a caer del cielo, especialmente por la puntería de Mazar manejando el E-Web, así como por los disparos de precisión de Lily y Silky (que entre ambos derribaron a uno de los aparatos), mientras Honaka se sumaba a la creciente línea de fuego para defender el acceso del este.

-Gracias por quitármelos de encima -dijo la piloto, antes de hacer una pasada de fuego láser sobre el enemigo.

La batalla arreciaba. La línea de fuego de los stormtroopers, gozando de la protección de los obstáculos y dentro del recinto del poblado, comenzó a hacer sufrir graves bajas al enemigo. De momento, la carga se había detenido, al menos para las compañías de vanguardia. Tras probar una medida de lo que eran capaces los soldados del imperio, se echaron cuerpo a tierra y comenzaron a devolver los disparos. Así es como se sufrieron las primeras bajas entre las tropas de línea imperiales. En total, habían matado a un tercio de los atacantes, pero a cambio habían sufrido una veintena de bajas, contando a los scout del inicio del combate. Los soldados que eran alcanzados salían despedidos hacia atrás, con sus armaduras reventadas por el efecto de aquellas armas "de pulso". El enemigo, mientras tanto, caía limpiamente calcinado por disparos de bláster, que según comprobaban era bastante capaz de penetrar aquellas gruesas armaduras. Se necesitaba, sin embargo, una potencia de fuego superior para nivelar las tablas en un enfrentamiento convencional, y ese apoyo que les brindaban desde el aire y con los AT-ST no duraría por siempre.

De hecho, el AT-ST que defendía el este terminó destruido cuando hicieron su aparición los primeros andadores mecanizados del enemigo, que tenían la capacidad de despegar del suelo merced a unos poderosos retrocohetes. Fue necesario que la piloto agotara su torpedo de protones para eliminar a las dos primeras unidades de aquella amenaza, cuyos disparos habían hecho saltar por los aires al andador imperial. Durante el tiroteo, Honaka fue alcanzado en el vientre. La placa quedó dañada, y el disparo consiguió penetrar su dura piel. Sin embargo, las dos armaduras absorvieron gran parte de la fuerza del impacto, que sin embargo se sintió caliente como un soplete sobre la piel.

Cuando el enemigo reanudó el avance, un rugido presagió la pasada de unas escuadrillas de TIE: cazas y bombarderos. Eran los refuerzos que esperaban, al menos los de despliegue más inmediato. Comenzaron a ametrallar a placer al enemigo al descubierto, así como a bombardearle. El combate bien podría haber terminado allí, pero malas noticias llegaban por la radio. Al parecer, habían agitado el avispero.

-¡Múltiples naves enemigas han aparecido en el cuadrante!

En el puente de mando del Venom, las malas noticias comenzaban a llegar. Se seguía con interés el desarrollo de la batalla en tierra, en la que habían apostado gran cantidad de refuerzos. Sin embargo, uno de los oficiales comenzó a dar informes preocupantes.

-Señor, detectamos distorsiones gravitacionales en torno al planeta.
-¿Distorsiones? -dijo, acercándose a la consola.

Unos extraños portales de energía azulada presagiaron la llegada de las naves enemigas. Salían del hiperespacio, o de donde demonios salieran, por docenas. Contra ellos, solo tres humildes destructores.

-¡El radar detecta que las naves despliegan cazas y barcazas de desembarco!
-Maldita sea... tenemos a la mayoría de las tropas en tierra. ¡Contacte con el capitán Pellaeon y prepare un salto de emergencia al hiperespacio!

Las naves comenzaron a concentrarse en los cruceros. Apenas hubo tiempo para reaccionar. La Aurora saltó al hiperespacio, a pesar de que no tenía órdenes en aquel sentido. Y aunque hubiese querido escapar de allí, Tarhall y sus hombres se vieron pronto superados por un fuego abrumador de armas de rayos. Rayos anuladores, iónicos y rayos de energía de gran poder, que comenzaron a castigar el escudo de la nave.

-¡Hemos perdido los motores, señor! -informó el primer oficial- Escudos al 25% y cayendo.
-Todos a las cápsulas de escape. Que partan el resto de escuadrones mientras puedan...

Otro proyectil hizo vibrar la estructura. El puente quedó a oscuras y un segundo después la electricidad parpadeó, regresando.

-Fallos de integridad en toda la nave. Un par de impactos más y...
-Caballeros...

No logró terminar la frase. El crucero se partió en dos y los oficiales del puente murieron en la explosión. Los demás, salieron despedidos a la oscuridad del espacio. El capitán fue uno de ellos, y sus restos congelados flotaron por el apocalíptico campo de batalla.