Partida Rol por web

Hogan’s Last Stop fue fundado en 1851, un año después que Nuevo México fuera incorporado a los Estados Unidos. El área estaba ocupada básicamente por tropas americanas que vigilaban las actividades de los mexicanos de la zona.

Al principio, Hogan’s Last Stop no era más que un lugar de descanso temporal para cinco familias que iban rumbo al oeste. Llegaron a finales de otoño y decidieron permanecer allí durante el invierno antes de cruzar las Montañas Rocosas.

Cuando llegó la primavera, las familias allí establecidas se sintieron tan arraigadas que decidieron quedarse. A su pequeñas comunidad la llamaron Hogan’s Last Stop, en honor al hombre que hacía las veces de líder de la pequeña caravana, Benny Hogan. Había muerto durante el invierno y sin su liderazgo, las demás familias prefirieron quedarse.

Con el paso del tiempo se establecieron más familias en Hogan’s Last Stop y el pequeño pueblo creció lentamente. La expansión más significativa de la historia de Hogan’s Last Stop se produjo después de que la compañía Lamont & Kirby colocara una parada de la diligencia en la localidad. Esto resultó ser el inicio del desarrollo del pueblo y se construyeron varios edificios alrededor de la parada de la diligencia. En 1865 el pueblo tuvo iglesia propia.

En la actualidad viven en el pueblo unas setenta personas. La localidad está enclavada en el condado de Mora a 35 Km al este de las Montañas Rocosas y 80 km Al sur de lka frontera de Colorado.

Hogan’s Last Stop es un pueblo pequeño y pacífico que sólo está concurrido durante la celebración de las fiestas, cuando los vaqueros y leñadores de las fincas y ranchos cercanos bajan al pueblo.

Durante el día la gente trabaja en sus tiendas o en el aserradero que hay a las afueras. Por la noche, las calles se quedan vacías y apenas hay trabajo para el sheriff de la localidad.

La pista sobre el fugitivo que venís persiguiendo desde hace unos meses acaba dando con vosotros en este pequeño pueblo. Entráis por el norte y observáis la calle principal de Hogan’s Last Stop. La gente del lugar camina sin reparar excesivamente en vosotros y se dirigen a sus quehaceres diarios.

Según cabalgáis tranquilamente veis que los edificios son de madera, unos en mejor estado que otros.

Hacia la mitad del pueblo hay alguien que no os quita el ojo de encima desde que pisasteis el pueblo. Está sentado en una mecedora en su porche. El sheriff.

Hace ya un tiempo que os conocéis puesto que habéis compartido más de un viaje a bordo de la diligencia. Y más de un ataque indio también. Habéis perdido algún compañero y también habéis visto como hombres supuestamente duros y curtidos abandonaban el trabajo de las diligencias tras esos ataques muertos de miedo.

Al final, surgió una sincera amistad entre vosotros. Son muchos kilómetros compartiendo el palanquín de la diligencia.

Son las once de la mañana y el viejo Pete ya va por su segundo whisky cuando por la puerta del Burton’s Saloon entra Brian.

Hacía tiempo que el viejo Pete, tal como le llamaban en aquel pueblo, no se fijaba en el bamboleo de las puertas del Saloon. Rostros familiares en su mayoría se sucedían, otras veces eran forasteros, sin embargo aquella mañana sólo tenía interés en la familiaridad del poso amargo que dejaba la bebida al deslizarse por su gaznate.

Tras un sonoro eructo levantó la mano pidiendo al posadero otra ronda. Su cuenta estaba creciendo de manera alarmante y necesitaba cuanto antes un trabajo o ya no le fiarían más.

Subido a su caballo Roy mira la calle principal de Hogan´s.

- Yo iré por la calle principal y tú ve por detrás, no quiero que se nos escape- comenta sin girar la cabeza para ver si su compañero y amigo Jack le había oído.- Nos encontraremos en el Burton’s Saloon. Supongo que ahí estará el trabajo- que era como Roy se refería siempre a con quienes tenía que capturar.

Respiré hondo cuando entramos en la calle principal, estar tan cerca de nuestro objetivo siempre hacía que la adrenalina empezara a soltarse y me preparase para la acción - Ajá - murmuré ajustándome el sombrero, miré a Roy y alcé una ceja - ¿Porqué siempre me toca a mi por detrás? - bromee con una media sonrisa agarrando con decisión las riendas - Está bien, nos vemos allí, ve pidiendo algo para ponernos a tono, esto va a salir muy bien - era el eterno optimista, aunque a veces era solo una fachada. Roy me conocía bien, sabía que siempre tenía una broma, un chiste o una sonrisa para las damas, pero por dentro había algo que me amargaba y algo que no había compartido ni si quiera con el.

Le di un pequeño talonazo al caballo para que acelerara pero sin llamar demasiado la atención.

Dando tiempo a que Jack diera la vuelta al pueblo, Roy se acercó muy despacio al Burton´s saloon dónde habían quedado. Al pasar por la oficina del sherif Roy asiente con la cabeza a modo de saludo mientras murmura un "sheriff" y sigue con su camino.

Paso a paso la imponente figura del cazarrecompensas se va adentrando en el pueblo de Hogan´s, advirtiendo y anotando todo lo que su único ojo puede percibir.

Sin más, llega al saloon, donde deja su caballo y lo ata a uno de los postes. Coge sus alforjas y su preciada "Betsy", un spot rifle y se acerca a la puerta. Antes de entrar mira al otro lado del pueblo y ve que Jack ya se encamina hacia allí. Satisfecho, Roy sonríe y tras esto entra.

Roy entra al saloon y tras dar dos pasos se detiene y pasea la mirada por la gente que hay en el sitio. Tras unos segundos se dirige a la barra. 

- Ponme un wishky- pide al camarero dejando las alforjas en la barra y Betsy delante de él. Acto seguido se da la vuelta y se queda mirando a la concurrencia vigilante a ver quien se mueve y ver quien le observa. Pero sobre todo buscando a Jhon Smith, quien les había traido hasta allí.

Las imágenes y los gritos se sucedían con rapidez frente a él, como había pasado medio centenar de veces, y como tantas otras veces no pudo hacer nada por sus compañeros, alguno de los cuales casi consideraba su familia. Y mientras esos oscuros pensamientos se iban alejando dando lugar a un sueño más placido y profundo. Aquel estruendo lo saco de sus ensoñaciones ,Carl se revolvió por instinto ,y por instinto busco el revólver que acostumbraba a dejar desenfundado en la mesita de noche del hotel que se había convertido en su casa desde hacía ya unos cuantos días. Por desgracia el arma descansaba en el suelo, sin duda, a causa de algún golpe propinado por el forajido entre tanto ademan en sus pesadillas.

No es agradable que a uno lo despierten con un arma encañonándole la nariz, pero desde luego se está mucho más dispuesto a escuchar al tipo del arma.-Joder Kinner ¿se cree que esta es forma de despertar a nadie?.-Carl se incorpora un poco en la cama, se atusa el bigote midiendo sus posibilidades.-Si lo pide el sheriff ,como negarme.-Dice con una incómoda sonrisa aceptando tan peculiar propuesta. Desde luego no era ningún imbécil impulsivo.

Se levanto con naturalidad y se coloco sus pantalones y sus botas.-Si le alarma mi desnudez, haberse esperado al otro lado de la puerta.-Increpa con algo de pasotismo al primer ayudante del sheriff según pasa junto a él.-Por cierto no pienso hacerme responsable de los daños de la puerta.- Coge su sombrero y se lo coloca justo antes de cruzar el umbral.-Y más vale que no falte nada cuando regrese.-Dice esta vez señalando a Morgan. Todo aquello no era más que un postureo ,claro, tenía todas las de perder. Pero en el Oeste que él conocía, aparentar inseguridad era invitar a que te metieran un tiro en la frente.

Comienzo a silbar levemente mientras rodeo el pueblo desde atrás, observando con calma caminos de entrada y salida, por donde yo "huiría" si fuera necesario y por donde podría "huir" aquel al que habíamos venido a buscar, una vez estudiado el terreno me dirijo al punto de encuentro y veo a Roy llegando antes que yo, ato a mi caballo fuera y tras acariciar levemente el cuello, entro al salón con una gran sonrisa - Hola - saludo aun hombre mayor que me mira con cara de "tu no eres de aquí" menudo espabilado, claro que no era de aquí.

Me acerco a la barra pero guardando distancia con Roy, personalmente, cuando íbamos de "caza" me gustaba jugar al despiste. Entre el y yo habría un par de personas. Estoy de espaldas al resto del mundo, Roy ya estaba mirandoles, a mi me parecía más interesante observar al camarero, ver si hacía alguna señal a alguien detrás de mi ... o quizás las camareras.

- Ponme, cuando puedas, algo fuerte, anoche una señorita me dejo descansar bien poco y necesito energía - mentí, bebía fuerte porque era la única manera de callar mis recuerdos.

Tardé un momento en que mis ojos se acostumbrasen a la penumbra del Saloon pues hoy lucía un sol radiante y el local estaba bastante oscuro. Pasado ese instante, pude reconocer rápidamente la figura del viejo Pete, ya inclinado sobre un vaso y me acerqué a él con paso decidido.

¿Que tal, Pete, desayunando? - pregunté con un poco de sorna. Era temprano para empezar a beber, incluso para Pete, pero puede que aquel día fuese algo especial para él. Por fortuna, lo conocía bastante como para saber que el alcohol no afectaba a su gran capacidad para conducir la diligencia.

El bebedor reaccionó ante la sorna de su compañero con un bufido.

-Valiente tiene que sentirse un sureño en un día como este para tocarle los cojones a un hombre en un momento sagrado. –Sólo en ese momento levantó la mirada para devolverle la réplica como acostumbraba a hacer:

-Por ser tú lo dejaré pasar que los pieles roja unen mucho, incluso si es con un perdedor de la guerra. – Tras ello rompió a carcajadas tan estruendosas que hizo que alguno de los presentes levantase la mirada con curiosidad las consecuencias de aquel atípico intercambio de saludos que habituaban.

-¿Qué haces aún de pie?, ¡siéntate de una vez! –Le invitó. -No soy ninguna putita que necesite un chulo. ¿Cuéntame, qué es de tu vida? No te veo desde…-Le preguntó mientras trataba de hacer memoria.

Un perdedor de la guerra - sus palabras resonaron como un eco en mi cabeza. Por un breve instante, una mezcla de resentimiento, tristeza y enfado me embargarón, pero pasó rápidamente. Sé que es la broma habitual de Pete y que no hay ninguna maldad en él, aunque a mí a veces me duela más de lo que quiera admitir y por supuesto que jamás lo revelaré.

Una invitación así de amable no la puedo rechazar - respondo con una sonrisa, a la par que tomo asiento - ¿Para qué esforzarnos en recordar algo que ya es pasado? dejémoslo reposar.

Y con esa frase, que puede servir tanto para referirme a la guerra como para referirme a cuando fue la última vez que nos vimos, cambio de tema.

Dime, ¿algo nuevo, sabes si tendremos trabajo pronto?.

-Pfffff. -Resolpló pensativo. -Un buen hombre siempre es válido en cualquier misión, en mi caso... Está por ver. -Le respondió mientras dedicaba una mirada al lugar. No tardó en devolver la mirada a su interlocutor y en un alarde de honestidad continuó:

-No tengo noticias y como esto siga así Doggy va a dejar de fiarme. 

La verdad es que yo tampoco ando demasiado holgado de dinero - confesé a Pete. Después de la guerra he ido sobreviviendo a duras penas y una racha sin trabajar demasiado larga podía hundirme. - Espero que surja algo pronto...

Tras dejar morir la frase, me quedé en un espeso silencio. poco más podíamos hacer el viejo Pete y yo, salvo estar localizables por si surgía trabajo. Pausadamente, pues no tenía nada mejor en qué entretenerme, saqué mi pipa, la llené de un aromático tabaco - así, prensado en tres capas. La primera con la fuerza de un niño, la segunda con la fuerza de una mujer y la tercera con la fuerza de un hombre - y me dispuse a pasar el rato.

Mientras os encontráis charlando de vuestras penas entra un hombre en el saloon. Se dirige a la barra y le pide un whisky a Doggy. El barman le saluda y le pone lo que le pide y, después, el hombre se gira mirando a los que estáis dentro del local.

No lo conocéis, debe ser forastero, y parece que busca a alguien.

Un minuto después entra otro forastero, porque tampoco lo conocéis, y le pide a Doggy que le sirva algo fuerte.

Este se queda de espaldas sumido en sus pensamientos.

Por su parte Doggy le sirve un whisky al forastero, se da la vuelta y coge su vaso favorito para sacarle brillo como hace cuando no tiene nada que hacer.