Partida Rol por web

Con el alba reanudasteis vuestro camino en pos de la ciudad de Las Vegas. Aún quedaba un largo trecho entre vosotros y vuestro destino.

Los indios no habían hecho acto de presencia desde la emboscada de la noche y tras enterrar a Brian continuasteis vuestro camino.

Durante todo el siguiente día avanzasteis con rapidez y poco a poco dejasteis atrás las Montañas Rocosas que al final del día no eran más que una silueta tenue en el horizonte a vuestras espaldas.

Lo que se abría ahora ante vuestros cansados ojos era una espectacular visión. Lo que las jornadas anteriores eran rocas, desfiladeros y altísimas montañas dio paso vuestro nuevo escenario. Las grandes praderas. Todo parecía un inmenso campo de hierba que no tenía fin miraseis donde miraseis.

Aún quedaban unas horas para que anocheciera pero debíais buscar algún lugar donde pasar la noche.

Tyler comento por el camino cuando llegaron a las praderas:- que belleza, aquí los ganaderos la gozarían, supongo que por los indios aun no han llegado a estas praderas, y si han llegado son pocos. Lo bueno es que avistaremos a cualquier indio que se intente acercar. Pero no debemos olvidarnos de hacer guardia por si las moscas.
Por cierto digo de repente:- Quien se sentara al lado de Peter?, debe ser alguien que tenga un rifle o arma larga, yo llevo pistola, y haría poco beneficio a la defensa.

Pete por su parte permanece ajeno al gran espectáculo visual que se desplegaba a su alrededor. Ausente y sumido en sus pensamientos mientras oscuras ojeras se dibujaban bajo el contorno de sus ojos acentuando sus ya de por sí marcadas bolsas bajo los ojos.

Mucho habían vivido y allí yacía muerto bajo unas piedras dispuestas de cualquier forma. Derrotado en una guerra y derrotado nuevamente por los indios quienes se encargaron de lo que los unionistas no fueron capaces de hacer. Fueron las palabras de su compañero quienes le sacaron de su letargo.

-Buffff. -Suspiró de forma sonora-Supongo que todos estaremos destrozados... Lo mejor es que uséis este sitio para intentar dormir algo. -Propuso- Id turnándoos mientras el resto escoltáis la Diligencia.

El esfuerzo de enterrar a Brian es peor de lo que parece, hace un instante que estaba con nosotros y ahora amanece bajo una fosa que la amenaza de los indios no tenemos seguro que sea lo suficientemente profunda, pero ya tenemos el trabajo hecho y unas plegarias en silencio son las que acompañan el alma del pobre.

- Peter, iré contigo en el pescante si te parece bien, ahora mismo no puedo dormir.

Mirando a lo lejos, no parece mal lugar para viajar con la diligencia, por lo menos, los indios si se acercasen, se verían desde más lejos.

Hacia el final de la jornada divisáis a lo lejos una gran mancha negra en el horizonte. No podéis saber que es pues se encuentra varias millas de distancia.

A vuestras espaldas, las Montañas Rocosas son sólo un recuerdo que permanecerá unido a la muerte de Brian para siempre. Quizá si hay camino de regreso os paréis a rezar una plegaria en la memoria del rebelde abatido por los indios.

Con cierta calma, ya que nadie os persigue, os vais acercando a la inmensa mancha negra que cada vez se hace más grande a vuestros ojos. Cuando os encontráis lo suficientemente cerca no os cabe ninguna duda de lo que es.

Miles y miles de bisontes pastan distraídamente sin hacer mucho caso a vuestra presencia. Son animales pacíficos aunque los más cercanos a vuestra diligencia levantan la cabeza y miran en vuestra dirección, eso sí, sin dejar de rumiar las briznas de hierba que rasuran del suelo.

-Parece que al menos hoy tenemos cena. –Anunció Peter Franklin al tiempo que daba un buen trago a su petaca. –Eso sí, deberíamos cazarla sin armar mucho ruido. –Resolvió al tiempo que se disponía a aclarar a aquellos hombres que no estaban tan curtidos en aquellos lugares.

- Estamos en tierras salvajes y por la razón que sea no suelen ser muy partidarios de que les cacemos. Tampoco quiero llamar a las bestias de antes, prefiero poder dormir esta noche con los dos ojos… Hijos de puta –Blasfemó al sentir cómo su mente no tardó en verse inundada por el recuerdo del camarada perdido, el alcohol hizo el resto… 

La visión de las grandes praderas reconfortó la vista y los corazones del grupo que viajaba en la diligencia. Ya no tenían que preocuparse de si a la vuelta de un recodo o si detrás de una roca o si subidos a un árbol aparecería uno de esos indios que acabara con ellos de un flechazo.

- Sí, es un espectáculo precioso- respondió Roy a Tyler sin dejar de mirar las grandes praderas.

Entonces, como surgidos de la nada, aparecieron ciertos...¡¡miles!! de bisontes. Una sonrisa apareció en el rostro del caza recompensas al hilo del comentario culinario de Pete.

- Cacemos uno y démonos un festín bien ganado- dijo Roy.

Dejamos atrás las nefastas montañas, no eran apacibles ni lo serían aunque desapareciesen los indios, no era gran sitio para vivir. Afortunadamente las habíamos dejado atrás y lo que se abría frente a nosotros era un paisaje completamente diferente. El verde contrastaba con el ocre de las piedras que recién habíamos abandonado, y las praderas invitaban a perdernos en la tranquilidad del paisaje.

Cuando nos aproximamos a una manada de bisontes, me quedo maravillado del espectáculo de tan masa de mamíferos paciendo a su antojo. Surge la idea en la diligencia de la caza para poder hacernos con ciertas provisiones una parte del camino, algo que sin duda nos ayudará a pasar más agradable el paso hasta nuestro destino.

- Podríamos cazar cuando vayamos a abandonar la manada, no sea que hagan algo extraño, si los hemos pasado y damos muerte a uno no creo que sea más problema, seleccionamos uno y le disparamos todos lo que podamos para que no escape. Por cierto ¿alguien tiene un cuchillo para hacernos con la carne del animal?

- ¡¿Anda?!, ¡¿Si piensas?!, jajajaja- rió sin tapujos el bueno de Roy-. Tienes razón socio, si por alguna circustancia se ponen de acuerdo para unirse e ir contra nosotros...que Dios nos pille confesados!

Miro a todos sobre todo a Peter, me parece increíble que el no tenga un cuchillo, pero al parecer nadie lo tenemos por lo que comento:- Pues no, no lo tenemos, y no hay mas viajeros que puedan llevar una navaja para afeitarse ni nada por el estilo, por lo que unicamente se me ocurre con algo que pinche... seria usar las espuelas para pinchar y traspasar la piel. Pero rajar... va a ser que no a no ser que revisando la diligencia haya alguna parte de metal que corte por no estar bien rematada, o algún cristal, nadie tiene un espejo? o algo parecido?, alguna botella de cristal?

-No amigo, eso sí que no… -Exclamó rápidamente Pete al tiempo que se agarraba a algo que guardaba en la chaqueta-. Prefiero abrir el animal a dentelladas que quedarme sin mi néctar. Los dioses lo tenían, ¿por qué no lo vamos a tener los mortales? Y además no es cosa buena quedarse sin líquido para pasar la comida, ni tan siquiera para calmar la sed… No me gustaría que se me cayesen los pocos dientes que me quedan por la deshidratación.- Terminó así, sentenciando una retahíla en la que creía y de la que estaba seguro de la veracidad de los datos que estaba aportando.

-Vamos a rodear la manada no sea que se vuelvan locos y después cazamos una de esas bestias, ya veremos el resto de los problemas cómo tienen solución.

- ¿No tenemos cuchillos?...que mal preparados venimos al oeste- dijo Roy rascándose la cabeza.

- Bueno, yo tengo una pala que a una mala podemos usar para descuartizar al bisonte- propuso.

o al menos partirle los huesos digo con una sonrisa de oreja a oreja.

Decidisteis bordear la manada de bisontes con calma para no asustar a las bestias. Más de uno de aquellos enormes animales os echó una mirada escrutadora pero no parecían asustados.

No fue poco el tiempo que necesitasteis para hacerlo pero una vez que alcanzasteis la parte contraria del rebaño os encontrasteis con una situación perfecta para poder elegir a que animal ibais a dar caza.

Cuando por fin consiguen atravesar la manada de bisintes, la diligencia se detiene y los ocupantes pueden bajar de la misma y ver a pie el espectáculo que acaban de presenciar.

- ¡Échame una mano!- pide Roy a su socio Jack para subir a lo alto de la caraban.

El cazarrecompensas disisó el rebaño en toda su magnificencia. Era un espectáculo realmente embriagador: los verdes pastos, los grandes animales tranquilos y dispersos, el sol poniéndose tras el cielo azul intenso. Todo aquello parecía un cuadro.

- Bien, ahora procurémonos la cena.

Dicho esto Roy se sacó su rifle Remington del calibre 45, se tumbó en el techo de la diligencia y apuntó a uno de los animales más cercanos.

-...a veeer....uno que esté tiernecito- dijo apuntando a un joven bisonte que pastaba plácidamente ajeno a lo que iba a acontecer.

El veterano cazarrecompensas eligió su blanco y se preparó para disparar. Apuntó concienzudamente y tras un largo rato, que pareció ser eterno, disparó.

Yo no tenia escopeta, así que deje hacer a los cazarecompensa, seguro que en cuanto dispararan saldrían todos los búfalos corriendo, pero si acababan con una eso que tendríamos para cenar.

Había llegado el momento. -¿Bueno quién lo hará? Preguntó Pete al tiempo que delegaba la tarea al preferir estar a las riendas por si la cosa se ponía fea. Todos sabían que lo importante era la mercancía.

BANG

-¡Hostia! ¡Avisa que aún no estoy listo!-. Blasfemó mientras derramaba parte del contenido de la petaca sobre su ropa. Aquello le había pillado de improviso, no había mucho que hacer así que como pudo empezó a cerrarla para ponerse enseguida a las riendas.