Partida Rol por web

La edad oscura

Primer curso, capítulo VI. Impasse

Cargando editor
12/06/2017, 12:58
Director

Habían pasado tres meses desde el misterioso ataque de Halloween. Varios padres se habían apresurado a sacar a sus hijos de Hogwarts atemorizados por la amenaza presente, creyendo que el mal que ahí había acontecido era un pronóstico de lo que sucedería en los días venideros en el colegio.

No obstante, nada había sucedido. O tal vez nada no fuera demasiado exacto. La tensión en el ambiente seguía creciendo y a pesar de que Hogwarts estaba en relativa calma - más allá de los resquemores y las pasiones levantados por el último partido de quidditch -, no se podía decir lo mismo del mundo mágico en general. Los titulares de El Profeta trataban de enfocarlo todo desde un punto de vista apto para todos los públicos pero incluso los más pequeños empezaban a sospechar. "Desgraciado accidente en las inmediaciones de Londres causa una víctima mortal", quería decir en realidad ataque deliberado de un grupo de licántropos organizados. "Trágico cese de la representante de los magos en Gringotts", equivalía a la última desaparición, ni más ni menos que de la madre de Troy, Violet y Agnes. Lo que no decían los periódicos era, por supuesto, que también su marido, un muggle, había desaparecido.

Lo peor era que tales titulares se encontraban ocultos en los rincones más recónditos del diario mágico, empequeñecidos por las noticias más triviales y que, de repente, cobraban proporciones desmesuradas.

Los alumnos que quedaban en las menguadas filas de Hogwarts habían notado las ausencias reiteradas de su director. Ese hombre, mitad loco decepcionante y genio recalcitrante, era el único que había hablado con ellos y les había dado, si no toda la verdad, un atisbo de lo que sucedía en el mundo. Había hablado de guerra mágica encubierta, de desapariciones y asesinatos, de peligros, de la necesidad de confiar en los conocidos y del poder del raciocinio. Les había animado a poner en duda todo lo que leyeran y escucharan, empezando por sus propias palabras. Y así se había ganado a partes iguales admiración y animadversión entre el alumnado del colegio.

El colegio era un hervidero de especulaciones y los pequeños alumnos de primero no eran ajenas a ellas, aunque no las entendían en su mayor parte. Así, aquel frío veintisiete de enero, se habían reunido varios en el patio interior, casi apiñados para mantener el calor, aprovechando un descanso entre la clase de transformaciones y la de herbología. Maebh junto a Joy, Jarek con Simon y Roxane, Alexander al lado de Erik y Caliope, Troy en un rincón y Lizbeth y Jason juntos. Separados pero tan cerca que podían escuchar las conversaciones de los demás. La profesora McGonagall se había llevado a Violet al terminar la clase pues a pesar de mantener su tímida seriedad característica junto a su entereza, sus resultados se habían resentido con la desaparición de sus padres y no era capaz de dar pie con bola.

Desde que despertaron y una enfermera se llevara a Megan, nadie había vuelto a ver a la dulce ravenclaw y los profesores no habían podido o querido dar respuesta a su desaparición misteriosa.

Notas de juego

Os dejo un poco de libertad para que vayamos poniéndonos en marcha.

Cargando editor
12/06/2017, 17:17
Director

Habían pasado tres meses desde el misterioso ataque de Halloween. Varios padres se habían apresurado a sacar a sus hijos de Hogwarts atemorizados por la amenaza presente, creyendo que el mal que ahí había acontecido era un pronóstico de lo que sucedería en los días venideros en el colegio.

No obstante, nada había sucedido. O tal vez nada no fuera demasiado exacto. La tensión en el ambiente seguía creciendo y a pesar de que Hogwarts estaba en relativa calma - más allá de los resquemores y las pasiones levantados por el último partido de quidditch -, no se podía decir lo mismo del mundo mágico en general. Los titulares de El Profeta trataban de enfocarlo todo desde un punto de vista apto para todos los públicos pero incluso los más pequeños empezaban a sospechar. "Desgraciado accidente en las inmediaciones de Londres causa una víctima mortal", quería decir en realidad ataque deliberado de un grupo de licántropos organizados. "Trágico cese de la representante de los magos en Gringotts", equivalía a la última desaparición.

Pero de todo aquello poco sabía la pequeña Megan Faulkner que se encontraba echa un ovillo en un rincón de la habitación que compartía con su tío, correspondiente a un lujoso hotel. El hombre le dejaba leer El Profeta de vez en cuando y le explicaba algunas de las cosas que sucedían pero o bien no quería ver la realidad o sencillamente no deseaba compartir aquella información con su sobrina.

Claro que aquello no era lo que más preocupaba a Megan. Si se tenía que empezar a enumerar la lista de cosas preocupantes que sucedían en su vida, la primera por orden cronológico sería que llevaba tres meses ausentándose de su vida en el colegio desde que James se la llevara a la fuerza. Claro que al principio ella había accedido para calmarlo pero no esperaba que después la arrastrara consigo por medio mundo siguiendo sus actuaciones.

Y por las noches...

Aquel día había sido especialmente duro para ella. Hacía una semana que le había venido su primera menstruación y su cuerpo parecía estar despertando a todo tipo de sensaciones. Pero si había algo de hermoso en ellas, James las pervertía con su amor retorcido por Megan. Y, sin embargo, ajeno a las emociones que despertaba en su sobrina, él parecía extasiado. Por si fuera poco, había empezado a murmurar el nombre de su madre en sueños. Pero, ¿por qué?

Y como punto final en su lista, aprovechando la ausencia de su tío en una entrevista para el periódico francés - pues se hallaban en París -, no sabía nada de sus padres. Lo cuál era sumamente extraño pues a pesar de lo difícil que era dar con ellos solían escribir cuando estaba en Hogwarts.

 

Cargando editor
12/06/2017, 20:45
Director

Arcturus no había empezado el curso como sus demás compañeros. En su lugar, su abuelo había decidido salvaguardarlo en la tranquilidad de su hogar, decidiendo que cualquier enseñanza particular sería, sin lugar a dudas, mejor que una multitudinaria. Realmente no tenía nada en contra de los colegios, él mismo había asistido a Hogwarts en su momento y había sido un alumno ejemplar, pero por desgracia conocía de buena mano la facilidad con que los de su linaje se retorcían bajo el efecto de las hormonas, echando a perder una vida de decencia y provecho. Y él, de provecho, sabía mucho.

Así que, como hombre que se había curtido a sí mismo, sabía que podía hacer lo mismo con su nieto. Y, conforme con todo lo que había ido sucediendo a lo largo de los últimos meses, no podía sentirse más aliviado. La verdad era que Robert no podía dejar de observar con preocupación lo que estaba pasando, y no sólo por la hecatombe económica que podía acontecer si había una nueva guerra, sino por la incertidumbre que generaba aquel juego encubierto.

Porque Robert no era tonto. Tal y como le había explicado a su nieto, nada de lo que se decía en aquel momento era del todo una verdad ni del todo una mentira. Todo había empezado con la desaparición de un par de aurores, o por lo menos así lo había hecho para la comunidad, y había seguido con el misterioso ataque a Hogwarts del que poco se decía. Pero lo que retrataba más fielmente aquella creencia de su abuelo era el diario mágico londinense. Los titulares de El Profeta trataban de enfocarlo todo desde un punto de vista apto para todos los públicos. "Desgraciado accidente en las inmediaciones de Londres causa una víctima mortal", quería decir en realidad ataque deliberado de un grupo de licántropos organizados. "Trágico cese de la representante de los magos en Gringotts", equivalía a la última desaparición. Todo maquillado para pasar lo más desapercibido posible. Todo verdades a medias. Pero, si sabías leer bien, la verdad estaba ahí.

Así que ahí estaban la familia al completo, prácticamente recluidos en su hogar. Aquel veintisiete de enero no era distinto. Arcturus estaba junto a su abuela que le explicaba con paciencia y tono casi culpable información de las revueltas goblins del siglo XVIII, a sabiendas de que lo que le contaba a su nieto era aburrido hasta la saciedad. Su abuelo, por contra, había recibido una visita y se hallaba en su despacho.

Arcturus se hubiera quedado sin conocer la visita y tal vez sin que su vida cambiara un ápice si no fuera porque su abuela decidió que, o bien por el bien del niño o bien porque no podía más con aquel tostón, había llegado el momento del descanso así que había dejado sólo a Arcturus durante un rato.

Fuera curiosidad o movido por algún otro interés, los pasos del niño le llevaron a pasar por delante de la puerta entreabierta del despacho, lo suficiente para que un retazo de conversación lo congelara en el lugar.

- Sabes tan bien como yo que vendrán a por ti, Robert - una voz tranquila y avejentada, masculina, fue la que detuvo su camino.

Escuchó un gruñido molesto por parte de su abuelo, reacio a escuchar ese razonamiento, fuera cual fuera. Pero incluso Arcturus podía percibir el poder de dicha voz.

- ¿Y qué si es así, Albus? Ya peleé una vez y puedo volver a hacerlo.

- De eso no tengo ninguna duda - comentó con cierta jovialidad el hombre al que su abuelo había llamado Albus. ¿Quién sería? No recordaba a ningún Albus entre las personas de poder con las que se codeaba el anciano -. Aunque quizás lo que quieran no sea pelear contra ti - dijo en lo que parecía ser un tono significativo. Aquello evocó otro gruñido por toda respuesta por parte de su abuelo, lo que hizo que el hombre continuara -. Ningún niño merece verse involucrado en todo esto.

- Ella te ha enviado, ¿verdad? - respondió con un tono de voz peligrosa.

- No estoy aquí por Dana, si te refieres a eso. Aunque sí es cierto que tu hija me lo contó - contestó sin inmutarse -. Corren tiempos difíciles, Robert, peligrosos, y más para hombres como nosotros. Vendrán a por ti por quién has sido o por quién eres. Y vendrán a por él. Demasiadas esperanzas, demasiados sueños volcados en una sola persona. Vosotros, Dana,...; les dará poder sobre vosotros.

Su abuelo guardó silencio pero esta vez el hombre no respondió acto seguido sino que esperó pacientemente a que Robert dijera algo al respecto. Cuando por fin lo hizo, su voz había perdido el tono beligerante.

- ¿Tienes alguna prueba?

- Por desgracia, tengo la información. No estoy hipotetizando, Robert. Pero si viene a Hogwarts conmigo...

- ¡Al diablo con Hogwarts! - interrumpió el hombre con evidente hostilidad.

- No puedes culpar al Colegio por las decisiones que tomó tu hija. Ni siquiera creo que puedas culparla a ella. Pero - se apresuró a decir, como si su abuelo fuera a interrumpir -, aún así, todos debemos tomar nuestras propias decisiones. Y sabes tan bien como yo que las que se toman en circunstancias bajo presión son las que nos hacen más fuertes.

¿Hablaban de él? ¿De Hogwarts?

Cargando editor
13/06/2017, 06:27
Megan Faulkner

Megan era una niña feliz. A pesar de las continuas depravaciones de su tío durante su infancia, siempre había sido una niña feliz, dejando de lado el dolor físico y emocional que le provocaban esos momentos a solas. Sin embargo, hacía unos meses eso había cambiado. Si bien las primeras semanas podrían haber sido unas simples vacaciones, luego de eso la preocupación de no saber absolutamente nada de sus padres comenzó a crecer hasta tenerle el alma en vilo, y lo que antes eran sueños plácidos que la hacían borrar al monstruo que dormía a su lado, recuperando su psique y relajándola para el día siguiente, producto de la ansiedad se habían convertido en pesadillas que le hacían despertar en medio de la noche con sudor frío y falta de aire. Por supuesto, cuando eso sucedía ni siquiera se movía. Poco a poco intentaba calmarse a sí misma mientras el mundo le daba vueltas y vueltas, mientras el pecho se le encogía y ella intentaba convocar ese optimismo perenne que la caracterizaba para llegar a la conclusión de que todo estaría bien. Que todo estaría bien y que James no se despertaría con ganas de más. 

Ya estaba cansada de viajar. Cansada de los hoteles, por lujosos que fueran. Tan solo quería llegar a casa. Si es que no la devolvían a Hogwarts, el lugar más genial que había conocido en su vida, que al menos se fueran a casa ya. Pero claro, los conciertos de su tío no se podían posponer, y si iban allá sus padres sabrían que no estaba en el colegio. Y ahora que lo pensaba, ¿lo sabían? ¿Pensarían que estaba a salvo en el castillo, o pensarían que alguien la había secuestrado? Jamás sospecharían de James. Pero no, su tío no estaría tan tranquilo si tuviese que fingir que no encontraba a su sobrina, y sus padres ya le habrían pedido que cancelara el tour para buscarla. Seguramente no sabían que ella los estaba esperando...

Sentada en el suelo, hecha un ovillo mientras se abrazaba las piernas, fingía no existir, asustada de quedarse sola en un país que no conocía, y aún más de que James volviera a la habitación que compartían. Últimamente, hacía una semana, parecía más un monstruo que su adorado tío. La miraba distinto, la tocaba distinto, podía sentir la diferencia en él incluso cuando no lo estaba mirando. Parecía que poco a poco, esas dos versiones que conocía de James empezaban a fundirse, y eso le aterraba. No quería al monstruo todo el día a su lado. Quería a su tío, el que la mimaba y le decía cosas dulces, que la cuidaba y la protegía de todo, que le enseñaba a tocar el piano y mil cosas más. James, quien le había enseñado a siempre hacer preguntas y a buscar las respuestas. ¿Dónde estaba ahora que lo necesitaba? ¿Dónde estaba el James bueno? 

Suspiró, nerviosa. Si sangrar había puesto así a la persona que más quería en el mundo, temía que volviera a pasar. No solo era incómodo usar compresas, dolía el estómago, y sentía que todo le daba ganas de llorar, sino que duraba muchísimo tiempo y su tío parecía entender algo que ella no de todo eso. ¡Además seguía llamando a su madre en sueños! Nunca había hecho eso antes. ¿Ya no la quería? ¿Por eso estaba así de raro? Ladeó la cabeza, pensativa. Quizás era eso. Quizás ahora que sangraba ya no la quería tanto y por eso no era tan dulce como antes. Pero, ¿que culpa tenía ella de eso? No era justo, no era en absoluto justo. ¿Por qué ahora quería más a su madre que a ella? Había intentado ser aún más buena de lo normal, y él parecía encantado cuando estaban juntos, pero... No lo entendía. 

Se puso de pie. Debería decirle a su mamá que había sangrado, ella era medimaga y podía saber más de eso. Y aunque James había intentado explicarle algo, se notaba que no era mucho lo que sabía. Le dio un montón de explicaciones que sonaban muy razonables, pero ningún consejo muy útil. Y mamá era niña, así que ella sabría que hacer. - Piensa, Megan, piensa... - se dijo mientras se ponía una chaqueta para abrigarse. - ¡Ya sé! - sonrió un poco, orgullosa de sí misma. Si era un hotel, debían tener lechuzas, ¿no? Si no, ¿como mandaban cartas? Así que dispuesta a bajar a la recepción para pedir que le prestaran una - quizás preguntar por Laramie, por si acaso - abrió la puerta y para ir a la planta baja.

Cargando editor
13/06/2017, 21:01
Director

No había nadie que le prohibiera el paso aunque Megan sabía que no podía pasar de las puertas del hotel. La última vez que lo había intentado había podido comprobar que James había dado órdenes estrictas de no dejar que la niña saliera del recinto. Imaginaba que siendo una cara conocida y con el intercambio de dinero apropiado, no debía haberle sido demasiado difícil.

Llegó a recepción sin ningún problema donde la atendió un chico en inglés, a pesar del marcado acento francés.

- ¿Una lechuza? Disponemos de un servicio de mensajería en el quinto piso - respondió con amabilidad.

Parecía que no había ni rastro de James por el momento aunque sabía que probablemente no tardaría mucho en llegar. Se ausentaba sólo lo justo y necesario.

Cargando editor
14/06/2017, 19:00
Caliope Thonks

-Pues eso, que ahí estaba yo, con tía Joe... Y de repente apareció ese enoooorme Billywig.... - segui contandoles a Erik y Alexander, las dos personas que había más cerca mío y a los que consideraba mis mayores y mejores amigos-  Y tía Joe empezó a hacer aspavientos, intentando que se fuera... ¡Y el Billywig no paraba de moverse de un lado a otro! ¡Era como un rayo! - exclame, de nuevo, con el pelo de un rosa brillante, a juzgar por la emocion con lo que lo estaba contando todo- Y entonces yo le dije... ¿pero te has vuelto loca? ¡Vamos a intentar que nos pique! Y a tia Joe casi le da un pasmo... - indique, echandome a reir finalmente, al recordar aquella expresion suya de panico absoluto cuando me vio salir corriendo hacia aquella criatura.

Quizas teniendo en cuenta cómo estaban el mundo y las cosas, mi conversacion podia resultar del todo banal pero, ¿Que crio de nuestra edad podia vivir eternamente sometido a la presion y el sufrimiento de aquel terrible mundo en el que nos habia tocado vivir? Si, claro que la sombra de aquella guerra, de aquel conflicto, estaba siempre presente en mi, como la preocupacion por mis padres, por mis amigos, por mis seres queridos en general.  Pero si algo habia tenido siempre bastante claro, a pesar de mi juventud era que la vida, en muchas ocasiones, era cuestión de actitud y que afrontar las cosas con una sonrisa hacía que muchas veces la carga pareciera mucho menos pesada, mas llevadera.

Ademas, que demonios. ¿De que mas se podia hablar si no en el descanso entre clases? Ni que cualquier ocasion fuera buena para ponerse a lanzar teorias conspiranoicas al aire... Eso, en todo caso, ya me tocaría hacerlo despues de comer.

-En serio, unas risas... - acabe por decir, con la sonrisa aun en los labios- Es una pena que, tal y como estan las cosas este año no podamos volver a Australia... - acabe por reconocer, dejando escapar un pequeño suspiro, al tiempo que el brillo de mi pelo se apagaba ligeramente, otogandole a mi melena una paleta de colores mucho más mates.

Cargando editor
17/06/2017, 17:48
Arcturus Nohansen Wüstenfuchs

Hogwarts era el mal.

Todo lo que sonara a colegio inglés era malo. Malo hasta la raiz, hasta la médula. Todo lo que había escuchado de labios de su abuelo sobre el colegio, sus alumnos y sus profesores había sido malo, o muy malo. Lo suficiente como para que el chaval acabara por hacer suya la idea de que no quería ir al colegio. Porque allí, en casa y a salvo de los horrores del colegio llegaría a ser alguien tan grande como su propio abuelo, o quizás más.

Por desgracia para el Arktischewölfe, aquel aislamiento no había apartado a su nieto de los titulares de la prensa, de la radio o de las conversaciones de los mayores. Aunque puede ser, que de las ideas más peligrosas que Robert pudo introducir en la mente de su joven nieto fue aquel concepto de que no todo era verdad del todo, ni mentira del todo. Aquello lo llevo al concepto del desconfiar y pensar por uno mismo. Dos peligrosas ideas que se alejaban de la órbita autoritaria de su abuelo, quien deseaba tenerlo todo bajo control.

Y que sin saberlo, se acercaba peligrosamente a las ideas de aquel némesis llamado Dana, su madre.

Aquel día se encontraba sujetandose la cabeza con las manos, mientras apoyaba los codos en la mesa y utilizaba todo su esfuerzo en no caer en los brazos de Morfeo. Aquellas clases sobre las revoluciones goblins eran siempre tan... aburridas que conseguían quitarle las ganas de seguir despierto a cualquiera. Lo mantenía despierto la vergüenza de quedarse dormido mientras su abuela le hablaba, y la decepción que habría creado en casa de haber ocurrido algo así.

Y al límite se encontraba, cuando su abuela decidió que aquella tortura soporifera había terminado. Y que era libre de abandonar el lugar para ir a jugar un rato solo, o simplemente abandonarse al sueño para no tener tantas ganas de abandonarse al mismo cuando las explicaciones sobre goblins volvieran.

Al abandonar aquella habitación usada como centro para sus clases, se retiró por el pasillo a toda prisa -aunque sin correr- en dirección a su habitación cuando pasó por delante del despacho de su abuelo, y aquello lo hizo detenerse de golpe, congelado. ¿Quien vendría a por su abuelo?

Aquella pregunta hizo que la curiosidad le aguijoneara con fuerza, y le hizo hacer el acto inteligente del día. Siguió andando, como había estado haciendo hasta el despacho, pero pasillo adelante. Después de varios pasos, se quitó los zapatos y volvió atrás rapidamente, haciendo el mínimo ruido posible.

¿Quien es Albus? Parecía hablar con mucha naturalidad a su abuelo. A decir verdad, más naturalidad de la que le había visto la inmensa mayoría de la gente. Se acercó más a la rendija, lo suficiente como para asomar un ojo y observar el interior del despacho y visualizar a los dos hombres hablando.

Frunció ligeramente le ceño, sin entender ni media de la conversación, pero el gruñido de su abuelo -el segundo- era algo malo. Muy malo. A decir verdad, tuvo que contener sus ganas de no abrir la puerta de un manotazo y advertir al tal Albus que el tercer gruñido era el último y definitivo aviso, y que con él vendría un duro, durísimo castigo. Pero fue la pregunta de su abuelo lo que le congeló más aun en su sitio.

Ella. Ella solo podía ser una persona: Dana, su madre. Robert nunca pronunciaba su nombre, era un tabú en aquella casa. ¿Que estaba pasando? Aunque la respuesta de Albus le hizo tensarse. Dana, aquel nombre, en aquella casa. Pecado imperdonable. Tragço saliva y frunció el ceño aun más. Ahora era él quien quería sacarlo de aquella casa.

Apretó los puños, y escuchó como su abuelo callaba. Después de todo aquello, si guardaba silencio, era por que muy grave, debía ser. Además... ¿Quien era aquel tipo, Albus? ¿De que se conocían? Y estaba dándole vueltas a aquello cuando su abuelo alzó la voz, enviando al diablo a Hogwarts, lo que hizo que el pequeño Cub diera un paso atrás.

¿Querían enviarlo a Hogwarts? ¿Vendrían a por su abuelo y su abuela? ¿Que tenía que ver su madre en todo esto? ¿Que estaba ocurriendo? Tenía el corazón en un puño, y no sabía ni que hacer, ni que decir. Era como ser observador neutral de tu propio destino, y no ser consciente de lo grande que era aquel momento para su futuro. Así que lo mejor seria... seguir escuchando.

Por si podía sacar algo más en claro.

Cargando editor
18/06/2017, 02:06
Megan Faulkner

Hasta que escuchó al chico responderle con ese marcado acento ni siquiera se había planteado la posibilidad de que quizás la persona en recepción no le entendería. Menos mal que ese no había sido el caso, porque ella sabía inglés y nada más, así que no tenía como más darse a entender y aquel habría sido el final de su excursión. Sin embargo, ahora se encontraba con el siguiente paso, intentar llegar al quinto piso antes de que James se diera cuenta de que no estaba en la habitación. Sabía que estaba por llegar, y aunque no creía que la regañara no quería ponerlo a prueba en vista de sus últimos cambios. 

Muchas gracias - le sonrió con educación al empleado del hotel para luego correr hacia las escaleras. ¡Si esperaba el ascensor quizás su tío la encontraría en pleno hall! No, no, mejor correr. Así que a toda velocidad subió hasta el quinto piso, buscando la lechucería. Porque eso sería, ¿no? Decirle servicio de mensajería era algo raro, pero suponía que también estaba bien. Después de todo, entregaban mensajes, ¿no? 

A ver... - susurró para si misma en un suspiro - ¿Por donde ahora? - se preguntó mirando hacia ambos lados del pasillo.

Cargando editor
18/06/2017, 20:56
Lizbeth Moore

Los piececitos de Lizbeth se movían incesantemente sobre el mismo punto, intentando mantener el equilibrio. No paraba de notar los empujones de los alumnos haciéndose hueco a su alrededor. ¡¡Y le ponía de los nervios!! Lo único que hacía que no saliera corriendo de allí era sentir la presencia de Jason a su lado. Ni se molestaba en intentarlo, estaba segura de que saldría en su busca al instante, y la devolvería al punto de inicio.

-Tengo frío... ¿no tienes frío? Hace tanto frío...

Hablaba tan rápido y bajito que ni siquiera se giró a ver si su amigo la estaba escuchando. Tenía frío. No solo lo demostraba su cara, sino los escalofríos, el tembleque de sus piernas y los movimientos de sus manos sobre sus brazos para entrar en calor. Se había dejado la chaqueta 'gorda' en la Sala Común. De camino a desayunar ya sabía que acabaría arrepintiéndose de ello.

A pesar de este panorama, Lizbeth no quitaba ojo de su alrededor. Observaba los diferentes grupos de amigos, unos más grandes y otros más pequeños, pero todos visiblemente unidos. Después de varios meses en el colegio, ya tenía vistos a muchos de ellos... y no podía evitar sentir cierta envidia.

- ¿Qué es un Billywig? - le preguntó a Jason con cierta timidez. Caliope estaba hablando lo suficientemente alto como para escuchar la conversación, pero no quería que ella se diera cuenta de eso. ¡¡Menuda vergüenza!!

Cargando editor
18/06/2017, 23:06
Maebh Connolly

Todo estaba siendo demasiado extraño, por mucho que los mayores se empeñaran en ocultar lo que estaba sucediendo, Maebh había visto noticias en el periódico y había escuchado a hurtadillas conversaciones que indicaban claramente que algo estaba pasando. Sólo había habido un adulto que había intentado explicarles las cosas claramente, y había sido nada más y nada menos que el director de Hogwarts, un hombre del que Maebh no había escuchado cosas demasiado buenas o agradables pero que a ella, a medida que pasaba los días en el colegio, mejor le iba cayendo.

Durante las Navidades que había pasado en casa no comentó nada del cambio de opinión sobre el director con el resto de la familia excepto con Niall. Con él había estrechado aún más su relación y los dos habían empezado a replantearse si todo lo que les contaba el abuelo sería cierto.

Pero no había sido sólo ese el cambio operado en Maebh. Leer y escuchar todas esas noticias de desapariciones de magos, e incluso había creído escuchar a su hermano Liam que también había desaparecido algún muggle, habían conseguido que Maebh suavizara un poco la relación con su madre, pero sólo un poco.

Maebh seguía adorando a su abuelo y le costaba mucho trabajo pensar que no todo lo que le contaba fuera cierto, pero los pocos meses que había vivido en Hogwarts habían comenzado a resquebrajar la cáscara donde siempre había vivido encerrada y empezaba a plantearse demasiadas cuestiones que, con once años, sabía que no obtendrían respuesta. Pero lo mejor de todo era que a Niall le estaba pasando lo mismo, aunque él ya había empezado mucho antes a cuestionarse la forma de actuar del abuelo.

Pero las vacaciones habían quedado atrás y de nuevo se encontraban en Hogwarts. Sus amistades seguían siendo las mismas, pocas y todos pertenecientes a su misma casa, y ahora se encontraban en mitad del patio pasando un frío de mil demonios, todos apiñados como granos de una granada lo que permitía escuchar las conversaciones ajenas.

¿Creéis que todo lo que se está contando es cierto? Lo de las desapariciones y tal, o eso de la guerra encubierta. No sé… si eso es cierto no entiendo porqué se oculta de esa forma. ¿Qué pensáis de todo eso?

Cargando editor
20/06/2017, 16:06
Jarek Cerny -Slytherin-

El tiempo había pasado pero todo seguía igual que el primer día después del "Incidente", los mayores con frases cuchicheadas y medias verdades, y ellos en la inopia tratando de aparentar una normalidad que no sentían. Incluso los periódicos trataban de retorcer lo que pasaba, el único que en el colegio había abordado el tema sin tapujos fue el director y el chico no hubiese tomado en serio sus palabras, tildándolas de bulos, si no hubiese sido porque los animó a desconfiar incluso de él mismo y eso había empezado a hacer.

Jarek parecía cada vez menos hablador, desde que despertarsen después de la fiesta de Hallowen y empezasen los 'cambios' el niño parecía temer que tras cualquier esquina apareciese un dementor, siempre solía ir con sus amigos y compañeros y rara era la vez que se lo veía a solas, pero era normal que alguien que llevaba poco tiempo en el país se sintiese más inseguro que el resto respecto al futuro.

El parloteo constante de Calíope, lejos de molestarle, era un run-run de fondo que lo mantenía calmado pues los silencios opresivos lo ahogaban, su mirada vagaba esquiva por los alrededores y parecía dispuesto a salir corriendo si veía algo fuera de lo normal, pero sus oídos estaban atentos. Ante las preguntas de Maebh pegó un pequeño respingo y luego se encogió de hombros, no quería responder, no sabía qué decir, pero no era educado dejar sin contestación a una señorita. Carraspeó ligeramente, dudó un instante y tras humedecerse los labios dio una contestación tan sólida como podía.

-Nadie dice toda la verdad, pero algo debe de estar pasando. Todos hablan de lo que quieren y callan lo que les asusta... una vez leí que el peor miedo es al miedo mismo -calló de repente, como si hubiese hablado de más. Sus ojos hicieron un barrido del patio y cuando se aseguró que todo seguía igual por fin continuó, aunque en voz muy baja, dificultando su escucha a los más alejados -Pero sí es cierto que pasa algo gordo, a Megan se la llevó aquella señora rara y no ha vuelto ni nada, y la señora Knight...

No acabó la frase pero sus ojos miraron al chico rubio sentado solo, en su rostro había pesar y compresión por lo que debía sentir su compañero.

Cargando editor
21/06/2017, 23:29
Erik Gallaway

Guerras, desapariciones...estaba empezando a darme cuenta de que el mundo mágico no se parecía en casi nada a lo que yo me había imaginado. La primera vez que oí hablar de la magia y que me dijeron que yo la tenía dentro, me había imaginado ese mundo desconocido como uno lleno de color y de emoción. Algo del estilo de los cuentos de hadas que a todos nos habían contado alguna vez. Las cosas malas las causaban brujas malvadas que solo atacaban a princesas o gente guapa y el resto de la gente vivía alegre y feliz con sus superpoderes. Porque tener magia yo pensaba que iba a ser como tener superpoderes, pero nada más lejos de la realidad. Algunas clases eran peores que las de mi antiguo colegio. Y para colmo, muchos de los problemas del mundo que conocía resultaban estar presentes también en el mundo mágico. ¡Pues vaya caca!

El parloteo de Caliope me devuelve a la realidad. - ¿Para qué quieres que te pique esa cosa? ¿Es una especie de mosquito o algo? - No había oído ese nombre nunca en mi vida, y eso que en los últimos meses estaba aprendiendo cantidad de las criaturas raras de los magos. Pero si el bicho del que hablaba Caliope era como un mosquito, su picadura tenía que doler y seguro que dejaba una marca enorme. ¿Quién desearía que le picara un bicho así?

Antes de escuchar la respuesta de mi amiga, algo me hace torcer el gesto. Jarek acaba de mencionar a Megan, mi ex-compañera de casa. Si no fuera por su desaparición, quizás lo que nos había contado el director no me habría dicho nada. Pero Megan era maja y no podía haberle hecho nada a nadie. ¿Por qué se la querrían llevar? Porque se la tenían que haber llevado. No se habría ido sin decir adiós.- ¿Creéis que estará bien?- les pregunto a mis dos compañeros más cercanos en un tono de tristeza y preocupación.

Cargando editor
25/06/2017, 17:00
Caliope Thonks

Intenté fingir que no escuchaba aquellas preguntas y comentarios de mis compañeros, centrándome en la respuesta a la pregunta de Erik sobre el Billywig- ¿Como que para que iba a dejar que me picara? ¿Nunca habéis visto un Billywig? ¿En serio?- mi melena se habia apagado ligeramente, y no brillaba tanto como de costumbre, señal inequívoca de que algo me preocupaba, a pesar de mi parloteo. - En Australia, cualquier chaval que se precie, intenta siempre atraparlos... ¡Si te pican, te hacen levitar! ¡Imagina que guay! - exclame, intentando mantener mi mente fija en aquella idea- Aunque tienes que tener cuidado... - continué explicando, viendo como aquella conversacion banal y superficial se veia interrumpida en mi mente por otras ideas, menos banales y mucho más profundas, que iban haciendo que, a pesar de mi aparente jovialidad, mi pelo fuera adquiriendo un tono mucho más castaño del que me habría gustado. - Si te pican demasiado puedes estar flotando durante días... ¡imagina! Y mi primo Jeremiah dice que un amigo suyo era alérgico y nunca pudo dejar de flotar... ¡Estuvo toda su vida en el aire! Al parecer lo llevaban de un sitio a otro con una cuerdecita atada en el tobillo, ¡como si fuera un globo! - termine de explicar, aunque, para aquel entonces, los murmullos del resto ya habian conseguido hacerse un hueco demasiado grande en mi cabeza.

Me estaba saturando. Mucho. Demasiado. Odiaba aquel mundo en el que nos habia tocado vivir. Odiaba vivir con miedo. Odiaba que la gente muriera y desapareciera. Odiaba aquella continua preocupacion por todos aquellos a los que quería. No podía soportarlo. Quizás por eso me evadía en aquella realidad alternativa en la que fingía no pensar en nada de aquello.

Pero la verdad estaba ahí, pesada, dura y cruel. Mucho más dura y mucho más cruel de lo que podía soportar. Quizas por eso cerre un instante los ojos, mientras buscaba aislarme, bajo una melena que, a aquellas alturas, era completamente negra. De un negro azabache. Mi respiracion se agito e intente respirar por la nariz, como cuando hiperventilabas, para controlar aquella creciente tension que iba creciendo en mi. ¿Por que no podiamos ser niños normales? ¿Por que teniamos que hablar de aquello? ¿Por que no podiamos ser felices?

¿Por que no dejaban aquello de una maldita vez?

-¡PARAD! ¡PARAD YA! ¿VALE? ¡DEJADLO YA!- revente finalmente, incapaz de seguir conteniendo aquel miedo, aquella impotencia en mi interior por mucho más tiempo- ¡No, no está bien! ¡Nada está bien! ¡Y todos mienten! ¡Todos! ¡Claro que está pasando algo! ¡Y claro que no nos lo van a decir! ¡Mucho menos a nosotros! ¿Que somos despues de todo? Unos crios. Nada mas. ¿Por que iban a contarnos algo que ni siquiera quieren contar a los adultos? - estallé, notando como mis ojos se rasaban en lágrimas, sin esforzarme ahora siquiera en controlar la rabia que iba creciendo en mi interior- ¡No es justo! ¡No es justo que nadie sepa nada! ¡No es justo que haya personas que quieren hacer daño a otras personas! ¡Eso está mal! Pero todo eso da igual. Da exactamente igual. Porque por muy preocupados que estemos, por muy listos que seamos y mucho que podamos suponer o averiguar, a "ellos" no les importa nada y no nos van a decir nada. Porque los niños no somos importantes. Somos crios tontos que no se dan cuenta de nada... ¡Y mientras la gente seguira muriendo y desapareciendo a nuestro alrededor! ¡Eso es lo que pasará!

Resople, negando, con una mezcla de enfado y resignación, y acabe por apoyarme en la pared, dejandome escurrir por ella hasta acabar sentada en el suelo, con los ojos cerrados, intentando controlar la respiracion- Solo quiero que esto pare. Quiero que esto pare... No quiero que nadie más sufra o muera... No me gusta que la gente sufra... No es justo... Solo quiero hacerlo para... La gente deberia ser feliz... Esto esta mal...  -mi voz acabo convirtiendose en un simple murmullo, en un pensamiento en voz alta que me repetia a mi misma como un mantra.

Estaba indignada, asustada, preocupada. Y, sobre todo, me sentia impotente. Yo no era de las que nacia para estar de brazos cruzados sin hacer nada. Y. desde luego que aquella tensa espera estaba medrando mi paciencia.

Quizás podría parecer que me habia derrumbado. O incluso que habia tocado fondo, como una niña debil. Sin embargo, cualquiera que me conociera minimante podria ver algo más allá de toda aquella pataleta y de aquel enfado y aquella protesta monumental. Aquello solo podía significar una cosa:

Me había cansado de esperar.

 

Cargando editor
25/06/2017, 21:15
Director

¿Qué hora sería? ¿Cuánto quedaría para que James hiciera acto de presencia? Con esas preguntas en mente, Megan avanzaba por los pisos del hotel, buscando indicaciones que la llevaran hasta la ansiada lechucería. Desgraciadamente, cualquier cartel que se encontrara estaba en francés de modo que si alguno anunciaba su dichoso destino era algo que no podía saber.

Finalmente se encontró en el piso indicado pero sin saber hacia dónde seguir. A su izquierda se abría un largo pasillo con puertas idénticas ante sí y a la derecha una única puerta. Casi como si fuera obra de la providencia, justo en ese momento una diminuta pluma se coló por debajo de aquella puerta.

¡Bingo!

Cargando editor
25/06/2017, 21:20
Director

- Aún si tienes razón, Albus, dudo mucho que esté más seguro contigo en ese dichoso colegio tuyo - respondió con tozudez su abuelo. Era curioso que se mostrara tan irritable cuando normalmente el temple no le faltaba y utilizaba la frialdad como medio de intimidación.

- En eso te equivocas. Es cierto que Voldemort puso su ojo en Hogwarts al principio pero ha cambiado su objetivo. Quizás porque sabe que no ganaría en un ataque directo al colegio. Al fin y al cabo, los mejores profesionales de cada materia están entre los muros de ese colegio.

- ¿Y qué me dices del ataque que hubo hace unos meses?

- Fue una rabieta por no poder desquitarse conmigo. Aún así, tienes que reconocer que los daños fueron mínimos - hubo una pausa de unos cinco segundos tras los que el misterioso invitado dejó escapar un suspiro -. Esto no nos lleva a ningún lado. ¿Por qué no le preguntamos al interesado? ¿Qué opinas, Arcturus?

Pillado.

Cargando editor
25/06/2017, 21:27
Jason Finnigan

Jason estaba feliz como una perdíz, comiéndose felizmente un bocadillo cuando Lizbeth le preguntó si tenía frío, ante lo cuál se limitó a encogerse de hombros y a negar levemente con la cabeza. La verdad era que a él todo le daba más bien igual. Le había contado a su amiga que no le había dicho nada a sus padres sobre lo sucedido en el colegio. No quería volver al mundo muggle y perderse todo aquello. Le encantaba. Se le daba horriblemente mal, pero nunca había disfrutado tanto como en Hogwarts.

- Será alguno de los amigos imaginarios de Caliope - respondió en voz igualmente baja para que no se enterara su compañera, a pesar de que en su tono no había maldad.

Caliope le parecía fascinante porque era el epítome de la magia. Con su pelo que cambiaba de color, sus historias extrañas, sus amigos invisibles...La verdad era que le parecía una niña muy guay y Lizbeth lo sabía. Lo cuál generaba un problema: Jason quería ampliar el círculo de amigos y Lizbeth seguía con su carácter retraído.

Alexander, por su parte, había aprendido a guardar silencio...a veces. En aquel momento la charla de Calíope le parecía tan plagada de inexactitudes y grandes dosis de imaginación que sentía pena por ella. Tenía potencial peor lo malgastaba continuamente. Lo que pasaba era que si empezaba con su diatriba se vería volcado a una discusión con mentes inferiores sobre un tema de conversación absurdo lo cuál le provocaría más irritación que el placer derivado por corregir a sus compañeros. Además y para su desgracia, tenía a la psiquiatra pegada a sus espaldas, algo sumamente desagradable porque le había hecho limpiar, ¡limpiar!, la vitrina de los trofeos por responder a un profesor. Teniendo en cuenta que de aquello hacía un mes y aún se sentía sucio, había decidido aceptar a regañadientes una de sus tareas: escribir en un diario sus réplicas a profesores y compañeros. Llevaba ya tres diarios desde que empezó, hacía tres semanas.

Joy, aunque solía ser la imagen de la cordialidad, estaba empezando a mostrar sus garras y estaban llenas de ponzoña. Demasiado tiempo con los slytherin, sin tener que mostrarse comedida, hacían que la personalidad de víbora, similar a la de su prima, saliera a la luz.

- La verdad, me parece que todo estaba ya bastante mal y también lo ocultaban, ¿no? - pobreza, sangre sucia..., no lo diría ahí, en voz alta, pero sus compañeros conocían sus pensamientos -. Me parece que difícilmente será peor. Quizás incluso mejore un poco.

- Dudo que una guerra sea algo bueno para nadie - apuntó Simon con delicadeza y gravedad, en esa forma suya que le hacía parecer mayor.

Fue entonces cuando Caliope tuvo su estallido, más que comprensible, que llevó a Rox, con sus grandes ojos de cervatillo en su rostro poco agraciado, a mirarla con pena y comprensión.

- Es verdad que somos unos críos...todos creen que somos unos inútiles... - por lo menos en su caso personal así era.

Cargando editor
26/06/2017, 20:28
Erik Gallaway

¿Te hace levitar?- ¿En serio? ¡Qué guay!- Ahora entendía el deseo de Calliope de que le picara ese mosquito mágico raro.- Nunca había oído que un bicho te pudiese hacer levitar.- por más que reflexionaba, no encontraba ningún ejemplo.- una niña de mi clase tenía alergía a las picaduras de avispa, creo...y lo que le pasó fue que se le hinchó toda la cara. Parecía un troll.- no pude evitar reírme en aquel momento aunque el recuerdo me provocó también un escalofrío de dolor reflejo. 

De repente me vino a la cabeza una historia que me había contado mi padre de la última boda a la que había asistido.- Uy, ahora que lo pienso. Una vez, un amigo de mi padre se comió un pescado que debía de estar malo y se pensó que podía volar.- conforme más detalles de la historia llegaban a mi cabeza recordé que el final había sido más bien desastroso. Torcí el morro, en una ligera expresión de dolor. - Al final resultó que no volaba y se cayó y se partió los huesos de la pierna...¿tú crees que si el wigifly o como se llame pica a alguien no mágico, la persona levita igualmente?- seguro que al amigo de mi padre le habría encantado saberlo antes de saltar por aquel muro.

La respuesta quedó en el aire puesto que la conversación de los demás que me habían bajado el ánimo, habían tenido un efecto en Calliope de lo más inesperado. Observé ese pelo negro y el arrebato de la chica, encogiéndome por puro reflejo, como quien se protege de un depredador a punto de atacar, y con las lágrimas a puntito de brotar de mis lacrimales. Jamás la había visto reaccionar así y, aunque solo la conocía desde hacía unos meses, ya tenía la sensación de haber sido amigos toda la vida. 

- A mi tampoco me gusta que la gente sufra.- respondí, sin saber muy bien si se esperaba respuesta alguna. No entendía la crueldad de la gente. A mi nunca me habían secuestrado ni torturado ni nada por el estilo. Tampoco había estado en una guerra. Pero sí que sabía algo del sufrimiento humano. Había sufrido las burlas constantes de mis compañeros del cole por cosas a las que yo no les veía nada malo. ¿Qué había de malo en llevar gafas si no veía bien? ¿y qué pasaba por que me gustasen las máquinas? ¿No decían los mayores que las máquinas eran el futuro? ¿cómo iba a llegar a formar parte de ese futuro si no me dejaban vivir?

Te tienen envidia, Erik- me respondió Cian. Hacia tiempo que no oía su voz y casi me había olvidado de que existía. - Eso dice mi madre, pero yo no creo que sea así.- murmuré con tristeza, sin ser consciente de que había hablado en voz alta.- Aquí tienes amigos que no te harán eso, ya verás. - Pero si aquí secuestran y hacen cosas malas como las de las noticias. Yo pensaba que la magia era algo bueno...

La frase de Rox me llega en ese momento y no hago otra cosa que agazaparme aún más en un rincón, alejándome de mis compañeros y refugiándome en ese pequeño escudo que hacía tiempo que no utilizaba. En ese momento no quedaba ni rastro del Erik alegre e inquieto, dispuesto a saber de todo y a todas horas.- A lo mejor es que sí que somos todos unos idiotas como dicen todos...- O a lo mejor los idiotas son ellos y les tenemos que demostrar que nosotros no- continuó la voz en mi cabeza. Pero yo ya no la estaba escuchando.

Cargando editor
28/06/2017, 18:06
Arcturus Nohansen Wüstenfuchs

En aquel momento, de haber sido un cachorro real y no solo un mote como le gustaba llamarlo su propio abuelo, Arcturus habría bajado las orejas y la mirada mientras dejaba dem over la cola en una mueca de tristeza por que lo acabaran de pillar. Sobretodo, porque lo acabara de pillar alguien que estaba junto a su abuelo, y por lo tanto, este se enteraría.

Tragó saliva.

Se quedó quieto, con la esperanza de que si no se movía, quizás se olvidarán de él. Ilusiones de niño, pues después de unos segundos decidió empujar la puerta con la mano y miró a través del marco. - Permiso para entrar, Arktischewölfe. - Le había obligado a llamarlo así desde que tenía uso de razón. En cuanto hubo recibido tal permiso, dio un paso al frente y miró a ambos, en silencio.

- Buenos días, Señor Albus. - primero se presentó. - El abuelo siempre ha dicho que Hogwarts era malo. Que era peligroso, y que no aprendería nada allí. - le explicó al hombre, haciendo suyas las palabras de su abuelo, a quien consideraba un icono por encima de los mortales.

Hizo un segundo de silencio, y miró a su abuelo con cierto... ¿temor? Después miró a Albus. - Pero. - añadió para la sorpresa de su ancestro. - Arktischewölfe siempre dijo que las dificultades son la única forma de forjar el cuerpo y el alma. - repitió de forma mecánica, como si estuviera adoctrinado desde muy pequeño. - Y yo quiero ser como él. -

Cargando editor
29/06/2017, 10:36
Jarek Cerny -Slytherin-

Las palabras de Joy, diciendo a medias lo que sus compañeros de casa sabían que pensaba, no le acabaron de gustar al chico y asintió débilmente apoyando la réplica ofrecida por Simon, pero el estallido de la griffyndor hizo que Jarek elevase ambas cejas en un gesto de sorpresa y rápidamente se encogió sobre sí mismo, como escondiéndose de alguien, mientras mira a su alrededor.

Así se hubiese quedado el niño si no hubiese sido por Rox, sus frases lapidarias hicieron que reuniese el coraje suficiente para volver a incorporarse y estirar el brazo hasta poder apretar su mano "Tus padres son los inútiles" decía ese gesto.

Cargando editor
30/06/2017, 21:57
Lizbeth Moore

Lizbeth se frotaba los brazitos con insistencia intentando sentir algo de calor. Seguía concentrada y en tensión, pero eso no evitó que la contestación de Jason le sacara una carcajada. Sí, la verdad es que Caliope era una persona algo extravagante. Quizá por eso la admiraba tanto. Y quizá, por eso, le daba tanta vergüenza dirigirle la palabra. Mucho más que con todos los demás.

La explosión de Caliope le sobresaltó. Tanto, que por instinto cerró los ojos. No quería escucharla. No quería escuchar lo que estaba diciendo. Lo único que hacía era complicar las cosas... y ponerlos todavía en más riesgo. Iba a enfadar a todas esas personas que podían hacerles daño.

-Que... se ca...lle....

Nerviosa, movió su mano en busca de la de Jason. Hacía mucho tiempo que no sabía nada de su familia. Habían hecho un pacto con su amigo: no contarles nada para que no quisieran sacarlos del colegio y devolverlos al aburrido mundo muggle. Su amigo simpre le decía que estarían bien, que a ellos no tenía por qué pasarles nada. Pero eso no hacía que Lizbeth se quitara el miedo constante de su cabeza. No podía dejar de ver los cuerpos inertes de sus padres y de su querido hermano en el salón de su casa. Y eso, le hacía sentirse repugnate.

Cuando al primera lágrima recorrió su mejilla, no tardaron en llegar todas las demás. Se sentía tan triste y sola. Entonces, estalló.