Partida Rol por web

La Ryugujou parte a toda prisa de Shinshu un día antes de lo previsto. Apenas ha dado tiempo a rellenar las despensas y reponer municiones. Por supuesto, tampoco se han reclutado nuevos soldados para reemplazar a los que murieron durante el brote de enfermedad del kabane. Para los tripulantes este cambio inesperado no es nada comparado a encontrarse con una horda de muertos vivientes obstruyendo la vía, pero aún así hay cierto malestar ante la falta de explicaciones. Al menos hasta que Mogami Tomohiro habla a través de megafonía.

Hemos recibido un aviso de emergencia de la estación de Mibu, la siguiente estación en nuestro viaje. Se encuentran bajo asedio por un gran rebaño de kabane, por lo que estamos obligados a prestarles ayuda. Cuando lleguemos a distancia de combate los soldados acudirán a sus puestos completamente equipados. Los responsables de cada vagón deberán bloquear las puertas e informar rápidamente de cualquier brecha de seguridad. Nadie podrá moverse entre vagones. Cuento con que todos harán su mejor esfuerzo para acabar con esos monstruos…

Camarote de Mogami Tomohiro

… y entonces deseé que se  muriera. Con todas mis fuerzas. Le odiaba a él y a sus marionetas kabane con las que me amenazaba cuando no hacía lo que él quería. Las mariposas salieron de mi interior y los mataron. Luego me dormí y me desperté aquí.

El relato de Sachiko es de una repugnante atrocidad. Hace un año la pequeña hayajiro en la que viajaba fue asaltada por la banda de Maruo, que robó cuanto quiso y asesinó a los viajeros. Para intentar salvarla a ella y a su familia, la madre de Sachiko amenazó a los bandidos con los poderes psíquicos de la niña, pero eso sólo sirvió para que Maruo la secuestrase en lugar de simplemente asesinarla. Entonces empezó su verdadero calvario con palizas, humillaciones, privaciones de agua y comida… todo con tal de tenerla sometida y utilizar sus modestos poderes de precognición en su beneficio. En las últimas semanas Maruo añadió a dos mujeres kabane a las que él mismo infectó y posteriormente desmembró y que hacía colgar de unas cadenas como si de grotescos títeres se tratase. Cuando el asalto a la Ryugujou fracasó debido a que su blindaje era más grueso de lo que le correspondía a una hayajiro de su tamaño Maruo quiso hacerle pagar a Sachiko con su vida, lo que no consiguió debido a la irrupción de Kotaro. Sin embargo todo ese miedo, esa impotencia y ese dolor hicieron que la mente despertada de Sachiko se volviera capaz de matar sólo con su fuerza de voluntad.

Y eso es todo lo que recuerdo – concluye Sachiko. Mira a Arisa, a Yûki y a Tomohiro con expresión de miedo e inseguridad - ¿Soy… soy un monstruo?...

¡Déjame ir, maldita sea! – oye Hideo al llegar a la enfermería.

¡Pero tienes que descansar, Kagura-san! – responde Chihiro

Ha pasado un día y medio desde el ataque de la kabaneri albina. Con un buen descanso, las atenciones de Chihiro y la asistencia de Arisa la maquinista se está recuperando a buen ritmo. Esta mañana Hideo ha ido a verla y la encuentra forcejeando con Chihiro, que intenta obligarla a quedarse en la cama.

¡Asano-san! – dice Chihiro – Por favor, habla tú con ella y dile que al menos se tome este día de descanso.

¡Ni hablar! – responde Kagura - ¿Quién va a conducir si me quedo aquí sin hacer nada? ¡Es mi trabajo! ¡Suéltame!...

Vagón artillado. Día siguiente a la salida de Shinshu

Al no haber podido contratar soldados de reemplazo para el equipo de artillería, Tomohiro ha asignado a Takeshi al cañón de vapor junto a Shimazu, Kotaro y otros tres soldados como dotación. Los cuatro soldados han recibido una rápida instrucción sobre cómo recargar el cañón.

Ya lo habéis oído – dice Shimazu cuando Takeshi da las últimas instrucciones – En cuanto Fukui-san haga un disparo, dos de vosotros tienen que tener preparado un nuevo proyectil. El cañón no debe dejar de disparar ¿Queda claro? ¡Kotaro! A ti te toca el puesto de observación del techo. Los kabane se encaramarán al cañón y si no los quitas de ahí acabarán por inutilizarlo.

El puesto señalado por Shimazu es una pequeña cúpula sobre una silla giratoria con huecos a través de los cuales se puede meter un rifle. Bastante menos aburrido que trabajar como municionero...

Al irme acercándome a la enfermería y ya escuchar su voz, una pequeña sonrisa se me dibujo en el rostro. Apenas llevaba un día y medio de recuperación y ya estaba con la misma energía de siempre. Verla así casi recuperada era como un bálsamo pero la preocupación de Chihiro-san era más que comprensible.

- Como si a mi me fuera hacer mucho más caso.- le digo a la doctora encongiéndome de hombros, aún así me acerco la cama y le doy una ligera tobita en la frente a Natori antes de intentar convencerla- Kagura-san intenta calmarte y sé razonable, la Ryugujou deberá aguantarse sin su chica por un día más o va tener al resto de nosotros muertos de preocupación. Mañana sera otro día y podrás hacer que mi preocupación sea la de si los motores aguantarán tu manía de llevarlos al límite o no.- concluyo con cierta sorna y preparándome para protegerme de algún posible golpe por su parte.

La joven psíquica parece haberse tranquilizado después de la discusión que habían mantenido anteriormente, dando por hecho que la situación de Natori-san era un asunto mucho más importante y que su charla seguiría más tarde, seguramente. Durante el relato de Sachiko, también había permanecido impasible, aunque sus ojos estaban algo más apagados que de costumbre, manteniendo la mirada fija en el suelo de la habitación y asintiendo de vez en cuando, como un gesto de que seguía escuchando. Sólo en la última parte del relato, levanta la mirada y la fija en Sachiko, con gesto de preocupación. "Las mariposas..."

- Eres humana. - declara Arisa repentinamente, arrodillándose al lado de donde está sentada la niña, tomando su pequeña mano entre las suyas - Cualquier humano se habría sentido hacia alguien tan horrible; odiar no te hace un monstruo. Además, has sido muy fuerte y muy valiente al esperar la oportunidad para salir allí. - comenta sonriéndole. Cualquier otro habría dicho que se trataba de pura suerte, pero Arisa estaba convencida de que era el destino el que había decidido que la pequeña se uniera a ellos - Y esas mariposas... Piensa que sólo querían ayudarte, sacarte de allí aunque no fuese de la forma que pensabas... Te enseñaré a controlarlas, ¿vale? 

Tras dedicarle esas palabras, amables para lo que suele ser la psíquica, Arisa se levanta y mira a los demás por si quieren añadir algo más al respecto. "Tal vez sea peligroso, pero precisamente por eso, no puedo dejar que se descontrole." La joven dirige una mirada a la pequeña por última vez y luego mira a Tomohiro esperando su veredicto, además de algunas respuestas.

- Mogami-sama, ¿cuánto tiempo queda para que lleguemos a Mibu? Me gustaría estar con Sachiko-chan hasta entonces... ¿Y dónde se encuentra Ryushun-san? Espero que no le haya causado problemas. - añade, mirando un momento de reojo a Yûki. "No me he olvidado de su seguridad, no te preocupes..."

Está bien - dice Kagura volviendo a recostarse - Hideo-kun, quería darte las gracias por rescatarme de esa pequeña psicópata - su mirada se dirige hacia la cintura del kabaneri - ¿Por... por qué llevas una pistola?...

Estoy de acuerdo con Arisa-san - añade Tomohiro - Tener ese poder no te hace un monstruo. Todo depende de cómo lo utilices.

No... no sé si sabría hacerlo otra vez.

Y quizá sea lo mejor por ahora. Ahora nosotros nos encargaremos de protegerte, y Arisa-san te enseñará a controlar esos poderes.

¿Y no me va a pedir que los use para ayudarle en su misión?

De eso ya se encarga Arisa-san, pero puedes ayudarla si quieres - le acaricia la cabeza y sonríe.

Sí, señor.

Mogami-sama, ¿cuánto tiempo queda para que lleguemos a Mibu? Me gustaría estar con Sachiko-chan hasta entonces... ¿Y dónde se encuentra Ryushun-san? Espero que no le haya causado problemas. -

Avistaremos Mibu mañana. Para el mediodía estaremos ya a distancia de combate y Fukui-san podrá empezar a disparar los cañones. Yamato-san me pidió prestados unos libros de ruta y desde entonces no ha salido de su camarote...

Se nota la crispación en el ambiente, aunque tengamos una leve idea de lo que está pasando las circunstancias no ayudan en absoluto. De todas maneras no serviría de nada ponernos histéricos y corretear como pollos sin cabeza, o al menos eso me repito mientras doy las últimas instrucciones a los soldados.

Con gesto de curiosidad miro el puesto de observación, alegrándome en silencio de no ser yo el que tenga que manejar el rifle. Supongo que es hora de probar el cañón de una vez.

Tras hacer un distraído gesto de saludo al jefe de guardias y a Kotaro me giro hacia el arma con una nerviosa sonrisa que intento ocultar. Me coloco en mi puesto y luego miro un momento a los soldados de la dotación, que deben de estar casi tan asustados como yo. De todas maneras mi voz suena firme, nos lo estamos jugando todo, por varios motivos.

-Bien chicos...¿alguien tiene alguna duda de última hora antes de que empecemos?.- Pongo ambas manos en los soportes del cañón dispuesto a ponerme a lo mío, tanto para cogerle el punto al arma como para demostrarles que es mejor afrontar el asunto con entereza y que estoy bastante seguro de poder estar a la altura. Dejo un par de segundos para darles tiempo a decir algo, y luego hago otro gesto de saludo hacia ellos. Por lo que pueda pasar.- A ello pues... 

Me sorprendo ante lo rápido que Natori acepta mi petición y deja de forcejear.

- No ti...- iba a indicarle que todo había sido culpa mía cuando me pregunta por el arma que llevo, la miro algo cohibido considerando mentirla para que al menos descansase tranquila, cuando recuerdo que precisamente estaba en esa situación por culpa de mis evasivas.- Ya oiste a la psicópata que nos asalto, tiene pensado atacar la Ryugujou, así que Tomohiro-dono me ha dado permiso para ir armado. Ueno-san, ¿puedes dejarnos un momento a solas?- le pido a la doctora cuando acto seguido cambio de idea.- O bueno mejor quédate, esto es algo que las dos deberíais saber, estoy seguro de que Takeshi-kun ya ha sido capaz de sumar dos y dos. Por lo que si no te lo ha dicho ha sido por consideración a mí. Y sinceramente no me parece justo de la misma manera que le que no se lo diga a Natori-san.- inspiro con fuerza un segundo pensando por donde empezar pero sinceramente lo mejor era ser directo.- Soy un kabaneri, estoy seguro que habéis oído los rumores sobre gente que es capaz de mantener su personalidad y raciocinio a pesar de ser infectados, pues son ciertas. Aparte del tono de piel pálida que tengo, la infección me permite sentir a otros como yo. De ahí que supiera del ataque antes que nadie y de alguna manera estropease el plan de la niña.- las miro con dudas y temor a como puedan reaccionar.- Entendería perfectamente que quisieseis que os dejara en paz a partir de ahora.

Ya estaba dicho y ahora solo quedaba esperar que no hubiera cometido un error aún mayor que los anteriores.

Misión de salvaculos… Podría ser peor. Con un poco de suerte quizá consiga que alguien me deba algún favor – La explicación de Mogami por la prematura salida de Shinshu no le quitó el mosqueo de perder un día en el que poder holgazanear bebiendo sake y satisfaciendo sus perversiones. Sin embargo, ello no quitaba el hecho de que parecía una oportunidad con la que dar un paso más dentro del objetivo que le empujó a embarcar en esta enorme chatarra a vapor.

Vagón artillado

¡Yahoo! – Probablemente porque ya se enfrentó exitosamente a los kabane, la posibilidad de ser el carnicero del vagón temerariamente le alegró el día.

Rápidamente se subió a la silla giratoria de la cúpula y extendió sus dos brazos, midiendo la distancia entre su posición y las aspilleras. Tenía una posición privilegiada para montar una auténtica carnicería, era consciente de ello y, por algún motivo, ello le dibujó en su rostro una sádica sonrisa. – Espero que tengamos munición y calderas de sobra, porque pienso utilizar TODO lo que me permita reventar kabanes – dice con un ánimo que bien pudiera ser inspirador.

Arisa asiente ante las palabras de Tomohiro sobre dejar a Sachiko bajo su cargo. "Será lo mejor por el momento." Después de sopesar la información de Mibu y de Ryushun, la joven finalmente se decide.

- Creo que iré a verle a él primero. Tal vez sepa algo que nos pueda ser de utilidad. - dirige una mirada a la pequeña - Sachiko-chan, luego vendré a buscarte, ¿vale? O puedes esperarme en mi habitación si quieres. 

"Sea como sea, no es buena idea que vengas conmigo..." Aunque parece tranquila, una parte de ella no puede olvidar lo que le hizo a la niña en la estación anterior. Con un gesto de cabeza, Arisa se despide de Tomohiro y de Yûki, y marcha a paso ligero al camarote de Ryushun.

Takeshi se sube al asiento del cañón de vapor. La máquina, bien mantenida y perfectamente engrasada, responde con presteza a los mandos. La mira de larga distancia le permite ver la alta muralla de Mibu, pero a primera vista no logra ver a la multitud de kabane que asedia la ciudad... hasta que enfoca la entrada por la que se suponía que iban a entrar. Hay una hayajiro detenida en medio del puente levadizo y los portones, impidiendo cerrar la entrada. Si llevan tanto tiempo con la puerta abierta es un milagro que la ciudad aún no haya caído.

Por su parte Kotaro se encarama a la cúpula situada por delante del cañón, comprobando que tiene el espacio justo para introducir un rifle de vapor con comodidad pero no para que un kabane meta la mano dentro. Lo peor que le puede pasar ahí arriba es que le quiten el arma y que se la descuenten del sueldo que dicen que le van a pagar... si es que llega con vida a su destino.

¡Minami! - ordena Shimazu - harás de municionero para Kotaro.

¡Sí, señor! - responde el soldado.

Los kabane se encuentran aún muy lejos de la Ryugujou, aunque la hayajiro está acortando rápidamente la distancia con Mibu...

Kagura y Chihiro se quedan estupefactas ante la revelación de Hideo. Se miran la una a la otra, luego al kabaneri y luego entre ellas otra vez como si se estuvieran preguntando "¿Tú sabías algo de esto?"

¿Kabane... ri? - pregunta Kagura con recelo - Nunca había oído hablar de eso.

Yo sí - dice Chihiro que parece sentir más curiosidad científica que miedo - Aunque nunca habría esperado ver a alguien como tú ¿Cömo te infectaste? Olvida eso ¿Cómo contuviste la infección? ¿Eres... contagioso?...

Me quedaré con Mogami-sama, Furuhashi-sensei - responde la niña.

Estará bien conmigo por ahora - añade Tomohiro - Cuento con usted para tener controlado a Ryushun-dono, Furuhashi-san...

Yamato Ryushun - dice Tomohiro cuando Arisa se marcha - Miembro de una familia con una larga tradición de mentalistas. No me gusta la forma en la que ha subido a bordo.

Puedo matarlo si quieres - dice Sachiko - Llamar a las mariposas.

Tomohiro mira a la niña con sorpresa, pero finalmente acaba negando con la cabeza - Agradezco que intentes protegerme, Sachiko-chan, pero no puedes arreglar todos los problemas matando a alguien.

Lo... lo siento - dice la niña avergonzada - Es que... - se queda pensando sin saber qué decir hasta que Tomohiro le coge la mano.

Está bien - le dice sonriendo

Día siguiente. Cabina de la Ryugujou

De alguna manera Chihiro ha conseguido mantener a Kagura en la enfermería pese a que ya se encuentra casi repuesta. Tomohiro conduce la Ryugujou mientras Sachiko se sienta a su lado en un taburete, mirando atenta cómo el noble maneja la hayajiro.

¿Pero qué demonios...? - dice Tomohiro con la cara pegada al visor - Yûki-san, mira tú también.

Lo que ve a través del visor deja atónita a Yûki: hay una hayajiro detenida en medio del puente levadizo y la puerta de acceso a la ciudad. Los kabane se arremolinan a ambos lados del coloso blindado. Y hay cientos, quizá miles de ellos. Es un milagro que la ciudad aún no haya caído.

Hayajiro desconocida - una asustada voz femenina surge de la radio - Necesito ayuda, for God's sake. Hubo una explosión en el motor y no puedo mover la Lady Lovibond. Estoy trapped en mi camarote y no puedo salir. Hay kabane everywhere...

Yûki-san, ocúpate de la radio - ordena Tomhiro - Y prepárate porque voy a iniciar la maniobra de frenado. Sujétate tú también, Sachiko-chan.

Please, save muy soul - sigue diciendo la voz - Yo no pretendía que pasara esto. You have to believe me!...

Arisa encuentra a Ryushun en su camarote disfrutando de una pequeña botella de sake mientras lee un grueso libro cómodamente sentado en un sillón.

Ah, Furuhashi Arisa-san - cierra el libro y la saluda con una sonrisa - No tuve la oportunidad de agradecerte que me trajeras a la Ryugujou. Estoy realmente contento de haber podido salir de Shinshu de una pieza ¿Quieres sentarte? - hace un gesto hacia el sillón que está frente al suyo. Cuando ella se sienta le tiende un pequeño vaso de cerámica - ¿Un poco de sake? Tenía la esperanza de que tarde o temprano alguien viniese a verme. Siendo sincero, me alegro que hayas sido tú en vez de tu señor...

No se habían puesto a gritar y aunque con recelo no me habían pedido que me fuera, por lo que la situación ya era mil veces mejor de lo que había temido.

- Sinceramente no lo sé. Al menos estar cerca mía no infecta a nadie pero no me ha parecido buena idea probar ir mordiendo a la gente.- digo con una sonrisa cansada, quizás no era el mejor momento de soltar una broma pero hablar de ello me ponía bastante nervioso.- En cuanto a mi propia infección, poco puedo decir. Atacaron la anterior hayajiro en la que trabajaba y fui el único superviviente de la sala de máquinas. Me encontraron bajo la caldera derribada, realmente me daban por muerto pero estaba extrañamente ileso¹, por supuesto sospecharon de mí pero había un pasajero noble obsesionado con las historias de la Koutetsujou y su kabaneri, así que convenció a la gente de probar la maquinaría que el llevaba para replicar los rumores que había oído.- dicho esto me abro el cuello de la chaqueta que llevo y muestro la marca de quemado que tengo debajo del colgante de presión- desperté justo cuando la probaron y la verdad es que no fue agradable, después me dio este collar y me explico lo que me había pasado y lo que era.

Yûki estaba apoyada con la espalda en la pared observando a su señor y a la pequeña Sachiko. Si hubiera podido capturar aquella imagen para tenerla de recuerdo lo habría hecho. Se acercó a la pequeña y le acarició el cabello un segundo para evitar que le diera tiempo a apartarse. Aún no sabia muy bien como tratar con ella. Sus intentos de acercamiento habían sido infructuosos y solo su señor y Arisa-san parecian haber congeniado con ella.

Se volvió al escuchar que había algo en las vias. Asintió a la orden mientras se desataba el largo lazo que decoraba la cintura de su minifalda y lo pasaba alrededor de la pequeña tambien para luego atarlo* - agarrate a mi -

Entonces tomó el control de la radio mientras con su mano libre se agarraba a uno de los muchos salientes metalicos que tenia aquella enorme mole de hierro sobre ruedas.

- Ruego que se calme y se identifique mientras nos preparamos para socorrerla. ¿Cuántos pasajeros quedan con vida? ¿Los Kabane han logrado entrar? - dejó espacio para que contestara - ¿Sabe exactamente el motivo de la explosión del motor?- a pesar de haber dejado de apretar el botón de habla se apartó el aparato para hablarle al hombre

- Señor, tengamos presente que quizás sea una trampa. ¿Cree que hay alguna pregunta que podamos hacer que nos ayude a saber si de verdad necesita ayuda? -

Mientras me pongo cómodo en el asiento y pongo todos los controles en posición levanto la cabeza al escuchar el comentario de Kotaro. Aunque procuro no demostrarlo yo también tengo ganas de empezar a disparar.
-Tienes munición para aburrir, así que despáchate a gusto.- Se me escapa una sonrisa entre dientes.- Seguro que esta cosa hace unos agujeros majísimos...
Me vuelvo a centrar en lo mío, y un escalofrío recorre mi espalda cuando por primera vez en muchos meses veo la muralla de Mibu. Entonces me fijo en la entrada y murmuro un taco. Aparto la cara de la mira de larga distancia y observo al jefe de guardias, no sé muy bien cómo reaccionar.
-Oi, Shimazu-san...- carraspeo levemente incómodo.-...estoy seguro de que ya lo saben, pero hay una hayajiro en el medio. No pueden cerrar la puerta, y nosotros no podemos pasar.- Me vuelvo a centrar en la mira e intento que mi voz no transmita el nerviosismo y el cabreo que estoy sintiendo. ¿Qué leches hace esa hayajiro ahí?.- Está parada entre el levadizo y las puertas, y nos estamos acercando jodidamente rápido...- Miro durante un segundo al jefe de guardias.- Como no quiten eso de ahí...-dejo la frase en el aire y después me alisto para empezar a disparar.- Yo daría un toque a la cabina, por si las moscas no la vieron...aunque mira que es difícil no verla...