Partida Rol por web

La noche fue turbulenta para Sigmund. Las heridas de la batalla que había ocurrido apenas unas horas antes le impidieron descansar como a él le hubiera gustado, además, los recuerdos del clérigo semielfo estaban presentes en la mente de todo el grupo minando su ánimo a cada instante de forma que cuando llegó la mañana el experimentado guerrero indicó a todos sus compañeros que demorarían la salida un día más. Lo harían al día siguiente, al alba.

Sigmund se dirigió a la planta baja de la posada donde se encontraba la cocina y se hizo con una hogaza de pan. El posadero lo alcanzó cuando este abandonaba el lugar.

- ¡Señor! ¡Señor! -lo llamó con urgencia para que no se fuera -Ha llegado una misiva para usted. Un mensajero la ha entregado y me ha insistido en que le comunique que se trata de "Flor de Malea".

El posadero le entregó el sobre donde esas mismas tres palabras figuraban junto al emblema de Fianosther que sellaba con cera la apertura de la carta. El guerrero recordó aquella clave "Flor de Malea" como las palabras que Jouheav había establecido para comunicarse con ellos.

Dio las gracias al posadero, se sentó en un banco apartado de la posada y tras comprobar que nadie más podría ver la carta, la extrajo del sobre y comenzó a leer.

Sigmund identificó la pulcra letra del joven duque de Fianosther y el recuerdo del padre de Jouheav inundó su memoria. Lo apartó al instante, centrado en la misiva que acababa de recibir.

Estimado Sigmund:

He recibido noticias de que habéis descubierto a Picco siguiendo vuestros pasos. Quiero haceros llegar (a ti especialmente) mis más sinceras disculpas y mi total arrepentimiento. No quiero que achaques este acto a un gesto de desconfianza hacia ti o hacia el grupo, sino a la enfermiza cautela e inquietud de un hombre que ha perdido cruelmente a sus seres queridos y ansía conocer el avance de la misión. Las instrucciones de Picco eran simples: ponerse en contacto con algún mensajero de confianza en cada zona que atravesárais para irme indicando vuestro avance. Solamente eso.

Cometí el error de no informaros de la presencia de Picco, pero no quería añadir una preocupación más sobre vuestros ya sobrecargados hombros.

Adjunto a esta nota os envío ciertos documentos que os serán de gran ayuda a la hora de introduciros en Willem.

Una cosa más. He reunido en mi palacio una serie de sabios, magos y clérigos para que pudieran asesorarnos en la cuestión de liberar a mi familia de la prisión que supone esa gema y me han indicado que es crucial traerla cuánto antes aquí. Soy consciente de que hacéis todo lo posible para llevar a buen puerto la misión, pero quiero transmitiros la importancia de dar un poco más de prioridad a la premura. Por este motivo, quiero que una vez hayáis logrado extraer la gema, el más veloz de vosotros viaje en secreto hasta Fianosther junto con Picco portándola, mientras el resto del grupo emprende el viaje de vuelta a un ritmo más bajo. En el caso de que alguien buscara recuperarla sin lugar a dudas seguiría al grueso del grupo, y es evidente que dos personas viajarán más rápido qu un grupo más numeroso.

Que el viento y la tierra os sean propicios. Mis deseos van con vosotros. Mi vida va con vuestra misión.Jouheav.

Junto a la nota, el sobre contenía una serie de complejos planos de Willem, algunos de ellos escritos en lengua común y otros en élfico, por lo que pensó que más tarde debería hacérselos llegar a Naedunëa.

Sigmund cerró el sobre con todos los documentos dentro y salió de la posada para despejarse con un pequeño paseo. Al volver, Liozard le esperaba en la puerta de su habitación.

- Sigmund, tenemos que hablar -el mago parecía más serio de lo habitual.

El guerrero le ofreció pasar a su habitación, y tres sentarse en un taburete y ofrecerle al mago asiento en una silla allí presente, el mago continuó hablando.

- Llevo ya varios días con vosotros, y sin ninguna duda, Calypso ha sido quien me ha introducido en este grupo. A lo largo de este corto período he descubierto parte del objetivo de la misión, pero hay algunas cosas que se me escapan. Mi intención es continuar con vosotros y ayudar como uno más, sobretodo por honrar la memoria de mi amigo que soy consciente de que esta empresa era de suma importancia para él. Sin embargo considero que la caída de nuestro amigo ha tornado las cosas y comprendería que prescindierais de mi compañía si lo consideráis oportuno. De no ser así, habréis de contarme el objetivo que perseguís y todos los detalles de la misión, así como considerarme uno más. Lo dejo en vuestra mano. Aceptaré cualquier decisión que toméis y siempre tendréis mis mejores deseos.

Sigmund quedó boquiabierto ante la lucidez y seriedad que demostraba el mago que apenas un día antes le había hablado de su increíble poder para mover las orejas sin tocarlas de forma que tardó unos instantes en articular una respuesta.

Un remolino de agua y burbujas lo envolvía todo. Áran podía notar el agua mezclado con aire adentrarse en sus pulmones y notaba como si estos se rompieran por momentos. Un dolor insoportable recorrió su pecho mientras varias criaturas de piel azul lo observaban impasibles, viendo cómo se retorcía de puro sufrimiento.

Cerró los ojos y poco a poco aquel dolor se fue disipando dando paso a una calma en la que la necesidad de respirar ya no existía. Se notaba flotar pausadamente. Todo era calma.

De pronto, el rostro de Calypso gritando y contrayéndose en una horrible mueca le sobresaltó y le hizo despertar con una inmensa sensación de angustia. Respirando entrecortadamente fue consciente de que se encontraba en la posada y de que un sudor frío le recorría la cara.

El recuerdo de Calypso era demasiado reciente y aunque conforme avanzaba la noche se había ido diluyendo, en aquel momento era tan vívido y real que el pícaro no pudo contener alguna lágrima recordando la pérdida de su amigo.

Áran se tumbó en la cama consciente de que no lograría conciliar el sueño, pero dispuesto a permanecer tumbado observando el techo de la habitación durante las horas que le separaban del amanecer.

Ya por la mañana, Sigmund le comunicó que se tomarían aquel día de descanso y que partirían la siguiente jornada, al alba.

Esa misma noche, el grupo se reunió en la habitación de Sigmund para hablar acerca de diversos temas referentes al viaje, aunque en la mente de todos residía la preocupación por decidir si atravesarían el Sobremundo (los Infames Pantanos) o si lo bordearían.

La elfa se despertó con las primeras luces de la mañana y se sobresaltó al notar el calor del cuerpo de Oliver, sin embargo se relajó de nuevo al comprobar de quien se trataba. Se encontraba con la cabeza apoyada sobre el hombro del paladín y la mano en su pecho cuando notó que éste también se despertaba. Se incorporaron con suavidad. Nae se puso de pie y sonrió a Oliver sintiéndose mucho mejor que la noche anterior.

- Gracias -le dijo en un susurro sin dejar de mostrar aquella alegre sonrisa.

Se despidió de él y se dirigió a su habitación.

Cuando Nae abandonaba la habitación de Oliver para dirigirse a la suya escuchó unos ruidos procedentes del lugar donde dormía Liozard. La elfa se detuvo y se acercó a la puerta de la habitación potenciando su portentoso oído élfico, sin embargo, los murmullos y balbuceos del mago eran apenas audibles.

El mago parecía hablar en sueños y los esfuerzos de Nae por escuchar solo sacaron palabras como: "Calypso", "profecía", "muerto" y "okeas" expresión  desconocida que se repetía varias veces entre palabras inconexas.

El mago emitió un sonoro ronquido que dio por finalizados los balbuceos de forma que Nae se encaminó hacia su habitación acariciando inconscientemente el colgante de Lindórië.

Aquella tarde, Sigmund reunió al grupo en su habitación con la intención de decidir, entre otros temas, el recorrido que iban a seguir: ¿atravesarían el Sobremundo (los infames pantanos) o lo bordearían con la consecuente pérdida de tiempo?

Oliver vio a Nae marcharse de la habitación y se prometió no volver a verse involucrado en una situación como la de la noche anterior corriendo el riesgo de perder el control. Intentó poner en orden sus sentimientos hacia la elfa, pero tras varios intentos desistió y lo guardó en un rincón de su mente dando prioridad a asuntos más urgentes referentes a la travesía que aún tenían por delante.

Salió de la habitación y Sigmund le informó que descansarían durante aquella jornada posponiendo la reanudación del viaje para la mañana siguiente, al alba y que no obstante, se reunirían aquella noche para hablar sobre la ruta que realizarían a continuación.

Oliver se presentó en la habitación de Sigmund a la hora acordada y comprobó con desánimo la ausencia de Calypso.

Aeldar se despertó con las primeras luces del día y salió inmediatamente de la habitación en busca de Sigmund. En cuanto lo localizó, este le comunicó que descansarían durante aquel día para recuperarse de las heridas de la batalla y que partirían a la mañana siguiente al alba, pero que esa misma noche se reunirían para charlar sobre la ruta a seguir y otros temas del viaje.

Aeldar volvió a la habitación y realizó una nueva oración en recuerdo de Calypso. Meditó durante un rato, y se dirigió a la zona común de la posada donde se encontró con Thorin, que se encontraba sentado en una mesa frente a una jarra de cerveza.

Se sentó haciéndole compañía e inmediatamente después Picco surgió de una de las puertas que daban acceso a las habitaciones para sentarse junto a ellos pidiendo permiso previamente con educación.

El silencio era denso cuando los tres compañeros terminaron de saludarse hasta que Picco lo rompió con algo de charla intrascendente.

- Bueno... si no es mucho preguntar me gustaría saber qué es lo que ha empujado a un elfo y un enano a participar en esta empresa. El duque me ha mantenido al margen de la formación de este grupo y me llama la atención la disparidad del mismo. Estoy convencido de que el anterior duque, padre de mi señor, que en paz descanse, habría reunido a un grupo más homogéneo, formado por robustos hombres de Fianosther. El tiempo ha dado la razón a su joven pero inteligente hijo, pues resulta evidente que su elección ha sido asombrosamente acertada. Aún así no conozco vuestras historias y me complacería oírlas si no os importuna demasiado.

El mediano mostró una cortés sonrisa y miró a sus compañeros intentando identificar si su pregunta había sido interpretada como una charla distraída o como una pregunta impertinente.

Ese mismo día, por la tarde, uno a uno fueron acudiendo a la habitación de Sigmund, donde este ya los esperaba. Liozard fue el primero en llegar, y tras él lo hicieron Nae, Lihem, Picco, Oliver, Aeldar, Áran y Thorin.

Todos recordaron al clérigo fallecido al entrar en la habitación y ser conscientes de que su número había decrecido de forma que el ambiente en el cuarto se tornó algo sombrío.

El sol se encontraba cerca del ocaso y entraba por la ventana proyectando una intensa luz anaranjada sobre una de las paredes de madera. Los compañeros se vieron unos a otros justo antes de que Sigmund diera inicio a la reunión dirigiéndose a todos.

Los últimos dias habían sido uras debido a la perdida de Calypso y a la recuperación del equipo tra sla batalla. Pero la misiva del duque había devuelto a Sigmund a la realidad y el plan del duque, aunque bien elavorado, turbaba al guerrero, no le gustaba la idea de dejar a uno de los suyos solo a su suerte y además, reducir el grupo en número.

"Queda mucho trajecto y espero que no hayan más bajas, pero en caos e que las haya..." se quedo mirando la carta y finalmente, tras reflexionar un poco la cerro y guardó junto con los documentos.

Tras la vuelta que ayudó a aclarar sus ideas, el mago vino a Sigmund para hablar decididamente.

- Te entiendo completamente Liozard, y has emostrado ser un aliado fiel y de mucho valor. Por mi parte, no tengo dudas en que sigas con nosotros y de hecho te lo pido en nombre de Calypso, después de lo ocurrido, esto no puede acavar en fracaso...

El guerrero, pensando en la mejor forma de abordar la historia se levantó y comenzo a andar por la estancia a la vez que su ano derecha acariciaba su mentón.

-Veras... - Y empezó a relatarle a Liozard lo concerniente a la familia presa del duque en Willem, retenidos por alguna especie de magia proviniente de una gema preciosa. Intento resumir la historia al máximo.

-Y eso es lo que hay hasta ahora, si deseas seguir acompañandonos, ya lo sabes, serás bienvenido. Por cierto hay algo que ronda mi cabeza desde hace unos dias...

El guerrero miro al mago directamente a los ojos algo temeroso de la respuesta- Según me han contado, unas criaturas se llevaron a Calypso... ¿Que criaturas eran esas? ¿Podian haberlas enviado a por nosotros?

Liozard escuchó serio las palabras de Sigmund referentes a su continuidad en el grupo y a la misión que los había llevado hasta allí. En cuanto el guerrero terminó, el mago guardó silencio unos instantes. Su rostro, arrugado mostraba un gesto de profunda meditación. Tras esos instantes, habló de nuevo.

- Será un orgullo y un placer acompañaros ante tan noble misión -acompañó estas palabras con una pequeña reverencia con la cabeza.

Atendió entonces a la pregunta de Sigmund.

- Se trata de unas legendarias criaturas marinas. Había oído hablar de ellas pero no estaba seguro de su existencia, sin embargo, basándome en su descripción y comportamiento fui consciente sin lugar a dudas de que se trataba de esas criaturas, y en ese momento supe que Calypso no tendría escapatoria posible, al igual que el otro pirata que cayó al mar.

»En cuanto a si fueron enviadas a por nosotros, definitivamente no. Son criaturas que viven aisladas del mundo en las profundidades marinas, ajenas a todo lo que ocurre. Actúan por cuenta propia y no atienden a razones o negociaciones. Por lo que tengo entendido son de las criaturas más horribles, crueles y peligrosas que habitan este mundo, y gracias a Pelor que generalmente no suben a la superficie.

Aclarándose la garganta, Sigmund se giró hacia los suyos  comenzó a hablar:

-Bien amigos, se que son momentos duros, pero el viaje debe continuar...  Así lo hubiera querido Calypso...- Miró las caras de sus compañeros buscando aprobación antes de seguir.

-Hoy mismo, he recibido una misiva del duque, en ella, además de disculparse por su comportamiento al enviarnos a cierto mediano - La última palabra sonaba con un poco de rintintin a la vez que Sigmund miraba a Picco cuyo rostro se ruborizaba - Comenta que ha reunido a un grupo de sabios y magos en su castillo para hablar de la magia y el poder de la gema que tiene cautivos a sus familiares. Y por el momento, han decidido que lo más urgente es, una vez conseguida la gema, que el más veloz de los nuestros la lleve raudo al castillo...

La cara de Sigmund no se esforzó en contener los gestos de duda que le suscitaban las ordenes del duque - Como queda mucho camino, ya decidiremos un vez lleguemos a destino. Además, con la misiva venían algunos mapas que nos serán de ayuda - La mano de Sigmund y sus ojos fueron a parar a la joven elfa - Nae, si no te importa podríamos repasarlos más tarde- su voz sonó menos estricta cuando habló con la elfa.

-Por último, y no menos importante, quiero darle las gracias a Liozard por su ayuda prestada y por querer seguir con nosotros en nuestro camino, supongo que todos agradecemos la compañía de un mago tan loable. - Las palabras fueron acompañadas por una inclinación de la cabeza del guerrero que daba las gracias al mago.

 El dia fue bastante duro para Oliver, a parte de haber perdido un compañero, la noche tampoco habia sido muy buena, durante largo tiempo no pudo pegar ojo y eso hizo mella en la expresion de su cara durante todo el dia.

Despues de poner en orden y priorizar los pensamientos, Oliver decidio pasar el dia en solitario, meditando, intentando corregir errores y pensando en Calypso.

La hora de la reunion con el bueno de Sigmund se acercaba, asi que Oliver se dirigio hacia la habitacion del Guerrero siendo el primero en hacer acto de presencia. El paladin se dirigio a su amigo y se preocupo por su estado... Bien Oliver, me encuentro perfectamente, no debes preocuparte por mi. Nae hizo bien su trabajo y me dejo como nuevo despues de curarme, le contesto el guerrero ante la preocupacion de su amigo.

Un torbellino de sentimientos se adueñaron del paladin al recordar a Nae.

Poco a poco fueron llegando los compañeros a la habitacion de Sigmund y el paladin noto la falta de la presencia del clerigo, todavia no se habia hecho a la idea de no volver a verlo.

Cuando Nae hizo acto de presencia, el paladin la saludo cabizbajo y algo avergonzado.

Sigmund enseguida tomo la palabra e informo al grupo que habia recibido una misiva del duque y despues de explicar lo que ponia en ella, una duda asalta al paladin ¿Porque tanta prisa?,¿debera tomar camino el mas veloz de nosotros el solo, sin compañia de nadie?.

Sigmund, ¿no pone el motivo de porque tanto afan por llegar cuanto antes con la gema?

Dirigiendo su mirada hacia el mago, Oliver tomo la palabra despues de que Sigmund hablara.... Liozard, debo expresarte mi agradecimiento por intentar por todos los medios salvar la vida de nuestro compañero Calypso. El destino quizo arrebatarnoslo de nuestro lado, hizo una pequeña pausa, espero que los dioses lo acojan como es debido.

Liozard tosió ligeramente aclarándose la garganta antes de hablar.

- Oliver, no debes agradecerme la ayuda prestada a Calypso, pues lo consideraba un amigo desde mucho antes de que se iniciara esta misión. -hizo una pausa cambiando de tercio -Sigmund me ha puesto amablemente al día en lo referente a la gema, y si lo que me ha contado es cierto, creo que la celeridad es un detalle crucial en la consecución de nuestra empresa.

El mago fue mirando a todos mientras hablaba.

- Si la familia del duque se encuentra presa dentro de la gema, sus cuerpos se irán enraizando a la materia que los obstruye, y cuanto más tiempo pasen encerrados, más complicado será extraerlos con vida. Sin lugar a dudas, el tiempo corre en nuestra contra.

Liozard calló esperando que alguien tomara la palabra.

La mañana había llegado para Nae igual que la noche anterior, llena de melancolía y tristeza por la pérdida de Calypso aunque hablar con Oliver le había reconfortado levemente. El resto del día lo pasó paseando por la ciudad. Necesitaba despejarse y pensar en el siguiente paso a dar, no era momento de distracciones y la elfa creía que las penas debían quedarse allí, junto al mar, para que la misión continuara a la perfección. Con lo cual, fue un día de relfexión, de recordar, de soltar el dolor y de liberar el alma del clérigo para que este descansase en paz.

Cuando la tarde caía volvió lentamente hacia la posada mientras el olor a salitre le inundaba por completo. Una vez entró en la taberna, le avisaron de que le esperaban sus compañeros asi que se dirigió hacia una sala donde ya estaban todos reunidos.

-Perdón por el retraso.-les dijo al tomar asiento.

Comenzó la reunión y llegado un momento Sigmund llamó la antención sobre ella para pedirle que se reunieran después para preparar la ruta. Sus palabras sonaron más duras que de costumbre o eso le pareció a la elfa. No sabía por qué pero la joven pensó que su compañero estaba algo enfadado o defraudado con ella y sin evitarlo se sintió mal consigo misma. Quizás se haya enterado de que ayer por la noche fui a hablar con Oliver y esto no le gustara...pensó para si misma. Como respuesta a las palabras de Sigmund simplemente asintió.

A Naedunëa le alegraba saber que Liozard seguiría junto a ellos el resto del viaje pero su mente voló hacia lo que había escuchado esa misma mañana cuando pasaba junto a su habitación. Cuando el mago acabó de hablar se giró hacia él y le preguntó: Liozard, ¿te importa si después de reunirme con Sigmund te hago unas preguntas? No te robaré mucho tiempo.-y una sonrisa se dibujó en su cara.

En ese instante su mirada se cruzó con la de Oliver y se dió cuenta de que había algo que quería compartir con sus compañeros.

-Por cierto, y ya te dejo continuar Sigmund, ayer Oliver y yo estuvimos revisando juntos las pertenencias que dejó Calypso. Hemos pensado que hay ciertas cosas que nos van a ser útiles y que nos podíamos repartir, así él tampoco nos dejará del todo. Y hay otra serie de objetos más personales que nos gutaría enterrar a modo de sepelio. Espero que podamos hacerlo antes del anochecer, si a todos os parece correcto.-Y echó una mirada a sus compañeros esperando una confirmación.

Tras un sorbo corto, el enano colocó la jarra con suavidad sobre la mesa de madrea, observando como las gotas de la espumeante cerveza caían raudas hasta fundirse con la madera. Alzó la vista hacia Picco. Su parloteo no le provocó dolor de cabeza, como esperaba tener. Es más, le resultó una pregunta interesante.Pasó los ojos por Aeldar y seguidamente por Picco, para posarse de nuevo en la blanca espuma.

-Provengo de una familia de Mineros. Tengo algú que otro tío herrero, pero sobre todo trabajamos la piedra mas que la forja. De joven comencé a salir de las cavernas con un primo mio. Si no hubiera sido por aquellos dias de mi ''adolescencia'' no me habría instruido en el arte de la guerra. En mi clan apenas había dos o tres guerreros y encima poco talentosos a la hora de usar un hacha. No quiero decir que yo sea mejor empuñandola, pero almenos me instruí con un par de sabios que rondaban las colinas adyacentes a nuestra morada. El ansia de aventura y una noticia sobre la petición de guerreros me llamó la atención, y como el unico guerrero propiamente dicho de mi pueblo se encontraba de viaje...no vi problema alguno en venir. Cargué con mis fardos y con mi poca experiencia sobre mis hombros y me aventuré hacia tu señor. -Dijo señalando a Picco con su jarra.

-Y aquí estoy, rodeado de compañeros que pasan a ser amigos, y de una tristeza que no había sentido jamás. Supongo que los Enanos no estamos preparados para la vida de acción. ¿Pero quien soy yo para juzgarnos?-Tras decir esto, engulló el contenido de la jarra y cargó con su hacha Enanil a la espalda.

-¿Y tu Aeldar?¿QUe te trajo hasta aqui?