Partida Rol por web

 Calypso fue arrastrado hacia las profundidades del mar por una misteriosa fuerza que lo asía de los tobillos hacia una muerte segura...

Desde el momento que su cuerpo se sumergió en el agua del mar Calypso tuvo la extraña sensación de que nunca volvería a respirar. Sus pies y sus manos permanecían atados, lo cual le impedía nadar con facilidad, sin embargo en una situación normal habría conseguido salir a flote aunque solo fuera para boquear algo de aire durante unos minutos, pero cuando se disponía a hacerlo sintió una fuerte presión en los tobillos como si alguien lo estuviera agarrando y tirando de él hacia las profundidades. El pánico se apoderó de él y se revolvió como pudo. Enseguida Aledar y Áran llegaron hasta él y tiraron de su cuerpo hacia la superficie. El pícaro pareció darse cuenta de que alguno tiraba de él hacia abajo y se dispuso a cortar las sogas que lo amordazaban. Viéndose liberado, el clérigo pataleó intentando sin éxito librarse de las manos que lo agarraban.

La mente del clérigo comenzó a divagar con la ausencia de oxígeno. Las aguas se revolvieron violentamente y Calypso sintió que su cuerpo se elevaba. Llegó a notar como si este saliese a la superficie y creyó cruzarse una mirada con Liozard viendo en su rostro una desconocida expresión de terror. De pronto, una avalancha de agua cayó encima de él, y su cuerpo descendió inevitablemente hacia el fondo marino. Lo último que Calypso pudo sentir antes de perder la conciencia fue el miedo de una muerte inminente y segura y un suave contacto en los labios.

Calypso abrió los ojos totalmente desorientado. Se encontraba de pie, bajo el agua, en el fondo del mar y podía notar una brizna de aire en sus pulmones.

¿¿Cómo es posible??

De pronto fue consciente de que había una criatura ante él. Se trataba de un ser humanoide con rasgos femeninos, los ojos rasgados como dos finas ranuras en la cara, la nariz achatada y un tono de piel azulado que se mimetizaba con el ambiente. La alarma invadió al clérigo que se agitó aguantando la respiración. Se dio cuenta de que dos criaturas idénticas lo agarraban por la espalda impidiéndole moverse. Se quedó inmóvil mirando a la figura que tenía delante, que llegado el momento abrió la boca para hablar.

- Clérigo de las tierras secas, respira. Deja que las aguas penetren en ti. Ábreles el camino y haz que tu cuerpo las acepte.

Calypso no entendía nada, pero su mente se negaba a aceptar lo que oía. La necesidad de aire comenzaba a resultar insoportable. Pronto se daría por vencido... Antes de que esto ocurriese, la criatura acercó sus labios a los del y le dio un suave beso. El clérigo sintió como el agua abandonaba el interior de su boca que inmediatamente se llenaba de aire. Un aire que sus pulmones lograron respirar hasta la saciedad.

La criatura se separó de nuevo y fijó su mirada intensa en la de Calypso.

- Ciudadano de las tierras secas, debes aceptar el agua. Tu cuerpo debe aceptar el agua. Sólo así podrás vivir. Acepta el agua por voluntad propia. Déjala entrar en tus pulmones y llenar todo tu cuerpo. Si la aceptas, tu cuerpo se adaptará, y el aire dejará de ser necesario. Acéptala.

Se quedó petrificado. Aquella criatura lo había mantenido con vida y ahora le pedía que respirara. Era una locura. Aquello ahogaría sus pulmones y lo mataría al instante, pero pensándolo bien , ¿qué alternativa tenía?

Calypso hizo verdaderos esfuerzos para respirar el agua en la que flotaba, pero su mente le jugó una mala pasada, y lo único que logró fue comenzar a toser expulsando todo el aire que le quedaba.

La criatura le dio un nuevo beso que llenó los pulmones del clérigo y respiró el aire de nuevo.

- Otra vez... -dijo la criatura.

Se miraron fijamente, y Calypso se concentró en lo que pretendía, que aún sin llegar a entenderlo, tenía que intentarlo. Cerró los ojos y se imaginó en tierra, en medio de una isla con la brisa meciendo sus cabellos aguantando la respiración. Abrió la boca... y respiró.

Un penetrante dolor atravesó a Calypso desde la garganta hasta lo más profundo de sus pulmones sintiendo que se desgarraba por dentro. Una sensación de vómito le invadió y sintió que un líquido caliente abandonaba su cuerpo por la boca ostentosamente.

Se mareó y retorció atenazado por el dolor. Su cabeza dio vueltas, su pecho le ardía como nunca había sentido. Creyó encontrarse en el propio infierno cuando fue consciente de que unas manos lo erguían y lo ponían en pie. El dolor seguía allí, pero Calypso se dio cuenta de que la necesidad de respirar había desaparecido. En su lugar, la sensación del líquido caliente entrando y saliendo de sus pulmones se había instalado. Sus pulmones seguían ardiéndole, y la cabeza le daba vueltas, pero por increíble que pareciera, estaba respirando el propio agua de los fondos marinos. La sensación no duró mucho, pues comenzó a marearse sin remedio hasta perder el conocimiento. El último pensamiento que atravesó su mente consciente fue, "serán los delirios previos a la muerte".

Calypso se despertó sumido en una especie de sopor. Su mente se veía dominada por una espesa niebla que le impedía razonar con claridad. Abrió los ojos y comprobó angustiado que la experiencia que había tenido con quellas criaturas no había sido un sueño; realmente se encontraba bajo el agua y la "respiraba" con cierta facilidad. El dolor de los pulmones se había desvanecido.

El clérigo echó una ojeada alrededor y se sobresaltó al comprobar que una de aquellas criaturas lo observaba desde uno de los lados de la cama.

- Buenos días, ciudadano de las tierras secas. Mi nombre es Naar. Bienvenido a nuestra ciudad.

La criatura que le hablaba era diferente a las que lo habían retenido bajo el agua. Aquella parecía mostrar rasgos masculinos, pero el clérigo no podría asegurarlo. Un millón de preguntas que formular invadieron atropelladamente a Calypso, que cuando se disponía a hablar no pudo más que toser de forma extraña (no es sencillo toser bajo el agua). Se tranquilizó y puso en orden sus ideas justo antes de hablar.

Calypso lanzó una mirada suspicaz a la criatura y otro vistazo a su alrededor con incredulidad. Demasiadas novedades increíbles para su cabeza en tan poco tiempo.- Gra... gracias por su ... hospitalidad - Respondió. Esas fueron las únicas palabras que se atrevió a pronunciar en un principio, mientras miraba a su alrededor con ojos como platos. Como si de un niño que abre los ojos al mundo por primera vez se tratase. Asustado pero curioso a la vez.

En cierto modo, se alegraba de estar vivo, y estaba punto de dar las gracias por ello a Naar, pero al momentó recordó que posiblemente una criatura como el ser que tenía delante era la que le había sumergido bajo el agua. No estaba muy seguro de cuales habían sido sus intenciones y, por lo tanto, como actuar ante aquellos seres, pero sin duda, ellos podían haber acabado con su vida fácilmente, y no lo habían hecho. Aquello le dió fuerzas, aunque sabía que debía actuar también con cautela, pues se encontraba en un lugar extraño con gente extraña:

- Yo ... mi nombre es Calypso... Calypso Darren para servirle. Verá, no sé que decir. La verdad es que esta situación me resulta verdaderamente ... exótica ... digamoslo así... no me imaginaba que hubiera algo ASÍ... - y miró a su alrededor - ... bajo el mar. Y menos ... ¿una ciudad ha dicho? Pero sepa que le estoy agradecido por no ser ahora pasto de los peces. Porque ¿no irán a usarme de carnaza para sus mascotas - tiburón, verdad? - Pensó que una pequeña broma quitaría tensión a aquél momento, pero al instante se dió cuenta de que había dicho una estupidez. Tal vez Naar se lo tomara a mal, le pareciera una broma demasiado macabra, o simplemente su cultura tubiera un sentido del humor totámente diferente.

Después se acordó de su misión y sus compañeros, y dió un respingo.

- ¡Dios mio ! ¡Liozard, Nae, Aeldar ... y todos los demás! ¡Y esos malditos piratas! Oiga señor...... Naar. ¿No habrán rescatado a alguien más de las superficie de las aguas? Por favor, ¡contésteme! ¿Se ha hundido algún barco? ¿Han encontrado cadáveres flotando? ¡¡Había una batalla en la superficie y mis amigos corrían peligro!!- Calypso miró a Naar desesperado, y sus ojos reflejaban que ahora lo único que le importaba el estado de sus compañeros. Incluso el propio Calypso se sorprendió de su desesperación por la situación de los que, hasta hace poco, eran unos auténticos desconocidos para él.

- Tranquilízate, Calypso Darren -dijo Naar con un acento un tanto peculiar -Si aún sigues con vida es porque no tienen... no tenemos intención de hacerte daño.

El clérigo se sobresaltó al recordar a sus compañeros. La criatura frunció el ceño antes de responder.

- Un habitante de la tierra seca murió. Lo siento -comentó Naar con un sentimiento de lástima en la voz.

Sin decir nada más, Naar se levantó y salió del habitáculo donde se encontraba, una especie de cueva submarina de rocas.

Pasados unos minutos Naar vuelve, acompañado por la criatura con rasgos femeninos que le había obligado a respirar bajo el agua. Sin decir nada, la criatura acercó su acara a escasos centímetros de la suya y comenzó a observarlo con sus ojos rasgados. De pronto se giró hacia Naar y emitió una serie de sonidos guturales similares a los de las ballenas.

- Iiiaaa... eeeee iiii biiiiaaaaa.

Intercambiaron una serie de sonidos de este estilo mientras Naar observaba a Calypso con una extraña expresión en el rostro, hasta que pareciendo algo frustrado respondió en lengua común.

- No estoy seguro. Tengo la sensación, pero no estoy seguro.

La criatura lo miró con una expresión de cariño y le acarició la mejilla.

- Ya lo verás. No te preocupes, Naar -se giró hacia el clérigo -Mi nombre es Liah, y soy reina de lo que vosotros llamáis "mar". Te encuentras en nuestra ciudad. Somos okeas. No temas. No estás en peligro y pronto irás encontrando respuestas a todas las preguntas que asolan tu mente. Naar será tu guía. Tu maestro. Debes aprender de él y obedecer todo lo que él te diga si quieres permanecer aquí. Si quieres vivir -hizo una pausa de meditación -A partir de ahora, te llamarás Gaal. Buena suerte.

Liah se marchó sin esperar a la posible respuesta de Calypso. Naar sonrió hacia el clérigo.

- Gaal ¿puedes incorporarte? -le preguntó mientras lo ayudaba a sentarse sobre la superficie que donde e encontraba tumbado -Bien, seré tu guía. Puedes hacerme las preguntas que quieras.

Dicho esto se sentó sobre una roca y esperó a que Calypso hablara.

La afirmación de Naar sobre que había fallecido alguien preocupó a Calypso ¿sería alguno de sus amigos? Por un momento pensó en preguntarle a Naar si podía ver el cadáver, pero entonces se dió cuenta de que estaba en el fondo del mar, y que posiblemente aquellos seres no podían enterrar ni quemar los cadáveres.

¿Cómo se desharían de ellos? ¿Dejarían que peces carroñeros devorasen los cuerpos? ¿Que la corriente se los llevara y el agua los corrompiera? La mera idea de ver el cuerpo de alguno de sus amigos semidevorado por los peces y podrido por el agua salada le produjo escalofríos. Calypso se dió cuenta de que quizás, a pesar de ser civilizados, el entorno obligaba a aquellas inteligentes criaturas a dejar que la naturaleza siguiera su ciclo natural. Ya pensaría otro modo de averiguar la identidad del muerto...

La aparición de Liah cogió desprevenido a Calypso, y no pudo más que asentir mientras ella hablaba. El gesto de cariño de la autodenominada "reina del mar" hacia Naar le dejó algo perplejo. ¿Serían ambos pareja o familia? Aquella muestra de cariño entre ambos le hizo cortarse algo ante los dos y Calypso no se atrevió a decir nada más hasta que su alteza se fué de la estancia. Cuando marchó, Calypso dejó que Naar le ayudara a levantarse.

Cuando  Naar le preguntó si tenía dudas le contestó -Gracias, pues sí que tengo muchas dudas ¿De verdad es una reina? También necesito la descripción del difunto si no es mucha molestia. Es ... importante para mi averiguar si alguno de mis compañeros de viaje ha ... fallecido-

-Otra cosa. Verá señor. Ya sé que la Reina le ha pedido que me "cuide" y todo eso, y no es que no agradezaca su ayuda, de veras, pero la verdad, si no le importa, es que tengo que partir enseguida hacia Port Drofo ¿sabe? No tengo mucho tiempo para explicaciones y he de llegar allí cuanto antes yo ... Por cierto ¿voy a ser capaz de respirar agua indefinidamente? ¿Me ahogaré si intento respirar aire de la superfie? ¿Puede conseguirme un trasporte? ¿Tendré que hacer todo el recorrido caminando por el fondo del mar? -

Las preguntas se arremolinaban en la mente, y sintió que se extresaba por momentos -  No me mire así por favor. Son ustedes muy amables pero ¡Tengo que partir cuanto antes! ¡Hay muchos preparativos que hacer! - Miró a Naar con desesperación, y luego, al darse cuneta de que había salido de la "cama" no muy vestido, lanzó un vistazo a su alrededor como buscando algo...

- Por cierto ... ¿¡Donde demonios están mis cosas!? -

- De una en una, Gaal -dijo Naar pidiéndole calma a Calypso -de una en una.

Naar miró hacia Calypso como divertido antes de ponerse serio empezar a responder a sus preguntas.

- La criatura que cayó al mar creo recordar que se trataba de un hombre. Fuerte. Joven. Con el pelo largo... -meditó durante unos instantes -no puedo decirte más. Lo siento. Los okeas no vemos igual que el resto de criaturas. Nosotros, además de con los ojos, vemos con la mente. Somos capaces de ver el aura de todas las criaturas. Por eso te hemos rescatado. Tienes un aura muy bella y eso nos habla de tu alma. El aura de la otra criatura era fea.

Calypso se sorprendió de la naturalidad con la que Naar hablaba de aura, y de matar a quien tenía un aura que no les gustaba.

- Liah es la reina del mar. Es la reina de los okeas, y a partir de ahora será también tu reina -hizo una pausa recordando las cuestiones que Calypso le había planteado -Me temo que ella no permitirá que abandones este lugar por el momento. Verás, yo era como tú hace... hace un tiempo. Desde entonces soy esclavo de los okeas y he sufrido una serie de transformaciones que me han hecho mejorar. Dentro de unos pocos días pasaré la "prueba", con la que me ganaré la libertad. Entonces seré un "ad okeas" como ellos y tendré el derecho a permanecer aquí o marcharme. Nunca nadie se ha marchado de aquí una vez ha logrado el "ad okeas".

»Por el momento solo podrás vivir del agua. Tu cuerpo ha renunciado al aire para aceptar al agua y si quisieras volver a renunciar al agua tendrías que sufrir un proceso similar al que ya has sufrido.

Un escalofrío recorrió a Calypso al recordar el angustioso proceso para respirar bajo el agua.

- Nosotros nos desplazamos flotando en el agua. Aprenderás a hacerlo, no te preocupes. Y por cierto, tus pertenencias han sido enterradas. No las necesitarás aquí.

Naar sonrió a Calypso con amabilidad, esperando su respuesta.

Calypso escuchó muy atentamente a Naar. O sea, que por un lado eran seres bienintencionados, pero por otro, estaba retenido allí a la fuerza. Por un momento pensó en escapar, pero enseguida se dió cuenta que aunque pudiera huir de un gran número de okeas, seguramente mucho más acostumbrados y conocedores que él del ambiente submarino (ya de por sí ante este hecho las posibilidades de escape eran casi nulas) también estaba el hecho de que aunque llegara a la superficie sería incapaz de respirar de nuevo aire. Necesitaría que realizasen sobre él de nuevo el "ritual" para poder respirar en la superficie. Sin eso, moriría ahogado.

Por unos momentos Caplypso se sintió frustrado. Enseguida, ese sentimiento evolucionó hacia rabia y enfadado hacia los Okeas - A ver si lo entiendo. - Le dijo a Naar - Dices que son buena gente, pero piensan retenerme contra mi voluntad aquí a la fuerza por lo que ellos creen que es "mi propio bien". ¡¡¡¿Pero quien demonios se creen que son?!!! -

Calypso miró entonces el rostro de Naar, seguramente sorprendido y quizás disgustado por la reacción rabiosa de Calypso. El sacerdote se tranquilizó:

- Lo siento, Naar. Al fin y al cabo no es culpa tuya. Depués de todo, no eres un Okea "nativo" ... aún. Y no tienes la culpa de las extrañas leyes de esta singular raza. Es más, las has "sufrido" en tus propias carnes. 

- Pero mira Naar, en otras circunstancias tal vez no me hubiera importado quedarme aquí, conocer vuestras costumbres, e incluso sufrir una "elevación espiritual". El Dios de la Luz sabe quedurante toda mi larga vida he buscado algo así ... Sin embargo, no tengo tiempo que perder... ¡¡Estoy embarcado en una misión de vital impotancia!! No es broma. Es algo serio. Muy importante. Un gran mal acecha. Y si triunfa... ¡¡¡No importará si uno es elfo, enano u Okea, todos sufriremos las consecuencias!! ¡¡Está profetizado!!

Calypso tomó una pausa para pensar en cómo convencer a Naar. Después continuó: - Si tan sólo pudiera... pudiera...- El rostro de Calypso se trasformó en una mueca de súplica - .. tan sólo hablar de nuevo con tu Reina. ¡¡Maldita sea!! Acabo de perder una oportunidad única de explicarle mi postura hace un momento. Tú pareces tener una relación cercana con ella. ¿No podrías ... intentar conseguirme una audiencia con la Reina? En serio Naar. No tengo tiempo para someterme a ... " la transformación ". No parece un proceso que pueda darse de la noche a la mañana. Dime, Naar. ¿Cuanto tiempo te ha llevado a tí? ¿Un par de semanas? ¿Un par de meses?-

En ese momento, Calypso empezó a recordar algo de importancia ¡¡Se habían llevado sus cosas!! Inmediatamente lanzó su mano hacia su propio cuello con gesto de preocupación ¡¡Si el colgante con el símbolo sagrado de su dios Pelor no estaba allí se iba a llevar un disgusto tremendo!!!

Calypso notó el contacto del símbolo de Pélor colgando de su cuello y respiró con alivio, al hacerlo, un ataque de tos le invadió; aún no se había acostumbrado a respirar el agua. En cuanto se recuperó, Naar habló de nuevo produciendo el característico sonido que se producía al emitir sonidos bajo el agua.

- Gaal, relájate. No debes preocuparte de momento por los asuntos de las tierras secas. Tus compañeros no están ya a tu alcance, y nada de lo que pueda pasar ahí arriba podrá afectarnos a nosotros, los okeas. -Naar continuó al observar la mirada escéptica de Gaal (Calypso) -Créeme, los okeas llevan eones viviendo en este lugar. Cada cierto tiempo llega alguien procedente de allí, gente como tú, y nos trae noticias. Ha habido crisis en las tierras secas, largos períodos de guerra, poderes malignos indescriptibles. El mal ha reinado, y luego ha caído. Cientos de veces. Y nuestra sociedad ha seguido aquí. Edad tras edad. Sin verse afectada. Sin verse implicada. Ajena a todas esas noticias. No temas, que ningún mal podrá alcanzarnos en este lugar.

»En cuanto a tu audiencia con la reina, no creo que ella vaya a atenderte. No te confundas, ella trata así a todos y cada uno de los miembros de la sociedad, pero no permitiría que la molestara con este asunto. Sin embargo, te puedo decir lo que con toda seguridad ella te respondería.

Naar hizo una pausa y Calypso adivinó en su mirada que aquello que se disponía a contar había sido expuesto ante el propio Naar cuando él había realizado la misma pregunta ante la reina.

- Un jilguero se encontraba en su nido junto a su cría que recientemente había aprendido a volar. Acababan de comer, y el jilguero adulto se disponía a descansar. Por su parte, la cría piaba y saltaba con la intención de echarse a volar para dar un gran paseo. El padre sopesó la idea, pero tras observar el cielo decidió que no era buena idea, pues unos espesos nubarrones negros se cernían sobre ellos y en cuanto estallase a llover, estarían mejor en el nido, cubiertos por el ramaje del árbol.

»La cría seguía en sus trece, y no quiso hacer caso a su padre de forma que se impulsó dispuesta a volar. El jilguero adulto extendió sus potentes alas y le impidió abandonar el nido. La cría se revolvió molesta y enfadada, pero al cabo de unos minutos, una potente y peligrosa lluvia empezó a caer del cielo violentamente. La cría de jilguero se arrimó a su padre agradecida, por haberla retenido. Lo comprenderás conforme vayas progresando en tu aprendizaje.

»Respecto a la pregunta de cuanto tiempo llevo aquí, te sorprenderá saber que llevo aquí más de siete años. Ahora, acompáñame. Te enseñaré este lugar.

A Calypso le costaba acostumbrerse al nuevo nombre que le había sido otorgado... "Gaal". Cada vez que Naar lo pronunciaba, Calypso debía recordarse a sí mismo que se estaba refiriendo a él, y no a otra persona.

"Gaal" se calló, asombrado ante las palabras de Naar. La verdad, es que Naar era muy elocuente, y eso que no era un Okea "nativo" - Estos seres no son ningunos estúpidos - Pensó para sí "Gaal" - A pesar de su excasez de ... vestimenta ... son más civilizados y sabios de lo que yo creía -

"Gaal" empezó a pensar que quizás había subestimado a estas criaturas.

Sin embargo, al oir al propio Naar confesar que llevaba aquí más de siete años, y que después de tanto tiempo, estaba a punto de ser reconocido como un "Ad Okea", a "Gaal" casi le da un vuelco el corazón: - Olvida tus estúpidas pretensiones de largarte de aquí, Calypso... pensó para sí. Vas a quedarte aquí atrapado por muuuuuucho tiempo, así que será mejor que te acostumbres a tu nuevo nombre ... "Gaal" -

Así pues, no le quedaba más remedio que desistir, y aceptar el nuevo destino que los dioses (Pélor entre ellos) habían elegido para él: - Si esa es vuestra divina voluntad... - Pronunció mientras aferraba el colgante sagrado con fuerza y con la mirada clavada en el techo - ... que así sea-

- Te pido perdón, Naar - "Gaal" hizo un ademán de disculpas con la mano - Pero todo esto ha sido demasiado repentino para mí. Empiezo a darme cuenta que, en realidad, tal y como dices, no hay mucho que yo pueda hacer para cambiar mi situación ... ni la de mis compañeros -

Al escuchar a Naar decirle que iban a salir al exterior, "Gaal" intentó dar un paso hacia la salida de la "cueva" pero percibió de inmediato que el agua era mucho más densa que el aire, y que le resultaba mucho más difícil caminar en aquél entorno. Se movía de forma torpe y lenta. Además, cada movimiento allí abajo resultaba mucho más fatigoso. -¡¡Mierda!! - No pudo más que expresar enfadado ante su propia torpeza.

Al ver la expresión divertida de Naar, "Gaal" no pudo menos que sonreir también - Bueno, supongo que esta situación te resultará extraordinaramente familiar, viejo zorro-

A medida que Naar le ayudaba a salir de allí, "Gaal" le miró con curiosidad - Así que tú fuiste un ser de la superficie una vez ¿un humano, quizás? Me resulta una locura que renegaras der tu propio pueblo para convertirte en un miembro de otra raza ¿sabes?.- "Gaal" lanzó una mirada de soslayo a Naar - No te ofendas, pero tú al menos tenías algo a lo que llamar, "pueblo" o "familia". Yo, en cambio, habría matado por algo así. No me malinterpretes. No es que no tenga familia ¿sabes? Mi querido padre aún vive, y los elfos de mi tierra siempre se preocuparon por mí y me apreciaron... pero yo jamás me sentí uno de ellos. Por eso tuve que marcharme a tierras humanas, porque claro, pensé que con los humanos me uniría algo, pero vaya, conviviendo con ellos pronto me dí cuenta que ... errrrhhhh... - "Gaal" se dió cuenta de que estaba hablando demasiado, y cerró la boca. Procuró cambiar el tema de la conversación...

- ... Oooops. No quería aburrirte con mis historias, Naar. Por cierto ... me ibas  a enseñar el exterior, ¿verdad? Si, será mejor que salgamos de una vez - Y con la ayuda de Naar se dirigió hacia la salida...

Los siguientes días de la vida de Calypso fueron extraordinarios, acumulando experiencias que nunca había imaginado que podría experimentar. En primer lugar, Naar le enseñó el poblado. No era demasiado concurrido y a diferencia de los poblados de la tierra seca, allí las viviendas se encontraban muy separadas unas de otras a lo largo de una gran extensión de fondo marino. Todas y cada una de ellas estaban construídas con un extraño material de un color verdoso, lo que parecía una masa muy sólida, además de con los propios elementos del mar (corales, conchas, rocas, etc.).

Gaal tardó sorprendentemente poco en acostumbrarse a la vida en aquel lugar. Todos los okeas se reunían en el mismo lugar a la hora de las comidas que consistían en peces, algas y otros productos que el clérigo no supo y no quiso identificar, todos ellos cocinados de alguna forma que desconocía.

La sociedad okea comprendía un reducido número de individuos que apenas pasaba de la centena, y comprobó con sorpresa que era el único no-okea del lugar, lo que más adelante descubriría que los okeas llamaban prime-okea.Al tercer día de su estancia en aquel lugar, Gaal ya había adaptado aquella curiosa forma de hablar alargando las vocales y había aprendido a identificar algunas palabras en el idioma okea que consistía en prolongados sonidos agudos de vocales como si se tratase del idioma de las ballenas.

Con Naar había alcanzado cierta confianza, y había descubierto que era el único que hablaba su propio idioma conocido como "idioma de la tierra seca". Según le contó más tarde era un idioma prohibido por los ad-okea (a excepción de la reina) de forma que en unos días, cuando Naar pasase "la prueba", Calypso se quedaría sin nadie con quien hablar. Por este motivo intensificó su aprendizaje del idioma.

En un momento después de la comida, que Naar y Gaal descansaban junto a un coral, el primero habló con cierta gravedad.

- Gaal, he estado dándole vueltas a nuestra charla del primer día. Como sabes mañana yo pasaré "la prueba" -Calypso asintió -Si sigues queriendo abandonar este lugar con el ahínco del primer día puede que haya una forma de conseguirlo.

El prime-okea parecía algo avergonzado por lo que estaba diciendo.

- No te lo he contado antes porque el proceso está prohibido, pero pienso en cuando yo llegué a aquí y creo que me hubiera gustado poder elegir.

Naar observó la expresión de efusivo júbilo de su compañero y continuó hablando con cautela.

- Hay un anciano que dice conocer un proceso para acelerar el aprendizaje. Es un secreto a voces. Se trata de un proceso extremadamente peligroso y doloroso, pero supuestamente es equivalente a todo el proceso que yo he sufrido a lo largo de estos años. Siempre y cuando no mueras en el intento.

»Debe ser algo que valores tú, y la decisión debe ser solo tuya, pero me complacería que pudieras presentarte conmigo a la prueba. Tú decides ¿Qué me dices?

Habían sido unos dias agradables, tranquilos y alejados de los problemas de la superficie. Prácticamente había olvidado todas sus aventuras en el mundo exterior. Lo único que le preocupaba a "Gaal" ahora era si podría comunicarse lo suficientemente con los Okeas para cuando Naar pasara la prueba y dejara de hablar el idioma de la superficie.

Las palabras de Naar le pillaron por sorpresa.

- ¿Sabes, Naar? La verdad es que yo pensaba que ya me había hecho a la idea de que tendría que pasar con los okeas bastante tiempo. No es que no me gustaría pasar más tiempo con tu nuevo pueblo. Todo lo contrario, han sido unos dias estupendos... Pero la verdad es que, en cuanto me has hablado de esa posibilidad, enseguida mi corazón ha dado un pálpito. Me he estado mintiendo a mi mismo, compañero. En mi corazón, aún seguía albergando la esperanza de volver pronto con mis amigos... -

Calypso estuvo callando unos segundos antes de dar su respuesta definitiva, como intentando dar gran solemnidad a la misma - Hay un dicho entre los marineros de la superficie, Naar: "El agua horada la roca, no por su fuerza, si no por su insistencia". Aquí tienes mi respuesta: Si, desde luego, arriesgaría mi vida sin dudarlo ante la posibilidad de poder volver con ellos, mis amigos, y ayudarles a efrentarse a los peligros que les esperan. Por favor te lo pido, llévame ante ese anciano. Te agradezco que me hallas hablado de esa posibilidad. Ahora sé que siempre tendré en tí un verdadero amigo. Por favor, no temas por mí. Si fracaso habrá sido sólamente cumpliendo mi voluntad....

- ...  pero si tengo éxito, será un honor convertirme en un verdadero Okea junto a mi nuevo hermano, Naar...-

 Naar solo pudo sonreír ante las palabras de Gaal.

-Sígueme -le indicó echando a nadar.

La emoción del momento hizo olvier al prime Okea que su compañero aún tenía dificultades para seguir su ritmo de forma que a punto estuvo de perderlo. Lo guió a través de lo que Calypso midió acertadamente como varios quilómetros de distancia hasta una pequeña caverna submarina en apariencia deshabitada.

Se adentraron en ella y en el fondo de ella advirtieron un tenue resplandor. Algunas especie de planta brillaba iluminando la estancia donde un anciano Okea descansaba sentado con las piernas recogidas.

El individuo les recibió con el típico sonido de la lengua Okea y mantuvo una larga conversación con Naar. Finalmente este se giró hacia Gaal y le habló en la lengua de la tierra seca.

- Ha aceptado a realizar el proceso, ahora tengo que abandonar la caverna. Pero antes de irme, ¿estás seguro de que quieres seguir adelante? Te recuerdo que vas a arriesgar tu propia vida y, que aún teniendo éxito, será un proceso muy doloroso.

Calyspo asintió con solemnidad, y Naar le respondió con una sonrisa tras lo que abandonó la cueva.

El anciano miró a Calypso fíjamente y cuando estuvo seguro de que Naar se encontraba fuera de la cueva habló en la lengua de Calypso.

- Veamos... entonces, ¿quieres ser un okea de la noche a la mañana? ¿Cuales son las razones? Tengo que advertirte, que este proceso te otorgará los cambios físicos necesarios para convertirte en un okea, pero la sabiduría que se obtiene con el proceso tradicional es imposible de transmitir en un día, así como el lenguaje okea, que deberás aprender sin trucos ni procesos mágicos.

Gaal le narró la historia que le había contado a Naar acerca de sus compañeros y la misión. El anciano asentía en silencio.

- Ya veo. Veo que es importante para ti, y que tus motivos no son egoístas. De acuerdo -el okea se giró y extrajo una pequeña y afilada lanza de algún tipo de material blanco y rígido -debo advertirte que el proceso es extramadamente doloros, y no todo el mundo lo supera. Muchos han muerto a lo largo del mismo. Algunos han enloquecido por el dolor. Y unos pocos han logrado sobrevivir al mismo. El dolor te hará perder el sentido y no puedo garantizarte que lo vuelas a recuperar o que sigas siendo el mismo después de completarlo. Te lo tengo que vovler a preguntar, ¿sigues dispuesto a realizarlo?

El anciano escrutó el rostro de calypso en busca de un atisbo de duda.

Cuando el anciano le preguntó de nuevo, Calypso tuvo un atisbo de duda.

Con aquella lanza en la mano, y la oscuridad de la cueva, apenas iluminada por unas (por qué no reconocerlo) lóbregas algas luminiscentes, la situación resultaba extrañamente tétrica. El anciano Okea le miraba fíjamente, y su mirada parecía atravesar su alma.

Calypso creyó recordar que Naar (o quizás la reina) le había dicho que los Okeas eran capaces de vislumbrar el alma de cada individuo. Calypso sintió que, de algún modo, ya estaba siendo poniendo a prueba.

Además, no le hacía mucha gracia cambiar su aspecto al de un Okea. No es que le resultaram seres feos, más bien lo contrario, pero imáginó que su curiosa apariencia llamaría la atención en la superficie. Temía que sus antiguos amigos no le reconocieran.

En cierto modo, la naturaleza de aquél ritual le producía melancolía:

- En verdad, anciano, ganar el aspecto de los Okeas, pero no su sabiduría, me entristece. Sinceramente, esperaba más de este ritual. Tal vez un cambio interior, en vez de uno exterior.-

Sacudió la cabeza, convenciéndose a sí mismo que aquellas dudas eran estúpidas, y que había algo más en juego que su simple apariencia. Intentó quitarse aquellas ideas de encima. Debía enfrentarse a la prueba con convicción y sin miedo, puesto que se jugaba la vida.

- Saben los dioses que ser uno de vosotros me habría dado el equilibrio espiritual que tanto he buscado . Ojalá pudiera permanecer más con vosotros y aprender más de vuestra espiritualidad. En estos días con vosotros me he sentido ... muy equilibrado. Pero por mucho que lo desee, algo sigue perturbando mi alma, y la razón es que no puedo dejar a mis amigos... -

- Anciano, estoy dispuesto. Haz lo que debas - Calypso miró hacia la punta de la lanza. - Cuando hallas acabado, podras llamarme "Gaal", mi nuevo nombre Okea, pero si muero .... por favor, recordadme como Calypso, ya que moriré aún como un semielfo, no como un verdadero Okea -

Calypso apretó los dientes. Le esperaba mucho dolor. Tal vez aquellos fueran los últimos minutos de su vida.

El anciano miró a Calypso con las dudas reflejadas en el rostro. Parecía dudar de la seguridad que el clérigo parecía mostrar.

- De acuerdo, túmbate boca arriba sobre esta roca.

Titubeante, Gaal se adelantó y se tumbó donde el anciano le indicaba.

- Cierra los ojos, Gaal -le dijo.

Él hizo lo que le ordenaba y se quedó en silencio con los ojos cerrados. Notaba como el anciano se movía alrededor de él, pero no quiso abrir los ojos. De pronto, notó una ligera presión un poco por encima del estómago, justo donde terminaba el esternón.

- Los que lo han sufrido lo describen el dolor como si los estuvieran desgarrando por dentro. Puede que sientas como un puñal penetrando en tu cuerpo y destrozando tus entrañas. No temas. Es solo una ilusión. Si tu destino es morir en este proceso no lo harás en ese momento, si no después de incontables horas sufriendo -el anciano se calló unos instantes y de pronto comenzó una cuenta atrás -tres... dos... uno...

Gaal estuvo a punto de soltar un grito, sin embargo no lo hizo y se sorprendió al comprobar que no sentía nada. El anciano habló de nuevo.

- Perdona, olvidé una cosa -dijo.

Se movió de nuevo alrededor de él y comenzó a trastear con objetos que Gaal no podía ver.

- Ahora sí -dijo volviendo a su lado -Recuerda, intenta no perder el conocimiento. Sentirás el deseo de hacerlo para dejar de sentir el dolor, pero es crucial que mantengas tu voluntad. Si de verdad quieres ser un Okea, encontrarás la fuerza necesaria ¿Preparado? -dijo, y sin dejarle responder inició de nuevo la cuenta atrás -tres... dos... uno...

Una vez más, Gaal estuvo a punto de gritar, pero otra vez, no sintió nada. El anciano habló, esta vez con más calma.

- Incorpórate y abre los ojos.

Calypso lo hizo sin entender lo que ocurría. Escrutó al anciano preguntando con la mirada.

- Tómate esto -le dijo tendiéndole una masa aparentemente compuesta de algas y alguna extraña sustancia con la textura de la tierra.

Él cogió lo que le ofrecía y se lo llevó a la boca. Notó un sabor intenso que inundaba su paladar, y tragó sin dificultad.

- Verás, hago todo este ritual para evadir a los que no están del todo seguros de querer seguirlo. En realidad el proceso es mucho más sencillo. Ahora sé que tu voluntad es férrea. El proceso sigue siendo peligroso, todo depende de cómo tu organismo acepte los cambios que va a sufrir. Puede que simplemente te despiertes como un Okea, o que pases por unas fiebres terribles que pueden llegar a matarte. Finalmente, de una forma u otra, te convertirás en Okea, lo que no es tan seguro es que te mantengas con vida para disfrutarlo.

Calypso no cabía en sí de asombro.

- Ahora te pediré algo. La mente de las gentes de tierra seca como tú son propensos a ignorar el peligro y se someten a este proceso por mero capricho. Lo único que disuade a aquellos que no están seguros es el miedo y el dolor. Por este motivo he inventado esta farsa. Te ruego que mantengas el secreto y que ni siquiera se lo cuentes a tu compañero ni al resto de okeas. Por el bien de los incautos que se sometan a este proceso. Ahora vete.

Y sin más, dio la espalda a Calypso y lo ignoró como si no estuviese allí.

Horas más tarde, Gaal comenzó a notar un fuerte dolor en el estómago que poco a poco se traslado a todas las partes de su cuerpo. Notó como la fiebre calentaba su cuerpo. Naar, preocupado, lo llevó a la cueva donde vivía y lo tumbó en un mullido lecho de algas, pero Gaal ya no parecía percibir nada. Retorcido y encogido se agarraba el estómago sufriendo un dolor indescriptible. Poco a poco, una pesada niebla inundó su mente hasta que lo sumió en la inconsciencia, con un último pensamiento: "¿Volveré a abrir los ojos?"...