Partida Rol por web

Primavera 1152

Misión: Llevar un Cargamento de Armas hasta Darkwater

El frío atenazante de la última hora de la noche se filtraba por los cristales de aquellos que tenían ventanas. Para los que no, las ascuas de sus estufas eran suficientes como para mentener el aire de las habitaciones seco y tibio, una confortable ventaja a cambio de las vistas.

Se vistieron capas, cinturones y armas y se lavaron rostros con agua fresca. Algunos tomaron una colación ligera antes de partir: media avellana en el estómago y media atada en el cinto, para el camino.

Cuando los guardianes arribaron a los establos, Lockhaven continuaba dormida y silenciosa, solo el líder de la patrulla ya se encontraba allí, termiando los preparativos. El carro era pequeño, de dos ruedas, y sin bestias de carga. Era uno de esos que tendría que ser empujado por un ratón, lo que desanimó a todos. Una hoja de roble recubría el cargamento, atada firmemente para proteger el metal de la lluvia y también para mentener oculto el contenido. Un vistazo rápido les permitía ver espadas, cuchillos y cascos para 15 o 20 ratones. Por encima de la hoja había una bolsa tejida con provisiones.

Dolan llevaba su gorro de ojas en la cabeza y un escudo, del tamaño casi de la puerta de una madriguera, colgado a su espalda. Le gustaba madrugar y ver amanecer en el camino. Y aunque el día prometía ser frío y gris las nubes, al contrario que al resto de ratones, no le entristecían si no que le inspirában mejor ánimo.

-Buenos días-dijo a los compañeros que estaban o iban llegando- esperaba que al menos el carro lo tirase una liebre...-dijo mirando las armas. Se descolgó el escudo y lo puso sobre la pila de armas, añadiendo más peso al carro- No me mireis así, no puedo tirar del carro cómodamente con el escudo a cuestas. Luego cuando cambiemos lo quito pero ahora puedo llevarlo yo un trecho no os preocupeis-dijo con una sonrisa.

Bellafide se arropaba en su propia capa, con la capucha casi cubriéndole los ojos. Caminaba arrastrando los pies cual prisionero y su nariz sorbía repetidas veces. ¡Maldito sea el vino de hongos! Y maldita sea también su predilección de gastarse unas monedas de más en aquel impío aguardiente antes de cada misión. Claro estaba que necesitaba mantener su propia bodega llena si algún día deseaba abandonar la guardia para cumplir su sueño de ser un famoso mercante de licor... Pero más claro era que su mayor rival no sería otro vendedor si no su propia incapacidad de controlar la bebida.

Así que ahí estaba, con el ceño fruncido, el estómago revuelto de gachas y un humor que intentaba lo más posible alejar de lo arisco. Para fortuna de él, una bocanada de aire fresco ayudaría a disipar todos los males de aquella noche de excesos.

El alma se le cayó a los pies ante la posibilidad de que le tocara tirar del carro. De repente, el ratón sintió como si el peso de todos aquellos cascos, espadas y escudos ya estuviese destruyendo su espalda y hombros. Para su fortuna, ya Dolan había ofrecido dar la primera zancada hacia Darkwater. No tenía que decirlo dos veces. Para Bellafide, ya el día estaba haciéndose más claro.

—Apenas nuestro primer día de viaje y ya te considero un hermano, estimado Dolan —admitió, mientras que forzaba una sonrisa más o menos decente—. Los demás no deberían tardar en llegar, y eso de malo no tiene nada... mientras más tiempo tengamos para despejar el sueño más amena se hará la caminata.

El ratón dejó caer su espalda sobre uno de los costados del carro y se apretujó contra la capa marrón. El frío matutino roía sus huesos como si estuviesen en pleno invierno y su nariz sorbía como si un canal se estuviese escapando por ella. Lo último que necesitaba ahora era un resfriado antes de partir.

- Buenos días patrulla. – Dijo amable Goran. – Espero que hayan podido descansar bien.

Acabó de ajustar el equipaje con cuerdas y sonrió con aprobación a la iniciativa de Dolan de ser el primero en tirar del carro.

- A parte del que tire del carro también habrá que repartir el resto de la formación de marcha. Un explorador un poco adelantado nos permitirá anticipar lo que encontremos en el camino y alguien a la retaguardia se asegurará que nadie nos sorprenda por la espalda. El otro guardia creo que se debería quedar cerca del carro para asegurarse que avanza sin problema. ¿Les parece bien?

Dijo mirando a los ratones.

Willard llegó a los establos con paso decidido. Se llevó las manos a la boca y sopló para calentárselas soltando una nube de vaho. Aunque andar le había quitado un poco el frío seguía sintiendo las manos heladas.

—Buenos días —saludó—. Veo que soy el último en llegar, este frío engarrota mis piernas. Dolan te agradezco que seas el primero en llevar el carro, por lo menos hasta que entre un poco en calor. —Observó el carro calculando el peso— El próximo en llevarlo seré yo, si os parece bien, y respecto a la formación no tengo ningún problema en ir a la cabeza observando el camino con ojos despiertos, de paso caliento las piernas.

Miró al resto de los ratones mientras seguía soplando sus manos.

La patrulla abandonó Lockhaven cubiertos por una fresca noche. Los primeros rayos del alba no tardaron en romper las tinieblas y comenzar a entibiar el aire.

Los ratones marcharon como había indicado Goran, y lo hicieron por un buen trecho. Durante la mañana Dolan y Willard tiraron del carro, se detuvieron para comer, y tras el almuerzo continuó el turno de Goran y Bellafide.

La primavera estaba llegando, pero el invierno no quería irse del todo. El sendero por el que abanzaban estaba claro entre las hierbas altas. Aunque la nieve continuaba en buenas cantidades, ya se comenzaba a ver la tierra y los tallos tiernos, pero aquí y allá habían charquitos de agua o barriales.

El poco tráfico que había tenido el camino, según las palabras de la propia Gwendolyn, se notaba. Ninguno sabía si para bien o para mal. Si el camino hubiese sido más utilizado, era probable que se hubiesen encontrado con más barriales o nieve apartada, pero un sendero más claro, por donde transitar con el carro, se hubiese dibujado. Tan poco tráfico les convertía, de hecho, en los primeros en una temporada en decidir cómo evadir los obstáculos, ramas rotas, piedras, nieve y charcos que ningún ratón había tenido que evadir o quitar previamente.

(Imágen ilustrativa: no llueve ni hay un río)

A pesar de esto, el viaje se hizo apacible, sin demasiadas complicaciones. El claro obstáculo era el mismo carro que había que tirar, lo que se había convertido en una tarea más tediosa que compleja.

Fue entonces cuando en mitad de la tarde se encontraron con un problema que deberían de resolver si querían continuar. Un enorme charco, de 100 cuerpos* de longitud y quién sabe cuánta profundidad, cubría completamente el sendero y se internaba hacia los lados, cubriéndo las bases de las hierbas altas.

Continuar arrastrando el carro resultaba imposible, evidentemente no flotaría, salvo que construyeran balsas. Pero rodear el agua significaría internarse en la vegetación, abriendo un nuevo camino lo que también llevaría su esfuerzo y tiempo.

-Vaya-masculló Dolan al ver aquel enorme charco. No parecía muy profundo pero seguramente el carro se hundiría y perderían las armas- parece que la nieve empieza a derretirse. No nos queda otra que ir por ahi-dijo señalando la espesura a un lado del camino- y bordear el agua. Con suerte además pasaremos desapercibidos y por otro lado haremos un camino para cualquiera que tenga que pasar por aqui en estos días-dijo sin perder su ánimo.

-Tu que opinas, Goran?-Preguntó al lider de la patrulla. Quizás el viese otra solución.

El ratón observó unos segundos el charco sopesando los riesgos del viaje en barca.

- Sí, creo que la mejor opción será buscar una ruta que esquive el charco, aunque consiguiésemos hacer una balsa nada nos indica que el carro no se quedase atascado en el barro, tanto al entrar en el agua como al salir. Además si la barca se hunde perderíamos la carga.

Después miró a ambos lados del camino sopesando cuál de los dos lados sería más fácil de recorrer.

- Willard, Bellafide. ¿Porqué no os adentráis un poco en cada lado del camino para ver cuál es el mejor camino para pasar, el izquierdo o el derecho? Goran y yo nos quedaremos vigilando las armas.

Willard disfrutó de la brisa fría que golpeaba su cara después de varias horas en el camino. Cogió una piedra y la lanzó, rebotó en la superficie hasta que se hundió rompiendo la tranquilidad del charco.

—Creo que va a ser más rápido y fácil si hacemos el camino en lugar de buscarlo —dijo mirando al resto de ratones—. Seguramente el camino original esté debajo del charco y si encontramos algún camino secundario puede que no esté pensado para un carro de este tamaño. Si al menos hubiera traído un mapa podríamos comprobar por donde sigue el camino. ¿Qué piensas Bellafide?

Bellafide miraba con ausencia el gran charco, luego a los lados, luego al charco otra vez. Pateó una pequeña roca que se adentró en el agua y luego dejó caer sus hombros. Parece que el trabajo iba a ser más complicado que tedioso esta vez. Y temía que esta fuera simplemente la primera en una larga lista de dificultades a superar. Pero en el viaje era que se hallaba el disfrute ¿No es verdad?

Se acercó a Willard y se frotó la nariz con una zarpa, como meditando cada una de sus palabras con aire crítico.

—Pienso que, en efecto, es una pena que no hayas traído un mapa... estimado Willard. Sin embargo, lo que dices es verdad; de una u otra forma tendremos que crearnos nuestro propio camino si deseamos avanzar. Solo es cosa de ver donde el agua se hace menos profunda y ponernos a cortar ahí. Las hierbas caídas podrían soportar el peso del carro el tiempo suficiente como para que este no se hunda. Prepara pues tu sable, socio —dijo el ratón mientras desenfundaba su corta espada—. Tenemos un trabajo de jardín por delante. Voy tras de ti, compañero.

Ciertamente Bellafide no quería ponerse a cortar tallos durante toda la mañana, pero alguien tenía que ponerle ánimos al equipo. Por fortuna para él, cuatro ojos veían mejor que solo dos y confiaba plenamente en sus habilidades de orientación, encontraría un camino en menos de lo que grazna un ganso y si no pues contaría con las espadas de Willard y Dolan para abrir un nuevo paso.

Willard sacó la espada de su vaina y se dirigió a la zona donde el agua era menos profunda.

La patrulla se dividió, siguiendo el plan indicado por Bregon. Él y Dolan permanecieron junto al cargamento, mientras Willard y Bellafide se dispusieron a adentrarse en la hierba alta.

Durante un buen rato estuvieron cortando tallos. Los más frescos y jóvenes eran lo suficientemente blandos como para roerlos, por lo que decidieron usar los dientes que desperdiciar el filo de sus armas. Otros, los más duros, cayeron tras dos o tres tajos. Encontraron pozas de barro que cubrieron con las mismas hojas que cortaban y rodearon una piedra de dos cuerpos de alto.

Tras un buen rato, el agua les dejó rodear el charco como para retornar el camino principal. Aprovecharon un pequeño sendero natural que se abría entre piedras y una mata de abrojos, que les permitío avanzar unos cuantos pasos sin tener que esforzarse demasiado.

La luz de la tarde todavía seguía brillando cuando volvieron atrás y le informaron al resto de la patrulla que habían conseguido abrir un pasadizo hasta el otro lado del charco. Entonces los cuatro ratones se encaminaron escoltando el preciado cargamento, rodeando el agua. Las ruedas se trancaron en un par de ocasiones, donde todos tuvieron que ayudar a empujar, pero el carro pasó sin mayores complicaciones.

Cuando la patrulla estaba dejando el sendero nuevo para continuar por el camino principal, dejando atrás el charco y un par de horas de esfuerzo y sudor, un graznido en lo alto los puso en alerta de inmediato.

La sombra del ave se recoró en el suelo y se volvía más nítida a medida que descendía en círculos concéntricos. Los pelos de los ratones se erizaron de inmediato, pero antes de poder reaccionar el Cuervo ya se encontraba frente al carro. Los ojos del animal se centraban en el cargamento: los bártulos llamaban su atención como si se trataran de preciadas avellanas.

Graznó por segunda vez y dio un osado paso hacia ustedes, tratando de picotear el equipaje. No podría llevarse todo con su pico, pero si alguna parte, o incluso podría romper el carro. Si remontaba vuelo, y era lo suficientemente malvado como para usar sus garras, podría llevarselo todo en un segundo.

Willard, que era el que se encontraba más cerca del animal, fue el segundo objeto de su atención. La criatura graznó y lanzó un peligroso picoteo contra el ratón.

-¡Cuidado!-Grito Dolan sacando rápidamente su escudo y saltando al frente, interponiendo su escudo entre el cuervo y sus compañero. Se exponía a que lo atacase a él pero trataba de mantener su escudo en lo alto bloqueando en todo momento el pico del ave.

-¡Alejaos de su pico!-les dijo mientras mantenía a raya al pajaro. Tendrían que espantarlo lo más rápido posible por que no aguantaría mucho más los golpes del cuervo.

En cuanto la sombra del cuervo oscureció el cielo Willard se puso alerta, de forma que no le sorprendió cuando intentó picotearle. Con una finta esquivó el ataque y con el propio movimiento golpeó entre los ojos del ave. Mientras esto ocurría el resto de ratones se habían acercado preparados para atacar, aunque Willard intentó quedarse en una posición adelantada.

—¡Estad alerta, es de pico rápido! —gritó.

Cuando la sombra del ave se dibujo sobre la carreta Bregon avanzó con paso decidido a enfrentarse al enemigo. El cayado en su mano le daba cierto alcance lo que le permitiría, o eso esperaba, mantener a raya al cuervo. Además había estudiado con ahínco los pájaros, siempre le había fascinado su vuelo, y veía que no se trataba de un cuervo adulto, parecía más pequeño de lo habitual, lo que haría que fuese más curioso que valiente. Realizó unos aspavientos con el palo para ahuyentarlo, pero sin descuidar la guardia.

Tras una ardua rutina de creación de caminos el sol empezaba a ponerse y los cansados ratones se aproximaban otra vez a la carreta para continuar avanzando. El camino había sido despejado y permitía el paso tranquilo alrededor del charco. ¡Eran unos genios! Y lo mejor de todo es que ahí estaría el camino otra vez en el viaje de vuelta a Lockhaven. Una sonrisa confiada en el rostro de Bellafide mientras que descansaba era un indicio de que el ratón esperaba que fuera el mayor de sus problemas.

Para desgracia, la suerte de la patrulla cambiaría radicalmente con la aparición de un problema alado. Un demonio de plumas negras atacó sin piedad el carro intentando llevarse el armamento (y a Willard) a base de picotazos. Bellafide maldijo al cielo por haberles traído tal amenaza y desenvainó su espada. No se lanzaría a la vanguardia como el valeroso Dolan habría hecho, más bien intentaría imitar el ejemplo de Willard y buscaría una posición ventajosa que le ayudara a herir al animal para hacerlo huir. Con un poco de suerte, bastaría con hacerle un corte lo suficientemente profundo en una de sus patas.

El Cuervo cerró su pico en el aire la primera vez que intentó alcanzar a Willard. El ratón fue rápido y ágil como para esquivarlo sin mucha dificultad. Dolan por otro lado saltó al frente con su escudo y se interpuso. El animal se sorprendió ante la osadía del guardian y contraatacó, dándose el pico contra contra el escudo.

Mientras el Cuervo se reponía de su fracaso, sacudiendo la cabeza en señal de desagrado, el líder Bregon avanzó con su bastón, haciendo ademanes para que el pájaro se decidiera a huir. La patrulla comprendió en su mirada confundida que pronto se daría por vencido, pero justo observó a Bellafide escabullirse por un costado, intentando ganar una mejor posición para atacar. El azabache plumífero abrió sus alas súbtiamente, golpenado a Willard y Bellafide.

Era evidente que huiría en cualquier momento, los ratones habían actuado rápido y habían demostrado que no le tenían miedo. Seguramente al animal no le faltaban demasiados argumentos para emprender el vuelo.

-¡Vamos!¡Aquí!-gritó el ratón golpeando con el canto del escudo en el suelo para llamar la atención del cuervo. Le preocupaba que sus compañeros acabasen heridos pero lo estaban haciendo muy bien. Hasta diría que alguno de ellos tenía experiencia, como él, en combatir animales. Era un gran grupo y se alegraba de tenerlos a su lado, pero debían hacer huir al cuervo antes de que fuera peligroso.

-¡Vamos compañeros! ¡Un esfuerzo más y se dará por vencido!-les dijo a sus compañeros tratando de animarlos.