Partida Rol por web

Jano sacudió la cabeza y frunció el ceño.

-Tenéis razón, siempre dije que la sangre Baratheon es algo especial respecto al trono que hace palidecer la dignidad de todos los candidatos, y no se me escapa que la política de los señores requiere de acciones como las que planteáis... Pero hablaba de la gente... -el pastor hizo una pausa y miró a los presentes-. En los últimos cincuenta o sesenta años Poniente ha encadenado guerras cruentas que han desangrado a los hombres. Todas las generaciones recuerdan una, y no me extrañaría que el ánimo del pueblo se hartara... Señores, yo sólo digo que los  grandes señores ambicionan el poder que legítimamente pueden poseer, pero que los pequeños caballeros, los villanos y campesinos necesitan creer; en algo o en alguien -Jano miró a Lady Water-. Creer que las cosas pueden ser mejores. Hablaba de la fidelidad y el entusiasmo, fuerzas que van más allá de las intrigas y que tienen verdadera fuerza -Jano se encogió de hombros y sonrió-. De alguna forma me pasa a mí, sólo soy un pastor que no recuerda haber prestado nunca juramento de lealtad a ningún señor, y estoy aquí cuando podría no estar.

Alzo las manos pidiendo calma y los observo tensa un instante.

-Ser Boros, ocupaos pues de que vuestros hombres se distribuyan por nuestras fronteras y ordenadles que envíen mensajes a Harrenhal periódicamente -zanjo la cuestión de los exploradores, que, la verdad, es la que menos me preocupa ahora mismo-. Acerca de Lord Hogg... No dudo que sea inteligente, pero precisamente por eso hemos de tener cuidado: un aliado inteligente no significa necesariamente un aliado fiable. Y sobre el matrimonio -arqueo una ceja y niego con la cabeza-, no voy a desposarme con su hijo de catorce años. Soy señora de esta Casa y sé que debo casarme -miro resignada a Lord Tudbury-, pero también que mi matrimonio puede ser una útil herramienta en nuestros planes, y precisamente por eso la sangre Baratheon no debe contentarse con cualquier cosa.

Estoy convencida de mis palabras, pero no sólo me niego en redondo porque los Hogg no sean bastante para mí. Pensar en el matrimonio me incomoda hasta el punto de sentirme asfixiada.

-Jano -retomo la palabra tras unos instantes-, tienes mucha razón. La sangre de dos reyes corre por mis venas, y quizás haya muchos en Poniente que prefieran ver regresar al venado coronado antes que aceptar el gobierno de un rey de Dorne. Pero aún es pronto... No somos más que un cervatillo rodeado de fieras, hemos de esperar a crecer y fortalecernos. Sin embargo... -observo al pastor y después al resto, pues una idea ha prendido en mi cabeza-, ¿por qué no comenzar a extender rumores sobre la verdadera sangre Baratheon? Que los hombres de Poniente escuchen acerca de la legítima heredera de Robert, acerca de aquélla que vengará el nombre de Stannis y terminará con las vilezas y las mentiras de R'hollor. Que se extienda la voz: estoy viva y quiero justicia, para mí y para todos aquéllos que la merecen. Si generamos simpatías hacia nuestra causa, cuando salgamos a la luz habremos recorrido ya una parte del camino.

La señora mesura astucia a cada momento. Me sonrío ante la respuesta que ofrece a Tudbury, al menos conoce muy bien el valor de su soltería.

- La idea de los rumores me parece excelente, nada ama más la gente que los héroes vengadores, y su regreso de la muerte le daría una pátina de mito. Además las gentes de estas tierras tiene un apego muy grande por sus Siete, este nuevo dios será rechazado, al menos al principio.

Jano sonrió satisfecho y miró a Lady Sylven con un asomo de algo más que la suficiencia... ¿condescendencia, quizás?

-A esas ideas quizás les falte algo de poesía, señora, pero entiendo a qué os referís y estaría gustoso de hacer oír vuestro susurro, futuro bramido del ciervo coronado. Sin embargo, también me refiero a la justicia... Cultivar las virtudes de lo sabios y honorables, y el pueblo las conocerá, y os amarán por ello -Jano se atrevió a mirar a la joven a los ojos-. Sed virtuosa, más que todos los hombres que aspiran a alcanzar el trono a golpe de hierro y sangre y los humildes, siempre castigados, os amarán. Ellos no tienen espadas ni caballos, pero son la base que cimenta todo reino poderoso. Para los grandes de Poniente, mucho menos cercanos al entusiasmo y difíciles de conmover por los versos -dijo con un gesto desdeñoso ignorando la presencia de nobles y caballeros ante él-, supongo que tendréis que emplear otro tipo de argumentos.

Miro ceñuda a Jano durante un largo instante de silencio. Quizás tenga razón, pero me cuesta atender consejos de un pastor.

-De acuerdo -asiento por fin-, entonces he de encargaros algo a Lucyen y a ti. Parece que sabes hablar como los poetas, así que tu deber será redactar las gestas de esta Casa, desde el terrible final de mi padre y mi hermano hasta donde quiera que el destino nos lleve. Vos, Lucyen, sois un docto erudito; pondréis por escrito mi ascendencia hasta el primer Baratheon. Declarad el porqué de mi justa venganza y demostrad la pureza de la sangre que me legitima. Y yo cultivaré esas virtudes que el pueblo ama.

Así se hará,  mi señora- responde Lucyen- lo haré lo mas rápido posible, pero os pido paciencia. Lo mismo para la misión del joven Jano. Este tipo de trabajos hay que hacerlos con calma y meticulosidad si quiere uno que salga bien. 

Rocken miró con el ceño fruncido a su señora, poco acostumbrado a que alguien no obedeciese sus órdenes -Lo de los rumores es una buena idea y has elegido a buenos consejeros para actuar. Pero al igual que das ese papel a los hombres más indicados debes tener en cuenta la opinión de tus mayores y no niña, no pensaba casarte con el hijo de un simple lord, te pensaba desposar con alguien más importante, con el joven rey Arryn. Si fueras hombre te trataría de desposar con Asha pero creo que no os entenderéis en el lecho y el hijo recién nacido del Rey Bran Stark no me parece el más indicado para ti.

Me giro hacia Lord Tudbury con los ojos encendidos.

-Disculpa -contengo el deseo de gritar-, no eres tú quien tiene que desposarme con nadie. Yo soy tu señora y tú mi vasallo. Comandas mi ejército y mandas sobre mis hombres, pero no sobre mí. Juraste. Me debes lealtad y respeto, y ya he tenido suficiente paciencia. Si tu edad y tu experiencia te impiden obedecer a una mujer joven, tienes mi permiso para coger a tus hombres y largarte; olvidaré tu juramento. Pero si te quedas para servir a la causa Baratheon, entonces más vale que empieces a comportarte como un caballero ante su señora.

Lord Rocken pegó un fuerte puñetazo en la mesa de madera-Si alguien debe dejar este lugar sois vos, mis hombres lo han obtenido con su sudor y sufrimiento. Dime ¿que has obtenido con tu propio sudor, con tu propia sangre? No oses exigir mi lealtad cuando desechas mis palabras, tus únicos deberes como mujer, y tus hombres mueren siguiendo tus órdenes. Tal vez esté equivocado contigo y no seas tan distinta a tantos otros...

Lord Rocken pretendió continuar discutiendo cuando el silencioso soldado, Ser Huss, se interpuso entre este y su señora -Deteneos. Vuestros hombres, de ambos, tienen bastantes enemigos allí fuera como para buscar nuevos entre nosotros mismos. Además, lo que nos une a todos no son nuestros juramentos o ideales, solo un sentimiento, venganza, venganza ante aquellos que nos han traicionado, atacado e intentado asesinar. Cuando acabemos con nuestros enemigos podréis dividiros o enemistaros -los ojos del guerrero pasaron de los de su señora a los de el Lord para terminar en el mapa que aguardaba en la mesa -pero no antes. He hecho un recuento de soldados que tenemos a nuestra disposición. Lord Darius trajo consigo a doscientos infantes y cincuenta caballeros de la Casa Sunglass, junto a otros ciento cincuenta infantes, cincuenta caballeros, cincuenta batidores y cincuenta arqueros que renegaron de la Casa de la Luz tras la traición a Lord Gendry. Además cuenta con tres barcos, con ciento cincuenta tripulantes en total -comenzó a explicar mirando al joven Lord cuyos hermanos habían caído y cuya familia estaba en peligro.

Boros Morrigen -continuó, saltándose el título del hombre, tal vez por falta de respeto o simple desconocimiento -trae consigo a doscientos infantes, cien arqueros y cien batidores, todos ellos bastante experimentados. Además, si no me equivoco, cuenta con cincuenta caballeros veteranos, de los tiempos del rey Stannis Baratheon.

Lord Rocken sin duda cuenta con el mayor número de efectivos pero muchos de sus hombres son personas arrojadas a la guerra, gente que no debería derramar más sangre -sentenció el guerrero en último lugar -en sus filas tiene trescientos infantes, cien arqueros, cien batidores y cien caballeros. Ustedes, hombres de letras, haced las cuentas, observar cual es nuestro poder y pensad en las posibilidades que tenemos, en nuestros enemigos y, especialmente, en nuestros potenciales aliados, aunque no sean peces gordos.

Me mantengo a margen de semejante discusión. Posiblemente Lady Sylven aún tenga que ganar confianza como señora, así no necesitará demostrar que lo es a cada provocación. De todas formas el punto de Lord Tudbury no es errado, la señora posee un tesoro extraordinario en su soltería que seguramente podría ayudar mucho a su insipiente casa. Deberá evaluar muy bien sus opciones.

- Además del mejor aliado que puedan tener, la Reina Asha, sugiero a la señora que ponga sus ojos en occidente. No sólo los Lannister pueden ser de ayuda, sus vasallos Lefford y Swyft son casas con recursos y tengo entendido que sus señoras están en una posición similar a la suya, puede que enpaticen. - Cierro con una leve sonrisa

Aún existían diferencias entre Lady Walter y Rocken Tudbury, lo que suponía un problema para su bando. O se mantenían unidos o podían dar finalizada su cruzada. 

Conocer el número de nuestras fuerzas solo puede reafirmar en algo que ya sabemos todos- intervino Lucyen tras escuchar las palabras de Ser Hess y Drake- no tenemos una fuerza que pueda significar una verdadera amenaza. Hay que pensar en cerrar alianzas. El caballero Drake ha tenido una buena idea: no nos cerremos a ningún bando. El oeste también puede servirnos a nuestros propósitos. 

Creo que lo prudente sería hacer un listado de todas aquellas casas que creamos que pueden ayudarnos a nuestra causa. 

Agradezco las intervenciones de Drake y Lucyen antes de que pueda llegar a saltar contra Lord Tudbury, pero con las mandíbulas apretadas y el ceño fruncido mantengo mi mirada aún unos instantes en el veterano caballero antes de volver la vista al mapa.

De Tudbury me ocuparé más tarde. La situación de esta Casa ya es bastante problemática, no quiero entre sus filas a alguien que pone en entredicho mi autoridad a cada ocasión. O encuentro la manera de cambiar eso o prescindo de él, por muchos hombres que aporte a mi causa.

-Tenéis razón, Lord Blacktyde. Enviaré mensajes a Lady Janei y Lady Darlessa -digo tratando de relajar la tensión de mi voz-. Y también tenéis razón vos, Lucyen, pero no sólo debemos pensar en quiénes pueden ayudarnos sino también en qué ofreceremos nosotros a cambio. He aprendido que en este mundo nadie regala nada, ¿y qué podemos dar nosotros, que apenas tenemos una fortaleza ruinosa? Por eso preciso de vosotros, Lucyen y Jano, debéis escribir, y pronto, lo que os he encargado. No tenemos oro ni soldados, pero contamos con la legitimidad de mi sangre Baratheon y de mi venganza: podemos convertirnos en los líderes de aquéllos que no quieren dioses extranjeros en Poniente.

No nos subestiméis, tenemos fuerzas suficientes para derrotar a cualquier casa menor, tenemos la última sangre Baratheon de Poniente y tenemos a uno de los maestres más famosos de Poniente, junto con un aprendiz cuyo saber haría envidiar a los estudiantes de Antigua, si no estuvieran muertos -puntualizó Tudbury, tratando de no volver a desatar una discusión -deberíamos entrenar a los hombres más inteligentes que tenemos en la medicina y otras artes pues, ahora mismo, son un bien escaso y, cuando la guerra acecha, todas las manos capaces de curar son muy bien pagadas. Y un último consejo, Lord Donnel Swann es un fiel servidor de los Siete, no creo que la nueva fe de Tommen le agrade demasiado...

La reunión va tomando forma. Ya hay algunos nombres de posibles aliados y, como afirma Lord Tudbury, las fuerzas de la verdadera Casa Baratheon tienen al menos con qué empezar. También cuentan con la sapiencia de los sabios, de los pocos que quedan gracias al accionar de Harlaw.

Para cerrar este círculo sólo necesitan posicionarse, me entusiasma ver el crecimiento desde las cenizas de Lady Sylven. Espero poder ayudar como tengo planeado. Doy unos pasos hacia la señora y hablo mu bajo.

- Milady, realmente necesito intercambiar algunas palabras en privado con usted. Si conseguimos ponernos de acuerdo puedo ofrecer bastante ayuda y tengo algo así como un plan militar también. Pero si no llegamos a coincidir en nuestras ideas no podré ayudar en nada. - Hablo por lo bajo, hay negociaciones que un verdadero lider debe hacer en privado.

Lord Tudbury ha realizado una apreciación importante- dice el aprendiz- entre mi maestro y yo creo que podremos escoger al personal que pudiera estar capacitado en las artes de la curación. 

-De acuerdo -asiento a las últimas palabras de Tudbury y el aprendiz-. Maestres, ocupaos de seleccionar a algunos hombres y de enseñarles las artes de la curación. Pero, Lucyen, no olvidéis mi otro encargo. Y tú tampoco, Jano. Yo escribiré hoy mismo a Lady Janei, Lady Darlessa y Lord Swann. Si nadie tiene nada más que decir doy por concluida la reunión. Hablemos ahora, Lord Blacktyde -digo antes de girarme hacia el Caballero Tortuga-. Y con vos hablaré después.