Partida Rol por web

Tras un par de días de viaje llegáis a Lanza del Sol, donde habéis sido llamados a la presencia de la Princesa de Dorne. Sois conducidos por varios siervos en el interior de su palacio y, antes de entrar en las estancias en las que os debe estar esperando vuestra señora, os encontráis con Lady Jeyne Fowler, que os saluda con una sonrisa en la cara y una mirada de reproche que lanza directamente hacia vuestros útiles de guerra.

Entráis en las estancias que os indican y allí veis a una gran multitud sentada alrededor de una mesa. Las caras de todos los hombres y mujeres sentados alrededor de esta os son conocida, aunque no las de aquellos que aguardan desde lejos, apoyados en las paredes, posición que debe ocupar Garth pues él no es llamado por la princesa a sentarse.

Entre los presentes, además de la princesa Arianne Martell, se encuentra su marido, Lord Edric Dayne, Quiros, el sacerdote rojo que tantas veces ha insistido a Valena para que se una a su fe y su propia madre, Nymella Toland.

Lady Fowler, Lady Toland, gracias por responder a mi llamada, podéis sentaros. Garth, gracias a ti también, colocaos donde deseéis -saluda la princesa con una sonrisa amable en el rostro -antes de empezar quiero ser clara, confío en todos vosotros y lo que os voy a decir es muy comprometedor. Si alguien no desea escuchar verdades que le puedan causar problemas puede salir inmediatamente por la puerta y nada ocurrirá ni le despreciaré por ello.

Valena se encontraba sentada con las piernas cruzadas, miraba con interés a las personas que se encontraban en la sala. Sus ojos recaían especialmente en la Princesa de Dorne, la señora de su Casa, en quien confiaba y creía. Antes de entrar se había encontrado con Jeyne Fowler, con quien compartía vasallaje y objetivos, aun cuando su forma de afrontarlos era tan diferente entre las dos.

Las noticias de la muerte de la Reina habían cambiado muchas cosas allí en el sur, y sin duda una reunión como aquella no podía tratar otro tema de fondo que no fuera aquel. Los miembros de la reunión y la actitud seria de Arianne confirmaban todavía más sus sospechas. Miró a su madre esperando si debía o no contestar, su silencio fue una invitación para que la guerrera pelirroja pudiera responder.

- La verdad es el único camino hacia la justicia. ¿Quién abandonaría esta sala abrazando la ignorancia y la injusticia? Podéis contar con mi presencia, Princesa, escucharé lo que queráis decir.

Al entrar en la sala en Maestre se retiró hasta la pared inmediatamente detrás de Valena, manteníendose en un segundo plano pero agradeciendo con una sonrisa la invitación de la princesa. Mientras Lady Fowler y el resto de los miembros de la reunión tomaban asiento Garth no podía dejar de pensar en cómo los acontecimientos se iban dirigiendo inevitablemente hacia la guerra.

Llevaba varias semanas en las que le estaba costando dormir, no podía evitar pensar en Antigua, su ciudad natal. Para muchos maestres ese lugar simbolizaba la cuna del conocimiento, un baluarte de la sabiduría y el saber. Y también lo era para él, pues allí se había forjado su cadena. Sin embargo, la ciudad que había sido saqueada salvajemente también era el lugar en el que toda su familia y todos sus ancestros habían vivido.

El Maestre se encontraba ansioso por saber cómo reaccionaría la Princesa de Dorne a ese ataque, ¿se sentiría agredida por los Greyjoy? A partir del regreso de la Reina las posesiones que circundaban Antigua habían pertenecido a los Martell, y aunque la ciudad que regentaba su familia, los Hightower, era neutral tal vez Arianne tuviera algo que decir hacia ese asunto.

Esperó pues expectante a que la reunión iniciara, guardando silencio hasta que su opinión fuera requerida. Escuchando a aquellos que, como justo en ese momento había hecho su señora, decidieran si se quedaban o se iban.

Todos los presentes mantienen su posición, ya sea sentados en la mesa o cerca de las paredes, mientras asienten con la cabeza cuando los ojos de la Princesa se dirigen hacia ellos.

Bien, veo que estamos en una gran familia, donde nadie guarda secretos y puede hablar con total confianza -dice Lord Edric Dayne, el esposo de la princesa, rompiendo el silencio -y yo voy a ser el primero en hablar sin tapujos. Nuestros ejércitos están protegiendo a un cretino mimado que no sabe que hacer con la posición que ha obtenido, mi cuñado.

Valena afirmó ante las palabras de Lord Edric Dayne. Era cierto que los hombres de Dorne estaban apoyando la causa de Quentyn, cuando no era ni el apropiado ni el que tenía derecho a ese trono según las leyes del sur... Eso era un hecho indiscutible, y a ella como mujer y como dorniense le enfurecía, ¿En qué estaría pensando Daenerys nombrando a Quentyn sin consultar antes a la Lanza del Sol?

Sin embargo Valena sí pensaba que por lo menos estaban defendiendo a un Martell frente a todos los otros infames candidatos que también luchaban por el trono de hierro... Lo que hacía a Quentyn el mejor, simplemente por ser el menos malo. La situación era cuanto menos extravagante.

- Lord Edric, decidme, ¿habéis mantenido correspondencia con él? -  estaba claro que se refería a Quentyn - Sólo lograría ser Rey mientras Dorne le apoye, ¿es consciente de que debe más pleitesía a Lanza del Sol que nosotros al Trono de Hierro?

Mientras Valena manifestaba sus opiniones el Maestre se dedicó a reconocer y memorizar los miembros de las casas que estaban presentes, así como los ausentes o los que pudieran tener una actitud sospechosa. Él no tenía nada que decir, pero eso no quería decir que no pudiera ser de ayuda...

La heredera a la casa Toland pronto se enredaría en una discusión, en las reuniones de nobles siempre acontecían discusiones, y sería mejor que él tuviera la mente fría mientras ella defendía la posición de su casa.

Lord Edric asintió ante las palabras de Valena, haciendo un gesto con la mano que cubrió toda la sala, a todos los asistentes -Si, he mantenido correspondencia y, por desgracia, parece que no es consciente de su posición. Incluso ha llegado a citar ciertas palabras que, a ojos de personas mal pensadas, podrían dar a entender que mi hija, actualmente en Desembarco del Rey, corre peligro si no obedecemos sus exigencias. Por suerte las Serpientes de la Arena y R´hollor le han hecho entrar en razón, nombrandose así regente de nuestra amada hija, Elia Martell. Esperemos que el Señor de la Luz la proteja.

Los murmullos y palabras cargadas de ira no tardaron en resonar en la estancia ante la posible amenaza que Lord Quentyn había alzado contra la princesa Elia Martell, hija de dos de los nobles presentes.

Ese Quentyn siempre ha sido un chiquillo estúpido alejado de la realidad. Vos deberíais ser la Reina de Poniente, mi señora, no vuestro hermano.

- ¿Ese hombre está loco, o simplemente Desembarco del Rey le ha corrompido la sesera? ¿Cómo va a ser él regente de Elia? Además, como dice mi madre, no tiene sentido que la hija reine antes que la madre. La pequeña Elia reinará a su debido tiempo.

Ese hombre ponía de los nervios a Valena... ¿No podía actuar con honor? ¿Acaso le supondría mucho problema aceptar la ley de Dorne y ceder el reino a su hermana? Ella le recompensaría, sin lugar a dudas; tal vez le nombrara jefe de la Casa Martell (para desgracia de Dorne, claro) o miembro del Consejo Real... El problema era su ambición y su manera de actuar, taimada y ladina. Ese tipo de personas enfurecían a la heredera de la casa Toland.

- ¿Y qué pensamos hacer? Nombrándose regente ha reconocido que es vuestra línea de sangre la que debería reinar... Por otro lado, si luchamos entre nosotros el resto de las casas aprovecharán, y finalmente ninguno de los Martell reinará. ¿Tenemos algún plan?

El Maestre Garth sonrió para sí mismo... Ese Quentyn había pasado sin duda alguna demasiado tiempo en la capital del reino... Como bien decía su señora estaba corrompido. Garth provenía de la familia Hightower, en Antigua, una ciudad muy cercana a Dorne, y ya llevaba unos años en esta tierra... Entendía que los presentes se enfurecieran con la actitud de Qyentyn, estaba actuando como haría Petyr Baelish y no como se esperaría de un Martell.

Para alguien versado como el Maestre era obvio que se trataba de una de esas maniobras cortesanas para poder mantenerse en el poder fingiendo un cumplimiento de las normas... Pero era un movimiento tan incapaz... Ni le daba el verdadero poder a él ni se lo daba a su hermana, quien debería ostentarlo... Era la treta de un ser cobarde y ambicioso, un carácter digno del peor de los hombres... 

El sacerdote rojo, un hombre cuyo rostro evocaba la locura de aquellos que son capaces de escuchar la voz de un dios, intervino en la asamblea, sonriendo a Valena Toland.

R´hollor nos ha mostrado el futuro y nosotros debemos actuar para provocarlo. O evitarlo. Nos ha mostrado Desembarco del Rey en ruinas, devastada por el fuego. En la sala del trono he podido ver a Lady Elia Martell asesinada junto a vos, su padre, Lord Edric -sus ojos se dirigieron hacia el Lord de la Casa Dayne mientras continuaba con su funesta profecía -y también he visto a Lord Quentyn, ensartado en el Trono de Hierro. Una sombra oscura que no pude reconocer asesinaba a los tres. Ese es el destino de Quentyn y del resto de nosotros si no hacemos algo para evitarlo. Hasta Lanza del Sol sucumbirá en esta guerra.

Lord Edric asintió ante las palabras del sacerdote rojo y miró al resto de los presentes -El Señor de la Luz nos ha mostrado algo que todos los aquí presentes ya temíamos. Debemos detener ese futuro por el bien de la Casa Martell, de Dorne y de Poniente, y debemos hacerlo a cualquier precio.

Lady Jeyne alzó una mano pidiendo silencio, un turno para hablar. La princesa le concedió la palabra con una mirada y un gesto de la cabeza tras el cual la señora de la Casa Fowler comenzó a hablar, mirando directamente a Quiros.

Si no me equivoco podemos tratar de evitar ese futuro si anulamos los elementos de tu visión, sacerdote. Si Lord Edric no viaja a Desembarco del Rey o recuperamos a Elia tal vez podamos evitar ese mal sueño. Sin embargo el riesgo sería siendo alto. Yo propongo eliminar la clave del problema, a Lord Quentyn. Podemos hacer que venga a nuestra tierra, sacándolo de la capital.

Valena llevaba ya un tiempo viendo cómo se acercaba una guerra que les iba a aportar unos beneficios que, desde su punto de vista, no eran tales... Pero ese no era el momento de decirlo, ya tendría oportunidad de hablar directamente con Arianne.

En cuanto a las visiones... La joven heredera no creía en los dioses, o no en ese modo... Sin embargo si se miraba al futuro con objetividad lo que decía el sacerdote rojo no era más que las consecuencias lógicas de los acontecimientos. 

- Quentyn está forzándonos a entrar en un conflicto muy peligroso y entre medio está Elia y Dorne. Quiros está en lo cierto, en esta guerra que se avecina hay mucho que ganar y... 

Dejó un pausa, para no decir lo obvio, que era que también había mucho que perder.

- Existen muchos pretendientes a ese trono, va a ser una batalla con muchos frentes y no podemos permitirnos luchar entre nosotros. Necesitamos solucionar nuestros problemas, afianzar, renovar y crear alianzas, y asegurarnos de que salgamos reforzados de esta contienda.

El Trono de Hierro... Ese asiento está maldito.

El Maestre repasaba sus vastos conocimientos reviviendo como si hubiera estado ahí los últimos 100 años de historia... Asesinato, traición, crueldad, salvajismo... Reinar en todo Poniente venía con un precio demasiado alto.

Un hombre de ciencia como era Garth no podía creer en lo que decía Quiros, pero estaba de acuerdo con él. Antes o después habría muerte y sufrimiento. Casi podía ver los millares que morirían, y todo para conseguir la corona de un reino podrido y deshecho.

Para el Maestre más valía preocuparse por la amenaza de los Greyjow que por Desembarco del Rey, pero claro, aquí podría ser que estuviera siendo parcial.

La princesa acalló las palabras de todos los presentes mientras miraba a Valena Toland -Decidme, Valena, ¿que proponéis exactamente? Conozco la buena relación que mantenéis con algunos hombres cercanos a mi hermano, tal vez eso nos ayude. ¿Que más podéis decirme?

Hombres cercanos a Quentyn. Sí, extrañamente conocía a alguno de ellos. Uno en concreto. Y Arianne sabía perfectamente a quien se refería, aunque tal vez el resto no.

- De mis "relacionados" no sé nada, mi señora, pensaba mandarle un cuervo para que me contara la situación. Imagino que no podrá decirme nada comprometedor, pero por lo menos conoceremos la información de primera mano.

O eso esperaba. El amor normalmente estaba más allá de rencillas políticas, o por lo menos el suyo: un amor adulto, ya lejos de las pasiones y ambiciones de la juventud. Un amor más sereno, consciente de las dificultades y aún así constante e intenso.

- En cuanto a lo que pienso de nuestro problema con la Corona... Lo que verdaderamente pienso es que ahora mismo luchar por el trono es como luchar por un avispero... Tal vez el vencedor logre hacerse con la miel, pero no habrán valido la pena los picotazos. Los siete reinos son ahora mismo una utopía, están rotos, todos buscan su propio beneficio, sino mirad lo que los Greyjow hicieron en Antigua.

Sólo pensarlo le hervía la sangre. Su maestre no hablaba de ello, pero él era de ahí, toda su familia estaba muerte. Tomó aire. Pesaba hablar con la princesa a solas, pero ella confiaba en los allí presentes y Valena también debía hacerlo. Hablo claro, contundente, como la guerrera que era.

- Yo aprovecharía la situación de conflicto en Desembarco. Tomaría El Rejo por la fuerza y expandiría nuestras fronteras en El Dominio. Forjaría una alianza con los Stark y con todos los que quisieran ofrecérnosla. - Se acercó a Arianne y le tomó una mano, mientras sonreía - Princesa Arianne, hace 100 años el Trono de Hierro nos quitó la libertad, ¿no es hora ya de recuperarla?

Para Valena era así de sencillo. Ella era una orgullosa dorniense, ¿por qué preocuparse por el Valle de Arryn o Desembarco del Rey? Si Quentyn quería perder el tiempo con ellos, ya sabría él lo que haría. Sin embargo una política expansionista y la promesa de un reino independiente seguro que atraería a muchos de los seguidores del hermano de la Princesa...

Su señora le sacó de sus pensamientos mencionando a esos infames calamares. Tenía toda la razón, y si de él dependiera les echaría al mar para siempre, con una pesa de hierro atada a los pies... Si todos las casas iban a luchar por la corona lo mejor era lo que habían hecho los Stark en el Norte, proclamarse Reino y esperar a que escampe...

Iban a ser tiempos inciertos, los Toland necesitarían de sus consejos. Ojalá su orden no estuviera condenada... Dentro de unos años, sólo el Desconocido sabe cuántos, él moriría y nadie podría sucederle. Las historias dejarían de escribirse, los señores no tendría quiénes les instruyeran y Poniente se iría acercando más y más a la barbarie.

Se toqueteó su cadena, algo deprimido por todo el dolor que había padecido en este tiempo. Tal vez debería tomar un aprendiz... Podría instruirle en casi todas las materias, aunque fuera básicamente, y en Religión e Historia podría hacerle un experto...

Valena volvió a sacarle de sus fantasías. En varias ocasiones había hablado con Valena sobre la historia de su tierra, en cierto modo la joven pelirroja era una patriota. Desde que Garth llegó a Dorne ella le había pedido que le contara cosas de sus antepasados y siempre le escuchaba con atención. El Maestre ya intuía qué aspiraciones tenía Valena, pero le extrañó que confiara en decirlo delante de toda esa gente, pensaba que esperaría a hablarlo con Arianne en privado.

No era la primera vez que le sorprendía, era una mujer excepcional.

Tienes toda la razón, querida Valena pero, por desgracia, nuestros ejércitos se encuentran rondando la zona de Desembarco del Rey y no aquí, donde deberían estar. Temo que mi hermano hará caso omiso a nuestra petición de hacer volver las tropas para dar una lección a los Greyjoy. Él ansía el trono y, para que engañarnos, este es lo único que ha mantenido al reino unido, si lo perdemos cuando está tan cerca -respondió la princesa con un tono de voz dulce y amistoso.