Partida Rol por web

- ¿Qué es exactamente lo que no concuerda? - preguntó Knut sin ningún tipo de tensión, quitandole importancia a todo aquello. - Soy nuevo, como bien sabrás, y me gusta saber donde me estoy metiendo - le dirigió una sonrisa a Wayland, una de las suyas, amplia y contagiosa.

Muy bien... había dicho el nombre correcto... Tyrion Lannister... Realmente no lo había dicho. Pero estaba implícito en "nuestro señor".

No le gustaba que el chico supiese de sus andanzas. Le gustaba ser una joven indefensa. Y le gustaba el chico de una manera inocente. Casi como si de un hermano pequeño se tratase. Tan grande... y tan inocente...

Respiro hondo dando tiempo a que los oidos indiscretos del lupanar se alejen.

Las tropas mercenarias de mi señor se encuentran desperdigadas por Refugio de Plata. No será difícil reunirlos a todos.

Contamos con algo más de una centena de hombres curtidos. Caballeros algunos. Muchos de ellos sanguinarios sin escrúpulos. Pero han hecho bien su cometido. Hemos quemado y arrasado haciendas, negando el suministro de alimentos a los ejércitos de Desembarco del Rey -enumero y explico sin ningún tipo de enfasis. Sólo la información.

Pronto la fuente de alimentos más cercana será Roca Casterley -añado con furia velada -Y la familia Lannister volverá a tomar el lugar que les corresponde.

Observo a ambos dos. Sopesando sus reacciones.

-Bueno, bueno, pero esto es muy interesante... -pronunció Harland con un gesto teatral de la mano, desacorde con su desapasionada expresión-. Wayland, muchacho, te planteas de pronto la posibilidad de dejar que tu velero se deje guiar por nuevos vientos. ¿Desde cuándo resulta de interés para gente como nosotros que los actos de un patrón no concuerden con sus palabras? Y, ya puestos, ¿qué es exactamente lo que te choca de todo cuanto ves, querido niño?

- Sólo Tygett mi señora, - el joven levantó una mano y la sacudió negando - no he sido nombrado caballero.

Parecía que se había ruborizado, aunque no se podía decir si era porque le habían otorgado un título que no poseía, o si era por la mirada penetrante de la mujer; de todas formas no apartó la vista de esos bonitos ojos y escuchó lo que ella tenía que contarles. Mas de cien mercenarios al servicio de padre quemando haciendas, pensó mientras oía el relato, es su estilo, no va a presentar batalla abiertamente... en realidad no podemos con nuestras reducidas fuerzas; me preguntaba qué tramaba, ahora ya lo sé, por eso me envía a la frontera, se avecinan graves problemas cuando todos se den cuenta de que nosotros poseemos la comida que ellos no tienen.

- Sí, recuperaremos nuestro lugar; - dijo con orgullo y vehemencia - sólo espero que lo único que ha sido arrasado hayan sido las haciendas - añadió con pesar.

No dijo nada más, no hacía falta, la mujer que tenía delante sólo era la mensajera aunque no entendía la furia de sus últimas palabras, tendría que averiguar qué se ocultaba tras ellas.

-valla, parece que uno no puede hacer una pregunta sin que os alborotéis- digo quitándole importancia, malo sea que larguen algo cuando vuelva Alezade- solo quería romper un poco el hielo y conocer vuestra opinión. No es malo estar abierto a nuevas alternativas-digo encogiéndome de hombros. 

Steth bajó de aquella habitación con una sonrisa de oreja a oreja. Había disfrutado de la experiencia con aquella fulana, la había tenido que dar un extra por haberla dado un moratón en el brazo al haber recordado en medio del momento sus recuerdos más oscuros de su tortura. Aún así Alezade pagaría todo por él, que se jodiera aquella zorra. Sorprendido se acercó a Ojoloco cuando lo vio en el bar esperándolo.

Escuchó con atención la voz de aquel veterano que realmente tenía la cabeza más amueblada de todo el grupo. - Viejo amigo, sabes que confío en ti más que en nadie en este mundo aunque no sea decir mucho pues no me fio ni de mi. - Se rascó el parche - Si es cierto que la furcia hermosa no nos cuenta nada ni mantiene mucho control sobre sus tropas. Los mercenarios, el resto de hombres seguirán si les sigue dando victorias sencillas y dinero. Si eso se termina... - Hace un gesto con el dedo pasándoselo por la garganta. - Todos aquellos que la sigan en ese momento morirán o serán dejados atrás.  - Sonríe a su compañero - Pero todo esto ya lo sabes verdad cabrón loco? Tú tienes algo planeado y si no me equivoco Harland estará metido en el ajo. Dime qué poder puede usar el tuerto para mantenerlos juntos mejor que el dinero de la moza? - Espera un segundo la respuesta aunque se adelanta - Y no aún no he sentido suficiente sangre en la punta de mi lanza, si sigo a alguien es por que me promete más dinero y sangre que el anterior.

- Lo que es malo es ser cobarde y no acabar de decir las cosas - dijo Knut sin apartar la mirada de los ojos de Wayland. No había desafío ni nada en sus palabras, sólo decía la pura verdad. 

Tygett... -asiento a sus palabras.

Bien. El chico parecía alegrarse de recuperar su lugar. ¿Sería digno de su padre? ¿Lo sería ella? Estaba deseosa de demostrar a Lord Lannister que no había cometido un error en encargarle a ella esa tarea.

La sombra de la decepción cruza su cara al escuchar el último comentario de Tygett. Mi señor -digo bajando la mirada -desgraciadamente el ejercito de los leones es poco numeroso y se encuentra en Roca Casterley. Sólo he podido reunir una hueste de indisciplinados y mercenarios. Hombres que solo entienden de sangre y pillaje. No entienden de gloria ni de las leyes de caballerosidad.

Han... hemos arrasado poblados y campos. Sólo en las tierras de Desembarco -matizo como excusandome. ¿Vos seréis el que comande a los hombres?

Harland profirió una fugaz carcajada ante las palabras de Knut. Fugaz porque apenas duró dos segundos, pero no por ello fue menos carcajada.

-Muy cierto, Knut, querido mío, muy cierto... -asintió, poniéndose en pie y extendiendo los brazos-. Pero además, Wayland, el que no entiende dónde está el alboroto soy yo. Aquí el buen Knut y yo te hemos respondido sin la menor alteración, preguntándote solamente qué veías de extraño en el comportamiento de la patrona. Pero tú hablas de alborotos y de rupturas de hielo, cuando yo adoro el hielo sin ningún remedio... Tsk, tsk...

Se acercó hasta el arquero y rodeó sus hombros con un brazo, estrechándole con fuerza.

-Mi querido muchacho, para cualquiera que no tenga un montón de mierda por cerebro está claro que has venido aquí buscando, como tú mismo has dicho, "otras posibilidades". "Nuevas alternativas". En otras palabras -se acercó hasta su oído para susurrar-. Traición.

Regresó entonces al lugar donde estaba y tomó asiento, un pedazo de cecina de su bolsa y un pellejo con agua. Alzó su ojo de nuevo hacia el muchacho.

-Esta noche vamos a hacer un fuego junto a los lindes del bosque. Estaremos unos cuantos bebiendo y pasando un buen rato. Con un poco de suerte alguno de los de Steth traerá mujeres. Si quieres venir, estás invitado. Pero sin alborotos ni nuevas alternativas... -alzó ambas manos esbozando una efímera sonrisa.

Cuanta hostilidad, juicios prematuros y palabras sacadas de contexto.

-Simplemente, no me fio de esta mujer, nada más. No tengo la necesidad de aceptar cualquier encargo ni trabajar desesperadamente para cualquier patrón y puedo permitirme dudar en vez de aceptar todo lo que se me dice, y solo quería vuestra opinión sobre esta jefa.

Realmente es así de sencillo, no había segundas intenciones ni propósitos enmascarados tras mis palabras, pero tal vez no deba dar cosas por entendido cuando hablo con gente que aún no conozco.

-Iré, siempre que cace algo y pueda aportarlo como cena.-digo aceptando la propuesta del tuerto.

¿Ves? Sólo había que expresarse con sinceridad. - sonrió el joven Knut mientras terminaba de quitar hierro al asunto - A mi aún no se me invita a las reuniones de tuertos con mujeres de bien - rió abiertamente - Aunque esta noche tengo otros quehaceres.. 

Tygett escuchó la explicación de la joven, entendió que no había podido hacer más con los recursos de que disponía y que eso en todo caso era debido a los escasos medios que le había dado su padre, su mano izquierda se crispó sobre la empuñadura de la espada que pendía de su cadera, mira que ponerla en una situación así, pensó dirigiéndose a él, un ser tan bello no debería mancharse las manos; cuando ella asumió la culpa directamente el joven sintió como la sangre se agolpaba en sus orejas y ante la pregunta de Alezade carraspeó ligeramente para recuperar el dominio de su voz, no estaba seguro de que la respuesta fuese afirmativa pero no quería volver a quedar mal ante la exótica mujer.

- Si así lo ha dispuesto mi padre, así será. - dirigió una leve mirada a Kaen para que lo confirmase.

-Todo aclarado entonces, muchacho -asintió Harland al arquero-. Trae lo que quieras. Vino y comida siempre son recibidos en 'mi casa'. Hablaré con el resto, que sepan que estás invitado. Pueden ser poco hospitalarios, pero no hay que culparles por ello. Son distinguidos hijos de puta, y deben actuar en consecuencia.

Hizo un gesto con la mano, despachando la cuestión. El día era corto y mucho debía hacer. Comenzó a caminar por el campamento en busca de Steth y sus muchachos, para empezar.

El extraño hombre negó con la cabeza ante las palabras de Alezade -Habéis errado en vuestra misión, tomándoos una libertad de acción que no tenéis y arruinando unos planes harto complejo. Pensad joven, pues de ello depende que os de otra bolsa de dragones para vuestras tropas, si arrasáis los pueblos y campos, tal como se os dijo, pero matáis a la población ¿que conseguís? ¿cual era vuestro objetivo?

El hombre se gira hacia Tygett -El plan de vuestro padre es complicado pero si triunfa posiblemente nos hagamos con más poder que los diferentes reyes que asolan todo Poniente.

Ojoloco sonrió ante tus palabras. Se notaba que disfrutaba de tu compañía y de vuestra conversación -La perra te ofrece su dinero a cambio de que la sigas. Harland y yo os ofrecemos el dinero de todos y la libertad para tomar lo que deseéis tal y como deseéis. El mayor pecado de los hombres ha sido el poner leyes y tratar de dar una valoración moral a cada acción. Si una reina arrasa una tierra, mi tierra por ejemplo, El Dominio, se la llama pacificadora y honorable. Si yo arraso una granja se me llama asesino y ladrón -te respondió, mostrando algo de su pasado. O puede que solo fueran mentiras, con los tuertos nada se sabe -Harland y yo no nos matamos pues ambos buscamos lo mismo, que los demás veáis el mundo como nosotros lo vemos, un mundo libre listo para ser consumido por nosotros, los más fuertes. Creeme, solo busco la libertad, mañana puede que arrasemos una ciudad y pasado que viva en una casa cuidando cabras pero la elección será solo mía y tomaré aquello que yo desee. Dicho esto ¿te unirás a nosotros?

Steth se termina la jarra de cerveza mientras escucha el discurso de ojoloco. Aquel hombre y Harland parecían ir más lejos que ellos dos. Molesto por ello se le planteó un problema, o cogía la daga y mataba a aquel hombre de sus tuertos o se unía al tuerto. El frío de la cerveza le hizo bien para reflexionar.-  Bien acepto la oferta, me uniré a los libres. - Saca su daga y la clava en la barra. - Veamos que haremos con la zorra? o se lo debo preguntar al tuerto?

Con las primeras palabras que Kaen dedicó a la mujer, el puño de Tygett que aferraba el pomo de su espada se cerró más todavía, pero cuando acabó la explicación el joven se dio cuenta, con alivio, de que su padre había ordenado explícitamente que se respetase a la población; a pesar de lo mucho que el Lannister quería a su familia, sabía que no siempre estaban de acuerdo con los métodos que utilizaban unos u otros, pero saber esa decisión le dio una paz momentánea. Inmediatamente pensó en averiguar quiénes eran esos mercenarios indisciplinados que no sabían obedecer, y enseñarles que cuando se recibe una orden, ésta se debe cumplir a rajatabla.

- Ya que hablamos de ello, me gustaría saber qué sabéis de los planes. - lo dijo mirando primero a Kaen y luego a Alezade - Y si voy a estar al mando de estas nuevas tropas o, si no es así, quién lo va a hacer.

La sutileza no era lo suyo, y quería saber si iba a poder dar una lección o si debía dejar ese trabajo en otras manos.