Partida Rol por web

Tras las celebraciones por la victoria el ejército liderado por Nugo marchó hacia el este. Su objetivo no era otro que el de llegar cuanto antes al Vado de Piernascortas. De cruzarlo cuanto antes y dirigirse a Rocadura, dependía en gran medida la suerte de Berbagar y los suyos. Nugo puso mucho hincapié en eso y quizás por las arengas que llevó a cabo vislumbraron antes de lo esperado el río Shesh-sal, el cual discurría atravesando las Llanuras del Este.

Nugo desconocía si las tropas del sur del Escudo del Norte habían llegado ya al vado y lo habían pasado o por el contrario todavía estaba de camino. Fuera como fuera no podían retrasar más la marcha. Debían cruzar al otro lado y marchar sobre Rocadura, pues hacía días que no recibían informe alguno del estado de Berbagar y los suyos en aquel importante enclave estratégico.

El Kark de Todos los Enanos mandó avanzar a través del vado y para cuando una pequeña parte del ejército enano estuvo al otro lado sucedió lo imposible. Las tropas de Nugo fueron emboscadas por millares de trasgos que parecieron surgir de la nada avasallando a las fuerzas enanas con una lluvia incesante de flechas y manteniendo a raya a las fuerzas enanas haciéndose valedores de la superioridad numérica que les otorgaba la estrechez del paso.

- ¡Atrás! - Ordenó Nugo al ver como desde el otro lado de la ribera surgían centenares de pieles verdes que habían permanecido hasta entonces agazapados en un desnivel del terreno.

El islote que se encontraba en mitad del Shesh-sal era una posición dominada por el enemigo, casi ocho mil almas trasgas se encontraban allí apostadas y difícilmente podrían sacarlas de allí, más con el desconcierto creado tras la aparición de un innumerable número de enemigos que no se habían tenido en cuenta hasta el momento.

Brogar se encontraba Junto a Nalin liderando los batallones primero y segundo de infantería los cuales marchaban juntos en la retaguardia del ejército mientras observaban con terror como innumerables saetes volaban ocultando el sol hacia las posiciones ocupadas por los batallones tercero y cuarto de infantería, los cuales marchaban a la cabeza de aquella columna.

Amaneció con un sol radiante. Tras los días de lluvias y tormenta Seyran había premiado a aquellos persistentes enanos con un día digno de la celebración de una boda entre un kark y su karksi, de no ser por el frío invernal que por contra parecía haber ido en aumento desde el alba. Parecía como si la llegada de Harthor, aquel enano con un humor tan volátil y con pocos pelos en la lengua, había propiciado que la marcha hacia se tornara en mucho más cómoda de lo que lo había sido hasta la fecha.

Los enanos del Martillo Ensangrentado recogieron el campamento de forma rauda y eficaz, como siempre solían hacer y acto seguido se pusieron a la vanguardia de aquella columna para reanudar la marcha en ayuda de Berbagar y el más que probable asedio a Rocadura. Harthor había amanecido como una rosa y con el espíritu alegre y renovado a diferencia de Horlum, el cual sufría los estragos de su reunión nocturna con el enano que ahora lideraba aquel ejército.

Fuera como fuera en unas pocas jornadas de marcha en la que nada o prácticamente nada ensombreció el buen ambiente de aquellos aguerridos guerreros enano, pese a contarse el kark de Colina Hueso entre ellos, divisaron al fin el Vado de Piernascortas que cruzaba el río Shesh-sal. 

Lo que allí vieron sin duda no fue de su agrado. Una columna enana trataba de cruzar el paso. Sin embargo, del otro lado se habían apostado millares de pieles verdes que habían ganado gran ventaja estratégica al conseguir superioridad numérica debido a la estrechez del Vado de Piernascortas.

Sin duda esos eran los hombres de Nugo, el grueso del ejército que debía reunirse con Berbagar en Rocadura antes de que ésta fuera tomada. Parecía que los enanos trataban de recular, algo que posiblemente fuera lo más lógico dada la desventaja que habían adquirido. Una retirada a tiempo para pensar en una estrategia más efectiva para sortear el paso sobre el río Shesh-sal.

Sin embargo sólo ellos, recién llegados eran conscientes del mayor problema al que Nugo y los suyos iban a enfrentarse, pues debido a un desnivel del terreno no eran conscientes de que estaban siendo flanqueados por innumerables tropas trasgas y pronto iban a ser rodeados forzándoles a enfrentarse a los enemigos que aguardaban en la isla que se había formado en mitad del río.

- ¡Debemos acudir en ayuda de nuestro Kark! - Gritó Thornur convencido de lo que debían hacer.

- ¡Dzhug! - Le gritó Burbur al mercenario. - No creo que las picas sean efectivas en esta batalla, quizás deberíamos reconvertir a los tuyos en infantería para tratar de abrirnos paso hasta Nugo.

- Desmontaremos para formar a vuestro lado si lo creéis conveniente. - Habló entonces Runic. - Cargar sobre nuestras monturas es un suicidio, debemos permanecer juntos.

- Contad conmigo y mis cincuenta valientes, para esta empresa. - Intervino entonces Thordu de Colinardiente. Sus soldados no estaban contabilizados entre las tropas, pues aunque había viajado junto a aquella columna, no pertenecía a ella. 

- ¡No! – Gritó Harthor de improviso.

Aquel enano había permanecido en silencio hasta ese momento. Impasible ante la suerte que estaban a punto de correr sus hermanos del Codo del Enano y el noroeste. Su mirada había permanecido fija en las tropas de pieles verdes que se cernían sobre el pueblo enano y que parecía iban a dictaminar el exterminio de su Kark y del principal ejército con el que su raza pretendía defender su territorio.

No obstante, sus pensamientos no habían estado centrados en discernir como ayudar a que aquel pronóstico tan poco alentador se cumpliera, sino que se había concentrado en recontar el número de pieles verdes y había llegado a una conclusión. Una inequívoca y tajante conclusión.

- Damos media vuelta. – Ordenó Harthor ante la atónita mirada de la mayor parte de los allí congregados. – Nuestra intervención en esta contienda tan solo contribuirá a que estos campos se rieguen con la sangre de otros dos mil y tantos enanos. Volvemos a nuestras fortalezas de donde nunca deberíamos haber salido.

Pese a la sorpresa inicial de todos los thogs, señores enanos, capitanes, otros mandos y soldados que poco a poco fueron siendo conocedores de las directrices que Harthor acababa de dar, un rumor se fue extendiendo rápidamente entre aquellos que debían decidir si seguir al hasta ese momento líder de la columna, o bien si debían abandonarle por honor y por el juramento que les obligaba para con Nugo.

Poco a poco, thog a thog, señor a señor, fueron dando media vuelta para obedecer las órdenes de su kark, de aquel que debía liderar la columna pero que no lo había hecho en ningún momento salvo en aquel, cuando había tomado la dura y difícil decisión de abandonar a sus hermanos y a su kark, al de todos ellos.

- ¡Cobarde! – Gritó Thordu. - ¡No puedes dejar en la estacada a Nugo! – Gruñó enfurecido. - ¡No puedes abonar seis mil almas enanas a la aniquilación! ¡No es tuya esa decisión, Harthor!

Thordu descabalgó de la cabra sobre la que había viajado durante gran parte del viaje y se encaminó hacia la posición donde Harthor se encontraba. Dos soldados pertenecientes a la guardia personal del kark le cerraron el paso, a la vez que Harthor se daba media vuelta y le miraba con prepotencia.

- ¿Te hará mi pueblo caso a ti, Thordu? – Dijo Harthor con tono despectivo. - ¡Yo soy el Kark al sur del Escudo del Norte! ¡Mía y de nadie más es la decisión de luchar o retirarnos!

- ¡Te equivocas Harthor! – Thordu elevó el tono de voz por encima del de Colina Hueso. – ¡Horlum es el verdadero líder de ésta columna y Dzhug ha demostrado mucha más valía que tú para organizar a las tropas! – Thordu miró a Dientes e Piedra. – Me equivoqué contigo, mi thog y te pido perdón. Podrías haber sido un claro líder para este ejército, tan bueno como Horlum y desde luego mucho más válido que Harthor. – Se giró apuntando con el dedo hacia el kark de Colina Hueso. - ¡Horlum, Dzhug! ¡Vuestra es la decisión! 

Un jinete llegó cabalgando a toda velocidad desde la zona sur de la ribera. Se trataba de un joven enano perteneciente al cuerpo de batidores del noroeste liderados por la feroz Nalin Martillo de la Tormenta, como era conocida en sus tierras. En sus ojos claros de enano se reflejaba preocupación. Aquel joven buscó encarecidamente a su thogsi, pero al no encontrarla y reparar en que Brogar le estaba mirando atentamente desde la distancia se dirigió a él.

- ¡Hay que informar a Nugo! - Gritó el batidor. - ¡Nos han tendido una emboscada! - La voz le temblaba y era evidente que el nerviosismo había hecho presa del dueño de aquella barba pelirroja.

- ¿Qué sucede, qué has visto? - Preguntó Brogar.

- ¡Dos ejércitos, calculo que de una cuatro mil almas cada uno se acercan desde la retaguardia por ambos flancos! - Desveló por fin aquel enano.

¿Desde cuando los pieles verdes hacían estrategias?

Brogar tenía un mal presentimiento y si no actuaban con urgencia, se verían rodeados de orcos sin hacer nada para evitarlo. Pero de pronto, en la cabeza del enano se encendió la forja. Podía funcionar.

—¡Rápido!—gritó—¡Traedme la cabra! Tengo que ir a ver a Nugo. Y retroceded mientras podáis.

El enano se montó en el caprino y cabalgó raudo hacia el Kark de Todos los Enanos. Iban tan rápido que estuvo a punto de atropellar a aquellos que ya se habían reunido con él.

—¡Mi Kark!—gritó el enano saltando de la cabra—¡Un fuelle! ¡Ataquemos como un fuelle!

El Olvidado estaba intentando recuperar el resuello. Las tropas enanas iban a acabar como alfileteros si no actuaban con presteza y eso había puesto al enano en un estado de tensión que se sentía como si hubiera corrido cien kilómetros. Consciente de que no lo habían entendido se explicó.

—La mitad de nuestros hombres atacan a los pieles verdes del este y la otra mitad a los del oeste. Abriéndonos como un fuelle. Acabamos con esos orcos mientras los del islote pierden el tiempo atravesando el río y para entonces nos cerramos atacando desde ambos puntos.  Si no nos veremos acorralados por los tres ejércitos.

El momento que tanto Horlum como Dzhug temían que llegaría, ya estaba ahí; Harthor, había dado la orden de sentenciar a muerte a miles de soldados que les esperaban, y con ellos al legitimo Kark de todos los Karks, a Nugo. No lo podía permitir, tenían casi 3000 soldados, el factor sorpresa y aunque había un grueso contingente enemigo, ellos completaban a un ejercito igual o superior de fieros enanos.

-No nos vamos! Dijo Horlum con un tono serio y firme. No vamos a dejar a su suerte a miles de enanos y a nuestro legitimo Kark. No solo por nuestro honor, que debería ser lo mas importante en tiempos de hermandad enana, en tiempos que hemos dado la palabra de defender nuestro territorio juntos hasta las ultimas consecuencias. Sino también por pura supervivencia, si no ayudamos al ejercito de Nugo, el mas grande de enanos formado en los ultimos 2 siglos, serán asesinados irremediablemente, con ellos morirá el único que ha conseguido unirnos y que trabajemos juntos, sino que ademas, dada la superioridad estratégica que en este momento esos pieles verdes han conseguido, es muy probable que sufran pocas perdidas, lo que sin duda será el fin de todos nosotros mas pronto que tarde, cuando arrasen las ciudades indefensas y pongan la vista en nuestro territorio.

-Yo creo que es ahora o nunca, unirnos a Nugo, eliminar esa ventaja táctica y equilibrar la lucha me suena mucho mejor que escondernos en nuestras murallas y esperar a ser destruidos sin medios para defendernos.

-Tienes dos opciones Harthor, o estas con nosotros o contra nosotros, mis soldados se quedan aquí, los de Thordu tambien, algo me dice que los bravos mercenarios de Dzhug no estaran muy por la labor de huir como damiselas asustadas. Somos el grueso del ejercito y tu has acudido a la leva con una tropa mínima. No vas a hacernos volver en contra de nuestra voluntad para volver a los tiempos previos a Nugo. QUIEN ESTÁ CON NUGO??!!! dijo mirando a los ojos a su amigo Dzhug, de quien dependía el final de esta rebelión contra Harthor.

Dzhug se mantuvo callado y silencioso, como era habitual en él, al llegar al Vado de Piernascortas. Escuchó a los thogs mientras pensaba diversas estrategias para ejecutar. Lo mas seguro seria mandar la infantería a asegurar el flanco derecho pues el izquierdo quedaría protegido por la falange cuando esta se girase. Era primordial mandar a Runic con su caballería cuanto antes para que Nugo se diera cuenta del lío en el que estaba metido y de la traición de Harthor, si era posible.

Dientes de Piedra también se mantuvo callado ante la declaración de Harthor y la respuesta de los demás jefes. Dzhug se mantuvo vigilante de sus discursos y expresiones, pero sobretodo, de la actitud y las intenciones de sus guardias. Cuando Hacharroja se refirió a él aun mantuvo el silencio un par de instantes mas. Después habló y su voz sonó áspera como el talón de un oso, afilada como un hacha enana y poderosa como un trueno. Con estudiada intención se dirigió a todos excepto a Harthor, al cual dió la espalda.

—Señores, Harthor, quien sera conocido como el Traidor a partir de ahora, ha tomado una decisión que le convierte en desertor, perdiendo todo derecho a su nombre, títulos y posesiones; por lo tanto ya nada nos ata a su mando y nuestro líder debe ser Nugo o Horlum, al que elegimos. Como desertor, en su momento  perseguiremos y encarcelaremos al Pusilanime para que se enfrente al Juicio de Piedra pero ahora el deber de cualquier enano,—Alzó aun mas la voz para que todos los jefes, guardias y enanos curiosos que se habían congregado alrededor de ellos le escuchasen—incluidos los antiguos guerreros del Embustero, es defender a sus hermanos que sin nuestra ayuda posiblemente sean masacrados. Mi clan fue contratado por el mismo Nugo, así que nada nos ata ya al Mentiroso. Aun así entiendo que alguno de vosotros deba defender a su pueblo y para ello decida desertar también, no alzare el arma contra ellos. Sin embargo, abrazaré como a un hermano a todo aquel que de un paso adelante por su pueblo frente a unos enemigos cuyo mayor deseo es aniquilar a nuestra raza y saquear nuestras riquezas.

Después levantó su brazo hacia el fragor de la batalla.

—Eso que oís son los gritos de miles de enanos luchando y muriendo contra incontables enemigos para defender nuestra tierra y nuestras familias. ¡¡Así que alcemos nuestras hachas y martillos!! ¡¡Luchemos por nuestro honor!! ¡¡Matad por vuestras madres e hijos!! ¡¡Morid por el futuro de nuestra raza!!—Alzó su puño mientras los gritos aumentaban. Despues bajó la voz para que solo los jefes le oyesen. Hablo rápido y sin pararse un instante— No hay tiempo para hablar de jerarquías. Runic, sal ya con la caballería y avisa a Nugo de que ya estamos aquí pero que cuatro mil pieles verdes le llegan por los flancos, si tienes tiempo, avísale de la traición del antiguo Kark de Colina Hueso, Harthor, así como todo lo sucedido. Unete a su caballeria y manda un mensajero con las ordenes de Nugo—Se dirigió a los demás—Necesitamos a Horlum y a Thornur a la cabeza de la infantería raudos como aves a cubrir el flanco derecho de Nugo, no os separéis del grueso del ejercito de Nugo. Yo tomaré el mando de la falange e iremos por detrás vuestro en primera instancia para cubrir el flanco izquierdo, aunque como veis sera fácil de cubrir pues han dejado su falange en retaguardia. Burbur, tu tienes el trabajo mas complicado, quiero que llegues a ese bosque—Señaló el bosquecillo del flanco izquierdo— antes que ellos, con los proyectiles, y que les detengas lo máximo posible—Agarró a Burbur del brazo—Es vital que, llegues o no llegues antes que ellos, no entres al cuerpo a cuerpo, en cuanto se acerquen, repliégate, después colócate tras la falange. Si Horlum, el que siempre debió ser nuestro líder, da el visto bueno, deberíamos empezar cuanto antes.

Nugo posó su mano sobre el hombro de Brogar y asintió con la cabeza. Su expresión era serena, aunque denotaba cierta tristeza en su mirada. Lo cierto era que Brogar sintió en ese preciso momento que el Kark de Todos los Enanos se sentía orgulloso del noble soldado que tenía frente a él. El líder de los Olvidados nunca le había fallado, era un leal servidor de la raza y de la nación de la cual empezaban a construirse los cimientos.

Era cierto que tenían sus diferencias de criterio en muchos aspectos. Era verdad que los mercenarios como era el caso de Brogar o el de Dzhug, no eran fácilmente aceptados entre los thogs. Él miso tuvo ciertas reticencias en el pasado a aceptar la ayuda de tropas costeadas a base de oro. Aunque lo cierto era que las pretensiones económicas de Brogar o de Dzhug no eran para nada elevadas. En realidad el coste que suponían a las arcas de Karak-Nugo, era inferior al de las tropas regulares de su ejército. Por ello sin duda, si Brogar se encontraba hoy allí, era por pura lealtad a la raza enana.

- Podemos tratar de retroceder intentando perder el menor número de bajas... – Dijo Nugo sin creer demasiado en que aquello fuera posible. - …podemos tratar de luchar y abrir brecha… - Sugirió. - …pero tienen una posición muy favorable. Sus líneas de arqueros nos masacrarán y para cuando podamos hacerles frente, nos rodearán. Sólo creo en una posible solución, la Solución. – Resopló, pues sabía que lo que le estaba pidiendo a Brogar requería el sacrificio de muchos y muy valerosos enanos. – Sólo te pido una cosa Brogar, que de aceptar, no seas tú el ejecutor. Te necesito y sé que te presentarías el primero como voluntario. No ha llegado ese momento, Brogar. Piénsalo, pero hazlo ya, el tiempo corre en nuestra contra.

- ¡Estáis desobedeciendo las órdenes del legítimo líder de los enanos al sur del Escudo del Norte! – Gritó Harthor con los ojos inyectados en sangre y escupiendo mientras hablaba.

El kark se mostraba colérico ante la insubordinación de Dzhug, aunque ya podía suponer de qué pie calzaba. Sin embargo no esperaba que Horlum también le traicionara. No después de la charla que mantuvieron durante la noche anterior al cese de las tormentas que tanto habían retrasado a esa columna.

- ¡Eres un indigno hijo para tu padre! – Le gritó  aquel demente enano a Horlum con lágrimas en los ojos. - ¡Tu padre debe estar revolviéndose en su tumba ante tu traición! ¡Me compadezco de él por haber tenido un vástago como tú! – Le ultrajó el kark.

Fue entonces cuando se volvió hacia los otros thogs que formaban aquel ejército. Casi todos thogs pertenecientes a una generación anterior a la de Horlum y Dzhug y que habían depositado siempre su confianza en el enano que ahora parecía haber perdido la cabeza por completo.

- ¿Vais a permitir que Holrum y Dzhug escupan en las alianzas y los juramentos que han unido a los clanes al sur del Escudo del Norte desde hace generaciones a mi familia y a mi linaje? – Harthor alzó la voz.

Lo cierto fue que un murmullo comenzó a escucharse entre los thogs y señores enanos a quienes iba dirigida la pregunta. Pese a la arenga de Horlum y la acertada estrategia planteada por el líder de Martillos Ensangrentados, parecía que las dudas asaltaban a aquellos que en efecto habían jurado lealtad a Harthor.

Fue entonces cuando Thordu intervino interponiéndose entre el kark y los thogs que dudaban acerca de su decisión. Aquel enano podía ser que no fuera un thog, sino el hijo de uno, podía ser que hubiera reconocido su error al prejuzgar mal a Dzhug, pero desde luego se veía imponente sobre la cabra que montaba y con la imagen de grandeza que proyectaba.

- ¡Harthor no nos representa! – Alzó la voz con la fuerza de un rayo. - ¡Él es el único traidor aquí! ¡Ha traicionado a Nugo, ha traicionado a la raza y os está traicionando a vosotros obligándoos a elegir entre el honor que os ata a un líder justo y el juramento que os obliga para con el descendiente enloquecido de con quienes vuestros ancestros lo firmaron! – Thordu alzó su martillo de guerra y gritó aún con más fuerzo haciendo resonar su voz en el corazón de todos los allí presentes. - ¡La guerra es aquí y ahora! ¡Marcháis junto a Harhtor y os arrepentiréis por el resto de vuestras vidas! ¡Seréis la deshonra de vuestras familias hasta el fin de los tiempos! ¡Luchad conmigo! ¡Luchad por Nugo! ¡Luchad junto a Dzhug y junto a Horlum, pues ellos son los verdaderos señores enanos al sur del Escudo del Norte!

Si la arenga de Horlum había envalentonado a la tropa hasta casi el convencimiento total, la intervención de Harthor había enfriado ese fervor. Tras la intervención de Thordu, ya nadie recordaba la lealtad que le unía al kark allí presente y todos los señores enanos y thogs obviaron sus lealtades para con Harthor e incluso gran parte de la tropa de Colina Hueso se unió a los enanos que iban a luchar abandonando a su kark, que con menos de una cincuentena de soldados enanos dio media vuelta para marchar sobre su feudo abandonando a Nugo y a la columna que debiera haber liderado.

Cuando Nugo mencionó la Solución, los ojos de Brogarse encendieron con un brillo de locura. Pero cuando el Kark de todos los enanos le pidió que no fuera él quién se sacrificase, este se apagó. No era la primera vez que los Olvidados se sacrificaban para abrir una brecha, pero éste sacrificio siempre había sido una iniciativa propia, nunca una orden dada por un superior. El enano pareció empequeñecerse ante la petición de su rey.

—Mis hijos...—musitó con la boca pastosa.

Pero como bien había dicho Nugo, el tiempo apremiaba. No podía pensarlo. Brogar alzó la cabeza y miró a Nugo a los ojos.

—Así se hará mi Kark. Por el Pueblo Enano.

Horlum sentia cierto alivio al haberse roto legalmente la cadena que le obligaba a pleitesia sobre aquel loco, seguramente esta acción conllevaria consecuencias mas adelante, pero ahora era la guerra lo mas urgente.

-Las tropas de Harthor leales a Nugo se dividirán equitativamente en los batallones de Dzhug, Thornur y el mio para hacerlos mas numerosos, como ha dicho diligentemente Dzhug, Runic sal ahora mismo con toda la caballeria disponible a avisar y apoyar la caballeria de Nugo, indicales nuestros efectivos y desde donde vendremos.

Tras esto, la numerosa caballería que los Señores del sur del Escudo de hierro salieron a cumplir las ordenes permitiendo asi que las tropas principales no cayesen en una trampa ignorantes de su destino.

-Ya habéis escuchado las ordenes, misión, cubrir los flancos del ejercito para permitir que la tropa principal de Nugo pase sin problemas y se una a la batalla, SON MAS NUMEROSOS QUE NOSOTROS! SOLO DEBEMOS AGUANTAR LO NECESARIO PARA QUE EL MAYOR EJERCITO ENANO JAMAS UNIDO DESTRUYA HASTA EL ULTIMO DE LOS PIELES VERDES!!! MUERTE A LOS ENEMIGOS!

Horlum se deshizo de todos los maestres y carros de combate a fin de que juntos pudieran defenderles mejor del ataque, ya no era una batalla librada por diferentes grupos, era un pueblo luchando unos junto a otros sin importar la procedencia.

Dzhug esperó a que todo el mundo marchase a sus puestos, pero atenazó con sus manos como garras los brazos de Horlum y Thordu. Tenia un plan y el agravio sufrido por Thordu no podía interferir en el.

—Escuchadme un segundo, tenemos que cubrir nuestras espaldas. Debemos mandar al mejor de nuestros exploradores cada uno de nosotros. Hay que vigilar que Harthor no nos ataque por la espalda. También debemos saber donde esta cuando todo esto termine, su ejecución sera un mensaje para otros posibles desertores. Decirles que se reunan encima de la loma de robles que pasamos esta mañana. Que sigan a ese tipo hasta el fin del mundo si es necesario

Horlum de corazón dudaba que Harthor se atreviese a atacarles por la espalda; con una tropa muy inferior en numero, compuesta por los antiguos compañeros de sus recién adoptados soldados, solo un loco y estúpido se atrevería a tal suicidio. Pero Harthor ya había demostrado estar fuera de sus cabales por lo que la perdida temporal de un solo batidor no le preocupaba, poco que perder, mucho que ganar; muchos buenos enanos iban a morir en breve defendiendo a sus hermanos, evitar mas bajas era primordial.

-Vale Dzhug, enviare a mi mejor explorador a esa arboleda, si no nos atacan como yo espero y deseo, sus ordenes pasarán a incluir movilizar a las tropas de la Sima que se encuentran defendiendo su ciudad para que defiendan Forjahachas, no me gustaría que al volver haya esclavizado a mi pueblo por mi supuesta traición. Espero que Brindan se encuentre con fuerzas para salir de ese lugar, él sin duda sería un buen defensor de nuestro pueblo en estos momentos.

Horlum se giró a su segunda, quien ya sabia lo que tenia que hacer, no encontraría nunca a nadie mas capaz para guardarle las espaldas y hacer cumplir sus ordenes. Urnul dio media vuelta y se dirigió al flanco izquierdo, donde se encontraba la veintena de batidores que habían podido traer a la contienda, su líder Khron Espinahueso se encontraba mirando los mapas de la zona junto a su escuadra a fin de localizar los pasos en el terreno que serían mas idóneos para el ejercito que estaba a punto de marchar a una carnicería segura.

-Khron nuevas ordenes de Horlum, dijo Urnul sin florituras. No hay formalismos esta vez, nuestro señor necesita a tu mejor batidor para una misión conjunta de seguimiento e infiltración en lineas enemigas.

El enano quien ya sabia lo que iba a pasar desde hacia muchas lunas, no necesitaba mucha mas información, su mejor hombre era también el mas joven, siempre dispuesto a  una misión de extremo peligro, si tenia algún problema siempre podía contar con él.

-A sus ordenes Segunda! Karazgrim! nuestro Señor te necesita, esta batalla no será por la que se te recuerde, pero tranquilo que no está muy lejos tu destino. Toma mi arco, le darás mas uso que yo y ves con mucho cuidado, recuerda que me debes 300 Septim y siempre exijo que cumplan las deudas mocoso.

Un joven enano, que no debía de contar con mucho mas de 50 primaveras recogió el arco de su comandante, aun a su corta edad, el hecho de que estuviese en esa escuadra denotaba que debía ser un enano excepcional a pesar de su edad. El joven, sin decir nada, pero con una mirada que denotaba complicidad hacia su superior y procedió a seguir a Urnul.

-Bien soldado, Horlum tiene una misión especial para ti, dijo la segunda a su nuevo subordinado mientras se alejaban del bullicio de soldados corriendo de un lado a otro para prepararse para lo que se avecinaba. Como sabrás el exKark Harthor ha cometido traición hacia el sumoKark Nugo y ha abandonado la campaña volviendo con el rabo entre las piernas hacia sus dominios. Eso rompe el sello de subordinación que manteníamos con él por traición. La mayor parte de su tropa ha quedado para cumplir como buenos enanos ante Nugo, pero aun así ha huido con un par de cientos de cobardes o confusos soldados. Dzhug Dientes de Piedra ha planteado que quizás su estrategia será atacarnos por retaguardia, Horlum lo duda mucho pero aun así han organizado que los mejores batidores de la escuadra de cada división irán tras Harthor, la misión es simplemente seguir su rastro sin ser detectado, en caso de que tengáis constancia de que quieran atacarnos, debéis informar a la mayor brevedad posible, incluso aun estando en plena batalla con los pieles verdes, para no ser cogidos por sorpresa. En caso de que Harthor simplemente haya huido a sus dominios, la misión para ti cambia radicalmente, debes infiltrarte en la fortaleza y contactar con Brindan si sigue vivo y junto a sus soldados que actualmente defienden la capital abandonarla a poder ser sin presentar batalla y que defiendan la Sima de cualquier enemigo verde o enano. Por ultimo y ya como sumamente inviable, en caso que tengáis la certeza de que se dirigiesen a la Sima, sería tu responsabilidad llegar antes que ellos para evitar que la tomasen aprovechando que en Förjen nadie sabe lo ocurrido; por si se diese el caso, para que te crean en casa he redactado este pequeño edicto con el sello de Horlum, dáselo a Gurlum y él sabrá que hacer. Alguna duda soldado?

-Ninguna mi Señora! no fallaré a la Sima!

-Coge raciones, equipo de viaje y ves hacia la loma de robles que pasamos esta mañana, allí encontrarás varios batidores aliados y podéis comenzar la marcha. Confiamos en ti Karazgrim!

tras esto ambos se separaron, La segunda volvió junto a su Señor a preparar la batalla y el joven batidor se dirigió raudo a por sus cosas, saliendo minutos después hacia el punto de encuentro de su nueva aventura.

Las flechas de los trasgos apostados en el islote no tardaron en silbar a millares en dirección hacia la infantería enana atrapada en el vado. Muchos fueron los que cayeron pero menos de los que cabía esperar, pues los escudos y las armaduras enanas actuaron como un muro contra los proyectiles lanzados por los pieles verdes.

Para ese entonces el combate entre la infantería trasga y la enana ya se había desatado. Pese a la inferioridad numérica de las tropas de Nugo en las circunstancias en las que se encontraban, su mayor destreza y experiencia en combates como aquellos les dieron cierta ventaja. Al fin y al cabo las fuerzas a las que se enfrentaban eran un atajo de desarrapados con armas melladas y sin organización alguna.

No obstante, los problemas vendrían cuando fueran rodeados también por retaguardia. Eso era lo que el Kark de Todos los Enanos temía por encima de todo. La estrategia envolvente que uno de aquellos generales trasgos había trazado era sin duda una opción buena que con toda probabilidad debilitaría en gran medida a las fuerzas enanas y posiblemente decantaría la guerra al lado del lado del enemigo.

No obstante, las noticias de la llegada de refuerzos transmitidas por la caballería de Runic provocaron un grito de alegría entre la tropa enana. Nugo alzó sus puños esgrimiendo su martillo de guerra mientras enfervorizado daba instrucciones para detener el avance de los refuerzos trasgos.

Si bien era cierto que Horlum se encargaba de las tropas que se acercaban por el flanco diestro y Dzhug de las que lo hacían por el zurdo, el Kark ordenó a las falanges primera y segunda y a la caballería apoyar a Horlum y a las falanges tercera y cuarta hacer lo propio con las tropas de Dzhug.

Para ese entonces los ballesteros enanos ya habían dado buena cuenta de los trasgos pertenecientes al tercer batallón de infantería. Los aguerridos guerreros enanos habían mermado mucho sus tropas, tanto que para cuando quisieron darse cuenta las saetas enanas los eliminaron sin excepción.

El combate ahora parecía favorecer al pueblo enano. Su resistencia y sobre todo la llegada de refuerzos había causado una gran impresión en las fuerzas trasgoides. Pero lo peor para el ejército invasor estaba por llegar. Unos valientes soldados, una cincuentena de Olvidados en vez de retroceder y replegarse avanzaron hacia el vado a la carrera.

No les importaron las flechas que caían sobre sus cabezas y que les herían de muerte, pues ya estaban muertos. No les importó atravesar las filas trasgas siendo víctimas de los filos de los pieles verdes. Tenían una misión de redención y la cumplirían hasta sus últimas consecuencias.

Aquellos cincuenta valientes alcanzaron las filas enemigas y cuando parecían condenados a una muerte segura algo sucedió. Un gran estruendo, fuego, humo y una gran honda expansiva tuvo lugar en el mismo corazón de la isla que albergaba la mayor parte de las tropas trasgoides armas a distancia. La explosión pudo escucharse a decenas de kilómetros a la redonda y hasta el suelo tembló antes de revelar la masacre ocasionada.

Una gran humareda, terreno calcinado y centenares de trasgos muertos, amputados, reventados y aterrados. Las bajas enanas fueron minoría pero seguras. Ni uno solo de los cincuenta Olvidados sobrevivió a la matanza, ya estaba así pactado de antemano. Se reunirían con su dios patrón y por bien seguro que estaría orgulloso de su hazaña.