Partida Rol por web

La Guerra Interminable

I. Territorio hostil

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05/10/2014, 18:11
El Cronista

En no mucho tiempo desembarcásteis en el pueto de Brest. Era media mañana, y entrando en la gran cala os cruzásteis con un gran filibote mercante que saldría, y a su lado la Herrumbrosa no era sino una pequeña pluma (veloz y manejable, eso sí) que no tendía nada que hacer contra una sutil ráfaga de palanquetas... Claro que, Irizar conocía muy bien ese lugar, y sabía que, de momento era tierra segura, un puerto estratégico para las fuerzas francesas, por lo cual no lo dejarían caer en mano inglesas así como así. Sin embargo, la batida de la costa del país en el cuerno territorial en el que se ubicaba Brest azotaba las conciencias de la corte monacal de Juan II (sino, miren vuecencias la aplastante Victoria inglesa frente al puerto de Brujas, hablando en ejemplo y en Flandes...).

Tras la nueva traición de Carlos de Navarra al rey francés y su encarcelamiento, no ha muchos meses de vuestra llegada a la ciudad de Brest, las nuevas sobre los ingleses se recrudecieron. El hermano del Navarro, Felipe de Evreux, pidió ayuda Enrique de Lancaster, lugarteniente del Rey Negro inglés, y no hizo sino recrudecer la situación en el territorio central gabacho. Sin embargo, un enemigo mayor que cualqueir vano rey y mala espada revoloteaba por doquier: La Peste, o dicho de otra forma, la Gran Muerte, que por supuesto vislumbrásteis nada más atracar en el astillero de reparación, donde la coca "La Herrumbrosa" habría de ser puesta en cuarentena, dedicarle una revisión de destrozos en alta mar y ser rehecha...

La escala tras el atraque y el amarre se desplegó hasta el propio muelle. El cielo estaba nuboso y Francia no era un lugar digno de descanso.

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05/10/2014, 18:29
Irizar

Lo siento mucho... -dijo Irizar rodeado de sus marinos mientras descendíais con vuestras pertenencias-. No puedo daros el resto del pago: se perdió todo en la zozobra y la tormenta -anunció-. Me vendría incluso bien los adelantos que ya os dí antes de zarpar, pues la Herrumbrosa ha de ser reparada de inmediato, pero pedíroslo sería deshonesto -Irizar había mandado ya al un par de marineros a buscar a los trabajadores del puerto, para comenzar con el plantel de revisiones-. Una vez más gracias por la parte que nos ocupa -se refirió al motín, pero no quiso ni pronunciarlo-. Tened mucho cuidado, tenedlo -miraba el capitán, desde la cubierta, a unos soldados franceses muy bien armados que vigilaban en el puerto-.

Unas varas más allá de la cala, saliendo del astillero, veíais un par de cuerpos siendo quemados por unos hombres en una planicie, junto a la arena. Los que abrasaban sus cuerpos tenían un trapo sujetando su ropa y parecían no acercarse más de lo necesario.

Notas de juego

Nota: estáis en el puerto, no os habéis aún adentrado en la población.

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05/10/2014, 19:31
Viana Bermúdez

Al fin suelo firme! Lejos de reconfortarme como creía, mi primer paso, procedente de la enclenque pasarela que comunica la condenada nave con el territorio francés, resulta dubitativo y trastornado: Una suerte de pérfido encantamiento desborda mi mente haciendo que pierda el equilibrio. Como si mi cuerpo echara de menos el constante balanceo de las olas...

Torpemente, abriendo los brazos para estabilizarme, recupero la verticalidad. Aun desconcertada por la suerte de rara maldición marina considero mi embarazosa situación: Sola, en belicosa demarcación, buscando a mi familia perdida sin ni siquiera saber por donde empezar. "Mon Dieu, toi perdida!".

Escuadriño mi alrededor apercibiéndome que la única presencia mínimamente reconfortante es la de mis exóticos compañeros de viaje: El tosco vasco, el inquietante tipo del turbante, el catalán de las buenas intenciones y la misteriosa mujer con los que crucé el océnao... "Qué van faer? Nun tengo alternativa: Hasta que non saque daqué en claro son la mio única opción; yá se sabe que más vale malu conocíu que bonu por conocer!"

Aun trastabillante aguardo su descenso de La Herrumbrosa, ignorante acerca de cuales serán sus intenciones pero aspirando a que acepten mi sanadora presencia en su cometido, sea lo que sea lo que se dispongan a hacer!

Tened mucho cuidado, tenedlo

Irizar nos advierte desde su atalaya. "Ye d'estimar pero nengún home tien qu'alvertime'l peligru que cuerro: Sola nesta Tierra soi como un corderu nuna menada de llobos!

Notas de juego

Por fin en tierra! Por cierto, ¿¿¿a cuánto ascendía el famoso adelanto??? ¿¿¿Lo anotamos ya??? Una es pobre y cualquier dinero es de agradecer!!!

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09/10/2014, 04:31
Magdalena Pérez

Magdalena descendió del barco algo confusa. Por alguna extraña razón esperaba que aquel viaje durase más, y ahora se encontraba en territorio francés y además no era un territorio agradable. Al poner pie en tierra firme se sintió extraña, llevaba mucho tiempo acostumbrada a ese vaivén que era la Herrumbrosa, y ahora que estaba en puerto, no sabía si agarrarse a algo, o simplemente darse cuenta de que no iba a caerse.

Observó todo lo que le rodeaba, no sabía por dónde empezar, ni tampoco hacia dónde ir. No sabía qué hacer y simplemente se quedó allí, parada y observando a sus compañeros. Antes de moverse o de que los demás dijesen algo, Magdalena decidió hablar: ¿Y qué pensais hacer ahora? le dijo a sus compañeros. ¿Para qué habéis venido a Brest? Preguntó como si aquello no fuese un gran secreto para muchos de los allí presentes.

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10/10/2014, 00:21
Constantí Domenech

Por fin en tierra. Tal y como descendí de la nave me senté en un banco. Tratando de calmar mi permanente mareo sobre las aguas. Que bien sienta tener tierra firme bajo mis pies. Exclamé una bendición dando gracias al Señor por haber llegados sanos y salvos. Me despedí del capitán mientras descargaban mis bártulos, jamelgo y armadura incluida en las alforjas. Era increible que mi viejo corcel hubiese sobrevivido al movido viaje. 

Una vez todo descargado, las mujeres parecian un poco perdidas y una de ellas preguntó que que nos habia traido al galo pueblo de Brest. 

- Vengo buscando a lo meu cunyat. - Dije volviendo sin darme cuenta a mi idioma natal. - En problemes es fiqué i ma dona me digué que l'anés a recollir. Y vosatres?

Notas de juego

*Vengo buscando a mi cuñado. Se metió en problemas y mi esposa me mandó a buscarlo. Y vosotros?

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10/10/2014, 21:25
Ramiro "Capitán" Gutiérrez

Me cagué, mil veces y una más, en la mala madre del malparido fideputa del capitán. ¡Que no merecía éste ni tal título!. ¿Los adelantos también dijo? Si se hubiera atrevido a pedirme el adelanto le hubiera adelantado algo si... pero hubiera sido una bonita cuchillada en todos los higadillos...

Suerte que la visión de tierra firme consiguió calmarme antes de que cometiera alguna locura. Numerosos buques llenaban el puerto y sus mástiles semejaban un verdadero bosque; una brisa suave rizaba las aguas grisaceas de la bahía. Habíamos llegado por fin tras aquel extraño y fatigoso viaje. Desde luego no había sido mi peor travesía, pero si una de las más confusas. En fin... al menos hemos salido bien parados después de todo.

Placeríame yantar algo decente et, si fuere posible, desfogar con alguna moza de burdel ─y esto último era una necesidad imperiosa, pues trás mi último calentón mirando la figura de la Viana, ya empezaba también en fijarme en la Magdalena. Para fortuna y tranquilidad de las mozas, más valía que hicieramos parada en taberna antes de abordar el cometido que nos había llevado a Brest.

Miré entonces a los hombres excluyendo, evidentemente, a Constantí: ─¿Que decís? ¿vos place la idea?.

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12/10/2014, 22:58
Arrieta

Arrieta miraba las piras de humo que se levantaban a las afueras del puerto. Peste. La muerte negra. Mal fario que no barruntaba nada bueno. Francia nunca daba nada bueno. Distraido sacó sus monedas bien ganadas a bordo de aquel cascarón de nuez y comenzó a contarlas. Eran pocas. Siempre eran pocas.

Miró al resto con gesto torcido. Las mozas temblaban como ovejas, por el frío o por la incertidumbre. A la pregunta de Magdalena el vasco se limitó a mostrar una moneda de plata en alto, explicando así el motivo de su llegada a Brest. El catalán farfullaba en su idioma. Aquella lengua no era agradable a las orejas del mercenario, pero entendía algunas palabras. Buscaba a su cuñado. Quizá pagase por ello. Si no era con plata quizá con su caballo o sus posesiones, que parecían lo suficientemente buenas.

—¿Pagáis por la ayuda, Domenech? Bien podíamos falar de esto con unas gachas calientes como dice el viejo.— Con un gesto hizo extensiva la propuesta a las dos mujeres.

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13/10/2014, 15:26
Viana Bermúdez

Algo mareada aun, a mi alrededor los atribulados compañeros de viaje deliberan las posibles alternativas tras nuestro desembarco.

¿Qué pensáis hacer ahora? (...) ¿Para qué habéis venido a Brest?

Es Magdalena, la misteriosa muchacha quien inquiere al resto: De modo parecido a lo mío, entiendo que el catalán parece asegurar estar buscando a un cuñáu o algo así... Espero que disponga de más pistes del so familiar que les que yo tengo de la mía!

El del turbante interesa de yantar algo, a lo que añade satisfacer un suyo instinto más primario... arqueo la ceja, desaprobadora: Xente de mar, bruta y zafia!

Sea como sea, el robusto Arrieta se junta a la primera de las proposiciones del enigmático individuo a la par que mi vientre también reclama ser abastecido con meyores viandes que las recibidas en La Herrumbrosa, así que asiento a la propuesta del vasco:

- Vamos comer daqué -. Apruebo mientras escruto el puerto en búsqueda de algún lugar en el que reposar de tanta ida y venida marina!

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15/10/2014, 19:36
El Cronista

Ciertamente, teníais vuestras pretensiones. Si. Algunas más o menos peligrosas, dubitativas y quizá poco propicias que cualesquier otras, mas seguramente eran razones de sumo peso para partir tan a las bravas en un pequeño barco llamado La Herrumbrosa (¡menudo ánimo!), hacia el país vecino sumido en la guerra, y además con un enemigo común para todos los reyes del globo: la peste negra. A su lado, cañones, morteros, espadas, alfanjes, arcos, mazas y hachas nada tenían que hacer en cuestión de eficacia. Que uno puede salvar milagrosamente la vida a costa de su suerte (o de su propio brazo o pierna) por una herida de aquestas, pero la peste es implacable y contagiosa: un azote impertérrito del mismísmisimo Diablo... La pira más allá, que bien notó el grandullón de arrieta con un sólo vistazo, no era sino la prueba que el mejor remedio para controlarla (que no evitarla ni curarla) era el fuego. Fuego purificador, bendecido o no, pero fuego; llamas y hogueras...

Una vez bajados de la escalinata anduvísteis todos juntos (tampoco era cuestión de separaros tan aprisa, pues nada conocíais de allí más que un poco el idioma francés, et que a ninguna persona en el lugar) por el muelle de madera, que tenía numerosos rasguños de los años y el trasiego constante de barcos mercantes, marineros, comerciantes, algún pirata encubierto y sobre todo marcas de armas y amarres de galeones franceses que no hacía mucho habían partido al frente naval contra los barcos del infame y temible Rey Negro...

* * *

Brest.

Aquel enclave dominado entre dos grandes montañas por las fuerzas francesas en el cuerno oeste del país era un importante punto comercial y estratégico. El día era gris, a punto de llover andaba, y el barro y las marcas de rueda y carruajes, así como de pisadas, se marcaban por doquier. Sus calles eran en parte adoquinadas y en parte llenas de barro y fango, fruto de las lluvias de los dias anteriores y el constante vaivén de las gentes. Las casas eran altas, con grandes palos a modo de vigas y tejados rojizos que ahora eran parduzcos y parecían algo destrozados. Había un castillo que protegía el puerto y unas especies de torres unidas con un fino adarve que no hacían sino de protección del puerto y el astillero, y sobre ellos pequeñas figuras se alzaban sobre ellas: vigías, que desde la lejanía no eran sino finas siluetas armadas.

El bullicio de Brest se respiraba en la cara. Voces vendiendo gallinas y sus huevos, hortalizas seguramente recien cogidas de los campos anegados contiguos o de los huertos propias, y alguna otra (más de dos y de tres según el tiempo que os tocaba vivir) armería ambulante que hacía las veces de buen "apaño" para cualquier soldado que caminase por allí. Era día de mercado, por supuesto, y en el centro de la ciudad, en una plaza cuadrada, se ubicaban varios tenderetes cubiertos con manteles y alfombras por encima; y lejos de resguardarlos de un desparecido sol, evitaba la pequeña llovizna y el viento desagradable que azotaba de vez en cuando la cara...

Anduvísteis todos juntos buscando una taberna, una posada, o algo similar. En la susodicha plaza del mercado, aparte de los puestos centrales, había en los soportales de la misma cantidad de negocios: dos posadas, seis tabernas, y dos mancebías, sin contar otra armería no ambulante, una herrería, una tinajería y una tenería que hacía las veces de arreglos de remiendos (según lo que vociferaba el dueño, un artesano barbudo y pesado...). Estábais en el meollo de la ciudad, y algún que otro hombre y mujer os empujaba sin querer por la enorme congregación y multitud de personas en aquel punto del territorio frances. También había soldados de su Majestad Juan II con las enseñas francesas vigilando por en medio de la plaza, como buenos defensores. ¡Ay, quien volviera a Castilla o a Aragón!

Notas de juego

Respondiendo a vuestras dudas: tenéis 20 monedas de plata de irizar + lo que tuviérais cuando comenzamos. Apuntáos es 20 monedas si no lo habéis hecho ya.

Esa es la plaza central de Brest, con el mercadillo de tenderetes y soportales con los negocios ya narrados. Os recuerdo que hace un rato que amaneció, y podéis ir a visitar el mercado o los negocios libremente ;) Por supuesto, os podéis separar en vuestro camino (no os lo impido).

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20/10/2014, 21:13
Viana Bermúdez

Dáme algo de aprensión vagar sola por el mercáu mas era buena ocasión para encontrar algunas yerbes necesaries pa guarecer... respigo toa por lo frío y pensamientos encontrados se arremolinan en mi interior:

Tengo fame y no quiero abandonar a los recién encontraus compañeros... por otro llau preciso las yerbes... qué facer???

Mi barriga ruxe, dándome la respuesta: "Primero comer, depués mercar!" intento guiar al heterogéneo grupo hacia fumientu tabierna que despide nutritivo golor!

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21/10/2014, 17:59
Constantí Domenech

Recordando que me hallaba en presencia de gentes que no hablaban fluidamente mi lengua materna, traté de concentrarme en hablar en castellano. No tenia ni idea de en que asuntos estaba metido mi cuñado, pero esperaba que no fuieran demasiado complicados de solventar.

- Non creo que necesite ayuda, pero si van maldadas te buscaré para que me ayudes. Y si quieres un precio podriamos acordarlo cuando sepa que necesito. - Le respondí al fornido vasco. Se notaba que era un mercenario. 

Mientras andabamos por la plaza del mercado busqué con la mirada algún lugar para sentarnos a comer. 

No habia dejado de notar que era el unico que habia dicho que le habia traido a Brest. 

- Et vosotros? que haceis en este lugar? - Pregunté al resto, por curiosear y conversar. 

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26/10/2014, 12:13
El Cronista

El de Domenech no recibió, de momento, respuesta alguna de Arrieta, aunque todo apuntaba que por un buen pago siempre podría tener sus enormes brazos para lo que necesitase. Al igual que Viana y Ramiro (que así éste último lo contemplaba como a bien), Constantí y el resto se encaminó a una de las seis tabernas que alli, en aquellos portales entre columnas, había. Todas tenían muy similar aspecto, tanto por fuera como por los clientes que a ellas accedían, asique elegísteis una al azar, una que tenía un tablón por rótulo colgado con cadenas. En él se encontraba tallado y pintado en su talle una cabeza de cerdos con varios bigotillos saliendo de su morro, et no tenía nombre alguno (al menos allí dispuesta).

Nada más entrar, notásteis el apabullante hedor de concurrencia, como si en el interior hubiera tanta gente o más que en la propia plaza del mercado de Brest, pasos afuera. La taberna era un lugar estrecho y alargado, muy impropio de cualquier negocio, y una larga barra se extendía en un lateral. Al fondo únicamente había algunas mesas, pero estaban todas ocupadas. En la barra había pocos huecos, pero bien os podríais hacer de uno sin problema. El dueño del negocio era un tipo alto y robusto, muy parecido a Arrieta, a decir verdad.

Notas de juego

Chic@s, dado que ésta es una partida de ritmo bajo, no voy a pnjotizar a nadie cuando no cumpla el posteo, y más sabiendo que esta partida se abrió precisamente con este ritmo para ser capaz de llevar todos un ritmo de intervención adecuado. Ello no quita que quien vea que no le apetece jugar o no interviene lo mínimo (1 post semanal, "semanal"...) quede fuera de ella.

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04/11/2014, 11:16
Constantí Domenech

Al entrar en la taberna me di cuenta de lo mucho que echaba ya de menos mi tierra natal. Donde me conocian y no necesitaba entrar en lugares como este. El lugar estaba abarrotado y hedia a humanidad pero algo me decia que todas las tabernas de la zona serian muy parecidas. Al parecer el resto de mis compañeros esperaba indeciso sin saber muy bien que hacer, por lo que me acerqué a empujones a la barra hasta hacerme un hueco. Traté de llamar la atención del tabernero para pedir la comida. Y ahora venia el momento de la verdad... Mi francés no era demasiado bueno Y aunque me defendia, no sabia si conseguiria hacerme entender. Por lo que opté por usar palabras sencillas.

- Quiero comida para cinco. Entiende? Comida. Cinco personas. - Acompañaba mis palabras con gestos indicando lo que queria y el numero que eramos. 

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10/11/2014, 00:46
Arrieta

La elección de Constantí no era del agrado del vasco, pero le siguió más que nada porque olfateaba la plata. Arrieta creía en que el destino compensaba a los que sabían poner la otra mejilla antes de tiempo y por los demás; el tiempo devolvía el golpe a los que habían dado primero, recibiendo y no dando. Así que dejó pasar a las mozas y al viejo capitán, para cerrar la comitiva con la mandíbula apretada y cara de pocos amigos.

Con todo y con eso, se mantenía con la pupila alerta, sospechando que la respuesta libertaria no tardaría en llegar en cuanto viesen a Viana y a la otra. Arrieta sabía reconocer a más de cien pasos el olor caliente de un buen estofado, el tufo a pies de los campesinos y también el de la tierra quemada por la guerra que llevaban algunos mercenarios pegados a sus botas. 

Sabiendo cómo las gastarían en un sitio como Brest, y con conocimiento de que los franceses si bien pagaban bien no eran los más amigos de los castellanos, girose mirando a los que osaran molestar al grupo mientras Domenech demostraba su escaso conocimiento del galo. Con la mirada torva, aprovechó para sacar la punta de un virote de ballesta y comenzó a hurgarse los dientes.

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10/11/2014, 11:46
Ramiro "Capitán" Gutiérrez

Ramiro se plantó bajo el umbral de la entrada, tomándose unos segundos para estudiar detenidamente el abarrotado local, escudriñando los rincones en busca de miradas curiosas y fulanas de mal vivir. Tabernas. El Capitán había estado en más de las que podía recordar, repartidas por toda la costa mediterránea, compartiendo risas y tragos con moros y cristianos por igual. Esta en concreto no era ni mejor ni peor que la mayoría, pero el constante murmullo nasal de los franchutes se le metía a uno en la sesera como el zumbido de un molesto insecto.

Al ver avanzar al santurrón hacia la barra, presto a pedir comida y bebida para todos, el viejo pirata se adentró en la taberna. Caminaba con los pulgares hincados en el cinturón, manteniendo los hombros en tensión para abrirse paso entre los parroquianos dejando claro que nadie debía interponerse en su camino. Había paseado por suficientes tugurios como este para saber que siempre debes mostrarte atento y amenazador, si no quieres que alguien decida divertirse contigo.

- Pida algo de vino, Padre -le dijo Ramiro al catalán en tono socarrón, cuando llegó a su altura-. Aquestos gabachos non sabrían cocinar ni una sopa de nabos, pero sus caldos bien pueden saborearse.

El castellano volvió la mirada hacia las mesas del fondo, sin esperar respuesta del caballero. Sus ojos paseaban por los hombres sentados, en busca de las familiares señales y ademanes de los profesionales de la guerra: las carcajadas que asemejaban a ladridos furiosos; los hombros anchos como potro de inquisidor; las cicatrices carcelarias que narraban una vida de asaltos y oportunos cambios de camisa. Si Ramiro Gutiérrez tenía que labrarse un nombre y una bolsa de plata, este sería tan buen lugar como cualquier otro para empezar a vender sus servicios.

- Tiradas (1)
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11/11/2014, 19:28
Tabernero

Nada más acercarse, un tipo orondo y calvo se acercó a Constantí. Era el tabernero, dueño del tugurio. Contemplaba especialmente al caballero, que entre tanto tumulto y tan variopinto, reconoció por contra al de Domenech como hombre de Dios y de espada. Claro que, su revisión mientras le oía hablar no era por aquel marcado acento catalán, ni tan siquiera por su esbelta figura, sino por el tipo que tenía detrás. Aquel grandullón le sobrepasaba por la espalda: Arrieta. Parecía apostillar sus palabras con su sola presencia, como si constantí ganara garantías completas pidiendo una ración de menú o la rendición de un ejército completo. Et que a su lado aguardaba la bella Viana, algo agobiada por la muchedumbre. La muchacha se encontraba algo amparada entre sus compañeros de viaje, et que se arrimaba mucho al navarro, pues le parecía la figura más afin a ella. Por su parte, el Capitán expedía y recibía miradas por doquier, tanto discretas como indiscretas, et que bien le pareció que allí había desde fulanas y buscavidas hasta viajeros que no querrían ser encontrados, cualquiera sabe.

Si, entiendo -dijo en castellano el tabernero, para sorpresa de Constantí-. Cinco. Menú del día, para cinco -repitió-. Se lo serviré aquí, no hay mucho sitio como ven. Judías con torreznos, queso y puerros. Vino de beber, a menos que deseen beber agua -le comunicó al caballero-. Magdalena, por su parte, permanecía al lado de Viana, un poco asustada.

Et que no tardó mucho aquel tipo en servirles a todos. Estábais algo "apretujados", puesto que la concurrencia era muy notable. En breves varios hombres salieron de una mesa, y a la par que Arrieta se acercó a ella enseguida, dejando claro que iba a ocuparla. El tabernero os ayudó a transportar los platos al nuevo asiento, mientras os volvía a servir vino con un paño hediondo colgado de su hombro (seguramente con el que secaba vasos y demás vajilla).

Esto está a rebosar -dijo el susodicho-. No les he visto por aquí antes... err... ¿Hay nuevas de los ingleses? Dicen que andan muy cerca, y que el puerto es inseguro ante las defensas de esta ciudad. Yo me temo lo peor... -el tipo acabó de servir, y estaba ansioso por conocer noticias de la guerra, como desesperadamente-.

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12/11/2014, 02:03
Arrieta

Lo primero era lo primero, así que Arrieta arrebató el pan del francés y lo distribuyó equitativamente, para hundirlo con furia en las judías, sin miramientos. Después de devorar el primer bocado, encorvado sobre la comida como animal hambriento, miró de soslayo a Constantí, con cierto aire culpable pues a lo mejor el pisaverde quería bendecir aquella mesa impía por los que allí alguna vez se habían sentado. Pero con un gruñido suave siguió comiendo. El mar era algo odioso y repetitivo, y la Herrumbrosa había sido un calvario. Con comida caliente, metal en el bolsillo y la tierra bajo sus pies, el pastor vasco era feliz. Limpiándose el mentón, lleno de cicatrices, de la grasa de los puerros, acertó a preguntar al tabernero.

—¿Y la peste qué, monsieur? ¿No se llevará también a los anglaises?

Se refería a la quema de cuerpos de la colina. Era evidente para cualquiera versado en maniobras castrenses, por muy idiota que fuese, que el puerto abierto de Brest y aquella plaza serían pasto de cualquier soldada mínimamente organizada. Quizá pagasen por proteger sus cuchitriles aquellas cucarachas francesas.

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12/11/2014, 22:10
Viana Bermúdez

Secreta y silenciosamente, como siempre trato de pasar inadvertida entre la inmundicia "Estos homes seríen capaces de perder la cabeza pola mio asina que más me val tar empresta a amenorgalos!"

Ignorando a tan orondo posadero, me asilo en el taburete, ubicándome estratégicamente entre la pared, el vasco y Magdalena, hundo mi escudilla entre las gachas, ansiosa por llevarme algo caliente al paladar!

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14/11/2014, 18:43
Constantí Domenech

- Gracias. -  Le dije al posadero, al indicarme que me habia hecho entender. Las raciones no eran nada del otro mundo. Pero estaba hambriento y eran mejor que nada. 

Arrieta tuvo la suerte de conseguir una mesa para todos y eso hizo que nos desplazasemos a estar algo mas comodos. Tenia intención de bendecir esos alimentos pero el Vasco ya atacaba la comida. Decidí dejarlo pasar, y antes de empezar dediqué una silenciosa plegaria al Señor. Probé el vino, y comí un trozo de pan solo. De un modo pausado, casi ritual. Después, asintiendo, empecé a comer, aunque con algo menos de violencia que mi compañero. 

- Somos viajeros, monsieur. Venimos por razones distintas y compartimos pasaje. Simplemente vinimos a comer juntos antes de seguir cada uno con nuestro camino. 

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16/11/2014, 12:27
Ramiro "Capitán" Gutiérrez

El Capitán sentóse a la diestra del santurrón, frente a frente con el aguerrido navarro. Sin esperar el permiso de nadie, que nunca lo pidiera ni lo necesitara para llevarse un bocado a la tripa, empezó a comer las humeantes judías como si le fuera la vida en ello. El orondo tabernero parecía tener ganar de darle a la sin hueso. Quizás no fuere algo habitual encontrarse a cinco hispanos en tierras francas, durante tan funestos tiempos de guerra y enfermedad.

- Si esos herejes arribasen a asediar aqueste agujero, vuestras defensas se abrirán más rápido que las piernas de una ramera -comentó Ramiro con una sonrisa, sin apartar la mirada de su plato ni dejar de zampar.

Después de rebañar los restos de la comida, el castellano tomó un largo trago de vino. Usó un pedazo de corteza del pan para hurgarse entre los dientes, echando la espalda atrás hasta recostarse en la pared. El tabernero aún manteníase junto a la mesa, mirando al resto de los parroquianos por si alguno necesitaba algo. En su frente habíanse dibujado unas arrugas de preocupación, sin duda nacida de las siniestras palabras del Capitán.

- Non hay que tener muy lúcida la sesera para darse cuenta de que portáis una mala mano en esta partida. Empero nuestros aceros podrían servir a vuestra causa, si pagáis lo suficiente... -dijo Ramiro, jugueteando con el pomo de uno de sus cuchillos- Dígame, buen homne, ¿hay alguien que cambie plata por acero, en aquestos lares?