Partida Rol por web

De acuerdo. Piel de Lobo no tiene efectos. Arma invicta, activada.

Era cuestión de tiempo que el Domenech saltara. Y es que como bien había predicho el vasco, la tormenta que se barruntaba desde hacía tiempo, estaba a punto de romper sobre aquellas huestes. Poco le importaba al pastor la vida de un bravucón gabacho, pero seguía viendo a la moza y al aragonés como miembros de su rebaño, así que avanzó presto y con el gesto torcido al lado del caballero. Sin alzar demasiado la voz y expectante a lo que los sesos de aquellos hombres de malvivir podían pergeñar, habló de nuevo a Constantí.

—Yo luché contra los franceses. Luchábamos con piedras y palos. Nunca murió nadie, pero juro que los odiaba más que a nada en este mundo. Capturamos más de una vez a uno, y algunas veces nos capturaron a nosotros. Debo decir que no me siento orgulloso de aquello. Pero ahora, ya, el fuego de la juventud se ha consumido. No tengo fuerzas para pelear, ni para odiar. Solo espero que otros sean mas sensatos que yo, empezando por vos, Constantí. No pongáis el cuello en juego por un hideputa ebrio... mas si lo hacéis, contad conmigo a vuestra vera.

Algunos borrachos nada atendían a las reprimendas de justicia de Constantí. Aquellos tipos eran tan peligroso como hebrios, et no dudarían en despellejar a cualquiera que fuera en su contra, incluyendo en su tiempo de descanso. Muchos atendían al del arco inglés y al tipo ebrio que se tambaleba y reía, creyendo que una flechada nada le haría. claro que otros, unos seis, escucharon con suma atención al catalán y se encararon contra él.

¡Nos has salido respondón, pavito! -le dijeron a Constantí-. Los tipos le rodeaban, y a su vez se acercaban a Viana y a Arrieta. A no ser que quieras ser tú el dueño de ese arco y quieras disparar, muérdete de la lengua o métetela donde te quepa -le dijo-. Y si tienes algún problema, podemos solucionarlo ahora mismo -los seis tipos se arrimaron un poco más, y también se echaron la mano a la espada, por si cualquier mala reacción hubiera allí...-.

Inquieta, veo como los séis mercenarios rodean nuestra posición... bajo mis vestimentas desenfundo la daga, presta a ser empleada!

La maza de Arrieta estaba ya en alto, dispuesta a ser empleada para lo que servía: abrir cabezas. ¿Querían aquellos hombres guerra? Tendríanla. Mas no empezaría él. Bien que se arrimó a Viana y púsose un paso por delante del caballero, que si había que recibir palos los recibiría él. Esperaba que eso aflojase el cordón de la bolsa de la plata del muchacho.

Irritado como estaba parecia, increible que no hubiera sacado ya la espada y hubiera dedicado el resto del dia a repartir la furia de Dios entre estos franceses. Pero de lo único que pecaban era de ser estúpidos. Por lo que hice esfuerzos por serenarme. Tal vez si les ofrecia una alternativa...

- Es vuestro arco, disparadlos vos. Pero no matéis a uno de los vuestros, ¡Por Dios! Rellenad la armadura de paja y ponedla sobre un barríl. Asi tendreis un buen blanco, y que no se quejará. - Y dije con voz mas alta para que todos ellos me escuchasen .- Y así ninguno terminará atravesado de parte a parte por una flecha que dispare vuestro amigo. 

Esperaba convencerlos de que dejasen de tonterias y de arriesgar estúpidamente la vida. 

Eeerrhh... -el tipo envalentonado miraba con odio, sumo odio, a Constantí. Viana se hacía a un lado, mientras Ramiro y Arrieta aguardaban por lo que pudiera pasar-. Pues... -entonces miró al desgraciado que si de mal disparo acabaría siendo fiambre, et que no hizo caso omiso a la propuesta ajena-. ¡Quitad a ese rufián de ahí! -ordenó a los suyos-. Desnudadlo, poner paja de la cuadra a las armaduras! ¡Dispararemos al pelele! ¡Y así este desgraciado -se refería al que iba a ser desarmado- podrá bailar "en bolas" para el gusto de este tipo -ahora se refería a Constantí-. Viana y Arrieta fijaban la mirada... en otro sitio.

Al mirar de refilón a la parra donde estaba colgado el inglés desgraciado, le vísteis moverse, forcejear, ¡aún seguía vivo! Los torpes de los franceses no le habían hecho bien el nudo corredizo, y así, en lugar de quedar estrangulado o con el cuello roto, ha quedado colgando de él (viviendo aún). Incluso ha apoyado la punta de uno de los pies en el fino tronco de la parra, no sin grandes esfuerzos.

Pero todos están pendiente del disparo, o imbuidos en una profunda cogorza como para darse cuenta...

No se me da demasiáu bien moverme con sotileza mas en viendo a toos prestando atención al espectáculo del pelele, trato de acercarme a la parra, encaramarme a ella e cortar la soga que entá tien agarrau al inglés... 

Bien sintió Arrieta el movimiento de Viana, y vive Dios que lo aprobó ,aunque nunca lo reconociese después, pues trató de distraer de la atención de la moza a los sádicos borrachos. La ofensa en las palabras del jefe, provocada por la situación y la cerveza, no pareció inmutar a Constantí, así que el vasco siguió atento pero sin soltar golpe de la abrecabezas sobre ninguno de aquellos gabachos. 

Lo que hizo fue gruñir y moverse delante del de la Corona de Aragón, una vez más, para desafiar a aquel que quisiera tocarle mientras colocaban el pelele. Estorbó lo que pudo al del arco para así dar tiempo a la asturiana para que ficiese sus fechorías.

Por la mirada de odio que me lanzó el mercenario del arco y sus dudas entendí varias cosas. La primera es que lo habia puesto en un aprieto, la segunda es que me odiaba a muerte por esa mirada que me lanzó. Probablemente queria una excusa tonta en mitad de una borrachera para matarloy lo habia impedido. Sea cual fuere me salí con la mia y al parecer ese dia no matarian a nadie. 

Viendo que le movian para desnudar al tipo y llenar la armadura de paja, me relajé un poco. Tal vez no tendria que pelear.

- Marchémonos. - Les dije al capitán, al vasco y a la asturiana. Con suerte encontrariamos alojamiento y comida en otro lugar mas tranquilo. De todos modos me acerqué a Arrieta y le susurré. - No los pierdas de vista. 

- Marchémonos. - Les dije al capitán, al vasco y a la asturiana.

Espero que mientras el Vascu trata de distraer a tan zafios rufianes diérame tiempu de encaramarme a la parra y cortar la soga que arreya'l pescuezu del inglés! 

Es decir: Que cuando el Constantí nos indica que nos larguemos, yo yá toi n'acción!

En cuanto vio constantí que Viana se movía hacia el que andaba colgado, observó al inglés colgado de la cuerda, y pudo observar finalmente que tenía un pie levemente apoyado en el fino tronco de la planta, ¡seguía vivo! La moza se fue acercando poco a poco, a medida que el pelele de paja fue cobrando en un lado más importancia. El tipo aque le habían quitado la armadura seguía bebiendo (algunas gotas más y caería en inconsciencia), et que el del arco deseando estaba lanzar ya con el long bow.

Arrieta, mientras todo aquesto pasaba, colocado el primero andaba, tal que si quisiera él mismo disparar la flecha...

BZZZZZ.... ¡¡PLAFF!! -el tipo del arco se quedó mirando el arma entre sus manos, pues la potencia que emergía de entre sus manos era considerable. Tenían, al fin y al cabo, buenos utensilios los ingleses.

¡¡¡PLAFFF!!! Tras el primer impacto del arco en el pelele, un jolgorio de voces y jarras elevadas junto con risas inundó la entrada, el dicho espectáculo; pero créanme sus mercedes que pareció que todo aquella alegría se tornó desdicha y como ruina. El inglés colgado cayo al suelo con estrépito, pues las manos tenía atadas a las espaldas. Quizá no bien sujetas con la soga, sólo él supo cómo desembarazarse del nudo, et así lo hizo; et cuando aquesto sucedió se llevó la mano al saco sobre la su cabeza, et que al quitárselo vio a una mujer portando un cuchillo junto a él...

Viana había cortado la cuerda, bajándolo al momento, et que de ello se percataron algunos de los espectadores del aquel improvisado certámen de tiro.

¡Eh mirad! -dijo el menos borracho, porque el resto andaba bastante ebrios-, ¡está vivo! ¡Nos ha engañado! ¡y esa mujer lo ayuda a escapar!

¡¡¡PLAFFF!!! Otro impacto con el long bow se sucedió. Entonces todos se giraron, incluido el nuevo dueño del arco y el que bravuconeaba con Constantí, pero enseguida el primero recibió, de una forma espectacular, una soberana patada en su rostro y se hizo con el arma.

¡Eso es mío! -y propinó un puñetazo a otro que venía por detrás-. Fue entonces que echó a correr hacia establo, que estaba justo detrás de la taberna, casi en un lateral.

Salgo a todo correr tras el inglés... Mon Dieu! Nin siquier sé porqué salvélo y amás él nun paez esmolecese por ayudame a mi!

No soy especialmente rápida mas trato de no perderlo de vista y aprofitar la confusión para escapar del lugar!!!

No podia creer lo que veian mis ojos, el inglés seguia vivo y Viana lo estaba ayudando a escapar. Todo sucedió demasiado deprisa como para pararse a decir algo, y aquellos hombres parecian realmente furiosos. Mas nos valia seguir el ejemplo del ingles y la asturiana y salir de allí por piernas, por lo que me lancé a la carrera tras ellos. 

Viana no corria demasiado rapido por lo que al pasar junto a ella la agarré del brazo y la ayudé a avanzar. 

El vasco sabía lo que iba a suceder, y mantuvo el temple de los de su profesión. No era aquella la primera batalla en la que estaba en inferioridad de condiciones. Una moza y un niño barbilampiño es lo que veía él tras de sí, y enfrente una panda de beodos que bien merecían tomar medicina. Pese a la superioridad, aún ni con esas se echó atrás, plantando bien los pedes en la terra, mazo en ristre.

—Corredes, señor Domenech. Id con la Viana. Os daré tiempo y os alcanzaré.

El norteño, arma en mano, cruzó su mirada con el que parecía más sobrio y hablaba más de la cuenta. Y aquellos ojos querían algo más que saludarse.

La maza voló por el aire hacia su rostro.

Al girarse todo el grupo, vieron a los tres tipos correr (el de la bolsa en la cabeza, la mujer y el "gallito" que osó enfrentarse verbalmente a esa panda de mercenarios). Empero que al salir corriendo, Viana se trastabilló, y el tipo que tenía ahora el long bow inglés cargó una flecha y disparó contra la muchacha. El impacto le acertó en la pierna derecha:

Daño: 6 (-1 por Ropa gruesa) (/2 por pierna): 3 puntos de daño.

Con la flecha aún clavada en su pierna y sangrando, corrió de la mano de Constantí, perdiéndose en la entrada de Nantes.