Partida Rol por web

La Guerra Interminable

PRÓLOGO - El viaje a Brest

Cargando editor
16/06/2014, 21:20
El Cronista

Bermeo, año de 1356.

Partísteis hace tres días de Bermeo, localidad portuaria del Señorío de Vizcaya. Por algunas razones o por otras (sólo Dios sabe qué andanzas traíanse las sus mercedes por aquestas tierras) que os embarcasteis en una coca mercante (llamada por su capitán "La Herrumbrosa"), con una tripulación de unos cincuenta hombres. Desde que llegásteis al puerto de Bermeo vísteis cierto trajín en el pequeño muelle, alzándose el único mástil de la misma como punto más alto en muchas varas a la redonda. En cubierta, la tripulación cargaba unas cajas, revisaba aparejos, nudos también y muchos de ellos oteaban el cielo, harto y cuajado de nubarrones no muy prometedores. Era media tarde.

El capitán del barco, un hombre de la treintena, cara alargada y barba prominente, cuyos cabellos llegaban hasta casi los sus hombros, encontrábase paseando por el puerto, buscando gentes que pudiéranles acompañar más alla de las orillas de Bermeo. Ciertamente, diríase que una galeaza o un filibote no contarían con la cantidad suficiente de hombres al ver los tales de su barco, que como decimos, coca era; mas que la misma, con la tripulación que veíase bien en contraste de las nubles grises pero brillantes de las alturas, diríase repleta y lista para viajar.

Sin embargo, nada encontró, o nada quiso encontrar: numerosos hombres de espaldas bien anchas andaban por el puerto, y bien podrían aguantar cualesquier cabo si de tirar hubiera, o si tan sólo hubieran de cargar barriles a camarotes desde cubierta. Mas no contento con eso, Irizar, que asi llamábase el tal capitán, se afinó de nuevo a su coca, subiendo por la pasarela y quedó ésta colocada, como si no atreviérase a subir. Et que cada vez que se acercaba alguien (sus marinos ya aguardaban en la cubierta o en los extremos de la misma), preguntábales que mera razón tendría para no aceptar unos buenos dineros. Et que cuando el viandante se paraba (movido por la curiosidad de ver una coca preparada y no echada a la mar) y descubria de qué era el trato, que dábase la vuelta y volvía con el rabo entre las piernas.

Fue a media tarde que llegaron sus mercedes, sin saber aún que embarcarían prestos en La Herrubrosa. De uno en uno, fuísteis conociendo los augurios que Irizar sacudía por su boca, diciendo que habríais de llegar a la costa francesa, al noroeste del país, a transportar la carga que con buenos dineros había pagado y pretendía exportar. Telas, lanas, algo de metales y ganado (vivo) que habria pronto que descargar en el puerto de Brest, en la Bretaña de Francia.

Sin embargo (os contaba Irizar), la guerra en aquel país, Dios válgame que en Castilla no era tan cruenta y demos gracias, no solo librábase en tierra, en las plazas, ciudades y colinas. En el mar, el príncipe de Gales, Su Majestad Eduardo, enfrentaba sus grandes naves contra "el Bueno", el Rey francés Juan II, en alta mar. La costa de la bretaña y el reino inglés, cercanos por naturaleza, albergaba horrores en costa de ambos contendientes, así como en alta mar... ¿Et qué pasaría con una simple coca viajando por el litoral francés? Sin duda que las naves de Eduardo la limpiarían y enviarían al fondo del mar a base de cañonazos, o de un simple abordaje, saqueo y quema de la misma.

Desde el principio de la guerra, en sus años como mercante, el capitán Irizar, según os contaba, había concurrido en estos hechos, tanto de un bando como otro. El conflicto franco-británico no habíase recrudecido como hasta ahora; es más, antes había cierta tensión naval entre ambas potencias, mas ninguna de ellas estaba demasiado preparada para atacar la otra. Sin embargo, ahora era frecuente, según sus palabras, "pagar" algún tributo de mercancía para evitar un bloqueo de galeazas (con su correspondiente hundimiento). Sin embargo, el capitán, desde no hace mucho (y pese a costarle unos buenos dineros) contrataba a mercenarios y soldados de Castilla o Aragón para acompañarle fuera de los territorios de Su Majestad, más allá de los Pirineos...

He aquí que muchos huyeran de su propuesta, aunque fueran buenas cantidades de maravedíes: todos sabían que la gran guerra, que diríase más tarde "interminable" estaba en pleno auge de contienda... Sin embargo, Vuecencias aceptaron, et que incluso dos mujeres iban en cubierta (nunca se sabía qué otros oficios habrían de necesitar de una dama, fueran realmente los que fueran, y que no podían esperar de ningún hombre).

Et en habiendo reclutado el capitán de La Herrumbrosa a un tipo con cicatrices en el rostro, a dos bellísimas damas, a otro sujeto que parecía tener maneras de marino y a un aventurado con aires de caballero (que tal vez fueralo), hizo movilizar a sus marinos, ya casi cayendo la noche, en dirección a Brest. Partir con la luna sobre el cielo vizcaíno no era nunca lo propicio, pero las desventuras de la guerra y el trabajo rápido movían al capitán a arriesgar la empresa para volver cuanto antes.

Cargando editor
16/06/2014, 21:25
Irizar

Aquí tenéis, como os dije, veinte monedas de plata... -dijo Irizar tras tres días de navegación-. En este tiempo, vuestras competencias se limitaban a esperar (esperar posibles acontecimientos), aunque lo propicio era que nada tuviérais que hacer, y que ningún "evento" se cerniese sobre la Herrumbrosa... El resto os lo entregaré en Brest, cuando hayamos atracado en su puerto -tenía un fuerte acento rural, muy marcado, aunque seseaba un poco, fruto quizá de sus viajes al extranjero-. Esta maldita guerra es buena y mala, ¿sabeis? Si estás en el momento adecuado, los generales aprovisionan sus tropas como es debido, y los reyes no escatiman en productos... Pero si eres capturado por el bando contrario, y aun estando en buen sitio... ¡amigo mío! ¡Puedes darte por muerto! -era una mezcla de ironía y temeridad, como un humor negro contra él mismo, como si fuera inmune, o más bien como quisiera serlo y no pudiera-.

Era de noche, la tercera. Las nubes habíanse quedado encalladas en el cielo, como si quisieran descargar todas a la vez, y, precisamente por eso, no pudieran. Sin embargo, el viento azotaba la coca y su único mástil aguantaba una vela que, de estar colocada a contraviento, bien que tendríais que sacar los remos y avanzar manualmente.

Sólo por curiosidad -os dijo en estando todos en cubierta, en el castillo de popa, e Irizar apoyado en el timón, haciendo como que manejaba el rumbo. Tal vez lo hacía.-, ¿a qué vais a Francia? ¿o era sólo por el dinero?

Notas de juego

Comenzamos. Estáis todos al 99.9% (alguno le falta alguna cosa que le he puesto), pero podemos comenzar perfectamente.

Recordad, es un post semanal como mínimo, es ritmo bajo (si todos posteáis antes de tiempo, actualizaré de todos modos) ;)

Cargando editor
19/06/2014, 20:10
Ramiro "Capitán" Gutiérrez

─Por los buenos dineros capitán, ¿por qué si non? ─reí ─non será por las muxeres, pues dixen que las francesas son rudas et yeden como los nuestros cochinos.

Aquella era una verdad a medias, pues lo que yo realmente anhelaba era la libertad. Volver a sentir la brisa marina en el rostro mientras surcaba el interminable mar. Y aunque sabía que la mayor parte del trabajo encomendado era en tierra firme, necesitaba aquel viaje a Brest. Lo necesitaba...

Aquella noche, en la que una luna en creciente brillaba sobre mi cabeza, volví a sentirme vivo otra vez. Roló el viento, ganó en intensidad a media tarde, aulló al oscurecer, y ahora ya de noche cerrada fue cuando amenazó con llevarse el mundo por delante. Por unos instantes que me parecieron increíblemente largos no ocurrió nada, pero luego el viento comenzó a hacer su trabajo tomando la pesada embarcación en sus manos para empujarla muy despacio, a través de una pulida llanura que apenas ofrecía oposición a su avance, como si aquél fuera, y al menos hoy parecía serlo, el más tranquilo y navegable de los océanos del mundo.

Fue un hermoso viaje. Desesperantemente lento, pero hermoso.

El más hermoso que emprendiera ser humano alguno, puesto que era un viaje hacia una libertad tiempo atrás perdida, y un viaje repleto de esperanzas, ya que si de algo estaba seguro, era que nunca más volvería a abandonar el mar por tanto tiempo.

Al final de aquella incierta y casi absurda aventura me aguardaba la salvación o la muerte, aún no podía saberlo, pero ambas se me antojaban de todo punto preferibles al cautiverio de la tierra firme.

Atras quedaron aquellos días en los que, junto al infame Jabbara, saqueaba cuanta embarcación cruzábase en mi camino. Riquezas, mujeres, bebida y comida parecían no tener fin en una vida digna de un rey...

...Sumido en aquel recuerdo disfruté cuanto pude del reflejo de la luna sobre las ondulaciones del agua.

Cargando editor
19/06/2014, 20:58
Viana Bermúdez

¿a qué vais a Francia? ¿o era sólo por el dinero?

El capitán, Irizar aseguró llamarse, nos lanza la cuestión: Paréceme normal que desee conocer a sus acompañantes de viaje, imagino que los conflictos a bordo deben tener una compleja resolución.

La brisa marina me sumerge en cavilaciones, mis últimos tormentos. 

Aún apenada por la reciente defunción de mi madre... Oh! Madre! Mère bien-aimée! Cuánto la echo de menos!!!

Una semana de dura caminata, desde mi Naredo natal, hasta alcanzar el Cantábrico en la Villa de Llanes. Para luego continuar, penosamente, cruzando riscos y acantilados, entre la lluvia y la bruma, hacia el este, siempre hacia la salida del preciado sol. Siguiendo la accidentada línea de costa, con la siempre amenazadora presencia del Mar, Mon Dieu! Jamás había visto tal cantidad de agua, espanta!!!

Hasta hoy; en este atardecer, alcancé Bermeo: Puerto del que, me aseguraron, partían buenos navíos hacia mi destino!

─ Por los buenos dineros capitán, ¿por qué si non? (...) non será por las muxeres, pues dixen que las francesas son rudas et yeden como los nuestros cochinos.

Arrugo la nariz: Un hombre. Rudo. Aparentemente nuevo en el navío pero, por la intensidad de su mirada, en absoluto lozano en la vida! Enfundado en una especie de turbante que le cubre la cabeza. Su comentario me desagrada, Mami era de Flandes y en absoluto olía mal!

Sea como sea, el hombre me saca de mi ensimismamiento, me recuerda que Irizar espera respuesta:

Busco a la mio familia, bon capitán... - Bajo la mirada, sumisa, necesito llegar a mi tierra. Mis orígenes. El lugar en el que, tras mis pérdidas, encuentre quien me acoja... Mon Dieu, s'il vous plaît!   

Cargando editor
20/06/2014, 02:53
Magdalena Pérez

Magdalena había tratado de pasar lo más desapercibida posible, pero una belleza como la suya no debajaba a ningún hombre con testículos impasible, e incluso despertaba unas cuantas envidias en muchas de las mujeres, al menos las mujeres no tan bellas como ella, que podría decir que eran la mayoría.

Magdalena necesitaba huir de allí, largarse de donde estuviese su familia, y vio aquel barco como la posibilidad perfecta de poner millas de por medio. Ese barco iba a ser su salvación e iba a ser su pase hacia un mundo en que nadie la conociese, nadie supiese quien era y donde cualquier persona de su pasado la dejaría atrás.

Por el dinero, mi señor. Magdalena había oído rumores sobre lo horrorosas que eran las mujeres de las tierras galas, y sabría que allá donde fuera ella, podría conseguir lo que quisiese, sabía que tenía una belleza que tendría que explotar al máximo y así podría conseguir todo lo que quisiese, y con suerte dejar de hacer cualquier cosa que hubiera hecho en su pasado. Francia sería la tierra de las oportunidades y Magdalena no podría perdérselas, por mucho conflicto o guerra que hubiera allí, nada podría ser peor que el infierno del que procedía.

Cargando editor
22/06/2014, 12:04
Constantí Domenech

No debía de haber ido en barco pero habría tardado más de lo que necesitaba en llegar. Me encontraba fatal, y casi no me levantaba, y cuando lo hacía era para comer algo que después vaciaba por la borda. En uno de los breves instantes en los que aprecia que el barco no se balanceaba demasiado y pude salir a cubierta, el capitán me encontró. Y me preguntó acerca de mis razones para viajar. Lo encontraba normal, puesto que cualquier capitán no querría malas gentes en su barco aunque a primera vista se notaba que yo era un hombre de bien y siervo del Señor.

- Viatgi en cèrca d'una persona importanta, mas los sòus tanben son ben recebuts, bon capitani. – Le dije en mi lengua materna. A veces sin darme cuenta hablaba en catalán, sin saber si la otra persona conocía mis palabras, pero no me encontraba bien y no me di cuenta esta vez. - Esperi que lo viatge siá pas fòrça mes long. *

Buscaba al cuñado de mi hermano. Él me dijo que estaba en peligro y como no podía ocuparse del asunto me pidió que fuera a buscarlo. No sabía si llegaría a tiempo. Pero debía intentarlo.

Notas de juego

* -Viajo buscando a una persona importante, aunque el dienro es bien recibido, buen capitan. Espero que el viaje no sea mucho mas largo.

Cargando editor
22/06/2014, 12:42
Arrieta

Ocurre que el viento sopla tan fuerte que apenas la Herrumbrosa puede surcar el golfo de Vizcaya. Y la luna, descarada, alumbra la travesía de aquel cascarón de nuez que iba a llevar a Arrieta hacia un nuevo destino, uno más. Y ocurre también que la mar se alborota y que, sabrosa de sal, embiste la costa y chifla los ánimos de los pasajeros. Entre ellos mujeres. Mala suerte dan las damas, si es que aquellas lo eran, en medio de una cubierta. Pero donde había patrón, Irizar en este caso, no mandaba marinero, y Arrieta no era ni siquiera eso.

Dando tumbos de aquí para allá, el hombre era un pastor venido a mercenario. Huraño, callado, malencarado; pero leal, valiente y trabajador. Cuando el capitán preguntó por las razones de su viaje a Francia, que seguramente intuía, el soldado sólo había respondido con un gruñido mordiendo una de las platas que le había dado. Respuesta más que suficiente para el navarro.

El pastor ya hacía tiempo que había dejado de serlo y ahora era más marino que otra cosa. Hablaba poco y más francés que castellano. Era un hombre al que los dioses, seguramente por pasar el rato, le habían concedido eso que los mortales llamamos ojo clínico y que consiste en columbrar a un fulano y hacerle un análisis en el acto. Por lo dicho, Arrieta veía a las personas como si fueran las ovejas que una vez cuidó; el capitán, hombre avaricioso pero veterano, la Magdalena, buena hembra de corte pendenciero, la otra, Viana, pareciera mujer de buena familia obligada a tratar con mercenarios y maleantes como él. El catalán, estirado y cristiano de los de la vieja escuela, y Ramiro, parecía haber desempeñado varias suertes de oficios y todos con igual resultado.

Él, que con una irremediable propensión al embrollo había sido rico y pobre varias veces, pero ninguna feliz, tramaba su figura en un recodo de la Herrumbrosa, añorando sus perros, tallando madera, limpiando sus ármas y armadura del salitre cantábrico y siempre con los ojos hundidos de insomnio y la sangre envenenada por la espera para llegar a Brest, el Finisterre de los francos.

Cargando editor
26/06/2014, 16:45
Irizar

Personas y monedas... -resumió Irizar mostrando una sonrisa pese a que todos no habían repondido-. Bien, bien -recogiendo sobre su brazo y hombro una soga suelta de la coca-, por un momento creí que íbais a luchar en la noble guerra -ironizando- que azota la Bretaña y más a este... Sed cómodos, que no mucho días llegaremos a Brest y podréis continuar vuestra andadura... -"fuera la fuera", se referia el capitán-.

Cargando editor
26/06/2014, 16:50
El Cronista

Pronto conocísteis a la multitud, la tripulación de la Herrumbrosa: cincuentra hombres, todos necesarios para mover aquella coca más grande de lo habitual (llegaba casi a las veinticinco varas, fruto de su necesidad para carga comercial9. El capitán era el encargado del maniobrar el timón de codaste, pero cada tres noches en que Irizan se ocupaba de ello lo sustituía alguno de sus marinos más experimentados. Una parte importante de la tripulación se dividía en funciones de gobernanza de la coca (manejo de vela y cuerdas), mientras que otra se hacinaba en camarotes para guardar los productos y cabezas de animales de venta que llevaban. Una pequeña minoría se encargaba de tareas diversas (reparación de la tablación o el entramado del casco, prepara y racionar los alimentos, manetener la vigilancia y otros menesteres de a bordo, como la revisión de una pequeña bombarda y su pólvora que poseía la Herrumbrosa o la misma limpieza del navío).

De los cincuenta hombres, para muchos de ellos la mar era su primer trabajo, casi todos jóvenes. Se habían alistado por un primer empleo, o por el aprendizaje del duro oficio de la mar (del que alguno de vuestras mercedes conocía bien); otros, como por ejemplo el canoso cuarentón al mando del codaste, el maestro veedor o el desdentado cocinero (al cual veíais poco, pues no parescía sino evitar el aire fresco de la borda), parecían diferentes a la mayoría (curtidos en cualesquier tipo de batalla que la vida ofrecía). El capitán Irizar era un tipo carismático, con buena visión económica y de futuro, y mantenía a raya, normalmente con mano izquierda, a todos sus marinos. En los cuatro primeros días de vuestra andadura no vísteis recelo, resquemor o disgusto alguno. El capitan debía, no menos, que pagarles además cuanto menos bien.

*   *   *

En el quinto atardecer de navegación, cuando las borrascas de los mares del norte comenzaban a acariciar la Herrumbrosa (señal de que teníeis la costa de Vizcaya más que bien alejada de vuestros pies) que se hizo una comida de ración doble para todos los marineros: nueve gaviotas de pequeñas alas (aunque un volumen mucho mayor que la común*) fueron abatidos desde la cubierta con flechas, cuando una pequeña bandada bajó muy cerca a "picotear" la mar (quizá por algún resto de pescado). Nueve de estas aves cayeron, los marinos consiguieron acertar gran cantidad de ellas (aunque sólo nueve cayeron en la cubierta).

Hízose una pequeña fiesta con flautines, con un tamboreo improvisado y con cánticos que tenían que ver con ciertas guerras, un buen rey y muchos combatientes. El jolgorio era animado, pero el desdentado Ditry (el cocinero) era el único que no se alegraba de ello, pues había estado preparando tras la "captura" las piezas: quitándo plumas y desmembrando cuellos patas y pechugas... El maestro veedor, Xandinho, portugués de costa de nacimiento, escuchaba atentamente a Zerilo "el contable" (y el segundo al mando del timón de la Herrumbrosa), que parecía disponerse para decir algo. Y han de saber sus mercedes que la trepulación lo llamaba así no por hacerle de la competencia a Xandinho, sino porque solía amenizar momentos como éste (también con reminiscencias impropias en momentos aciagos) con historias venidas de cualesquier lugar de Castilla, Aragón (de donde era natural) o más allá de los Pirineos, por no hablar de la bella Gharnatah...

Notas de juego

*: En realidad eran alcatraces comunes, muy parecidos a las gaviotas.

Cargando editor
26/06/2014, 18:28
Zerilo "el Contable"

¡¡Shhhh!! -decía Zerilo subido al castillo de popa y con el dedo puesto sobre sus labios-, ¡sosegad! Seguro que no habéis escuchado de aquesta historia. Los franceses son hartos de oirla, mas en la alta mar que nada se dice d'ella..., Veréis... -y comenzó a narrar-: Muy próximo a Foix, más arriba de Aragón, hállase un puente tenebroso para quienes conocen su historia, e inocente para quienes no saben nada de su origen... Ni nobles ni reyes dejan de cruzarlo, pero evitan hacerlo si es posible -era de noche, y la pocas antorchas que iluminaban su cara en alto hacían de su voz un sonido más tétrico-. Su nombre es... "el puente del Diablo". Cuenta la leyenda que en tiempos antiguos los pobres habitantes de Ginabat y Montolieu vivían aislados, ya que el río era casi imposible de atravesar a causa de los remolinos que se forman. Un día, un hombre del lugar tuvo la idea de invocar al Diablo para que les construyera un puente, ¡al diablo mismo! -se notaba el ambiente expectante, y algunas caras de sorpresa y terror entre los más jóvenes de la tripulación-. Éste se ofrecio a construirlo en una sola noche pero, como de costumbre, con una condición: quedarse con el alma del primero que cruzase el puente. La gente aceptó y el Diablo se pasó toda la noche, junto a muchas más criaturas infernales construyendo un puente que, de haber sido hecho por humanos, hubiera llevado tres años en construir. 

Hizo una pausa, se paseó por el castillo de popa y tomó una antorcha sujetada en el balconillo de la borda.

A la mañana siguiente, la gente contemplaba el puente infernal sin que nadie se atreviera a cruzarlo. De repente, un habitante de allí que decíanle el más listo de la comarca, se presentó con una bolsa: de ella salió un gato al que asustó e hizo cruzar el puente... ¿¡Qué creéis que ocurrió, marineros!? -preguntó con jocosidad e interés-: ¡El Diablo entró en cólera y de los gestos de rabia que hizo terminó cayendo al río, justo en el centro de un remolino! ¡JA JA JA!

Hubo un vítore acompañado de risas al escuchar al Diablo en tan tremenda y ridícula situación, burlado por un hombre.

¿Alguien más sabe buena historias? -el propio Zerilo animaba a no perder el clímax de fiesta en alta mar-.

Cuando esto preguntó, un tremendo relámpago iluminó el cielo, ahora compuesto de nubarrones que habíanse ido adheriendo unos a otros tan sutilmente tras el trasfondo del puente diabólico que nadie habíase dado cuenta...

Cargando editor
28/06/2014, 18:01
Arrieta

Todo eso que contaba Zerilo estaba muy bien. Arrieta observaba el jolgorio desde su esquina, sobre un barril, con los ojos entornados y el último hueso de alcatraz sobresaliendo de entre sus labios, limpio y brillante. Estaba recostado en la madera, apuntando a todos a la vez con su mirada, y ni siquiera se rió cuando el resto se alegraba de las desdichas del Diablo. Mal asunto mentar a la Bicha cuando se está en un sitio del que no se puede escapar.

Como si el cielo quisiera darle la razón, los relámpagos comenzaron a atizar la coca, bamboleando el mar y acallando momentaneamente la bulla. El Contable falaba bien, contaba historias con la pasión habladora de los buenos cuentistas... pero eran cuentos que Arrieta ya había escuchado mil veces; otros nombres y otra manera de relatarlas, pero las mismas al fin y al cabo.

A modo de respuesta a la pregunta del segundo timonel, el navarro escupió el hueso de ave y miró alrededor, a ver quién sería el nuevo bufón de la Herrumbrosa.

Cargando editor
29/06/2014, 17:57
Ramiro "Capitán" Gutiérrez

Navegaba yo entonces, junto a Jabbara el infame. Por aquellos años asolábamos la costa entre al-Mahdinyya et Alexandría. Non había navío ut homnes capaces de facernos frente. ─había comenzado, sin darme cuenta, a relatar aquella inquietante vez en que la ví. Aquel encuentro marcó mi vida.

─Habíamos luchado duro et sin piedad aquel día, et durante la noche no conciliaba el sueño, et desvelado salí a cubierta principal.

─La noche era por demás clara. Las noches de luna completa en el campo ni comparábansele, tal vez porque el agua del mar, que hallábase mansa como un río, reflejaba la luz lunar en su superficie. Apoyado en baranda, contemplé aquel mar lleno de reflejos que ondulaban, et al seguir el horizonte con la mirada, noté que non estaba solo. ─encongíme de hombros al notar un escalofría. Años fazían de aquello, empero tal recuerdo aún estremecíame.

─Una muxer estaba a unos metros de mí, apoyada en la baranda también. Una larga cabellera clara, caía risada sobre sus hombros. Tenía la cara vuelta hacia la proa del barco, contemplando aquella maravilla noche, supuse. 

Como no me veía, la pude inspeccionar a mis anchas, et al ver que era muy elegante et sensual fuime acercando de a poco. Como pareció non notarlo y non quería sorprenderla, carraspee un poco como si aclararame la garganta. Volvióse aquesta hacia mí de pronto, et su cara era horrible, era grisáscea, arrugada, et su boca se parecía a la de un pez, e hasta vi algunos dientes similares a los de una bestia marina.

Apenas la vi salté hacia atrás, e dándole la espalda salí corriendo, et la escuché emitir una especie de chillido.  Cuando miré hacia atrás, ibase escurriendo entre la parte baja de la baranda, et lo último que vi della, antes de que arrojarase al mar, fue su cola de pescado.

Miré entonces a los marinos experimentados allí presentes; ─cualesquiera que haya gastado su vida en la mar sabe que bajo su límpida superficie, escóndense muchas cosas que escapan a la razón.

Cargando editor
29/06/2014, 19:03
Viana Bermúdez

Inquieta. Agazapada en un rincón entre los barriles que me he hecho mío, escucho las historias de los tripulantes de la Herrumbrosa.

La del "Contable" está bien y bien relatada también pero asemejase mucho a alguna otra que relataban por el Naredo y en la que, siempre, acababa el Diablo siendo engañado por la inteligencia de las personas. Una misma Leyenda, cambiado el paisaje pero idéntica la Historia... solo eso, Leyendas!

La del hombre del turbante en cambio, me turba en la oscuridad de los barriles entre los que ando oculta: ¿¿¿Será verdad que las profundidades marinas puedan ocultar ese tipo de seres diabólicos??? Jamás había salido del Valle y, tras escuchar la historia del Rudo hombre, no puedo evitar alzar la mirada, buscando el agua que nos rodea, quizás para intentar divisar alguna misteriosa criatura como la relatada por el individuo... un escalofrío recorre mi cuerpo! Mon Dieu! Je veux la terre ferme!!!

Cargando editor
30/06/2014, 21:38
Constantí Domenech

Habia permanecido en un un rincón junto a la borda, por si mi mareo arreciaba y mi cuerpo no queria mantener lo que habia ingerido dentro. Maldije interiormente el momento en el que me subí al barco, pero de inmediato pedí perdón a Dios y me dije que todo aquel calvario servia para ayudar a mi familia, y probablemente también al Altísimo, pues los caminos del señor son inescrutables. 

Escuché la historia del Contable, pero en cuanto empezó a mentar al Diablo, me puse serio, o por lo menos todo lo serio que puede estar alguien que debería estar tumbado y no sentado. Agarré la Santa Cruz que colgaba de mi cuello y recé una sencilla oración para alejar los oidos del Maligno de esta embarcación. 

Al poco el cielo retumbó y relampagueó y supe que el Infame podria haberlo oido. Y no le gustaba perder.

No deberíais mentar al Malingo con tanto descaro. Podría oíros e prestaros atención. E aseguro que no vos gustaría.  - Dije sombrio en castellano, para que todo el mundo me entendiera.

Tras eso seguí murmurando una plegaria a Dios para que su luz auyentara al diablo de nuestro lado.

Cargando editor
05/07/2014, 14:25
Irizar

La tripulación escuchó la voz de aquel marino de aspecto árabe sin serlo, y atendió a conciencia al conocer que aquella historia era cierta, pues, al menos, había sido vivida por Ramiro (o eso aseguraba). Et dióle tanto o más miedo a la tripulación que la historia precursora del diablo y el puente, pues hallábase ambientada en un barco y con mujeres de por medio... ¿Acaso no estaba ellos mismos en cubierta y quien sabe si rodeado de aquestas mujeres-pez?

Notásteis que unos se miraban entre sí, y despedían también un ligerísimo recelo contra  Viana y Magdalena, que mientras una andaba encogida entre barriles la otra escuchaba atentamente a los misterios contados. Et que dudaron d'ellas, ¿quién diría sino que no fueran tales mismas peces con piernas de mujer? Sólo los más jóvenes marinos hacían caber aquesta posibilidad en su cabeza, pues los curtidos en la mar, los más viejos (como el Contable o el Maestro Xandinho) o el mismo capitán negaban toda vana existencia tal.

Ninguno tomó aprecio al valiosísimo consejo de Constantí, colocado en un lateral de la borda.

Gran historia -díjole a Ramiro-, pero ¡¡eso no es nada!! -comentó el capitán levantándose de entre todos los hombres-, ¡Yo conoco una crónica mucho mejor! -arengaba a sus hombres mientras vitoreaban de su gran capitán, mas no especificaba éste de qué tipo era aquella narración que a continuación iba a contar-:

Veréis, mis marineros -dijo-. Era una tal Ana, vecina de Posada de Llanes, de padres labriegos muertos en edad temprana. La cuestión es que la prójima fue criada ora por un pariente, ora por otro, si es que parientes eran los que la hacían trabajar de sol a sol por un plato de comida y un jergón de paja donde tumbarse a dormir. Cuando la niña pasó a ser mujer la miraron de otros modos, en especial los hombres, y ella, que viendo el aprieto, decidió sacar provecho de ello, et no tardó en tener un desliz con un tal Francisco. Ese desliz se llamó Juan y el padre dejó al niño al cuidado de otra y se fue por los caminos, morando una vez aquí y otra allá.

La coca comenzó a moverse por un leve tintineo de las olas bajo el casco.

Ana, luego se topó en Bricia con una mujer de mucha edad llamada Catalina, a la que nadie quería, y no teniendo Ana María donde encontrar cobijo, ambas encontraron de tal modo acomodo. Era la vieja bruja poderosa, y antes de morir le enseñó a Ana María algunos de los secretos del oficio. A su muerte la echaron del pueblo, y siguió por los caminos hasta que se encontró con dos hermanos pastores que al verla fuerte y aún joven y estar ambos solteros llegaron pronto a un acuerdo con la moza: a partir de entonces viajaron los tres juntos, una mujer compartida por dos maridos.

Se ganó pronto el sobrenombre de puta, pese a que sólo era fiel a sus dos hombres, y el de Lobera, porque tenía tratos con los lobos, que nunca atacaban el rebaño que ella cuidaba, y aun la habían visto andar entre ellos sin que le hicieran daño. Para usar su poder sobre los lobos Ana María debía ponerse una piel de lobo sobre los hombros, y recitar ciertos conjuros mientras movía el brazo derecho. Lo que Catalina no le había dicho a Ana María es que, pasados seis años a partir de que se pusiera la piel de lobo, vendría el Diablo, a arrancarle el brazo del cuerpo.

El balanceo de La Herrumbrosa era cada vez mayor.

Cuando llegó el tiempo y se presentó el Diablo a pedir lo que era suyo en justicia, Ana María logró huir escondiéndose en una iglesia, siendo una gran suerte que el Maligno decidiera venir a cobrarle las costas en poblado y no por los descampados en los que solía andar. Ana María confesó todo lo que supo, pidió clemencia y obtuvo absolución, librándose del trato involuntario que había hecho con el diablo. Eso sí, por haber vivido de manera tan pecaminosa la hicieron entrar en un convento, para gran desengaño de sus dos amados pastores, con los que había estado tan unida.

Aquella historia hizo dudar a algunos sobre la ligereza de hablar sobre la brujería (y más en la alta mar) y a otros sorprenderse por la aventuras de la tal Ana.

La Lobera y sus pastores viajaron en este barco con sus ovejas -aclaró a modo de retahíla final, y la pronunció a pleno grito y con gran jocosidad hacia sus marinos- ¡¡y no sabeis cómo de bien yacía la Lobera!!

El público echó a reir finalmente frente a la chanza final del capitán Irizar. Si bien la historia de Ana parecía harto real y bien posible (como ya decimos, para los más jóvenes), el dueño de la Herrumbrosa la transformó en con fantástico golpe de efecto final la narración en un una retahíla que atrajo las risas y desahogos de todos sus marineros. Muchos se levantaron aplaudiendo y levantando sus puños en pos de su capitán...

Sin duda que las blasfemias y la mención de lo maligno no son cosa pueriles, pues la tormenta que comenzó a desencadernar en la historia anterior (la de El Contable) tomó fuerza con la de Ramiro y acabó por provocar una gravísima tormenta con la del Capitán Irizar:

 

Una tremenda ola originada del leve movimiento del agua acaecido desde la narración se elevó como una roca invisible por la niebla desde estribor. Era más alta y extensa que la vela de la coca y en cuestión de un segundo se abalanzó como un lobo se abalanza a por una oveja descarriada. El tremendo impacto sacudió casi toda la longitud de la cubierta de una sacudida, y arrastró a muchos marinos por la misma. Algunos de ellos cayeron a la mar, mientras oíais vagamente (pues también os sacudió el agua y os golparon los cuerpos de otros marinos resbalándose) eso de "¡Hombre al agua!"

Sin embargo, la espuma de la ola acudió a vuestros ojos como perro a la longaniza, y algunos barriles, cuerdas soltadas y piernas, brazos y espaldas se arremolinaron en la borda de babor, pues la cubierta estaba inclinada hacia ese lado. No faltaron tampocos el acompañamiento cual redoble tamboril de los truenos, amenizando la situación relámpagos incesantes (cada dos o tres segundos). ¿Es que acaso el Cielo y el Infierno habían sido ofendidos con tantas historias? Gritos de marinos se sucedían por doquier: algunos se agarraban a la barandilla de borda, al único palo, a las toldillas, a las escaleras del castillo de popa... ¡a cuanto podían! ¡Y vosotros no íbais a ser menos! ¡¡¡EL MAR ESTABA EMBRAVECIDO!!!

Notas de juego

Tirad todos SUERTEx3: si no lo superáis, añadíos 1d6 de daño (sin localización) por golpes contra alguna estructura/objeto/compañero de la coca.

Tenéis libertad para narrar todo el proceso.

Cargando editor
05/07/2014, 19:06
Ramiro "Capitán" Gutiérrez

Los relámpagos iluminaban de manera intermitente la superficie del barco que, a causa de la lluvia y la marejada, poco a poco se había convertido en un húmedo espejo. El capitán contaba de manera locuaz aquella historia de la lobera, y absortos en aquel relato no nos dimos cuenta de lo que se nos venía encima hasta que fue demasiado tarde...

...no hubo tiempo si quiera de amarinar la embarcación. Recordé mi último temporal vivido junto a Jabbara cerca de las costas de Alejandría. Aquel día, supe lo que era el verdadero terror:

─¡Ventanucos et portones cerrados! ¡armamento amarrado! ¡cajones, barriles et mobiliario asegurado! ¡movéos inútiles! ─gritaba el infame corsario fusta en ristre. La tripulación echaba bordes de través a destajo, y cuando el barlovento ganado era ya suficiente, la voz de Jabbara tronó con fuerza: ─¡Pongámonos la capa muchachos! ─se estaba divirtiendo. Sus dientes perlados relucían al son de los relámpagos que surcaban el cielo.

Aquellos marinos experimentados habían capeado más de un temporal. Su pericia era evidente. En pocos minutos el barco estaba ya enfrentándose con la proa al viento y la marejada. El equilibrio con el aparejo era el adecuado. ─¡Fuera velas! ─ordenó el pirata, y luego supe el por qué; y es que en aquella situación era preferible capear a palo seco, así el casco cedería en lugar de ofrecer resistencia a las acometidas del mar, y la proa y la popa irían cayendo hasta que el barco adoptara su posición natural de deriva entre las olas. La seguridad de la embarcación, en aquel momento, dependía de ceder ante las olas y no resistirlas.

Esta vez volví a sentir terror, pero no por el temporal, sino por saberme en manos de un capitán que en lugar de prepararse para lo que la naturaleza había avisado, perdía el tiempo contando historias de lobos y brujas...

Una enorme ola nos engulló y el caos se desató: hombres al agua, mástiles crujiendo apunto de romperse, barriles volando y cajones golpeando a los pocos que, contra todo pronóstico, habían conseguido agarrarse a algun objeto firme de la embarcación.

Resistí aquel embiste como pude temiéndome lo peor...

- Tiradas (1)
Cargando editor
05/07/2014, 20:21
Arrieta

Por un momento, el cielo se llenó de relámpagos, gritos, aullidos y relinchos que despertaron recuerdos mal dormidos. A los ojos de Arrieta asomó de nuevo la guerra. Se levantó del suelo, tambaleándose, para ser golpeado en pleno rostro por la fría agua salada que barría la cubierta de la Herrumbrosa. Junto al agua vinieron trozos de madera sueltos, probablemente algún portón que se había roto. El navarro hincó la rodilla pero no cayó por la borda de milagro. Ya sabía que no había que mentar al Diablo en sitios dónde no hubiese escapatoria y allí lo habían hecho. Maldita fuera la estampa del piratón de tres al cuarto y el contable. A su lado un marinero viejo, con la cabeza abierta y sangrante, plateada a la luz del rayo, fue engullido por el mar ingrato. tenso por la situación, el antiguo pastor trató de echar mano de alguna maroma, pero no la encontró. Nunca había sido un hombre de suerte y la historia se repetía. La coca se inclinó a babor y Arrieta perdió el equilibrio, golpeándose con crudeza en la coronilla.

Se deslizó unos metros sin control, entre varias cabezas y miembros que se movían tratando de levantarse y enfrentarse a la voluntad del Demiurgo. Apoyándose en un barril consiguió hacer pie de nuevo junto a una de las muchachas, la rubia, que se agarraba a la baranda musitando plegarias. El vasco se incorporó a su lado, con la mirada dura y la frente perlada de sangre espesa y negra, que caía sobre su bigote. Por la tensión que conservaba en el cuello, se advertía a todas luces que estaba en alerta, como en aquellos campos franceses en los que había tenido que morder al enemigo para sobrevivir. Su mirada se cruzó con la de Viana, pero Arrieta la apartó enseguida, para escupirse en las manos y poner la saliva sobre el corte de la cabeza mientras de fondo escuchaba al catalán hacer mención a ese Dios tan ingrato que les había zarandeado el mar.

- Tiradas (2)
Cargando editor
06/07/2014, 15:43
Viana Bermúdez
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Notas de juego

Habida cuenta el carácter místico de Viana, te hago la tirada solo para ti y, en función de su resultado, relato para el resto ;-)

Por cierto, tengo Suerte 45, entiendo que debo tirar Suerte simple o, como dijiste, x3??? (135???)...

En fin, saqué 39 así que sea simple o x3 la paso! ;-)

Cargando editor
06/07/2014, 15:51
Viana Bermúdez

Historias y Leyendas en que aparece el Diablo, Místicas mujeres con cola de pez y Brujas desatadas! "Mon Dieu! Valiente manera de provocar al averno!!!"

De repente, lo inevitable: El cascarón en el que ando metida zozobra apercibiéndome de mi propia indefensión. Sola. Rodeada de extraños. Solo mantenida a flote por esos cuatro maderos mal unidos y gobernados por imprudentes que se dedican a clamar la venganza del Maligno!

Una ola enorme, como un muro que, con los ojos como platos, veo crecer frente a mi. La inmensa columna de agua se abate, despiadada, contra la frágil nave provocando el caos en cubierta: Hombres gritando; no, gritando no, chillando horrorizados; algunos engullidos por el Mar para desaparecer por siempre! "Este va a ser mi fin Mami!"

Miro a los barriles entre los que ando cobijada, asegurándome que estén bien asegurados: "Sería terrible morir ahogada en el agua pero igualmente horrible lo sería fallecer aplastada por el peso de un barril mal sujeto!". Respiro aliviada, la gruesa soga que los amarra cruje a cada movimiento de la nave pero resiste el fatal envite.

Yo, por mi parte, me agarro con toda mi fuerza, con toda mi alma, al espacio de baranda de madera que hay entre los barriles; esperando lo peor, el inevitable crujir de la nave y la certeza de ser engullida por esas aguas horribles a las profundidades del océano, presa de criaturas horribles como las relatadas por el hombre del turbante.

Cierro los ojos, derramando agónicas lágrimas de dolor, igual que las sogas que amarran a los barriles, los músculos de mis frágiles brazos también crepitan ante el tremendo esfuerzo desarrollado: "Mi vida, mi alma eterna por pisar suelo firme Mon Dieu!"  

Cargando editor
06/07/2014, 17:44
Constantí Domenech

"Pobres diables de mar que no saben el que sa diuen. " Pensé mientras iba dando tumbos de un lado a otro, de camino a agarrarme al mastil del barco. Tenia que tratar de hacer algo y pronto, alejar al diablo del barco y tal vez con la ayuda de Dios podriamos salvarnos. Me agarré firmemente al mastil, entre mareo y traspié. E invoqué al Divino Padre por medio de mis palabras.

- Dieu, perdonals per que no saben que sa diuen! Ajuda-nos a arribar a bon pòrt! - Gritaba a los cielos mientras con la otra mano agarraba fuertemente el crucifijo que me colgaba del cuello. Deseaba de todo corazón que Dios Todopoderoso me escuchara y ayudara a salvarnos, aunque la embarcación hubiese sido manchada por la brujeria, pues un devoto servidor suyo estaba a bordo y necesitaba llegar a tierra para salvar a un inocente. Me dirigí a la tripulación que iba dando bandazos de un lado a otro. - Arrepentivos pecadors, el maligne vos ha escoltat et ara correu a amagarvos? ¡NO! Haveu de plantar cara et vencel. ¡Vosaltros saveu com gobernar el barco. Et con la ajuda de Dieu podrem salvarnos!

Gritaba y arengaba a los tripulantes a perder el miedo al diablo y a los elementos para que hicieran bien su trabajo sabiendose respaldados por Dios.

- Tiradas (2)

Notas de juego

SUE45x3 = 135 no? No se muy bien como van las tiradas por encima de 100.. xD

Tiro Mando a ver si me escuchan y se ponen a currar los marineros.

* ¡Dios, perdonalos porque no saben lo que se dicen! ¡Ayudanos a llegar a buen puerto! - ¡Arrepentios pecadores!, el maligno os ha escuchado y ahora correis a esconderos? ¡NO!  Teneis que plantarle cara y ganarle. ¡Vosotros sabeis como gobernar la nave. Y con la ayuda de dios podremos salvarnos!