Partida Rol por web

Lunes 15 de Mayo de 1922

A las doce y media, tal y como habíais quedado con Kepper fuisteis llegando a los muelles del rio Hudson dispuestos a embarcar rumbo a España.

Los muelles, con su característico aroma a salitre, estaban llenos de viajeros de segunda o tercera clase con sus inseparables maletas de cartón piedra que hacían cola dispuestos a subir a bordo del SS Magestic en cuanto abrieran el embarque.

Lo extraño es que Kepper aún no hubiese hecho acto de presencia, pues el abogado solía ser muy puntual.

Steffan era americano de madre francesa, como a veces delataba su acento afrancesado, sobre todo en situaciones tensas o límites.Había trabajado en Europa, no sólo en la guerra, por lo que no se consideraba un paleto estadounidesnse de los que sólo veían su propio ombligo y, aunque no había pasado demasiado tiempo en España, sí había recorrido algunas de sus ciudad cuando trabajaba en el equipo médico de un equipo de ciclistas. Hizo unas llamadas a viejos amigos para procurarse una coartada para viajar a España. No quería separarse de su escopeta, que le había salvado la vida la última vez, ni de sus fármacos, a los que otros podrían llamar "drogas", así que lo llevaba todo con él.

Llegó al puerto con su equipaje, que no era demasiado, con su porte elegante y distinguido. El pelo púlcramente cortado y encerado hacia atrás decía mucho de él. No era un cualquiera de tercera clase que arrastraba su burdo equipaje en busca de nuevas oportunidades en cualquier otro lugar.Era un científico de cierto prestigio, quizá algo controvertido en su juventud, pero un investigador con un objetivo claro y definido.

Cuando fueron llegando sus compañeros fue saludándoles y dedicándoles una encantadora sonrisa.

Tras despedirse de su mujer y llamar por teléfono a Leigthon para informarle de su siguiente paso en la búsqueda de sus hijos, Matthew preparó un precario equipaje donde metió su arma, envuelta entre unas mudas y un diccionario español-inglés. Mientras pudiese evitarlo no comería esas repugnancias como sangre de cerdo, estómago de vaca o sesos de animal. Ni hablar. El hombre metió también un mapa de la península y del sur de Francia, para poder ir cuanto antes hacia el norte del país y cruzar la frontera. Nada ni nadie le impediría volver a Reims, aunque tuviese que volver solo. No tardó el piloto en llegar al puerto, donde Stephan estaba ya esperando y el resto de sus compañeros se acercaba...y sin embargo, no había ni rastro de Keeper.

—Daphne os manda recuerdos. Exige que volváis vivos. Ya sabéis como es—dijo encogiéndose de hombros con una sonrisa que no denotaba alegría. Mientras esperaba, sacó un cigarrillo y lo encendió. No habían pasado cuatro horas desde la salida del sol y acababa de empezar la segunda cajetilla—¿Dónde se ha metido Keeper?

Abraham llegó con un traje de paisano, algo casi inédito en él. Cuando vio a varios de sus amigos se acercó a ellos algo nervioso. Dejó el petate militar en el suelo, donde llevaba varias mudas y entre ellas un par de pistolas del 32 y un fusil desmontado a piezas, entre la ropa. 

- Ya estamos a punto. Espero que todo esto sirva de algo y encontremos a nuestros hijos... o por lo menos encontremos alguna pista que nos lleve a ellos- dijo esperanzado.

Luego miró el barco y silbó quitándose la gorra mientras lo contemplaba.

- Es impresionante lo que avanza el mundo industrial... si seguimos en este ritmo construiremos aviones que lleven pasajeros y dejaremos los barcos.

Roderick hizo su aparición envuelto en la cortina de humo del tabaco al que tan adicto se había vuelto. Desde el episodio con los bichos su adicción era tan fuerte que ya estaba empezando a notar que se fatigaba más y la voz se le había puesto más grave... pero era incapaz de sacarse muchas cosas de la cabeza y lo que mejor le venía para los nervios era el tabaco. Aún así el señor Craven no solía descuidar jamás su aspecto, lucía un traje de buen corte, llevaba el abrigo sobre su antebrazo y cargaba una maleta como equipaje donde guardaba varias mudas y algún que otro enser de caracter religioso, Roderick necesitaba aferrarse a algo para no caer en la locura y al menos cuando releía las sagradas escrituras se sentía seguro... eso sin contar con el revolver que llevaba oculto bajo su chaqueta.

- ¿Aviones que lleven pasajeros? Creo que lee usted demasiado a Julio Verne...- apuntó Roderick cuando el señor Colt hizo el comentario- pero será mejor que nos centremos... lo bueno de ese país es su gastronomía. Cuando llegemos podríamos buscar un buen restaurante, creo que tienen un plato llamado paella que está muy bueno.
 

No lo veo tan improbable, del mismo modo que pronto nuestros aviones cruzarán los mares más a menudo. La hazaña de Alcock y Brown¹ ha marcado un antes y un después. Me encantaría poder realizar un vuelo trasatlántico. Respecto a los pasajeros...lo mismo dijeron de los coches, pero mira los autobuses. ¡¡hasta 10 personas sin caballos!!—Mientras hablaba de aviones, la expresión de Greywood parecía relajarse ; como si la simple mención a estos aparatos le sirviese de calmante ante el estrés de la búsqueda de sus hijos. Pese a que no era el más agudo del alfiletero Greyywood era capaz de arreglar los motores de los aviones y de pilotarlos sin problema alguno. Tenía para ello un talento innato y lo sabía.

Siempre que huyamos de los intestinos, los estómagos y la sangre de cerdo...país de bárbaros. pensó al oir a Roderick

Los minutos van pasando, y el embarque se abre. La gente que hacía cola empieza a subir a bordo del barco que les llevará a Cádiz. Lo extraño es que tanto Keeper como algunos de los compañeros que dijeron que viajarían a España no han hecho aún acto de presencia.

Un hombre alto, con perpetua cara de mala ostia, al que varios de vosotros conocéis, llega al lugar donde habíais quedado, al reconocer a dos de vosotros se acerca y os dice.

Buenas tardes caballeros. Me alegra que hayan decidido acompañarme. ¿Saben donde está el señor Campos? Quedó conmigo aquí a las doce y media.

Aunque me encontraba de baja, seguía manteniendo parte mi equipo reglamentario conmigo. Al salir de casa llevaba mi revólver y mis dos tambores de repuesto. En la maleta estaban mis esposas y mi porra.

Había decidido dejar el resto del equipo en casa porque no tenía pensado abandonar el país ni nada parecido, pero las circunstancias habían variado considerablemente desde el beso de despedida de mi mujer. Ahora no sabía si volvería a verla.

- Hola a todos. - Saludo al llegar a la altura de los demás. - ¡¡Pffiiiiuu!! ¿Seguro que esto flota? - Me admiro al ver el imponente casco del barco que nos ha de llevar a ese país donde decían que estaban los pequeños.

-¿Y éste quién es? - Miro de arriba a abajo a un hombre que está con ellos con un semblante del que se podría decir de todo menos que era risueño.

-Bueno.... parece que AL FIN hemos llegado.- dijo un Derek con cara de cabreo mientras se bajaba de un coche de alquiler ocupado hasta ese momento solamente por él y un chófer con expresión de miedo en el rostro a quien le dijo  -Lárgate imbécil, o ya sabes lo que te puede ocurrir si me sigues importunando.- 

Hecho esto se dió la vuelta sin prestar más atención al cochde del que se había bajado y se disntendió un poco al ver al grupo allí, se acercó y comentó -Bien... ¿Qué me he perdido?-

- Básicamente hemos perdido a Keeper y algunos otros. Esto ya empieza a moverse y aún no han llegado.- Le dijo a Claypole.- Me alegro de verte.- Dio un pequeño golpe con su brazo en la espalda del escritor a modo de saludo. Saludó también al profesor con cara de pocos amigos. Ya habían tenido ocasión de conocerse así que le estrechó la mano como hacían los caballeros.- Esto es muy raro. Keeper no es de los que llegan tarde y los demás...- ¿Atacados por insectoides gigantes?¿Secuestrados pro sectas demoníacas? No quería ni imaginarse qué nuevo golpe les daría el destino.

Disculpen mis modales. Me llamo Michael Olive Conocí a los señores Wood, Claypole y Craven en Miskatonic hará cosa de dos meses ¿No?.- Responde el profesor de universidad mientras tiende la mano para presentarse a los que no le conocen.- ¿Y ustedes son?
 

En ese momento veis recorrer el puerto a Kepper a la carrera. Va, como de costumbre bien vestido, con un traje bastante elegante pero lo que no lleva por ningún lado es la maleta que debería llevar para emprender junto a vosotros el viaje a España.

Traigo buenas noticias y un ligero cambio de planes.- Dice entre los jadeos propios de la carrera mientras trata de recuperar el aire.- No quiero daros falsas esperanzas, pero hará cosa de una hora me ha llamado Altimore. Parece ser que ayer mismo fueron vistos dos niños caminando solos y completamente desorientados por la zona del Lago Washoe, cerca de Carson City.

Los niños fueron llevados inmediatamente a comisaría, pero no han dicho ninguna sola palabra desde que los encontraron. Pero parece ser que uno de ellos concuerda con la descripción del chico de Bangs. Atimore y Bangs ya están de camino hacia Carson City, me informarán en cuanto tengan algo.

Tal vez solo sean dos chicos que se han escapado de casa, pero junto con la búsqueda del profesor Zamarrenov son las únicas pistas de las que disponemos. Así que creo que esta vez tampoco os acompaño.

¿Y el otro niño? Keeper ¿Quién es el otro niño? Los ojos de Matthew se iluminaron esperanzados aunque pronto sacudió la cabeza. Si encajase con la descripción de alguno de los otros soldados lo habría dicho No es de ninguno de nosotros ¿verdad?

Keeper suspira apensadumbrado mientras niega con la cabeza- El otro niño es mayor, tendrá unos siete u ocho años¹.

- Hay que seguir buscando a nuestros niños. Si esos dos chavales tienen algo que ver con todo esto, seguro que los compañeros de Carson City se lo logran sacar.
- Soy Nick Jefferson. - Le digo a Michael a la vez que le ofrezco mi mano para saludar.

Hay un dato en el que no habías caído hasta ahora, pero la mención de Kepper sobre la edad del otro niño hace que pienses en ello.

Evidentemente tenías varios compañeros de trincheras que ya tenían algún hijo antes de ir a la guerra en Europa que sí puede tener siete u ocho años. Pero ninguno de ellos despertó en el hospital de Paris junto a vosotros ni ninguno de esos niños fue raptado junto con los vuestros.

Greywood, Matthew Greywood saludó con un gesto de cabeza el hombre antes de dirigirse de nuevo a Keeper. Kepper, no puedes dejar escapar esta pista hermano, tienes que mantenernos informados ¿De acuerdo?

Hay un dato en el que no habías caído hasta ahora, pero la mención de Kepper sobre la edad del otro niño hace que pienses en ello.

Evidentemente tenías varios compañeros de trincheras que ya tenían algún hijo antes de ir a la guerra en Europa que sí puede tener siete u ocho años. Pero ninguno de ellos despertó en el hospital de Paris junto a vosotros ni ninguno de esos niños fue raptado junto con los vuestros.

Encontraste los cuerpos de esos compañeros mutilados y a medio descomponer días despues. En el templo bajo el castillo de los Trounoir junto con los más de doscientos compañeros de división, dejados caer en el suelo y apilados como vulgar basura.

La mención de que dos de los niños habían aparecido hizo que el cabo Abraham se pusiera nervioso. Miles de dudas le asaltaron y ninguna de ellas tenía una única solución, todo lo contrario, le llevaban a más y más preguntas.

- Pe...pero...pero si han aparecido los niños eso quiere decir que no debían estar muy lejos ¿no?. ¿Cuánto puede andar un niño pequeño sin que se canse?

La mente de Colt era un hervidero. No paraba  de darle vueltas al asunto y ahora no sabía si debía seguir con el viaje a España o quedarse para buscar a los niños en su país.

-Me cago en...... ya había sucedido...- dijo enigmáticamente Derek con la mirada perdida en algún punto indeterminado -Que algunos se queden si quieren. El resto tenemos que ir a Europa YA.-

Con una mano temblorosa sacó de un bolsillo un paquete de cigarrillos y encendió uno, por el temblor nervioso que mostraba casi deja caer el mechero, y comienxa a aclarar un poco lo que está pensando.

-Asi que ha aparecido, probablemente,  el chico de Altimore... junto con otro...mayor... de más edad...- en este punto da una profunda calada a su pitillo y continúa, más divagando para si mismo que viendo ai alguno le está prestando atención -¿Recordáis cuando entramos en esa mierda de templo donde las serpientes vestidas de romanos?¿Recordáis que había muchos, muchos cuerpos de soldados? Pues resulta que conocía a algunos. Algunos que tenían hijos.... hijos MAYORES... ¿Qué pasa si nos han "marcado" exclusivamente porque van a matarnos, como a ellos, y a hacer sabe Dios qué con nuestra desendencia, en caso de los que la tengan? Por lo que sabemos la fecha se acerca, y estos hijos de puta pueden hacer lo mismo con nosotros cuando decidan matarnos que lo que han hecho para llevarse a los niños.-