Partida Rol por web

Al amanecer estaba cerca y aunque sonara un tanto ridículo, la esperanza de ver la luz de aquel sol frío y lejano, les daba a todos la esperanza de salir de allí con vida. El escenario, no obstante, era desalentador. Había muertos en todas direcciones, y aunque en su gran mayoría se trataba de bichos, también había muchos infantes caídos. Y había que contar también a los que se debatían por su vida y que eran muchos y necesitaban inmediata atención medica.

El sargento Frost del escuadrón Gatling había terminado ya de hacer unas rápidas reparaciones a los sistemas de comunicaciones del Gecko Commander, lamentablemente no había servido de nada, aquellos aparatos del demonio seguían estáticos, solo hasta que alguien les diera órdenes desde la computadora central, podrían volver a funcionar. Estarían vivos los técnicos?, o mas preocupante aun, seguiría funcional aquella computadora? Y es que sin aquellos TACs, probablemente no lograrían resistir el próximo ataque.

Así, era prioritario en aquellos momentos de respiro, el no solo atender a los heridos y preparar las defensas contra los bichos que presumiblemente llegarían del noreste (contrario a la zona en la que ahora se peleaba). Sino que además, era importante el tener funcional a todos los sistemas y vehículos que pudieran darles cualquier tipo de ventaja durante la venidera batalla.

Con las primeras luces del amanecer la colina se tiñó de un amarillo pálido que hizo brillar, como rocío rojo sobre la nieve, a la sangre y las vísceras de compañeros y enemigos. Mia buscó nerviosa en el cielo más atacantes tras hacer caer a los que amenazaban al Gecko Commander, pero no los encontró: los arácnidos voladores se retiraban del combate ante el último envite de la Federación. Hemos... hemos ganado...

Ser consciente de tal heroica victoria hizo que los ojos se le inundasen de dulces lágrimas y que cayese de rodillas. La alegría desbordaba a la Soldado de Primera, sí, pero a la par un súbito cansancio se apoderaba de ella. La adrenalina que le había mantenido en primera línea de batalla se esfumó de sus venas y la realidad de las quemaduras y heridas sufridas se impuso en su cuerpo. Notó los músculos agarrotados, la piel tensa y chamuscada por las llamas y el frío y un dolor creciente en su muslo lanceado. Asimismo, recordó lo cerca que había estado de la muerte hacía apenas un rato. No obstante, su ánimo no se vino abajo a pesar de su desgracia. Hemos ganado... no lo puedo creer... todos hemos sobrevivido a la noche... Todos, pues en su estado y por el devenir de los acontecimientos la pobre no se había percatado de que tres de sus compañeros habían caído en batalla.

Así, arrodillada en mitad de la colina y rodeada de exoesqueletos quitinosos, la Consejero Táctico de la Gatling lloraba de alegría al haber sobrevivido a lo que ella consideraría desde entonces un infierno en vida, inconsciente de la precaria situación en que se encontraban su escuadrón y otros pocos supervivientes de la batalla.

------------------------------ Continuación ------------------------------

García, quiero que restablezcas las comunicaciones con los otros grupos, vehículos y la flota antes de que termine de pestañear y que si tienen alguien que sepa reparar cosas que vayan al Gecko Commander.

 Llorens, señor... Gallagher fue alcanzado por un proyectil de plasma cuando subí a lo alto de la colina. Lo siento.

Intentaremos traerlos con vida. 

Me siento orgulloso de todos los infantes presentes (...) y verificar el estado de los sistemas  (...) Necesito para esto la habilidad de García y a Stukov cuando termine la tarea asignada

La Consejero Táctico oía a sus compañeros, pero no atendía a lo que decían. Necesitaba evadirse de la cruda realidad; del dolor físico y emocional que sentía en aquellos momentos. Necesitaba olvidar que la batalla aún no había terminado y que todavía no era la hora de volver a la base. Necesita llorar lentamente para liberar de ella tanto el pánico por haber visto la muerte tan de cerca y como la alegría por saberse aún viva. Padre... quiero ir contigo...

No obstante, cada comunicación por radio actuaba sobre ella como una cuerda que la jalaba inexorablemente de vuelta a Galdonia, pese a su voluntad. Consecuentemente, al cabo de un rato su cuerpo decidió detener las lágrimas y ponerse de pie para evitar que la pierna herida se durmiese. E inconscientemente comenzó a andar quejumbrosa hacia el Gecko Commander, ya fuese por instinto de supervivencia o adoctrinamiento militar.

- Aquí me tiene, Sargento... - Dijo Mia en un hilo de voz, por el cansancio, al llegar a la altura de Frost - ... y gracias por sacarnos de ésta - Añadió, evocándole en su mente mientras la protegía en la base de la colina. Acto seguido fijó su atención sobre el deplorable estado del vehículo militar y, pese a su agotamiento, inició un reconocimiento para reestablecer las conexiones lo antes posible. Para ello, se valió tanto del compact communication set como de su databox.

Y de golpe llegó la calma, una pírrica victoria para tomar esta colina que según PSYCO es algo vital en la campaña contra el Imperio Arácnido. ¿Cuántos puntos vitales faltarán para que ganemos? ¿Habrá un fin o será una guerra eterna? Miro mi arma y se que no tengo más que este cargador para poder seguir haciendo frente a la represalia de los insectos.

Levanto la vista y veo muchos hombres de pie en el lugar y otros retornando con el resto de las fuerzas y eso me alegra, incluso los vehículos que estaban alejados lo hacen. Una leve sonrisa se esboza en mi rostro sabiendo que por lo menos duraremos más tiempo cuando vuelvan a caer sobre nosotros y para ese no debemos estar atentos.

- García, quiero que restablezcas las comunicaciones con los otros grupos, vehículos y la flota antes de que termine de pestañear y que si tienen alguien que sepa reparar cosas que vayan al Gecko commander. Tarcus, ve con Vandel y McNillon y con la ayuda de un Gecko vayan por los heridos más graves para instalar un hospital dentro. Stukov, Rivas conmigo para poder buscar todo cargador de fusil, pistola, granada, misil, cohete y un trío de moritas extras por si las dudas. Haggar, te quiero con tu juguete vigilando todo lo que pueda, ya te mandaré alguien que te ayude. ¿Entendieron todos? - Miro para todos lados y veo que me faltan tres que no los veo de pie y seguro están heridos o quizás aun peor muertos. - ¿Alguien sabe algo de Taylor, Guerra y Gallagher? Si están heridos ya sabes a quienes buscar primero Tarcus. - Y para no seguir perdiendo el tiempo tras todas las órdenes impartidas me dispongo a llevarlas a cabo. Cambio la visión a normal y comienzo a revisar entre los caídos con prisa pero respeto dado que fueron compañeros de batalla y no me gustaría que no me respetaran si cayera. - Y no se olviden de hacer un recuento de municiones que no quiero a nadie con las manos vacías cuando esos insectos vuelvan aquí. -

Hecho una ojeada entre caído y caído viendo su placa para identificarlo y me hace recordar que tengo un Sargento del cual no se casi nada en que anda y un Teniente con menos noticias todavía. - Sargento. ¿Sigue con nosotros? -

Continúa.

Escucho la respuesta del Sargento y como se ve el desarrollo de sus tareas, las del resto y las propias para darme cuenta que podría ser un estorbo para varios en mi estado. Tomo un cuchillo del último caído que quedó a mi lado y le saco el kit para poder curarme algo de las heridas. Siento un ardor enorme cuando me lo aplico mientras por mi cabeza pasan mil veces las palabras del Sargento del hospital que nos explicó mil veces los riesgos de hacer esto pero no quiero ser un estorbo. Muerdo fuerte y aguanto la extraña sensación que me produce el tener tanto medicamento en el cuerpo.

La morita escupió bala a bala, llenando la nieve de cartuchos vacios. Había llegado el punto en el cual ya daba igual si le dabas al bicho o no, simplemente seguir disparando, esperando que la barrera combinada de disparos derribara alguno. Y como una orquesta de muerte, fue apagándose lentamente, silenciándose de forma gradual hasta que las últimas armas dejaron de escupir plomo incandescente, para dejar paso al hilo de humo que detonaba el descanso del arma.

Stukov se quedó quieto unos segundos, cerrando los ojos durante unos segundos. Durante aquellos segundos, el silencio combinado con el suave mecer del viento y los primeros rayos de sol que calentaban sutilmente las zonas expuestas de la armadura fue todo lo que necesitó para saber que por ahora, tendrían un momento de paz.

Se dejó caer de espaldas sobre la dura nieve, mirando el cielo. - Estamos vivos - Dijo por la radio, como todo informe que necesitaban sus compañeros y camaradas. Dos palabras cargadas de alivio, de paz. Sintió un profundo alivio, la tensión de las últimas horas lo había mantenido como un hámster encafeinado, y ahora encontraba aquella cama de sangre y nieve tan cómoda como la más perfecta y cómoda de la galaxia conocida.

Por desgracia, la alegría de los pobres dura poco.

Tras aquel comentario, la respuesta llegó por parte del Cabo. Desactivó la visión nocturna cuando el alba comenzó a comprometer el tipo de visión, y se incorporó. - Entendido, Señor. - Y con estas dos palabras, apoyó la culata de la morita en el suelo y se ayudó de ella para ponerse en pie, sacudiéndose la nieve de encima.

- Llorens, señor... Gallagher fue alcanzado por un proyectil de plasma cuando subí a lo alto de la colina. Lo siento. - Las palabras sonaron compungidas. No solo era un compañero que había caído, también era un amigo. Y ahora, sus primeras palabras de alivio sobre su supervivencia le sonaban crueles y faltas de tacto.

Tras la mala noticia, observa el campo de batalla estableciendo cierto orden de cuerpos a los que comprobar. La idea de tener que tratar con cuerpos no me hacía la menor gracia. Este tipo de cosas no aparecían en el folleto de alistamiento. El proceder es sencillo y mecánico. Lo primero es quitarle una de las dos placas de identificación al soldado en cuestión, y después revisar las bandoleras en busca de cargadores, granadas o cualquier cosa que pudiera servir para matar.

"Saquear" lo que se decía "saquear" no era un problema para mi. Tenía en mente la idea de que todos compartían mi opinión, y de que si yo fuera el muerto, utilizaran cuanto pudieran para garantizar la supervivencia de los demás. Era un bálsamo ante la idea de tener que estar jugando a ser el rapiñador de muertos.

- Tío... espero que esto nos dé más suerte que te dio a ti. Lo siento, descansa en paz. - Fue la frase que se dedicó a repetir una y otra vez, a cada camarada, a cada soldado y compañero de armas que visitaba.

Tras soltar una última ráfaga, una extraña y casi desconocida calma se apoderó del lugar que tanto esfuerzo y sangre les costó conquistar. McNillon jadeaba mirando a un cielo despejado que comenzaba a recibir tímidos pero insuficientes rayos de sol a lo lejos desde el horizonte. Se podía decir que esta extraña coordinación entre los soldados y el ciclo de rotación del planeta le daba cierto toque épico a su sufrida victoria. Pero no hubo gritos de victoria. Al menos no todavía. Hacerse con este punto geográfico no era más que un punto intermedio en una campaña que ya había consumido demasiados recursos del ejército de la Federación.

Jenkins caminó para reunirse con el resto del escuadrón hasta llegar junto al Cabo Llorens. En su caminar podía sentir cómo el dolor de la herida que le hizo el Burrower comenzaba a ganar en intensidad. Miró a la grieta de su armadura para ver restos de sangre congelada manchando los bordes de la hendedura. El efecto de la adrenalina segregada también comenzaba a disiparse dejando un rastro de cansancio que se apoderaba del cuerpo del fusilero. Pero era pronto para pensar en hacer un alto. Todavía quedaba mucho por hacer antes de regresar al combate. -A la orden, Cabo.- Respondió tratando de ocultar el dolor en su voz. ​-Pero, si me lo permite, me quedaré en ese Gecko en cuanto lo hayamos adecuado, señor. Aquel burrower hizo conmigo lo que quiso cuando salió del suelo.- Le dijo con una media sonrisa en su rostro tratando de quitarle peso al pésimo estado en el que se encontraba. Pero aquel intento por subir sus ánimos se desvaneció al escuchar las noticias que traía Stukov. -Comenzaremos a buscar en la zona por la que se acercaron ellos. Intentaremos traerlos con vida.- Dijo con una determinación que parecía devolverle las fuerzas poco a poco. -Vandel, Tarcus, no hay tiempo que perder.- Arengó a sus compañeros para cumplir sus órdenes con la mayor brevedad posible. Si lo que decía Stukov era cierto, ya no había esperanza para Gallagher pero quizás si la hubiese para Taylor y Guerra.

- Sargento. ¿Sigue con nosotros? -

-Acá estoy Llorens- Se levantó Frost de su posición junto al Command Carrier, justo para presenciar el alba que se cernía sobre ellos como un resplandor demasiado blanco. Se quitó el modo de visión nocturna y pasó a la vista normal. El lugar parecía otro, sus ojos se habituaron de inmediato, pero su mente no reconocía el escenario; los colores crecían dónde antes todo era plomizo. Aún entre la tierra y los cuerpos marchitos, allí las tonalidades dotaban de vida a un cementerio humeante.

Desolador e impactante, incluso las mentes más frías y veteranas se detendrían a contemplar algo así. La congoja se arremolinaba en su alma.

-He reparado la antena- comentó, pero la frase se perdió entre las órdenes que repartía el cabo Llorens. Lo estaba haciendo mejor que él. La adrenalina de la batalla se había disipado, como un silvido en medio de una tormenta. Cuando sus músculos se aflojaron y comenzaron a escocer, tuvo que aguantar el peso de su corazón. -Ojalá la armadura de combate me ayudase con esto- se dijo, haciendo un gran esfuerzo. Había mucho por hacer y no se estaba comportando como un soldado, como el ejemplo que estaba dando el cabo.

Tragó saliva una vez, le costó, tenía la glotis tensa, no podía hablar. El instante se estiró como un chicle, el tiempo se hizo confuso. Delante de él desfilaron personas que importaban demasiado en su vida, personas que estaban muy lejos, personas que habían dejado este tiempo y este espacio, recuerdos de su adolescencia, y personas que estaban aquí, luchando y sufriendo.
Tragó otra vez, esta vez sintió como una fuerza interna lo colmaba, y la luz potente, penetrante, del día naciente aflojaba su corazón. No, no era el momento. Respiró profundo. Sostuvo el cotador láser con decisión y le habló a sus hombres.

-Me siento orgulloso de todos los infantes presentes- empezó, ¿estaba por dar un discurso? -Obedezcan las órdenes del cabo, yo intentaré ingresar al Command Carrier y verificar el estado de los sistemas y de los soldados-
-Necesito para esto la habilidad de García y a Stukov cuando termine la tarea asignada-

Su intuición le decía que Mía se encontraba mal anímicamente, pero la lamentable realidad era que la batalla estaba lejos de terminar.

-Algo importante, infantes, quienes no hayan utilizado el minikit del cuchillo y estén heridos, usenlo ahora. Tenemos que seguir adelante.-

Mientras hablaba se acercó a la entrada trasera del vehículo. Le dio una fuerte patada y gritó -¡Voy a abrir la puerta del carrier!- tras lo cual se acercó con sus herramientas y se puso a observar dónde tendría que cortar.
 

En el extraño silencio, cortado por momentos debido a gritos de los pocos infantes que intentaban coordinarse para defender aquella colina, Jhonny Frost abrió nuevamente la comunicación con el canal reservado a los mandos de cada escuadrón.

-Miller, estoy intentando abrir el command carrier. Mi intención es saber el estado del teniente y de los equipos allí adentro- hizo una pausa, aparentemente estaba realmente en medio de algo -Si es posible, intentaré reparar el centro de mando. Necesito cualquier infante con pericia técnica del que puedas disponer-

-Por otro lado, nuestro médico con dos infantes más están buscando a los heridos graves para intentar salvarlos. Aquí nos faltan tres infantes de los cuales no tenemos certeza su estado ¿cómo está la situación allí?-

La batalla termina finalmente y veo como acaba el paisaje a nuestro alrededor. El campo está repleto de cadáveres por todos lados y no solo de los insectos acabados por nuestras tropas, sino de los muchos combatientes humanos que cayeron luchando como los valientes soldados que eran.

El paisaje es desolador y mis manos tiritan al contemplarlo sin saber realmente si es de nervios o del frío que asola la congelada superficie de este mundo. De pronto, las palabras de mis superiores me sacan de mis pensamientos. Escucho al Cabo y asiento a sus palabras antes de correr hacia los heridos.

Comienzo por los de mi escuadrón, viendo si aún están con vida e intentando ayudarles de ser el caso. Si no, les saco los cargadores e intento cargar sus cuerpos hacia el resto de la colina para así poder encargarnos de ellos y no dejarles acá olvidados de una forma que no lo merecen.

Ya no se oían mas disparos y tampoco sonido de bichos... el combate tenía pinta de haber terminado. ¿Habrían vencido sus compañeros? lo esperaba. Por el bien de la misión y de su situación. Se encontraba cada vez más débil, sin apenas fuerza para moverse. 

De pronto oigo pisadas. ¿Pudiera ser...? era un miembro de su escuadra. Alzo la mano débilmente para captar su atención.

¿Hab... habéis... ganado?- preguntó finalmente. 

En pié, en la colina nevada, rodeado de gigantes muertos a los que hemos derrotado y con decenas de otros bichos que una y otra vez han intentado matarnos y no lo han conseguido. Los efectos de la euforia se van pasando y me vuelvo más consciente de todo lo ocurrido, de nuestra victoria y de que estamos muy lejos aún de salir con vida.

-Joder...han caído...es increíble- pienso mientras con una mueca de dolor me estiro pensando en que hace ya una eternidad de que chocamos contra esta roca en la lanzadera.

-Tarcus, cuando puedas mira a ver si me puedes remendar un poco- un poco, pero realmente estoy hecho polvo, si hubiera retaguardia alguna caería desplomado allí mismo para descansar y curar mis heridas, pero no es así, aun nos tienen que matar.

-A la orden- respondo automáticamente mientras me pongo a buscar con el cabo pertrechos para lo que se nos viene encima.

-A sus órdenes Cabo -dijo mientras miraba a sus compañeros de acción en ese momento. EL médico había hecho uso de su morita con gran habilidad, lo que le recordó algo- Tarcus, intentemos hacernos con un riifle para ti, pues la Hawkeye tiene poca munición ya -le comentó mientras se dirigía a buscar un Gecko, pero no antes de haber intentado buscar eso, una morita y cargadores y granadas.

Ante la ausencia del sargento Frost, el cabo Llorens oportunamente se hizo cargo de organizar a todos los hombres sobrevivientes del escuadron para ponerse manos a la obra y no ser tomados por sorpresa por las fuerzas del imperio aracnido. Ante ello, el cabo envió a McNilion a recoger a los heridos, aunque quiza ya era muy tarde para ello, Mia por su parte se haría cargo de lo que siempre tenía que hacer, comunicarse, aunque esta vez acudiría ayudar al sargento para trabajar en equipo. El mismo Frost trabajaba ahora en el Gecko Commander en un intento desesperado por tener los TAC UAV de vuelta.

El resto de infantes por su parte, se dedicaron a recoger toda la munición que podían a fin de tener sus armas a punto y así estar listos para el próximo combate. Aun no habían pensado en como habrían de defender el terreno aunque eso quizá era menos importante que el tener con que defenderlo.

- Me dirijo a su posición, Sargento. - Informó por radio, mientras permanecía de cuclillas junto a uno de los infantes muertos. Una corta ceremonia por su alma, simplemente arrncandole una de las dos dogtags, y colocandole las manos en el pecho tras sacarle los cargadores y prácticamente cualquier util que pudiera servirle. - Deme un segundo. - Pidió, mientras lanzaba un largo suspiro. Por alguna extraña pesadilla del destino, no podía evitar ver su cara en la cara de todos aquellos infantes muertos mientras se hacía la misma pregunta una y otra vez.

¿Acabaré yo igual?

Se puso en pie, mientras comprobaba la morita recién recogida, así como la munición. La marcha hacia el Sargento fue larga, no por la distancia o por el tiempo, si no porque tuvo la sensación de tener mucho tiempo para pensar. ¿Sobreviviría? ¿Se marcharían de allí? ¿Cómo estaban las demás escuadras? ¿Eran solo un entretenimiento para distraer al enemigo? Las dudas le asaltaban mientras pisaba la nieve una vez tras otra, hasta descubrirse delante del Sargento.

- Señor. - Comprobó lo que estaba haciendo Frost, que puerta era necesaria abrir, y comenzó a inspeccionar como sería la mejor forma de abrirla. - Quizás deberíamos usar algo como palanca, sería más... eficiente. - Planteó señalando algunas de las piezas sueltas del mismo gecko. - Por otro lado, los infantes que han estado recogiendo armas y municiones deberían hacer un inventario de lo recuperado para repartirlo de la forma más eficiente, señor. Hacer un recuento de municiones y granadas de cada infante en vista del próximo combate. - Y tras decir esto, intentó colocarse en la mejor posición para tirar de la puerta y abrirla, pero esta no parecía ceder...

Soportando el dolor de su herida, McNillon iba a bordo del Gecko en busca de los desaparecidos Taylor y Guerra. Siguiendo las indicaciones de Stukov, no fue complicado dar con los dos infantes tirados en el helado suelo del campo de batalla. Con la ayuda del piloto, subieron a los dos soldados. -Ya llega la caballería, chicos.- Dijo Jenkins tratando de quitar peso a la terrible situación en la que se encontraban sus compañeros. Pero de nada le sirvieron las palabras pues la muerte ya había reclamado a los valientes soldados.

Guerra ya no respiraba cuando la acomodaron en el transporte y Taylor luchaba por evitar que la siguiente bocanada de aire no fuese la última. -¡Rápido, hay que llevarlos de vuelta a la colina!- Apremió al conductor tratando de evitar el funesto desenlace. ​-La colina ya es nuestra. Lo hemos conseguido.- Respondió a Taylor, tratando así de mantenerlo con la mente ocupada pues Jenkins tenía la sensación de que si cerraba los ojos no volvería a abrirlos otra vez. Pero no sirvió de nada. Taylor se sumió en un sueño profundo a la vez que su respiración se tornaba casi imperceptible que amenazaba con apagarse definitivamente. Jenkins no sabía que hacer. Su preparación había sido única y exclusivamente de combate y Tarcus no había subido con él al Gecko para poder hacer todo lo posible por salvarlos. -Buen viaje.- Se despidió de sus compañeros con una triste sonrisa. Si bien sentía sus pérdidas, al menos ellos ya no tendrían que continuar con aquella guerra eterna en esa roca helada. -Sargento Frost, Cabo Llorens, aquí el fusilero McNillon. He encontrado a los soldados Taylor y Guerra pero ha sido demasiado tarde.- Comunicó por el canal del escuadrón. -Me dispongo a regresar con el Gecko para establecer una instalación médica de campaña.- Informó con un tono decidido aunque ligeramente afectado por la muerte de sus hermanos de batalla. Mientras el vehículo llegaba a su destino, McNillon recuperó de los cuerpos de los infantes todo aquello que pudiera ser útil para la defensa la colina. Armas, munición, raciones, todo. Debían aguantar como fuese en aquel promontorio para asegurar el éxito de un plan que aseguraría esta eterna campaña en Galdonia.

Las tareas se estaban llevando a pesar de las bajas, tres hombres menos es mucho y más teniendo que dos eran artilleros que es algo no muy común entre las filas de soldados. Escucho por el radio como el Sargento Frost (me adelanto a su post) pidiendo por ayuda para forzar la compuerta del Command Carrier, quizás hubiera sido lo mejor desde un principio pero es fácil pensarlo cuando la situación está más controlado y uno puede analizar con tiempo.

- ¡Tarcus! Te quiero curando a toda la unidad y a cuanto soldado herido veas sin importar la unidad, júntate con la médico de la ECO si hace falta para acelerar la atención y consolidar un puesto fijo donde atender. - Se que lo va a hacer, pero no puedo dejar de decírselo porque no quiero ver otro hombre caído por acumulación de heridas.

- Stukov te necesito junto a mi par ayudar a García y al Sargento Frost con la puera, García pide ayuda a los del Beta para saber de una buena vez si el Teniente está vivo, eso seguro los hará venir. - Y sin esperar a que el tiempo transcurra voy hacia el command carrier. - Haggar no te duermas que no quedará uno de nosotros si lo haces, no hay sueño, cansancio o ganas de ir al baño ahora y eso va para todos. - 

- McNillon, te toca seguir quizás la tarea más difícil de todas, seguir buscando más municiones y eso incluye a todos los caídos que tengas a la vista, te harás cargo de ello con el resto de tus compañeros. - Me afirmo en la compuerta con todas las ganas de comenzar a tirar aun estando solo.

- García, habla con la Beta y la Alfa para saber su estado actual, en que están, bajas, heridos. - Le digo a la ya aturdida Concejero Táctico.

- Pero esto se tiene que abrir fácil, seguro de un tirón sale. - Y sin esperar a por el resto tiro con todas mis fuerzas apoyando ambos pies en la compuerta y estirando mi cuerpo quedando de costado cual caricatura. Y tiro hasta que siento que algo cruje y el dolor llega hasta mi boca. - ¡MALDITA SEA! - Grito de bronca y frustración por no haber podido abrir la compuerta y quedar herido en mi orgullo de tipo fuerte más que en lo que me hice.

Después de ver a los caídos, entiendo que todos están muertos pues Galdonia no perdona y el frío terminó de hacer lo que los arácnidos comenzaron. Lo lamento y cierro sus ojos sin poder hacer mucho más y sabiendo que los que aún viven necesitan de lo que pueda hacer por ellos.

Ante las palabras de Rivas, me dirijo a él y saco rápidamente el Medical Kit para tratarle. Lo hago a gran velocidad pues la práctica hace al maestro y he tenido que sacarlo más veces de las que me gustaría, así como mis armas. Me pongo a su lado mientras le hablo y comienzo a cortar vendajes:

 - "Debes quedarte completamente quieto, amigo. De otra forma no podré coser bien tus heridas."

Aplico anestésico tópico y comienzo a limpiar las heridas más grandes antes de ponerme a suturarlas rápidamente, aplicar apósitos y vendajes exteriores. Mientras tanto hablo por el comunicador a todos:

 - "Si alguien necesita atención médica, acérquese a mí acá y les atenderé de inmediato. Agradecería mucho que alguien me traiga un Rifle de regalo si puede."

Termino el trabajo sobre Rivas, viendo que ya casi no sangra y que sus heridas parecen mejorar mucho en aspecto. Quedo satisfecho con lo hecho y le doy un palmetazo en el hombro mientras espero a un segundo paciente para atenderle también.