Partida Rol por web

El frío empezaba a menguar con la salida del sol, se podía notar por que sus armaduras ya casi no acumulaban escarcha. La niebla frente a ellos se estaba ya despejando también debido a la salida del sol, en cosa de una media hora podrían ver con claridad todo frente a ellos. Los rayos de aquel rojo sol les pegaban ahora de frente aunque gracias a la neblina no les dificultaban la visión. Mas allá, sobre la cima de la colina y sus alrededores se podía ver ya un indicio de los estragos de aquella batalla; para muchos, la mas grande que habían vivido y habrían de vivir en sus cortas vidas.

La gloria era efímera. ¿Victoria?, si aquello era una victoria, deberían dar gracias por no haber sido derrotados pues de todas las fuerzas que asaltaron la colina de fuego, apenas una cuarta parte de ellos regresaba con vida e incluso escuadrones completos había sido aniquilados por completo. En la realidad solo los escuadrones de infantería pesada Eco y Gatling de los guardianes de Sirius se mantenían aun operativas, pero en general solo a un 50% de su capacidad y con prácticamente todas sus fuerzas seriamente heridas. En otras circunstancias ninguno habría vuelto a entrar en combate.

Y ahora, bajo los rayos del sol de un nuevo amanecer en la roca helada que llamaban Galdonia VI, las maltrechas fuerzas de la federación sobrevivientes a aquella sangrienta batalla, se lanzaban de nuevo al ataque para conseguir una victoria que en los corazones de muchos no tenia importancia.

Y así, a la orden del suboficial al mando, el sargento Miller, las fuerzas conjuntadas se lanzaron al ataque avanzando en línea con la protección de los vehículos que se mantenían a la espera mientras los infantes disparaban a quemarropa a los bichos sobrevivientes que encontraban a su paso. La prioridad para Miller era encontrar y rescatar a cualquier que siguiera con vida mientras se cumplieran las órdenes que se les habían sido impuestas.

El sargento Miller apretó la mandíbula y avanzó con el resto descerrajando la escopeta bajo su morita a cada bicho que tenía a su alcance cuando sólo unos pasos lo separaban de sus madíbulas babeantes. En realidad era una locura acercarse tanto a los bichos, pero tan bien era cierto que si aqué ejército arácnido volvía al ataque de poco les serviría estar separados una veintena de metros. Así que se reafirmó pensando que al hacerlo a quemarropa conservarían más munición, serían más efectivos y minimizaban la posibilidad de herir a los compañeros perdidos que aún pudieran resistir entre los bichos.

Soldados sé que estáis cansados, pero tenemos que terminar el trabajo. Pensad que cualquiera de estos cabrones puede haberos herido, o matado a un compañero y cada bicho que dejemos con vida volverá para hacer frente en otra batalla y matar infantes. Sin piedad, sin clemencia, sin descanso ¡¡MATAAAD!!

No era limpio, ni heróico, casi era mecánico. Pero Miller vió que se vaciaba de odio por cada bicho al que volaba la cabeza. Joder, qué ganas tenía de abandonar ese planeta.

Buscad heridos y superviventes. ¡Médicos preparados para EVASAN!
 

Los bichos detenidos y las nuevas órdenes logran hacer que me afirme en mi posición. Me aplico la sanación de mi cuchillo de combate, lo que me brinda un poco del alivio que anhelo después de tantas heridas sufridas al huir. Veo como los arácnidos están completamente detenidos, catatónicos si es que el término puede aplicarse a una criatura como esa. Reviso mi munición y sé que no es tanto lo que puedo hacer pero si puedo derramar un poco de sangre enemiga, lo suficiente para saciar un poco mi sed de venganza de aquellos rivales infames y completamente faltos de piedad.

Tomo mi arma y salgo del vehículo para abrir fuego en contra de los enemigos. Vacío mis cargadores de Morita y sigo luego con mi pistola mientras busco a los heridos para poder salvar a alguno. Veo que hay varios en el suelo, Rivas entre ellos. Corro hacia él y verifico sus constantes vitales antes de intentar estabilizarle lo suficiente para ser movido a un lugar seguro:

 - "Tranquilo hombre, vas a lograrlo."

Me pongo manos a la obra con todo lo que tengo, intentando poner mis conocimientos y mi pericia al servicio de la vida de ese soldado. La labor de un médico es salvar a la gente. No mirar a quien, no mirar donde. Independiente de que sea en medio de una masa de bichos que nos cercenarán en cualquier momento, no puedo abandonar a un herido y este es el caso. Por más que mi instinto me dice que me refugie en el fondo del transporte, me quedaré a su lado y le sacaré de ahí.

Una vez más, saltó del Gecko con su arma entre las manos. A pesar de no haber pasado la treintena, después de aquella noche se sentía como un viejo anciano que ya había visto toda una vida y sentía el cansancio y el frio en sus propios huesos. Las heridas habían dejado de dolerle, ni siquiera sentía el quemazón en el hombro. No sabía si habían sido los analgésicos, el miedo, el frio o una combinación de todas las anteriores, pero la única realidad era que podría echarse el arma sobre una quemadura sin curar y no sentiría nada.

Entrecerró los ojos cuando el sol comenzó a amenazar con cegarlo. Aquellos bichos seguían sin moverse. Sentía que, por un lado era estúpido, pues todo ese tiempo que no había aprovechado hasta el momento para matar y disparar había sido perdido. Por otro lado, pensaba -y era lo que le decía tanto la razón como el corazón- que los bichos aun estaban quietos, y lo mejor que podía hacer era seguir corriendo hacia adelante y alejarse de allí. Si por alguna razón aquellos bichos volvían a moverse, podía despedirse de su creador. 

Pero por encima de la razón y el corazón, aun pesaban dos cosas más importantes. La primera el Deber. Una cualidad impuesta desde muy pequeña por su familia. Y la segunda, y quizás la que más peso tenía en aquel momento, algo que había dicho Miller: Alguno de aquellos bichos podía haberse llevado a uno de sus compañeros, y eso merecía una digna respuesta a la altura.

Y como no sabía cuál había sido el culpable, y aplicando el principio de incertidumbre, todos eran culpables.

- Sargento. - Le llamó por la radio, esperando sus órdenes concretas mientras permanecía junto al Gecko. Frost era su superior inmediato, y no iba a saltarse la cadena de mando. Además, Frost no solo se había convertido en su superior, además se había convertido en un camarada de armas y un amigo. Alguien que los sacaría de allí vivos.

Observó el campo de batalla. No a los bichos que ahora lo poblaban, si no sus restos. cuerpos destrozados, sangre, vísceras y muerte. Vehículos destrozados, cráteres humeantes, nieve teñida de rojo. Si aquello era algo a lo que podían llamar victoria, sentía pena por aquellos que debían llamarlo derrota.

Tirado en la nieve, con el pulso tan débil que se me podría dar por muerto, paso del mundo de los vivos al de los muertos constantemete. La luz se enciende y se apaga, pero por fortuna aún tengo fuerzas para  seguir respirando y el traje parece mantener suficiente calor como para que no mecongele por ahora.

-Como diga, jefe -dijo McAllen mientras mantenía el paso y empezaba a disparar. Usaba la munición del rifle y, solo por si pasaba algo, guardaba la de la escopeta que ya en varias ocasiones le había salvado la vida. 

Caminaba y buscaba con la vista a los que no estaban con ellos, pero no podía estar seguro, ahora mismo no tenía ni idea de cuantos eran de su pelotón, de cuantos había heridos ni nada de eso. Solo sabía que había sido un infierno de misión y caminaba rezando a algún dios por que esos bichos no se "despertaran".

Vandel estaba satisfecho cuando se retiraba, pues esta vez lo hacía de una forma ordenada y tranquila, con sus compañeros, y no presa del pánico queriendo volver a un lugar seguro que, ahora mismo no sabía si llegaría a existir.

Cuando dieron la orden de volver y continuar matando bichos, el explorador no lo dudó, apretó la mandíbula y caminó con paso firme disparando ráfagas cortas, centrándose en los bichos más grandes que quedaran, pues a lo mejor podía librarse de alguno de los pequeños, pero de los grandes complicado.

Además, había una explosión que le había intrigado sobremanera.

Jhonny, aspiró una bocanada pronfunda, sintió como los pulmones se llenaban de ese aire frío, su cuerpo punzaba aquí y allá, su corazón latía con prisa, pero aún con fuerza. Sabía que podía seguir adelante, mucho más aún. Su mente podía superar las dudas, su cuerpo salir airoso ante el dolor y el cansancio; porque su corazón se había abierto camino ante la pena y el miedo.

Exhaló el aire y recibió las órdenes de Miller, cargadas de furia y venganza. Lo entendía, su escuadrón había sufrido mucho más que el de Frost: en esa última retirada el gecko con sus compañeros heridos había caido. Muchos lo habían acompañado a él en el fuerte helado, incluso Galanza, el otro técnico con el que había compartido todos los entrenamientos y luchado codo a codo.
Agradeció que Miller estuviese a cargo de todo aquello y no él, le daba seguridad pues lo respetaba, sabía cuantas veces se había jugado el culo por ellos arrastrándose en el barro para colocar unos cuantos explosivos.

- Infantes, ya escucharon a Miller: prioridad uno, matar todo los bichos que tengan cerca, disparen a quemarropa y no desperdicien munición. Recuerden las clases de anatomía que hemos tenido, con uno o dos disparos bien colocados en suficiente. Usen sus armas secundarias si es necesario. La segunda prioridad es buscar supervivientes - Tomó su belcher, guardó su morita, puso la escopeta en modo de disparo simple y comenzó a reventar los centros nerviosos de los enemigos inmóviles que encontraba en su camino.

- García vamos a dejar el dron que nos queda funcional para cuando encontremos a Rivas y los supervivientes del escuadrón ECO, evitaremos a toda costa el fuego automático y los explosivos hasta entonces - dio unos pasos y se encontró con un guerrero tigre, necesitó dos escopetazos prácticamente en el cerebelo del bicho para asegurarse de que no se levantaría más. Exterminarlos así no elevaba el espíritu ni daba esa sensación de triunfo de hacerlo luchando en plena batalla, pero les aseguraba aquella colina y poder ser rescatados, eventualmente.

Era suficiente.

- Todo el mundo matando, no duden ni un segundo. Pronto volveremos a las barracas y podremos celebrar nuestra vida y nuestros muertos; emborracharnos y fumar hasta la inconsciencia - se acercó a un grupo de guerreros y comenzó a ejecutarlos uno por uno. Notó como la niebla era cada vez más tenue. Ahora las siluetas de todos aquellos supervivientes eran claras, las explosiones de aquí y allá retumbaban sórdidas y eran llevadas por una brisa mortecina.

No tardó en recibir lar ordenes de Frost, o más bien confirmar las de Miller, y Stukov se puso en marcha hacia la colina una vez más, paso a paso. Frost hizo mención de las clases de anatomía, él tuvo la mala costumbre de dormirse o salir a fumar con alguna excusa, así que caminó dos pasos por detrás del sargento, estudiando lo que hacía, donde apuntaba y a lo que se refería. Hacerlo con una escopeta parecía mucho más fácil que hacerlo con una pistola, o una morita.

Y este fue precisamente el orden que utilizó. Dejó colgando la morita de la correa con el seguro puesto, y con la pistola le dedicó uno o dos disparos donde veía los "ojos" de los bichos. No sintió lo mismo que cuando le vaciaba el cargador de la morita a un firefry que estaba calentandole los huevos, pero Mijail debió admitir que al menos no era tan doloroso.

Marchó, lentamente a un par de metros junto a Frost con la intención de crear una "linea" de avance que fuera limpiando. Y mientras, intentaba comunicarse por radio sin mucha esperanza con el único M.I.A. de la unidad. - Antonio. - Le llamó, ya no por su apellido que habría sido lo normal, si no por su nombre. Algo más cercano, quizás incluso más humano. Era incorrecto, lo sabía... y aun así tenía en mente que era mejor así.

- Antonio, si me escuchas contesta, o dispara. Haz algo. Por favor. - Resopló, angustiado y viendose superado poco a poco por tener que pararse a comprobar los cadaveres de los infantes caidos, arrancandoles las dogtags para poder certificar sus muertes.

- ....joder chicos, si salimos de esta sin que vuelvan a moverse, será un milagro... lo sabeis ¿no? - Comunicó a su escuadron, intentando que hablaran de algo mientras realizaba tan desagradable trabajo. Necesitaba evadirse para no pensar en los rostros amoratados e hinchados de aquellos infantes a los que les debía arrancar las chapas de identificación.

Desde que se el Geko emprendió la huida William respiro, no le gustaba dejar a gente atrás, aunque durante su estancia en ese puto planeta del escuadrón inicial, en ECO ya solo quedaban dos, Miller y él, era una sensación extraña, ser los únicos supervivientes de un montón de gente con el que habías compartido cervezas, guardias, noches de risas, cervezas, patrullas, y mas cervezas. y de repente que desaparecieran, es más, alguno de los que habían reemplazado a sus compañeros no había estado con ellos mas que unas horas. Eso era la puta infantería!, y eran los pesados, hoy había visto caer a la ligera como bichos en los holoproyectores de la flota.
Todos esos pensamientos y frustración desapareció cuando su antiguo compañero y Sargento indico las nuevas ordenes, Matar a todo BICHO viviente. y no se ando con rodeo, avanzo junto a los demás supervivientes, disparando, la morita, la pistola, el aditamento de escopeta y hasta la Thinderbox. todo era poco para esos putos bichos, debían morir de una vez por todas.

Al salir del vehículo el cuerpo de Mia sufrió un escalofrío. Su piel se había olvidado de la brisa helada que recorría el campo de batalla debido a que había estado resguardada en el Gecko controlando los drones. Su vello se erizó y las heridas y quemaduras le dolieron. Incluso trastabilló al apearse y pisar la nieve ensangrentada, evitando caerse al suelo por poco. Por un momento, deseó que el viento la arrastrase y la alejase lejos, a algún lugar cálido y tranquilo en el que no hubiera más violencia ni tormento. La montaña rusa de adrelina que le hacía continuar parecía empezar a detenerse. Estoy débil... muy débil... pero debo seguir adelante porque sino desfalleceré...

La Consejero Táctico deseaba acabar con los arácnidos, pero su cuerpo no daba mucho más de sí. Así que en silencio escuchó a sus superiores, intentando motivarse para aguantar un poco más. Es un paseo, Mia. Un paseo. Un par de pasos y disparo a quemarropa. Otro par de pasos y disparo a quemarropa. Así hasta... La comunicación con Frost cortó sus pensamientos.

- Sí, señor. Reservo los drones. Paso a informar al Puesto de Mando. - Acto seguido cambió el canal de su radio y transmitió las nuevas al puesto de Tsumina: la Eco y la Gatling se disponían a retomar la colina.

Se puso en marcha a la vez que el resto, cambiando su arma principal por las auxiliares. Pero a diferencia de Stukov, la Soldado de Primera decidió utilizar la Morita secundaria que iba portando en su espalda antes que la pistola. Así por lo menos se quitaba un peso de encima y sentía algo más de ligereza. Un paseo. Un par de pasos y a quemarropa... no es difícil... tú puedes, Mia...

Maynard me arrastraba hacia la puerta de embarque del gecko en llamas, con mis menguadas fuerzas apenas había sido capaz de salir por mi propio pie. En el exterior los impactos de varias granadas habían limpiado la zona de bichos, nada mas que fuego quedaba en el interior del vehículo....Baron, Hutchinson y los otros tripulantes del gecko habían perecido.

- Gracias Maynard sin ti...no lo hubiera conseguido. Habrá que brindar por los caídos y creo que voy a solicitar una baja cuando todo esto termine.

El combate no parecía haberse detenido el eco de las balas aun se escuchaba...algo raro ya que no era seguido por el ruido de cientos de patas quitinosas recorriendo el campo de batalla. Solo nos quedaba esperar ninguno de los dos supervivientes tenía pinta de poder meterse de nuevo en el campo de batalla y salir indemne.

La infantería móvil se encontraba de nuevo en la colina, habían avanzando con suma facilidad destrozando a todo bicho que se encontraran en su camino. Hacia el sur (AT25), Los Heavy Gecko rodeaban al tanque que se encontraba saliendo de un túnel al tiempo que solicitaba se despejara la zona para poder dispararle y hacerle estallar. La sugerencia de hacer estallar los túneles como hicieran al inicio de la batalla también fue formulada por los ingenieros, nada sería peor que el hecho de que al despertar los bichos salieran mas desde la retaguardia.

Sobre la colina ya los esperaba Haggar, quien sorprendido por lo sucedido había estado allí pasmado varios minutos observando la situación. Presa del miedo y la confusión, le costo mucho reaccionar antes de estar de nuevo operativo y ponerse manos a la obra. De no ser por que los bichos se habían congelado, probablemente el habría sido otro de los caídos.

La línea de infantería se fue desplegando en un semicírculo a fin de intentar abatir a la mayor cantidad de bichos lo mas rápido posible con sus dificultades de número de tropas. En cosa de minutos, con el fuerte avance liderado por Miller, el grupo logro limpiar cerca de tres partes de la cima de la colina y con ello, tras una larga espera, por fin pudieron tener noticias de sobrevivientes.

Hacia el este (X55), cerca de un conjunto de bichos destrozados o malheridos por una explosión, se encontraba el infante Rivas. Este al parecer se encontraba al borde de la muerte y era claro que había entregado muy cara cada gota de sangre. Fue Tarcus quien acudió a él para atenderlo; el infante se encontraba moribundo pero estable, no obstante tenía muchas heridas y había perdido la mano izquierda desde algo mas arriba de la muñeca. El duro frío estaba haciendo estragos en él y su cuerpo empezaba a perder color; si no le sacaban rápido de allí y le calentaban, moriría.

Una situación parecida había con Rumsfeld, quien milagrosamente, y solo gracias a la ayuda del explorador Maynard, había sobrevivido. De los pasajeros del vehiculo volcado, el era el único que había sufrido tanto al impacto como a la carga posterior de los bichos. Y eso solo gracias a que el explorador Maynard, en vez de lanzarse hacia los otros Geckos había decidido quedarse y protegerles. Según palabras de este ultimo, Hutchinson había sido el ultimo en caer, malherido y al borde de la muerte, se había arrastrado hasta el exterior para allí usar sus granadas y hacerse estallar, llevándose consigo a todos los bichos de la entrada, y con ello, permitiendo el libre paso para que sus compañeros pudieran escapar.

White caminó cerca de Miller, dando cada paso con rapidez, posicionándose y usando su escopeta con diligencia, pues no sabían cuanto rato duraría aquella pausa y dejando las pocas balas de los rifles que tenía (Morita y Hawkeye) para otra ocasión. Estando tan cerca, no tenía sentido. Cuando se le acabaran las balas de la Belcher, usaría la pistola, y luego la otra pistola. Sólo usaría sus rifles si no le quedaban más balas.

Como otros, intentó no mirar detenidamente a los cuerpos de sus compañeros caídos, pues quería recordarlos como estaban en vida, con sus risas, sus ofertas de puros o cerveza o sus caras de mala leche. Su índice diestro apretaba una y otra vez el gatillo del arma, reventando cabezas y caparazones por igual, mientras los casquillos de escopeta describían un gracioso volantín en el aire congelado antes de caer en el suelo y quedar ahí para siempre. Las gotas del ícor que desprendían los arácnidos se pegaban a la armadura de Ethan, congelándose rápidamente, de donde las tendría que rascar o limpiar después, pero él no se daba cuenta. En ése momento, él era la guadaña que segaba las hierbas malogradas que estropeaban su campo, él era el martillo que acababa con los enemigos de su patria, él era el castigador que llevaba la justicia en el fondo del casquillo de cada bala, por cada inocente que había caído ante las garras de ésos putos bichos.

No se dio cuenta, pero unas lágrimas corrían por su rostro mientras abatía bicho tras bicho.
 

Escuchó la transmisión de Rumsfeld y automáticamente sus pasos comenzaron a dirigirse hacia el sector del Gecko volcado, haciéndole una señal a varios soldados que estaban cerca, para abrir perímetro allí.

"U...u...usen tiros directos, no fff...fuego graneado. Hay su...suu...ssuuuuuupervivientes ahí." dijo en tono autoritario, pese al tartamudeo. BAM! "otra cabeza reventada...."

Tras un par de tiros más, y tras despejarse la zona, vieron a ambos soldados en el suelo..., automáticamente llamó a la médico del pelotón con voz casi amable, como si estuviera cansado y empezara a costarle estar ahí..."Sam, heridos graves. Te necesito." BAM! "ahí va otra...."

Sus pies pisaban intestinos humanos y restos arácnicos por igual, sus ojos comenzaban a volverse vidriosos....el miedo pasó a un segundo plano, se consideró ya casi un muerto, pues si los bichos reaccionaban, de tan cerca, no habría nada que hacer. La tarea pasó a ser algo ritual....cargar, apuntar, disparar, disparar, asegurar, siguiente....

En cuanto Tarcus dio la voz de alerta, anunciando que había encontrado a Rivas vivo, los esfuerzos y voluntad de Stukov se vio redoblado, marchando a base disparos entra los bichos hasta alcanzar la posición de Rivas y Tarcus. - ¿Cómo esta? - Le preguntó al médico, siendo él mismo quien le echaría un vistazo por encima. El traje estaba roto, había perdido la mano y estaba perdiendo mucha sangre. Además, el color azulado de los labios y la palidez de la piel eran un claro indicativo de que estaba congelandose. Frunció el ceño, comprobando el estado de la armadura. - Si no se calienta rápido, morirá. He tenido una idea. - Le indicó a Tarcus, y tomó el casco de Rivas, comenzando a darle órdenes a la armadura de este.

- Armadura, anular sistema de climatización del traje. Situar temperatura en 35 grados centigrados. Consumir exceso de bateria de ser necesario. Ejecutar. - Le ordenó, para después hacerse a un lado y esperar a que Tarcus le de las ordenes pertinentes para poder desplazar a Rivas hasta un lugar seguro.

Supervivientes... menos mal.

Miller recibió algo de moral por aquello, aún se podía salvar alguna vida, terminar la misión y cumplir los objetivos. Cualquier cercanía a la victoria quedaba empañada por el coste en vidas, pero eso era algo que ya no tenía remedio... estaba cansado, agotado, física y mentalmente.

El sargento se tomó un respiro entre bicho y bicho para rebuscar entre sus pertenencias y sacó su kit de rescate. Dentro llevaba una manta compacta, de esas que parecen de papel de aluminio pero que son un excelente aislante térmico. Corrío hacia Tarcus, el médico de la GAT y se la tendió.

Cúbralo con esto soldado, no es mucho, pero algo ayudará. Hay que meterlo en un Geko.

Luego volvió a su posición volando la cabeza a un warrior que tenía delante, como si fuese un acto cotidiano antes de dar algunas órdenes.

[Eco alejaos de los túneles, los Heavys van a volarlos. Brocheta, da la orden a los Geckos para disparar sobre los túneles en cuanto nos hayamos alejado todos de allí]

[Sargento Frost, que sus hombres hagan lo mismo, sepárense de los túneles para su demolición. Que todo el mundo recoja toda la munición que vea de los caidos, sus chapas de identificación y las baterías de sus armaduras si están en buen estado]

A su lado el Cabo White alertaba de supervivientes por lo que le golpeó en un hombro para llamar su atención.

White ve con Sam y hacer lo que podáis, en cuanto abramos camino mandaré un Gecko para evacuarlos.

Y luego volvió al metódico trabajo de matar bichos, uno tras otro.

De pronto, el Sargento Miller llega con algo que puedo utilizar para cubrir a Rivas y evitar que muera. Agradezco al oficial y utilizo la manta compacta para cubrir al herido concentrándome en las zonas heridas que es donde el traje ha perdido su sellado, sobre todo en la zona del brazo perdido.

Miro a mi alrededor para encontrar el vehículo más cercano al cual trasladarle. Hago señas a él para que se acerque. Rivas no está en condiciones de moverlo por lo que debemos depositarlo sobre uno moviéndolo lo menos posible.

"Si tan solo tuviera una jodida camilla..."

Permanezco a su lado, asegurándome de que no reciba más frío y cuidando que no sea tampoco foco de fuego aliado por parte de alguien que no le vea bien.

- Si, Stukov, es un puto milagro para los que seguimos respirando en este ateroide... - contestó el sargento mientras avanzaba en aquella seguidilla interminable de muerte. El aviso de que encontraron a Rivas y Rumsfeld vivos era el pequeño milagro del día, ambos se habían hundido en una marea de arácnidos... era sin dudas algo que contar, si volvían.

- Buena idea zapador - respondió casi como queriendo sonreir, utilizando el tono que tenía el viejo Frost, el soldado raso. Ya llegaba ayuda por varios flancos para mantener la temperatura del fusilero, ahora tendría que aguantar hasta que llegase el rescate y pudiesen hospitalizarlo. La mayoría no lo lograban, y esa era una verdad muy cruda que no se le cuenta a los infantes novatos.
- Espero verte arriba, Antonio - por un momento sus ojos se fijaron en el cuerpo marchito de su subordinado, ahora cubierto de mantas de supervivencia.
Apartó la mirada, no deseaba quedarse enganchado en esos pensamientos, todavía quedaba mucho que hacer.

- Gatling, el único que se encargará del fusilero Rivas es Tarcus, el resto debemos seguir usando lo que tenemos para limpiar esta colina de enemigos - si, el sargento había vuelto, aunque ahora ya llevaba la voz más arrastrada. Aún con el ánimo en alto, era obvio que estaba hastiado de todo aquello.

- Siganme, hay que alejarse de los túneles. Usen el estandarte como referencia y sigan formando un semicírculo - otra vez, otro cuerpo enorme, inherte y letal...

- ¿me estará mirando? ¿percibirá como su muerte se acerca implacable mientras el está inmóvil y vulnerable? -

- Qué mierda... - otro escopetazo hizo estallar aquella carcasa, esparciendo sus contenidos entre escarcha, cenizas y barro putrefacto.

- Miller - comentó por el canal de radio de los mandos - Aún hay varios misiles disponibles en los drones, quedan a discreción de sumar fuego para hundir lo túneles - Jhonny avanzó por la aguanieve de color carbón y cambió el cargador de su escopeta automática. Algo le gustaba de ese chasquido, le daba una sensación similar a la primera pitada de un cigarro luego de la misión, o de hacer volar una tapa de cerveza en el bar de las barracas.

- García, los misiles que hemos reservado en los drones tienen prioridad para utilizarse en los túneles, como ayuda a los geckos que dispararán allí -

Mia avanzaba despacio, asegurándose de no dejar ningún arácnido con vida y de recoger las chapas identificativas de los compañeros caídos. Era una labor deprimente, demasiada muerte a su alrededor, pero era lo que tocaba hacer. Un paseo, Mia, un paseo... suficiente gloria por hoy... mejor honrar a los caídos y acabar cuanto antes con esta pesadilla... Sumida en estos pensamientos la Soldado de Primera iba ejecutando enemigos. Tantos que, en cuanto se gastó el cargador de su Morita secundaria, decidió cambiarla por su pistola y devolver el rifle al campo de batalla, lugar de donde lo había tomado. Lo que fácil viene fácil se va... un peso menos encima...

Mia celebró con prudencia, como el resto de sus compañeros, las buenas noticias que recibieron al poco de iniciar su marcha: Haggar y Rivas habían sobrevivido. Me alegro... pero espero que los bichos no despierten antes de tiempo y nos rodeen aquí arriba de nuevo.

- Haggar, enhorabuena. Las órdenes son claras: ejecutar a los arácnidos, buscar heridos y recoger las chapas identificativas de... ya sabes. Bienvenido de nuevo al escuadrón. - Esto lo que Mia dijo a Haggar al pasar a su lado. Después prosiguió en silencio su tarea, abstraída en quién sabe qué para no pensar en lo terrible de la situación y el dolor de sus heridas.

Armadura, anular sistema de climatización del traje. Situar temperatura en 35 grados centigrados. Consumir exceso de bateria de ser necesario. Ejecutar.

Mia escuhó por radio el plan de Stukov para salvar la vida de Rivas, y asintió con la cabeza celebrando tan buena idea. - Excelente idea Stukov. Espero que eso le de a Tarcus el tiempo que necesite para atenderle. Si necesitas ayuda con la programación del traje, dímelo.

La pistola, más ligera y certera a distancia quemarropa, consumía cargadores más rápido. Mia pasó a fijarse desde ese momento en el suelo, en busca de munición. No quiero usar el rifle... quiero disponer del mayor número de balas posible por si toca huir de nuevo.

García, los misiles que hemos reservado en los drones tienen prioridad para utilizarse en los túneles, como ayuda a los geckos que dispararán allí

- Recibido, sargento. Cuente con ellos cuando los precise.

Toda vida se acaba en algún momento y en un paraje helado como el de Galdonia eso es algo que puede suceder a cada instante. Si bien la ayuda ya había llegado, la sangre derramada por Rivas hacía que los esfuerzos de sus compañeros por mantenerlo con calor y con vida no tuvieran un éxito asegurado.