Partida Rol por web

Ahora ya sabes por qué mis antepasados se fueron con viento fresco, comentó Alear, aún bastante mosqueada.

Comenzais a internaros por el bosque. El viento se hace cada vez más fuerte y la lluvia empieza a afectar a vuestra visibilidad. Rayos y truenos golpean a vuestro alrededor.

Completamente empapado por la lluvia, Hadarai avanza más preocupado por evitar los peligrosos rayos que de observar lo que acontece a su alrededor.

Aelar (que va en avanzadilla unos pasos por delante como es su costumbre), se para unos instantes, levanta la mano derecha con el puño cerrado para pedir silencio y que el grupo se detenga, y se concentra visiblemente, llegando incluso a entrecerrar los ojos, pero al final parece que ha percibido algo.

A Boran le gustaban los rayos, le gustaba como de repente congelaban el mundo en un instante luminoso. Aunque odiaba aquel reino, no podía sino abrir los ojos para disfrutar del espectáculo.

Varis continuaba abriendose paso entre la maleza con su espada unos pasos por detrás de Aelar, a la que no parecía molestarle la densidad de las plantas para avanzar. Tan concentrado estaba en la tarea, y preocupado por los rayos, que ni se molesta en mirar más allá de las ramas que no para de cortar. Esto es lo más sensato que he hecho en mucho tiempo, adentrarme en el corazón de una tormenta forrado completamente de metal... casi es mejor que cuando me tiré al fondo del lago con la armadura puesta.

Cerrando el grupo y en silencio Sureya apenas percibe en un instante el gesto de Aelar. De inmediato se pone en guardia y mira a su alrededor...

Veis a un enano u un gnomo en los árboles vistiendo un gorro que es a veces rojo y a veces negro. Crea rayos con sus manos. Se encuentra subido a un árbol y parece listo para atacaros.

El estruendo y la lluvia no os permite ver el peligro que se cierne sobre vosotros.

Aelar, que estaba mirando a otra parte, tarda en reaccionar al ver a la criatura feérica.

Ese debe ser el Nain Rouge, musita.

- Cuidado, en los árboles. Hadarai, detrás de mi.

Sureya se colocan delante del mago en actitud protectora... espero que no reseque mucho mi húmeda piel con uno de esos rayos. 

El extraño enano dice Os voy a freir forasteros, me encanta el olor a carne quemada.

- Mierda, otro más...

 Aelar, todo y estar como embobada mirando al extraño ser, acierta a decir: dispersaos, no le ofrezcamos un blanco fácil, mientras saca un par de flechas y prepara el arco.

Sureya aprovecha el momento de anticipación sobre todos los demás para bendecirlos con la esencia sagrada de su dios... 

Varis prefiere aguardar para ver como reacciona el enano. Sureya bendice a sus compañeros. Mientras tanto Nain Rouge invoca un rayo que golpea con fueza a Sureya.