Partida Rol por web

-Sí, mejor buscamos el rastro río arriba--asiente Hadarai pensativo--Como bien apunta Varis, puede que la corriente, además de desorientarnos, haya terminado por arrastrarnos unos cientos de metros desde el portal en sí.

- Creo que sseguir el río contra-corriente es lo más ssenssato.

Comenzáis a avanzar siguiendo la orilla del rio, el terreno se va volviendo cada vez más pantanoso según avanzáis, es una sensación extraña, la cosa ha sido de repente, de forma brusca. Está claro que ya no estáis en casa. A vuestra derecha el río se llena de nenúfares de todos los tamaños. Tras un rato caminando escucháis un croar tan ruidoso que podría ser la voz del mismísimo padre de las ranas

En medio del grupo, el arcanista camina descuidado mientras disfruta del encuentro con las peculiaridades de su antiguo mundo como si fueran realmente nuevas para él. Sin embargo, el poderoso reclamo que ahora les traladra los oídos vuelve a recordarle el verdadero motivo de su excursión a las tierras Salvajes de las hadas.

-¡Por todos los dioses! ¿Puede saberse qué diantres es eso?--se queja más que pregunta Hadarai ante el estruendoso sonido que viene del río.

No lo se, pero tratandose de este extraño y salvaje mundo tuyo, no me extrañaría que ahora nos atacase una especie de rana-perro gigante... contesta Varis medio en serio medio en broma, pero agarrando con más firmeza su espada desenvainada y poniendo atención en todo cuanto le rodea, por si distingue el origen de los ruidos.

Sureya también intenta saber algo más del origen del ruido y de otros que pueda haber por la zona y que queden enmascarados por ese... 

Boran sabe que otros tienen más capacidad que él para discernir sonidos lejanos, los dioses no lo dotaron con un buen oído, pese a lo cual, también él intenta identificar la fuente.

Llegáis a ver dos enromes ranas con sillas de montar y dos trasgos subidos a sus lomos. Parece que hace rato que os venían vigilando.
Parece que viene un poco de diversión de los reinos de los mortales. Mi rana necesita comer algo ríe con voz chillona.
¿Como osáis entrar en los reinos de las hadas? Dice el otro.

- Venimos a negociar con el Rey del Río -explicó Boran de forma no muy convincente.

-¡Puff! Más engreídos--susurra Hadarai al grupo en general mientras se apoya cansinamente sobre su largo bastón y aguarda a que alguien se encargue de la diplomacia--Al menos parece que elegimos bien nuestro camino al remontar el río.

Aelar bufa al ver a los dos trasgos, y los más cercanos a ella alcanzan a ver un brillo asesino en su mirada.

Cuando uno de ellos alardea, se dirige al otro, muy seria y con voz helada: Dile a tu compañero que si su rana (y él, de paso) quieren una indigestión de acero la van a tener. Pero tienen suerte de que venimos a ver al Rey del Río. Así que, por favor, tengamos la fiesta en paz.

Su altísima alteza no nos recibe ni a nosotros, ¿y esperáis que reciba a unos forasteros? Debéis de ser los mortales a los que perdonó la vida Sir Oberest la semana pasada. Muy fanfarrones pero como poca sesera. dice muy redicho uno de los trasgos

- Esos mismos, quizás Sir Oberest sí nos reciba...

Vaya, yo no recuerdo así el encuentro con sir Oberest. Creo recordar que fue él quien se fue con el rabo entre las piernas...

-¿La semana pasada? ¿Cómo que la semana pasada?--se pregunta Hadarai en voz alta--Pero si esa trifulca ha tenido lugar hoy mismo...

A sabiendas de que el tiempo sufre alteraciones entre uno y otro mundo, el arcanista comienza a comprender que igual va a ser harto complicado que el condestable siga manteniendo con vida al molinero para la vuelta de tan alocado viaje.

No me lo creo, ¡si ni siquiera sabéis en que día vivís! Muy gustoso ser Oberest os daría una paliza de nuevo. Fue por el camino hacia el Festival de la Reina del Abedul. Pero no tendrá el honor porque mi sapo os comerá antes. fanfarronea el trasgo.

- Si tu sapo nos come antes, el que os daría una paliza sería Sir Oberest por haberle negado el mensaje que hemos venido a entregarle. En cuanto al tiempo... seguro que eres tan docto como para saber que el tiempo trascurre de forma diferente entre nuestros reinos.

Aelar mira al trasgo con una expresión de odio tal, que parece que fuera a abalanzarse sobre él de un momento a otro. Sus manos tiemblan, unas gotas de sudor perlan su frente, y tiene los ojos inyectados en sangre.

Sin embargo, respira hondo un par de veces y consigue poner sus emociones bajo control con un esfuerzo supremo. Se dirige a Sureya entre dientes y le dice: Agárrame fuerte, o a ese bocazas lo trincho aquí y ahora.

Varis se ha mantenido callado durante el encuentro, pues parecía que podrían salir de él bien parados, pero al ver como los ánimos se tensan, decide dar un paso adelante y tratar de parlamentar, aunque no confíe mucho en que sirva de algo. De hecho él mismo con gusto se habría lanzado ya sobre esos trasgos si no fuese porque su misión es de paz y no de guerra, funcionando ahora como embajadores improvisados del mundo natural, por lo que la violencia debería ser la última opción, y si recurrían a ella... al menos no deberían dejar pruebas.

Venimos en son de paz como embajadores del pueblo de Riverbend para entregar un mensaje de vital importancia a vuestro Rey. Este mensaje podría aclarar el malentendido que ahora mismo ha puesto en peligro la paz entre nuestros mundos y evitar con ello la sangrienta e innecesaria guerra que se avecina, en la que estoy seguro de que ambos bandos tendrían mucho que perder... Si nos impedís entregar el mensaje al Rey o a un miembro de su corte como Sir Oberest, al que ya tenemos el placer de conocer, como bien decís, solo traeréis mal para todos y probablemente seréis castigados por vuestra osadía, si no por nosotros, sí por vuestro orgulloso líder, al ponerlo en evidencia y mancillar su honor haciendo daño como siervos suyos que sois a un embajador extranjero, rompiendo todos los protocolos y comportándoos como villanos rastreros en su nombre.

Yo también tengo un mensaje para vosotros. Mi sapo tiene mucha hambre, así que no puedo hacerle esperar más dice con voz chillona mientras azuza a su montura.