Partida Rol por web

Aquella lluviosa tarde no era la mas idónea para darse un paseo por el barrio de Madrona. Las calmadas aguas del lago Washington bordeaban el parque y parecían negras con el reflejo del cielo encapotado.

Alrededor la ciudad se alzaba con sombras gigantescas que arañaban el cielo y se perdian entre la bruma que había siempre en el cielo de Seattle. Incluso en los días más claros era dificil ver las cimas de los rascacielos.

Dejó de caer la incipiente lluvia justo cuando os encontrasteis en aquel mirador. A vuestros piés se extendía el bosque que otrora fuera un lugar de picnic familiar. En esos momentos solo era el refujio de algunos yonkis y el terreno de las mafias que gobernaban el trafico de carne. Por las paredes habían pintados simbolos del policlub humanis. Los racistas que odiaban a los metahumanos. En aquel lugar no había muchos metahumanos. Almenos no os habíais cruzado con ninguno en vuestro camino hasta el mirador.

Os parasteis frente a frente y, de nuevo, una fina llovizna empezó a caer.

Jimmy había llegado al parque Madrona lo más rápido que había podido. Le dolían los pies de tanto trasbordo de metro y tanta carrera para alcanzar al autobús que arrancaba, dejándole atrás. Los pulmones le iban a estallar. No estaban acostumbrados a tener que llevar tanto oxígeno al resto del cuerpo, ni estaban acostumbrados a hacerlo sin mezclarlo con un poco de nicotina y alquitrán. Jimmy no paraba de frotarse las manos, nervioso, y algo de sudor frío había empezado a empaparle la espalda. Quizá fuera el mono, o quizá fuera la excitación de volver a trabajar después de tanto tiempo.

De cuando en cuando, Jimmy cerraba los ojos y miraba el mundo con la Visión. En esos breves instantes, todo se volvía un espectáculo de luces y agujeros negros. Luces donde había vida, agujeros negros donde había artificio. Mirar alternativamente al mundo real y al espacio astral era una costumbre para él. Cuanta más información tuviera acerca de lo que le rodeaba, más probabilidades de divertirse aparecían. El parque Madrona era un oasis de luces incrustado entre tanto acero y cemento negros. Aquí y allá veía las siluetas más o menos brillantes de la gente que poblaba el parque. Enfermos, desesperados, cachondos, aburridos... había suficiente para llenar un catálogo de escoria humana.

En el mundo real, Jimmy divisó una figura apoyada en la barandilla del mirador. Estaba de espaldas, contemplando el atardecer reflejado en el lago Washington. Era una mujer. No parecía darse cuenta del peligro de que un yonki la sorprendiera por la espalda. O no le importaba.

Esa debe ser la que me va a ofrecer el trabajo, pensó Jimmy. O es muy estúpida, o muy valiente, si se ha atrevido a venir sola.

Jimmy empezó a recorrer el sendero que iba hacia el mirador y, como siempre, cerró los ojos y volvió a observar el espacio astral. Lo que vio le dejó sin aliento un instante. Conocía aquella aura. La había visto cientos de veces. Había cambiado, eso sí. Estaba salpicada de manchas de negrura. El corazón de Jimmy se aceleró. A cada paso que le acercaba a aquella chica, aumentaban las revoluciones.

- ¿Laura? ¿Qué... -Jimmy dudó entre darle un abrazo o agarrarla del brazo para sacarla de allí-...qué demonios haces aquí?

La lluvia había logrado que la tarea matinal fuera mas tediosa de lo esperado. Aun así se forzo a hacerla, no tenía mas remedio, era eso o toparse que estaba perdida.

Llegado el momento, se acerco al mirador, llego con tiempo, le gustaba anticiparse, era una manera de ver quien llegaba, de controlar quien la observaba y de adivinar quien trataría de acorralarla. Su vida no había sido un jardin de rosas y aprendió a desconfiar de todo el mundo. Bueno, tal vez no de todos.

Gracias a la lluvia, el parque estaba practicamente vacio. Primero paso un hombre mayor paseando bajo un paragüas, era una persona demasiada achacosa para representar un problema y pasó sin mediar palabra solo acompañado por una tos que no presagiaba nada bueno. Un poco mas tarde una pareja joven se pararon en el mirador, cubriendose de la lluvia debajo de un arbol. Él chico comenzo a besar a la joven y ella le siguio el juego. Pero pronto aquella muchacha se percato de la presencia de Laura que los miraba fijamente y se alejaron - No creo que fueran ellos, pero mejor que no esten aquí, cuando sea la hora-

Continuo su espera y para aprovechar el tiempo, repaso por donde tenía que escapar - salgo del parque por la zona sur, desde allí directa a la segunda esquina, cruzo el bazar y me escabullo por el metro, quizas esta todo un poco lejos - pensaba mientras palpaba su arma y echaba un nuevo vistazo alrededor, había dejado de llover, pero no se había dado cuenta. - la segunda... quizas seria mejor entrar por la primera y despues hacer zig zag para o atajar por el puticlub, no eso no es buena idea, serian capaces de retenerme por si pillan cacho, no mejor todo recto o si disparan en... ¿¡eh!? - Laura se dio la vuelta y se topo con un... ¿vagabuno?

- ¿Laura? - dijo el y ella le respondió sacando el arma y apuntandole a la cara.

- ¿Quien eres? - le dijo con un evidente sobresalto.

- ¿Laura? ¿Qué... - ¿de que me conoce? - qué demonios haces aquí?

Laura se quedo muda sin saber que responder. La lluvia volvió a caer.

-¡Ey, ey, ey! -dijo Jimmy, levantando las manos y girando la cara cuando vio el cañón-. Cuidado con eso, que me gusta tener los sesos donde los tengo. Están ahí, calentitos, resguardados del frío, sequitos. Ya sabes, llevan ahí toda la vida y les gusta el interior de mi cráneo. Están como en casa. El lóbulo parietal derecho hasta lleva puestas las pantuflas. ¡El izquierdo se acaba de tirar un pedo! ¿Podrías bajar esa cosa, por favor? -Jimmy intentó sonreír, pero le salió una mueca forzada, como si estuviera cagando-. Soy yo, Orson. El bueno de Orson. Tu amigo y vecino Orson. El Orson de Maya. El Orson al que, sin duda, no quieres reventar la cabeza, ¿verdad?

¿Estoy tan hecho mierda que no me reconoce? Pensó Jimmy. ¿O está tan jodida que no me reconoce?

-¿Orson? ¿Eres tu? - se quedo escudriñando su rostro olvidando el arma, el cual volaba de arriba a abajo en su mano como si de baston cualquiera se tratara - Te daba por muerto - continuo diciendo, a la vez que se contenía de saltar a darle un abrazo - aunque por lo que veo... casi, lo estas. Tio, estas echo un asco - y con el arma aun en la mano, el instinto venció a la razón y le abrazo con fuerza sin escuchar todo aquello que decia. En su mente, solo volaban las bromas de Orson y la bondad de Maya ¿que seria de ella?¿volveria a verla? en un segundo toda su coraza se habia caido en pedazos, toda la fortaleza que solia mostrar se habia desvanecido, toda la frialdad de la que presumia se habia convertido en amor. Amor hacia unos amigos, sus unicos amigos, a los que volvia a encontrar

 - Dime ¿Como esta Maya? - en estos momentos Laura volvia a ser aquella niña y en su mente no cabia la posibilidad de que ellos ya no estuvieran juntos y tampoco la posibilidad de guardar el arma que aun blandia como si de un yoyo se tratase.

Jimmy seguía con la mirada todos los movimientos del arma, como un perro mira a una mosca que quiere tragarse. Arriba, abajo, a un lado, al otro... se estremecía cada vez que el cañón de aquella pistola recorría el espacio que él ocupaba. Cuando Laura le abrazó, Jimmy dio un respingo y, con los ojos muy abiertos y un sudor frío recorriéndole la espalda, se puso rígido. Por alguna razón, la imagen de una bala escapándose accidentalmente de aquel trozo de metal y alojándose entre la segunda y la tercera de sus vértebras costales se adueñó de sus pensamientos.

Cuando Laura aflojó el abrazo y le preguntó por Maya, Jimmy dio un paso a un lado, intentando apartarse de la línea de tiro. Y una sombra muy oscura le tiñó la mirada.

-Oh, Maya está... ya sabes, con sus bichos. No sé.

Y se quedó callado. Despacio, se abrochó el único botón que le quedaba la chaqueta y, en un esfuerzo inútil, tiró de los bordes para quitarle las arrugas.

- Tu siempre estas encantador - le dijo Laura al ver como se arreglaba la chaqueta - o tan encantador como puedes ser - continuo diciendo en tono burlon. En ese momento se percato de que tenia el arma desenfundada y la guardo sin decir nada.

- y dime ¿Que haces aqui? no seras tu a quien ando buscando. Me alegra mucho de verte y quiero que me cuentes todo lo que has hecho en este tiempo, bueno tu y... ¿tu solo? - su mirada cuando nombro a Maya, no le resulto muy alegre.

- Orson, me alegra mucho verte y no quiero perderte otra vez de vista, pero en estos momentos - su expresion cambio a un tono mas serio - no es el momento de las reconciliaciones, estoy esperando a un cliente, un posible trabajo y no creo que sea buena idea que estemos los dos aqui. ¿nos vemos luego?

Jimmy parpadeó tres veces. Muy despacio. Sus párpados querían ser un limpiaparabrisas, pero no consiguieron eliminar la idea que apareció en su mente. Lo de la pistola cobró sentido.

-¿Cliente? -¡Joder!, pensó Jimmy-... Es... -¿Tú?-... curioso... -¡Eres una niña!-... que digas eso. Yo también estoy... -Jimmy se interrumpió, cruzó los brazos, bajó la cabeza como un toro bravo y dijo-: ¡tú deberías estar en el colegio haciéndote coletas y escribiendo el nombre de ese chico tan guapo dentro de corazones!

Jimmy cerró los ojos un momento, como si estuviera indignado, pero en realidad estaba echando un vistazo más minucioso a esos trozos de negrura que manchaban el aura de Laura.

EL reencuentro fué emotivo apesar de la molesta llovizna que regaba el parque.

Des del fondo de la avenida apareció una limusina que se acercaba. Un único vehículo que una calle vacía en que sus luces se reflejaban en el pavimento mojado. Parecía negro, aunque bajo ese cielo todas las cosas tomaban una tonalidad oscura y las sombras se ensanchaban ganando terreno.

El coche, largo, parecía una cucaracha al verlo acercarse. Se paró justo en el acceso que teníais al lado. Reconocisteis un lujoso Mitsubishi Nightsk. Un modelo algo suntuoso para aquel lugar.

Al cabo de unos instantes se abrió la puerta del conductor y salió un hombre también vestido de negro elegante, humano. Un tipo alto. Se acercó unos metros bajo la lluvia y abrió la puerta de pasajeros. Con un movimiento de mano os indicó que os acercarais.

- ¡Ey! - protesto dandole un golpe con el puño en el hombro, sin poder evitar reirse por su comentario - ya no soy la ingenua y torpe chica que conocias, ahora soy temida - le dijo alzando la cabeza con chuleria. Laura era fria, distante y desconfiada de todo el mundo, pero Orlon... habia logrado con una sola mirada hacerle recordar aquellos tiempos que parecian tan, tan lejanos...

Llego un coche, nos indico que subieramos. Mucha gracia no me hacia, dentro del coche estaria acorralada, pero sabia que este trabajo tenia sus riesgos. Di un paso adelante y me acerque al coche para entrar en el. Ignore a Orlon, no era el momento de recordar viejas amistades.

De un salto, Jimmy se puso entre el coche y Laura, deteniendo a la elfa. Mirándola a los ojos, le dijo:

- No soy quién para decirte cómo vivir tu vida. No sé hasta dónde has llegado desde la última vez que nos vimos pero... por favor, déjalo. Vete a casa. Matricúlate en la universidad. Vive una vida normal. Por favor.

Laura ni se inmutó.

-Está bien -continuó Jimmy, resignado-. Si quieres hacer esto, hazlo, pero déjame hablar a mí -Jimmy se puso serio, casi solemne-. Ahorra munición, elige a tus enemigos y nunca, bajo ninguna circunstancia, pactes con un dragón. Y llámame Jimmy. Jimmy Hú. Orson Six ya no existe.

Sin más, se dio la vuelta y siguió caminando hacia el coche, poniendo cuidado de interponerse entre éste y Laura. Al llegar junto a la puerta, se agachó y miró dentro, con su eterna sonrisa profesional.

Al acercaros, el que parecía el chófer vestido de negro, se quedó justo a vuestro lado en siléncio. Os asomais y veis a un anciano oriental de unos 80 años. El tipo os sonríe al veros.

El interior del vehículo era ámplio y lujoso. Amoquetado, tapicería de cuero blanco... Muy retro, pero con mucho lujo. Entrais y tomais asiento uno al lado de otro en un sillón alargado y justo enfrente del hombre. El chófer cierra la puerta y al cabo de unos instantes, el coche empieza a moverse.

-Gracias por acudir.- Dice en lo quie parecía una formalidad fría. -Bueno. Esto no nos compromete, solo vamos a hablar de un caso hipotético. ¿Que hay de malo en hablar un rato?.- Pregunta con una mueca que podría ser una sonrisa sarcástica. El tipo hablaba con marcado acento oriental.

-Me han pedido que os pregunte por vuestros trabajos anteriores.- Comenta en tono socarrón. -Este caso hipotético requeriría de un profesional limpio y con los escrúpulos justos.- Sigue el anciano sin borrar esa sonrisa irónica de su rostro. -¿Son ustedes los indicados? Hay mucho dinero en juego...- Al soltar las últimas palabras borró la expresión ironica y masculló con sarcasmo. Estaba claro que no se fiaba de vosotros.

Afuera, en la calle, seguía lloviendo.

Escrúpulos, dinero... el corazón de Jimmy se aceleró al escuchar esas dos palabras. ¿Por qué tenían que ser siempre dos conceptos incompatibles? Entonces recordó la magnífica vista que tenía desde la ventana de la pensión de mala muerte donde vivía y recordó también la frase preferida de Zorro: "búscate la vida". Le bastó eso para tomar la decisión. Una nueva huida hacia adelante.

Escuchó las palabras del anciano y creyó reconocer el acento*. Había muchos chinos en el barrio donde se había criado. Jimmy puso su sonrisa más profesional -es decir, una leve sonrisa con la boca y una mirada decidida con los ojos- y dijo, en chino:

- [Le presentamos nuestros respetos, señor] -bajó la cabeza y cerró los ojos, en señal de respeto-. [Mi nombre es Jimmy Zorro y mi posición me impide hablarle de mis trabajos anteriores, ya que hacerlo pondría en peligro mi vida por culpa de un malentendido con un enemigo común mío y suyo. No le ofenderé contándole una mentira, pero puedo asegurarle que mi asociada y yo estamos preparados para cualquier trabajo que tenga a bien encomendarnos. Comprometo mi propio honor y, si es su voluntad, mi propia vida en mantener esta afirmación.]

Joder, pensó Jimmy, ¿dónde nos hemos metido? Los chinos no suelen contratar a gente de fuera para solucionar sus asuntos, a menos que pretendan prescindir de sus herramientas. Joder, ya voy entendiendo lo que quería decir esa puñetera rata con lo de "alguien como tú".

El hombre asintió ante las palabras del shamán. Y acto seguido desvió de reojo la mirada hacia Laura.

-Ella es muy joven...- Comentó con el ceño fruncido. -...quizá aquella niña se equivocó de persona...-

Orson habia hablado muy bien y Laura no vio necesidad de reafirmar lo que el decia. Lo que si que le había cabreado un poco es que hablara por los dos - ¿desde cuando eran socios?

El anciano hablo y no parecía conforme con la eleccion de Igrith. En ese momento supo que debía de hacer su presentación.

No sería tan formal ni con tanta reverencía como la de su "socio" pero tampoco resultaría insultante ni irrespetuosa. No tanto porque fuera de las triadas chinas, si no porque era un cliente.

 - Anciano - no se dió cuenta, pero inclino la cabeza ligeramente - cada edad tiene su virtud, usted goza de la sabiduría. Yo de la agilidad. No crea que esa "niña" - dijo niña con un tono marcado. Igrith tenía de niña, su cara bonita y su cuerpo juvenil, poco mas - me eligio porque nos encontramos en la calle. Soy joven, si, pero no novata. Soy sin duda la persona que busca, siempre que este dispuesto a pagar lo que corresponda -  En esta frase se noto la notable ambicíon de Laura.

Dicho esto calló y mirandolo fijamente a esas fisuras llenas de arrugas donde se suponia que tenía los ojos espere una contestación.

Jimmy asistió al discurso de Laura serio, asintiendo de vez en cuando y mirando alternativamente a la chica y al chino. Cuando acabó, levantó una ceja, se recostó en el asiento y sonrió entre nervioso y esperanzado.

¡Esta chica se ha tragado a Laura!, pensó.