Partida Rol por web

Yurev abandonó la Compañía Gitana, que durante meses había sido su familia. De nuevo el Ravno dejaba atrás una vida y unas gentes para empezar otra. Guiados por Alana, los Vástagos atravesaron el convulso territorio mogol. Cada paso que daban les alejaba más de su conocido mundo latino, adentrándose en una tierra de misterio, lujo, pobreza y exotismo. Evitando los caminos principales y con ellos los indeseados encuentros con Assamitas y Setitas, los Vampiros llegaron al gran Sultanato de Delhi.

Habían sido semanas de camino dificultoso, penoso y en cierto modo curioso. Nunca se había visto en semejante tesitura, compartiendo camino con una persona completa ajena a sí misma y cuanto la rodeaba y adentrándose en fronteras en las que había pensado muchas noches.

-¿Has estado ya antes aquí? -le preguntó la primera noche que caminaba dentro del sultanato de Delhi.

-Hemos estado recientemente. De otro modo no podríamos guiarte a tu destino, ni advertirte de lo diferente que este mundo al Occidente que has morado hasta ahora... Pero dinos, Yurev. ¿Qués esperas tú de estas tierras?

Lee el off-topic

-No espero nada, la verdad, o no mucho. Siempre he sido así, y ahora creo seguir acertando, pues de ti no recibo más que enigmas. No sé nada, no aprendo nada...No puedo esperar gran cosa. ¿Dime, quién eres tú?

-Tan sólo somos unas enviadas. Una pieza más como tú. Pero no nos corresponde a nostras darte las respuestas. Eso es trabajo del profeta. Nos reuiniremos con él enseguida. Pero antes. ¿Cómo de formal eres? ¿Acostumbras a rendir pleitesia al Antiguo de cada villa?

Yurev soltó una carcajada.

-Como sé lo que los antiguos y gajes tienen reservado para mí tan sólo honro el respeto y la confianza que se me demuestren. Presentaos vosotras a los Antiguos si queréis. Llevame donde haya que ir y luego haz como veas. "Yo trataré que no me encuentre quien no quiera que me encuentre".

-Nada de formalidades, entonces -sonrió la Vampira-. Mucho mejor.

Casi sin anunciarlo, Alana se puso a correr por las calles de Delhi pretendiendo que el Ravnos la siguiera. La ciudad dormía como lo hacían sus habitantes,  arropados por el exótico lujo oriental que hundía sus raíces para alimentarse de los barrios más pobres. La noche olía a jazmín y a especias y, en cierta forma, a agónica nostalgia. Los Vástagos anduvieron hasta un callejón más allá del río. Al fondo había una puerta de madera bastante destartalada. Alana la cruzó sin pensarlo y llegaron a una estancia apenas iluminada por un lánguido candelabro, con una mesa redonda y cuatro sillas situadas en el centro.

-Puedes salir -habló Alana a la penumbra-. Es él

Entonces, como por arte de magia, se manifestó en una de las cuatro sillas, un Vampiro de cabello dorado y facciones finas y pálidas.

-Al fin.

Yurev miró con atención al vástago recién aparecido para un instante después recorrer la estancia en un rápido vistazo. En sus años de existencia se había enfrentado a todo tipo de desafíos, pero nunca sería tan estúpido como para no localizar siempre una salida.

-Buenas noches... señor -saludó fingiendo algo de duda que alimentara la seguridad de sus dos anfitriones-. Teniendo en cuenta mi largo viaje, quizás podríais decirme vuestro nombre. Como veis no soy muy exigente.

-Por supuesto -le dijo el Vampiro entrelezando las manos-. Mi nombre es Anatole.

Yurrv arqueó sorprendido las cejas; no estaba acostumbrado en el mundo de los vástagos a pedir y que se le diera. Sobre todo le sorprendió la franqueza de aquel hombre, que no tenía reparo alguno en dar su nombre a desconocidos. ¿Sabía quién era él o no tenía nada que temer?

-Mi nombre es Yurev. ¿Qué queréis de mí?

-Se ha profetizado que debíais estar en esta tierra, en este momento, para auxiliar a los vuestros -dijo con mirada extasiada-. Alana y yo tan sólo lo hemos hecho posible.

-¿Profetizado? -tuvo que contener una sonrisa; su primera reacción ante aquel tipo de cosas siempre era el escepticismo. Sin embargo, algo dentro de él, recuerdos de un niño que esuchaba historias en una caravana, que oraba ante la cruz y miraba con reverencia a los iconos, le empujaban siempre al respeto y la prudencia-. ¿Qué profecías? ¿Quién las ha formulado? ¿Y por qué vosotros dos habéis tenido que facilitar nada? ¿Quiénes sois?

-Esas son muchas preguntas. Somos dos Vástagos que viven lejos de los palacios pero cuya misión ensombrecería la ambiciones de cualquier Príncipe. Igual que tú. Y yo lo he profetizado. Kupala está aquí y los hijos de Ravanna van a necesitar tu ayuda contra él.