Partida Rol por web

La Larga Búsqueda: In Vitae Veritas

Roma Nocturna

Cargando editor
10/03/2014, 17:12
El Narrador

 

La balandra llegó al puerto de Civitavecchia al caer la media noche. Casi con tristeza, el barco acariciaba la superficie del Tirreno en la maniobra de atraque mientras toda su tripulación permanecía en silencio. Habían sido muchas jornadas de viaje. Habían compartido secretos y confidencias, pero aún así eran tantos lo agujeros en sus memorias que una plomiza pesadumbre había llegado a impregnar el ambiente.

Según sus cálculos, Thomas les llevaba entre dos y cuatro noches de ventaja, y aún distaban un trecho desde la costa hasta la propia Roma.

Un adormilado mozo les ayudó en el amarre y mirándolos extrañados como si contemplara una ensoñación, casi se le pasa por el alto el precio del amarre.

-Será medio ducado al día, Signore. O su equivalente -advirtió a Francesco en su lengua materna...

Cargando editor
13/03/2014, 10:49
Håkan den Svarta

Al fin de vuelta a su Italia natal y en pocos días a la ciudad que daba nombre a su familia. O al menos a lo que una vez fue su familia. Conforme arribaban a puerto, se recordó a sí mismo que ya no era Francesco Romani, y que tal nombre sería proscrito de ser usado de nuevo. Si quería sobrevivir, su transformación debía estar encaminada a recordar este hecho y a olvidar, poco a poco, que una vez fue un noble milanés de buena raza que perdió su camino debido a su naturaleza fogosa. 

Aunque contempló el puerto con una sonrisa y un deje de nostalgia, bajó la vista poco a poco, muy consciente de cuales eran sus circunstancias ahora. Al menos, se dijo a sí mismo, sigo vivo y entero. Casi ningún otro Salubri ha corrido la misma suerte. Debería mostrarme satisfecho con mi suerte. No obstante, y aunque así era en gran parte, sintió con inquietud que había olvidado algunos detalles de su rostro. Aquel que había visto tantas veces en el reflejo del agua y los espejos. Por supuesto aquella imagen seguía en su cabeza, pero dudaba si había tenido un lunar en esta o la otra mejilla. ¿Acaso no era un lunar? 

¿Cuánto tiempo tardaría en olvidar por completo lo que una vez fue su rostro? 

Aquellos pesarosos pensamientos fueron detenidos por el mozo del puerto. Su hermoso idioma natal le reconfortó, pero recordó que no disponía de dinero alguno. Sonrió al muchacho y se giró hacia su amiga. 

-No tengo dinero alguno, Rosalía. ¿Puedes cubrir los gastos de amarre o entregamos la balandra en prenda?

Evitó decir el nombre con el que había bautizado a la embarcación. 'La Gauta'. Porque Astrid mantenía ese mismo apodo, y estaba convencido de que la acidez de la castellana saltaría pronta ante un comentario como aquel. ¿Entregamos 'La Gauta' en prenda? No habría dejado pasar semejante oportunidad. 

Cargando editor
14/03/2014, 10:28
Rosalía Caeiro

Rosalía puso pie en tierra con una mezcla de nostalgia, emoción y temor. Aquél era un puerto como cualquier otro, pero Roma estaba ya tan cerca... Casi podía sentir su grandiosa y decadente presencia, la desordenada amplitud de sus calles, la sobrecogedora imagen de sus ruinas asomando entre huertas y solares...

Ensimismada en sus pensamientos tardó en percatarse de la presencia del muchacho. Miró a Hakan y después al mozo. Sentía el impulso de deshacerse de la maldita balandra que a tan incómodo viaje la había obligado, y si no hubiera sido propiedad de su amigo sin duda alguna lo habría hecho. Pero no podía culpar a Francesco por poseer una barcucha y no un navío.

-Scusi, ragazzo, abbiamo bisogno di monti, sai dove possiamo noleggiare dei cavalli?*-preguntó al muchacho en un italiano perfecto.

Cargando editor
14/03/2014, 11:54
El Narrador

El mozo del puerto dirigió la mirada hacia Rosalía, sonriendo nervioso ante su embriagadora belleza.

-Seguro. Podéis hablar con Pietro. Sus cuadras están allí mismo -dijo señalando hacia una calle al otro lado del puerto.

Cargando editor
14/03/2014, 12:52
Rosalía Caeiro

Devolvió al muchacho una dulce sonrisa e hizo un gesto a los demás para alejarse hacia los establos del tal Pietro.

-Muchas gracias -se despidió del mozo-. Guárdate el cambio -le guiñó un ojo y se alejó de él sin intención ninguna de pagarle.

Cargando editor
14/03/2014, 17:33
El Narrador

-Scusi, Signora -le dijo el mozo sujetándola suavemente por el brazo-. Queda la cuestión del amarre.

Cargando editor
14/03/2014, 17:37
Rosalía Caeiro

Rosalía ocultó una sonrisa y miró al muchacho arqueando las cejas.

-Te hemos pagado hace un momento -dijo con aparente sorpresa-. ¿No lo recuerdas? Guarda bien la balandra hasta que volvamos a por ella.

- Tiradas (2)

Notas de juego

La primera tirada es para que se crea la actitud de sorpresa.

La segunda es Dominación. (Mal)gasto 1 de fuerza de voluntad. En total 6 éxitos.

Cargando editor
14/03/2014, 17:46
El Narrador

El muchacho se quedó un momento callado, con gesto de tratar de recordar.

-Oh. ¡Certo! ¡Certo! Lo cuidaré muy bien. Bienvenidos a Civitavecchia -les deseó.

A medida que se adentraban, la aldea se abría ante ellos, dispersa y caótica con los restos del antiguo puerto romano salpicados entres las calles más modernas.

Cargando editor
18/03/2014, 11:37
Håkan den Svarta

Optó por no dar muchas vueltas a la cuestión de no haber pagado en realidad al muchacho del embarcadero. Después de todo, él pretendía pagarle con una balandra robada, y de cualquier forma ya había decidido tiempo atrás que no juzgaría de nuevo, al menos, a sus allegados. Que cada cual, en definitiva, hiciera lo que viniera en gana siempre y cuando no interfiriera en la vida del resto.

Palmeó el lomo a su compañero lobo y le señaló los bosques cercanos, para que fuera a cazar a gusto en ellos. Después de una travesía como aquella, el animal estaba algo confuso todavía, y no era de extrañar. Se mantuvo en silencio hasta la llegada a la entrada de Civitavecchia, momento en que contempló la familiar ciudad un instante, antes de girarse hacia el grupo, a la espera de que Rosalía negociara como gustase el alquiler de los caballos. 

Cargando editor
18/03/2014, 13:03
Rosalía Caeiro

Rosalía suspiró abiertamente y se alejó de ellos hacia los establos. No tenía dinero ni ánimo para inventarse una historia con la que conseguir monturas, pero quizás pudiera hacerse con varios caballos sin hablar siquiera con el tal Pietro.

Alcanzó la puerta de las cuadras y agudizó el oído tratando de averiguar si al otro lado había alguien además de las bestias.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Dificultad 4 por Auspex (creo).

Cargando editor
19/03/2014, 17:14
El Narrador

Y así, a través de su preternatural oído la castellana pudo advertir de sonido de unos ronquidos muy humanos al otro lado.

Cargando editor
19/03/2014, 17:41
Rosalía Caeiro

Empujó el portón con cuidado de no hacer ruido e ingresó en los establos. Antes de que su presencia pudiera poner nerviosos a los caballos buscó los ojos del más cercano y le transmitió serenidad.

No he venido a haceros daño, ni tampoco a vuestros dueños. Tranquilos.

Después trató de localizar en la penumbra el cuerpo del vigilante dormido.

- Tiradas (2)
Cargando editor
19/03/2014, 18:52
El Narrador

Allí vio a un hombre de rostro hirsuto dormir apoyado en un taburete de tres patas. El odre volcado en el suelo y el vino derramado que manaba confirmaban su apariencia beoda.

Cargando editor
20/03/2014, 10:12
Rosalía Caeiro

Rosalía observó con desagrado al borracho. Robar cuatro caballos iba a ser más fácil de lo que había pensado, pero a cambio no podría alimentarse.

Se acercó a los arreos y con tranquilidad para no alterar a las monturas fue ensillando las cuatro que mejor aspecto tenían antes de abrirles las portezuelas y conducirlas de las riendas al exterior. Cerró de nuevo el portón a su espalda y regresó junto a Hakan y los demás.

Cargando editor
20/03/2014, 10:03
Håkan den Svarta

Lo más conveniente era robar los jacos. También lo más inmoral. Puede que Francesco, como Hakan, hubiera quedado liberado de muchos de los prejuicios de antaño, e incluso hubiera renunciado a la idea de contentar a un Dios que bien poco se preocupaba por tales cuestiones... Pero sus preceptos morales seguían siendo los que eran. Igual que le remordía la conciencia el haber robado la balandra, puesto que no podía dejar de pensar en que, quizá, su dueño la necesitara para alimentar a su familia, ahora se planteaba qué sería del ganadero sin sus caballos.

Por supuesto, Hakan tenía demasiada imaginación. Bien podía ser que el pescador sueco a quien robó la balandra fuera un bastardo y un monstruo con su familia; y lo mismo podía decirse del ganadero. Pero él seguiría pensando que robar está mal. Se frotó los ojos con los dedos y suspiró. Por mucho que le pesara, tenía que escoger el mal menor. Y el mal menor era robar dos caballos con tal de que los Tremere o Mitras no se hicieran con el Clavo.

 

Cargando editor
20/03/2014, 11:57
El Narrador

Francesco advirtió cómo Rosalía rodeaba la casa para abrir la puerta de las cuadras y se adentraba en ellas con el caminar silencioso de un gato. Al rato, la castellana regresó con cuatro caballos ya ensillados y el Hambre reflejado un tanto en su mente.

Cargando editor
20/03/2014, 12:02
Director

Notas de juego

Hakan, tira conciencia a dificultad 6 para ver si tu justificación racional es suficiente para tu alma.

Cargando editor
20/03/2014, 12:16
Håkan den Svarta
- Tiradas (1)

Notas de juego

Parece que lo ha sido, xDDDD

Cargando editor
20/03/2014, 13:47
Rosalía Caeiro

Guiando las cuatro monturas de las riendas se acercó hacia Hakan, Astrid y Rodrigo.

-Un regalo de la princesa -dijo a la Gauta tendiéndole los arreos de una de las bestias.

Después subió al caballo que había elegido para sí misma, el más hermoso de los cuatro, y con un taconeo de los flancos se lanzó al galope hacia Roma.

Cargando editor
20/03/2014, 14:03
El Narrador

Astrid frunció los ojos ante el ofrecimiento de Rosalía y montó para cabalgar detrás de ella.

En algo más de una hora la imagen de la ciudad vino a tomar forma en el horizonte nocturno. Trajo a los Vástagos algunos recuerdos, como también otras lagunas. El ambiente, el aroma y las ruinas testimonio del mundo clásico eran como siempre lo habían sido, pero algo estaba cambiando en la ciudad, en su pulso y su arquitectura.

La Toreador perdió la consciencia ante lo bello de la imagen y sólo cuando Hakan la despertó meciendo su hombro se descubrió traspasando la muralla oeste de la ciudad camuflado entre el trajín de una caravana que portaba materiales de construcción.

¿Estaría Thomas tras aquellos muros? Lo cierto es que ninguno prestó atención a si su carabela fondeaba aún en Civitavecchia y si su presencia no había llamado su atención quizás fuera porque no estaba allí... Quizás.