Partida Rol por web

La Luna del Plata.

Escena privada: Sarah

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05/01/2014, 22:39
Sarah

Año I de exilio

Oscuridad y mierda. El sitio en el que me encuentro se parecía a mi vida, después de todo. O no-vida, lo que sea. Daba igual, la verdad. Estoy sentada entre un montón de cables y máquinas para las computadoras de los Nosferatu, reviviendo lo que me pasó durante esta noche.

Natalie me había dado un “tour” por las partes más cercanas de las alcantarillas. Esta sala, el cuarto de servidores, la había dejado para el final. Era donde dormiría hoy. Al parecer, tenían más sitios como este dispersados por todo Santa Fe, así que había numerosos lugares donde podía pasar el día en un lugar más o menos estable.

Además de eso, también había conocido las alas más importantes. Me las presentaba como si le importaran mucho. Eran solo partes de las cloacas, ¿por qué le gustaba tanto el hablar de ellas? Creo que lo hacía para torturarme, nada más. Estoy segura de que a estos Nosferatus les desagrada mi presencia como a mí me desagrada la suya.

Aun así habló y no se cayó por un rato. Finalmente me trajo acá y me dijo que mañana me enseñaría a cazar mojados. Genial. Justo lo que quería. Aunque pensándolo bien, tal vez me venga bien descargar mi enojo con esas criaturas. Era todo lo que tenía para consolarme, además de esta sala de computadoras.

Quizá más tarde intente usar alguna. La verdad, los ordenadores nunca me atrajeron mucho, pero por cinco años, ellos serán mi mejor compañía… Espero no terminar como ese Lichestein.

Me tiro a dormir, pensando en lo que dejé atrás. La vida que nunca recuperaría. Pienso en mi trabajo y mi familia. ¿Qué pensarán de mí en la oficina? Nunca más volveré a mi país, así que tal vez piensen que morí. O deserté. Me di vuelta en el piso. En una época que parecía lejana ya, me hubiese quedado en vela toda la noche pensando. Ahora no. Ahora era una vástaga, y cuando salía el sol me quedaba dormida, por más que me esfuerce. De hecho, está pasando en este momento…

 

Año II de exilio

Exhausta luego de todo lo que pasó durante la noche, llego a la sala de servidores. La misma que me mostró Natalie en el tour de cuando empezó mi encarcelamiento.

Estuve horas matando mojados. Desde hacía mucho que empecé a cazar sin la ayuda de la Nosferatu, y desde hace poco me empiezan a dejar usar armas de más calidad para ayudarme en mi tarea.

Pero no fue eso lo que me jodió la noche, no. Mientras volvía de mi cacería, luego de devolver las armas, se ve que di vuelta mal en alguna encrucijada, porque me vi totalmente perdida. No encontraba los lugares de referencia que había aprendido a usar y por más que caminaba, no podía llegar a ninguna sala de servidores. Intenté volver sobre mis pasos, pero eso solo me complicó más, por lo que decidí seguir caminando. Ya llegaría a algún lugar.

Y así fue. Pero no a un lugar agradable. Había dado con la peor zona de las alcantarillas. Todo parecía más viejo, más destruido, más oxidado. Ni siquiera veía ratas de buenas a primeras, pero luego, mientras caminaba, empecé a ver algunas. Ratas grandes, como gatos, mirándome con ojos rojos. No podía creer lo que veía, ni siquiera reaccionaban a mis intentos de comunicarme con ellas, sino que lo rechazaban de una forma antinatural.

Empezó a entrarme pánico y caminé más deprisa. Pero el lugar era un laberinto. Las cañerías terminaban en lugares raros, había sitios donde no parecía agua sino un líquido extraño y creía constantemente volver sobre mis pasos. Además, sentía como me observaban. Y no solo las ratas… las ratas no podían ser esos susurros a mis espaldas.

En un momento dado empecé a correr. Corrí para alejarme de todo eso, pero no podía alejarme de esa zona, sino adentrarme más. Pronto, lo que salía de las tuberías era un tipo de vitae, y el lugar estaba mucho más oscuro. Entonces tropecé con un hilo y perdí el equilibrio. Mucho más de lo que debería, y me di cuenta de que todo estaba oscuro porque no había nada delante de mí. Corrijo, solo había una gran fosa con un montón de sangre de fondo. Y yo caía directo a ella.

Pero ese no fue mi fin. Sentí que algo me tomaba de la ropa y me jalaba hacia atrás. Miré a la criatura que me había agarrado y me di cuenta de que era Mercedes. –No deberías estar aquí.- Fue lo único que dijo. Acto seguido, empezó a caminar en silencio, sin darse vuelta para mirarme. La seguí, y en lo que parecieron cuestión de minutos, estaba aquí, en la sala de servidores.

Me di vuelta para decir algo, pero ya no estaba. Así es que simplemente opté por sentarme y empezar a recordar, antes de ponerme a dormir.

 

Año III de exilio

Me encuentro sentada en el escritorio, usando la computadora. Había aprendido a no subestimar el poder de internet y su utilidad para muchas cosas. Solo desearía que los Nosferatu me dejen instalar programas en los ordenadores, pero la mayoría del tiempo me bastaba con la red. Incluso a veces tenía que ayudar remotamente a Lichestein y siempre aprendía algo nuevo de esas oportunidades. Las computadoras de los vástagos eran mucho más rápidas que las de mi vieja oficina, y no me sorprendía mucho la verdad. Se supone que las usaban para trabajar, y en este mundo de tinieblas, el tiempo es dinero.

Me fijo en la hora. Ya debería empezar mi ronda, tenía mojados que cazar. Me pongo mi machete en la funda y salgo de mi refugio. Por suerte no tenía que pasarme por la armería, Mercedes ya me permitía tener mis propias herramientas para hacer más rápido. Solo me pasaba de vez en cuando para agarrar balas. Por supuesto que había restricciones, pero era de esperar.

Camino por las alcantarillas. Me conozco esta zona como si fuese otra rata más. Y es que a veces me gustaba comunicarme con ellas, aunque sea para tener algún contacto. Había semanas enteras en las que no veía ni hablaba con otro vástago. Aunque, al final, siempre me encontraban para decirme algo.

Uso los puntos de referencia para guiarme. Ahora lo tenía todo más claro, lo que Naty me había intentado enseñar en mi primer año era a guiarme por la zona, no lo interesante que eran las cloacas. Tardé en entenderlo, pero ahí estaba.

Finalmente me encuentro con Naty. Ella es la razón por la cual hoy empecé la ronda un poco más tarde.  Teníamos que encontrarnos acá a esta hora, no antes. –Veo que llegaste.- Me dice al verme. Nos saludamos y empezamos a caminar. –Ha pasado bastante tiempo desde que llegaste.- Señala. –Creo que es hora de que empieces a conocer otras zonas del alcantarillado. No me sorprendo mucho. Sabía que iba a pasar tarde o temprano. Las cloacas estaban divididas en cuatro. La zona más grande, que es donde yo estaba, dos más pequeñas, las cuales estaban alejadas, llenas de mojados y no entraba, y la madriguera, el hogar de los Nosferatus, donde tenía prohibida la entrada y donde casi muero el año pasado. Y pensar que solo vi la recepción de ese lugar.

Caminamos durante un rato largo hacia el norte, conversando sobre las cosas que pasaban en la superficie. El mundo de los humanos era lo único que conocía, pues no me decían nada de los vástagos de la superficie, así que era el único tema de conversación que teníamos, además de algún otro.

Finalmente llegamos a la parte norte de las cloacas, la parte donde más mojados tenían sus madrigueras. El lugar estaba desatendido, pero no como el hogar de los Nosferatu, sino destruido indiscriminadamente, mohoso y con una notable falta de mantenimiento. A medida que caminamos podemos sentir sus pasos cerca, nos observan. Pronto encontramos al primero. Miré para mi costado y Naty ya no estaba ahí. Pronto reapareció, agarrando al mojado del cuello y rebanándoselo rápidamente con una cuchilla que llevaba.

Me miró y me hizo un gesto para que la siga. Empezaba la cacería.

 

Año IV de exilio

La zona de los mojados era la más oscura. Toda una franja que iba por los barrios periféricos. Uno pensaría que con esas características, haría mi trabajo más difícil, pero la verdad es que no. Cuando uno cazaba a estos monstruos, la cosa era que no te vean, y esto solo me ayudaba, que no tenía la ventaja de tener ofuscación como los Nosfe.

Ya me había acostumbrado a mi trabajo. Incluso iba pensando en otras cosas mientras trabajaba. Últimamente pensaba mucho. Más que antes. Ya faltaba poco para salir de este lugar, y no podía evitar pensar en lo que vendría después. Mercedes siempre dice que el mundo de los vástagos siempre está cambiando, incluso si los antiguos lo negaban. Me pregunté si eso incluía las caras. ¿Bruno estará aun ahí fuera? Era mi único contacto fuera de las cloacas. No podía evitar pensar que si algo le había pasado estaría sola al 100%.

Encontré un mojado comiendo lo que parecía ser un perro, agazapado cerca de un caño. Hacía tiempo que esa escena dejó de darme asco. Simplemente me acerqué por detrás, aprovechando su descuido y saqué mi machete. Antes de que se terminase de dar vuelta, su cabeza ya rodaba por el agua, chapoteando su camino hacia terreno desconocido. Me fijé en el cuerpo. La mano derecha estaba bastante mordida, al parecer, el perro había luchado por su vida. Las palabras del príncipe vinieron a mi mente. Para eso sirven los perros.

Sacudí la cabeza para alejar esos pensamientos, pero solo conseguí que mis miedos volvieran a mí. Miedo de estar sola. No físicamente, ya me había acostumbrado a eso acá abajo, sino desprovista de aliados, de gente a la que recurrir cuando las cosas se ponen feas. Una vez, por chat, a Lichestein se le escapó que la verdadera fuerza del clan Nosferatu no provenía de los rumores, sino de lo juntos que estaban los miembros del mismo, aunque no lo pareciese. Los favores podían ser moneda de cambio, pero el mayor recurso en este mundo de tinieblas eran los aliados.

Seguí caminando hasta encontrar otro mojado aislado. Este iba caminando solo, oliendo el aire. Fui lo más silenciosa que pude hasta su espalda, pero no conté con que la criatura decida darse vuelta espontáneamente y me vea. Dejé de lado el silencio y empecé a correr con el machete en alto para matarlo, pero la cosa era más fuerte y rápida que yo, por lo que no solo esquivo mi golpe, sino que me tacleó al piso y se tiró encima mío, listo para matarme. Mi machete había caído lejos, pero por suerte, un Gangrel nunca esta desarmado y tenía una mano libre, justo debajo de su vientre. Mis garras hicieron un bonito trabajo con sus tripas.

Tuve bastante suerte, un poco más y habría caído en letargo, y prefería no pensar en cómo estaría cuando salga. No sabía si era peor lo que me harían o la muerte definitiva. Lo que me hacía pensar, ¿por qué no enfrentaba la muerte definitiva de una vez y terminaba con todo esto? Ya me había hecho esa pregunta, especialmente en mi primer año, pero siempre llegaba a la misma conclusión. Primero que nada, morir sería darle el gusto al hijo de puta del príncipe. Segundo, me repetía constantemente que cuando estos 5 años de prisión terminen, todo sería mejor. Toda la eternidad sería mejor. Era una vástaga. Si jugaba bien mis cartas, viviría para siempre. Seguro, aun tenía que aprender a jugar y muchos mejores que yo habían fracasado. Pero siempre estaba la oportunidad. Y no moriría sabiendo que había una chance de que algún día sea yo la crupier de este juego.

Con eso en mente, decidí que solo quedaba esperar. Mientras tanto, seguiría haciendo lo de siempre. Mi trabajo.

 

Año V de exilio

Finalmente, solo quedan unos meses para mi liberación. Apenas puedo creerlo. Hay tantas cosas que quiero hacer cuando salga, empezando por un baño. Me pregunto cómo será todo cuando vuelva. ¿El príncipe será el mismo hijo de puta que me condenó acá? ¿Mi sire habrá reaparecido? ¿Bruno se acordará de mí? Es mi única esperanza para un gancho en la sociedad de los vástagos, además de los Nosferatus, y no quiero haciendo trabajos para ellos. No es que sean malos, pero creo que yo necesito un descanso de ellos, y ellos un descanso de tenerme alrededor.

Quiero salir ya. Mis instintos Gangrel me lo piden a gritos. Incluso aunque no me guste mi clan, no puedo negar a mi bestia. Y a una bestia no le gusta que la enjaulen. Tengo esta inquietud por buscar la naturaleza, cosa que nunca me había pasado en vida. De correr en el pasto, treparme a los árboles, cazar en el bosque… cazar. Especialmente eso. Quiero probar la sangre fresca de una víctima otra vez, no las bolsas que me dan los Nosferatus. Y eso me preocupa, ¿estaré perdiendo una parte de mi humanidad?

Además de eso, todavía me preocupaba qué iba a hacer sin aliados. Ya dejé en claro que no tengo gente en quien confiar, solo contactos. ¿Qué pasará cuando todos me den la espalda? En las cañerías todo eso más fácil, siempre estuve sola y me bastaba conmigo. No necesitaba aliados, contactos o cobrar favores. A partir de mi salida, todo se haría más difícil…

Pero no puedo pensar en eso. Estoy demasiada cansada de este encierro para pensar en eso. Solo puedo pensar en la libertar. Intento distraerme de eso un poco, pero el trabajo apenas me sirve. De pronto me pregunto “¿Qué me importa si los mojados mueren o no? Me voy a casa”. Internet tampoco ayuda como antes. Y eso que en estos cinco años de verdad aprendí que en la computadora podía haber un mundo más allá del nuestro.

Pero ya es suficiente de actuar como una adolescente emocionada. Tengo que controlarme. Aun faltan unos meses, tengo que ir a trabajar. Me levanto, agarro el machete y salgo de caza.

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05/01/2014, 22:41
Sarah

El auto tenía la patente JGS 429, era el que buscaba. Lo estuve vigilando desde ayer a la noche, junto con el dueño. Las ventanillas estaban polarizadas y por el día les ponía esos cartones para que el sol no caliente el auto. Aunque estaba segura de que no era ese el propósito principal. El dueño llamaba la atención. Alto, flaco, bastante pálido y no respiraba. Estaba noventa y nueve por ciento segura de que era un vástago.

Ahora mismo estaba en el auto, dando vueltitas por las calles de Santa Fe y deteniéndose de vez en cuando. “Está cazando” pensé. Yo lo seguía con la camionetita que me había dado Diego. Pronto tendría que ir y abordarlo, antes de que se dé cuenta que lo seguía.

Finalmente me adelanté a él y frené en un semáforo. Me bajé de la camioneta y corrí un poco para sentarme en el capó de su auto. Cuando llegué ya estaba intentando maniobrar para salir rápidamente, pero había quedado entre el vehículo de atrás y el mío, por lo que no pudo ir muy lejos.

A través del polarizado pude ver como hacía una mueca mientras le hacía señas para bajar el vidrio, indicándole que quería hablar. -¿Qué querés?- Me preguntó cuando sacó la cabeza por la ventanilla. –Ni tu auto ni tu cara me es familiar.- Le respondí yo. -¿Te presentaste ya a Diego?- Le pregunté, lo que no hizo más que aumentar su molestia. –Ustedes son un grano en el orto.- Me contestó de una forma no muy elegante. –Iba a hacerlo hoy cuando termine de cazar.- Si me diesen un dólar cada vez que escuchaba eso…

Le indiqué que se baje y, viendo que no tenía otra y que no le iba muchas más complicaciones que una pérdida de tiempo, me hizo caso. El auto de atrás empezaba a tocar bocina, pero lo ignoré. -¿Cómo te llamás y qué clan sos?- Le pregunté únicamente. –Jerónimo. Malkavian.- Interesante.

Lo subí a la camionetita, al asiento de atrás y dejamos su auto ahí. Iba a estar ahí cuando volviésemos de todas formas. Fuimos callados un rato, hasta que él rompió el silencio. –No sabía que había sheriff en Santa Fe.- Me dijo. Le contesté que no lo había, pero estaba yo para vigilar las cosas. –La mayor parte de mi trabajo es sacar al Brujah ocasional y agarrar a los caitiff.-

Justo entonces pasamos cerca del Iturraspe y aproveché para señalárselo a mi viajero. –Ahí agarré a uno la otra vez, robando una camioneta. Sangre debil.- Me miró extrañado antes de preguntarme por qué, a lo que me encogí de hombros. –Según él, había soñado con esa camioneta.- Me miró de forma rara. –Dijo que lo había soñado y tuvo una visión. Que un vástago había dejado plata arriba. Raro, fue muy raro, porque los vecinos me comentaron después que esa camioneta estuvo ahí desde hace como cinco años.- Eso hizo que me mire de forma aun más rara. -¿Y había?- Me preguntó curioso. –No.- Mentí. Si había, pero no se lo dije a Diego, obviamente. Nunca supe a qué vástago le había pertenecido, pero sí estuvo ahí tanto tiempo, lo más probable sea que el propietario esté muerto.

Jerónimo se tiró en el asiento de atrás. –Lástima que yo no tengo sueños que me digan dónde encontrar plata.- Dijo. –Lo único que gané en el abrazo fue esta voz en mi cabeza.- Sin comentarios.

Después de eso, estuvimos en silencio un rato, hasta que él volvió a hablar. –Creí que todos los Gangrel habían dejado la Camarilla.- Me dijo. No pregunté cómo se había dado cuenta. –Bueno, no.- Le respondí secamente. –Algunos todavía tenemos una pizca de dignidad.- Eso y que todavía no entendía bien por qué los demás se fueron. Algo que pasó en los círculos de los antiguos, pero ¿por qué eso debía afectar a todo el clan? ¿Qué habían hecho los antiguos Gangrel por mí? Nada, entonces ¿por qué debía seguirlos?

Jerónimo me despertó de mis cavilaciones, bastante tiempo después. –Creo que llegamos, ¿no?- En efecto, ese era el lugar. Habíamos llegado bastante rápido, considerando que tuvimos que atravesar Santa Fe. Lo bueno de conducir a horas de la madrugada. Acompañé al Malkavian hasta la entrada, donde un ghoul hacía guardia. A mí me reconocía, así que me dejó pasar con un simple saludo con la cabeza.

-Toreadores.- Comentó Jerónimo. – ¿Hace falta una mansión lejos de todo? ¿No puede tener un práctico pent-house en alguna parte de la ciudad por si lo necesitan?- Sonreí ante su comentario, se nota que quería volver a su cacería. –Somos pocos en Santa Fe. Casi nunca lo necesitan. Y acá es práctico, podés notar a los visitantes inesperados a una milla de distancia.- Lo llevé hasta el estudio del príncipe. –Pasá. Te espero acá.- Le dije. Después de todo, tenía que llevarlo hasta su auto luego de esto.

Diego es un vástago ocupado, como cabe esperar, así que la espera fue corta. En unos minutos ya estábamos de regreso en la camioneta y partiendo donde dejamos el auto de Jerónimo. -¿De dónde venís?- Le pregunté en el camino. –No hay muchos Malkavians en Santa Fe.- Me contó que venía de Buenos Aires, provincia. Parece que el Sabbat hizo una incursión bastante fuerte y la Camarilla tuvo que abandonar. Algunos marcharon a capital, otros a La Pampa y él se vino acá. No sobrevivieron muchos, pero así es son las noches de los vástagos. Tenés vida eterna hasta que un buen día se esfuma.

Finalmente llegamos al auto de Jerónimo. Seguía ahí. Con una multa. –Espero verte otra vez.- Me dijo antes de entrar al auto. –Me tenés que pagar esto, después de todo.- Le sonreí. –Como te dije, somos pocos en Santa Fe. Buscame, me vas a encontrar.

Y nos fuimos. Otra noche de trabajo terminada.

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05/01/2014, 22:44
Sarah

Iba haciendo mi ronda por las calles de Santa Fe, los barrios periféricos. Era una noche oscura, sin luna y este lugar era el más peligroso por todos los villeritos que había circulando. Pero ¿qué lugar no era peligroso en estas noches? Con todo lo que pasaba en la Camarilla.

Suspiré, aunque ningún aliento salió de mi boca. Tendría que haber elegido el lado Ventrue. Diego perdía cada vez más posición frente a ellos y los Brujah no dejaban de acosarnos. Tal vez si llamaba a Bruno me daría la posibilidad de cambiar de bando. Pero sabía que no podía ser así. Nadie quería un Gangrel cambiacapas en la Camarilla. Además, le tenía algo de cariño a los Nosferatu como para dejarlos solos con Diego. Y Jerónimo estaba acá, a veces. Todo lo que tenía, estaba en el bando perdedor.

Vi una mina llevando bolsas de supermercado por la calle. Todavía era temprano, así que esas imágenes se podían ver. Sentí que mi hambre me llamaba y decidí dejar de hacer la ronda a favor de un tentempié nocturno. Tenía tiempo.

Era raro, desde que salí de las alcantarillas, mis instintos Gangrel estaban más desatados. Disfrutaba más de la cacería y acechaba a mis presas siempre que podía. Tal vez por las cacerías de mojados. Seguí a la mujer por la calle hasta que la iluminación ya no fue tan buena. Ahí, donde solo las estrellas fueron testigas, me alimenté.

La vitae siempre era sabrosa. Claro, la calidad podía bajar, pero eso no le sacaba el buen sabor. Había escuchado de vástagos que querían volver a ser humanos. Yo me reía de esos cuentos. ¿Cambiar la sangre por las gaseosas? Déjenme con mi ambrosía, gracias. Cierto es que a veces venía con alguna que otra toxina que nos dejaba medio pelotudos, como dicen acá, pero cuando aprendías a cazar ya no te pasa eso. Y los Gangrel somos los mejores cazadores.

Me sorprende que hubiera un tiempo, mis primeras noches como vástago, donde veía a los otros clanes y creía que tenía la peor maldición de todas. Incluso cuando tuve mi primer frenesí y me salió pelo de rata pensé en simplemente salir y ver el amanecer. Pero una vez que tuve la libertad de salir de las cloacas comprendí que nosotros somos los bendecidos en este mundo de tinieblas.

Dejé a la víctima. Un poco más y necesitaría atención médica. La dejé ahí luego de lamer sus heridas y salí lo más rápido posible mientras se preguntaba qué había pasado. Di la vuelta en la siguiente esquina y dejé el paso apurado.

Caminé solo unos pasos cuando escuché una voz que venía de todo mí alrededor. –No deberías estar cazando en nuestro dominio.- Al principio me sentí desconcertada, pero luego una mujer me tocó el hombro. Era linda, pero yo sabía la verdad. –Me asustaste, Mercedez.- Le dije. Por un segundo creí que estaba en problemas, pero sabía que la Nosferatu tenía entendido que este era el lugar donde Diego me dijo que podía cazar.

-Fue solo una comida apurada, tengo que seguir trabajando.- Le dije en tono de broma, aunque su respuesta no fue tan bromista. –En estas noches, todos vivimos apurados.- No era a lo que me refería, pero entendía lo que quería decir. –Santa Fe nos está quedando grande. Raro que nos encontremos, la noche es un pañuelo.- Señaló.

Era cierto que cada vez menos vástagos se quedaban en la ciudad. Uno de los Malkavian nos había abandonado hace unas noches. –Quedamos como seis, ¿no?- Le pregunté. –Contando a Jerónimo.- Nadie le prestaba mucha atención al errante. Sabíamos que no pertenecía acá y que nuestros asuntos no eran los suyos. Y él no colaboraría con una causa perdida. Ella se limitó a hacer un gesto con la cabeza. –No lo cuentes. Él deja la ciudad en unos días.- No me sorprendió que lo sepa, así funcionaban los Nosferatu, pero si su súbita partida. –Vuelve a Buenos Aires. Capital, creo.- Hice una cara de decepción. Por los círculos de los vástagos se sabía que solo yo me reunía con el Malkavian. Los demás lo miraban como neonatos intentando socializar. No nos prestaban más atención de la necesaria.

Hablamos un poco más. No nos atrevíamos a toca el nombre de Diego. El tipo estaba bastante sensible últimamente, y con razón. Pero si hablamos del otro Toreador, Victor. –Creo que ya no me tiene rencor por haberle dicho que no esa vez.- Le dije a Mercedez. –Pero el tipo es una piedra a veces, me cuesta leerlo.- A lo mejor era que solamente no tenía ganas de revivir viejos rencores ahora que necesitábamos estar juntos contra los que nos comen desde afuera.

La Nosferatu pareció leerme la mente. –Es curioso, como los vástagos nos mantenemos unidos en estas noches. Generalmente somos criaturas solitarias y traicioneras, pero cuando las papas pelan, muchas veces no tenemos problemas en apelar al próximo y guardar los puñales para después.- Tuve que aceptar eso. –Tal vez es que todavía nos queda un poco de humanidad.- Sugerí, con voz apagada. Ella se limitó a hacer una mueca con la boca que parecía una sonrisa. No sabía si se estaba burlando o si compartía mi opinión.

Finalmente nos despedimos. Tenía que seguir trabajando.

Al par de noches me encontré con Jeronimo. Casualmente, estaba saliendo del lugar de Victor. Mercedez tenía razón, la noche es un pañuelo.

-¿Buscando un poco de diversión?- Bromeé al ver de dónde salía. Me contestó con una sonrisa. –No tenemos que dejar que esta no-vida nos quite la diversión.- Dijo.

Caminamos juntos un par de cuadras, hablando. Él tenía que ir a buscar su auto que dejó estacionado cerca. –Me contaron que te vas de la ciudad.- Le recriminé. -¿No tenés pensado decirme nada?- Eso no sacó la sonrisa de su rostro. –Desde que llegué sabías que me iba a ir pronto. Ya pasé ¿cuánto? ¿Cuatro? ¿Cinco años? Es hora de que me vuelva a lanzar al camino. Pues he de salir al camino donde el mundo gira y clama, he de salir al camino a ver la muerte que pasa.- Me sorprendieron sus palabras. –No te tomaba por poeta.- Le comenté. El me miró extrañado. -¿Poeta? Lo dijo la voz en mi cabeza y decidí repetirlo.- Sin comentarios.

Finalmente llegamos a su auto. –Che,- le dije antes que suba. –Nunca te pregunté cómo supiste que era Gangrel yo. Cuando nos conocimos.- El se limitó a hacer con esa sonrisa suya. –Cuando me vaya de Santa Fe buscame. Cuando nos volvamos a ver, te voy a decir.- Y con esas palabras cerró la puerta del auto y arrancó, dejándome con una sonrisa. Más le valía que su respuesta no sea “me lo dijo la voz en mi cabeza”.

Después de eso, no lo volví a ver hasta ahora. Unos años después. Todavía no salí a Buenos Aires a buscarlo, pero tal vez pronto. ¿Quién sabe?

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06/01/2014, 19:40
Director

Cuando Diego te llamo sabias que no era por sociales… nunca lo era. Lo encontraste en su hacienda como siempre, con la espada en mano, practicando las formas con una furia y tenacidad  casi palpables. ¿Quién sería el que visualizaba como blanco de aquellos tajos? ¿Héctor? ¿Armando? ¿Elizabeth? Tantos “traidores”, con los que desquitar su furia. Nunca había vuelto a ser aquel elegante hombre felino de tus primeras noches, ya que la destrucción de su adorada Ingrid sin duda le habría afectado, pero ahora estaba más cerca de parecer un león que otra cosa.

En su mesa tenía un paquete para vos, del tamaño de un libro o carpeta mediana, y un par de llaves. Tus instrucciones te las fue dictando mientras lo sopesabas. Debías usar el auto que te había preparado, un Ford Falcón viejo pero bien cuidado, con vidrios polarizados, para viajar a Capital Federal. Buscarías a una mujer, María Luisa Bernal. Era una bibliotecaria y conservadora del clan Toreador, que trabajaba en la Biblioteca Nacional, pero también una asistente de confianza de la princesa Alexandria.

A ella y solo a ella le entregarías ese paquete. Luego ella decidiría que hacer, y te regresaría o encontraría un encargo para vos. Pero no debías demorarte demasiado… se te necesitaría en cualquier momento en la ciudad. Simplemente, lo que contenía era demasiado valioso para enviarlo por correo o por un ghoul, y el resto de los vampiros de Santa Fe o no eran capaces de pasar desapercibidos, como los Nosferatu, o no eran tan hábiles en el caso de que necesitara defenderse. Si decía eso por Víctor resultaba más que curioso… pero por otro lado, no tenías muchas opciones para protestar.

No sería un viaje fácil. Sola, de noche… Casi 500 kilómetros por ruta. 5 horas de viaje. Si, se podía, aunque estarías ajustada y ni modo de volver en la misma noche. ¿Qué podía querer el príncipe con una bibliotecaria? Si tu estomago todavía funcionase, sentirías sin duda un nudo en el. Pero la sensación de peligro en vos, comenzaba a crecer…

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06/01/2014, 20:01
Sarah

Agarro el paquete y sin discutirle al principe me voy de su estudio. Sus órdenes fueron dadas y no estaba en posición de decir nada, me guste o no. A la noche siguiente, saldría a Buenos Aires. No había mucho que preparar, después de todo no tenía nada más que mis armas, mi gabardina para esconderlas, y mi sombrero que llevaba a todos lados. Estaban un poco sucias, pero me daban cierto aire de elegancia que no quería perder.

De todas formas, quería esperar por si algo pasaba en el camino, tener tiempo antes del amanecer para hacer algo. En la ruta siempre podía dormir con ayuda de mis disciplinas, cierto, pero tenía más miedo por el auto. No quería dejarlo solo.

Así es que hice mi ronda esa noche. A la siguiente, cazaría algo rápido antes de ir al auto y partir hacia Buenos Aires. -Buenos Aires... Capital Federal... ahí se encuentran Jerónimo y Bruno. Me pregunto si mis antiguos contactos me recordarán.- Pensé.

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08/01/2014, 02:26
Director

Santa Fe humana todavia respira un aire tranquilo, inconsciente de los poderes que se mueven bajo la dulce fachada de la Mascarada. ¿Por cuanto tiempo? Aun tenes claro el recuerdo de esa noche cuando el Sabbat ataco, de tu cuerpo recibiendo las balas, la impotencia frente a aquel hombre calmo y terrible que como si tal, te sugiriera que ya habian devorado y dispuesto de JJ y tu tio... Los otros Camarilla seguramente no seran tan brutales en la toma de poder, si deciden enfrentarse con Diego. Quizas incluso lo resuelvan caballerosamente, como un duelo, o algo asi. Pero donde te deja eso a vos... nadie lo sabe. Si el principe gana es la mejor alternativa claro, pero el Brujah en Parana tiene fama de ser un guerrero muy experto, y el tal Armando en Rosario es uno de los que te hablara Orlando, uno de los 4 que vencieran al conde Bratovich, hace un siglo....No estas parada en el mejor lugar con Diego, con los otros aun menos. Quizas este viaje sirva para que despejes tu cabeza.

Ahora a conseguir un bocado y descansar. Mañana por la noche toca manejar.

Notas de juego

vas. para Cazar, Percepcion. dif 6. podes rolear a gusto esa parte y pasamos a la noche siguiente, tu partida.

Cargando editor
08/01/2014, 02:39
Sarah

Me adentro en los barrios periféricos, mi zona de caza. -Si ganamos toda esta mierda, espero que Diego me ascienda a un mejor territorio, o que al menos me de un dominio.- Pensé. Después de todo, cierto era que solo me mantenía con el príncipe porque las alternativas eran muy inciertas, pero no creía que me tratase como me lo merecía al fin y al cabo.

Ahora que lo pensaba, estaba por primera vez visitando un territorio fuera de Santa Fe como vástaga. ¿Será esta una oportunidad para hacerme conocida en la Camarilla? Recordé un consejo que me dieron cuando recién era neonata, en este mundo, los favores son moneda de cambio. Si conseguía manejar bien los favores, tal vez podría llegar lejos. O al menos más lejos de lo que estaba seguro. Estaba decidida a que, cuando todo este embrollo termine, yo me alzaría con una mejor posición que la que tenía actualmente.

- Tiradas (1)

Notas de juego

encontras presa. Rolea como te alimentas y continua hasta la noche siguiente, todo eso te dejo libre, asi commo si haces preparativos.

Cargando editor
09/01/2014, 00:15
Sarah

Encuentro un pibe de la zona caminando por ahí y decido que ese podría ser un buen aperitivo. Camino hacia él desde atrás, incluso con una apariencia poco amenazante como la mia, por experiencia sabía que era mejor no ir de frente.

Me abalancé por detrás de él lo más sigilosa que pude. Cuando se dio vuelta para ver qué era lo que había, ya me estaba tirando encima suyo. La sorpresa me ayudó a derribarlo y en un segundo, estaba sobre su cuello. No era tan dificil cuando uno tiene práctica.

Luego de alimentarme, fui a una estación de servicio. Entré al baño y me acomodé la ropa lo mejor que pude, intentando que mis armas no abultasen. Me fijé que mi escopeta estuviese totalmente cargada y conté las balas que tenía. Eran suficientes, por ahora, pero nunca podía estar segura. Esperaba que en el camino no me ataque una manada de hombres lobo, pues ahí si que ninguna de mis armas me salvaría. Por suerte era poco probable que pase.

Una vez que estuve preparada decidí que ya estaba bien. Esperaría hasta la noche siguiente nomás y saldría.

Cargando editor
09/01/2014, 17:55
Director

Cuando llego la siguiente noche, te encontraste con el Falcon provisto. Era un auto solido, grande y espacioso, de los 70's. Sistema hibrido nafta /gnc, y este con transmision manual. Otra ventaja era la carroceria, chapa gruesa en vea de fibra. Buena para aguantar las balas... No es precisamente la clase de auto con la que estas familiarizada, pero en este pais todavia se ven. Ahora te toca acomodarte a el. Tenes tiempo, varias horas de conducir por delante.

Una nota añadida te indica que el tanque esta lleno, tambien el gnc. Deberias tener suficiente para llegar y moverte un poco, pero vas a tener que recargar ambos antes de volver. En fin, ya se vera... Dejando tu armas en el asiento del acompañante para ir mas comoda, te relajas, y emprendes camino.


La cosa funciona. El auto rinde bien, aunque es obvio que consume bastante. La noche en la ruta 9 es aburrida, pero una ventaja de tu estado es que no corres riesgo de caer presa de la fatiga al dormirte, solo del tedio. 

Rosario aparece y pasa dos horas despues de salir, otra gran urbe y causa de problemas. Mejor no encontrarse con ningun vastago de ahi, no por ahora. Es poco probable que los lacayos de Armando se tomen a bien la visita de una empleada de Diego. Ese pensamiento tiene su nota amarga. ¿Que sos, a fin de cuentas?

Luego entras en Buenos Aires provincia al poco rato. Localidades van y vienen, nombres sin significado. San Nicolas. Zarate. Campana. Solo una cosa cuenta. Capital federal. Sobre los 400 km de viaje ya divisas claramente la gran luz al sur, Buenos Aires esperandote. Al tanque le queda poco menos de un cuarto, aunque aun no usaste el gnc. Bastante justo de todos modos, pero bien calculado. 

Entras por el Acceso Norte, y comenzas a transitar los barrios porteños. Ahora toca buscar esa biblioteca... y a la mujercita. Es Domingo 31. Pero por suerte los vastagos no siguen los mismos codigos y horarios.

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09/01/2014, 19:05
Sarah

Sigo conduciendo mientras ojeo cada tanto lo que le queda de nafta al auto. -Tal vez debí haberle pedido plata a Diego.- Pienso con una mueca.

Mientras los barrios van pasando me doy cuenta como todo el escenario va cambiando. Al igual que Santa Fe, se empieza por casas familiares de un piso y eventualmente van surgiendo más edificios. Aunque de todas formas, se notaba que había llegado a la capital. Las avenidas eran más anchas, las paradas de colectivo estaban en todos lados, había bocas de subte. No me imaginé que aca sea tan distinto a Santa Fe en ese sentido. En Estados Unidos, todas las ciuades importantes tenían más o menos todos los servicios que tenía Buenos Aires. Aca en Argentina, la Capital Federal parecía ser la única que contaba con esas cosas.

Pero lo que más me llamó la atención fue cuando llegué a la biblioteca. No se veía edificio así fuera de la provincia. No solo era imponente, sino también artístico, cosa que no se encontraba en los dominios de Diego. Estacioné donde pude, pues las calles estaban abarrotadas de vehículos, y me puse a caminar al edificio.

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11/01/2014, 19:24
Director

Resulta bastante facil encontrar el extraño y alto edificio, de exotica construccion. Es tambien normal tu asombro. Da para pensar si cumple alguna funcion real esa curiosa forma de arbol, o solo es un capricho artistico para resaltar la importancia que de por si tiene el noble edificio como almacen de saberes. Pero la arquitectura nunca fue lo que digamos tu pasion, como asi tampoco la historia nacional. 

Como es logico, la entrada principal se encuentra cerrada, y custodiada por un par de guardias de seguridad. Estos interrumpen su cigarrillo, lo normal en una madrugada ya tardia, ademas de seguramente aburrida, al verte acercar.

-Señorita. +te da el alto formalmente uno de ellos, moreno, fornido+ ¿En que podemos ayudarle? 

Mientras habla se te aproxima. Su compañero queda algo mas atras, apagando el cigarrillo y mirandote con atencion. Claro, son casi las 4 de la mañana....

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12/01/2014, 03:50
Sarah

Al ver que los guardias me impedían el paso, agarré el paquete que tenía e hice de cuenta que leía la parte de adelante. Por supuesto, Diego no había escrito nada, pero seguramente no se habían dado cuenta. -Traigo un paquete para... ¿"María Luisa... Bernal" puede ser?- Seguramente trabajaba de noche la mina, así que si estaba era ahora.

Esperaba que me dejen pasar. No solo Diego quería que se lo entregue en mano, sino que además tenía que tomar cualquier trabajo que me de. Una mierda esto de ser moneda de cambio.

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14/01/2014, 05:24
Director

-Confirma, Bernal. +repite el hombre, apoyando la mano en el cinto, mientras el otro habla por su radio. Se oye un rapido intercambio, y finalmente, el fumador parece asentir, con un "si, la esperan", muy seguro.

-Estamos. +confirma tu interceptor. + Por favor, manos sobre la nuca. ¿Algo que declarar? +pregunta, aprestandose a cachearte con una leve sonrisa+ Sabra disculpar, no hay personal femenino esta noche. 

Por suerte habias dejado las armas en el asiento del acompañante, lo que podria haber sido un inconveniente. Luego esta el tema de ser tocada, aunque el tipo es dentro de lo que cabe, recatado. O quizas simplemente haz perdido practica en lo de mantener un sex appeal que los atraiga, (y no es que tus deformidades ayuden) o es bastante profesional, si bien al sentirlo levemente en tus pechos y muslos es dificil evitar cierto estremecimiento. 

-Ok, listo. Puede entrar. La señorita Bernal la esta esperando. Tercer piso, Sala del tesoro, ¿no?+ dice, mientras su colega asiente, retrocediendo a la puerta para abrirtela. 

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14/01/2014, 06:13
Sarah

-No tengo ni idea.- Tal vez debería haber respondido. -Gracias.- Entro a la biblioteca curoseando con la vista en todos lados. No todas las noches podía ver un edificio como este, aunque lo que más busco es un ascensor. Claro que podía usar las escaleras, después de todo no me cansaba físicamente desde hace 15 años, pero aun así mis años mortales me habían pegado la costumbre.

Cuando finalmente lo encuentro, subo y aprieto el botón del tercer piso. -Espero que esté señalizado. No se donde está la supuesta sala del tesoro.- Me pregunté también por qué era "sala del tesoro" y no "tesorería", pero no importaba al fin y al cabo.

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16/01/2014, 16:29
Director

El edificio es realmente grande, y esteticamente llamativo por dentro, concordando con su curioso exterior. Alcanzas a ojear un par de salas nomas antes de encontrar un ascensor, pero se combinan multiples estilos, desde lo clasico a lo futurista... 

Ya en el tercer piso, una sencilla señalizacion te marca el camino a la Sala del Tesoro. Notas tambien que esta parte solo es autorizada, y de hecho hay otro par de guardias, pero al parecer ya saben que venias, porque no interrumpen tu paso. 

La sala en cuestion no parece en nada una tesoreria. Tiene un aire a museo mas bien. Elegantes muebles de madera bien pulida, anaqueles vidriados, mesas de exibicion... El lugar esta bien iluminado por reflectores desde fuera, mientras que adentro la luz es mas suave, amarillenta. Toda artificial desde luego. 

Menos fantastica es la mujercita que se encuentra sola alli. Parece una secretaria mas bien, pero es la unica persona en la sala, una muchacha de veintitantos, palida y delgada. Viste un discreto trajecito de ejecutiva. Sus finos dedos acarician un volumen grande y bastante antiguo, pero alza la vista cuando llegas.

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16/01/2014, 16:47
Maria Luisa Bernal

-Buenas noches.-sonrie, con mirada intensa y abstraida, y una voz firme que contrasta con la modesta apariencia.- Soy Maria Luisa Bernal. ¿Usted es...?

Cierra el libro mientras se presenta, tendiendote luego la mano. Sus ojos claros te escudriñan intensamente, con esa forma de mirar tan intensa, profunda, que parece ser la caracteristica de muchos Toreador. Como si te estudiaran o evaluaran. No es del todo agradable, pero tampoco molesta. Solo extraña. 

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16/01/2014, 17:45
Sarah

Le di la mano con la cual no sujetaba el paquete. -Sarah Dalmasi.- Me presenté, mientras me preguntaba si le habían avisado que venía. Estaba por preguntárselo, pero decidí no decir nada más y dejar que el encargo hable por si solo, no quería exponer mi ignorancia sobre el mismo. Si tenía alguna duda me lo diría. -Espero no haberla molestado en su trabajo.- Fue lo único que comenté mientras se lo entregaba.

Notas de juego

 

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19/01/2014, 03:28
Maria Luisa Bernal

Sonrie levemente, mientras recibe el paquete, mirandolo con ojos brillantes.

-De ningun modo. Hoy era la excusa para esperar esto.+responde, mientras rompe el sobre por el borde lacrado. Pronto saca de el un a bolsa de plastico cerrada al vacio, dentro de la cual viene un sobre, y un volumen encuadernado en cuero, de apariencia añosa. Con dedos delicados, extrae ambos, depositandolos en la mesa. De momento ignora la misiva, mientras sus dedos acarician el lomo del libro, que no tiene titulo ni ornamento visible. 

-Notable trabajo de encuadernacion +murmura+ preservando el estilo original, a pesar de los siglos...

Alza los ojos y te mira, con una gran sonrisa. Saca un llavero, y desprende una de las muchas llaves que contiene, luego de barajarlo unos segundos, para despues tendertela.

-Seguramente estara algo cansada. ¿Hablamos mañana, le parece?. Tengo un cuarto aqui, para las veces que me abstraigo tanto que no logro regresar a casa antes del amanecer. Uselo como guste. Esta en el subsuelo 3. Baje por el ascensor, camine a la derecha, sexta puerta del lado izquierdo. Justo antes del corredor.

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20/01/2014, 06:08
Sarah

Tenía que admitir que estaba un poco sorprendida. Lo que había salido de ese sobre era ni más ni menos que... bueno, lo que esperaba. Justamente eso me sorprendía. Será que tanto tiempo entre vampiros me estaban haciendo creer que todo era más de lo que parecía. Por otro lado, el contenido del cuaderno podía ser más de lo que parecía. De hecho, seguramente lo era.

Finalmente mi tren de pensamiento chocó cuando las palabras finales de la Toreador lo alcanzaron. -Muchas gracias, señora.- Le contesté con una sonrisa. Eran raras las muestras de amabilidad así. Ya me estaban gustando más la Camarilla de Capital Federal en comparación con la santafesina. -Ya sabe donde estaré entonces, por si me necesita para algo.- Por otro lado, es sabido que el refugio de un Toreador es un arma de doble filo, pues cuando invitaban a un necesitado a su morada para pasar la noche, se cobraban bastante caro el favor más tarde.

Tal vez eso debió haberme hecho denegar el ofrecimiento, pero la verdad es que no dormía bajo techo en mucho tiempo. Y las ramas de los árboles no contaban como techo.

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21/01/2014, 20:29
Director

Con una leve sonrisa te despedis de Maria Luisa y desandas camino, siguiendo sus instrucciones. Solo que en vez de bajar a la planta inferior, vas al tercer subsuelo. Nada mas salir del ascensor, notas el fresco, asi como la sordida falta de caracter del lugar. Son meros pasillos de aburrido blanco, interrumpido por negras puertas. Un par de cartelitos (la mayoria de las puertas los tienen) indican depositos de distinta indole, archivos poco solicitados, como las actas de asociaciones olvidadas, libros de contabilidad de decadas pasadas, material dañado, etc.

Finalmente encontras la indicada, una sin etiquetas. Tras abrir con la llave, no te sorprende mucho la sencillez del lugar. Una buena cama, mesita de luz, y un bañito modesto con ducha. En un armario pequeño alli tiene un par de mudas de ropa y un toallon, poco mas. Evidentemente, un refugio de emergencia, no un hogar. Compruebas que la puerta es metalica, resistente, y la cerradura de seguridad. No hay ventanas, ni ninguna otra entrada o salida, al menos a simple vista.

Notas de juego

haces algo o buscas algo? sino, modo reflexivo para llenar renglones y descansa nomas.