Partida Rol por web

Día Viernes, 10:30 AM

Aquella mañana del 26 de Julio despiertas algo cansada. La jornada en la radio estuvo tranquila, pero aún así llegar a eso de las 4:30 AM a casa, en bicicleta*, es algo duro. Por suerte en casa, a esas horas, se respira un profundo aire de tranquilidad -acompañado del aroma de Jack- que te da una tranquilidad enorme al dormir. Por ello, aunque duermas menos de lo que debería dormir cualquier persona, siempre despiertas con cierta sensación de descanso. Jack tiene la amabilidad de no hacer mucho ruido por las mañanas, por lo que su presencia pasa inadvertida hasta que despiertas por ti misma.

Tras abrir los ojos te quedas unos segundos mirando el techo, con cierta sonrisa en el rostro, como si eso tratara de mejorar tu despertar, elevando con aquel sencillo gesto tu animo para un nuevo día. Por suerte ya casi era domingo, el cual no tenías que ir al trabajo.

Tras ponerte de píe, lo primero que haces es abrir la ventana, y apenas hacerlo el fresco aire de la mañana llega a tu cuerpo. Las nubes afuera eran grises, extraño para un día de pleno verano, aunque no del todo raro. El clima, como bien sabes, es algo caprichoso. Miras hacia abajo como para examinar el lugar, y ves que no muy a lo lejos, Jack camina en dirección hacía el edificio en el que comparten aquel departamento, con una bolsa con fruta en la mano. El hombre alza la mirada también, encontrándose con la tuya, dibujando entonces una sonrisa mientras levantaba la mano a modo de saludo.

Cuando abrí los ojos por la mañana y me estiré, satisfecha como un gatito, pensé que tal vez debería tratar de dormir un poco más, no podía ser sano descansar tan poco, pero la verdad es que no lo necesitaba. Siempre me levantaba de buen humor, probablemente  porque era el único momento del día en que realmente tenía a Jack para mi sola. Traté de agudizar el oído todo lo que pude intentando captar su movimiento en la cocina o en el salón, pero no noté nada, quizá no se había levantado o estaba con alguna de sus “amigas”. Jack no solía llevar a muchas mujeres a casa por respeto, su dormitorio estaba frente al mío y el apartamento era pequeño así que casi se oía todo, lo que sí hacía era pasar muchas noches fuera. En esas ocasiones me iba a la cama un poco triste, pero no me quedaba más remedio que admitirlo y lo prefería a la opción número dos, levantarme de buen humor y encontrarme a una rubia de metro ochenta en la cocina con una de sus camisas. Eso lo llevaba fatal, así que me limitaba a  plantar una sonrisa falsa en mi cara y a escapar lo más rápido posible a mi cuarto, me ponía los cascos y escuchaba música muy alta hasta que notaba la vibración de la pared al cerrarse la puerta de la calle.

Abrí la ventana y miré al cielo, -vaya, hoy habrá tormenta.- Murmuré para mí misma. Me gustaba mucho la lluvia, adoraba el olor a mojado, probablemente por haberme criado en el campo, y me gustaban aún más si había muchos rayos y truenos. Las tormentas de verano eran especiales para mí, aunque poco habituales, me recordaban a los días de calor sofocante cuando mis padres corrían por el césped bajo la lluvia, sonreí apartando la mirada de las nubes para observar la calle.

Jack venían andando cargado con una bolsa se fruta, me encantaba como se movía, para medir más de metro noventa era muy ágil y elegante. Mientras le contemplaba embelesada me acordé de cuando le conocí y cuando me ofreció compartir piso, estaba tan enfadado por el estado del cuchitril en el que estaba que creí que le pegaría al encargado. Por lo general, procuraba no mirarle demasiado fijamente, corría el riesgo de babear o de derretirme en una charquito a sus pies, no quería que descubriera lo mucho que me gustaba y que se riera en mi cara o me echara del piso. Simplemente me aterraba la idea, así que me limitaba a observar cuando no se daba cuenta. Jack levantó la mirada y me saludó con una sonrisa, Dios cuando sonríe es aún más guapo, pensé a la vez que esbozaba una sonrisa tímida y agitaba la mano para responder al saludo. Lo más seguro era que, en situaciones así, pensara que era tonta o que tenía alguna clase de retraso.

Cuando fui capaz de reaccionar me metí rápidamente para dentro y corrí a la ducha,  al llegar tan tarde la noche anterior me fui directa a dormir y no estaba dispuesta a darle los buenos días oliendo a muerto.

El agua tibia de la ducha relaja tus músculos, y el sonido del agua cayendo impide que escuches el abrir y cerrar de la puerta de Jack entrando al departamento, sin embargo, notas su entrada cuando escuchas la música sonar de la radio apenas encendida, sintonizando una canción alegre para la mañana. Cuando salgas de la ducha, y de la habitación, podrás encontrar a Jack preparando el desayuno.

Me metí en la ducha tan rápido, que cuando el agua me golpeó todavía estaba fría. Me estremecí por el contacto, aunque era verano siempre prefería ducharme con agua caliente.

Me froté el pelo rápidamente y, en solo unos minutos ya había terminado. Tenía prisa por salir a desayunar con Jake, me encantaba aprovechar esos pocos momentos en los que nos sentábamos cada uno a un lado de la mesa de la cocina y charlábamos sobre tonterías.

Me sequé el pelo con una toalla y me peiné después de vestirme. Mientras me miraba al espejo pensé que quizá ese era mi problema. No le dedicaba demasiado tiempo a mi imagen. No me maquillaba nunca, a no ser que tuviera algún evento importante y no me hacía nada especial en el pelo. Lo llevaba corto y natural, lo único que hacía de vez en cuando era retocarme el mechón azul que lo decoraba. En invierno me secaba el pelo para no coger frio, pero en verano dejaba que se secase al aire. Siempre vestía de forma cómoda y moderna, pero no me ponía tacones, ni faldas cortas, ni nada de esas cosas que llevaban las amigas de Jake. Resoplé ante el espejo. Estaba molesta, tanto conmigo por no ser como ellas, como con ellas por no ser más naturales. La verdad era que todas esas mujeres eran solo fachada pero, quizá si yo fuera un poco más como ellas, Jake se fijaría en mí. Negué con la cabeza resignada, no iba a cambiar en absoluto de modo que no tenía sentido darle vueltas, estaba contenta con cómo era y no iba a convertirme en una barbie. Era mejor que aprovechara lo que tenía, en realidad yo era quien mejor le conocía y no tenía que sufrir cuando dejaba de llamar, cosa que pasaba cuando la chica en cuestión empezaba a exigir demasiado.

Salí del cuarto de baño con el pelo mojado peinado hacia atrás. Me había puesto una sencilla camiseta de manga corta blanca y un pantalón vaquero corto que, en realidad, había cortado yo misma para aprovecharlo cuando se hizo demasiado viejo para salir a la calle con él puesto. Iba descalza que era casi como mi estado natural, solo variaba entre invierno y verano por si llevaba o no calcetines.

Entré en la cocina sonriendo.-Buenos días, Jake.- Me senté a la mesa encaramada como un mono a la banqueta. Jake siempre decía que no entendía cómo era posible que me plegara de esa forma en un espacio tan pequeño sin caerme. Los días que tenía programa por la noche Jake se encargaba del desayuno.-¿Qué delicatesen made in Jake toca hoy?

Apenas sales de tu habitación, notas como el aroma de los  pimentones* y el tocino cocinándose en la sartén llena la habitación.

Apareces por la cocina y encuentras a Jack vertiendo unos huevos ya batidos en un pequeño bowl a la sartén para preparar una omelette. Puedes ver la sonrisa que se dibuja en su rostro cuando se percata de tu presencia y se gira hacía a ti, mientras se escucha el sonido de los huevos cuajándose en la sartén. Como era de costumbre, de forma animada te dedica el primer saludo del día.- Buenos días guapa.- Antes de girarse hacía su derecha para coger la cafetera con la cual te sirve la, también, primera taza del día.

Entré en la cocina con una enorme sonrisa en la cara. El olor del tocino y los pimientos, mezclado con el café y con Jake, me hacía estar de buen humor. –Buenos días.- Agarré la taza de café que me ofrecía y le di un trago. El primer café de la mañana era, sin ninguna duda, el mejor del mundo. -Mmmmm qué maravilla. Podría besarte solo por esto.- En ese preciso instante me di cuenta de la estupidez que acababa de decir, si no era más cuidadosa, acabaría notando cuanto me afectaba. Me apresuré en reaccionar cambiando de tema para restarle  importancia al comentario, como si fuera solo algo casual.- ¿Qué tal has tenido la mañana? ¿Qué planes tienes para hoy?- Me senté en la banqueta de la barra de la cocina, a la espera de que acabara de preparar el desayuno.