Partida Rol por web

2 de Noviembre

Tras vuestra llegada de Groenlandia a finales de verano, ha pasado ya prácticamente un trimestre. Es verdad, cobrásteis una suculenta recompensa, pero... ¿mereció la pena? seguramente no.

Pues tú antes eras una persona divertida, con sentido del humor, que sabía disfrutar de las mujeres y de un buen whiskey de malta.

Ahora en cambio apenas duermes por las noches, bebes para olvidar y te acuestas con mujeres para no ver en sueños esa horrible masa amorfa que te atormenta todas las noches, a veces ves a Norton siendo empalado una y otra vez por el cuerno de aquella otra criatura transfigurada, atemporal y extraterrestre.

Te despiertas sudoroso y las más de las veces rompes a llorar. Hasta que vas a un rincón de tu despacho, allí tienes guardado "el jarabe del abuelo" que todo lo cura.

¿Tú casa?

Ya no vives allí, es del todo inútil y lo que hacía era crearte una sensación de soledad inmensa que te recordaba al vacío exterior, de dónde vinieron esos bastardos.

Heisenberg no pudo con ello, dejó la agencia y se fue a Iowa a cultivar el campo... llevas más de un mes y medio sin saber de él.

Tú has sido más fuerte o más iluso , según se mire y has continuado con lo único que sabes hacer, investigar. Pero aunque la gente te mire unas veces con admiración y otras como un bicho raro, te siguen tratando como tal y apenas tienes encargos interesantes.

¡Qué les den!

Tienes dinero de sobra y no necesitas buscar gatos desaparecidos...

Te sientas tras el escritorio en el momento en el que el cartero pasa el periódico pasa por debajo de la puerta. Te levantas y tomas el periódico y empiezas a leerlo, das un bote de la silla cuando te topas con un artículo reproducido de un periódico canadiense.

¡ Aquellas bestias de pelo naranja que se decían que vivían en Groenlandia antes incluso de Commorium!

-¡Maldita sea! -exclamo al ver la noticia. Intento apartar la brasa de mi cigarrillo, que acaba de caer sobre el periódico. Es como si de repente mi más horrible pesadilla volviera a la vida.
Podría ser una coincidencia. Un cacho de un mono anaranjado que tuvo la mala suerte de estar donde no debía, sin embargo no deja de recordarme al relato de aquel esquimal borracho.
Dejo el periódico en la mesa. Los recuerdos me vuelven a la mente una y otra vez: Granger, Norton, Poncelet. Cada nombre es un fracaso. Mi fracaso como protector del grupo. Cojo la botella de whisky y le doy un duro trago. Debería estar muerto en vez de ellos.

Tamborileo los dedos contra la mesa. Una curiosidad morbosa me puede. Si esa peste de bichos se expandió, seres como aquella masa de tentáculos puede que también. ¿Qué cosas esperan a la humanidad escondidas en oscuros templos perdidos, o quizá en las entrañas de la tierra?

Termino mi cigarrillo. Me siento tentado de olvidarme de todo y de volver a ver a aquella chica nueva que la señora Duncan trajo de Bulgaria. Diecinueve años y me ha enseñado cosas que jamás habría imaginado. Y aún así no sé si disfruto. Hace un par de semanas le pagué sin haber hecho nada. Me vine al despacho, me emborraché y me acordé de Collins. Si le hubiera hecho caso puede que hubiésemos descifrado los grabados y Poncelet seguiría vivo.

A propósito, no sé nada de él. Ni de él ni de nadie. Ni siquiera ese viejo baboso de nombre Mathieson ha tenido la decencia de llamar. Estará contento, tuvo su historia. A mí el hombro todavía me duele. ¿Y para qué iba a llamar? El trabajo se hizo, punto.

Tamborileo los dedos contra la mesa. Cojo el teléfono.

-¿Operadora?

Collins ha abierto un estudio de fotografía no muy lejos de tu despacho, alguna vez le has visto por la calle y le has saludado con la cabeza, pero nunca has querido saber nada de él ni él de ti, para ti era mejor olvidar o al menos intentarlo, todo cuánto había acontecido.

Del resto de la expedición sí que no sabes nada de nada. Pensando en ésto estás cuando se escucha una dulce voz del otro lado de la línea.

- Sí adelante - contesta la operadora

-Por favor, póngame con la Universidad de Vancouver. Departamento de Zoología, a la atención del doctor Lantilla.

Enciendo un nuevo cigarrillo mientras espero.

- Muy bien Señor, espere un momento si es tan amable. Comunicando... - te deja a la espera.

En ese momento, mientras espera, alguien golpea la puerta de cristal de entrada al despacho

TOC TOC

A través del cristal puedes ver la silueta de un hombre, cuando fijas la mirada ves el rostro de la persona que está al otro lado, es Collins.

Soy un hombre que por su profesión está acostumbrado a todo. Las sorpresas no entran dentro de mi vida cotidiana. Sin embargo este año me han sorprendido ya dos veces. Ver la ominosa figura de lo que ya era casi un fantasma del pasado reciente es otra ruptura de la cotidianidad, la tercera sorpresa y un augurio de una futura desgracia.

-Pase, la puerta está abierta -digo de forma seca, mientras tengo el aparato telefónico al oído.

Al oir al detective, entró en aquel lugar. La verdad es que Marlowe, efectivamente, no parecía el mismo. Esperó pacientemente a que acabara de hablar, y entonces dijo:

-Buenos días, señor Marlowe, ¿qué tal está? Bien, espero. Bueno... podría andarme con rodeos, pero sinceramente no busco éso ahora mismo, así que seré claro. 

Hizo una pequeña pausa dramática, se acercó un poco más al detective, y en un tono más bajo, dijo:

-¿Ha leído algo interesante últimamente en el periódico?

Sin dejar el teléfono.

-Veo que está informado del asunto. Estoy intentando comunicarme con el doctor Lantilla. La telefonista me tiene a la espera. Si usted también ha reparado en lo mismo es que todavía no me he vuelto loco. Curiosa coincidencia, ¿no? Acérquese al aparato, a lo mejor escuchamos algo interesante.

-Claro que no se ha vuelto loco... es más, deberíamos ir. Si no logra hablar con ése doctor, quizá Ethelrod y Mathieson, o alguno de la Miskatonic's tengan planeado ir y podamos unirnos. 

-Espere, a ver si se pone este hombre -pienso unos instantes-. ¿De veras quiere exponerse de nuevo a esas cosas?

-Parece una locura, ¿verdad? Pero sí... ésa expedición me hizo un hombre nuevo... quiero saber. Y quizá podamos ayudar, o evitar que les pase a otros lo mismo que ocurrió en la anterior expedición... o quien sabe. 

Escucháis del otro lado del hilo telefónico la voz de la operadora

- Le paso, Señor- tras una espera de unos cinco segundos contesta una voz femenina -  ¿sí? ¿quién es?

-Hola, soy John Marlowe, quisiera hablar con el doctor Lantilla.

La voz femenina contesta de manera firme - Lo siento de veras, pero el doctor está muy ocupado y no puede ponerse en estos momentos. A decir verdad tardará un tiempo en atender llamadas, anda muy liado - dice con un claro acento canadiense.

-Estoy seguro de que al doctor le interesará lo que tengo que decirle. Es sobre los restos del antropoide de las montañas Caribú. Participé en la reciente expedición científica de la universidad de Miskatonic a Groenlandia y obtuvimos una información valiosa relacionada con el actual trabajo del profesor. Estoy seguro de que una investigación interdisciplinar sería útil en aras del progreso científico.

-Marlowe-dijo Collins, susurrando-¿no se suponía que debíamos mantener la boca cerrada sobre aquello?

Tapo el comunicador un segundo. Y digo por lo bajo:

-Tranquilo, no voy a decir nada que pueda comprometer nuestra palabra. Y además, ¿qué coño le debemos a Mathieson? Él se quedó en Godthab mientras nosotros nos jugábamos el cuello.

La voz de la mujer se vuelve dubitativa por un momento - eh... de veras que no puede ponerse. Por favor si tan interesados están vengan en persona, tengo órdenes de no pasarle ninguna llamada, manden un requerimiento de entrevista por escrito y yo se lo haré llegar -estas últimas palabras con tono más decidido.

-Cierto... pero Ethelrod sí estuvo allí. Y además, ¿no acabaría salpicándole en su carrera soltar algo?