Partida Rol por web

¿A quién ha ido el Gran Nalfeim a rescatar? ¿Quién es el cuervo que vió Yrlinand?

La potente voz de Nalfeim parecieron responder a Jess de repente resonando desde unos árboles cercanos:

- A MÍ, OH BOCCOB, EL SEÑOR DE TODA LA MAGIA, A TU MAS FIEL SIERVO CONCEDE TUS FUERZAS PARA EXPULSAR A AQUELLOS CUYA NEGRURA DE CORAZÓN AMENAZA EL EQUILIBRIO QUE POR MILENIOS RIGE EN ESTE MUNDO.- El clérigo con voz de ultratumba soltaba las frases hechas que tantas veces había repetido durante su larga vida, como un autómata, mientras hacía aspavientos con las manos y elevaba al cielo casi oscurecido el símbolo sagrado de su deidad.-

No pares Nalfeim, piensa..¡no! No pienses, habla, escupe toda la palabrería que en toda tu vida no has soltado.- Por una vez debía convertirse en una especie de Jess masculina y entrada en años. Sólo esperaba que, si salía de esta, nadie pudiera recordarle su lamentable actuación. Quizá una vez acabado el peligro tendría que matar a los testigos.

-TU MANTO ME CUBRA, TU MANO ME BENDIGA, TU PODER ME OCULTE, TU ESCUDO ME DEFIENDA EN LA VIDA Y EN LA HORA DE MI MUERTE.

 ¡Más , más!

- OH JUSTO JUEZ, ARCHIMAGO DE LOS DIOSES,  YO TE SUPLICO CUBRAS CON TU MANTO DE FUERZA DIVINA A LOS QUE SIRVEN A TUS FINES, PARA QUE LIBRE DE TODOS LOS PELIGROS Y GLORIFIQUE TU DIVINO NOMBRE.

Las ramas de los matorrales se movieron cerca de donde provenía la voz de Nalfeim, pero nadie pudo saber si era algo más que el viento del valle.

Tergrar recobró el control de sus piernas y huyó del lobo corriendo alrededor de Marius.

Morrigan casi tropieza al oír la invocación del clérigo. Su tez pálida tomó un tono azulado mientras la ira se desbordaba por sus almendrados ojos. Aun así, mantuvo la compostura y se agachó entre los pequeños. -¿Niños, os acordáis como hacía el lobo de cuento? Auuu.- aulló en voz baja. Los chicos imitaron de inmediato el aullido en un coro de voces blancas:- ¡Auu, Auuu.!-

Morrigan recobró su habitual palidez, llenó sus pulmones y aulló por encima de los niños y Nalefim de forma escalofriante.

Finalmente se volvió hacia Fornund hecha una furia:-¡Se supone que un paladín no puede mentir!- Protesto ultrajada.

Tras descubrirse leyó el pergamino que tenía entre manos para darse un poco de protección pues su armadura permanecía oculta en el bosque y avanzó en dirección a Morrigan amenazante.

- Acabaré contigo.- Decía extrañado por el comportamiento de los niños. Si ella iba a utilizarlos él también podría hacerlo. Los daños colaterales no pesaban en su conciencia.

Jess estaba dividida. Por un lado quería salvar al Gran Tergrar, héroe y mentor, del lobo infernal, pero parecía que lo tenía todo controlado, corriendo histericamente en círculos alrededor de Marius. Por otro lado quería proteger a los niños, nuestro legado, tesoro de paz y amor cuya inocencia debe ser salvaguardada a toda costa. Pero por encima de todo, lo que más ansiaba Jess era... arrrrrancarle los ojos a esa pelandusca de Morrigan y hacérselos tragar por donde sale la caca.

Jess levantó su culo del mantel de una rápida pirueta y se montó en Botones, haciéndole correr con un violento y firme tirón de riendas.

¡Moooorrrigaaaan! ¡Tú obligaste a los niños a hacer daño a uno de sus amigüitos! ¡No te lo perdonareeeeé!

La toporrata y su jineta, que es como un jinete pero con los ojos abiertos como platos y gestos gatunos, hicieron un "Gran Tergrar" y se pusieron a trazar círculos en torno a un enemigo central. Los niños no daban abasto para proteger a Morrigan por todos los flancos, y el equipo de la amistad formado por Jess y Botones no tardaron en encontrar un hueco en las defensas y entrar a saco paco.

Morrigan, teodioteodioteodioteodioteodioteodioteodio... ¡brujaaaaaa!

Jess la sujetó por detrás, rodeándola con los brazos, en una incómoda posición ladeada sobre la silla, con los pies en los estribos y el cuerpo retorcido sobre la silla de montar como un torniquete, pero daba igual. La tenía. Tenía a Morrigan. Uy, no, se le escapó.

No escapes, cobardica. Si te crees que auyando como una perra va a venir a salvarte un lobo gigante como el que se llevó a Ely en la nieve, es que te has tomado más setas que el Gran Tergrar. Ngggh...

Forcejeó tirándola del pelo y arañándole la cara, tal y como sería en una pelea entre dos niñas pequeñas. No necesitaba un arma mágica para arrancarle la piel a tiras. Bueno, sí, porque es vampiresa. Pero seguro que clavando con fuerza las uñas y apretando con toda su rabia puede suplir los beneficios mágicos de cualquier artefacto. Y si no, por lo menos se quedaría a gusto.

¡Y ustedes!-llamó la atención de los peregrinos-¡No se queden ahí pasmados! ¡Aprovechen para coger a los niños mientras mantengo ocupada a Morrigan!

¡Moooorrrigaaaan! ¡Tú obligaste a los niños a hacer daño a uno de sus amigüitos! ¡No te lo perdonareeeeé!

-Sólo colmo su curiosidad- Respondió serena. Pero cuando Jess saltó sobre ella como una enloquecida enana gully, se vio obligada a abandonar su pose regia y luchar.

El ímpetu de la joven hizo retroceder a la vampira que tropezó contra los chiquillos que la rodeaban, Jess arrancaba con facilidad el brillante pelo de la dama de negro, que caía por mechones, pero cuando creía tenerla bien sujeta, la delgada mujer la agarró de las muñecas con una fuerza sobrehumana hasta que ambas se encontraron frente a frente con los brazos en cruz. Los ojos de Morrigan  tenían una profundidad insondable y Jess sintió como su fuerza vital se esfumaba. La vampira sonrió como si quisiera cortejarla. Acercó su mejilla a la de Jess. El perfume a flores lunares era embriagador, pero la cara se le enrojeció como si la apoyase contra la nieve.

-¿Es esto lo que querías?- susurró sobre sus párpados.

Jess trató desesperadamente salvar a los chiquillos:

¡Y ustedes!-llamó la atención de los peregrinos-¡No se queden ahí pasmados! ¡Aprovechen para coger a los niños mientras mantengo ocupada a Morrigan!

Pero los peregrinos parecían congelados por el miedo.

La aventurera sintió un dolor agudo en la muñeca. El pulgar de Morrigan se había clavado hasta el nudillo. Su afilada uña seguía penetrando en su carne, cortando poco a poco los tendones y provocando un intenso dolor que recorría desde los dedos hasta la axila. Un hilillo de sangre descendía por el brazo haciendo el mismo recorrido. Morrigan, con gran delicadeza, acercó sus labios para recoger unas gotas. Jess se mareó, perdió la noción del tiempo y simplemente se quedó dormida.

Shanshar tiene una misión, quizá la clave para resolver todo o quizá una total locura, nadie puede saberlo pero el mago está decidido a comprobarlo y se concentra totalmente en su cometido, excluye todo su alrededor salvo el objetivo y el camino menos ruidoso para llegar hasta él. Camina todo lo rápido que puede evitando ramitas y posibles hojas secas, deteniéndose justo cuando levanta la vista y ve al inmenso lobo junto a Tergrar, puede ser capaz de olerle y desea que el viento no esté a favor del lobo. Pero ahí está también su objetivo, listo para cumplir su objetivo.

¡Amo llegar!

¡Yo avisar peligro!- el petirrojo desciende y se oculta entre el follaje de uno de los árboles desde el que puede observar la escena para avisar a su amo de cualquier cosa inesperada, en la seguridad de un árbol, pocas cosas malas trepan o vuelan y aún menos le ven y su cántico es disimulado, vaya que si. El petirrojo ahueca sus alas y se apolilla en su atalaya. Al ver lo que le ocurre a Jess duda entre si avisar o no, pero al sentir la concentración de Shanshar decide permanecer en silencio.

Paso lo que tenía que pasar. Un primer duelo entre el chistoso viejito Tegrar y el muerto viviente de Marius. (Dando como ganador al equipo de los malos).
Un segundo duelo, entre Jess, y la bruja muertoviviente, vampireza de Morrigan. Ufff…con tantos títulos, también resultó ganadora de la contienda.
Íbamos mal. Para colmo de males, Klurca vio con horror como Nalfeim se convertía también en vampiro, aunque en uno de poca monta, ya que apenas un poco de bruma había a su alrededor…nada que ver con el enanorto que era bruma-pura, de la buena.
Tres a cero. Contó mentalmente. Vamos mal. Y es que Klurca, no era buena para los números, pero contar hasta tres se le hacía bien. En eso, era superior a una orca-promedio. Será su sangre de humana quizás…
Klurca analizo la situación, en apenas una fracción de segundos. Si elegía un oponente facilongo, por ejemplo un niño, seguro pondría el tanteador en tres a uno al menos.
Asi, cargó a toda velocidad contra la cria de orco. Le daría una buena lección por andar aliándose con vampiras. Para colmo, vampiras humanas…
Un, dos, tres largas zancadas (hasta el número mágico, al cual llegaba contando sin transpirar), y dio un gran salto con una de las piernas hacia el frente, como haciendo plancha. Mal…de mala leche digamos. Ni siquiera llegó a ver si el pequeñajo orquito se movía a un lado, o si se quebraba como una rama reseca bajo su bota. La bruta salvaje soltó a mitad de carrera la rosa, y sujetando con ambas manos el espadón, lo enterró entre omoplato y omóplato en la espalda de Morrigan.
Hola. Le susurró dulcemente al oído, arrancando el frio y mágico acero con un tirón bestial hacia la izquierda, dejándole el hombro derecho del lado de la vampireza.
Un perfume a flores lunares era embriagador en la zona, pero el profundo eructo que lanzó la semiorca, con aroma a fungos del viejo, arruinó el aroma.
Te dije que te quedaras "quietetisa"...gruñó.

¡Al fin! Parece que han llegado los demás. Ahora es cuando podremos demostrar nuestra fuerza a la perversa Morrigan. Pero... No puedo creer lo que ven mis ojos. En cuestión de segundos, cualquier esperanza de que todo se resuelva sin violencia se va a pique. Nalfeim se comporta de un modo extraño, como si no fuese él. Jess cae drenada de su energía vital, estrellándose pálida y fría en el duro suelo... para variar. Al instante siguiente, Klurca actúa del mejor modo que sabe... sin pensar. Pero lo peor de todo es cuando veo que embiste deliberadamente contra uno de los niños que había arracimados en torno a la malvada figura de Morrigan.

 —¿Qué estás haciendo, Klurca? ¡Detente!

Desenvainando mi martillo, echo a correr como alma que llevan los diablos hacia la aglomeración de personas y no tan personas. Tengo que intervenir, o si no, dentro de poco no habrá nadie a quien rescatar. Mientras lo hago, trato de evitar en la medida de lo posible a los inocentes niños.

—¡Quitad de en medio, críos! ¡Esto es peligroso!

Es hora de acabar con esto, para bien o para mal.

- ¡Perrito bueno!-musitó el posadero. -Mira, el señor Marius tiene un montón de huesos- Dijo señalando al esquelético esbirro cuyos huesos asomaban por doquier. La estrategia no parecía detener al lobo infernal que corría cada vez más rápido detrás suyo. Tergrar amagó por un lado y corrió en sentido contrario, ganando unos metros.

-¡JA!, estúpido chu...-  El viejo se topó de morros con astuto lobo esperándolo. Tergrar se volvió para correr en dirección contraria, pero ya era tarde. El monstruo lo engulló de un mordisco y quedaron las delgadas piernecillas del aventurero asomando entre las terribles mandíbulas.

   Tran avanzaba agazapado aprovechando cada rama y cada sombra para desaparecer como un ilusionista; pero al ver como devoraban a su mentor, se vio obligado a salir al descubierto y forzar la carrera de tal modo que fue imposible seguir a cubierto.

  Al verlo, el lobo alzó la cabeza y sacudió su potente cuello varias veces hasta que su víctima dejó de moverse. Finalmente lo escupió como si no mereciera la pena tanto hueso para tan poca carne y gruñó amenazante al nuevo adversario.

Tergrar quedó malherido en el suelo. Se quitó el sombrero de pico maldiciendo el día en el dichoso cuervo se había cruzado en su vida. Alzó los ojos hacia el templo de Pelor.

-Ely- Susurró. Sus manos acariciaron el aire...y expiró.

    Al otro lado del cenador Morrigan y Klurca libraban un combate a muerte. La semiorca había hundido su acero profundamente el cuerpo de la vampiresa. Lady Lustmord aulló de dolor y quedó postrada de rodillas. Cuando la bárbara extrajo el arma, manó un auténtico geiser de sangre. Al fluido rojizo y licuado le siguió una papilla parduzca mucho más espesa; como la que los aventureros habían visto al enfrentarse a Yazlik.

La dama reculó pisoteando los manjares repartidos sombre el mantel y embistiendo a varios niños que huyeron aterrados. Se llevó una mano a la herida y al ver que aún conservaba el brazo, mostró sus colmillos y bufó como una gata. Klurca descargó de nuevo un brutal golpe horizontal, pero la vampira se acercó por debajo, golpeó a la salvaje en la muñeca abriendo su defensa y después la arañó con ambas manos de arriba a abajo. La semiorca sintió las uñas cortando su carne hasta el hueso, desde la frente hasta el pecho. Cegada por su propia sangre y con el labio colgando, Klurca trató de retroceder hasta una distancia cómoda para su espadón, pero se encontró a Morrigan a su espalda lista para lanzar un mordisco mortal a su yugular. En el último segundo la salvaje ladeó la cabeza para proteger el cuello, y los terribles colmillos impactaron contra su grueso cráneo. El hueso detuvo el golpe con un ruido seco y Klurca logró separarse del abrazo mortal, pero se dio cuenta de que apenas se tenía en pié.

La furia de Lady Lustmord era aún mas aterradora que la de la semiorco. Solo la madre de Alaister y el peregrino más anciano se atrevieron a acercarse. Otra mujer y un joven huyeron a la carrera mientras que el resto de peregrinos se quedaron petrificados ante lo que estaban presenciando.

Jess no lo sabía, pero por muy poco espacio de tiempo había logrado sobrevivir a la muerte de su maestro. Luego dirán lo que quieran... y puede que en número de años vividos, o tiempo llevado en la carrera de aventurero, el Gran Tergrar le ganase por goleada... Sí, es cierto. Pero también es cierto que la diferencia de generación jamás les habría permitido compararse con un mismo nivel de juventud y experiencia, ante un mismo desafío. En esta ocasión, con una gesta tan complicada, las energías juveniles de Jess y la veteranía del Gran Tergrar habían fracasado por igual. Ambos le habían fallado a Ely. Pero por una vez, el camino recorrido y las batallas libradas la ascendieron a la categoría de la Gran Jess, uno de tantos héroes jamás reconocidos, que luchan con todas sus fuerzas y perecen en el anonimato de una profunda mazmorra o una gran gruta sin que quede nadie con vida para contar su historia.

Ah, no... que todavía quedan unos cuantos compañeros de fatigas vivos. Aún pueden ganar. ¡Ánimo, Grandes Héroes! ¡Derrotad a Morrigan¡ ¡Salvad a Ely! ¡Recordad al Gran Tergrar y a la Gran Jess!

Primero Jess, la inocente Jess, y luego el viejo Tergrar. 

-Maldito aprendiz de mago.- Maldijo Nalfeim para aplacar la pena y la ira que sentía en aquellos tensos momentos. ¿Qué les retenía ahora ahí? ¿Quitarse de encima una maldición que ahora se le antojaba una banalidad?

Venganza.

El clérigo de Boccob salió corriendo profiriendo un grito desde lo más profundo de su ser.

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!- Necesitaba llamar la atención de ese maldito lobo para dejar paso a Shanshar y que lograra alcanzar al no-muerto que se llevaba a Corvinus.

Vio de cerca la muerte de Tergrar, pocos metros mas allá Jess estaba en el suelo con la toporrata al lado, también se encontraba moribunda. La orca no parecía en mejor estado, Tran había perdido el foco y Nalfeim era el único que seguía con el plan.

Era en estos momentos cuando ser capaz de concentrarse sin tener en cuenta las circunstancias resultaba una bendición, ya lloraría después a los muertos, si es que quedaba alguien a quien llorar o lograba salir con vida.

Pero ese no muerto se escapaba quizá para ayudar a su ama, quizá porque presentía el peligro, no importaba.

Resultaría casi imposible pero Shanshar, con el libro por delante salió corriendo en dirección a Marius, su invisibilidad impedía que le viesen, pero resultó imposible evitar el follaje y que sus pasos se marcaran mientras corría. No obstante logró alcanzar al no muerto y con un movimiento fluido introdujo entre las costillas del no muerto el arcanábulo tocando al cuervo con la esperanza de que sólo esto lograse deshacer el encanto. En caso de no ser así saldría corriendo antes de que el lobo lograse individuar su presencia con total certeza.