Partida Rol por web

     El grito de Nalfeim llamó la atención de todos, especialmente de Mórrigan, que volvió la cabeza hacia él con un gesto agresivo. Cuando Shanshar se acercó, la vampira miró en su dirección alertada por el sonido de sus pies y el rastro de hierba aplastada que dejaba.

 -...Ya echaba en falta al encantador trovador- Murmuró cambiando su feroz expresión a una de morbosa curiosidad.

El mago no detuvo su carrera ni un instante, consciente de que su oportunidad de entregar el valioso tomo sería ahora o nunca.

Antes de que sacara el libro de su bolsa el cuervo se revolvió en su macabra prisión y abrió de par en par sus pequeños ojillos negros como si pudiera verlo a pesar de su invisibilidad. El pájaro sacó la cabeza entre las costillas de Marius y abrió el pico varias veces, pero no se escuchó graznido alguno. Después agitó sus alas como si se aferrara a los barrotes de una celda, hasta que Shanshar acercó el libro. El ave quedó petrificada un instante. Miró el libro, después al invisible Shanshar y de nuevo al libro como si no diera crédito a sus ojos; hasta que finalmente alcanzo a acariciar la cubierta del poderoso arcanábulo con las plumas de un ala.

    A pocos metros, Nalfeim sintió una leve sensación de vértigo cuando el peso de su cuerpo pareció diluirse, y recuperó de pronto, el vigor que había ido perdiendo desde que el geas lo dejara marcado.

    El cuervo frunció el ceño en dirección al clérigo como si reconociera lo que acababa de suceder. Después miró a Shanshar abriendo y cerrando el pico como si hablase, pero de nuevo nada se escuchó. Frustrado, volvió a agitarse en el interior del no-muerto tratando en vano de escapar.

Cuando Morrigan le mordisqueó el cerebro -un seso sin mucho sabor para ser sincero- el perfecto agujero que Klurca le habia hecho a la vampiresa en su panza, se comenzó a cerrar y cerrar.
Uggg...¿brujita eh? balbuceó la guerrera, quitandosela de encima con un codazo capaz de partir un coco en el aire.
A continuacion, lejos de rendirse o de huir, la salvaje sangre-orca le rugió en plena cara palida.
AHAHHRRRRRRUUGGGGGGGGGG!!! Dicen que los vampiros tienen oidos muy sensibles, con lo cual practicamente la dejó sorda por unos segundos. Y asi, en parte gracias al aturdimiento de la sordera, pero mucho más debido a la fuerza bruta y al envión que aun tenia la semiorca a raiz de la carga, le descargó un mandoblazo lateral, abriendole el craneo a la mitad. Se lo hubiera cortado directamente, dejandola sin ojos ni nariz, si no fuera por...bueno, porque el acero magico quedó incrusta a medio camino en la cabeza de ultratumba de Morrigan, atascado como si se tratara de una piedra y no de un craneo.
Klurca, sacudio la espada a la derecha, luego a la izquierda, y al final optó por empujar con la bota los senos marchitos, palidos, de muerta viviente, logrando liberar el espadón.
Eh? ¿Aun vive? se sorprendió al ver la ira en el rostro de la hechicera. ¡Toma tu! Exclamó, ésta vez con un mandoble hacia abajo, como hachandola.
La vampiresa, alzó la mano a toda velocidad, atrapando el acero entre dos dedos con una fuerza sobrehumana.

Ugg, maldita, suelta mi espada. Le escupió al rostro, dibujandole una franja roja de sangre sobre la piel palida blancuzca.
Morrigan sonrió con malicia, y se lamió sin asco el gargaco sanguinoliento.

Espantada, Klurca retrocedió un paso, tratando de buscar un respiro y de pensar otra estrategia....Tal vez por detras. Pensó.

    El lobo infernal saltó sobre Tran, pero el pícaro rodó por el suelo, incorporándose de inmediato. La bestia emitió un gruñido grave y comenzó a caminar lentamente en círculos. Tran reaccionó caminando de lado con ambas espadas extendidas en horizontal, listo para pivotar en cualquier dirección. Por fin el monstruo se decidió a atacar, esta vez aún más rápido. Pero de nuevo el joven brincó lejos de sus fauces y manteniendo una distancia prudencial. Ninguno de los contendientes sería presa fácil para el otro.

  Marius se agachó torpemente sobre Jess. Con toda la parsimonia de un zombi, tomó el brazo de la indefensa joven y abrió la boca de par en par, cuando Morrigan lo reprendió:

-¡No!. ¡De ninguna manera gordopilo!-

La semiorca aprovechó la distracción para destrozarla con su espadón. Morrigan rodó por el suelo aullando de dolor mientras decenas de plumas de su ropa quedaban flotando como en una pelea de almohadas.

Marius se quedó observando a Jess con sus refulgentes cuencas vacías hasta que sin más, volvió a incorporarse. Esta vez sus pasos lo llevaron hasta el  pequeño Alaister, que empezó a chillar cuando el zombi levantó los brazos hacia él.

Ve al cuervo incrédulo, no esperaba realmente que funcionase, pero... ¿será por lo menos libre Nalfeim? No tiene tiempo para comprobarlo, pues el zombie sigue a lo suyo y no tiene forma de detenerle sin perder su invisibilidad, pero si tiene tiempo de ver al fornido paladín y gritar -¡Fornund! ¡Libera al cuervo!

Ese conjuro... parece un efecto de silencio, aunque normalmente se encuentran en un área mucho mayor, para hacer que afecte un área tan pequeña... sería mas sencillo lograr que afectase al zombie que al cuervo... y es un conjuro clerical... ¿que tenemos aquí? -su hilo del pensamiento se quebró al ver que el zombie se dirigía a un niño, no dudaba que Fornund actuaría, pero en caso contrario tendría que mandar su invisibilidad al garete.

Cita:

Klurca, sosteniendo el espadón cruzado frente a la temible vampiresa Morrigan a modo de escudo, observa la reacción de la joven muertoviviente al escuchar la orden en boca de Shanshar.

Porque mierda no rodean a la bruja éstos humanos imbéciles...

Klurca sangra cerca de mí, y casi puedo sentir cómo su cuerpo se enfría rápidamente a medida que su fluido vital riega el suelo. Tergrar yace destrozado en el suelo. Jess está tendida, no sé si viva o muerta.

Y entre mis compañeros... mis amigos... cunde la desesperación. Pero no me puedo rendir. No, no me rendiré hasta que el último de mis miembros no haya sido arrancado de mi cuerpo. Todo este dolor, esta muerte, será compensada con justa venganza.

Doy un paso rápido hacia atrás, escapando del alcance de las muertas garras de Mórrigan, al tiempo que comienzo a entonar una salmodia de venganza y sangrienta retribución. La ira tiñe mi cavernosa voz con un tono atronador y terrorífico mientras juro solemnemente ante Moradin no solo matar al monstruoso engendro que hay ante mí, sino destruir su alma y su esencia misma, haciéndola desaparecer de la existencia. A cambio, entregaré una porción de mi propia esencia vital,.

Las energías mágicas de mi dios empiezan a volar a mi alrededor, reflejándose en mis impasibles ojos del color del hierro, y un aullido apenas audible resuena en torno a mi arma, que late con un fulgor de aniquilación.

—Estás muerta —afirmo con serenidad, clavando mi fría mirada en el futuro cadáver.

    Tran levantó la vista cuando escuchó a Shanshar. Si el mago flanqueaba al Lobo sería más fácil. Dio un paso a un lado, el monstruo lo siguió justo donde quería. Amagó con la espada corta forzando al lobo a balancearse. Cuando el animal tenía todo el peso apoyado en dos de sus patas, lanzó un tajo con su espada larga contra ese costado. Un trozo de oreja cayó al suelo. El pícaro apenas se permitió una leve sonrisa y dio otro paso atrás. -poco a poco- se dijo.

    Alaister Estaba petrificado por el miedo. Miró a Lady Lustmord en busca de ayuda, pero la vampiresa había dejado de prestarle cualquier atención y Marius le echaba encima. A su lado otra joven lo miraba con la misma indiferencia que al pajarillo que acababa de achicharrar con la lupa.

Los otros dos chiquillos humanos y la elfa se dispersaron por el jardín en todas direcciones.

La cría de orco de ojos maliciosos alzó su cuchillo ensangrentado contra Fornund. El paladín terminó de ejecutar su sortilegio sin prestarle mayor atención. Ese renacuajo verde ni siquiera sabía cómo sostenerlo y no parecía una amenaza, pero entonces se dio cuenta de que no era un vulgar cuchillo, sino algún puñal ceremonial. Bajo la sangre que lo recubría se distinguían piedras engastadas y complicadas filigranas de motivos siniestros.

-¡Fornund! ¡Libera al cuervo!

La vampira, que había visto los desesperados aspavientos de Corvinus, miró en dirección a Shanshar y entrecerró sus hipnóticos ojos ambarinos.

—Estás muerta —afirmo con serenidad, clavando mi fría mirada en el futuro cadáver.

Morrigan alzó las cejas y respondió con otra obviedad: -Y tú eres un enano- Pero luego añadió aun ofendida-...Y un embustero- Lejos de asustarse, la dama de negro dio la espalda al paladín y a la temible semiorca. Sonrió en dirección a Shanshar y les preguntó: -¿Cómo vais a atacarme sin vuestras armas?...¡ϞΘLTДRLO!- Ordenó con voz tan firme que la tierra retumbó a vuestro alrededor.

...Y se quedó mirando la hierba esperando su premio.

La madre de Alaister corrió hacia su pequeño. Aprovechando que Morrigan parecía mas preocupada en algo que había a su espalda, la mujer se abrió paso hasta Fornund y tiró de su hijo antes de que el zombi lo agarrara.

El anciano peregrino la siguió. Al toparse con la cría de orco que sostenía el puñal ceremonial se llevó las manos a la cabeza. -¡Por lo más sagrado del filamento!- Se santiguó al reconocer las terribles inscripciones del arma y a continuación propinó un sonoro bofetón al crío que hizo que se le cayera el arma. -¡Largo sabandija!- Le gritó para acabar de espantarlo.

Sin poder evitarlo, mis dedos se aflojan y mi voluntad se quiebra. Mi martillo cae pesadamente al suelo ante mis atónitos y horrorizados ojos.

Shanshar siente la poderosa fuerza mágica de la palabra -una orden imperiosa mayor, ¿es una sacerdotisa de tal poder?- logra pensar antes de tener que levantar sus propias barreras mentales ante la orden que su cabeza intenta enviar a sus manos para que suelten el arcanábulo. Durante unos instantes que parecen una eternidad para Shanshar se esfuerza en combatir la magia, se concentra en esa gotita de sudor que se ha formado y desciende lentamente... tan lentamente que podría estar quieta, pero no, ahí sigue bajando ignorando todo el poder mágico desatado a su alrededor; ya ha pasado y desciende por el puente de la nariz, quedándose colgando en la punta de la nariz.

Shanshar sigue concentrándose mientras sus dedos casi empiezan a abrirse mientras cede, entonces la gota de sudor cae al suelo y la magia se detiene de pronto, derrotada in extremis. Shanshar aferra aún con mayor fuerza el arcanábulo y dice con la voz quebrada por los jadeos -¡El cuervo! ¡Es nuestra única posibilidad! Es una sacerdotisa de gran poder, será capaz de manipular energía negativa y sanarse.

Estoy en peligro, si posee tanto poder su próximo acto al ver que no ha tenido éxito será purgar mi invisibilidad, tengo que alejarme y que no sepa donde me encuentro. Sólo está jugando con nosotros hasta que recupere el artefacto.

Que suelte la espada?...bueno...Soltar... Susurró embotada, la semiorca, al tiempo que apoyaba la punta de acero en el suelo, y dejaba caer la empuñadura.

Un momento......

Sin embargo, en realidad el conjuro no habia hecho efecto en su drogada mente al "champiñon"...sino que la poco voluntariosa orca (por poca voluntad), simplemente escuchaba una orden, y sin pensarlo dos veces se le daba por obedecer, por puro despiste.

Por suerte, la idiotez duró poco. La guerrera, sostuvo con la bota derecha el puño del espadón, y pateando hacia arriba la volvió a sujetar con ambas manos.
HEY! NO! Ni que estuviera borracha de fungos la suelto! Le replicó, midiendo la distancia hacia su cuello.

¿¿Me está dando la espalda...? Uggg.... dudó la barbara. ¿será que hay trampa encerrada, o de verdad que me deja la nuca asi, lista para el cascazo?

En el suelo, inconsciente, la manita enguantelada de Jess se abrió un poco para soltar un arma (o quizás un muslo de pollo, o un muslo de Shanshar) que solo blandía en sueños. Ah, no... espera... según Jess se va muriendo más y más, afloja los tendones a la espera de que el rigor mortis los vuelva a tensar en unas ocho horas. Porque mucha orden imperiosa mayor y mucha sacerdotisa del copón, pero el Gran Nalfeim le dijo una vez que debía fortalecer su mente de caca. Y desde entonces Jess no tiene mente de caca... esfínteres relajados y popó en los pantalones sí, como todo moribundo, pero mente de caca no. Y ahora solo faltaba que el Gran Nalfeim siguiese su propio consejo, y permaneciese estoico ante una orden que ni es orden ni es ná, es solo una mera directriz.

Nalfeim continuó su alocado avance, sintiéndose desnudo sin su pesada armadura, aunque ligero como una pluma, sin poder hacer nada para evitar el desastre que se desarrollaba ante sus cansados ojos. Si hubiera sido más joven puede que se hubiese cagado en los pantalones al ver a la vampiresa en acción. Era poderosa y presencias sus ataques te dejaba sin respiración. Sólo las personas de voluntad férrea como el acero podrían enfrentarse a ella.

Se posicionó cerca de la malherida semiorca, la única que había demostrado la habilidad y el coraje necesario para enfrentarse a Morrigan.

Está loca. No rige y eso la hace arriesgarse. Como Jess.

El clérigo sintió cómo la boca del estómago se le cerraba  y una incómoda sensación le atenazaba la garganta al ver el cuerpo de la joven inconsciente en el suelo. ¿Remordimientos? Uno no llegaba a viejo dejándose llevar por las emociones así que apartó el pensamiento.

No puedo llegar a todos...¿Qué estás haciendo Shanshar? Saca de ahí a Corvinus.- Estaba claro que Morrigan no iba a ponérselo fácil pero era su única oportunidad. Tran suficiente tenía con el lobo infernal.

- No te me alejes.- Le dijo a Klurca de manera escueta. Fue entonces cuando se percató de la presencia del niño orco y del cuchillo  caído en el suelo. ¿Qué demonios era eso? Nada bueno seguro.- Fornund, dame algo de tiempo.

Nalfeim, el clérigo, corrió hasta su lado, sujetando el símbolo sagrado para evitar que golpetee una y otra vez contra su pecho. El sacerdote se plantó frente a Morrigan, o más bien un metro más atrás, y le ordenó -todo el mundo parecía ordenar cosas a Klurca hoy- que se quedara cerca.

La mujer (u orca), dominada por la furia, era puro instinto, y fue éste quien la indujo a mantenerse cerca del clérigo, y a la vez lejos de las mortales garras de Morrigan.
Aferrando el recién recuperado espadón con la diestra, más como para protegerse de un posible embate de la vampiresa que para atacar a alguien, la semiorca se lanzó a la carrera, pisoteando madres y niños por igual.
Con el golpe que le había propinado a Morrigan, la salvaje esperaba un griterío de "!Klurrrrca!, !Klurrrrca!,!Klurrrrca!,....Sin embargo, tan solo se oyeron cosas como:

Cita:

o...

Cita:

La bárbara mucho no entendía. Hubiera sido mucho mejor gritar: "Klurca, ve y corta a Marius al medio, así el pajarraco puede huir y salvarnos a todos", pero no...nada de eso.

Aun así, la mala onda (O negatividad), de ultratumba, que emanaba de las zarpas de la vampiresa, así como el astuto y siempre certero instinto de la salvaje, ayudó más que mil palabras. Klurca se abrió camino, aplastando de un rodillazo la mandíbula de Alaister, casi por descuido...nada intencional, y le descargó un poderoso mandoble horizontal a Marius, justo a la altura de las costillas-barrotes, pero un palmo por encima del apresado cuervo.
Aun así, el pajarraco agacho la cabeza, como si se tratara de una perdiz, pero seguro, o casi seguro, que si no hacia ese movimiento tampoco hubiera corrido peligro alguno.

Tras la guillotinada horizontal, Klurka abrió las piernas, como jugando a la popa-túnel (Los orcos lo juegan mucho, y cuando uno pasa por debajo para desparalizar al que fue "tocado", le da un mordisco a los genitales...y gritó señalando hacia Morrigan.
¡Formund! Pasa por debajo!! (ella también daría ordenes como cualquiera de los machos-humanos presentes)

El rodillazo que la semiorca le propinó a Alaister lanzó al crio hacia atrás directamente contra Marius. El no muerto lo observó unos instantes antes de abrir la boca tratar de agarrarlo con su brazo descoyuntado. El chico chilló de terror y se dejó caer hacia un lado evitando que lo atrapara. Klurca no desaprovechó un segundo y su mandoble segó al zombi haciendo saltar fragmentos de hueso en todas direcciones. Marcus cayó al suelo partido en dos ante la mirada incrédula de los aventureros.

Desde su extraña postura la semiorca vio al cuervo abriéndose paso entre la pastosa masa de vísceras en que había sido reducido el torso del difunto pelorita. Liberado de su prisión, el exhausto Corvinus expectoró unos grumos parduzcos, antes de poder tomar aire en sus pequeños pulmones.

Morrigan lo observó indiferente. Lady Lustmord parecía más preocupada por el asustado Alaister, que ahora trataba desesperadamente por volver a las faldas de su madre. La vampiresa extendió el brazo y le ordenó con suavidad: -Vamos Corvax, a mi brazo-

El mago vió con esperanza como la semiorca parecía haberle escuchado y se dirigía hacia Marius para resctar a...-no irá a...- observó con horror y casi con extrema lentitud como el espadón se acercaba al torpe zombie... como empezó a rajar la carne podrida y los crujidos de todas y cada una de las costillas y el espinazo. Cerró los ojos inspirando profundamente mientras la desesperación pugnaba por derruir el Vacio que creaba su concentración, pero cuando volvió a abrirlos pudo ver que el cuervo salía de los restos del zombie. Entonces escuchó la orden de Morrigan -evidentemente no podía no tener algún control sobre él, pero no parecía ser total o no me hubiese intentado comunicar algo.

¡Corvinus! Dime como liberarte. ¡Fornund el cuervo, es Corvinus!- parecía el único capaz de hacer algo y no se atrevía a que la semiorca tomase más acciones del estilo.

Mientras tanto se dió cuenta de su situación y recordó la presencia de la vampira, ¡la maldita semiorca había hecho que se olvidase de ella! ¿Pero que podía hacer?

Tengo que asegurar el arcanábulo, parece ser la única llave que nos queda. Pero tengo una idea. Espero que funcione...

Sacando su mejor voz de actor y mentiroso consumado intentó urdir una última charada hablando con voz tonante para hacerse escuchar por encima del ruido de pelea -Morrigan, detén esta matanza, he descubierto lo que hay detrás del arcanábulo y poseo la posibilidad de teleportarme. No deseo abandonar a mis compañeros- sintiendo el corazón acelerado aprovecha para establecer una pausa dramática -pero juzga que ocurriría si el arcanábulo y el conocimiento de lo que ocurre aquí llegase no a un viejo de mente débil, sino...

Al instante de pronunciar su última palabra empezó a alejarse cuidadosamente con la esperanza de que todo el ruido distrayese a la vampira introdujo el libro en su mochila, ningún conjuro tan poderoso como el anterior lograría extraerlo. Se situó justo detrás del árbol, ninguna sorpresa le llegaría salvo conjuros que atacasen la mente, pero la vampira ya había visto que no funcionaban con él... o eso esperaba.

Es el último conjuro... que alguien coja al cuervo...- Shanshar rezaba, incluso si no era un hombre de fé como Nalfeim, pero necesitaban un milagro.