Partida Rol por web

-Morrigan, detén esta matanza, he descubierto lo que hay detrás del arcanábulo y poseo la posibilidad de teleportarme. No deseo abandonar a mis compañeros- sintiendo el corazón acelerado aprovecha para establecer una pausa dramática -pero juzga que ocurriría si el arcanábulo y el conocimiento de lo que ocurre aquí llegase no a un viejo de mente débil, sino...

     -No te tengo por un necio mi querido Shanshar. Aprecias el conocimiento tanto como yo.- Respondió Mórrigan, pero en su voz asomaba la duda. -Ya habéis superado el Geas. Ahora sé razonable y lleguemos a un acuerdo. ¿Quieres salvar a tus compañeros? Adelante, no tengo nada contra ellos. ¿Queres a Elyzabeth? Estoy dispuesta a dejarla marchar. ¿Quieres los conocimientos del arcanábulo? Podemos compartirlos...¡Juntos!- Le ofreció cerrando el puño. -...Imagínate- suspiró con voz seductora. Volvió la mirada hacia Jess y comentó: -Al margen del libro tengo cierto asunto en el que vuestra ayuda sería inestimable. A cambio...Os ofrezco mi mejor regalo- Dijo mordiéndose el labio lentamente. Entonces escuchó la nieve crujir a su izquierda pero las huellas desaparecieron en cuanto el mago alcanzó la hierba.

-¡Tráeme el libro!- Ordenó Mórrigan al oscuro lobo. Pero la bestia infernal tenía su propio carácter, y atrapar al pícaro era un desafío demasiado apetecible. Fingiendo no haberla oído, el monstruo se abalanzó una vez más sobre Tran pero la agilidad del joven volvió a librarlo de sus fauces.

-¡¿No me has oído?!¡Rastréalo!- bramó la vampira.

El monstruo agachó las orejas hacia atrás y comenzó a recular sin dejar de mostrar los dientes a Tran.

De ninguna manera. No voy a permitir que esto continúe ni un segundo más.

—¡Mórrigan! —grito, llamando la atención de la vampira—. No hay más palabras. ¡No hay más acuerdos! Para ti la muerte no significa nada... Pero te has llevado a un gran amigo nuestro solo por tus delirios de grandeza y tu capricho blasfemo. No vamos a aceptar tu «misericordia». ¡Vamos a destruirte, o caeremos intentándolo! ¡Hasta la muerte! ¡Moradin!

Casi arrollando a Klurca por el camino, me lanzo a la carrera contra el ser de ultratumba, cargando contra ella sin nada más en mis manos que mi escudo. Mientras corro, la cadena de mi símbolo sagrado sale de debajo de mi gorjal, lanzando un leve destello plateado al aire mortecino de la noche. Estoy decidido a destruir a Mórrigan... o a morir en el intento.

Tran no podía hacer nada por Tergrar y estaba demasiado lejos  para auxilar a Jess.

-Un paladín y un clérigo...¿Y esperáis que yo haga de curandero?- Bufó con resignación. Calculó la distancia que le separaba de su compañera malherida. -Está bien- Se dijo. No envidió la carrera que se iba a dar Shanshar con el monstruo pegado a sus talones, pero no podía dejar morir a Jess.

El pícaro avanzó con la espada corta sobre su cabeza como si fuera el aguijón de un escorpión, dio una zancada el frente amagando con la larga y cuando el lobo lanzó su dentellada, cruzó las piernas en una maniobra de esgrima, alcanzando al lobo en el trasero con su afilado acero.

Mientras corro, la cadena de mi símbolo sagrado sale de debajo de mi gorjal, lanzando un leve destello plateado al aire mortecino de la noche. Estoy decidido a destruir a Mórrigan... o a morir en el intento.

    Morrigan apartó la vista del pequeño abalorio, aterrada por un resplandor que sólo ella cegaba. El paladín cargó contra ella en último y temerario ataque, armado sólo con los guanteletes de su armadura. Morrigan no pudo contener la embestida y empezó a recibir una lluvia de golpes en su delgado cuerpo, pero a pesar de la tremenda fuerza del enano, la vampira parecía doblarse como un junco y soportar cualquier castigo, entonces el paladín invocó a su dios y sus manos abrasaron a la vampiresa con un fuego azulado. Lady Lustmord chilló de dolor cubriéndose la cabeza con los brazos hasta que quedó hecha un ovillo en el suelo. Fornund se detuvo para recuperar el aliento. ¿Había acabado con la abominable dama oscura? La empujó con la punta de su bota sin respuesta. Pero antes de que pudiera decir nada, Morrigan se incorporó y deslizó su delgada mano por debajo del pectoral del paladín. Fornund sujetó el brazo de la vampira mientras sentía como sus uñas buscaban su corazón. Con un titánico esfuerzo logró sacar la garra de debajo de su armadura. La vampira bufó de rabia y retrocedió pegada al suelo como un animal. Sus heridas dejaron de sangrar casi al instante, pero por primer vez habían hecho retroceder al ser de ultratumba.

Lady Lustmord se irguió una vez más clavando su mirada sobre el clérigo. Esta vez sus ojos refulgieron un insano destello ambarino. -Clérigo- Dijo escupiendo la palabra. -...Y tú. Paladín- gruñó haciendo un esfuerzo por pronunciarlo. -¡LARGO!¡No quiero volver a veros nunca más!-

Morrigan miró a su alrededor con los ojos enrojecidos. Los niños corrían en todas direcciones, alejándose de ella. Alaister, que un minuto antes se abrazaba a ella, ahora huía con su madre.

Solo dos de ellos parecían aún bajo su influjo. Una niña de aspecto enfermizo cerró filas junto a su señora. La cría de orco se pasó la mano por la mejilla abofeteada y devolvió una mirada de odio al peregrino. Mostrando los dientes como su ama se agachó a recoger el puñal ceremonial. Sin más opción para detenerlo, el anciano lo abofeteó de nuevo, dejándolo inconsciente esta vez.

-Vamos Corvax, a mi brazo-

Corvinus trató de volar, pero sus empapadas plumas lo obligaron a arrastrarse. Se alejó del convulso cadáver de Marius y clavó sus negros ojillos en la vampiresa.

-¡Me llamo Corvinus Heliodon!- Graznó desafiante. -¡No soy tu mascota!- protestó alzando un ala. -...Y aún me queda algo que decir en esta historia:  ¡Sᶕrmo ᵴtuᵽeϝaciunᵵ!* -

El aire pareció estallar alrededor de Morrigan, comprimiendo su cuerpo y dejándola sin aliento. La vampiresa se quedó con los ojos en blanco, tratando de protegerse con los brazos, pero fue en vano. Una fuerza invisible la aplastaba desde dentro aturdiéndola sin que pudiera hacer nada para evitarlo.

- Por los rayos de Pelor, ¡Que ganas la tenía!.-Jadeó el cuervo exhausto-  ¡Atravesar su corazón con algo de madera!.- Apremió el cuervo a los aventureros -¡RÁPIDO! ¡No tendremos otra oportunidad!.-

Klurca apartó la vista del pequeño abalorio del enano, aterrada por...bueno, por cualquier luz sobrenatural, por más benigna que sea.
Cuando volvió a abrir los ojos, Morrigan yacia en el suelo, como una muchacha hermosa, tiritando de frio...pero sin la parte tierna, y un pajarraco. Ah! Es el cuervo que "liberé" recien!...se unia a la moda de dar ordenes a todo el mundo.

Cita:

TENGO METAAAAAAL! Rugió Klurca. Mucho mejor con metal que con madera...y es metal con brubrujis...
Y dando cuatro o cinco de sus largas zancadas, se plantó sobre la vampireza, estaqueandola (pero con metal), de arriba hacia abajo.

A punto estuvo Nalfeim de dar un buen coscorrón a la cría orca cuando el peregrino hizo lo propio. Manteniendo su mirada en el anciano, aquella imperturbable e imponente mirada que sabía que tenía, recogió la daga ceremonial.

¿Querías esto zorra? Pues lo tendrás, pero no ahora.

Miró una vez más a la inconsciente cría orca y negó con la cabeza imaginándose lo sucedido con aquel pobre chiquillo que se habían encontrado muerto, al que sólo Jess parecía haber echado de menos.

Jess...

No había tiempo para entretenerse demasiado. La mención que le hizo la vampiresa le hizo girarse de lleno y una fuerte onda expansiva, quizá sólo percibida pro él mismo , le hizo tambalearse.

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAARRRRRRRGGGG! ¡¡COMO OSAS...- Apretó los puños con fuerza y contuvo la respiración mientras tenía muy presente en su férrea mente el símbolo de su dios, Boccob. Soltó el aire en un sonoros suspiro y se tambaleó unos pasos hasta acabar junto a Corvinus y la inconsciente Jess. Hincó la rodilla en el suelo haciéndose el mareado aunque había superado  el ataque de Mórrigan.Puso su mano sobre el cuerpo de Jess, como quien no quiere la cosa, y solicitó de nuevo la piedad suprema de Boccob.- ¡No nos dejes ahora, vamos!

Jess tenía los zapatos más fantabulosos del mundo. Se los había regalado un zapatero hace siete años, en agradecimiento por haberle salvado de las mafias zapateriles y sus esbirros. Y sí, en aquella época le quedaban enormes. Pero todo objeto cumple su función en esta vida, y hoy, con la talla adecuada de pie (si lleva calcetines gordos), aquellas botas mágicas tenían una cita con el destino...

¡Uaaaaaaah!

Los ojos de Jess se abrieron como platos. Tenía sus pupilas color avellana completamente dilatadas. Aquella curación del Gran Nalfeim tenía efectos parecidos a un subidón de azúcar. Era algo científico, que tenía que ver con inducir vida mediante la magia en un cuerpo de menos de cien libras (y quien diga que pesa más, miente) previamente "vaciado" por el drenaje de Morrigan.

¡Morrigan! Mo-mo-morrigan. ¿Qué ha pasado con Morrigan?

Y ahí es dónde sus zapatos hicieron magia: Jess se puso en pie de un salto, toda nerviosa, en menos de un segundo. Esa velocidad le dió tiempo a su cerebro caca de ubicar a Morrigan a su alrededor. Y después... bailó. No había podido bailar contra Yazlik, por pasarse todo el combate poseída. Tampoco tuvo oportunidad de marcarse unos bailes con Glaudia, por culpa de aquel... malentendido. Pero este momento se vivía como un réquiem, y Jess estaba allí, ultra azucarada, dispuesta a mover el esqueleto. Y el réquiem entonaba así:

Niananaonianoooo...

Ya está, ya está, ya está. Se acabó-dijo, aún eléctrica por toda la curación del Gran Nalfeim, y tras haber ensartado a Morrigan-. Hemos ganado. Creo.

En un abrir y cerrar de ojos, sus rápidas manos habían sacado dos flechas del carcaj. Las flechas eran como un enjambre de abejas: molestas, pero no picaban si no te movías, y Morrigan no se movió. Pero al tercer intento, la flecha había atravesado el pecho de la vampiresa. Eso debía de bastar con la mayoría de los vampiros.

¿Gran Tergrar? Gran Tergrar, ¿has visto lo que he hecho? ¿Dónde estás?-siguió con la mirada la linea del horizonte, tratando de encontrar a su maestro.

Jardines del santuario de Pelor

Valle del Sarda

ocho minutos para el ocaso.

    Jess clavó ambas flechas en el pecho de Morrigan. La primera se quebró contra una costilla, pero la segunda se clavó profundamente, arrancando un alarido desgarrador a la vampira. El eco de su grito resonó por todo el cielo como si todos los seres de ultratumba se unieran al lamento.

   El fulgor ambarino de los ojos de Lady Lustmord se desvaneció hasta adoptar un aspecto casi humano. Morrigan extendió la mano hacia Jess tratando de advertirla de algo. Por algún motivo la vampiresa había impedido que el zombi la devorase en un gesto de debilidad o como parte de otro macabro plan. -...No dejes que la noche te alcance. Huye preciosa- Dijo al fin con un hilo de voz.

Ya está, ya está, ya está. Se acabó-dijo, aún eléctrica por toda la curación del Gran Nalfeim, y tras haber ensartado a Morrigan-. Hemos ganado. Creo.

-Este bicho no se va- La cortó Tran sin quitar ojo al lobo infernal. -¿...No debería esfumarse con ella...o algo?- preguntó a los entendidos del grupo.

Corvinus se apresuró a responder:

-Los vampiros vuelven a la vida si les retiras la estaca. Hemos de destruir su cuerpo.- A pesar del tono resabidillo, el maestro polimorfado compartió su temor: -Sin embargo eso liberaría de sus ataduras a toda su progenie, extendiéndose como una plaga por todo el continente.- Se tomó un momento para meditarlo, ajeno al apurado duelo que mantenían Tran y el lobo.

 -Solo hay una solución- Dijo al fin levantando una de sus alas. -Morrigan era la única capaz de burlar su sagrada luz. Hemos de evitar que se haga de noche para que no puedan salir.-Aseguró rotundo.

-¿Qué diantres dice ese pájaro...?- Respondió Tran incrédulo. -Nos cargamos al lobo, salvamos a Ely ¡y salimos por patas!-

¿Gran Tergrar? Gran Tergrar, ¿has visto lo que he hecho? ¿Dónde estás?

-Lo siento Jess. El maldito lobo se lo comió- Respondió Tran esquivando otra dentellada del monstruo.

A pesar de la flecha clavada en su pecho, el rostro de Morrigan adoptó un gesto hermoso y sereno como si estuviese sumida en un plácido sueño.

El eco de su lamento volvió a resonar en la distancia. Esta vez se distinguió el aullido de toda una manada de lobos.

-¡Tenemos que irnos de aquí!- Insistió el pícaro.

Jess se llevó las manos a la cabeza. La noticia de la muerte del Gran Tergrar fue un duro mazazo. Todo esto, toda esta dura misión, era para que Ely y su padre pudiesen estar juntos. Ahora se había quedado en un "salvar a Ely para contarle cómo no pudieron salvar al Gran Tergrar". Todavía no sabía cómo iba a mirarle a la cara a Ely después de haberle fallado así.

Un puntapié rápido de Jess al muslo de Morrigan fue la única satisfacción que obtuvo para desquitarse. La chiquilla estuvo inconsciente, y no supo qué tan cerca estuvo de morir a manos de Marius. Para Jess, Morrigan seguía siendo el monstruo horrible que obligaba a niños a matar a otros niños. Y no quedaba tiempo para una segunda patada...

¡Aún tenemos que salvar a Ely!-azuzó al resto, montando en su fiel Botones, con su silueta bajo el contraluz del sol rojo del atardecer-Solo disponemos de unos minutos para romper las vidrieras de la catedral.

Shanshar... registra a Morrigan. Entre sus ropas tenía algo con lo que llamó al lobo que se comió a... Encuéntralo. Seguro que sabrás manipularlo para ordenar a esa bestia que se vaya. Y manda a Yrlinand a buscar a Jagga y Sîglu.

Tran... perdón, perdón, perdón... trata de entretener al lobo un poco más...

Klurca... necesitamos que cargues con Morrigan Caradecaca. No podemos dejarla sin custodia, o cualquier aliado suyo podría quitarle la flecha del pecho y despertarla.

Gran Fornund... ¿Hay alguna ballesta o catapulta en las defensas del templo con la que podamos apuntar a las ventanas del templo y acabar con esto de una manera rápida y espectacular?

Corvinus... Todo lo que ha pasado ha sido culpa tuya. Cuando fuiste a la posada del Jabalí Verrugoso estabas poniendo en peligro a Isabella y a Erik. El libro que dejaste allí le ha costado mucho sufrimiento a dos personas a las que quiero. Eres un mal hombre, y un mal padre. No tenemos suficiente ámbar como para catalizar un día perpétuo, pero esas cobardes avariciosas de Jagga y Sîglu picaron un poco en la mina. Si las encontramos... ¿puede ser suficiente para prolongar el día unos minutos más?

 Y en cuanto a vosotros, mis queridos peregrinos... ¡Coged los niños y seguidme!

Jess desenvainó la cimitarra y apuntó hacia la catedral para abrir la marcha. Botones se habría puesto sobre las patas traseras si hubiese podido. De verdad que sí. Por falta de entusiasmo no era. Pero fisiológicamente hablando, las toporratas tienen las patas delanteras más grandes que las traseras, una cabeza muy pesada y un centro de gravedad muy echado para delante, así que no pueden encabritarse.

Iiiih. Gran Nalfeim, perdón, me olvidaba de ti. ¿Todavía tienes ese conjuro de caminar por las paredes? Nos vendría bien para descolgar el telón de los andamios rápidamente. Te puedo dejar a Botones para que llegues rápido hasta allí, y puedes llevarte el martillo del Gran Fornund para romper cristales, a él no le importa dejártelo. Es un paladín, él es así de desprendido.

Por un momento se le desencajó la cara cuando Jess, con las fuerzas recuperadas a causa de la energía revigorizante de Boccob, arremetió contra Mórrigan haciendo uso de unas simples flechas. La joven debía estar más loca aún que antes consecuencia de los golpes y heridas recibidas. El resultado le dejó patidifuso, con las facciones serenas pero la boca abierta de par en par.

- Eh...- Mejor no decir nada. ¡Lo había conseguido!¿Lo habían conseguido! Pero el lobo seguía allí, esa bestia desalmada que había acabado con el bueno de Tergrar.

- Efectivamente no hay mucho tiempo. Los lobos se acercan.- Advirtió a los peregrinos para que no se quedaran paralizados por el miedo.- ¡No os relajéis, esto aún no ha acabado!- La eufórica Jess impartía órdenes a diestro y siniestro. Cuando llegó su turno asintió con gesto serio.- Aún me queda uno de esos pergaminos pero estoy sin armadura. La escondí en el bosquecillo cerca de aquí.- La tensión se apoderó de Nalfeim. Se sentía desnudo sin la armadura y, además, le tenía un especial cariño. Era su objeto más valioso.

Iba a hacer exactamente lo mismo que Jess, cuando se detiene con sorpresa al ver como ésta se levanta instantáneamente y clava las flechas en el cuerpo de Morrigan -desde luego vaya presencia de espíritu que tiene- piensa antes de guardar sus flechas y hacer lo que ella dice, después de todo rapiñar objetos mágicos es una buena forma de acrecentar el propio poder.

Estoy aquí -dice cuando llega a la altura del cuerpo de Morrigan para hacer patente su invisibilidad -pero... Fornund, haznos un favor y examina a Corvinus, podría tener alguna... herida en el corazón.- era una diplomática forma de decirle que revisase que el puñetero mago no era un mal igual o mayor al de Morrigan, ya que en todo derecho el arcanábulo era suyo, igual que el gorro de que llevaba Tergrar y quien sabe cuantos objetos más.

Dicho eso se vió la escena curiosa de los ropajes de Morrigan revueltos de arriba a abajo sin demasiadas contemplaciones, en búsqueda de cualquier tipo de objeto útil que pudiese poseer, especialmente el objeto ese que Jess dijo que podría controlar a los lobos.

- Ahora vuelvo.- Dijo al ver que Shanshar se entretenía en registrar el cuerpo de Mórrigan. Salió disparado hacia donde había dejado escondida la armadura. Sin ella se movía grácil como el viento.

(Jess) Shanshar... registra a Morrigan. Entre sus ropas tenía algo con lo que llamó al lobo que se comió a... Encuéntralo. Seguro que sabrás manipularlo para ordenar a esa bestia que se vaya.

Shanshar se aprestó a la tarea y comenzó a examinar las pertenencias de la vampira. La fragancia a flores envolvía su cuerpo y sus ropas y a pesar del terrible combate que había librado, conservaban un porte imponente. El joven mago enumeró los objetos que podrían ser mágicos *[1]:

La capa de plumas de cuervo que parecía fundirse en las sombras.

Sus ropas adornadas con plumas negras y elegantes engastes en mithril que recordaban a las estrellas de un cielo nocturno.

La espada bastarda que portaba a la espalda. Shanshar no necesitó desenvainarla para reconocer el parecido con el puñal ceremonial.

La llamativa sombrilla, también cubierta de plumas que parecían devorar la luz a su alrededor.

Un par de flechas de aspecto singular. Parecían fuera de lugar porque Morrigan no llevaba ningún arco.

Un par de frascos. Uno de vidrio que contenía un líquido azulado. Despedía el aroma dulzón que envolvía a la vampiresa. El otro tallado en hueso, resultaba aún más misterioso por su estilo arcaico.

Un cáliz sagrado dedicado a  Wee-Jas de un material desconocido. Estaba labrado con las mismas figuras siniestras del puñal ceremonial y la espada.

Una llave que Corvinus reconoció como la de su observatorio.

Por fin encontró algo que podría servir para invocar a los lobos. Un anillo con una gema amarilla. Tras examinarlo con detenimiento lo encontró vagamente familar. Muchos aventureros portaban anillos similares para su protección y ninguno tenía poderes de invocación. Si bien estaba personalizado con su sello en forma de cuervo.

Por último examinó bolsa de conjuros bien surtida. Shanshar estaba seguro de haber registrado todas las pertenencias y concluyó que la capacidad de invocación tenía que tratarse de un conjuro, poder sobrenatural o seguramente, ambos.

Tran... perdón, perdón, perdón... trata de entretener al lobo un poco más...

-Estamos la mar de entretenidos los dos- bromeó apurado. -Vosotros recoger a Tergrar. Yo me encargo de mi amigo peludo. Luego os alcanzaré-

Gran Fornund... ¿Hay alguna ballesta o catapulta en las defensas del templo con la que podamos apuntar a las ventanas del templo y acabar con esto de una manera rápida y espectacular?

El enano se rascó la barba. Una catapulta no era algo que se escapase la vista fácilmente pero entonces recordó que en la entrada de la mina habían desmontado un arma de asedio para transformarla en elevador. Tal vez quedaran restos de alguna otra por las inmediaciones. *[2]

Corvinus se adelantó a responder. -¿Es que te has atiborrado de setas de Tergrar? ¡No permitiré que profanes un templo de Pelor, muchacha!-

Corvinus... Todo lo que ha pasado ha sido culpa tuya. Cuando fuiste a la posada del Jabalí Verrugoso estabas poniendo en peligro a Isabella y a Erik. El libro que dejaste allí le ha costado mucho sufrimiento a dos personas a las que quiero. Eres un mal hombre, y un mal padre. No tenemos suficiente ámbar como para catalizar un día perpétuo, pero esas cobardes avariciosas de Jagga y Sîglu picaron un poco en la mina. Si las encontramos... ¿puede ser suficiente para prolongar el día unos minutos más?

El cuervo ignoró la lluvia de verdades que la joven lanzó sobre él alzando el pico con gesto altivo. -Tergrar podía hacerse cargo de ellos mejor que yo.- Se excusó -Si hubiera seguido con su vida de aventurero habría muerto mucho antes. Yo tenía responsabilidades mucho mas importantes- Agitó un ala como si espantase una mosca y contestó el asunto del catalizador. -Tenemos ámbar para detener el sol una eternidad- Dijo con prepotencia. -Convencí a Morrigan de que no podría hacerlo funcionar sin las fórmulas de mi arcanábulo, pero mientras buscaba el libro, empleó a Yazlik para extraer quintales de ámbar, que acumuló en mi observatorio. Si logramos llegar hasta allí:- dijo señalando un peñasco que se erigía tras las torres del templo -Podemos poner en marcha mi ingenio astronómico.- Explicó haciendo un juego de palabras.

Y en cuanto a vosotros, mis queridos peregrinos... ¡Coged los niños y seguidme!

Los peregrinos asintieron con la cabeza y se apiñaron en torno a la joven.

(Shanshar) -pero... Fornund, haznos un favor y examina a Corvinus, podría tener alguna... herida en el corazón.- era una diplomática forma de decirle que revisase que el puñetero mago no era un mal igual o mayor al de Morrigan,

Fornund se agachó para observar al cuervo. A parte de algunos grumos de sangre de Marius, no había nada más que mirar. Si el cuervo disponía de mas conjuros, no sería ninguno que precisara foco o materiales.

En cuanto Mórrigan cae, siento un inmenso alivio en el interior de mi pecho. Corro junto a Jess e, instintivamente, la tomo por los hombros y tiro de ella hacia atrás mientras veo como la perversa vampira se desploma, inerte. Vuelvo la cara de mi amiga hacia mí.

—Gracias a Moradin. Jess, ¿te encuentras bien?

Sin embargo, casi al instante, mis ojos se vuelven vidriosos. Mi mirada recorre el terreno hasta toparte con Tergrar. Desolado y furioso, aprieto los dientes. No hay tiempo que perder. Aún hay un lobo infernal amenazándonos a nosotros y a los peregrinos, y mientras no encontremos una forma de hacerlo desaparecer, habrá que contenerlo. Volviendo sobre mis pasos, vuelvo a coger el martillo que descansaba en el suelo. Me giro nuevamente para encarar al lobo que acosa a Tran.

—Jess, Shanshar... Id corriendo al templo de Pelor como alma que lleva el Diablo. ¡Falta muy poco para el anochecer! Reventad los cristales a pedradas si es necesario. Nosotros nos quedamos aquí a proteger a los peregrinos del lobo...