Partida Rol por web

  Jess se subió a la toporrata negra y persiguió al jinete osgo  que huía en dirección Sur. Logró hacerse rápidamente con el control de la bestia y alcanzó a ver la cola grisácea de la montura escabulléndose por una bifurcación a la derecha. Las vías continuaban rectas varias decenas de metros hasta perderse en una curva al fondo de la galería. Dos mineras orcas de aspecto andrajoso que había visto antes se alejaban en ese dirección, mientras que por la bifurcación se escuchaban los arañazos de la ratatopo a la que perseguía patinando sobre el suelo de piedra y a su jinete dando voces en su estridente idioma.

Jess espoleó su montura confiando en detener al osgo antes de que diera la voz de alarma. Por suerte para la joven, las galerías estaban iluminados por los misteriosos cuarzos enanos. Aquí y allá también aparecían antorchas impregnadas que arrojaban algo de luz en los insondables túneles.

Jess no sabía trasgo. Lo que sí sabía era que si alguna de esas palabras guturales era una palabrota, Jess iba a medirle el lomo a ese maleducado. Es más, como iba a medirle el lomo igualmente, acababa de decidir que todo lo dicho eran palabrotas trasgas. Así, por simplificar.

Y entonces llegó la difícil decisión... Dos orcas habían tomado distinto camino. También podían avisar, y por tanto eran de lo más matables. Pero no. La prioridad era el osgo, que con su toporrata era de lo más rápido que había a la hora de avisar al enemigo.

Mecachis. ¿Cuando podré matar orcos?

< Ey, orcas mineras... Si venís conmigo podéis quedaros con las cosas del osgo que acaba de pasar por aquí >

Así mataba tres pájaros del viaje. Pero no esperó a la respuesta de las orcas mineras, porque Botones ya la metió por la bifurcación hacia una cámara que por la decoración parecía un prostíbulo. Un prostíbulo de barriles con maderas muy provocativas. ¡Bodega! ¡Eso es, se dice bodega! Y pensar que Jess es hija de viticultores...

 

++Ey, orcas mineras... Si venís conmigo podéis quedaros con las cosas del osgo que acaba de pasar por aquí++

    Las mineras de piel oscura volvieron la cabeza para mirar a Jess. Sus caras  al verla montada sobre la bestia peluda no necesitaron traducción, sin embargo ambas apresuraron el paso, incluso la que tenía un tobillo vendado, pareció olvidarse de su lesión.

Botones se inclinó a la derecha y enfiló el pasillo lateral derrapando con sus uñas traseras.

Tras el débil fulgor de un pebetero rematado por cuarzos mágicos Jess distinguió un almacén con barriles desperdigados. A su derecha había un tosco carro-jaula vacío con la puerta abierta. En ambos lados del suelo de la sala se alineaban trampillas de barrotes.

El osgo al que perseguía había llegado hasta una arcada bloqueada por gruesos barrotes de hierro y gritaba hacia el otro lado de los barrotes.: < ¡T°prricâ-Çraka! > 

Jess no hablaba osgo, pero el jinete repitió tantas veces esas palabras que acabó por aprendérselas...Pronto descubriría de que se trataba.

Dos flechas la forzaron a la derviche a centrarse en lo que había en la sala, la primera pasó cerca de su cuello y se clavó en la silla de montar, la segunda, más certera, la alcanzó en el vientre, cerca de donde el osgo la había golpeado con su maza. La armadura había parado el proyectil, pero sentía un buen pinchazo. Cuando alzó la cabeza descubrió a dos osgos de pequeña estatura colocando nuevas flechas en sus arcos para disparar de nuevo. El primero, de piel azulada, lucía un gran yelmo de hueso. Se había encaramado al carro para aprovechar la protección que le brindaban los barrotes frente a la respuesta de la humana. El segundo, que probablemente había acertado su blanco,  soltó una risotada desde el  parapeto que formaba un grupo de barriles en el centro de la sala.

Tras los arqueros, sobre los barrotes del suelo había dos osgos mas. Vestían botas altas y espuelas como el otro jinete al que perseguía. Ambos levantaron casi al mismo tiempo una sección de las trampillas del suelo y de ellas emergieron dos nuevas toporratas a las que se subieron de un salto.

Clak-clak-clak

El sonido de algún engranaje metálico llamó la atención de Jess. El osgo al que gritaba el jinete se apresuró a hacer girar una manivela. Unos ejes anclados en el techo de la sala contigua comenzaron a izar unas gruesas cadenas metálicas que elevaban algún tipo de plataforma desde un foso.

Un rugido estremecedor que provenía de las profundidades hizo que hasta los osgos se detuviesen unos instantes en su ataque.

El osgo de la manivela, chilló de pánico y se apresuró a prender unos atillos de hierbas que remataban su yelmo y hombreras. Parecía un espantapájaros con su extraña armadura de paja y mimbre. Tan pronto como comenzó a humear como un incensario viviente, continuó izando la plataforma del foso.

¡Ni Prica-Caca, ni narices!

El cerebro de Jess había elaborado un complicado plan. Debía lanzar su cimitarra pocha entre los barrotes del carrojaula para que se clavase en el pecho del arquero azul. Después azuzaría a Botones para que saltase sobre los barriles. En el aire, Jess despegaría de la silla lanzando la otra cimitarra al aire, sacaría su arco y le clavaría una flecha al Señor Inciensos, que se tambalearía y caería al foso. Entonces recogería su sable guay en el aire y quedaría en pie en el centro de la cámara, con una sola cimitarra, para rechazar a los tres jinetes que...

¡UAAAAAAAAAH!

Normalmente el cuerpo de Jess no suele esperar a que el cerebro le cuente su plan. Esta era una de esas veces. Jess cabalgó, porque el verbo ratear ya estaba cogido y tenía un significado distinto a montar en rata. Se dirigía al jinete osgo cobardica herido, pero pasó a su lado temerariamente porque Jess era muy maniática, y los enemigos que en pleno combate se ponen a girar maquiavélicamente manivelas que no sabes lo que hacen, le ponen de los nervios.

El brazito de Jess se coló entre los barrotes, pero el Señor Inciensos estaba muy fumao, y no esquivaba como haría un combatiente normalucho, sino como un maestro en artes marciales que... No, Jess falló porque es un paquete. Ahora a esperar a que los jinetes la rodeasen para que le ofreciesen algo de cobertura contra las flechas. Luego vendría la tortura, la mutilación y la muerte, no necesariamente por ese orden. Y es que los osgos no son muy de pensar mucho, y a veces torturan y mutilan cadáveres muertos sin tener mucha idea de lo que hacen.

    Los arqueros volvieron a disparar contra Jess. Una de las flechas de plumas negras quedó clavada en la parte posterior del respaldo de la silla de montar, la otra se desvió tanto que casi impacta en el Jinete osgo contra el que forcejeaba.

Un nuevo jinete se unió a la refriega, Cabalgaba una ratatopo oscura y encorvada. El osgo y su montura se lanzaron a la carga y arremetió contra la humana con su maza de armas, Jess logró parar los dos primeros golpes pero el tercero la alcanzó en la muñeca causándole un gran dolor en la articulación. El otro jinete azuzó a su montura, bloqueando cualquier escapatoria. El combate se hizo tan cerrado que apenas había sitio para maniobrar y poco a poco Jess vió atrapada contra los barrotes recibiendo patadas y codazos.

En ese moento Jagga, Köyu y Sîglu llegarona la carrera, con sus picos en alto. Jagga saltó sobre los barrotes del suelo evitando que alguna bestia mas pudiera emerger del suelo por ahí. Sîglu jadeaba como un percherón. La orca avanzó por el flanco hacia la puerta del carro-jaula dispuesta a acabar con el arquero dentro de su propia atalaya y Köyu hizo un gesto explicito al otro arquero jurando que correría la misma suerte.

El humeante espantapájaros hizo ademán de alejarse de la cimitarra de Jess pero fue reprendido de inmediato por los jinetes que lo forzaron a girar la manivela a riesgo de recibir un tajo. Jess pudo ver como se inclinaba una enorme reja dentro del foso, dejando abierto el extremo superior y convirtiéndose en una escala para el monstruo que encerraban ahí abajo. Un gigantesco hocico, similar al de las ratas-topo pero mucho mas grande asomó de las profundidades. La madre de todas las toporratas...La toporrata Kraken, o lo que fuera una maldita "T°prricâ-Çraka", araño con sus inmensas garras los barrotes tratando de trepar. Una vuelta más de la manivela y podría apoyarse lo suficiente para poder salir.

¿Cuando Botones sea mayor se va a convertir en... en eso?

La Prica-Caca era una caca. Los genes de topo habían hecho poso y se habían sedimentado todos abajo, en la tripita y las patitas, y en la parte alta del cuerpo había aflorado en la cabeza y la cola. Bien pensado, puede que Botones ya fuese así, y solo la brigantina que acorazaba su coronilla le daba ese aspecto más "uy, mira qué mono, pero si parece un armadillo" y menos "en las escuelas de magia hay profesores igual de feos y sin transmutar ni nada, de nacimiento". Todo el mundo sabe que los feos y enclenques, sin posibilidades de triunfar en la carrera de aventurero, se van a las escuelas preparatorias como profesores de magia, especialmente los que tienen cara de rata, los hombres-rata licántropos y, contradictoriamente a la linea general ratuna, los que son alérgicos al queso.

Agitó la cimitarra de la muñeca lastimada para sacudirse el dolor de encima. Subir y bajar del filo, como un aspaviiento convulso, le hizo ganar unos segundos de distracción. Tenía que tomar una decisión: muerte al Señor Inciensos o ganar tiempo con la defensa alta para que Shanshar viniese a rescatarla con el torso desnudo, melena al viento, a lomos de un gran y fálico semental blanco, quizás un unicornio. Cuando una sombra se proyectó en el suelo, los ovarios de Jess empezaron a burbujear... pero no, eran las orcas, más feas que un profesor de una escuela de magia. Y entre susto (ver orcas) o muerte (matar al Señor Inciensos, aún a costa de su propia vida), Jess siempre elegiría muerte.

¡MUERTE! ¡AAAAAGH!

Las cuchillas bailaron entre los barrotes como si fuesen una picadora de carne de mala calidad. De mala calidad no porque fuese una picadora defectuosa, no... Cortaba chanchidubimente bien. Lo que era de mala calidad era la carne osga, que según dicen algunas tribus caníbales bárbaras de Vaasa y el Norte, es algo correosa.

     La lucha se extendió por toda la sala. Köyu recibió un flechazo en el hombro peligrosamente cerca del cuello. La orco a penas emitió un gemido y continuó su avance junto a Jagga. El jinete de la toporrata blanca interceptó a la pareja de mineras pero las orcos lograron esquivar los mazados del osgo.

Sîglu detuvo una flecha con su escudo circular y respondió al arquero con un golpe de su pico a través de la puerta de la jaula.

La posición de Jess, arrinconada contra los barrotes se complicó aún más. La joven logró alcanzar al humeante cuidador de la bestia causándole graves heridas pero no antes de que lograse girar la manivela una vuelta más. La espadachín contempló con horror como la gigantesca toporrata trepaba por la reja y salía del foso.

El osgo emitió un chillido de pánico y agitó hacia la bestia un bastón rematado en pinza.

A T°prricâ-Çraka pareció desagradarle más el olor a hierba que desprendía el humeante osgo y abandonó la cámara en dirección contraria.

Nuevos gritos de pánico se escucharon por los túneles. Sin tiempo para averiguar mas, Jess se centró en defenderse de los jinetes que la cerraban el paso. Había bajado la guardia y comenzó a encajar tanto mordiscos de las toporratas como codazos de sus jintes. Los osgos parecían curtidos en la lucha sucia y caótica y le ganaron el poco espacio que le quedaba a la joven. Justo cuando se hizo ilusiones de no salir malherida de aquello, una maza de pinchos pasó por debajo de la guardia de su cimitarra y se estrelló en su rodilla haciendo crujir el hueso, El osgo dio un tiró de su arma llevándose un girón de pantalón y carne ensartados.

<¡Graᴫuӄa-Ӝukkӑ!>  Gritó triunfalmente en su idioma.

¡Granuja Xuxa lo serás tú! Aaaaay... la he líado parda...

Tosió sangre. Vió cómo el Señor Inciensos se alejaba. El sacrificio de Jess no había servido para nada.

Ese incienso coloca un montoooo-ooooo-ón-pensó, cuando la vista se le nubló por los golpes.

El cuerpo de Jess se inclinó sobre la silla de montar, mejilla contra los barrotes, y perdió la consciencia sin hacer una reflexión final sobre el destino de Ely, ni sobre la muerte que le acechaba. No hubo un repaso de su vida en imágenes y el último pensamiento no fue para Shanshar. Centró toda su atención en el Señor Inciensos y al segundo, ¡puf!, su mente desconectó.

A dos docenas de pies de ella, las orcas seguían luchando. Pero seamos sinceros... ¿orcas? ¿Esas feas y estúpidas con piel tonalidad verdeapestosa? Sin el Gran Tergrar para liderarlas jamás llegarían a Jess a tiempo para salvarla, y sin el Gran Nalfeim no tendrían ni idea de cómo frenar unas hemorragias. Es más, si tampoco contaban con el Gran Fornund para la batalla, ellas también acabarían cayendo. Jess se quedó con las ganas de estar allí para verlas fracasar, y decirles eso de: "¿veis, orcas chuchuminabos? ¡Sois unas perdedoras!"

¿Aaaaaw? ¿Qué ha pasado?

El enésimo golpe de esa panda de abusones la despertó de la inconsciencia. Jess acarició las piedras de su cinturón y apartó la cara del barrote que le estaba aplastando el moflete y le dificultaba el habla, y con esas se giró hacia sus dos agresores a medida que sus heridas cicatrizaban.

¡¿PERO SE PUEDE SABER CON QUIÉN CREÉIS QUE OS ESTÁIS METIENDO?!-riñó.

Se puede hablar de resurrección, milagro... de experiencia cercana a la muerte... Pero esa catarsis despertó algo en el interior de Jess. O más bien manufacturó un poco del odio visceral que durante años había cultivado en su corazón contra la raza orca, y con eso creó un poquito de animadversión insana contra osgos idiotas que llevan caretas de calavera como si creyesen que están en un baile de máscaras. Hay un término psiquiátrico para definirlo: síndrome Jess-Straussers, o S.J.S. La jota por la primera paciente que lo sufrió, y la última ese por el apellido del psíquico mentalista que lo diagnosticó a través de un viaje mental por las mentes de toda la región. Al Gran Fornund le diagnosticó complejo de calvo, y al Gran Tergrar, contrariamente a lo que pudiese parecer, lo encontró una persona totalmente cuerda y muy razonable.

    Sîglu logró deslizar sus carnes a través de la portezuela de la jaula, el carro crujió bajo el peso de la rolliza minera, el arquero soltó su arco y se abalanzó sobre la orco, pero la piel verde lo mandó de nuevo al fondo del carromato de un codazo.

El Jinete de la toporrata blanca atacó a Jagga, pero la salvaje esquivó el golpe, rodeó al osgo y lo machacó hasta matarlo con la ayuda de Köyu.

Jess activó su cinturón empeñando su último aliento. El objeto la sanó con rapidez y logró esquivar al primero de los jinetes pero el segundo la alcanzaba en la espalda, dejándola de nuevo a las puertas de la muerte.

Los túneles de las minas por los que aullaba el viento se inundaron de agudos alaridos de pánico que resonaron en la distancia. El Osgo-espantapájaros anudó otro manojo de hierbas al bichero y fue tras cojeando la bestia.

Me eftáif empefando a hinchar laf narifef...

Literalmente. Del último golpe, la nariz se le había amoratado e hinchado por la acumulación de sangre. Trató de devolver los golpes, pero protegerse de aquellas mazas le requería toda la atención. Sus dos cimitarras estaban siendo usadas como escudo más que para otra cosa. Aquellos tipos eran buenos...

Por un lado tenía al osgo que montaba sobre la toporrata gris (quizás yayo de Botones con el pelo cano). Ese mamón había sobrevivido en combate cuerpo a cuerpo contra el mismísmo Gran Fornund. Y además de su pericia para la lucha, montaba de fábula, y Jess no pudo recortarle distancias a lomos de Botones.

El otro rival de Jess era todavía mejor, y le había propinado más golpes que el que había sobrevivido al Gran Fornund, a pesar de que Jess estuvo especialmente atenta desde que le propinó el primer mazazo.

Por contra, la potra de las orquitas era impresionante: les había tocado torear con el peor osgo de la tarde, morlaco lento y abotargado de cuatrocientas libras de peso, de la ganadería de la estupidez supina. Y eso incluía al panoli que se cargó Jess a una galería de aquí y el que sucumbió contra aaaaaah-suspiro-el Guapo Shanshar. Qué mamonas son...

Siglu y el arquero mantenían su feroz duelo en el interior de la jaula. La oronda salvaje arrinconó al osgo contra los barrotes y su peludo adversario recibía cada vez más golpes.

Köyu aulló de dolor. Otra flecha impactó en su curpo pero esta vez lo hizo en su cabeza. El virote le atravesó la oreja y se detuvo en el grueso cráneo de la orco. Ignorando el dolor, la minera controló a la toporrata y se encaramó sobre la bestia.

Jagga se lanzaba sobre el jinete más cercano, pero el osgo logró bloquear el pico de la minera sin dejar de hostigar a Jess.

La joven se había recuperado lo suficiente para alzar sus defensas y ahora sus cimitarras de silbaban en el aire bloqueando los mazazos de los osgos.

Una de las orcos andrajosas pasó corriendo por delante del establo de toporratas. Nadie reparó sobre la indefensa orco hasta que el pesado trote de la inmensa toporrata anunció la inminente llegada de la bestia.

Köyu la había metido en un brete, porque... ¿ahora que la orca tenía montura se había convertido en jineta? Y de ser así... ¿su piel serviría para hacer abrigos? Es más, ¿era Jess también una jineta? Si las jinetas se reencarnan, ¿se convierten en toporratas? ¿Y el macho de la toporrata se llama toporrato o toporratón? ¿Botones es toporrata o toporrato o toporratón?

Preocupada por todas esas dudas existenciales que la asaltaban, Jess detuvo una de las mazas con la cimitarra en el último momento. Debe de prestar más atención si quiere seguir viva.

¡Perdón, perdón! ¡Ya me centro!

Estaba a punto de atacar al gris y tristón osgo de la toporrata gris cuando se fijó que detrás del osgo retorcido y encorvado de la rata encorvada Jagga hacía jaggadas. ¿Por qué no aprovecharlo? Centró el grueso de sus ataques en el osgo flanqueado, porque seamos "flancos", no todos los días se tiene a una bruta orca para distraer a un rival.

¡Si salimos con vida de esta, Jagga, te devuelvo tu Stum!

Si cuela, cuela. A ver si de una vez por todas se puede librar de esa pesada que le sigue a todas partes y...

¡Uooou!-exclamó, impresionada por el tajazo afortunado propinado al mejor luchador osgo jinete de toporratas de toda la habitación, y quién diga lo contrario miente.

Salpicaduras de sangre, palabrotas en osgo, cortinilla en negro. Dejemos un momento este punto de la acción para ver qué fue de la orquita que todavía no había pasado por delante del umbral, la conocida como Sonriente. Sonriente era invencible, jamás había sido derrotada, y era una luchadora fiera y sagaz que... ¡OUCH! ¡¿Qué le está haciendo la toporrata gigante?! ¡UF! ¡Eso debe de doler! No-no-no-no... Uuuuuuh...

Bueno, ahí termina la participación de Sonriente en esta aventura. Si al menos hubiese aprendido a cabalgar, habría muerto como jineta y se podría haber reencarnado en toporrata. Volvamos con Jess.

    El combate se prolongaba mas allá de las fuerzas de Jess. La joven a duras penas lograba mantener a raya a los feroces osgos. Un solo error y sería pasto de las ratas. Sin embargo golpe a golpe bloqueaba a ambos enemigos y aún lograba devolver algún tajo.

Los Osgos resoplaban. También a ellos parecía faltarles el aliento, pero la incursión de las tres mineras no les amedrentó lo suficiente y siguieron arremetiendo con sus mazas y sus estridentes insultos.

Köyu, a lomos de su nueva montura, lograba rodear los barriles y golpear al arquero en la mano, arrancándole un dedo con su afilado pico.

En la jaula por contra, era el otro arquero de piel azulada el que devolvía el golpe a Sîglu y recuperando el terreno perdido.

Jess escuchó a la minera andrajosa alejarse a la carrera, perseguida por la inmensa T°prricâ-Çraka...Y es que ya se sabe que con ratas es mejor no correr...¿O era con los osos?,¿o con las abejas?. Una maza pasó rozando sus dorados cabellos y devolviéndola a la dura realidad.

No, no... Lo de no correr solo sirve contra los arcoiris y los buenos deseos. Todo lo que sean cosas con dientes o aguijones, correr suele ser lo más inteligente. Y si tienen ambas cosas, como las mantícoras, tienes que correr el doble. Sirva de contraejemplo Jess: no está corriendo por culpa de unos osgos con dientes que la tienen acorralada contra unos barrotes. ¿La ignoran? No. ¿Ignoran a Sentada, que para ser Sentada no para quieta ni un momento? Sí. Lo de correr está demostrado con un 90% de fiabilidad. Incluso se podría hacer una conjetura: la toporrata gigante está ignorando a Sentada... tan solo parece que va tras ella porque sigue el mismo túnel.

A Jess le daban ganas de decirle... "¡Atontá! ¡Corre hacia aquí!" Así Sentada cogería el desvío y la Toporrata pasaría de largo. Pero mejor no intentar poner a prueba tanta conjetura y tanta niña muerta, que para niña muerta ya tenemos a Jess. Con enorme paciencia, mantiene la defensa alta hasta que sus oponentes bajan la guardia. Entonces, zas, pim, pum, otro tajazo y de nuevo a defenderse.

Aaaaamos, chicos... hablemos de esto como seres civilizados: ¡vuestra madre es una caca de moco! Pfffffffff-pedorreó.

En momentos como este, Jess desearía haber aprendido a hablar osgo, trasgo, o como quiera que se llame el idioma de ese par de imbéciles. Así podría entablar diálogos positivos sobre las madres de los osgos y desplegar toda su diplomacia de cacas, mocos y pedorreos. Bah... tendrá que limitarse a la violencia brutal y despiadada.

¡Clinch!

Jess paró una nueva mazada con la cimitarra. A ver si al final resulta que los que están siendo brutales y despiadados son los osgos, y es Jess la que corre peligro de muerte, así, a lo tonto. Naaaah, imposible. Los tiene justo donde quería.

    El acero seguía entrechocando en el aire. Jess lograba atinar otro tajo al jinete encorvado. El osgo, asustado al ver su propia sangre se llevó la mano a la herida y Jagga aprovechó la imprudencia para clavarle el pico en la espalda. La orco cambió el peso de lado, dispuesta a realizar una mortal palanca con el filo curvado, pero su peludo adversario se giró de lado, sacando el arma de su cuerpo en el último momento. El jinete lanzó un torpe mazazo a Jess y se abrió paso como pudo para salir de allí.

El segundo jinete cerró filas y continuó atacando pero sin el ímpetu con que habían acorralado a la escurridiza humana.

Köyu y Sîglu continuaron con sus duelos con los arqueros. Ambos se veían arrinconados por las mineras y habían tenido que arrojar sus arcos y defenderse con sus pequeñas pero robustas mazas. Atacaron con fiereza, pero las orcos los detuvieron con sus escudos. Las mineras no tardaron en devolver los golpes y Köyu supo aprovechar el impulso que le brindaba su montura para partirle un par de huesos más a su adversario.

La gigantesca toporrata pasó de largo por la galería. El larguirucho osgo-espantapájaros corrió tras ella gritando enfurecido esa clase de improperios que no necesitan traducción, pero el animal ni siquiera volvió el hocico.

Es una suerte que el Señor Inciensos tenga la tecnología olorífica para hacer a una toporrata gigante avanzar, pero no sea capaz de hacerla girar en las intersecciones. Pero eso significaba que el Guapo Shanshar... aquel que por otro lado no había tenido la delicadeza de venir a rescatar a Jess, pero que quizás eso significase que la respetaba como mujer capaz e independiente que se vale por sí misma y no necesita ser rescatada... significa que el Guapo Shanshar (y los demás) corren un grave peligro.

Se envalentonó. No tanto como para bajar la guardia y atacar a lo loco, pero sí lo suficiente para espolear a Botones y seguir a los dos jinetes osgos en su amago de retirada.

¡Qué va! Ataco a lo loco. ¡Tengo que salvar al Guapo Shanshar!

¿Estás segura, Jess? Mira que grandes bárbaros han caído por atacar a lo loco. Sin embargo, son los caballeros con guardia alta los que llegan a veterano.

Jajajaja... Has dicho veter-ANO. Jajajajaja...

Jess ya no escuchaba. No es que estuviese ciega de ira, sino que padecía de un déficit de atención.

¡FLUP!

La cabeza del osgo mejor preparado y más chachiguay de todos los tiempos, el adalid de la osguidad, fue rebanada por la cimitarra de Jess haciéndola rodar por el... ¿A quién queremos engañar? Cayó desde muy arriba y el peso de la máscara de hueso era grande. Simplemente se estrelló en el suelo con un sordo chof, como una calabaza podrida.

-¡ҤUCHUTѦѦ!- gritó el último jinete al ver la cabeza de su compañero rodar por el suelo.

El osgo del carromato seguía recuperando terreno golpeando a Sîglu en la mano que sostenía el pico. Ahora era la orco la que pensaba cómo salir de la jaula.

Köyu seguía aprovechando la ventaja de su montura para golpear desde arriba al otro arquero. hiriéndole en el hombro.

Jagga se mantuvo firme, cerrando la formación entre la orco y la joven humana. El jinete osgo volvió a arremeter contra Jess y la orco se lanzó ferozmente agachándose por debajo del escudo y golpeando a su enemigo en la rodilla con todas sus fuerzas. El pico atravesó la cota de mallas, destrozó el menisco y se clavó en la silla de montar. Pero aquel osgo había sufrido heridas aún peores a manos de enanos y orcos. Desclavó el pico de Jagga con un golpe vertical de su escudo y maniobró su montura con una sola espuela para vengarse de la humana.

El osgo arremetió con su maza gritando:-¡YѦRѦBÓ YѦRѦTѦMBÓ!-

Jess cruzó las cimitarras sobre su cabeza deteniendo el golpe con un chasquido metálico pero entonces el jinete puso su escudo en horizontal y la golpeó por tercera vez en el estómago. Privada de aliento, la joven lanzó una estocada al brazo que la había atacado, pero el disco de metal lo protegía por completo. El osgo aprovechó entonces para descargar su mejor golpe contra la cara de Jess. La maza se llevó por delante la cimitarra que aún la protegía por arriba y destrozó su mandíbula, haciéndola perder el conocimiento y estrellándose contra el suelo.

(Fundido en negro)