Partida Rol por web

    Jess susurró el nombre de Ely, temerosa de que toda la colonia de vampiros despertase de su letargo. Se encaramó al altar de piedra y buscó a su amiga entre el grupo que colgaba del techo. Uno a uno descartó que se tratase de ella. Frustrada, bajó a Botones del altar. Las zarpas de la toporrata rasgaron algo y Jess se inclinó por su costado para examinarlo. Eran una manta, una almohada y unas babuchas afelpadas, bordadas con cuervos y la horrible efigie de Wee-Jas, la cruel diosa de Morrigan.

Shanshar y su familiar se adentraron en el templo. El veloz petirrojo voló por la nave y reconoció las caras de un grupo de humanoides que colgaban de las alturas, pero la hija de Tergrar no estaba entre ellas.

Tran siguió al pájaro desde el suelo y examinó otro grupo, pero tampoco halló a Ely.

Klurca se centró en rematar a los engendros que habían caído, asegurándose de enviarlos definitivamente al otro mundo.

Finalmente el paladín examinó otro tramo de bóveda cubierto de cuerpos. Al no poder distinguir nada llamó a la joven sin reparos:

—¡Ely! —exclamo, buscando desesperadamente entre todos los montones de engendros vampíricos que cuelgan del techo del templo—. Ely, ¿dónde estás?

   La profunda voz del enano retumbó por toda la nave más alto de lo que nadie hubiera deseado. Al instante un centenar de ojos de todas las tonalidades desde el amarillo al rojo sangre se abrieron para mirarlo con una mezcla de sorpresa y odio. Un susurro se empezó a extender entre los engendros alarmando a todos los aventureros.

En el exterior, el demonio convocado por Shanshar parecía ganar su enfrentamiento con los lobos, devastando los jardines en su lucha.

Tran avanzó unos pasos más por la nave y cerró filas con Nalfeim y Fornund preparando sus armas para lo que viniera.

Entonces una débil voz se escuchó entre los susurros de los vampiros:

-¿...Fornund?¿...Eres tú Fornund?-

Los aventureros reconocieron la voz de Ely y alzaron la vista buscando su origen.

Tran señaló la bóveda que se alzaba sobre Klurca y descubrieron a la joven entre media docena de apretujados cuerpos.

En la posada todos la conocían como una moza sana, alegre y resuelta, pero ahora sus ojos se habían tornado del mismo color ambarino de los de Morrigan.

    Los dos engendros que acababan de caer se incorporaron con dificultad y vieron como la semiorca segaba a un tercero que acabó cortado en dos por el espadón.

A pesar de sus ropas elegantes sus rostros estaban deformados por la no-muerte. Miraron a  su alrededor buscando algo o a alguien y finalmente rugieron como monstruos dispuestos a abalanzarse sobre los aventureros.

   En el exterior, los peregrinos estrellaban una vez más la carga de la grúa contra las vidrieras, abriendo un tercer agujero por el que entró la luz. Los tenues rallos del crepúsculo se filtraron entre las telas rasgadas arrancando gritos de terror de todos los engendros. Los que fueron alcanzados cayeron al suelo exhaustos y desorientados. El cuerpo de una encapuchada estuvo a punto de alcanzar a Tran. Pícaro se dio la vuelta y ensartó al monstruo sin dudarlo. Las baldosas del sagrado templo de Pelor se cubrieron de sangre y lamentos en un holocausto apocalíptico.

Nalfein siguió con la mirada el dedo índice de Tran hasta dar con Ely. La visión no fue agradable. Contuvo una arcada ante la visión de la jovial Ely, la hija de su viejo amigo devorado por un lobo infernal, convertida ahora en un engendro.

- ¡¡Shanshar, date prisa!!- Dijo sin saber dónde estaba el mago escurridizo.- Hay que proteger a la niña del sol y sacarla de aquí.¡¡YA!!- Enarbolando su maza y el escudo en la otra mano se lanzó hacia el centro del antiguo santuario para ganar la posición en caso de que las cosas se les complicasen, algo no demasiado difícil. Corrió haciendo un enorme ruido pro las piezas sueltas de la armadura y con toda la inercia de su cuerpo en movimiento le estampó la maza a uno de los engendros que se levantaba.

¡Ostras! ¡Pasé por ahí y no la vi!

Cómo se notaba que el Gran Fornund era un enano paladín, que siempre sabe qué es lo correcto, como gritar en una catedral llena de engendros. Por eso Jess le quería tanto, porque a los especialitos hay que quererlos igual. Por otro lado, parecía que cundía el desánimo, porque para el Gran Nalfeim parecía que con tener unos ojos ambarinos ya te convertías en una peligrosa vampiresa que había que proteger de la luz solar. Pues a lo mejor no, a lo mejor lo dorado de los ojos solo es el anillo de Kayser-Fleischer, y Ely lo que tiene es la enfermedad de Wilson. Pero los clérigos son así, y siempre les gusta ponerse en lo peor. Hay que mantener la esperanza con respecto al estado de Ely; el Gran Tergrar, en sus psicotrópicos últimos minutos, lo hubiese querido así.

Oh... vamos a necesitar algo para amortiguar la caída...

Jess cogió las puntas de la mantita de Wee-Jas, haciendo un petate con la almohada y las zapatillas cuquis, y espoleó a Botones para acercarse lo máximo posible a Ely.

Traigo esto, para mantear a Ely, y poder recogerla sin que toque el suelo-dijo, enseñando la mantita por el lado del estampado demoniaco de Wee-Jas-. También tengo un plan, para hacer más luz, pero necesito que alguien tire el agua de su odre en el suelo, formando un charco, que yo soy más de anillos de sustento.

Dió un par de palmadas al bolsillo del que asomaba el cetro congelante. Si algo sabía Jess de física elemental era que Shanshar lucía un físico estupendo. Hasta se podía intuír a pesar de su invisibilidad. Y si algo sabía Jess de su varita de hacer cubitos de hielo, después de haberla usado tanto en estos últimos ocho años, es que si congelaba una masa de agua, hacía efecto espejo y en el reflejo te podías repeinar la mar de bien. Y eso es lo que tenía Jess en mente: adecentar estos pelos de loca que se le habían puesto con tantas aventuras, y en menor medida crear una superficie refractante que hiciese rebotar los rayos que se colaban por las vidrieras rotas. Seguro que los demás lo demoraban por culpa de esa creencia de que Ely es vampiresa, pero con todos estos engendros vampíricos despertándose no van a tener mucho más tiempo para poner el plan de Jess en marcha.

Ely, cariño, tranquila... Te vamos a sacar de aquí. Esta vez no dejaré que me pase como con Glaudia. Es una larga historia, tú no te preocupes.

Klurca camina muy a gusto con su viejo espadón a dos manos, y tras colocarse codo a codo con Nalfeim, hace una finta y le descarga el pesado acero, de izquierda a derecha, como sesgando un pastizal. Solo que son las dos piernas del muerto viviente las que corta, y a continuación lo apuñala en el craneo, contra el suelo sacro del templo.

Mejor será que nos marchemos de acá....el sol se está moviendo muy rapido. Dice, imaginando al candente orbe girando a toda velocidad hacia el horizonte...

    Nalfeim machacó al engendro con su maza. el muerto viviente se giró sobre sí mismo con gesto feroz, pero se topó con la semiorca descargando su espadón sobre él. Klurca preparó para rematarlo, contando con que el monstruo se transformaría en neblina, pero no fue así. El engendro sangró y sangró. Su piel empezó a consumirse muy lentamente, transformándose directamente en ceniza.

Jess se situó debajo de Ely, buscando el modo de amortiguar una posible caída de su amiga y maximizar los escasos rayos solares que le quedaban al día.

Ely, cariño, tranquila... Te vamos a sacar de aquí.

-¡JEES! ¡Ya voy!- Respondió llevándose las manos a la cara de la emoción.

¿Vemos si Ely está enganchada como un jamón humano? ¿O cuelga libremente como una vampiresa recién transformada?

Jess no tardó en averiguar cómo se mantenía su amiga en el techo: Ely estaba descalza. Aferrada únicamente con las puntas de sus dedos en los nervios de las bóvedas de crucería.

Algunos engendros vampíricos que se agitaban a su alrededor la miraron como a una traidora y se lanzaron contra ella. Aterrada, Ely se soltó sin pensar en la caída. Se escuchó un roce de cadenas que acabó con un chasquido en seco.

-¡AAAAH!- Elyzabeth aulló de dolor cuando la cadena que la mantenía atada la dejó colgando boca abajo a media distancia con el suelo. La joven se bamboleó tratando de mirarse el tobillo herido. En lugar de una grillete, la cadena acababa en una pequeña pieza metálica articulada a modo de arpón con la que le habían atravesado el tendón de Aquiles. Todo su peso pendía de ese punto causandola un terrible dolor.

La primera visión que produjo de Ely la vela, aunque de forma imprecisa, representaba este terrible momento.

Al fin, Ely aparece.

No obstante, no es la mejor de las circunstancias. Parece que la dulce muchacha ya ha iniciado su transformación, colgada como está del techo sin usar para ello nada más que sus pies. Sin embargo, me esperanza un poco el hecho de que no parezca haber perdido aún la razón y se haya dejado llevar por la sed de sangre. ¡Aún tenemos tiempo! Con ánimos renovados, sigo corriendo por la nave, oyendo cómo mis pasos metálicos resuenan en el mármol del suelo entre los sonidos ocasionales de lucha y los gemidos y gruñidos de los engendros que empiezan a despertar de su letargo.

En un momento, Elysabeth se deja caer del techo para ser atrapada por Jess... pero su vuelo se ve interrumpido en seco por una cadena que aprisiona su pierna, que lleva incorporado un perverso mecanismo que a punto está de destrozarle el tobillo. El aullido de dolor de la hija de Tergrar me da fuerzas para continuar corriendo.

—¡Klurca! —exclamo, al tiempo que llego junto al lugar desde el que cuelga la joven Ely, cerca de Jess y su extravagante montura—. ¡Ven corriendo y destroza esta cadena! ¡Nos vamos YA!

Mientras grito, apresto mi escudo y levanto mi martillo, adoptando una posición defensiva contra los monstruos degenerados que, lentamente, se están acercando en todas direcciones...

También tengo un plan, para hacer más luz, pero necesito que alguien tire el agua de su odre en el suelo, formando un charco

Tran corrió junto a sus compañeros y se situó tras Jess para cubrir a la ingeniosa joven.

-¡Hielo!...Nunca se me habría ocurrido- Dijo quitando el corcho de su cantimplora y dejándola caer para crear un charco.

La pobre Ely colgaba a mas de 20´ del suelo, imposible ni para un gran saltador como él. La cadena estaba unida a una argolla de techo por medio de un candado, En lugar de una lámpara, los vampiros habían encadenado a la hija de Tergrar.

-Tal vez podría intentar trepar hasta allí-

Entonces Fornund propuso a la semiorca cortar la cadena. algo mucho más rápido.

-Nalfeim...¿aun puedes hacer ese truco para que alguien trepe por las paredes?-

Mientras tanto se creyó leer los pensamientos de Jess: tirar de la joven, hasta rasgar su tobillo. Con un lazo de su cuerda no sería difícil. -De todas formas ya es medio...Ya sabes, se curará- Dijo fríamente. Aguardó a Klurca antes de intentarlo.

-Creo que hemos despertado a todos los bichos-vivientes del lugar. Nalfeim y Fornund deberían alzar sus archiperres sagrados o se nos comerán vivos a todos.-

   Los engendros vampíricos que se habían estrellado contra el suelo, se levantaron lentamente observando con odio las vidrieras rotas.

Un hombre con ropas de noble y aspecto sereno sonrió a Nalfeim: -...Vas a ser mi desayuno- Su rostro se transformó en una mueca monstruosa y se abalanzó contra el salvajemente. El clérigo quedó sorprendido por el embate e interpuso su escudo en un desesperado intento de contenerlo. La oscura madera se astilló y el engendro siguió golpeándolo a pesar de las púas que protegían el escudo. -¿Qué habéis hecho con mi señora?¡¿QUÉ HABÉIS HECHOOO?!- Rugió fanáticamente.

    Las vidrieras volvieron a estallar y un nuevo hueco bañó de luz el interior del templo. El grupo alcanzado cerca de Nalfeim cayó al suelo envuelto en humo y aullando espantosamente. Otro más cayó a vuestra espalda, cerca de Shanshar; y un tercero, bajo la gran cúpula, muy cerca de Fornud. El lugar sobre el que cayó este ultimo estaba iluminado desde una rotura anterior y los rayos del sol confluyeron inmisericordemente sobre el abominable ser. El decrépito engendro se incendió al instante, convirtiéndose en una nube de cenizas que se dispersó por las baldosas de piedra.

Ayyy... qué grima. ¿Te duele mucho el tobillo, Ely? Espera... ¡Tápate los oídos!

Jess sacó su varita. La de hacer cubitos de hielo no, la de abrir cosas. Golpeó el carrillón de apertura contra la columna para hacerlo vibrar, y apuntó directo hacia arriba. Los ultrasonidos harían temblar el mecanismo del candado hasta que se abriese y el movimiento pendular del cuerpo de Ely haría resbalar la argolla hasta que se descolgara de la U invertida del candado. ¡La física también puede ser divertida! No todo va a ser alquimia y bailes locos en los pajares.

¡Yo la cojo! ¡Yo la cojo!

Tran, si esto funciona, necesito que seas tú el que coja el palito de los cubitos de hielo de mi mochilita. Es una mochilita mágica dimensional. Mete la mano, piensa en el palito y no en cosas raras y es lo que te saldrá.

¡Tranquila que está todo controlado, Ely! ¡Tápate con esta mantita, que vas un poco descocada y fuera hace frío!

Botones asintió. O estornudó por el polvo acumulado en el interior del templo. En cualquier caso, azuzado por las rodillas de Jess, la toporrata empezó a dar vueltas bajo ese péndulo oscilante llamado Ely, Hija de Tergrar. Si llegaba a caer en la grupa de la noble montura, le tocaría a ella taparse, que los demás ya están trabajando mucho, y no daban abasto.

Ayyy... qué grima. ¿Te duele mucho el tobillo, Ely? Espera... ¡Tápate los oídos!

-Me duelen los ojos...Hay demasiada luz- Respondió tapándoselos con las manos.

Jess golpeó su carrillón de apertura, emitiendo una penetrante nota que hizo saltar el candado. La cadena comenzó a deslizar por la argolla rápidamente y Ely se precipitó al vacío.

-¡AAH!- Su gritó quedó ahogado al estrellarse contra el lomo de Botones.

Jess logró sujetarla, pero tras su amiga cayeron 20´de recia cadena que restallaron contra el suelo como un trueno. La toporrta encabritada por el golpe lanzó una coz hacia atrás que a punto estuvo de alcanzar a Tran.

-¡Lo has logrado!- Exclamó el pícaro tras esquivar al animal.

Ely aun tenía la pieza metálica atravesando su tobillo, y tras ella, varios metros de pesada cadena. -Salgamos de aquí y ya nos ocuparemos de eso-.

Tran, si esto funciona, necesito que seas tú el que coja el palito de los cubitos de hielo de mi mochilita. Es una mochilita mágica dimensional. Mete la mano, piensa en el palito y no en cosas raras y es lo que te saldrá.

Tran asintió, metió la mano en la mochila y sacó un objeto...Arqueó las cejas y lo intentó de nuevo. -Me encantan tus juguetes, Jess- Dijo sacando esta vez el Cetro de Escarcha. El joven apuntó al charco de agua y cuando su compañera tapó a Ely con la manta, accionó el artefacto que cubrió de hielo la zona. Los rayos del sol reflejaron en la superficie espejada, castigando a los engendros del techo con mas luz.

El  reflejo alcanzó también la manta que cubría a la hija de Tergrar y al instante comenzó a salir humo de debajo.

Ely comenzó a patalear como loca encabritando aun mas a la toporrata:-¡AAAAHHH!¡QUEMA...ME QUEMA!- Chilló de dolor. Jess sujetó las riendas con fuerza y tragó saliva. Una simple tela no bastaba para proteger a su amiga y si no tomaba la decisión adecuada, Ely correría el mismo destino que Glauda.

Era difícil mantener la concentración con la pobre Ely colgando cruelmente del talón de aquiles en medio de lo que había sido un santuario de la luz y el amor. Sin embargo le dio tiempo a interponer el escudo ante el salvaje ataque de uno de los engendros caídos. Normalmente no disfrutaba usando la maza pues prefería el estudio de objetos y lectura de ajados y polvorientos pergaminos. Pero si había algo que encendía los ánimos del clérigo eran aquellos no muertos, mucho más si eran unos fanfarrones.

- Para comerme tendrás que tener dientes.-  Sintió la inercia del cuerpo presionando su escudo. Dejó que el movimiento siguiera su curso apartando hacia atrás el brazo que lo sujetaba. Entonces estampó la maza en toda la boca del no muerto. Lanzó una mirada a Klurca para que repitiera la misma táctica que antes les había dado tan buen resultado. Luchar al lado de la semiorca era sencillo. No hacía falta hablar, se regía por instinto. 

- Shanshar rápido, ayuda a Ely.- El era el que tenía las cremas, pociones y objetos que podían ayudar a Ely a soportar la luz, aunque no quedaba mucho tiempo  para disfrutar de tan benigno don.

 La venganza de Pelor.

  El impacto de la maza de Nalfeim rompió varios dientes del engendro. El ser se llevó las manos a la boca mientras escupía su propia sangre: Una densa masa marrón similar a la que cubría las vidrieras.

-¡Hiho e uta, e acaré os ojos or ehgo!- Rugió de forma ininteligible por la herida. Alzó ambas manos y se abalanzó de nuevo sobre Nalfein babeando como un monstruo. El clérigo volvió a interponer su escudo y bloqueó todos los golpes mientras se reagrupaba junto a Jess.

El impacto de ver a Ely convertida en engendro había sido mas fuerte de lo que había pensado y estuvo boquiabierto durante unos preciosos segundos. Afortunadamente nadie podía verlo, aunque si su inmovilidad.

Cuando finalmente se repuso fue cuando vio que el sol amenazaba con desintegrarla. Entonces salió corriendo mientras habría la sombrilla alcanzando a Ely y Jess. En cuanto llegó dijo entre jadeos -la sombrilla puede no ser suficiente... usaremos también el aceite... además os recuerdo que aún estará dominada por Morrigan...

    Los engendros observaron desde el techo cómo una serie de objetos familiares cruzaban la nave central del templo. De todos, la oscura sombrilla era quizás el más representativo del estilo de "vida" de Lady Lustmord. Shanshar logró alcanzar a Ely antes de que ninguno de ellos bajase por los pilares. Abrió la sombrilla para proteger a  la joven que dejó de chillar y patalear de inmediato. El objeto proyectó una sombra tan oscura, que prácticamente hizo desaparecer el bulto. La manta dejó de humear y Jess sintió a Ely hacerse un ovillo y suspirar aliviada.