Partida Rol por web

Como tres lobas acechando a su presa Köyu, Jagga, y por ultimo Klurca, se adentran por el estrecho pasillo y rodean el ataud dominado por el vampiro Yazlik Vaer.

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La salvaje semiorca, logra ver a Tergrar a la izquierda, y a sus recomendadas zetas, pero se desvía hacia el otro lado, llegando a protegerse la espalda contra las paredes de piedra, y desde ahí observa, espadón en mano, primero a Yazlik y luego al esbirro goblinoide.

La guerrera, a sabiendas de que los ojos-locos del enano son capaces de doblegar su voluntad, desvía rápidamente la mirada hacia el esbirro como si fuera a enfocar en ésta criatura su furia.

    Las palabras mágicas que pronunció Nalfeim se quedaron flotando en el ambiente. Sólo aquellos que tenían sensibilidad para la magia se percataron de las terribles fuerzas que se desataron. El clérigo soportó la presión en sus oídos pero se sintió encanecer por momentos y la energía de Boccob lo abandonó de repente, dejándole sólo un terrible vacío.

Shanshar se materializó junto al atril. El joven mago estaba tan concentrado examinando los legajos y objetos que había sobre el escritorio que tardó en darse cuenta de que podía ver su propio cuerpo.

Jess seguía luchando contra Jagga sin vacilar en sus intenciones orquicidas.

    Tergrar se llevó la mano al sombrero, como si su cabeza fuera a salir volando sin el resto su cuerpo. El viejo abrió la boca como un pez fuera del agua, pero no fue capaz de articular palabra. Sus ojos abiertos de par en par, buscaban la ayuda de algún compañero, pero fue en vano. Sus barbudas mejillas se enrojecieron y comenzó a balbucear: -Corvinus...¡Le he visto...Y él me ha visto a mi...pero había alguien más!-

El aspecto risueño que le daban las setas desapareció de golpe, y su pelo, que brotaba enérgicamente de su cabeza, caía lacio y mortecino sobre su cara. Cuando volvió a abrir los ojos, sus pupilas observaron el mundo en su cruda realidad.

    Köyu descargó un nuevo golpe con su pico aprovechando que Klurca rodeaba a Yazlik por la derecha. El enano la detuvo en seco agarrándola por la muñeca, Se encaramó sobre el borde del sarcófago y la atravesó el pecho con su guantelete de acero como si la orca fuera un muñeco de trapo. El capataz sonrió al estrujar las entrañas en su puño: -Es inútil resistirse...La muerte es más fuerte. No hay escapatoria- Dijo en un tono despiadado y paternal al mismo tiempo.

Köyu quiso gritar, pero la presión se lo impedía. Su ojo sano lanzó la última mirada desafiante antes de perder el conocimiento.

Horroizada, Jagga intentó auxiliar a su compañera, pero YazliK mumuró algo en voz baja y Jess se interpuso para protegerlo con su mortífera cimitarra. Las imágenes más traumáticas de su infancia afloraron con una risa asesina y Jess sintió que vengaría a todos sus seres queridos si destripaba a las orcos.

A ver... en cuanto seres queridos, tampoco es que hubiese mucho que vengar. Sí, hirieron al tío Duncan, una vez, hace doce años, pero salió de esa. No es como si todo su poblado fuera saqueado por orcos en una gran matanza, ni nada. Es que hay que tener mesura en este tipo de cosas, porque luego se sobredimensionan, y...

¡MUAHAHAHAHAHA!

Demasiado tarde. A grosso modo, Yazlik había encontrado el punto débil de Jess. Podríamos llamarlo exceso de entusiasmo fácilmente manipulable, o necesidad de aprobación, o cerebro de guisante. De cualquiera de las maneras, ahora Jess era fiel como un cachorrito. Un cachorrito sanguinario que empuñaba una cimitarra, mágica, guay, y tradicionalmente usada para matar orcos. Una vuelta a las raíces.

¿A dónde vas así, sin despedirte? ¿Dónde "stum" tus modales, Jagga? Jajajajaja... Están. Stum. ¿Lo coges? Jajajaja... No tiene ni puñetera gracia. ¿Ves que me ría? ¿Me estoy riendo, Jagga? Hace un porrón de tiempo tu tatara tatara tatara tataratío le clavó una jabalina a mi no tatara sí tío. ¿Has oído hablar del término responsabilidad civil subsidiaria? ¡Yo tampoco! ¡No me marees! Pero el tío Duncan estuvo casi treinta segundos herido en el suelo hasta que Nalfeim le hizo el chinchabachinga ese raro suyo que cierra las heridas por curación mágica divina. ¡Treinta segundos! Casi... Y a ti, Jagga, te voy a hacer pagar los segundos que van del diecisiete al veintitrés. ¡Porque sí! ¡Y no me repliques, jovencita!

Espera... la explicación se me ha hecho muy larga. Déjame probar con un poco de síntesis...

¡Hola! Mi nombre es Gran Jess. Un pariente lejano tuyo hirió a un tío mío. Prepárate a morar...

Jajajaja... morar... quería decir morir... Jajajaja... Tú ya no vas a vivir en ningún sitio, Jagga. Jajajaja... ¡Ni putandíscula gracia! ¡Toma!-exclamó Jess, propinando a Jagga un tajo con prolegómenos-Jajajaja... eso sí es gracioso. Yo te voy cortando y tu te vas muriendo. Jajajajaja... ¡TOMA!

Pero el nuevo intento por hacer un nuevo canalillo al escote de Jagga falló por un pelo. Cosa del ímpetu, que al exclamar con más fuerza, se te va toda la energía por la boca y tu golpe es más lento y torpe. Fornund lo llama castigar el mal.

Tergrar se recompuso de sus perturbadoras visiones. Köyu yacía en el suelo con un agugero en el pecho. El tabernero quería huir de allí, el aprendiz de mago no tenía ni idea de qué hacer, pero el guerrero que aún llevaba dentro lo lanzó contra el enemigo. El viejo lanzó algo parecido a un grito de guerra y cargó con su espada contra el pálido goblin. La pequeña criatura se agachó y esquivó todas las estocadas que pasaron más cerca de la cabeza de Shanshar que de la criatura. El ataque acabó con Tergrar agotado y el esbirro balando como una oveja para burlarse del humano.

    Fibul se echó para atrás y lanzó otra de aquellas setas blanquecinas directamente contra Tergrar. El tiro falló pero la seta liberó sus esporas un poco más adelante cuando chocó contra el suelo, asfixiando al aventurero de nuevo.

-¡Te lo haz comido viejo boboo!- Se burló con su risa estridente.

   Jagga aulló de dolor cuando la joven la hirió con su cimitarra.

La rabia podía leerse en sus ojos rasgados. De buena gana le habría dado una lección a la chiquilla, pero en su último aliento, Jess resultaba más letal que nuca. La orca dio un paso lateral para golpear a Yazlik en un desesperado intento por romper el vínculo de posesión, pero ya era tarde. Jess estaba totalmente entregada a la defensa de su nuevo amo y detuvo el ataque antes incluso de que alcanzase al siniestro enano. Vencida y malherida, dio otro paso hacia atrás cerca de Klurca, deseando que la gran guerrera tuviera más suerte.

Por un momento pensó que la Gracia de Boccob le había abandonado. Nada había salido como lo había planeado. Jess no reaccionaba y seguía sintiendo el aura maligna de aquella habitación. Al menos Shanshar se había materializado y, al contrario de lo dicho por su petirrojo, parecía estar bastante tranquilo y a sus cosas.

Seguro que tiene él el libro. Su soberbia le habrá hecho quedárselo.- Confiaba más en su compañero de fatigas, el robusto paladín de Moradín de nombre Fornund. Aún así, afectado por el miedo a la maldición, mientras avanzaba por la pared no pudo evitar preguntarle.

- Si vos tuvierais el libro, maese enano, ¿me lo diríais verdad?- Le dijo en un susurro al pasar sobre su cabeza. Tras salir de la grieta moverse fue más fácil, como una liberación. Se colocó junto a la jovial Jess, lanzándola una mirada cargada de reprobación y quizá algo de culpabilidad por no haber podido salvarla del influjo del no-muerto.- ¡Yazlik! Aún estamos a tiempo de parar esta locura.- Dijo a la vez que impactaba con su maza en el cuerpo del enano.- Yo mismo te daré el libro a cambio de la vida de Ely.

—¡Quítate de en medio, niña! —le grito a Jess mientras emerjo desde la grieta y rodeo a mi amiga, ahora poseída por Yazlik. Mientras me muevo, veo por el rabillo del ojo toda la sala. Parece que Shanshar y Tergrar están en problemas, así que me escoro ligeramente hacia la izquierda, evitando en esa dirección el peligroso estorbo en el que se ha convertido Jess. Luego, finalmente, después de tanto tiempo, me encaro finalmente con los ojos muertos de Yazlik. Al fin voy a tener la ocasión de hacer pagar a este monstruo todo el daño que ha hecho—. Prepárate para morir, Yazlik... Para morir de verdad. ¡Moradin! —exclamo a mi dios benefactor, levantando mi martillo de venganza al tiempo que este empieza a verse envuelto por un argénteo remolino de luz de castigo divino, que segundos después descargo con todas mis fuerzas sobre la caja torácica del despreciable no muerto que una vez fue uno de mis hermanos.

«Vete al infierno, al que sea que te corresponda...».

¡QUIETO TODO EL MUNDO ENANORTIL, O DESTRUYO EL LIVRO!! Gritó repentinamente la semiorca, al tiempo que se abalanzaba contra el capataz no-muerto dispuesta a regalarle unas astillas de acero mágico.
Quizas el efecto de disipasion magica le incitó a gritar esa advertencia, o tan solo un trozo de su cerebro falló aleatoreamente tras tantos golpes recibidos...tantas heridas curadas con magia, y ahora disipadas...¿?
Lo cierto es que si fue premeditado, accidental, o puro instinto de la salvaje, logro el extraño efecto de que una docena de pares de ojos se volvieron hacia ella.

la frase no tenia ningun sentido. Ni poseía ella el libro, ni sabia bien que era eso que todos querían, ni hubiera podido destruirlo si lo hubiera poseído. Pero aun asi, cuando Yazlik se giró a mirarla, una hoja de casi dos veces su talla se le incrustó en la pétrea frente del vampiro.
No la partió como a una calabaza, pues...porque no era una calabaza, sino algo mucho mas resistente, de lo que estan hechas las sabiolas de los vampiros. Pero aun asi le hizo un lindo agujero sanguinolento...

Klurca, rápidamente desvió la mirada y se enfocó en vigilar los movimientos del enano del cuello para abajo...no sea que la hechizara también a ella. No era facil combatir asi, pero algo en su cabeza de barbara se lo recomendaba..."instinto klurco"

Maldice en voz baja en el instante en que Nalfeim disipa su invisibilidad. Afortunadamente, no solo dispone de otro conjuro, sino que parece que Yazlik monopoliza la atención de Nalfeim.

¿Sus armas eran de plata? Creo que no...-piensa mientras formula rápidamente un conjuro, casi al mismo tiempo coge el colgante y se lo pone en el cuello, dispuesto a usar las armas de su enemigo contra él. Buscando recoger todo aquello que tenga aspecto de ser mágico.

¡Yazlik! Aún estamos a tiempo de parar esta locura.- Dijo a la vez que impactaba con su maza en el cuerpo del enano.- Yo mismo te daré el libro a cambio de la vida de Ely.

    El capataz detuvo el golpe con la hombrera de su armadura. Varias lascas de piedra saltaron por el impacto, pero el enano no perdió el aliento y respondió divertido:

-Sabéis como negociar-

Fornund lo golpeó a continuación. El destello sagrado pareció cegarle unos instantes y borró por completo la sonrisa de Yazlik.

Klurca fue detrás y asestó un soberbio golpe en la cabeza del malvado enano que habría dejado inconsciente a cualquier ser vivo. La piel achicharrada cayó hecha girones y el cráneo blanquecino quedó a la vista. De las heridas manó un espeso puré marrón en lugar de sangre que dejó al capataz completamente irreconocible.

Sîglu avanzó por la grieta. Saltar el cable no era tan fácil para ella pero al final logró llegar al otro lado. La orca reconoció la mirada hipnotizada de Jess y entendió el porqué del griterío de sus compañeras.

Shanshar lanzó su conjuro de detectar magia y al instante su entorno se cubrió de colores imposibles para el ojo humano.  Un manto oscuro y siniestro flotaba en el aire. Algo tan maligno que ofendía la mismísima urdimbre de las fuerza mágicas. El joven mago se abalanzó sobre el atril como si bucease en el fondo de un turbio pantano. Entre aquella oscuridad alcanzó a reconocer los hermosos destellos de una de las monedas y el colgante morado. Los maravillosos efectos del conjuro hacían que pudiera sentir el frío tacto de la moneda antes de tocarla y degustar el sabor del metal solo con rozarlo. Guardó la moneda en su bolsillo y se puso el colgante alrededor del cuello.

Con solo mirar a Yazlk su olfato quedó saturado del olor pestilente de sus heridas. Las manos enguantadas del enano brillaban entre aquella oscuridad. Pero entonces, el colgante que acababa de colgar sobre su pecho empezó a llamar de nuevo su atención.

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Al principio fue solo un sutil aroma a flores, algo agradable bajo aquel manto oscuro y nauseabundo. El colgante empezó a emitir un leve murmullo, apenas audible para los que estaban en la sala, pero que resonaba con fuerza para Shanshar.

Yazlik se volvió de inmediato: - ¡Břμo Ar-Ӄǿmmen! *- Gruñó el enano aunque su rostro era incapaz de transmitir ninguna emoción reconocible.

El medallón mientras tanto continuaba susurrando a Shanshar, pero en su cabeza el eco era cada vez mas atronador. El objeto, sin duda poderoso, le hacía sentir seguro e inalcanzable como si mirase a través de una cerradura, pero podía escuchar y casi sentir lo que había al "otro lado". El mago prestó atención como si cuchichease al otro lado de una puerta. Los gemidos de su cabeza fueron intensificándose y fundiéndose con alaridos...¿De quién?. Dolor y placer se confundían hasta que la voz cavernosa de Yazlik lo devolvió a la realidad.

-¡Ladrón insensato!- Le insultó esta vez en la lengua de los humanos. Yazlik se tambaleó sobre la tapa del sarcófago alejándose de los peligrosos aventureros en pos del mago.

-Muchacha, ¡acaba con ellos!- Ordenó a Jess.

Después se volvió Hacia Nalfeim: -Acepto tu oferta humano. No sé qué juego os traéis entre vosotros- dijo  lanzando una mirada de desprecio a Jess. -Pero si tú no lo tienes ¿Con qué pretendes negociar?-

Yazlik se giró hacia Klurca y se agachó para cruzar su mirada ambarina con la semiorca.

-¡No hay nada como un poco de presión para agilizar el trato!-

Un enano en cuclillas, sobre un ataúd, era algo tan gracioso que Klurca no pudo evitar alzar un instante el rostro, pero solo un instante, apenas...para ver de que se trataba.
Igual, fue apenas, le echó una miradita, y en seguida volvió a ocultar y bajar la vista...

Hummm...porque no comí una de esas zetas de Tegrar....Le susurró su instinto.

Espera... ¿a ellos? Si te crees que después de todo lo que he vivido a su lado, todas las risas, todas las penas, voy a hacerle daño a mis amigos... Tienes toda la razón, Gran Yazlik.

Jess se dió media vuelta, con una sonrisa endemoniada, y lanzó dos tajos rápidos contra la armadura de Fornund. Sonó un entrechocar de metal.

Aggggh... mecachis, porras... Ya te vale, calvorota. ¿No podías quitarte tu estúpida armadura para pasar por la grieta? ¿Cómo se supone que voy a trincharte ahora?

Con el ímpetu no se había dado cuenta, pero uno de sus filos había alcanzado la sobaquera olorosa de su ya no tan admirado héroe, colándose por las rendijas. En cuanto terminase de matarlo, y se rompiese el hechizo, tendría tiempo para reparar en todo el daño que había causado el sudor de Fornund impregnando a su cimitarra. Los enanos siguen la misma técnica defensiva que las mofetas, y una vez lanzadas sus feromonas, ya no se iban.

Fibul miró a Shanshar como si hubiera cometido una terrible herejía.

-Ladón eztúpido. ¿Cómo te atévez? ¡Devuedve ojo al amo o ta tufo!- El pequeñajo agitó otra seta sobre su cabeza y giñó un ojo para apuntar al mago. A una orden de Yazlik, el esbirro lanzó la bomba fétida atinando en la cara a Shanshar.

-¡Zaz, en toda la boca!- Festejó el goblin.

El joven humano recibió el impacto directo con tan mala suerte de inhalar profundamente. Las esporas penetraron en sus pulmones asfixiándolo como en un incendio y los ojos le ardían como restregados con pimienta.

Las esporas se extendieron juntándose con las que aún flotaban del lanzamiento anterior. Tergrar quedó atrapado en mitad de todo aquello tosiendo hasta quedar ronco.

El ataque de Jess tomó por sorpresa al Paladín, que encajó el tajo como pudo.

Al otro lado de la joven, Klurca empezaba a poner una cara más rara de lo habitual y su torva mirada se clavaba en el clérigo en lugar del malvado enano.

Sîglü resopló dubitativa. Nunca había destacado en el combate ni era la orca más valiente pero sabía que, salvo que rechonchas piernas tropezaran, nada podía detenerla. La minera conminó a sus antepasados con un solemne tirón del lóbulo de su oreja y se lanzó a la carrera.

-¡GRUUMUSHAAAA!-

   Yalzlik miró a Klurca con sus ojos ambarinos. -¿Qué haces con esta chusma? Tú vales mucho mas. Tenía planes para ti...Todavía los tengo.- Comentó persuasivo. -Deshazte de los humanos y ese tozudo enano y te cubriré de ámbar para el resto de tu corta vida-

El demacrado capataz esperó a ver la reacción de la semiorca. Con la gigantona de su lado podía doblegar a un ejército. Yazlik se pasó la mano por el desfigurado rostro para retirarse la masa marrón que manaba de su cráneo. Si un atisbo de dolor, el muerto viviente sonrió a Nalfeim. -¿Que me decías del libro?¿Quieres hablar?¡PUES YO NO!¡Dámelo o todos moriréis!-

Jagga vio lo que se venía encima. El humano de la armadura le daba miedo, pero tal vez por eso le creía capaz de detener a Yazlik. La minera alzó su pico para defenderlo si Klurca caía embrujada por los "ojos de gato" del capataz.

El frondoso ceño de Nalfeim estaba tan fruncido que parecía cejijunto. La situación no pintaba nada bien y ver cómo Jess atacaba a Fornund le hizo negar con la cabeza en un gesto apesadumbrado.

Pensé que eras más fuerte pequeña...- Le había vuelto a decepcionar. Si ella no podía sola tendría que darle un empujón, al menos volver a intentarlo. En eso pensaba cuando el apestoso ser en que se había convertido Yazlik trataba de tentar con su lengua viperina a la salvaje orca, Klurca. Si Jess era peligrosa, Klurca no tenía parangón. Había visto el tremendo golpe que había infringido al enano casi sin inmutarse y rehuyendo la mirada de éste. No quería tener que enfrentarse a ella también

Es lista, aunque sólo sea por instinto.

- Jovenzuelas.- Comenzó su discurso dirigiéndose a las féminas con una voz potente y cargada de la sabiduría que le daba la experiencia.- No escuchéis el veneno que suelta por esa boca de cloaca. ¡Luchad contra él, joder! Demostrad de qué pasta estáis hechas y resistid.- De nuevo hablaba como un estricto padre con su progenie, como si fuera a darles un cachete en caso de que no obedecieran. Elevó la mano en el aire apelando a Boccob que diera a las simples mentes de las dos hembras la oportunidad de salvarse.

En el fragor de la batalla apenas podía ver a Shanshar, pero lo que atisbaba entre el enredo de brazos, sangre, humores putrefactos y armas subiendo y bajando, era al mago rapiñando con todo lo que podía. Y es que el clérigo de Boccob rivalizaba con el mago en su sed de conocimiento y ansias por conseguir y comprender los objetos mágicos. Pero esa rivalidad le hacía desconfiar del mago en lo que al libro de Corvinus se trataba, haciéndosele más y más obvio que sería él el que se lo habría quedado. Tenía sentido pues él era, junto con Nalfeim, el único que podía desentrañar su mágico poder. Las palabras que le dirigió Yazlik volvieron a centrarle en el combate.

- Yo no lo tengo.- Es lo único que pudo responder.

Pero te lo devolveré.