Partida Rol por web

Cuando el grupo de aventureros se adentró en la mina el hongo continuó chillando todavía unos segundos más, después, poco a poco, como si fuera un bebé agotado, quedó en silencio.

Mientras tanto, el gigante descendía por la ladera tan rápido como podía. Apenas volviste a moverte y el maldito hongo volvió a chillar y agitar sus pequeños zarcillos en tu dirección.

El gigante volvió a rugir y alzar una roca con uno de sus largos y robustos brazos, pero al no ver ningún intruso, pareció dudar. Su pétreo rostro no era nada expresivo, pero habrías apostado a que se planteaba lanzar la roca contra el hongo sólo para hacerlo callar de una vez.

El gigante descendió los últimos metros de la escarpada pared de un par de saltos y aterrizó sobre la hierba haciendo temblar el suelo.

El gigante se acercó a la boca de la mina, con cuidado de no acercarse al hongo. Se detuvo unos instantes como si esperase algo hasta que finalmente el hongo volvió a quedarse en silencio. Muy despacio, el gigante se volvió para escrutar a su alrededor con el rostro ceñudo.

Ve al gigante llegar, una mole inmensa con una piedra enorme sobre la cabeza y se plantea utilizar el conjuro de grasa para hacer que se le resbale y caiga sobre su cabeza, pero los gigantes tienen fama de ser sumamente fuertes y resistentes y duda que eso llegase a matarlo. Además ese uso del conjuro seguramente pusiese fin a la invisibilidad.

Por lo tanto espera pacientemente a que llegue, una vez allí se da cuenta de que se encuentra entre el molesto hongo y ese titán. Una posición desaconsejada incluso siendo invisible, especialmente para lo que plantea hacer, por lo que suponiendo que el hongo empezará a hacer ruido en cuanto empiece a moverse da unos cortos pasos con cautela vigilando el gigante por si logra descubrirle.

Se dirige al interior de la cueva sabiendo que no podrá atacarle con tanta efectividad en un sitio tan restrictivo para un ser tan grande.

    El gigante mira a su alrededor. Parece que todo está tranquilo cuando decides moverte y la bulbosa planta situada a tu espalda comienza a aullar como un gato en celo. Te mueves sigilosamente con cuidado de no mover alguna rama o escombro, más que evitando hacer ruido, pues con los chillidos del hongo, poco podrían oírse unos simples pasos.

El gigante se tapa los oidos molesto saca una enorme clava de su zurrón y lees en sus ojos la tantación de aplastar al molesto hongo, pero una vez mas, se contiene y se introduce en la cueva tras tus compañeros.

   Cuando te adentras en la galería el gigante avanza en tu misma dirección. Sin ser consciente de tu presencia, ves como su siguiente paso va a espachurrarte. Reaccionas saltando a un lado justo cuando el enorme pie descendía sobre ti. Cuando te incorporas sano y salvo, ves la espalda de coloso adentrase en la oscura cueva.

Esquiva por los pelos al gigante mientras se pregunta si será capaz de engañarle para retenerlo y la mejor forma de hacerlo. Podría hacerme pasar por Yazlik para ordenarle que vaya a la otra entrada a defenderla del "contingente"... si... estos están controlados por las trampas que los esperan... y por supuesto hay que añadir algo ... por supuesto algo de cerveza como zanahoria... solo queda esperar que Yazlik les haya enseñado el enano o el común...

A una velocidad de vértigo se forma un plan en la mente de Shanshar y entonces habla alto y claro en enano y poniendo la voz ronca, imitando la que escuchó de Yazlik en la posada.

¡¡MALDITO ZOQUETE SESOS DE ROCA!! ¡Maldito conjuro de hablar a distancia! - mientras habla se prepara para alejarse en cualquier momento si el gigante intenta atacarle, en cambio si mantiene su atención...

¡Deja a esta basura! ¡Le esperan unas cuantas trampas -su tono baja a uno siniestro de calculada maldad y diversión - pero atacan en la entrada principal un gran grupo de orcas traidoras -por lo que sabía de los gigantes hacían poco caso de los seres mas pequeños y seguramente ni siquiera se haya molestado nunca en contarlas- y he prometido un barrilete de cerveza enana por cada cabeza que alcanceis con vuestras piedras! ¿Vas a dejar que los demás gigantes se lleven el premio y toda la diversión?-ea, está hecho. Que Tymora me ampare y que el resto encuentre una solución a esos bichos antes de que el gigante me haga papilla si esta treta no funciona..

Con su escudo preparado y las piernas flexionadas para alejarse espera con expectativa y temor a la reacción del gigante.

   Tan pronto como Comienzas a hablar en enano el gigante se revuelve enfurecido. Sus ojos negros examinan sin éxito el origen de la voz. No distingues en sus facciones gesto alguno de que entienda lo que dices. Su garganta emite un gruñido similar al crujido de un bote de remos encallando contra las rocas.

En cuanto alza su clava de piedra corres para alejarte. El coloso agita su arma barriendo todo el túnel; al golpear contra el suelo lanza escombros y polvo en todas direcciones. Cuando vuelves la cabeza el gigante ya no está pero puedes sentir sus pesados pasos retumbar en el suelo. El eco se aleja hacia el primer recodo de la galería y cesan poco después.

Parece que el gigante era tan idiota como para ignorar a un enemigo a sus espaldas, pues pagaría caro eso. Con un veloz movimiento sale corriendo en dirección al gigante, esta vez evita el hongo con precaución para que le asorde y le impida escuchar nada. Mientras tanto fuerza los ojos a ver en la oscuridad todo lo posible y con la otra mano prepara el conjuro que va a lanzar. Su escudo queda colgando sin ninguna sujeción aunque la magia que lo envuelve impide que entorpezca los movimientos del mago.

    Te adentras de nuevo en la oscura galería. El polvo comienza a posarse y caminas con sumo cuidado. Con el Hongo por fin en silencio, escuchas la pesada respiración del monstruo resonar en el túnel, pero no alcanzas a verlo en la oscuridad. El primer recodo está ahora a unos 60´ pero temes que cualquiera de los salientes de las paredes pudiera ser en realidad el gigante de piel grisácea acechándote.

¿Sólo su respiración? ¿No sus pasos?

Sonríe al imaginarse al gigante encorvado en el pasillo y esperando lograr atraparle siendo invisible cuando para Shanshar todo lo que sea retenerle un segundo más será un éxito y un respiro a los demás. Mystra sabe que lo necesitan.

En el mas absoluto silencio estudia sus opciones, podría intentar el conjuro de grasa, pero seguro que el gigante es capaz de ver en la oscuridad y si falla y el conjuro alcanza al gigante nada mas lanzarlo su invisibilidad se desvanecería. Además sin saber donde está podría lanzarlo también demasiado corto.

La otra opción resulta mas arriesgada pero le permitiría saber con precisión donde se encuentra el gigante. Afortunadamente su estoque brilla al desenvainarlo y deja de hacerlo en su funda, con un movimiento rápido incluso podría llamar la atención de este y luego volver a envainarlo mientras cambia de dirección para evitar el golpetazo si se encuentra muy cerca. Afortunadamente en un espacio tan estrecho para el gigante duda que pueda lanzar una piedra con puntería.

Finalmente adopta un curso de acción y mientras avanza haciendo ruido extrae su estoque manteniéndolo bien alejado de su cuerpo y lanza una ojeada a sus alrededores.
 

  El gigante se rascó el culo pensativo ¿Qué diantres es esa luciérnaga?...¡Alguna suerte de maldito hechicero! Metió la manos en su bolsa y sacó su mejor piedra: "Bolita" como solía llamarla, hizo girar suavemente el proyectil en sus manos, buscando los dos huecos que había tallado mientras se relamía los labios. Se asomó desde la grieta que le servía de escondite y balanceando la roca hacia atrás, lanzó a Bolita rodando por el túnel en dirección a la luz.

    Al otro lado del túnel, el mago sólo alcanzó a ver la enorme roca esférica cuando esta empezó a rodar en su dirección. La roca alcanzó su estoque con una precisión asombrosa. El filo hizo saltar una chispa al ser golpeado por la gran piedra y a punto estuvo de arrancarle el brazo. Shanshar sonrió al comprobar que su pequeño truco había surtido efecto. Aun así, el gigante no salió de su escondite y trató en vano de ocultarse de nuevo en su grieta, tan encorvado como se lo había imaginado.

Sonríe ufano y satisfecho de si mismo cuando ve que su plan ha dado resultado y, no solo eso, sino que logra descubrir la posición exacta del gigante.

Consciente del peligro que supone seguir con la luz encendida y también de que le resultará complicado superar al gigante con rapidez debido a su envergadura pone en marcha su plan de retenerle todo el tiempo posible.

A toda velocidad extrae un poquito de manteca de cerdo y pronuncia las palabras y los gestos necesarios mientras frota la manteca con sus dedos. Lo hace en voz alta y clara y de pronto detrás del gigante, a varios metros de distancia el suelo empieza a cubrirse de grasa al mismo tiempo y de forma silenciosa.

La sonrisa de Shanshar se ensancha aún mas al pensar que el gigante estará pendiente de él y no se imaginará lo que está ocurriendo.

Cuando el conjuro ha finalizado envaina el estoque que produce un leve ruido al rozar con la funda al mismo tiempo que susurra de forma audible en elfo y camina hacia delante -Es una pena que no veas en la oscuridad Yrlinand, o podrías ir a avisar a nuestros compañeros.

Cuando ha recorrido aproximadamente dos tercios del camino que le separa de este se queda totalmente en silencio e inmóvil. Consciente de que el gigante ya ha sido engañado antes y lo sabe, está seguro que se esperará que se haya movido en silencio, quizá para sobrepasarle. Seguro que el gigante creerá haberse logrado esconder con éxito y estar pillándole a él en una trampa.

    Pasados unos segundos miras hacia el techo de la gruta y ves asomar aquellos ojos entrecerrados. Estás tan cerca que oyes como el gigante resopla y gruñe en voz baja. -Marditaz rataz. Suz voy a plastar toaz y lueo comer-

El monstruo da un paso, mira en tu dirección con el ceño fruncido, luego a su espalda y finalmente entre sus piernas, donde se rasca con gesto nervioso. Finalmente vuelve a su rincón, empuña la enorme clava y guarda relativo silencio a la espera de su presa.

Cuando crees que va a quedarse ahí esperando, el gigante se levanta la pernera del calzón, "desenfunda" su enorme miembro y orina todo lo ancho de la cueva. Inundando el área con un fétido olor a verdura podrida. No puedes evitar cubrirte la cara con las mangas para que no te salpique. Cuando el gigante apura las últimas gotas, sonríe relativamente satisfecho. La superficie irregular del suelo no le ha permitido formar un charco, pero si mojar todo el paso, desde la pared de enfrente hasta los dedos de sus pies.

Soporta el hedor con estoicismo, es mejor eso que la alternativa. Incluso sonríe cinicamente al imaginárselo.

Ya solo me queda esperar y rezar porque el resto del grupo pueda dar cuenta de los peligros y de esa extraña plaga. Parece que las armas no le afectaban... pero si logran detenerlas de algún modo mientras Tergrar las mata con su varita... podría funcionar, espero que alguien tenga cerebro para caer en ello.

Escucha con atención al gigante, siempre dispuesto a actuar en el instante que este realice cualquier movimiento o intente alejarse.

Seguro que si terminan con la plaga volverán aquí a por mi, hasta entonces hay que aguantar. ¿Como podría seguir distrayéndole? Si se aburre intentará superar la zona aceitosa, entonces una vez allí es cuando tendría que volver a distraerlo... aunque ha hablado en común, quizá podría intentar negociar con él... Los gigantes de la piedra no son estúpidos, podría obtener información e incluso lograr que no nos atacase.

Shanshar le da vueltas a sus posibilidades, esperando que el grupo vuelva porque ya ha conseguido acabar con la plaga, o incluso que vuelva huyendo, en cuyo caso la grasa presentaría un problema adicional, piensa sintiendo una gran sensación de alarma. Jess y Tran podrán superarla sin muchas dificultades, ¿pero los demás? Estarían a merced del gigante.

Con un poco de suerte vendrán primero esas apestosas orcas y servirán como entretenimiento al gigante mientras los demás huyen... si, lo veo plausible, esas criaturas son cobardes, serán las primeras en huir.

    El gigante aguarda. Se agacha en cuclillas, se levanta y vuelve a sentarse. De improviso descarga su clava en las paredes y el suelo, haciendo retumbar toda la cueva. -¡GRRRR. RATA, RATA ASQUEROSA. ¿ONDE ESTÁS?!- Ruje en lengua común. Enfurecido y frustrado, el gigante aún lanza a ciegas una segunda piedra rodando, que cerca está de llevarte por delante.

Cuando te levantas, los codos y las rodillas están húmedos y cubiertos de polvo como una croqueta rebozada. El gigante se aleja hacia el interior de la mina.  Apenas puedes distinguirlo en la oscuridad, pero sus pasos y sus gruñidos son más que ostentosos. Cuando atraviesa la zona de grasa, Comienza a dar traspiés y a patinar hasta que logra asirse a las paredes y el techo para no caer. El coloso se queda pensativo palpando el suelo incapaz de comprender la verdadera naturaleza de lo sucedido. Introduce su enorme mano en la parte posterior de los calzones y luego se la lleva a la nariz para comprobar si aquello provenía de su cuerpo. Se encoje de hombros con un gruñido de alivio y atraviesa la zona de puntillas tratando de no caerse.

Aguardas unos momentos en silencio, atento a cualquier ruido. Tus compañeros no están lejos. Escuchas sus gritos y una tremenda algarabía; probablemente las orcas haciendo de las suyas. El zumbido del enjambre se escucha de fondo, como un ruido sordo. Crees haber logrado ganar un tiempo precioso para tus amigos, sólo rezas a Tymora para que haya sido el suficiente.

    La tensa espera se rompe con el tintineo metálico de un caballero ataviado con armadura completa. A pesar de su carga, parece moverse con cierta rapidez por lo que supones que se trata de Nalfeim y no el enano.

El gigante se vuelve hacia el fondo de la galería, escrutando con sus profundos ojos. Su visión en la oscuridad no es tan buena como la de los dos orcos que en ese momento estaban tratando de colarse entre sus piernas. Los salvajes están a punto de lograrlo cuando el suelo irregular de la caverna les juega una mala pasada y resbalan, rozando al gigante, que de inmediato los barre con su clava como si fueran ratoncillos. Puedes distinguir los alaridos de "tu amigo" Gagur y de la minera de melena morada, que acaban estampados contra la pared de roca, gravemente heridos.