Partida Rol por web

Phil estuvo a punto de dejar escapar un grito por la impresión que le produjo ver todas aquellas "herramientas".

-Chi-chi-chicos, mirad... -indicó la nerd, señalando con el dedo índice a la pala ensangrentada-. Hay alguien en esta casa. E-e-esa voz... la voz de Kimani... Nos dijo que había alguien haciendo experimentos con muertos en el sótano... Co-co-coged un arma... No estamos solos en esta casa...

Rápidamente, la pelirroja decidió aproximarse a las herramientas y agarrar uno de los cuchillos, sosteniendo el arma blanca en su mano derecha, preparada para defenderse de lo que estuviera por venir.

Sin duda, quien quiera que esté por allí estaba loco de atar. Madison se agarró a Asher, aunque al ver como Phil cogía un cuchillo para defenderse, lo tuvo claro. Soltó el brazo de su jugador favorito y agarró otro cuchillo.

Fue entonces cuando vio la sangre en la bañera.

-¡Oh, dios! ¡Esto es una locura! ¡Vosotros y vuestras estúpidas ideas de venir a una casa para pasar miedo!

Madison esgrimió el nuevo cuchillo sin dejar de temblar. Estaba harta, cansada, había perdido toda la pintura de las uñas y encima, estaba en una casa de locos. 

-Bien. Ahora que tenemos armas, vayamos abajo y abramos el sótano, ¿no? Acabemos con esto ya. 

Cuando se abre la puerta 4, J.J. entra en ella para buscar más inscripciones de esas que parecen ser la clave para salir de esa maldita casa pero lo que ven sus ojos lo deja atónito. Toda clase de armas blancas desperdigadas por toda la habitación. Empezó a tartamudear como un loco sin creer lo que estaba viendo, un tartamudeo que se vio intensificado en el momento que vio la pala en la bañera. Esa herramienta había sido usada hacía poco, se notaba a leguas. Había alguien en la casa, la habitaba. No podía saber si en esos precisos instantes estaba allí acechándoles, pero el temor de que así fuera le recorrió de arriba abajo.

— Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda — musitó nervios mientras escogía otro cuchillo, quizás no tan largo como el que sostenía Phil pero lo suficientemente afilado como para matar a alguien — Tenemos que salir de aquí ya… ¿El sótano? — miró a Madison — No podemos bajar allí… Ese loco debe estar aquí, ¿crees que vamos a poder contra un experimentado asesino?

-¡Me da lo mismo, me da lo mismo, me da lo mismo! -exclamó repetidamente Madison, dando pequeñas pataditas ene l suelo -. ¡Solo quiero salir de aquí de una veeeeeeeeez!

El penetrante chillido de Madison se introdujo por los oídos de todos, amenazando con romper sus tímpanos, aunque al final, lo único que consiguió fue exasperarles más. Pero es que Madison no estaba acostumbrada a salir del Centro Comercial, y mucho menos para ir a una casa en donde había un asesino psicópata.

-Odio... esta... casa... Y os odio a todos vosotros -les dijo a sus compañeros.

Intento mantener la calma a pesar de que, a estas alturas, no  resulta demasiado fácil. Resulta evidente que esta habitación sigue en uso y, en vista a lo que contiene, no es un uso demasiado agradable.

-Chicos, hay que salir de aquí como sea. Mad, ponte detrás de mi.

Cojo otro cuchillo y vuelvo a salir al pasillo.

-Creo que la respuesta debe estar en la buhardilla. ¿Subimos?

-Está bien, donde sea -gruñó malhumorada Madison, que ahora que estaba armada, parecía dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de salir de allí.

Harta de todo, miró a Ash. Cómo se podía tener tanto cuerpo y tan poco cerebro, era algo que nunca entendería, pero bueno, la fama tenía un precio, y si ella era la reina, él tenía que ser su rey, sí o sí. Pero en aquella extraña situación, lo único en lo que Madison podía pensar era en que su flamante novio, no era más que un armario. Eso sí, ideal para esconderse detrás. Así que la idea de subir le pareció buena, pero no iba a ser ella quien fuese en primer lugar, así que se giró hacia él, con su particular estilo lleno de simpatía.

-¡Venga, estúpido. Muévete y sube a la buhardilla! No pretenderás que vaya yo antes, ¿verdad?

Aquello era suerrealista ¿En qué casa de locos nos habíamos metido? Lo que tenía claro es que no iba a dejarme coger tan facilmente. Me armo con lo primero que encuentro y me dirijo con el resto a la buhardilla. Lo imperativo es encontrar la pieza que falta del rompecabezas.

Cuando vais escaleras arriba, escucháis de nuevo la voz... la de Kimani. Dice así:

Hay una llave dentro de la caseta del perro. 

El cuchillo se mantenía tembloroso en la mano de la nerd, que en esos momentos estaba aterrorizada por lo que el fantasma de Kimani acababa de revelarles.

-A-a-asher, tú y JJ sois los fuertes del grupo... Tendréis que enfrentaros con el perro -dijo, con un gran nerviosismo, sintiendo como si el corazón fuera a salirse de su pecho-. Aunque yo te-te-tengo otra idea que podemos llevar a cabo, si alguien lleva somniferos o drogas encima...

Yo no llevaba nada de eso encima. Estando las finales tan cerca no podía permitirme que una control de dopaje echara por tierra el esfuerzo de una temporada.

- Jeremy, ¿tienes algo tú?

Confiaba en Phil y la idea de un plan de la "cerebrito" me atraía bastante más que enfrentarme a un perro.

Bueno y digo yo. ¿No podríamos lanzarle algo al chucho y dejarlo sin sentido? Ash, cariño, seguro que puedes tirarle cualquier cosa pesada para que podamos mirar en la caseta, ¿verdad?

Estaba acojonado, y ya escuchar la voz de su compañera que acababa de fallecer fue el remate. Estaba temblando. - Lo único que tengo son herramientas, velas, pilas y una cuerda... ¿Nadie tiene comida para tirarse la al chucho? - preguntó antes de ocurrirsele otra idea - No podemos enfrentarnos directamente al perro, ya lo visteis... Parece fuerte y violento. Lo único que se me ocurre es distraerlo con comida o tenderle una trampa - bajó las escaleras y volvió a la habitación de la niña para coger la sabana que le serviría para hacer lo que tenía pensado. - Se me había ocurrido usar la cuerda para unirla al borde de la sábana, añadir mis herramientas para que hagan de peso y cuando le lancemos la sábana tirar de la cuerda para envolverlo. Si sale bien no podría salir... - no sabía si saldría bien, la teoría la tenía clara en la mente... Lo difícil era que pudiera crear bien la trampa.

-Yo-yo-yo tengo comida, se la podemos lanzar -explicó la nerd, presa de un gran nerviosismo-. Mi-mi-mi plan era drogarle la comida para que se quedara dormido, pero la idea de Ji-Ji-Ji-Ji puede formar. -Phil se giró entonces hacia Kevin, esperando si este podía proporcionarles algún objeto que fuera de ayuda-. ¿Tú-tú-tú tienes pastillas, algún medicamento o algo que-que-que pueda ser tóxico?

Y quién va a ser el guapo que va a intentar atar al chucho? ¿Tú, Jeremy? Oye, por mi adelante. Mientras esté distraído con tu cuello, Ash puede entrar en la caseta.

Madison, como siempre, se preocupaba por todos los que estaban allí a su peculiar manera, pero es que ella no podía quitarse la sensación de que aquel no era su lugar. ¿Cómo se había dejado convencer para hacer aquel viaje? Ah, sí. Su inteligentísimo novio le había insistido y ella había sido una tonta al aceptar.

— ¿Y si en la cocina o el baño hay medicamentos? No creo que si alguien ha seguido viviendo aquí tenga la nevera vacía, pero si volvemos a la cocina tendremos que tener mucho cuidado. Cualquier cosa puede ser una trampa mortal. — Como el cajón del escritorio donde Kimani había metido la mano para rescatar aquel libro. Eso fue lo que la mató. Echó una rápida mirada a Madison, pensando seriamente si estaba hablando en serio, ¿solo le importaba su propia supervivencia? — Eres cruel. Si estoy dispuesto a arriesgarme a cazarle con la sábana es por todos, si fuese solo por ti no lo haría. Desde que hemos llegado no has hecho nada más que quejarte, no has ayudado. — y se calló la idea de lanzarla al perro para que sirva de distracción, al menos así haría algo útil, pero teniendo en cuenta al gigante de Ash, prefirió ahorrárselo.

Con la sábana, J.J. bajó hasta la planta baja y se adentró en la cocina. — Buscad si hay pastillas, aunque lo mismo están en el baño. Mi madre siempre las guarda en un mueble de la cocina. Haré esto solo de no quedar más remedio. — Después de eso, se dispuso a intentar formar la trampa improvisada haciendo uso de una de sus herramientas para pasar la cuerda alrededor de la sábana por un lado y por otro. También trató de colocar contrapeso usando otras herramientas que pesaran más para que tirando se cerrara.

¡Pues tú di lo que quieras, pero si soy cruel es porque me habéis arrastrado a este asqueroso lugar solo para demostrar lo valiente que erais! Desde luego que lo habéis dejado claro. Eso y lo idiotas que habéis sido metiendoos aquí. Así q ue ahora es obligación tuya y de todos vosotros sacarme, no mía.

Madison estaba furiosa. ¿De verdad ahora protestaba? ¡Pues no haberse pasado de listo!

Si queríamos salir, debíamos conseguir la pista de la cabaña del perro y por lo que todos estaban sugiriendo, envenenarlo podía ser la mejor opción. Entonces recordó lo que tenía guardado. No era algo que quisiera compartir con esta gente, no por vergüenza, sino porque era suyo. Pero era imperativo salir de allí con vida. Debían contar lo que allí había pasado. Apretó los puños y alzó la voz.

- Yo tengo algo con lo que podríamos envenenar al perro. –

Entonces sacó de la mochila una pequeña bolsa con una hierba verde y se lo mostró a sus compañeros dejando que vieran la marihuana que tenía.

- Por muy grande que sea, si conseguimos que se coma toda la bolsa, caerá. Pero necesitamos algo con lo que dárselo. –

Entonces piensa en la cocina.

- Deberíamos ir a la cocina a ver si hay algo de carne con la que podamos envolver la hierba. -

Phil observó que el oscurito tenía una bolsita con marihuana, pero no dijo nada al respecto. Como marginada social, no iba a juzgar a Kevin por llevar un poco "hierba de la alegría" encima. En otras circunstancias, tal vez incluso hubiera preguntado al chico si podía liarle un porrete. Como buena curiosa, a la pelirroja siempre le había gustado experimentar.

-De-de-de acuerdo, vayamos a la cocina -afirmó la nerd, con nerviosismo-. Ti-tiene que haber algo de comida para el perro en el frigorífico. No-no-no olvidemos que si ese perro está ahí, el du-du-dueño tiene que tener comida para ambos. En caso de que no encontremos nada, a mí aún me-me-me queda algo de comida en la mochila.

Dicho esto, Phil decidió encaminarse hacia la cocina y abrir el frigorífico para comprobar si había algo de comida dentro.