Partida Rol por web

Myrna Thornton trabaja como reputada periodista en el New York Morning Mail, un diario para el que escribe una dura columna sobre sucesos criminales. De buena mañana, los cuatro investigadores desayunáis un apresurado café y cogéis un taxi que os lleva a toda velocidad al edificio donde ella trabaja.

El Morning Mail es un diario de tirada mediana, lo que se deja entrever en la austera fachada del edificio, aunque situada en un buen barrio céntrico. No es un edificio demasiado alto, pero su escalinata hasta la entrada con dos columnas a los lados le asigna esa imagen profesional y seria que un medio de comunicación ansía. Una placa metálica dorada en lo alto que un limpiador saca brillo subido a una escalera anuncia el nombre del periódico, mientras que a los pies, otro limpiador barre las colillas que los ocupados viandantes lanzan al suelo.

Según os detalló el Sr. Han, la Srta. Thornton era la compañera ocasional del difunto Sr. Bright. Además, dados los últimos pasos que habíais acometido, se ha convertido en una suerte de oráculo al que ir a consultar para buscar algo de luz que os guíe en el caso. Sin más dilación, entráis al edificio donde una joven recepcionista os recibe con una afable amabilidad. Para vuestra sorpresa, tras una llamada y una modificación de agenda, no os hace esperar más que unos pocos minutos en unos amplios sillones situados a un lado. Subís por una amplia escalera y atravesáis un pasillo lleno de puertas y conversaciones aceleradas. El mundo del periodispo no se da un respiro. Finalmente, llegáis a la puerta que reza:

M. THORNTON

Periodista

- Gracias por recibirnos, señorita. - No tenía claro si debía darle el pésame. ¿Sabía la mujer lo de Addison? Quizá debía tantearla. - Sentimos molestarla en un momento como éste.

Un poco desconcertada, Myrna Thornton os da la bienvenida en su despacho. El despacho es más grande de lo que habíais pensado. Una mesa de madera es el centro de la habitación, con diversos montones de papeles bien ordenados sobre ella y, en un extremo, una taza de café. Por las paredes hay colgadas fotos de ella misma con responsables de las instituciones de la ciudad, así como columnas escritas por ella misma de las que parece sentirse orgullosa. El resto lo completan diversos archivadores y butacas, como las que ella os invita a utilizar.

- Tengo un poco de trabajo que debo terminar, pero creo que algo importante les ha traído aquí. - Dice, tras lo cual acude a sentarse en su sillón, al otro lado del escritorio.

Myrna es una mujer de piernas largas y mirada penetrante. Su manera de hablar demuestran que posee una mente brillante y despierta. A todas luces, le viene perfecto para ejercer su profesión. Su dialéctica, su joventud y su atractivo son herramientas muy potentes que le permiten llegar como periodista donde otros ni siquiera pueden ver de lejos.

- Está bien. Les escucho. - Dice, dirigiéndose a Irina Krilov.

No parece estar muy afectada y, teniendo en cuenta que ni siquiera su mayordomo lo sabía, es posible que la mujer tampoco sepa lo ocurrido al Sr. Bright.

Me temo que tenemos malas noticias, quizá sea mejor que se siente.

La hermana Flora mira a Irina y asiente. Mientras ella le cuenta lo sucedido, Flora se limita a observar detenidamente las reacciones de la mujer.

Myrna Thornton escucha con los ojos brillantes y la mano tapando la boca la explicación de Irina Krilov. Irina es una mujer de mundo y, aunque la Hermana Godden despide una calidez abrumadora que desarma las voluntades de la gente, la charlatana sabe cómo manejar a la gente como si fuese un alfarero moldeando la arcilla a su antojo. Cuando ésta acaba, se levanta y cierra con pestillo la puerta de su oficina, luego vuelve y se sienta sobre su escritorio.

- A la jodida familia Bright nunca les gusté. - Afirma tranquila aunque compungida, a pesar de las duras y directas palabras que está diciendo. - Mis modales siempre les han parecidos descarados, así que ni se han dignado en avisarme de la muerte de Addison. - Hace una pausa para recomponerse. - Llevábamos un tiempo separados, así que no sé qué ha podido suceder en su vida últimamente. ¿Qué han averiguado ustedes?

La reacción de la Srta. Thornton, aunque no se la ve derrumbada, es simplemente porque se considera a sí misma una mujer fuerte e independiente, que debe llevar las riendas, y no hay tiempo para lloriqueos. Su reacción parece honesta y sincera, y sus palabras suenan a verdad.

Asentí a las prudentes palabras de Irina. No convenía contarle demasiado, pues los periodistas tenían fama de sustraer información como forma de vida. Quizás fuese injusto, puesto que nosotros pecábamos de lo mismo, pero en nuestro caso dicha información no era susceptible de terminar en algún tabloide.

-Verá, señorita, nosotros solo buscamos desentrañar este misterio. Su ayuda nos sería inestimable, y quizás cuando esta madeja esté desenredada podamos hablar más claramente, y pueda usted beneficiarse de toda la historia. ¿Le parece bien?

Una periodista no iba a soltar nada a cambio de nada. Le enseñé el cebo, confiando en que mordiese el anzuelo.

- Él decidió romper nuestra... relación. No se confundan, no hubieron riñasn dramas ni nada por el estilo. Addison necesitaba estar solo y yo lo comprendí. Seguimos siendo amigos, por supuesto, hasta este desgraciado incidente. - La Srta. Thornton accede a hablar a los investigadores, manteniendo el tono de honestidad. - Oigan, sé que van con cautela debido a... mi profesión. Les aseguro que no estoy trabajando en este momento. Tengo a Addison Bright en muy alta estima y quiero colaborar en la medida de lo posible. Por favor, díganme porqué les parece tan extraño todo. - Suplica.

- Pues lo extraño,  Srta. Thornton, es que bajo nuestro punto de vista, la muerte de Addison fue un asesinato que han intentado amañar para que pareciera un suicidio. Pero creo que ambas sabemos que, a pesar de sus extravagancias, Addison no llegaría a ese extremo.

La tirita ya estaba arrancada. Era hora de observar la reacción de la mujer.

Myrna Thornton se muerde el labio inferior. Tras un largo segundo en que el tiempo se detiene, camina frente a Irina y le pregunta: - ¿Está segura?

Myrna Thornton sabe administrar muy bien la información. Despide un aura de confianza que, unido a su indiscutible belleza,  engatusa a sus interlocutores. No es algo realmente intencionado, sino innato en ella. Sus gestos indican a las claras que acepta colaborar con vosotros y que sus preguntas encierran respuestas. Si queréis que hable, deberéis hablar vosotros.

- ¿Qué saben del Sr. Bright? - Dice mirando a los oscuros ojos de la charlatana.

-Verá, madamme -interrumpí con educación-. Addison Bright fue un brillante alumno mío hace años. De él recuerdo su inteligencia y creatividad. Siempre fue muy impulsivo, más que lo habitual de los de su edad cuando era joven. Tenía un sentido personal de la justicia y siempre me pareció buena persona. Manteníamos contacto por carta de vez en cuando, y su pérdida se me antoja personal e irreparable. Por eso querría encontrar a quien le hizo daño. Por favor, ayúdenos si puede.

No me parecía mal contarle cosas personales, pero nada que nos comprometiese. Quizás así se ablandase su corazón y pudiese arrojar alguna luz sobre nuestras investigaciones.

Myrna Thornton se recuesta en su silla, con el gesto de decepción reflejado en su rostro. - ¿No saben nada más... de él? - Dice con un extraño tono de voz.

- Hay indicios de que el señor Bright tenía algún tipo de trastorno de la personalidad. Al menos sabemos que llevaba un modo de vida bastante extremo más allá de lo que mostraba en público. Usted...

La hermana Flora aleja pensamientos impuros de su mente, retomando el cauce de la investigación.

- Usted debía saberlo. Le conoció en la intimidad, o al menos eso es lo que tenemos entendido.

- En efecto. - Confiesa Myrna a Flora Godden. Su tono de voz se suaviza, se vuelve sedosa y adquiere un tono de intimidad y confidencia. - Addison... Poseía una segunda identidad. Tal vez hayan oído hablar de ella por lo que veo... El Penitente. - Myrna Thornton hace una pausa para comprobar las reacciones de los cuatro investigadores. Toma aire y continúa. - Supongo que ya no tiene mucho sentido guardar el secreto... - Se lamenta. - Bien, El Penitente se ha dedicado a luchar contra el crimen en la ciudad de manera clandestina. De hecho, la prensa lleva un tiempo haciéndose eco de él y sus "habilidades". Amilanó, por ejemplo, a la banda de Brophy, pero últimamente parecía estar dedicado a otras cosas, como ausente. No sé más detalles. Él siempre mantenía en secreto muchos aspectos de su segunda vida para limitar el daño que pudiéramos sufrir sus contactos si éramos secuestrados, torturados u obligados a cantar.

Myrna Thornton se levanta y se dirige hacia uno de los archivadores donde comienza a rebuscar en uno de los cajones sin dejar de hablar.

- Nunca me habló mucho acerca de su poder de "mostrar a los criminales sus pesadillas". - Dice fingiendo unas comillas con los dedos índice y corazón de ambas manos. - Nunca lo ví en funcionamiento, pues sólo lo ponía en práctica en presencia de su objetivo y él mismo, pero soy una racionalista. No debían ser más que trucos de salón.

De repente, para de buscar y muestra un pequeño paquete.

- Aquí está... Hace unas semanas recibí este paquete de Addison, que sólo debía abrir en caso de producirse su muerte.

A continuación, corta el cordel que protege el paquete con su abrecartas y rompe el envoltorio. En su interior hay una nota que ella lee en silencio durante un par de minutos hasta que sus ojos se humedecen por las lágrimas. Deja caer la nota sobre la mesa mientras se seca los ojos con un pañuelo.

- Leánla. - Dice ella.

Querida Myrna,

Te envío el archivo de este caso por si caigo ante el peor enemigo al que me he enfrentado hasta ahora. Si yo cayera, aún podría haber tiempo para prepararse y evitar la destrucción de este mundo.

Archivo del caso #12 4-E

Si tengo éxito, no volverás a tener noticias de mí. La diferencia entre el éxito y el fracaso puede no ser obvia al principio, pero si el sol sigue elevándose y el cielo no está cubierto de humo negro y si los shaqnatl del retorcido canto no recorren la Tierra, entonces sabrás que un obvio desastre

No hay nada realmente que yo

Lamento no poder explicarme con más detalle pero su presencia está ya totalmente sobre mí. He recuperado mis armas, pero

Los preparativos han sido completados. Conozco al enemigo como conozco mi propia piel y he fabricado los medios para

Ten cuidado, Myrna, al tratar con cualquier cabo suelto. Puede que aún tenga secuaces terrenales por la ciudad.

Hay uno en concreto en quien confié, pero ahora ya no confío, pero tampoco puedes confiar más en mi juicio. Así que puede que él sea inocente en este sentido, o la causa original de todo mi sufrimiento.

No, eso está mal. Yo causé todo mi sufrimiento, en una solitaria carretera de campo.

Lamento no haber podido amarte del modo que tú querías.

Con el más sincero arrepentimiento, y con la más apasionada esperanza,

tu Addison.

- Esto es una locura. - Dije casi más para mí misma que para el resto. - No entiendo la mitad de las cosas que dice en la misiva... 

Pidiendo, quizá, algo de paciencia al resto, volví a leer la carta.

- Y no me refiero a eso de "evitar la destrucción de este mundo". No, por desgracia, a eso ya estamos acostumbrados... Pero, ¿qué dice de unos preparativos? ¿Y "sus armas"?

Me froté la cabeza, provocando que el pañuelo se moviera de su sitio y quedara mal colocado. Pero me daba igual.

Este no parece el Addison que yo conocía, desde luego...