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La navaja de Ockham -Sangre en las calles (Cap-II)

Carrusel de espejos (I)

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15/12/2017, 21:55
Director

21:30, Sábado.

La Ciudadela Carmesí era uno de esos rincones secretamente guardados por sus habitantes que resultaba, sin lugar a dudas, un deleite para los sentidos; todos ellos. El lugar estaba discretamente emplazado en El Arenal, en un local de dos plantas custodiado por sus porteros y que se reconocía por un logo bermellón que recortaba la sinuosa silueta de una ciudadela. Aunque, si uno miraba detenidamente el emblema de la casa, podía distinguirse el doble efecto que hacían las líneas, curvándose en lo que podría ser perfectamente una mujer tumbada. No había nada muy reseñable en la fachada, pues se podía intuir perfectamente que uno de los fundamentos de la casa era la discreción. 

Sin embargo, el lugar se transformaba radicalmente al entrar, donde la introducción siempre la llevaba a cabo una mujer o un hombre de perfecta sonrisa y apariencia impoluta que recibía a los huéspedes con mil halagos.

Todo eso, por supuesto, era tan sólo el preámbulo a las salas privadas, a las cuales se accedía a través de un pasillo repleto de espejos que daban lugar a cientos de reflejos y luces de neón, coronado por un letrero de elegante caligrafía que decía “The Teasing Rooms”. Fue a través de este mismo pasillo, que daba a una escalinata de caracol, por donde la muchacha le condujo hacia el despacho de la Madame. El contraste de la sala era notorio, aunque seguía preservando ese gusto estético indiscutible por lo caro. Era una habitación minimalista, cuya distribución engañaba a los sentidos exitosamente para hacerla parecer más amplia de lo que realmente era. Contaba con un escritorio de soporte metálico, varias estanterías transparentes que contenía nada o casi nada útil y un par de amplias y cómodas butacas separadas por una mesita. En las paredes, además, se desplegaba la obra artística de un solo autor que debía haber dedicado su vida a fotografiar con gran belleza los cuerpos desnudos y enredados cuidadosamente en una serie de complejos y elegantes nudos que se cerraban sobre la piel, inmovilizando a su víctima. Un arte conocido como shibari.

-Señor Raphel, bienvenido -saludó la mujer con una voz grave que recordaba enormemente al ronroneo de un animal. Aguardaba de pie en el centro de la estancia, y le tendió una mano firme y pulcra, de uñas naturales y perfectamente recortadas, con formalidad.

No era una mujer de belleza arrolladora o espectacular. No vestía de forma elegante e indiscutible como se requería en el resto de empleados. No tenía una sonrisa perfecta, un cuerpo de agradables curvas o un cabello sedoso y cuidado de peluquería. Era una mujer natural a la que claramente no le hacía falta la artificialidad que se llevaba de moda para poder decir que era alguien, y había en su forma, quizás en la manera de mirar, altiva y resuelta, segura de sí misma, que creaba cierto magnetismo inmediato. Al menos en el contexto en el que se encontraban.

Era, en una palabra, imponente de una forma instintiva y casi visceral. Vestía con sencillez y atrevimiento, empezando por una blusa azulada de generoso escote y trasparencias, bajo la que se adivinaban con facilidad la juventud de sus pechos desnudos. En torno a su cintura se cerraba de forma ajustada una falda de cuero negro con una cremallera lateral que sólo bajaba hasta la mitad del muslo. Desde ahí, uno podía recorrer con la mirada sus largas piernas, donde se apreciaba con facilidad la firmeza y el entrenamiento de alguien atlético, bajando hasta su pies calzados en tacón de aguja. Sus brazos permanecían desnudos, sin adornos salvo por alguna cicatriz que se apreciaba como vieja, y el único detalle que decoraba su apariencia era una larga cadena plateada que parecía anudada en el centro, hacia el final del esternón, y que pendía casi hasta su vientre. Su pelo permanecía recogido de forma descuidada en la nuca, dejando algunos mechones a su libre albedrío, y su mirada se veía ensalzada por algo de maquillaje negro.

Esa era Lu, Madame de la Ciudad Carmesí.

 

Notas de juego

Raphel tu turno : D

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17/12/2017, 11:09
Raphel

Me sentía mucho más descansado, relajado. Después de ir de compras aquella misma tarde, me notaba incluso confiado y alegre. Cuando terminé, como habíamos hablado, me metí en un restaurante y me regalé una temprana y contundente cena. No quería descuidar mi dieta y no pensaba dejar el ejercicio, pero si ganar un par de kilos servía para que me dejara volver a ver al hombre... en fin, me comería a JP empezando por la silla sólo por sentir aquello de nuevo.

Con la imagen del misterioso hombre en la cabeza y un vivo hormigueo en mi costado, recorrí el camino en un paseo que me impacientó, pero conseguí apañarmelas para llegar a la hora acordada, no antes ni después. Observé el letrero, me acerqué a la puerta del local y me atusé el flequillo una última vez. Comprobé que la camisa blanca estaba impoluta, deshice un par de arrugas, coloqué los grandes cuellos en el ángulo descuidado que había elegido frente al espejo, comprobé que el botón abierto dejaba libre el camino hacia mi pecho y llamé a la puerta al fin. 

El tacto del cuero nuevo era sedoso y firme, cálido. Metí las manos en los bolsillos traseros e imaginé la emoción al sentir cómo una mano ajena deslizaba la larga cremallera. Me gustaron en cuanto los vi, unos pantalones de cuero negro ideales, "muy masculinos" me dijo el hombre que me los había vendido, guiñándome el ojo. Yo le había sonreído mientras me comentaba que no encontraría otros más sexys en toda la ciudad. Ese toque que le daba la cremallera que seguía su recorrido hasta la parte trasera... Me lo había probado y el dependiente me había hecho una demostración. - Siempre disponible, como debe ser - había sentenciado con un suave cachete. Y yo le dije que me los llevaba puestos. 

Aquellos espejos fragmentaron mis pensamientos. Me vi a mí mismo de mil maneras, con la pesada sombra de JP en todas ellas. Incluso vi mi yo del pasado, inocente y confiado. La imagen se dispersó en cientos de fragmentos con tan solo dar un paso, pero ese caleidoscopio de formas y luces del pasado me llevaba a donde yo deseaba. A la escalera. Arriba.

- Madame Lu, gracias por recibirme - apenas tomé su muñeca y acerqué mis labios a la mano que me tendía. - Raphel Ramos. Es un honor visitar su casa - no pude evitar comparar el lugar con aquel otro de donde venía. La vulgaridad y el buen gusto rara vez alargaban sus encuentros: cada cual miraba al otro, se reconocían y seguían sus caminos sin llegar a cruzarse nunca. Eso mismo ocurría allí, y confieso que me sentí liberado de la carga de las paredes desconchadas y húmedas y los rincones sórdidos. Y como una liberación admiré también a la mujer que me recibía, natural, fresca y sin embargo con un aire sublime. Agaché la mirada y su figura desfiló veloz ante mi. Y sus piernas... la falda impulsaba a buscar el final de sus muslos, pero yo me deleitaba siguiendo las líneas que descendían hasta su tobillos, estilizadas por unos tacones sin fin. 

Como en el local, en esta mujer la comparación hacía poco favor a JP. En aquel momento, apenas alejado unas calles de su lado, la sentía más difusa que nunca. Ajena, extraña. Zafia, grotesca. Aunque sabía que siempre terminaba por volver, pero una vida entera a su lado parecía una condena innecesaria. ¿Tenía algún sentido pensar en algo semejante ante una mujer como aquella? Al fin y al cabo yo no tuve la culpa de nada, me limité a vivir. 

Fijé la vista en la punta de sus zapatos, perfectamente alineados. - A su servicio, Madame.

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17/12/2017, 21:51
Lu

Cuando la empleada que le había llevado hasta allí cerró la puerta, volvió a mirar a su invitado esgrimiendo una fina sonrisa que se alargaba hacia una de las comisuras, adquiriendo cierta similitud con la curvatura angular de la luna. Un gesto enigmático pero también acogedor, que se envolvía del misterio y la sensualidad que ya de por sí desprendía aquel lugar.

-El honor es mío por recibir invitados tan a menudo. Por favor, tome asiento -pidió con galantería, señalando las dos butacas idénticas que dominaban la sala, exceptuando porque una era turquesa y la otra de un intenso rojo bermellón. Le dejó escoger mientras ella se acercaba a un mueble liso en la pared que nadie habría dicho que ocultaba un mini-bar de lo más selecto-. ¿Puedo ofrecerle algo de beber? Un refrigerio, café, té, licor… O si prefiere un cóctel, sabrán preparárselo.

Lu adoraba aquello; a veces olvidaba cuánto. Agasajar y educar, lucirse en un despliegue de elegancia ciertamente impropio de su condición. Y resultaba que le gustaba y que era sorprendentemente buena en eso de causar una primera impresión memorable. Pero lo que realmente tocaba su interior, lo que hacía que le volviese aquel agradable cosquilleo en las mejillas era descubrirles un mundo de posibilidades donde los deseos, carnales o no, tenían un lugar seguro para desatarse libremente sin ser juzgado por ello. Por mucho que las horas antes a dichas entrevistas se quejara sonoramente revolviendo el guardaropa en busca de qué demonios iba a ponerse aquella vez. La Ciudad Carmesí era su casa, su hogar. Su creación y también si visión, y aquel rastro de orgullo era una expresión imborrable en su rostro.

-Tengo entendido que quiere descubrir más, explorar -comentó con naturalidad mientras se servía en un vaso dos dedos de whisky sobre hielo-. Mi más sincero respeto y admiración por atreverse a ello, señor Raphel. Sé que puede ser algo intimidante e incómodo abrirse ante un desconocido. Pero quiero que sepa que esta charla es completamente confidencial y que es mi mayor placer ayudarle a descubrirse. No piense en mí como Madame, sino como una amiga o mentora. Estoy aquí para ayudarle a descubrirse y así encontrar a alguien que pueda satisfacer sus deseos más íntimos. Yo misma he instruido a cada mujer y hombre que trabaja aquí: conozco sus fuertes, sus temperamentos… Cuesta un poco hacer fluir la conversación al principio, por eso suelo ofrecer dos opciones. Si se siente más atrevido y cómodo, me encantará escuchar sus inquietudes. Sino, podemos comenzar con algunas preguntas sencillas e ir moviéndonos desde allí. Y, por supuesto, si tiene cualquier pregunta o duda, por favor, interrúmpame sin temor. ¿Le parece?

Notas de juego

¡Bienvenido a mi humilde rincón! :D

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18/12/2017, 15:35
Raphel

Cuando ella me señaló las dos butacas yo perdí la mirada en las paredes de la sala. Me detuve en las imágenes que las adornaban y casi pude sentir el roce del cáñamo irritando mi piel. Luego la miré a ella y tomé asiento en la butaca roja.

- Un vaso de agua sería perfecto, gracias - pedí. El asiento era mullido y mi cuerpo no tardó en encontrar una postura cómoda y confortable. La dejé hablar y agradecí con una sonrisa tímida que comenzara ofreciendo su amistad. Mis manos apoyadas en mis muslos recorrían el cuero todavía algo rígido de los pantalones, sintiendo mis dedos en contacto con la tela cálida. Era una sensación agradable que completaba mi ánimo. La voz de la mujer, sus gestos sobrios, su mirada profunda, esa sensualidad natural, la confianza que transmiten sus palabras... 

Sin embargo me costaba responder, dudaba y desviaba la mirada de Lu al vaso que sostenía en las manos, al hielo que tintinea, a los reflejos dorados del licor.

- Yo... no se muy bien qué puedo contar - carraspeé. - No se muy bien qué hago aquí. Quiero decir... - esta vez sí busqué su mirada, porque necesitaba algo sólido y fuerte en lo que apoyarme. Me sentí muy lejos de casa, muy solo y muy débil. Mi mente se asomó a rincones que prefería mantener oscuros y cerrados, anhelé el alivio verde de JP, o el vuelo salvaje de aquel desconocido... Algo debí encontrar en aquellos ojos, porque continué hablando.

- Era un chico tranquilo, sabe? Una familia, una chica, los amigos. Era un poco celosa a veces, pero pensábamos casarnos - sonrío con tristeza, y me doy cuenta de que apenas puedo pensar en su cara. Incluso su nombre se me olvida, a veces. Y yo mismo no me reconozco, todo eso le ocurrió a otra persona. Sí, debe ser eso. Un sueño plácido. - Siempre pensé que la vida iba a ofrecerme algo más, algo grande. Pero cuanto tenía lo perdí en una noche. Una noche de martes.

Empecé a hablar despacio, sin apartar la vista de aquel rostro que me inspiraba confianza y me invitaba a continuar. - Lo vi todo, entiende? Lo vi y me escondí, no pude moverme, ni ayudar, ni pedir socorro. Cuando reaccioné eché a correr y no hay un día que no me culpe por ello. 

Era aquello lo que ella quería saber? La estaba molestando con mis historias? Había ido allí a... ¿a que? Era extraño. A JP no le interesaba nada de todo aquello, le bastaba con aprovechar lo que le ofrecía la ocasión. Pero era difícil contener las palabras cuando empezaban a brotar. El Bacanal parecía un lugar ajeno e irreal y las historias de aquella tullida, mentiras. Siempre sus mentiras. Mentiras envueltas en un apetecible color verde que me secó la boca cuando intenté hablar de nuevo.

- Después de eso, me he sentido fatal. He hecho de todo, me he dejado hacer. Pero no es suficiente - levanté una mano, en un gesto impotente, y la dejé caer flácida sobre mi muslo. - Y luego está el atentado, todos aquellos muertos, la sangre, el fuego. Volví a verlo todo, pasó justo aquí, delante de mis ojos - alargué la mano en el vacío, pero no había allí nada que aferrar.

- Siento que tengo que tocar fondo, Madame Lu. Así todo irá bien. Perderlo todo y empezar de cero - Porque ahora más que nunca sentía que su oportunidad, ese conocimiento, ese poder siempre oculto para casi todos, lo tenía al alcance de la mano. Pero antes debía cumplir mi expiación. - ¿Puede ayudarme?

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19/12/2017, 19:59
Lu

La madame, tras servirle un vaso generoso de agua fría con hielos, tomó asiento en la butaca restante sin mediar palabra. Le dejó hablar, decir, desahogarse. Permitió que se expresara libremente, llevando la historia hacia donde deseaba llevarla, acompañando el relato con algún asentimiento o monosílabo apropiado, para darle a saber que escuchaba con atención. Sencillamente no quería interrumpir. Cuando uno permitía que la gente abriese su corazón, normalmente era para descubrir que todos ellos, atrapados en aquel húmedo y mugriento lugar, se refugiaban en lo más profundo de su propia alma tratando de conservar un pedacito de sí mismos que no estuviese intoxicado. Y cuando eso se perdía… Bueno, todos conocían la clase de Monstruos que los Martes de Carnaval daban a conocer.

Pero había algo más, algo genuino, triste y retorcido que le recordó a ella misma. Esa frase, lanzada al aire sin malicia: “Lo vi todo, entiende? Lo vi y me escondí”. Y vio a Julián, como lo había visto la noche anterior, o sus rizos al menos, en medio de la paranoia. No recordaba si había llorado o no, tan sólo que había sido breve pero intenso, y que odiaba, odiaba con toda su alma recordarle de aquella manera. Y allí estaba aquel muchacho, pidiendo salvación y socorro y ayuda y todo a la vez, como seguramente habría pedido Tatiana. Como había pedido Julián.

Había cosas que debían hacerse. Y también había cosas imperdonables que, a pesar de todo, debían hacerse.

Lu le miró con fijeza, y en sus ojos oscuros, castaños en realidad y normalmente inexpresivos, se atisbaba un abismo de tristeza y simpatía. Esbozó, incluso, un amago de sonrisa agria, de la clase que un niño jamás entendería por su inocencia y esperanza. Cosas que ella ya no tenía.

-Raphel. Te agradezco profundamente tu confianza. De verdad -dijo pausadamente, esperando que, a pesar de la formalidad de aquella reunión, el significado llegase.

Se tomó un momento para beber, y también para dejarle respirar y recomponerse.

-No tengo muy claro qué quieres decir con ‘tocar fondo’. Ah, espero que no te moleste que te tutee. -Sonrió con amabilidad-. Lo que hacemos aquí, la base de este negocio… No es una tortura. No es algo depravado y sin sentido donde indivíduos traumados vienen a desahogarse. Las personas más elocuentes que he conocido en mi vida, son las que encontrarás aquí. Las prácticas del BDSM son amplias y complejas, pero todas tienen algo en común. Requiere una gran capacidad de comunicación, con uno mismo y con el compañero. Es conocerse, saber lo que uno desea realmente y depositar una confianza plena en el otro, sabiendo que juntos vais a emprender un viaje como ninguno otro, descubriendo los placeres de la carne y el deseo, pero también en busca de una liberación mental fuera de la rigidez de nuestra sociedad. Y… No estoy segura de si eso es lo que buscas, Raphel. Este mundo no es una escapatoria al mundo real. Es un paso más hacia ser uno mismo, si es que nuestra filosofía te atrae. Las siglas hacen referencia a Bondage y Disciplina; Dominación y Sumisión; Sadismo y Masoquismo, que son las prácticas que engloban en mayor o menor medida este peculiar submundo. Claro que no tienes por qué sentir afinidad con todas ellas.

Para que entiendas un poco mejor, nosotros no concertamos citas y ya. Yo me encargo de que el cliente encuentre alguien que vaya a satisfacer sus necesidades, sus verdaderos deseos. Alguien que realmente te entienda. Después, ambos tienen varias reuniones que a veces se mantienen durante meses, antes de que haya ningún encuentro en una habitación. Está lo físico, por supuesto. Que alguien te atraiga siempre es algo adicional. Pero la conexión va mucho más allá de lo físico. Hay mucho diálogo, hay que conocerse, saber leerse. Es… Una experiencia que no debe apremiarse si se quiere hacer bien.

Calló, sabiendo que se estaba perdiendo en su propio discurso y que ya había dicho suficiente. Pero siempre le quedaba la terrible sensación de que las palabras jamás podrían hacer justicia a lo que realmente era encontrar una persona que complementase esa parte de uno mismo, alguien que, en el caso de Lu, se dejase guiar y llevar hacia aquel estado que pendía entre el deseo y la perdición, sabiéndose totalmente seguro en manos de ella. Y quería de verdad ayudar a aquel pobre muchacho, pero no estaba segura de que su conocimiento o sabiduría fuesen la clase de ayuda que realmente necesitaba.

-Mi pregunta es: ¿qué estás buscando aquí? ¿Qué esperas encontrar que te hará sentir mejor?

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20/12/2017, 21:03
Raphel

Madame Lu me dejó hablar sin interrumpirme, escuchando con atención y haciéndome sentir comprendido. Su naturalidad me relajó y hablé y hablé, como hacía mucho tiempo que no había hecho. Luego, inseguro, me llevé el vaso a los labios, esperando su reacción. Me agradeció mi sinceridad con una sonrisa y en ese instante logré relajarme.

Observé a la mujer con nuevos ojos. La noche con JP y aquel hombre misterioso seguía envuelta en una densa neblina en mi memoria, pero recordaba que ella me dijo que Lu era una mujer delgaducha y fea. Sin embargo la mujer que tenía ante mí y que ahora me explicaba pacientemente el funcionamiento de su negocio me pareció una mujer hermosa, inteligente y sensual.

Desde luego JP no había sido una maestra dedicada, seguramente porque no tenía nada que enseñar, pero si yo había aprendido algo en este tiempo sobre el mundo del BDSM es que cada aficionado o practicante de ese arte tenía su propia percepción del asunto, y todos ellos estaban dispuestos a darla a conocer. y a discutir al respecto, bien como defensores de la ortodoxia del género o bien haciendo gala de su independencia y perspectiva personal. Escuché con atención cada palabra de Lu y me revolví algo inquieto en la butaca. 

Dejé el vaso a un lado y guardé silencio unos instantes, porque deseaba responder con acierto a su pregunta. El cuello de mi camisa me pareció torcido, y los pantalones nuevos ya no me resultaban tan cómodos. Me volví a mover en el asiento, y el cuero nuevo chirrió con desagrado.

¿Qué hacía yo allí? ¿Qué estaba buscando, y qué podía ofrecerme Madame Lu y aquel lugar?

Ella me había enviado allí, y si lo hacía bien estaría complacida, sí... Incluso se iba a casar conmigo, dijo que firmaría los papeles. Y estaba esa dulce bebida verde, desde luego, y ahora ese hombre que me prometió que volvería. 

Solo debía lograr encontrar a esa mujer.

Y sin embargo, miré a Lu y supe que no podía engañarla. No iba a salir bien, y tampoco quería hacerlo. Al fin, lentamente, empecé a hablar. 

- Cuando pasó todo aquello, aquel martes, una mujer me acogió. Tiene un local para parejas, aunque se reúne gente de todo tipo. Allí he conocido algo de lo que me dice, los juegos de dominación, los castigos, el dolor, las cuerdas... - señalé las fotos de la pared, aunque nunca había visto nada con tanta clase como la que destilaba de aquellas imágenes, desde luego. Luego volví a mirarla a ella, a Madadme Lu.

- Creo que entiendo lo que dice: encontrar la persona adecuada y ser libre para hacer realidad cualquier fantasía, sin reproches ni juicios. - Pensé en mi relación con JP. No sabría decir qué era ella para mi. Una prometida amargada? Una dómina cruel? Una madre desnaturalizada? Ni yo para ella. Una mascota? Una molestia bien proporcionada? Una putita que echar a los lobos cuando no llegaba a fin de mes? Pero le había pedido que se casara, y había aceptado, con una condición. Y yo se lo había pedido con el sabor amargo de su medicina verde. Demasiadas limitaciones, requisitos. Miedos y rencores.

- Creo que he aprendido a dejarme llevar. No creo ser ningún depravado, no más que el resto - negué con la cabeza, mis movimientos seguían siendo lentos - solo que... me siento bien sirviendo a quien se lo merece. Me dejo hacer y así comparto las sensaciones del poder. Es casi como si fuera mío, ¿sabe? Admiro a la gente que sabe imponer su autoridad y que toma lo que le corresponde. Y me siento tan culpable por lo que pasó... Los castigos me liberan, me alivian. Por eso cuanto peor me siento, cuanto peor me tratan, pienso que puedo... - mi garganta estaba seca y bebí el resto del agua. Los hielos derretidos la habían enfriado y mis dientes rechinaron. - De todas formas, no tengo tanto dinero, no podría permitirme pagar. 

Me encogí de hombros y al fin me atreví a mirarla de nuevo a los ojos. - ¿Ve estos pantalones? Ella me ha prestado el dinero para comprarlos. Solo puedo ofrecerme a mí mismo. Me ha enviado para encontrar a Tatiana. 

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21/12/2017, 01:04
Lu

En su asiento, ligeramente recostada hacia él, volvió a hallarse muda entre los retazos de aquella historia que tanto parecía tocarle, y aquella falla que estaba haciendo mella en su temperamento en los últimos años, salió a relucir con un genuino sentimiento de pena y compasión. No podía evitarlo; Gwilherm decía que se estaba volviendo blanda y predecible, que se habían olvidado ya del bosque y de la caza, de la crueldad que asolaba Sevilla. Sin embargo, Lu tenía la sospecha de que era una consecuencia directa y lógica. Se hacía mayor y Gaïa seguía apareciendo en sueños raros y retorcidos, siempre herida y emponzoñada. Y sus hijos… Sus hijos no eran los garou. Sus hijos eran aquellos humanos frágiles y perdidos que habrían hecho absolutamente cualquier cosa por sobrevivir. Desde luego, no se merecían los innumerables sacrificios que tantos Cambiantes habían hecho por ellos.

Apuró el licor de un trago generoso, dejando el vaso sobre la mesa. Acababa de mencionar a aquella mujer que lo había acogido, y no pudo evitar pensar en Lorena y que regurgitasen ciertas emociones que procuró enmascarar. Pero Raphel siguió hablando, ahondando, y en algún punto de su historia la preocupación comenzó a tildar el rostro de Lu cada vez de forma más evidente. Claro que no se esperó aquello último, eso de ‘no tengo tanto dinero’. ¿Y entonces qué hacía allí?, pensó, arrugando el ceño mientras sus pensamientos se disparaban al sonido de una bala, empezando a contemplar posibilidades.

Para cuando cayó el nombre de Tatiana sobre la mesa, ya no había rastro de preocupación o simpatía. Era pura rabia y tensión lo que se veía en su rostro, con los dientes apretados y la mandíbula marcada, sin mencionar sus manos, que se cerraron lentamente.

No respondió de inmediato, conteniendo el aire con los ojos clavados en él. Unos ojos profundos y oscuros, desde los cuales se podía atisbar la naturaleza salvaje de la garou. Pero se contuvo. Mucho. Y terminó por alzar ligeramente el mentón como si fuese superior a eso, o quizás tratando de demostrarse que seguía teniendo el asunto cogido por las riendas.

-Tatiana está muerta -pronunció de forma lenta y amenazadora, como un gruñido grave-. El contacto que podía saber cosas, también está muerto - continuó. Descruzó las piernas, levantándose con la misma tensión evidenciándose en todo su cuerpo sin dejar de mirarle como si en cualquier momento fuese a gritar. Pero no lo hizo. Moderó el tono y los gestos, claramente contenida, aunque la mujer que se encontraba delante de él tenía poco que ver con la Madame de gracia y educación que había encontrado al entrar. Podrían tener la misma apariencia, pero había algo radicalmente diferente entre una y otra-. Ayer, un cazador me usó de cebo. Y de repente, todo el mundo parece tener el puto nombre de Tatiana en la boca y saber dónde vivo y a qué me dedico. Así que. Si no quieres acabar como Tatiana, muchacho, tienes dos opciones. Puedes empezar a hablar… O puedes decirme el nombre de esa mujer tan simpática y salir por esa puerta y que no vuelva a ver tu cara nunca más.

Había elegido muy mal día para husmear en su casa. Había elegido una mala manera de mencionar a Tatiana, aunque, seguramente, no hubiese habido una forma de hacer alusión a ella sin que Lu sintiese ese profundo hueco en el pecho que ni el alcohol ni la Rabia ni nada podía ocupar. Pero habría muerto antes que dejar que nadie viese lo realmente jodida que estaba.

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21/12/2017, 10:14
Raphel

No fue la tensión que embargó a la mujer cuando mencioné a Tatiana lo que me asustó, fue precisamente la forma en la que logró dominarse y tomar el control la que me dejó sin habla, fascinado. Me recorrió la columna un escalofrío hasta la nuca y en sus manos que se cerraron lentamente, en sus movimientos pausados y en su mirada oscura pude ver la amenaza directa y fría.

Por un momento pensé que saltaría sobre mí impelida por una furia salvaje, pero su voz me llegó suave y ronca, amenazante. Tatiana estaba muerta, y yo me había metido en un lío para nada. Pero JP había dicho...

Entonces se puso en pie y yo me aferré con fuerza a los brazos de la butaca y no pude apartar la vista de ella. erguida ante mí, con su blusa y la falda que realzaban su pose, el dominio de sí misma y la ira solo sugerida pero temible, admirable. No entendí lo del cazador y el cebo, pero me quedo claro que más me valdría intentar explicarme, o iba a tener serios problemas. Si no los tenía ya.

- Mire, Madame Lu, yo... - me detuve porque no sabía si estaba hablando con la encantadora dama que me había acogido poco antes. Definitivamente lo estaba estropeando todo. - Yo no conozco a Tatiana. JP me ha pedido que la encuentre, me dijo que también la busca, y que podría ayudarle. Dice... - otra vez las dudas, porque creí no haberla entendido bien cuando me lo explicó. - Ella cree que no está muerta. Todos lo creen, pero me dijo que sigue viva.

Pese al alivio de las palabras, seguía sintiendo el peligro, y empecé a apreciar al mismo tiempo un profundo vacío que se abría en mi interior. Si no mandaba que me mataran, Lu iba a echarme de allí y no volvería a verla. Ni JP querría verme de nuevo, ni ese hombre del local, desde luego. Todo aquello no había servido de nada. Había pensado que con unos pantalones nuevos iba a conseguir algo. No tenía ni idea de nada, ese era el problema siempre. Todo pasaba a mi alrededor y yo ni siquiera llegaba a enterarme. Como en los atentados. Como siempre.

- Me dijo que no hablara, que intentara descubrir lo que pudiera, engañándola, como fuera, para enterarme. Pero he sido sincero Le he contado - le había contado mi vida, le había abierto mis sentimientos y mis miserias - todo. No culpe a JP. Ella también está sufriendo. Yo puedo... ayudar a buscarla. Es lo que quiere, no?

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21/12/2017, 21:14
Lu

¿Por qué se empeñaba todo el mundo en decir que Tatiana seguía viva? Había estado junto a su camilla en el hospital. La habían llamado para decirle que había fallecido. Le habían hecho un maldito funeral y toda la parafernalia que venía con ello. Joder, incluso había presentado sus respetos porque Gwilherm había dicho con su abrumadora elocuencia que era lo correcto y que debía hacerse. Y les había dado descanso a las chicas, para que cada cual llorase como le diese la gana.

En silencio, con la respiración cada vez más densa y pesada en el fondo del pecho, se acercó hasta el mini-bar dejando el vaso con un golpe sobre la tabla de preparación. Los cristales tintinearon, amenazando con romperse, y si aquel chico no hubiese estado allí seguramente hubiese enviado a tomar vientos todo el contenido. Pero estaba, y no tenía razón alguna para venir allí y mentirla a la cara en una situación tan vulnerable. Joder. Se le veía a la legua que no era más que un humano atormentado, una pieza de aquel juego de ajedrez que alguien había montado, metiéndola de paso sin permiso.

Las preguntas revoloteaban en su cabeza, una detrás de otra, como una pieza de dominó golpeando la siguiente antes de que pudiese detenerlas. Era frustrante, y por más que quería encontrar una razón sabía que no era una mera coincidencia. Y había dejado que matara a aquel demonio, que parecía saber de verdad dónde se encontraba Tatiana. Ahora no tenía nada salvo un nombre. Apoyó las manos en la repisa, aferrándola con fuerza mientras pensaba. Era más lista que aquello. Sabía que lo era; tan sólo estaba oxidada por toda la pantalla de cosas bonitas y vida fácil. Pero en su interior estaba la guerra, la astuta, la loba que sabía infiltrarse entre los putos Danzantes si hacía falta.

-No es culpa tuya -dijo finalmente, arrastrando las sílabas-. Pero eres la segunda persona en 24 horas que menciona que Tatiana no está muerta.

Abrió el whisky y esta vez no se moderó. Después volvió frente a Raphel sin llegar a sentarse, poniendo la botella delante por si sentía la urgente necesidad de beberse los problemas.

-La vi en el hospital y le di las condolencias a su familia. No sé qué espera esa JP que te diga. Pero si… realmente está viva, no tengo ni idea. Pero ten por seguro que daré con ella, y antes de que nadie más se le acerque para hacerle daño.

Dicho aquello le dio un generoso trago al vaso en un gesto más propio de un motero bebiendo cerveza en la barra de un bar, que de una señora que regentaba un local tan bien puesto. Arrugó el gesto y sacudió la cabeza.

-Pero esto no tiene nada que ver contigo, chico. -Lo miró detenidamente de arriba abajo, meditando. Era una lástima que fuese tan guapo. Debían de rifárselo como a un chocolate-. Tú ya tienes tus propios problemas. No deberías involucrarte en este.

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22/12/2017, 11:16
Raphel

Cada intento por explicarme, por intentar rebajar la tensión, solo lograba alterar más a Madame Lu. Me dio la espalda y se acercó al mueble bar. El sonido del cristal me sobresaltó e imaginé el sonido crujiente y seco de los fragmentos del vaso hecho añicos desparramándose por todos los rincones de la habitación. 

Volvió de allí llena de tensión, con la botella de whisky diezmada y el vaso bien lleno. No llegó a sentarse, lo que me obligaba a levantar la vista si quería observarla allí, erguida sobre sus altos tacones y supurando rabia. Era un volcán, y me sorprendió su voz casi susurrada, aunque cortante.

- Eso me dijo JP - ¿realmente Madame Lu no conocía a JP? Podía ser una de sus paranoias, o un deseo de darse importancia, por codearse con mujeres que realmente tenían locales que valían la pena. Volví a recordarla, imaginándola con el ceño fruncido y recorriendo el local empujando su silla a duras penas, eligiendo a su juguete para esa noche. Cualquiera menos yo. Volví al presente, con Lu, con su rabia, con su trago ardiente al whisky. - Que todos la daban por muerta. He pensado que... - las dudas, el temor a poner en palabras lo desconocido e invocar un peligro demasiado cierto: JP lo había sufrido, yo lo había vivido varias veces en primera persona y al parecer Tatiana también había sido víctima de todo ello. ¿Para qué negarlo entonces?

- Hay seres distintos, que tienen poder para lograr lo que nos parece imposible. Yo no los conozco bien, pero se que existen - una oleada de deseo me embargó al recordar, al sentir de nuevo, las sensaciones que aquel desconocido me había brindado apenas dos noches atrás. Había sido algo tan intenso que me ahogaba al rememorarlo, un dolor ciego y el más puro de los placeres. Cerré los ojos y tomé aire jadeando. - Ellos... pienso que tu amiga puede estar con ellos.

Quizá por el whisky, las maneras naturales y genuinas de Madame Lu se relajaban más y más: ya ni siquiera aparentaba mantener una compostura que le era ajena. ¿Porqué tendría que aparentar nada ante alguien como yo? Bebió un trago largo y me miró fijamente. Por primera vez me sentí observado, evaluado. La seguridad de mis palabras se deshizo ante la fuerza de su mirada. -¡Lárgate! -entendía yo. - Vuelve a tu rincón - era su advertencia. Pero mi rincón estaba junto a JP y ella no iba a dejar que olvidara el asunto. Quería algo y yo se lo había prometido, no podía volver y aceptar mi fracaso. No tendría nada esperándome, ella solo quería conseguir aquello que le interesaba.

- Madame Lu, he prometido que la encontraría. Y si me echa de aquí seguiré buscándola yo solo, recorreré la ciudad y no pararé hasta encontrarla o hasta que me maten. - La furia de Lu, contenida, me hizo pensar en el callejón húmedo y solitario del que habló JP. Después de todo, el cadáver que veía en mis fantasías podía no ser el de ella, sino el mío. Desde la butaca me dejé caer de rodillas junto a sus pies, sin tocarla. - Por favor, no me obligue a dejarlo todo. Si alguien más se lo ha dicho, que sigue viva, ¿no merece la pena comprobarlo al menos? No lo ha entendido todavía? Me preguntaba antes qué busco aquí: busco problemas. La gente con problemas es tan intensa, Madame... - la pasión de mis sentimientos se había trasladado a mis palabras y temía haber perdido la compostura debida. Me hallé allí arrodillado, lanzando a la Madame preguntas impertinentes y desde allí abajo alcancé a sentir el aroma de su piel adivinado a través de la abertura en su falda. Aparté la mirada solo para encontrar la turbadora imagen de sus pies atesorados en los hermosos zapatos. Lancé un gemido lastimero y alcé la mirada suplicante hasta sus ojos de acero.

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23/12/2017, 21:19
Lu
- Tiradas (1)

Notas de juego

Después de tirárseme así a las rodillas, ver si con lo que responde y su actitud general si me está metiendo una trola o que xD Porque vaya tela...

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23/12/2017, 21:21
Lu

Que estaba sorprendida habría sido quedarse corto, y no precisamente en el buen sentido. Quien se ofrecía barato y tan deprisa no era de fiar. Aquel muchacho no se tenía respeto alguno, y no tenía respeto por quien servía o decía servir. Había tardado quince minutos en arrodillarse y suplicar, y eso demostraba debilidad de carácter. Lu detestaba eso. Detestaba la gente que no se valoraba, que no sabía quién era en la vida o qué quería, y eso no tenía nada que ver con ser Sumiso o Dominante o nada por el estilo. Ya lo había dicho: la gente más elocuente que había conocido en aquellos años eran los que sabían y reclamaban sin temor a ser juzgados. Y a aquel muchacho, por muy guapo que fuese, le faltaban eones de trabajo y búsqueda personal.

Lu no estaba para hacer de niñera de nadie.

Pero tenía que encontrar a Tatiana, así que no dijo nada ni se inmutó, mirandole desde su altura en un espacio de silencio que se hacía largo.

Apuró el vaso de un trago, despacio, saboreando el momento mientras discurría sin apresurarse. Después lo dejó aparte, sobre un estante que alcanzó alargando el brazo. Sólo entonces se agachó quedando de cuclillas frente a él, donde pudo mirarle con intensa fijeza, navegando en aquellos bonitos ojos, tan vivos y expresivos y perdidos, y fue entonces cuando se dio cuenta de que eran verdes. Con un cuidado extremo, como si fuese de porcelana, acarició su mejilla con los dedos prolongando el gesto, siguiendo la línea de su mandíbula hasta el mentón, tomádolo con firmeza.

-¿Y por qué debería confiar en ti cuando vienes aquí, a mi hogar, traicionando la confianza de quien te provee, ofreciéndote en bandeja de plata?

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28/12/2017, 09:40
Raphel

La tensión me había llevado a aquella posición servil, y ella estaba respondiendo con dureza. Tomándose su tiempo. Y yo la vi moverse a mi alrededor, con las manos sobre mis muslos, intentando evitar el ligero temblor que me las sacudía. Ella bebió, dejó su copa a un lado estirando su brazo y yo centré mi vista en la línea de su muñeca, en el delgado brazo que se perdía bajo la tela vaporosa de la blusa y en los dedos largos y finos que se cerraban en torno al cristal.

Y de pronto me encontré con esos dedos delicados pero fuertes acariciando mi mejilla, tomándome del mentón. Su mirada estaba ahora a la altura de mis ojos y aunque no podía apartar la cabeza, desvié la mirada incapaz de sostener la suya. Sus palabras me dolieron, y mencionar que estaba traicionando a JP me pareció injusto. 

Torcí el gesto e imaginé una arruga cruzando mi frente. - Madame, eso que dice no es... - levanté la mirada, de nuevo. - Yo no estoy traicionando a JP. Me ha enviado aquí, y ella busca lo mismo que usted: esa mujer, Tatiana. Yo no se si está viva - aunque ahora parecía más controlada, recordé la ira fría y latente de Lu al mencionar a esa mujer. - pero ambas necesitan averiguarlo, no? Es para lo que he venido. 

Sí. Mis propios argumentos me parecían sólidos, el recuerdo de JP se hizo más intenso, recuperé al fin cierto aplomo. Su mano en mi barbilla me unía a ella pero no la temí, aunque intuía que debería hacerlo - Madame Lu, ¿considera que traiciono a alguien por ser honesto al explicarle lo que me ha traído aquí? Conozco mis limitaciones, y aunque no conozco a Madame Lu, estoy seguro de que a la larga haberle mentido hubiera sido peor. Sobre todo, para mí. Creo - sí, estaba convencido todavía - que tiene mucho que enseñarme, pero no le pido tanto: solo que me permita ayudarla.

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28/12/2017, 10:16
Director

Notas de juego

Es sincero

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28/12/2017, 18:21
Lu

-Tienes razón, muchacho. Habría sido mucho peor mentir -admitió con un suspiro hastiado, y se esforzó por buscar un refuerzo positivo para ello. No parecía mala persona; no como ella. Le recordaba muy ligeramente a cuando su manada había pisado tierra sevillana la primera vez, sin saber ante quién hundir la rodilla o con quién debía hablar uno antes de tomar una decisión importante. Era difícil, duro, exigente… Pero también lo hacían crecer a uno-. Agradezco tu sinceridad y también tu confianza por haberme contado sobre ti.

Y seguidamente se preguntó cuánto iba a tardar el asunto en volverse en su contra, porque si algo había aprendido en todas aquellas décadas es que era tan sólo una cuestión de tiempo que dos personas con el mismo objetivo terminasen por chocar. Sobre todo cuando vidas humanas y de su propiedad interferían. Porque Tatiana era suya, y si había seres implicados en todo aquello, como había sospechado, iban a pagar caro ya fuese por su mano o por la de la autoridad, fuese Martes, Sábado o el día de la caridad cristiana. Era un vínculo, un juramento, y mientras que para otros no significaba mucho para Lu sí. Tatiana era familia.

-Llámame Lu -declaró con voz serena, soltando su mentón al alzarse de nuevo-. Y levántate, por favor. No soy tu Ama ni tu mentora. No me debes nada. A lo sumo somos aliados por necesidad en la guerra por venir.

Seguían quedando muchas cosas en el aire, como por qué esa tal JP quería encontrar a Tatiana con tanto ahínco, o los seres que había mencionado. Sabía que no era algo que pudiese hacer sola, por muy depredadora solitaria que se considerase. Los aliados estaban para eso. Los amigos, por otra parte, para meterte en problemas.

-Me gustaría hablar con ella, con JP. Pero primero me gustaría saber a qué te refieres con ‘seres’. Hay muchas cosas caminando hoy en día por las calles, capaces de hacer cosas inimaginables.

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29/12/2017, 18:34
Raphel

¿Guerra? Yo no sabía nada de guerras. Ni sabía nada sobre los seres. Intuía que ahí estaban, que estuvieron tan cerca que acabaron con toda mi familia, y que no andaban lejos cuando las bombas estallaron. Y ese hombre del local, era algo más. Creía, adivinaba... pero no tenía ni idea. ¿Qué le iba a contar? Lu me había soltado el mentón y eso liberó también mis palabras.

- JP dijo que si te enterabas de que trabajo para ella irías a arreglar cuentas - la sinceridad me iba a costar cara, estaba seguro de eso. No sabía muy bien qué hacía en aquel lugar, aunque se me ocurrió que si no fuera por el asunto de esa Tatiana podría haber disfrutado de una noche apasionada con esta mujer. Sí, había sentido un par de veces esas miradas que me había lanzado. Recordé las críticas mordaces de JP, miré a Lu intentando calcular las pollas que se había comido para lograr un local como este. Pero me dio la impresión de que si había alguna puta en la habitación, era yo. De todos modos, ella se había olvidado de todo aquello y su mente la ocupaba la conversación.

- Pero también dijo que si te enterabas... me matarías. - Alcé los hombros, me palpé el pecho por encima de la camisa fingiendo buscar heridas ocultas y la miré sonriendo. - A veces se equivoca. A veces. Pero me meteré en un lío si ella se entera. ¿Podríamos empezar a buscar antes de hablar con ella? Y se muy poco sobre esos seres. Se que están por todas partes, se que algunos son bestias, asesinos. Y creo - no sabía muy bien qué creer - creo que otros se ocultan entre la gente. Y se me ha ocurrido que Tatiana podría ser ahora una de ellos. Si tú la viste muerta y... ya no lo está. 

Mis pensamientos giraban en grandes círculos y yo solo trataba de asirlos todos y mantenerlos unidos, pero los hilos eran frágiles y me costaba trabajo concentrarme en un asunto sin perder de vista el anterior, así que saltaba de uno a otro según se iban fijando en mi cabeza.

- A ella, a JP, quiero decir... ella también sufrió un ataque de esos seres, no se de cual. Sobrevivió, pero está... - miré las piernas de Lu, firmes y esbeltas bajo su falda abierta - Bueno, cree que Tatiana puede conducirle hasta quien le hizo eso. 

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29/12/2017, 18:55
Lu

Lu volvió a permanecer callada. ¿Qué se creía la gente que era? ¿Una bestia asesina? ¿A caso aquel pobre muchacho sabía de verdad lo que realmente era ella? Probablemente no, o se habría cuidado más. O no. Había gente estúpida y gente todavía más estúpida que, a pesar de los peligros y las advertencias y las noticias, se dedicaba a caminar por la calle en Martes de Carnaval.

La desesperación también tenía mucho que ver con esas cosas.

-Yo no le hago el trabajo sucio a otras persona -comentó quedamente. Después mencionó eso de "bestias y asesinos", y pensó que todo gato era un asesino a ojos del canario. Que leches, su propia raza estaba vetada a pasearse en Crinos por temor a que hubiese una masacre cuando había criaturas mucho más poderosas y despiadadas que ellos. Pero claro, la apariencia de un ser de tres metros y fauces descomunales tampoco era muy alentadora. Gajes del oficio. - En cualquier caso, aunque no hubieses abierto tu linda boquita, sé quién es e iba a ir a molestarla una noche de estas. Va en silla de ruedas, ¿verdad?

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29/12/2017, 22:10
Raphel

A cada silencio de ella, yo me quedaba indeciso, a la espera. Ya me había puesto en pie, pero sobre sus tacones Lu era tan alta como yo, y seguía sintiendo una amenaza contenida en ella, algo magnético y temible, seductor.

- ¿Y dejarás de hacer algo sólo porque puede beneficiar a otros? - bufé. Porque así de impertinente puedo ser a veces. Así de valiente, cuando creo que el mayor peligro ha pasado. Porque había hablado demasiado y allí seguía, con vida. Con suerte JP me estaría esperando para convertir mi sangre en un río verde. Mientras tanto ella y Lu podían discutir sobre lo que sea que tuvieran pendiente. 

- Sí, en esa puta silla - admití con el alivio de no confesar nada desconocido. Y pude verla en un rincón de aquella sala elegante y sofisticada donde nos encontrábamos, aparcada en una esquina, desentonando como un mueble viejo rescatado de algún vertedero entre el mobiliario de diseño. Me miraba con sus ojos muy abiertos, rodeados de maquillaje oscuro. Me miraba fijamente, y a su examen lo acompañaba una promesa. Y no era dulce como uno de sus chupitos verdes, sino más amarga que la peor resaca que me hubiera dado hasta entonces.

Podía rogar a Lu que no le mencionara todo lo que había contado, o que aparentara que me lo había sacado a hostias. Pero en la madame empezaba a vislumbrar un desprecio por la debilidad que me insufló un mínimo orgullo. De nada iba a servir. 

- Si piensas ir a verla, podríamos ir hoy mismo. - Cuanto antes, mejor. - O prefieres que antes terminemos la sesión? 

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29/12/2017, 22:44
Lu

Lu despegó los labios a punto de replicar a su insolencia, endureciendo la mirada en un gesto que quedó contenido bajo una mueca disgustada. Semejante gilipollez la que acababa de soltar. ¿Quién se creía que era? ¿Un verdugo? ¿De qué clase de lugar venía como para pensar que las personas eran de usar y tirar? Aunque supuso que estaba a punto de averiguarlo si decidía pagarle una conveniente visita a la tal JP. Igual y todo le acababa de salvar la vida a uno de sus empleados. Quizás ese empleado fuese el mismo muchacho que tenía delante, lo que habría de ser irónico en extremo.

Se cruzó de brazos, ladeando la cabeza ligeramente mientras escudriñaba sus ojos. ¿Sesión? Ah, ¿pero esperaba tener una sesión después de todo eso? ¿Una sesión de qué?

-No tengo muy claro quién crees que soy, Raphel -sentenció finalmente-, pero en esta ciudad ya hay suficiente inmundicia como para mancharme las manos tirando a gente irrelevante delante del tren. ¿Para qué? ¿Por diversión? ¿Para engrandecer mi ego? No soy una zorra ávida de poder, y no tengo muy claro qué te esperabas viniendo aquí, pero no seré tan terrible cuando has decidido confiar en vez de jugarte el pescuezo. Si no quieres que te mencione, no te mencionaré. No es asunto mío los problemas que tengas o dejes de tener con esta señora. Pero esta es mi casa y este es mi negocio, y tengo cosas que hacer. Y, evidentemente, después de esto -trazó un círculo con el dedo, envolviéndoles a ambos-, lamento informarte de que no eres bienvenido como cliente, aunque pudieses costeártelo. Aquí hay motivos subyacentes y eso hace de los negocios algo peligroso. Yo cuido de mis chicas, así que... -chascó la lengua, evidenciando el problema, y después inclinó la cabeza hacia la puerta-. No sé qué más quieres que te diga.

Más clara no podía ser. Las cosas eran como eran, como marcaban las cartas sobre la mesa, y la confianza era algo esencial y difícil de reparar. Él no había empezado con buen pie y aquella señora le daba todos los nervios del mundo. Pero se trataba de Tatiana. Tatiana. En su mente, la lista de pasos a seguir empezaba a tomar forma y volumen.

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30/12/2017, 10:01
Raphel

Mi risa siempre había tenido un tono que me desagrada: un punto ridículo y agudo, femenino. JP decía a menudo que tenía una risa de maricón. Aunque rara vez reía ante ella. Pero sí me eché a reír ante Lu.

- Sólo era una broma - corté mi risa de golpe, asqueado de escucharme. Para cuando me di cuenta, Lu estaba explicándose. ¿Incluso justificándose? Y echándome de allí, sin duda. - No pensaba poner en peligro a ninguna de tus chicas, descuida - dije, sin embargo, en tono jocoso. - Aunque seguro que hubiera sido obediente, y por una vez, traía el dinero. - Recordé el modo en que me lo había ganado y esperé conseguir más, pronto. Yo también abarqué el cuarto con un gesto de mi mano.

- No quiero que me digas nada más. Pero yo ya te lo he dicho todo: lo único que esperaba era saber si estabas dispuesta a colaborar en la búsqueda de Tatiana. - Miré hacia la puerta que me indicaba, y asentí. Por lo visto la colaboración terminaba allí, así que ya no había razón para el tuteo. - Ya le he dicho, Madame Lu, que yo no la conozco ni creo que tenga forma de encontrarla, pero tengo un compromiso, y la buscaré igualmente. Siento haberle hecho perder su tiempo. Cuide de sus chicas mejor que la cuidó a ella, le deseo lo mejor a esta casa.

Aquello era ridículo, JP me iba a matar en cuanto le contase cómo había ido la reunión, o a más tardar, en cuanto Lu se presentara en el local. Pero al menos saldría de allí con un mínimo de dignidad. Como si eso me sirviera para algo, precisamente a mí. Comprendí que los problemas solo estaban empezando mientras me volvia hacia a la puerta.