Partida Rol por web

El joven Rasputín, encerrado en el exterior de la torre por el estorbo de un tiesto que no le dejaba cruzar un pequeño boquete en la puerta de la torre ha concidido con un goblin mensajero de habla peculiar. Éste le ha ayudado a mover el tiesto y juntos han podido establecer contacto con otro lutín igual o más desconcertado que estos mosntruitos: Pequeñín, que trataba en vano de mover el obstáculo que suponía el tiesto.

Mientrastanto, otro lutín: Guspierku, ha salido del almacén manchando todo el suelo de harina. Tras salir del almacén ha visto como todos estos curiosos personajes dicutían sobre cierto gran paquete que transportaba el goblin: un regalo para Rudesindus.

- Zeñorez, ke no ez por zer pezado pero tengo órdenez eztriktaz: el pakete debe zer entregado al zeñor Rudezinduz en perzona.

-Ya, pero si se lo das ahora le vas a fastidiar el gran experimento que está preparando. ¿No te das cuenta que interrumpir a un gran mago como Rudesindus puede ser letal? Seguro que cuando abras la puerta y le molestes te mirará con esa mirada torcida tan aterradora y te fulminará con un rayo. O hará que tus entreñas se salgan de tí, o que tus huesos se encojan hasta que estalles... O quizás haga que nosotros te matemos y devoremos...Hummmmm, no es mala opción...

Conforme hablaba Pequeñín se fue acercando al mensajero, sonriendo de lado a lado. Ya en el Infierno le dijeron que su aspecto daba miedo, y una sonrisa con esa enorme cantidad de dientes afilados ayuda mucho a acojonar.

Guspierku, recién llegado, coge la ocasión al vuelo:

Eeeeh, y yo me pido los muslitos, que siempre me han parecido los más jugosos... jejejej

Mira con ojo calculador al lutín, como evaluando por qué parte empezará primero.

No creo que le importe ser fulminado. Al fin y al cabo es un goblin mensajero, ¿a quién le importa su miserable vida? Yo creo que ni a él mismo.

- Yo debo llevárzelo. Órdenez del jefe, lo ziento.

Y decididamente anda exageradamente hacia la escalera.

Pequeñín estiró su zarpa y agarró el brazo del lutín ceceante.

-Hemos dicho que no te mueves de aquí. No nos vas a fastidiar la fiesta sorpresa que le tenemos preparada al Amo. - al decir estas palabras se llevó la mano libre a la boca.- Mierda, eso era secreto.

A pesar de ser un lutín inteligente, a veces sus conexiones sulfurosas mentales no funcionaban demasiado bien.

- Si, no vas a ir a ninguna parte. Déjanos ver qué es ese regalo que le traes y nosotros nos encargaremos de dárselo personalmente.

Tras decir aquellas palabras prendió una pequeña bola de fuego en sus manos y apuntó con ella al presente que le había traido.

- ¿Pero ké me eztaíz diciendo? ¿Ez la fiezta del amo? Ezo kambia todaz laz kozaz. Ahora kiero darle ezte pakete yo mizmo. Rudezinduuuuuuuuuuuz. Rudezinduuuuuuuuuuuz.

El goblin parece visiblemente emocionado llamando a gritos al Amo desde el rellano.

Sin pensárselo demasiado, Pequeñín abrió su enorme bocaza y soltó un aullido agudísimo para tapar la voz del lutín que llamaba al Amo.

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY!

Los cristales no vibraban por el ruido, pero los tímpanos de los cercanos debían estar sufriendo mucho. Al menos los suyos lo hacían.

Con un gesto indicó a Raputín que callase al mensajero.

Pequeñín lanzó la bola de fuego contra el paquete que quería entregar aquel tipo a su amo. Si no hay paquete no nos pillan, pensó Rasputín. Después no pudo aguantar más el grito de Pequeñín y tuvo que llevarse las manos a sus grandes orejas para evitar que saliesen estalladas.

- Deja de gritar o te prenderé vivo a ti también, Pequeñín.

Guspierku intentó salvar el paquete, con una palomita digna de un campeón de fútbol...

Noooooo.....

A cámara lenta, sus dedos se alargaron para alejar el paquete de las llamas vengadoras.

Rasputín ejecuta sus pasos mágicos en el replano a cámara lenta mientras el resto de lutines intentan detenerlo. Quizá por los gritos o por algún problema desconocido, el lutín del Dominio del fuego sólo consigue que de sus manos surgan hilillos de humo.

Mientrastanto el goblin mensajero empieza a ascender por la escalera que lleva al primer piso.

- Abueeeeeeloooooooooooo

Gilitrutt llega con su corona y su collar de flores todavía murmurando improperios a Goblop. Justo a tiempo para ver una figura desconocida que grita. Y a saber a quién, porque ella no recuerda a ningún abuelo en la torre.

- ¿Qué pasa? - pregunta con cara perpleja mientras sigue al goblin con la mirada - ¿Quién es ese?

Alguien al que prender fuego o nos descubrirá todo le pastel de la sorpresa. Gilitrut acaba con él.

El lutin volvió a crear una nueva bola de fuego esta vez algo más grande y poderosa y la lanzó contra las piernas de aquel mensajero. Esas eran sus intenciones pero verdaderamente tan solo le lanzó una bola de humo totalmente evanescente.

¡Cáyate la boca o nos descubrirán!

Pero bueno, que el amo se va a enfadar muuuuchiiiiisimo si es algo que espera, y es muuuy importante.

¿Es que nadie tiene nada que decir aquí?

Que dejeis al lutíiiin

De nuevo, intenta detener la quema del paquete, esta vez intenta dar un salto, lanzarse a sí mismo y desconcentrar a Rasputín al caerle encima como si fuera una bola...

-Capullo, que este goblin quiere estropearle el cumpleaños al Amo. ¡Paradlo!

Concentrándose, Pequeñín se dispuso a hacer volar al goblin. Aunque lo cierto es que el día que llevaba con sus poderes no era muy bueno...

-Poderes a montón, haced que vuele como pájaro cebón.

Y, en efecto, el goblin voló como un pájaro con sobrepeso. Y sin alas. Es decir, que volar, lo que se dice volar, no demasiado.