Partida Rol por web

La Purificación de la Bruja

Prólogo para Denia

Cargando editor
22/07/2015, 00:24
Director

Desde la ventana de su alcoba en el Palacio Episcopal, Denia pensaba cómo los últimos diez días habían dado tantas vueltas a su vida que era imposible saber dónde estaba arriba y dónde abajo. Hacía diez días había vivido la misma vida desde que tenía uso de razón, una vida tranquila: aprender de su vieja maestra los caminos de la Diosa y la importancia de su virtud como símbolo de su vínculo, practicar cómo utilizar sus dones, ordeñar a las cabras, cuidar del huerto y atender la cabaña en mitad del campo donde vivían las dos. Sus grandes momentos eran cuando hacían una visita a una granja vecina, un vecino les visitaba o, sobre todo, cuando Edgar Elric aparecía en secreto y podían cantar juntos y charlar un rato escuchando la aventuras que vivía él. Las de ella se resumían a la decena de veces que la anciana la había llevado a la ciudad de Francfurt, para comprar suministros para el año y vender... ahora, después de lo pasado, no sabía qué habían vendido en realidad.

La vieja mujer siempre había sido gentil y amable con ella, las enseñanzas sobre la Diosa parecían naturales, agradables, le tocaban el corazón, que la poca gente que conocía, aseguraba que era el más dulce y puro que conocían. Ella no sabía nada de brujería, menos de nigromancia. Por eso, cuando el Obispo y sus hombres llegaron acusando a su maestra de brujería, ella se rió convencida de que era una ridícula mentira.

Pero la mujer se defendió, con fuego azul que quemaba y congelaba, absorbiendo la vida de un caballero hasta dejarle en los huesos y alzando como horrores muertos vivientes los cadáveres de los pocos campesinos cuyas familias acudían a ellas para enterrarlos, con caras largas y miradas molestas, que ella siempre atribuyó al pesar por el ser querido fallecido pero ahora dudaba si no serían porque, en realidad, no querían ese destino para sus restos sino que pagaban con ellos algún conjuro o ensalmo.

El hecho es que la anciana bruja ardió en la hoguera. Y ella pensaba que sería la siguiente; pero el Obispo le tomó la mano, con respeto y habló con ella con amabilidad. Le explicó que la bruja le había engañado, con enseñanzas heréticas, que sólo había un Dios y que ella había sido bendecida con su don. También le dijo que éste había sido mancillado por la mano del Maligno, pero que podía arreglarse. Le dio un libro, la Biblia, para que fuera aprendiendo la Verdad.

Desde entonces todo había sido confusión, las enseñanzas de Jesucristo le parecían las mismas que las de la Diosa, podía entenderlas y alcanzarlas, podía ver a la Diosa en la Virgen María, pero otras partes del libro le asustaban y le parecían terribles, hablaban de sacrificar niños, de muerte y peste y de ángeles asesinos y un Dios vengativo. Su excelencia reverendísima – los títulos, privilegios y riqueza que ostentaba la Iglesia eran una de las cosas que más le chirriaban con las enseñanzas que le agradaban – le había dicho que la enviarían a un ritual dónde sería purificada y volvería a la gracia de Dios convertida en una de sus más excelsas representantes en la tierra y podría elegir cualquier orden monacal que le interesase. Hasta ahora había preferido guardarse sus opiniones.

Entonces algo rompió su ensoñación y sus pensamientos volvieron al presente, cuando por la ventana pudo ver, allá abajo, fuera de las murallas a su único amigo, Edgar Elric, hablando, con su habitual gesticulancia, con los guardias de la puerta del Palacio.

Cargando editor
22/07/2015, 14:02
Denia

Miraba por la ventana donde se solía sentar a leer aquel enorme libro, que llamaban Biblia. Realmente aquella mujer que concibió al que la gente llamaba Dios, no era tan diferente a su diosa, era bastante parecida, de hecho, ¿donde estaría ese Dios sin esa mujer? esa familia... que vivían en una cabañita, como ella, sin lujos, como ella, no lo entendía, ese Dios suyo predicaba con el ejemplo de pobreza y en cambio la iglesia.... era todo lujos y pretensiones. Algo la saco de sus pensamientos, jaleo en la calle, abajo en la puerta, se asomo y la cara se le ilumino, era su amigo Edgar ¿que hacía allí? ¿se habría enterado de todo? de lo de su maestra, de lo de su ritual... no hablaba mucho a su favor lo del ritual, aunque Edgar siempre había estado con ella sin preocuparse mucho por "su don", solo esperaba que tuviese la suficiente maña e inteligencia para que lo dejasen pasar a verla y sabia que si, no era para nada tonto, al revés.

Cargando editor
29/07/2015, 21:21
Director

Denia había visto pasar a dos caballeros templarios justo antes de que Edgar llegase, éstos habían estado despachando con el portero, de modo que su amigo tuvo unas breves palabras con un joven con ropa demasiado grande, dado que no era ni la mitad que su alabarda. 

Por desgracia el portero acabó su charla con los templarios a tiempo de hacerse cargo de la conversación que, incluso desde la distancia, Denia pudo notar que había superado al jovenzuelo.

Su amigo parecía más envarado ahora, no le cabía duda que estaba tratando de camelar su acceso, sólo cabía suponer que para verla a ella.

Cargando editor
05/08/2015, 13:49
Director

Denia pudo ver que Edgar se alejaba de la puerta, a la vez que un paje corría hacia el palacio.

Unos minutos después llamaron a su puerta. La hermana - aún se le hacía raro llamar hermanas a todas las monjas - que estaba... no sabía muy bien si a su servicio o para vigilarla, entró y le dijo:

-"Me dicen que hay un hombre que desea veros. Dice ser Edgar Elric y que os conoce de tiempo ha." - hizo una pausa y, con una mirada, le dejó claro que no creía que debiera hacer lo que iba a preguntar - "¿deseáis recibirle?" - hizo una pausa y, con gesto tenso, añadió - "Si lo hacéis deberá ser rápido. Su Reverencia Ilustrísima está reunida con unos caballeros y os llamará a vos a continuación."

 

Notas de juego

Tengo que añadirte éste turno porque si no no puedo mantener a otros jugadores que se cruzan contigo en el suyo.

Cargando editor
05/08/2015, 14:00
Denia

Casi se le iluminaron los ojos cuando le anuncio que Edgar quería verla, realmente le daba exactamente igual la mirada de reproche de la monja, era su amigo y nadie le impediría verlo.

-Si si, decidle que pase- dijo alegremente, sonriendo.

Cargando editor
11/08/2015, 13:46
Director

Llevó un rato, de tensa espera, entre que la hermana se marchó y que volvió a sonar la llamada a la puerta.

-"Tenéis diez minutos, hermana Denia. Luego deberéis acudir a ver a su Reverencia Ilustrísima." - le dijo la mujer, vestida de gris de pies a cabeza. La cofia parecía especialmente incómoda, sujentando demasiado el pelo y dando demasiado calor, pero parecía complemento imprescindible del traje de monja.

La hemana le condujo por un par de pasillos hasta una sala de reuniones bastante coqueta dónde esperaba Edgar.

Cargando editor
24/08/2015, 12:27
Obispo Johann Brendel Bicken des Borga

Una vez dentro del despacho del obispo, éste se levantó para recibirla en la puerta.

-"Querida hermana Denia, cuánto placer veros de nuevo" - le ofreció la mano con el anillo, para que pudiera besarlo como era costumbre. Por algún motivo que ella nunca había terminado de entender, se suponía que besar el anillo era un cierto privilegio, sobre todo para gente humilde como ella. Pero en su caso, incluso para el homenajeado parecía una mera formalidad, pues casi ni le dio tiempo para hacerlo, antes de tomarla del brazo para llevarla a la silla, que él mismo le acercó al tomar asiento como si fuera una gran dama.

-"Os hemos hecho llamar pues la Noche de Todos los Santos se acerca, puesto que aún no habréis tenido tiempo de descubrir vuestro Santo o Santa Patrón, no hay día mejor para el ritual que tenemos pendiente, pues todos ellos velan por los Hombres en esa noche en que el Cielo y el Infierno están más cerca del mundo mortal que ninguna otra." - el obispo había servido sendas tazas de vino especiado, pequeñas pero de un aroma irresistible, aunque a Denia, que no precisaba de beber y ya había tomado una por cortesía para con Edagar, no le apetecía demasiado.

-"Tal vez incluso, por la gracia de Dios, hayáis visto a unos templarios al venir aquí. Ello es porque hemos dispuesto veteranos guerreros y guía fiel para llevaros a partir de mañana al monasterio de San Ponape para que estéis disponible del buen Abad, que Dios lo guarde, en la fecha santa. No debéis preocuparos, pues nada se exige de vuestra persona, salvo la disposición de purificar vuestra indudable gloria, y volver a revestirla del Divino Hálito que tenía antes de ser desacrada por la desdeñable fulana de Satanás que trató de malograros." - su sonrisa era amable, paternal y, hasta dónde Denia podía decir - que no era mucho - sincera. Aunque era obvio que su rostro no estaba acostumbrado a ofrecer esa expresión, lo que le daba notable tirantez.

-"Necesitamos, para solaz de nuestra alma, que estéis tranquila y convencida del viaje, por lo que me gustaría que preguntárais cualquier cosa que perturbe vuestra mente o duda que os quepa, que nos la resolveremos, si Dios nos da la sabiduría para hacerlo. Nos somos consciente de que sois el regalo más precioso que ha dado Dios a la Iglesia en muchos años, un alma brillante llamada a la santidad."

Cargando editor
25/08/2015, 14:08
Denia

Realmente le dolía que llamasen así a su maestra, aunque hubiese sido bruja, la había tratado bien, criado y enseñado todo lo que sabia, incluso a ser humilde y agradecida con lo poco que poseía.

-Estoy dispuesta a purificar mi alma, pero...- bajo la cabeza, quizás algo tímida -¿seria posible saber en que consiste tal ritual? no es que desconfíe de la Iglesia, ni mucho menos -se apresuro a decir- pero ya que estoy dispuesta a purificar mi alma, me gustaría saber en que consiste- luego lo miro casi suplicante -Decidmelo si me excedo, pero hay un gran amigo mio... ¿Podría acompañarnos en  el viaje que he de hacer? confío plenamente en los caballeros que habéis nombrado para tal efecto, pero estaría algo más relajada con el cerca- lo miro esperando respuestas.

Cargando editor
26/08/2015, 23:45
Obispo Johann Brendel Bicken des Borga

El obispo sonrió con su mueca desacostumbrada, tratando de reconfortar a Denia. Ella tenía que quedarse con la intención, porque el hecho no era muy efectivo, su mueca al intentar sonreír era un poco desagradable.

-"No conozco los detalles del ritual, por eso es menester que viajareis hasta ese monasterio, cuna de los saberes de los rituales de Dios Nuestro Señor. El abad es la máxima autoridad, pero no debes preocuparte, pues el trabajo complicado será de los monjes, benditos sean en el nombre del Altísimo. Tú sólo deberás recitar los salmos que se te enseñen y, supongo, hacer una profesión de fe como manda el catecismo; además de permanecer en el ara central, dado que seas el objeto del ritual. El resto será cosa de los reverendos hermanos." - se encogió de hombros al añadir la última nota a sus conocimientos - "Aunque es habitual que todos los implicados en rituales sean acosados por el agotamiento de sus energías espirituales. Por la naturaleza de éste, aventuraría que en tu caso lo serán totalmente.*"

El obispo no pareció nada satisfecho ante la petición de Denia para permitir a Edgar acompañarla. Torció el gesto y ella pensó por un momento que se negaría, pero finalmente asintió, aunque sin su espeluznante sonrisa. Lo que no dejaba de ser una mejora, en cierto sentido.

-"No nos parece muy apropiado que viajéis en compañía de un varón. Más sabemos que sois consciente de la importancia de los votos sagrados que os habéis impuesto y que Dios exige para un buen servicio; ¿quién somos nos para cuestionar la sabiduría de alguien tocado por el Creador? ¿No acompañaba, acaso, a Jesucristo María Magdalena? Sin duda podéis hacerlo vos también con la misma virtud." - el obispo tomó pergamino y pluma y comenzó a escribir una misiva, mientras le explicaba - "Más el viaje ya ha sido encargado a dos caballeros de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, ellos tendrán la última palabra. Os redactaré una autorización, dando mi visto bueno a ello si los Templarios no ven inconveniente."

- Tiradas (1)

Notas de juego

* En términos de juego, tendrás que usar todos tus huecos de conjuros, como si hubieras usado toda la magia de ese día.

Cargando editor
27/08/2015, 13:51
Denia

Asintió algo más relajada, con algo de suerte Edgar estaría a su lado.

La explicación del ritual no le había dejado muy tranquila, agotar sus fuerzas totalmente.... no sonaba muy bien, pero lo haría si era lo que se esperaba de ella -Edgar es como un hermano para mi, ya que no tenía más familia que mi antigua maestra y él, nunca osaría tocarme y nuestro trato es meramente fraternal, bien lo sabe nuestro Señor- se quedo sentada mirándolo, quería partir cuanto antes y terminar con todo eso, tanto cargo eclesiástico la mareaba y aún vería más.

Cargando editor
27/08/2015, 18:39
Obispo Johann Brendel Bicken des Borga

-"Estupendo, entonces todo hablado, hermana, bendito sea el Altísimo. Si no tenéis más preguntas, me despido de vos, hasta que nos volvamos a ver, si Dios quiere. Barrunto que para entonces tendré que dirigirme a vuestra merced como Venerable" - su desentranada sonrisa volvió a su rostro mientras le tendía el anillo para que lo besara como despedida.

Cargando editor
09/09/2015, 12:58
Director

La monja no apresuró sus rezos y terminó su cuenta del rosario antes de levantarse y acercarse a ella, lo que le dio tiempo no sólo a despedirse de Edgar hasta el día siguiente sino también a que todos se fueran y las dejaran solas.

Finalmente la hermana le ofreció el camino, tras un amén en alto.

Acompaño a Denia en dirección a sus aposentos, guardando un silencio difícil de evaluar, pero al que la tenía acostumbrada.

Cargando editor
21/09/2015, 12:49
Director

Denia se retiró con la hermana tratando de sonsacarle la información que sugirió el caballero. La monja no era muy habladora y no se había mostrado muy dispuesta a discutir nada que no fueran las Sagradas Escrituras, pero Denia era encantadora y casi nadie podía evitar abrirse un poco cuando ella mostraba su cándidez natural.

Por desgracia no parecía que la monja supiera nada de San Ponape, más allá de generalidades: que era un convento de monjes de clausura especializados en el aspecto místico del saber religioso y sólo porque lo había oído últimamente, al ser los que habrían de hacer el complicado ritual que la ayudaría a trascender su mácula.