Doy por entendido que ya tenemso nuestras armas y nuestro equipo ?
No, las armas y el equipo que os falta está en las cuadras, bajo el carro.
- Bien entonces, recogemos nuestras armas y nos marchamos – comento mientras hacía lo que decía – Creo recordar que alguien propuso que marchara yo abriendo la marcha, mientras Silvana nos cubría desde los tejados, lo considero una idea acertada pero dudo que nos pueda seguir por todos las azoteas sin problemas…-
Ya listo y preparado con sus dos estoques hizo algunos movimientos de calentamiento y calibración como temiendo que el tiempo que había estado separado de su arma gemela hubiera empeorado su calidad.
-Espera, te acompaño, necesito volver a tener amis pequeñas conmigo
Me ha desaparecido un post.
Gaius descendió las escaleras seguido de cerca por Bhain, que se apresuraba tras él. El silencio nunca había sido una de las características principales del enano. El asesino, en medio de las escaleras, reprimió un gemido de fastidio y continuó hasta la sala principal de la posada.
En una de las mesas solo había dos parroquianos mayores de aspecto vulgar: quizás kefes artesanos de algún gremio que tomaban la última pinta de cerveza a cerca de su casa. No se veía por ningún lado a ninguna de las camareras y el tabernero se sentaba aburrido frente a la chimenea, fumando en una pipa.
La única puerta del local era la que conducía a la calle principal, aunque tras la barra había otra que probablemente diera a la cocina y a una salida trasera para los desperdicios. Claro que para llegar a ella deberían ir por detrás de la barra.
Que cosa más rara Barlow. ¿Pudo ser que caducara la sesión? Cuidado con las negritas, ya las quité yo ;)
Doy por hecho que el resto del grupo permanece en lo alto de las escaleras hasta que diga que hacen algo.
Al ver bajar a la pareja de aventureros el tabernero enarcó una ceja, dejando salir un par de volutas de humo de su pipa:
- ¿Van afuera? No sé si sabrán que hay un toque de queda... Las calles de Predemia no son seguras por la noche con tanto mercenario...
Tras el picaro y el enano, Rómulo, apenas segundos más tarde, avanzó hacia el salón.
Se sentía renovado. Esas horas de sueño habían sido efectivas pero necesitaba aire fresco. Dentro de la ciudad sería dificil encontrar aire puro, pero seguramente en la calle estaría menos encerrado que en la taberna.
Su voz, surgiendo detrás de su montura contestó al posadero - Tendremos cuidado, pero mi amigo necesita hacer sus necesidades. Y no creo que os gusta que las haga en el cuarto - bromeó con el hombre mientras su mano acariciaba las alforjas donde estaba su equipamiento... y el de Remo.
- Ya sabeis como son los animales, cuando necesitan hacer... - finalmente se interrumpió. Su charla no tenía sentido y fue consciente de ello.
Perdón, yo me había "adelantado" demasiado. Mis armas y la armadura de Remo están en sus alforjas, ya me equiparé afuera mientras el resto busca en el carro.
- Yo le acompaño -Dijo lacónicamente Silvania señalando a Rómulo.
- Claro, claro... Todos juntos a acompañar al perro a cagar... Hehehehe...- el posadero lanzó una risita entrecortada por el humo de su pipa - Tengan cuidado de todos modos si el perro se aleja mucho, no digan que no les avisé. Hehehe.
Los dos artesanos de la mesa cercana rieron la gracia del tabernero mirando socarronamente al grupo que bajaba.
La gente de esta ciudad esta muerta de miedo- pensó el enano- aunque si yo tuviera que vivir aqui y no fuera diestro en las armas, seguro que también estaría muerto de miedo. -Bueno vayamos a sacar a remo a que haga sus cosas
- Bueno, pues vamos a ver las estrellas entonces... - dijo Mosest inteligentemente (para él, claro) mientras bajaba las escaleras.
El grupo salió a la calle: una calle oscura y amplia iluminada tan solo por el candil de la entrada de la posada. Había, a cada ciertos metros, otros candiles. Pero estaban apagados en su mayoría. Aquello daba un doble juego para los aventureros: por un lado las sombras favorecían el avance de un grupo que quisiera pasar desapercibido pero por el otro cualquier cosa podría agazaparse en la oscuridad.
A pocos metros de ellos estaba la puerta de los establos, cerrados con un candado. En el interior estaba el carromato con las armas que les faltaban. Una ojeada rápida le permitió a Gaius ver un resquicio en un lateral desde el que se podría acceder al interior moviendo un par de tablones, sin necesidad de molestar al tabernero. Así que, antes de que nadie empezase una nueva disquisición sobre como entrar en el establo y coger el equipo, el asesino se adelantó apartando la madera.
Un poco después estaban todos en el callejón, junto a la posada, con todo su equipo puesto.
El truco del pícaro para entrar al establo fue una buena manera de evitar al posadero que no les había creido. Rómulo se ocupó, antes que nada, de ponerle la armadura a Remo y, mirándolo fijamente a los ojos intentar explicarle la situación.
- ... asi que ya sabes, tu en silencio y preparado para lo que venga. Ve al lado mio y estate listo - la mirada inteligente del perro hacía parecer que había entendido las palabras del pequeño druida, aunque probablemente se debía a que le había agradado el tono con que fueron dichas.
El mediano, con su broquel magico en la zurda y su honda en la diestra estaba listo para comenzar a caminar - Entonces... vamos primero a comprar pociones? - le preguntó al grupo mientras miraba a la nigromante - Nos puedes guiar? -
Asumo que la arquera me devolvió la honda y los proyectiles
Yo solo tengo 50 monedas... no creo que pueda comprar mucho, aunque tengo mi varita de proyectiles mágicos y varios pergaminos en mi equipaje. Si le sumo el vial de agua bendita estoy más o menos cubierto. No se si Uds quieren comprar algo en particular.
"Venga, orden de marcha en 3 grupos como antes de bajar al subterráneo, separados no más de 30 metros. Si alguien ve algo raro que no grite, que levante el puño cerrado y todo el mundo se para donde está. Y por cierto, nada de ir por el centro de las calles: culo pegado a la pared más próxima. Silvania, ¿preparada para poner una flecha en cualquiera que nos moleste antes de que pueda gritar?"
Algo en el porte del elfo gris sugería que no era la primera vez que se veía en una tesitura similar.
Bueno, el lugar exacto de la anciana no lo conozco, pero imagino que no será difícil de encontrar...sólo son dos manzanas. -Dijo Mamá al resto. -Aún así voy a ver si la zagala de la taberna me indica el lugar exacto.
Busco a la camarera para que me indique el lugar exacto. Si la chica ya no esta sirviendo le preguntaré directamente al tabernero. Cuando salga a la calle llevaré, como ya dije, la ballesta envuelta en un mantón como si fuera un bebé, pero el dedo lo llevo puesto en el gatillo y la ballesta cargada.
-Sí, por supuesto -respondió la aludica lacónicamente.
Robin se ciñó la maza y el escudo, y se colgó la lanza a su espalda. Estaba listo para partir.
Asintió con la cabeza y sin decir palabra a la sugerencia del elfo: los grupos pequeños serían más discretos que los más numerosos. Se acercó al enano y llamó a Mosest para que se uniera a ellos.
- Me da que nosotros tres lo tendremos difícil para ser discretos aunque queramos: nuestras armaduras son difíciles de disimular. Deberíamos ser el segundo trío, así tendremos tiempo de escondernos si los más discretos van delante y nos advierten de lo que podamos encontrarnos.
-Me parece un buen plan, en el grupo mas adelantado deberían ir los mas sigilosos, en el del medio los guerreros, por si hiciera falta alguna intervencion imprevista
-¡Estoy dispuesto! -dijo Mosest, al que se le notaba entusiasmado por esta aventura nocturna. Además, notaba el peso de su querida espada en la cintura. Una daga en el cinto y el escudo a su espalda completaba la imagen de guerrero que le daba su armadura.
-Por cierto..., ¿las tiendas de pociones abren a estas horas?. - se le ocurrió decir al oir a sus compañeros.
Mientras se armaban los grupos, Romulo se vio junto al elfo y a la maga. Acariciando a su perro se decidió a emprender la marcha, cerca de las paredes, como el filo del ocaso había solicitado, y con su mano en la teztuz de Remo, siguiendo al picaro que se les había adelantado.
No llegó a dar dos pasos cuando escuchó las palabras del paladín. "Vaya tiene razón" se dijo a si mismo, sorprendido por el rasgo de perspicacia del enlatado guerrero. En silencio se dio vuelta y lo miró con un nuevo respeto.
- Que opinas - le preguntó a Mamma - Nos atenderán a esta hora? - antes de escuchar la respuesta, el mismo aclaró - Siempre podemos probar... y sino nos atienden nos vamos directo a esa Escuela. Yo estoy listo para descubrir ese misterio de una vez -