Partida Rol por web

El druida siguió caminando sin percatarse, aparentemente de que la posición era más riesgosa. Sin embargo su poca altura no significaba que estuviera poco atento. Al ver como salian a ese espacio sin protección. Su mano se acercó a las alforjas, sintiendo el tranquilizador peso de su cimitarra bajo el cuero a la vez que preguntaba

- Esto parece abandonado... seguro que es por aquí? No se me ocurre como podemos encontrar al gnomo dentro de una fuente?

Drim se volvió ante la apreciación de Rómulo, riéndose:

- ¿Dentro de una fuente? ¡Que idea más rara! No... Dijo que lo esperásemos al lado de la fuente.

Luego dudó un momento antes de decirle algo casi en un susurro al mediano, al paladín y al enano. Los demás, pese a esforzarse, no llegaron a alcanzar a escuchar lo que decía el niño...

- Yo creo que no se fía mucho de vosotros y que quiere veros primero... Es algo típico en él...

El druida fue el primero en reirse de si mismo - Si claro... pero me han contado cada cosa de las ciudades que ya no me asombro por nada - contesta, mientras sigue con su mano en la alforja de Remo.

- Será cuestión de esperar - comenta mientras mira con curiosidad a su alrededor. - Esto está un poco abandonado, no? - termina preguntando inocentemente.

-es normal, son tiempos dificiele spara todos, pero el me conoce, soy Bhain,ya tuvimos negocios hace no mucho tiempo, seguro que estara ansioso de verme. Si lo que quiere es que vayamos al medio de la plaza , dejad que vaya yo, no hace falta que vayamos todos, en cuanto me vea deberia darse cuenta de que me conoce

El druida mirá al pequeño con curiosidad - Entiendo - le dijo, aunque era claro que no entendía nada. Por suerte el enano parecía conocer al tal Medus, así que se quedó cerca de la fuente, acariciando a Remo y con sus manos cerca de la empuñadurade su cimitarra, esperando que el dichoso gnomo se dignara aparecer

Durante la espera y posterior paseo por la Ratonera, Gaius estuvo acompañado de Arthedain. Parecía que el elfo había atravesado con sus ojos el alma del asesino descubriendo una de sus flaquezas. Analizar a la gente.

- Bien elfo, comparto tus ideales respecto a la descripción de la mediana. Los mismos parámetros se podrían añadir a la mayoría de los incautos con los que viajamos. Algunos compensan con alguna de sus habilidades dicha carencia pero otros desgraciadamente no – espetó el humano amablemente ante las palabras de su acompañante. Quizás Gaius hubiera decidió intentar hacer un aliado de verdad entre los miembros de la variopinta cuadrilla o quizás por otra parte consideraba tan aburrido el elenco en general que le acompañaba que aprovechaba una conversación interesante no sabiendo cuando pudiera darse otra.

- Por ejemplo fijaros en Mosests, estaría fuera de lugar en cualquier lugar menos en uno, en un campo de batalla. Más allá podréis apreciar a Mama Brigitte incapaz de pasar desapercibida ni en medio de una multitud. Junto a ella tenemos a Robin entregado a su Dios, posiblemente acabe con una daga en la espalda mientras se agache a auxiliar inconscientemente a algún compañero. Bhain tampoco se libra, provócale y caerá en la más absurda trampa. – sus comentarios son rápidos y cortantes como si ya estuvieran escritos en piedra en su mente y hubiera acudido leyéndolos uno a uno.

- Aunque he dejado para el final mis favoritos, Rómulo y tu mismo Arthedain. El joven mediano es para mí un misterio, su simpleza en si es su complicación, pareciendo no encajar aquí en la ciudad seguramente lo haría mejor que la mayoría en muchos casos. No había experimentado con gente con una psique como la suya aunque espero poder pasar tiempo con él a lo largo de nuestra misión y así descubrir sus axiomas. En cuanto a ti Arthedain hasta ahora me parecías el más competente del grupo pero dudo de algo, ¿Por qué confías tu espalda a mis manos?, sabes perfectamente que no daría ni una gota de sangre por tu protección. Por favor sácame de dudas – la pregunta del asesino iba cargada de interés como intentando enmendar sus juicio sobre su persona

Gaius aburrido del paseo aunque atento a su alrededor ha caminado junto a Arthedain conversando con él. Viendo la plaza analizó rápidamente la situación e interpuso un brazo en la trayectoria de los pasos del elfo impidiendo que avanzara hacia el centro de la plaza aunque quizás esa no hubiera sido su intención.

- Que no vierta una gota de mi sangre para tu protección no quiere decir que no aprecie el sonido de un acero amigo en una muy probable emboscada – espetó el asesino con un tono alto con la clara intención de que le oyeran todos sus compañeros que ahora se encontraban en la plaza, como dando aviso una vez más de lo posible de la situación.

Uno de los edificios derruidos le sirve como respaldo mientras apoya su espalda y otea los demás estructuras en busca de algún tirador oculto dispuesto a ensartar sus cabezas con algún virote o flecha. Termina su vistazo fijándose en Drim posiblemente el gancho de una emboscada de manual.

Gaius observó los movimientos del niño... No estaba acostumbrado a fijarse en la forma de comportarse de los más pequeños, por lo que poco sacó del lenguaje corporal del infante. Parecía tranquilo pero ¿y si era una mera tapadera?

Gaius y Arthedain se quedaron al borde de la plaza mientras la parte más despreocupada del grupo formada por el enano, el paladín y el mediano seguían al niño hasta el mismo centro donde se encontraba la fuente. Un observador cuidadoso podría, sin embargo, notar que ninguno de los tres estaba para nada relajado: en su forma de andar se notaba la tensión de quien teme que pueda saltar alguna sorpresa. Por su parte Mama y Robin se detuvieron dubitativos a mitad del camino de la fuente. En el aire había tanta tensión que se podría cortar con un cuchillo... Y quizás eso estuviese a punto de pasar...

Fue en ese momento cuando una voz sorprendida resonó cerca de la fuente, sin que nadie alcanzase a vislumbrar a ningún interlocutor. De hecho la voz, cascada y chillona, parecía brotar de la mismísima fuente:

- Que me corte los huevos un demonio del séptimo abismo... ¡Pero si es el mismísimo Bhain, el enano gladiador! ¡De entre todos los visitantes que pudiera esperar no habrías sido tú el esperado! Pero ¿quienes son tus amigos?

Bhain pegó un brinco un tanto sobresaltado... Aquella era la voz inconfundible de Medus pero ¿de donde procedía?

La voz, sin un cuerpo que la respaldase fue demasiado para el mediano, metiendo la mano en la alforja de su compañero y amigo la extrajo empuñando su cimitarra a la vez que se ponía en guardia, apuntando con el filo de su arma hacia la fuente

- Quien está allí? - exclamo asustado - Y donde? -

Las palabras del invisible ser y los cuentos del enano, lo hicieron sospechar ue se podría tratar del mismisimo Medus por lo que en un tono más normal preguntó - Medus? - mientras su arma seguía lista para cortajear a cualquiera que se moviera bruscamente

En cuanto a ti Arthedain hasta ahora me parecías el más competente del grupo pero dudo de algo, ¿Por qué confías tu espalda a mis manos?, sabes perfectamente que no daría ni una gota de sangre por tu protección

Arthedain se encogió de hombros y sus labios esbozaron una sonrisa, a la vez que decía simplemente: "Soy un soldado".

"A base de heridas he aprendido que sólo la camaradería de quienes se juegan la vida juntos vale para algo. Banderas, causas, religiones, creencias políticas, todo eso no vale ni un gramo de polvo. La sangre, el acero y el sudor unen a quienes emprenden una misión, y si del hecho de hacerla juntos dependen el éxito y la vida, nadie en su sano juicio usaría la táctica del escorpión*."

"Y tú, mi joven amigo, estás en tu sano juicio, eso puedo verlo claramente. En esta misión harán falta tu sutileza, no poca fuerza bruta de la que disponen Mosest, Bhain e incluso yo mismo, el poder de curación de Robin y, seguro, los talentos de los demás que me he dejado en el tintero."

Una marcada sonrisa acompaña a la del elfo cuando Gaius escucha su respuesta. Arthedain dio en el clavo, era la contestación que el asesino esperaba oír. Desde luego sus palabras no carecían de juicio aunque a los ojos del solitario humano no habían tenido sentido hasta ahora. La cohesión era necesaria en la misión que les esperaba, eso si no podía esperar que la personalidad del asesino cambiara de pronto, de noche a la mañana, aunque quizás una pequeña transformación se fuera dando en él.

- Respuesta correcta elfo – espetó sonriente Gaius – aunque difiero de tu perspectiva a ciertas habilidades que crees necesarias en esta misión y yo no. Pero tus palabras no carecen de lógica, da por supuesto que tu espalda estará cubierta y espero que sea un sentimiento recíproco aunque no puedo prometer que mi trato sea similar con todos los miembros del grupo…

La mirada del asesino se perdió de la de Arthedain cuando oyó la supuesta voz de Medus en la plaza buscándole rápidamente con la ilusión de encontrar a su fuente de información.

La voz misteriosa habló desde otro punto de la plaza. Era evidente que el interlocutor invisible no se estaba quieto:

- Guarda ese arma pequeño o te puedes hacer daño con ella... Repito la pregunta ya que aunque conozco al enano no sé quienes sois los demás ni que intenciones albergáis...

La voz distraía la atención del grupo pero no la de Gaius, cuya mirada se fijó en la segunda planta de uno de los edificios ruinosos. Una sombra humanoide, embutida en cuero negro, estaba allí apostada, agachada, acechando con un arco. No parecía tener un objetivo fijo, sino que más bien parecía vigilar la situación.

Mama sonreía ante la triquiñuela del gnomo. Sin duda se trataba de un conjuro de invisibilidad. Estaba a punto de decir algo cuando un movimiento en uno de los edificios abandonados llamó su atención. En lo alto de un tejado una figura se movió levemente, espantando un cuervo. Era un humanoide embutido totalmente en unos ropajes oscuros y que llevaba un arco en la mano. Parecía vigilar la situación, más que buscar un objetivo...