Partida Rol por web

-prefiero salir por aqui a seguir caminando por estos tuneles, auqnue salir en medio de la calle es demasiado sospechoso, deberiamos seguir hasta encontrar un sitio fuera de la vista por donde poder salir al exterior.- El enano sonrio por primera vez en varias horas, la luz del sol parecia haber traido nuevas fuerzas a sus musculos. El enano se puso a la cabeza del grupo y siguio adelante - Venga busquemos una salida

Tanto tiempo bajo tierra en este lugar os ha hecho cogerle cariño...¿Y si subimos al perrito con una cuerda bien atada tirando desde arriba entre variosss?

"Ya os vale, nenazas", dijo el elfo con un punto de exasperación en la voz. "A Remo lo puedo levantar hasta yo. Propongo que Gaius (que es el más experto de entre nosotros en sigilo) y al menos un guerrero salgan para cubrir la calle, y que el más fuerte de entre nosotros se cargue el mastín a hombros y lo suba por la escala, ayudado por el que vaya detrás. Si tenemos una cuerda, mejor que mejor, para asegurar el tiro.
Y si después de lo que hemos pasado aquí abajo hay alguien en la calle a quien no le guste nuestra cara, yo mismo le romperé la suya, a cabezazos si hace falta."

"¿O es que acaso tenéis MIEDO?"

Si no fuera porque Gaius siempre llevaba un pañuelo oscuro cubriendo su faz todos los integrantes del grupo hubieran podido ver una marcada sonrisa.- Así son las cosas, piensas una cosa y sucede la contraría – recapacitó contento mientras veía las alcantarillas y su salida al mundo exterior.

En cuanto a los problemas con la ascensión del mastín parecía que sus compañeros ya los estaban resolviendo, lo que le dio tiempo al asesino para darse cuenta de una cosa crítica: no sabían donde aparecerían en la ciudad. No era la primera vez que estaba en Predemia y no era lo mismo estar en una zona de la ciudad que en otra y mucho menos en los tiempos que corrían. Saliendo de sus pensamientos escucho su nombre en los planes de Arthedain.

- Estoy de acuerdo, pero esperar que suba yo y darme algo de tiempo, a lo mejor nos encontramos en algún punto conflictivo de la ciudad. Si no hay problemas os lo indicare, pero si los hay, contar con la posibilidad de que quizás sea más seguro avanzar un poco más por estos túneles y encontrar una salida mejor – sentenció el humano.

Sin esperar contestación por parte de sus compañeros se asió a la barandilla de metal y subió silenciosamente. Una vez cerca de la tapa de la alcantarilla se fijo, ya como costumbre, en algún posible sistema de seguridad protegiendo su apertura. No viendo peligro, y ayudándose con uno de sus hombros, levantó un poco la tapa esperando conseguir toda la información que pudiera del exterior antes de salir y exponerse.

- Miedo? No, no, solo precaución. No quisiera salir de "este" problema para caer en manos de una patrulla por estar en un lugar prohibido - El mediano trata de contemporizar entre el elfo y sus compañeros, después de todo es el que puede sacar a su amigo del lugar

Mientras espera que el picaro les de su informe continúa argumentado - Y sigo pensando que, aunque este lugar no me guste, creo aque a ninguno de nosotros, puede ser un buen medio para moverse lejos de la vista de las patrullas. No preferirías tener tus armas y armadura? Quizás investigando un poco encontremos una salida cerca de la posada... y otra cerca de... de... de nuestro objetivo! - completa sin estar todavía muy seguro de cual será este.

No es miedo. Los enanos no tenemos miedo a nada , solo precuacion por esas exrañas patrullas que vigilan la ciudad ¿ ya os habeis olvidado de esos encapuchados ? si hay que enfrentarse a ellos yo sere le primero, pero ahora mismo es una locura, pondriamos en peligro toda la mision, y eso no lo puedo permitir, hay demasiadas cosas en juego y demasiadas vidas

Una vez conseguido su propósito de despejar de telarañas la mente de sus compañeros, Arthedain adoptó un tono más didáctico.

"Vamos a ver qué nos dice Gaius desde arriba, y luego decidimos."

Silvania seguía con su habitual mutismo, se sentía cansada, pero no por ello estaba dispuesta a abandonar las máximas precauciones.

- Habría que memorizar donde salimos, quizás, a pesar de todo, haya que volver por el mismo camino. Y habría que mirar al final de esta alcantarilla, quizás otra salida nos convenga más. Recordad que tenemos que volver a la taberna, nuestras cosas están allí.

Mientras los otros hablaban Gaius ya trepaba por la escalera silenciosamente. Al llegar a lo alto empujó la reja y asomó un pequeño trecho la cabeza. Aquello parecía un infame callejón, un lugar excelente para reaparecer en las calles de Predemia. Intentó atisbar un poco más y, viendo que no había peligro, se asomó.

Por el descuidado aspecto de los edificios y la suciedad del suelo tenía claro que seguían en la Ratonera, en los barrios bajos. Una vieja torre semiderruida le sirvió de referencia. Estaban a un par de calles de la Maldición de Hodrum, una plaza en la que se erguía la antigua torre de un mago que había sido derribada por el rayo de alguna deidad enfurecida de la antigüedad. Era tal el respeto que se le tenía a la torre - de la que se contaba que nadie que hubiera entrado había vuelto a salir - que ni siquiera el Emperador había osado derribar sus restos. Con el tiempo el nombre de la deidad se había perdido, pero no así el del mago, que perduró en la memoria colectiva como un ejemplo de ambición castigada.

El caso es que eso los situaba también cerca de las escaleras que conducían a los barrios menos marginales y no demasiado lejos de la posada donde tenían su carro. Parecía que las cosas empezaban a enmendarse poco a poco.

- Y? Donde estamos? - la voz del mediano se elevó por la alcantarilla mientras esperaba la información del pícaro.

Su cabeza le decía que debían investigar un poco más esas desagradables alcantarillas, pero su alma, acostumbrada al aire libre, deseaba salir de ese lugar lo antes posible.

Gaius viendo que no había peligro decidió avisar a sus compañeros. Aparto totalmente la alcantarilla para poder asomarse mejor y permitir una mejor ascensión.

- Esta despejado, no podríamos haber salido en lugar mejor, seguimos en la Ratonera pero creo que no estamos lejos de nuestras pertenencias – espetó el asesino mientras hacia un claro gesto con la mano para que subieran.

Si no tuvieramos una mision tan importante, estaria encantado de entrar a echar un vistazo a ese endemoniado lugar. He oido demasiadas leyendas e historias sobre esos lugares que mencionais, como para que no hayan despertado mi interes.

"A ver, ¿quién se carga a Remo a hombros?" dice Arthedain, buscando entre sus cosas los 50' de cuerda de seda, para asegurar el mastín al cuerpo del más forzudo.

Rómulo toma la cuerda que le ofrece el elfo y la ataca con cuidado alrededor del cuerpo se su perro - Tu tranquilo - le dice acariciadoramente, solo te queremos sacar de aquí.

Con cuidado le saca la armadura y las alforjas y las ata a otra cuerda que saca de las mismas y a continuación se ata el otro extremo de esta nueva cuerda a su cintura.

- Así pesará menos - le explica al resto. - Yo puedo con esto, espero que Uds, puedan levantarlo. Yo solo no creo que pueda... sino me quedaré con él, revisando las alcantarillas - agrega como al pasar, dejando en claro que no toma en cuenta la alterativa de separarse de su compañero.

Después de un tiempo sin intervenir, Mosest dejó el cetro solar en el suelo y, carraspeando previamente, dijo:

-Tranquilo, Rómulo. ¡Yo puedo subir a tu amigo sin problemas!. Termina de atarlo y dame el extremo de la cuerda, ¡en menos de lo que imaginas estará arriba conmigo!.

- Pues. Aquí está - contestó el mediano algo más aliviado al ver el tamaño de los músculos del paladín, dandole el extremo de la soga. - Yo subo después que él... y me ocupo de esto - aclaró mientras señalaba el bulto que formaban mochila y armadura.

- Ya sabes, Remo, tu tranquilo. Te sacaremos de este lugar. No te pongas nervioso, yo voy tras de ti - Por más que el animal no entendiera el común, el tono suave y cariñoso de Rómulo contribuyó a calmarlo.

Remo obedecía mansamente las órdenes de Rómulo. Mosest notó enseguida que subir al perro no sería una tarea fácil, pero intentó que su rostro no reflejase su preocupación. ¡Un héroe nunca titubea! Arthedain, viendo como le costaba al paladín afianzarse en el primer peldaño no pudo reprimir una sonrisa irónica. El chaval tenía voluntad, pero no cabía duda que a veces le podía su entusiasmo.

Y sin embargo Mosest fue subiendo por la escalera con su carga a la espalda. Lentamente, muy lentamente, pero subiendo.

Un buen rato más tarde el perro estaba arriba, con el resto del grupo, mientras Mosest se apoyaba en una pared. Estaba sofocado y agotado, pero su rostro lucía una sonrisa triunfal por la demostración de fuerza mostrada. En su fuero interno solo deseaba que las próximas gestas fueran algo más dignas de ser mencionadas en las baladas de los bardos. Pero el caso es que ya estaban arriba.