Partida Rol por web

Es como si miles de agujas estuvieran atravesandome las pupilas.....eso me sucedió cuadno escrute la oscuridad en busca de algun enemigo mas

Jooderrr, me siento desnudo sin mis hachas. Nunca debi dejarlas ahi, en el carro

-Veis a alguien mas ahi en la oscuridad ?-Grito Bhain a sus compañeros

- ¿Algún conjuro de ocultación activo...?

Silvania tomó una piedra del suelo, pequeña, y la arrojó en dirección al camino que seguirían.

Gaius estaba haciendo una de las cosas que más le gustaban, observar. Desde la llegada al derruido puente no había hecho otra cosa. El ya sabía desde un principio como solucionaría la situación de atravesar el abismo pero desconocía las intenciones del resto.

No le sorprendió el arrojo de Rómulo cuando se organizo rápidamente para saltar y llegar al otro lado, ni tampoco que su animal, con una cuerda atada, fuera el método más fácil para atravesar el precipicio. En cuanto a la aparición del monstruoso ciempiés estaba más que seguro que con la habilidad del mediano podría zafarse de él sin problemas, y así fue, aunque no todos pensaran lo mismo.

La arriesgada maniobra del enano hizo enmudecer al asesino. La imaginación del humano había volado imaginando a Bhain descoyuntado abajo en la sima. En cambio ese no fue el resultado, los dioses estuvieron a favor de su salto y pudo acudir en ayuda de Rómulo que ya se había desecho de su agresor. Desde el punto de vista de Gaius había sido un acto inútil y descerebrado aunque Mosest no opinaba lo mismo, babeaba a su lado mirando al hazañoso enano con admiración.

Parecía que todos los sobresaltos habían parado momentáneamente. A un lado del talud se encontraban Mosest, Mama Briggite, Robin, Arthedain y el propio asesino, al otro lado el resto del grupo, Bhain, Silvina y Rómulo. Lo más lógico a continuación sería seguir con el traslado de un borde al otro, pero un grito impidió retomar la tarea.

Bhain parecía atacado por una criatura invisible y las armas escaseaban en el grupo, era urgente acudir en su ayuda. El enano era realmente útil mientras estuvieran encerrados bajo tierra y Gaius no se podía permitir su perdida por ahora. Viendo que Mosest se asía a la cuerda para saltar monopolizándola decidió hacer uso de su plan inicial.

Sacó un pequeño vial de entre sus ropajes descorchándolo y se lo bebió de un trago. Ni corto ni perezoso desenvainó su único estoque y salto atravesando el vació. Era el momento de demostrar a todos porque le había elegido para esta misión.

El druida se quedó mirando al al enano con asombro - que cuando miraste te dolieron los ojos? - le preguntó mientras volvía a guardar el pergamino en su lugar - entonces nadie te ataca? -

Con su rodela en una mano y la cimitarra en la otra, Rómulo detuvo a la arquera - Espera un momento - le dijo - antes de tirar esa piedra muestramela un momento. Ajá... LUX - exclamó mientras la tocaba y consiguió que la misma comenzara a irradiar una tenue luz. .-Ahora puedes arrojarla. Así veremos mejor -

Mientras Mosest todavía sostenía la cuerda en su mano Gaius se lanzó hacia el precipicio bebiéndose antes su poción. Envalentonado conociendo la ventaja que la magia provocaría en su salto el asesino no tuvo la precaución de mirar con cuidado donde ponía el pie para tomar impulso. Sintió demasiado tarde como el trampolín de piedra natural que había escogido como punto de partida cedía bajo sus pies. Su rostro, normalmente hierático, no ocultó el pánico del que sabe que está a punto de morir... Y de morir de la forma más humillante... Sin embargo él no era un aldeano pusilánime. Su inicial pánico fue rápidamente suplantado por la sangre fría más necesaria que nunca.

Los demás contuvieron la respiración cuando vieron que su compañero empezaba a caer. Cualquier otro bracearía desesperado, pero Gaius realizó un giro de cintura digno de un bailarín profesional. Su mano derecha aferró el puente y, aunque la caída parecía inevitable, logro al menos utilizar el leve contacto con el puente para impulsarse desesperadamente hacia la pared del foso. Sus compañeros lo vieron caer durante unos metros, pero el ángulo logrado hacía que se acercase a la pared. Finalmente golpeó contra esta y sus manos buscaron desesperadamente un mínimo resquicio donde apoyarse. ¡Lo había logrado! ¡Había detenido su caída, aunque ahora estaba a diez metros por debajo del puente, en la pared de partida! Gaius lanzó un pequeño soplido de alivio... Pero aún no estaba a salvo. Le quedaba todavía la tarea de trepar hacia lo alto del puente. Su posición no permitía a sus compañeros que le tendieran la cuerda, ya que para ello debería primero moverse hacia un lateral del puente...

- Quietos. Todos quietos - gritó el mediano mientras miraba tanto a Mosest como a Gaius.

- Trataré de acercarte la soga - le informó al asesino - solo sostente y tu... - continuó mirando al paladín - Sosten esa soga y deja caer la punta. Trataré de acercársela a nuestro compañero -

Olvidándose del problema que podrían tener de ese lado de la fisura, de la piedra luminosa que le había dado a la arquera, ahora hondera, Rómulo llamó a Héctor, su vívora y la acercó a la cuerda que seguía atada a la montura de Remo - Cruza por la cuerda - le habló como si el animal pudiera entenderlo y luego acercale la punta de la soga -

La escena no podía dejar de ser sorprendente. Todos observaron como la víbora comenzó a deslizarse por la cuerda ante la orden de Rómulo, como si realmente el animal entendiese perfectamente las instrucciones de su amo. Mosest no pudo reprimir un silbido de admiración cuando el animal enganchó la cuerda y, con su movimiento zigzagueante, se aproximó a la pared vertical y comenzó descender llevando la cuerda con ella.

Gaius, por su parte, no daba crédito a lo que veían sus ojos: una víbora le aproximaba la cuerda que significaba la diferencia entre la vida y la muerte. Sus manos se aferraban desesperadamente a la misma pared por la que el reptil bajaba con perfecta tranquilidad. Incluso cuando el animal dejó la cuerda al lado de su mano seguía observando la culebra como si de un espejismo se tratase...

Una vez cumplida su misión, Héctor volvió a trepar y aprovechando que Mossest todavía sostenía la cuerda, realizó el mismo camino a la inversa. Con un siseo cariñoso, llegó hasta Remo y espero que Rómulo le acariciase la cabeza, como solía hacer cada vez que estaba contento con el. Rómulo sin dudarlo le prodigó las caricias. Se las había gabado.

Sin pestañear, Mamá observó todo de rodillas. Su cara estaba más blanca que nunca, parecía que no corría ni una gota de sangre por sus venas capilares en su ted. Desvió sus pupilas a la serpiente acercando la soga al pícaro. No daba crédito a sus ojos, no reaccionaba, no veía el momento de saltar. Lo haría la última. Luego se incorporó y volvió a acercarse al muro de piedra, busco la tela de araña más grande y cazó su araña con el viejo truco de la mosca. Sacó sus componentes para conjuros y huntó las llemas de sus dedos en betún, luego coloco la peluda araña viva en su lengua y la tragó sin miramientos mientras pronunciaba el hechizo de trepar cual arácnido.

ocho climbuis ocho arac
ascensi arac mea corpore.

Mosest estaba realmente asombrado. Sujetaba con desmesurada fuerza la cuerda entre sus manos para que el contacto del hilo con la piel le recordase que no estaba soñando. En pocos minutos había visto a lo que parecía un torpe enano saltar un abismo de cuatro metros limpiamente y a lo que parecía un ágil asesino con ayuda mágica incluida descalabrarse por el precipicio a un pequeño paso de la muerte.

Pero cuando vio una víbora llevar el otro extremo de la cuerda que asía al desesperado Gaius, tuvo que hacerse daño en las manos porque no se creía nada de lo que estaba viendo. Sin mediar una palabra, movió su cabeza horizontalmente como para despejarse y tensó sus músculos al máximo para ayudar a Gaius a subir en cuanto cogiera la cuerda. Aunque fuera un cobarde, su vida valía tanto como cualquier otra.

¿Un cobarde?, pensó Mosest. Había saltado sin cuerdas al vacío para ayudar al enano pero sin embargo prefería rehuir el combate siempre que fuera posible. Desde luego aquel Gaius era un tipo raro...

La situación del asesino era, según su raciocinio, inverosímil. El no podía haber fallado, nunca lo había hecho por eso aun seguía con vida. Mientras caía, el miedo había hecho presa de él rememorando tiempos pasados cuando era niño, la última vez que fue afectado por el pánico. Un tonel flotando en el agua y mucha angustia…

El frió viento que subía desde el abismo le devolvió a la realidad y con ella sus instintos de supervivencia. Se asió como pudo a las paredes de la sima aunque muy por debajo del puente. Era imposible subir sin ayuda de alguna cuerda y esta no se hizo esperar mucho. La cara de sorpresa que tenía era debido a quien se la ofrecía, la víbora de Rómulo se arrastraba a su lado ofreciéndosela.

Con esfuerzo y tragándose su orgullo se encaramó a la cuerda y trepo mientras pensaba que diría una vez que estuviera arriba. El que se jactaba de ser autosuficiente para todo ahora había necesitado ayuda y eso no era un concepto fácil de entender para Gaius.

Viendo que el asesino había alcanzado sano y salvo su posición inicial nuevamente Rómulo se giró hacia donde había caído la piedra luminosa... solo para constatar que no había nada acechando en ese lugar...

Bhain, en ese momento, dejó de gritar y abrió un poco los ojos. Tanto el mediano como Silvania comprobaron que, pese a tener los ojos totalmente enrojecidos e irritados, sus pupilas no mostraban nada más de extrañar...

Mosest, después de ayudar al asesino a subir de forma satisfactoria, tiró el otro extremo de la cuerda a sus compañeros y esperó a que la sujetasen para intentar pasar al otro lado.

Robin tenía graves problemas... Con su pesada armadura era casi imposible que lograra saltar aquel vacío, y había preparado sus conjuros pensándose que debería enfrentarse a muertos vivientes y hombres intrigantes, no a abismos sin fondo! Aquella situación le ponía nervioso... Pero al parecer, no había otra solución; debía quitarse las partes más pesadas de su armadura si quería tener alguna posibilidad de llegar al otro lado. Lentamente, empezó a despojarse de las grebas y los brazales, y los iba guardando dentro de su mochila. Cuando creyó que ya estaba listo, esperó a que le pasaran la cuerda, se la ató alrededor de la cintura y saltó, no sin antes elevar una plegaria a Random.

- Buen Dios, ayúdame a evitar mi caída hacia el Averno, y permite que me eleve como las más gloriosas de tus obras... ¡UMPF!

Arthedain, sin hacer comentarios, recibió la cuerda, se la ató al cinto y, con una leve carrerilla, saltó el abismo sin excesiva dificultad.

Aún tenía el sabor rancio de la araña en su lengua, notó incluso los pelos del gordo abdomen del arácnido raspar las paredes de su garganta, el cosquilleo del desesperado movimiento de las patas antes de ser ingerida había sido del todo desagradable, pero ahora Mama se sentía algo más segura con el hechizo sobre sí misma. Agarró la cuerda y la ató firme a su cintura. Tomó carrerilla y se frenó justo al borde, miró hacia abajo, se giró sobre sus piés, asintió y volvió a correr. Sus pies se posaron juntos y a la vez en el otro extremo ¡lo consiguió! Se solto la cuerda, se apartó el pelo de la cara y se rió alto y siniestramente -JA JA JA JA, ¿sabeis? ¡Me acabo de mear encima! -Y era cierto, un hilillo de orín encharcaba el suelo bajo sus piés.

-Esto es cosa de brujeria, alguien o algo me ha hecho esto, y eso solo quiere decir una cosa que no estamos solos. -Bhain presto atención a su alrededor con sus sentidos alerta -y sea lo que sea no es nada bueno. gaius-grito Bhain -Tus ojos son mas aguzados que los mios, echame una mano ¿ ves algo por ahi ?- Dijo señalando hacia donde estaba mirando cuando perdió la vista