Partida Rol por web

23: 55 PM

Los Investigadores llegan hasta un lugar apartado a las afueras de Providence, área rural en la que a duras penas consiguen encontrar la granja que figura en los papeles. La dirección era de lo más rebuscado, tenéis que adentraros en un camino de cabras entre enormes plantaciones y fincas en barbecho.

Por fin véis a lo lejos frente a vosotros la entrada a la granja, la cual está sin plantar y lo más que hay son yerbajos. Mientras Michael conduce Harper lee las notas de Silas sobre su nuevo libro, lo que está claro es que su nuevo libro trata sobre canibalismo, lo cual ya casi lo dice todo después de haber descubierto la extraña historia de los monos, que según  Vladimir, podría ser un  ritual de longevidad.

Habían parado en el estudio de Vladimir para  que éste recogiera su escopeta, Michael en cambio siempre llevaba su equipo de caza y su Colt en el coche por lo que pudiera pasar. Ahora mismo llevaban un fusil y una escopeta en el maletero y el revólver de Michael en la guantera, por lo que pudiera pasar...

Cargados de armas, nos dirigimos a la granja. Personalmente no creo que haya que utilizarlas contra el pobre viejo que quizás ha terminado perdiendo la cabeza después de los de los monos. No obstante no tengo mucho tiempo de pensar en ello mientras examino la mitad de los papeles de Silas.

Michael detiene el coche a pocos metros de la entrada principal de la granja, la cual está totalmente a oscuras, siendo la única fuente de luz las tenues luces del coche. Mientras Michael detiene el coche, Vladimir pide un poco de paciencia mientras termina de leer él también parte de las notas.

La casa es un edificio pequeño de una sola planta, junto a la estructura de la casa hay otro edificio más pequeño que parece una cochera o garaje, cerrado con una puerta de madera.

Esta vez no sería tan fácil puesto que nadie conocía el lugar, sin embargo, y basándome en lo apartado del lugar y la inesperada de nuestra llegada, la oscuridad me decía que esta vez sus habitantes no se encontraban allí o bien, estaban durmiendo. No sabía que era preferible...

Así pues podría resultar en una violenta situación, lo mejor era pasar desapercibidos mientras pudiésemos y actuar organizados, en este caso separarse podría ser peligroso.

-Realicemos un registro rápido para saber a qué nos enfrentamos. - Comento antes de salir del coche, a ver qué les parece. Evidentemente la primera de mis preocupaciones era saber si había alguien en aquel lugar.

-Tras despejar dudas podremos investigar a fondo... ¿os parece?

- Adelante, le sigo... digo en un susurro... y alcánceme esa escopeta de caza, solo por si acaso.

Sintiéndome parte de un comando que va a operar en medio de la noche me acerco arma en ristre hacia la granja.

En primer lugar hacéis un barrido rápido alrededor de la granja en sí (la construcción) para descubrir que la parte lateral y trasera del terreno está igualmente abandonada, en la parte trasera hay unos restos chamuscados de lo que antaño fue un granero. En el interior de la vivienda no hay apenas muebles, tan sólo un par de aparadores y una silla. Más suerte tenéis en el garaje, tras lograr abrir la puerta, descubrís que el suelo de cemento está lleno de manchas de sangre y trozos de cristales rotos. Hay una mesa de madera circular con un agujero en el centro volcada en el centro del garaje y a no mucha distancia hay un cuchillo.

Mientras inspeccionamos la granja, no suelto mi escopeta. Cada vez me gusta esto menos, todo esto es muy raro. Por una parte, espero no encontrar nada, pero por otra, espero encontrar algo que aclare un poco todo esto en lo que nos estamos metiendo.

Aprieto nervioso el arma mientras recorro con la vista las instalaciones, ni que decir tiene  que cuando veo la sangre y los cristales rotos la tensión crece en mi exponencialmente.

La tensión aumenta a cada paso que damos en la insondable oscuridad de la noche y alcanza su máximo al encontrar aquellos restos de sangre. Los cristales rotos insinúan que algo no salió bien, ¿tal vez encontró resistencia?

Habría que analizar esa sangre, si no se trataba de sangre de mono tal vez nuestras dudas se despejaran por completo...

No contaba con los utensilios habituales para recoger una muestra, me agaché para comprobar, en la cercanía, el estado del fluido. ¿Podría obtenerlo de alguna forma? ¿Su estado permitiría realizar un análisis satisfactorio?

Encontráis menos pistas de lo que habrías supuesto en un principio, pero las suficientes como para saber que lo de Silas, la Universidad y los monos era totalmente cierto...

Junto a la mesa y el cuchillo* hay un despertador roto que se ha parado a las 12 H: 03 M, Michael consigue con su pañuelo extraer un poco de sangre prácticamente seca pero que creía que podría ser convenientemente analizada con un poco de suerte y en unos días...

En el suelo encontrásteis un trozo de tela azul de un par de centímetros de largo y otros 2 ó 3 de ancho que no reconocíais. La extraña mesa** dispone en la parte superior de numerosas abrazaderas y en la parte superior está manchada de sangre seca y tejidos grisáceos que no termináis de distinguir***

Que el resto se centren en otras cosas, porque mi atención la atrae completamente la mesa. Sin lugar a dudas, esto es algo oscuro y oculto, lo que viene a ser mi especialidad.

La observo detenidamente. Seguro que algo me viene a la mente.

Me inclino para analizar la extraña mesa haciendo uso de mis conocimientos.

La escena sin duda responde a un tipo de ceremonia ritual que no identificas, pero claramente se trata de un ritual en que al animal se le sienta en la mesa y se le abre la tapa de los sesos con un cuchillo para devorar su cerebro. Aunque el cuchillo y la propia mesa son más grandes de lo normal, para otras criaturas más grandes quizás.

Recuerdas un ritual de los indígenas de Borneo en el que en un ritual a través de cánticos y bailes se ata a un mono a una mesa parecida a la que tienes ante ti y con un cuchillo especial se le seccionaba el cráneo para comerse el cerebro. Que no es otra cosa que la extraña sustancia que tienes delante, masa encefálica.

- Señores, aquí tenemos la prueba de la enfermedad mental de Silas.

Me aparto de la mesa para tomar una bocanada de aire, y, sacando mi pañuelo del bolsillo, me enjugo de la frente el sudor frío que perla mi frente. Cuando he logrado atraer la atención de mis compañeros y se me ha pasado el desazón prosigo con mis explicaciones.

- Esta mesa es casi igual que una que estudié hace tiempo, usada por una tribu de Borneo para atar y seccionar el cráneo de monos por ellos atrapados... y luego devorar sus cerebros como parte de su ritual.

Señalando la mesa con un gesto:

- Y esos restos... son de cerebro. No hace falta analizarlos.

Busco una silla para tomar asiento, se me ha cerrado la boca del estómago de tal manera que tardaré bastante en tener apetito. Al final esta aventura va a ser buena para mi dieta.