Partida Rol por web

Silvia hace de guía a través de las semiáridas tierras circundantes hasta llegar ya casi de noche a una pared bastante escarpada que termináis de ascender cuando ya es noche cerrada. Fatigados, encendéis una diminuta hoguera mientras los dos de Garrison montan la tienda de campaña.

Dimitri está totalmente agotado mientras que Vasily parece llevarlo mejor. De vosotros, Harper es que peor lo lleva, tiene cara de pocos amigos y no deja de resoplar mientras se coloca la mano izquierda en el pecho.

- Ahora no se ve, pero un poco más abajo hay un precioso valle con abundante vegetación y un río. En la montaña de la izquierda hay una enorme caverna en la que viven mis amigos. Nunca he avanzado mucho más, les da miedo que me acerque tanto, creo que es por una cuestión defensa de su territorio... siempre nos encontramos casi a medio camino. Mañana a primera hora si no les vemos esta noche, bajaremos al sitio donde me suelo poner yo y ya verán como se nos acerca una comitiva- dice con una sonrisa.

- Espero cof cof espero que así sea señorita... esto es agotador cof cof -tose descontroladamente -caballeros cof cof cof- no puede continuar hablando.

Saca una petaca del bolsillo de su chaqueta y ayuda a Dimitri a beber un buen trago -ya no tiene usted edad para estas cosas Camarada Dimitri...

Tras el larguísimo trago - seguro que ha vaciado más de media petaca -parece recuperado y dice ahora con voz firme -Es verdad, pero puede que estemos ante uno de los descubrimientos del siglo y no pienso perdérmelo, bajo ningún concepto. Caballeros, será mejor que mañana dejen hacer a la señorita Englund con esas criaturas, no vayamos a fastidiarla.

No puedo más que asentir ante lo dicho. Por mi parte no hay ningún problema, estaría aquí largo tiempo para investigar a esas criaturas. Son Harper y Konrad quienes tienen más prisa que yo, e igual no les apetece quedarse aquí toda la noche.

Lo que tengo claro, es que no me separo de mi escopeta. No quiero que aparezca otro cangrejo gigante y no estar preparado...

Mi habitual buen humor había desaparecido, lo último que me faltaba era una caminata como esta y todo para pasar una noche a la intemperie. Tan sólo me mantenían en pie mi espíritu antropólogo y la necesidad de saber si la muerte de Hall o del profesor tenían algo que ver con estos seres.

Tanto es así que me sentí aliviado de dejar la responsabilidad en manos de la señorita Englund, sin embargo, antes de cenar y acostarse propuse con cautela:

- Creo, que por seguridad, deberíamos establecer guardias nocturnas, por lo que pudiera pasar.

- ¿Guardias? ¿ y para qué han venido Buboy y Stirling entonces? jaja- no os gustaba cómo había sonado eso. Os sonaba a que Dimitri ninguneaba un poco a los habitantes de Garrison, o puede que fuese directamente un clasista de los que pensaba en las familias de rancio abolengo y demás.

- Nos hemos ganado un buen descanso y necesitaremos tener fuerzas mañana, tendremos que ejercitar la mente bastante, ellos pueden ocuparse de las guardias.

La travesía había sido bastante larga, pero el vodka (el bourbon ya se le había acabado, así que había rellenado la petaca con el licor de los dos rusos) le ayudó a soportarlo. No se podía decir lo mismo del pobre Harper, pero pensaba que un poco de ejercicio no le sentaría mal. Hizo alguna que otra broma al respecto durante el viaje, pero la gente no parecía estar de muy buen humor. Teniendo en cuenta los acontecimientos del día anterior, no era de extrañar, pero su extraño humor era en realidad para ocultar lo muy poco que le gustaba todo aquello.

Cuando hablaron de las guardias, Konrad estaba terminando de limpiar y poner a punto su arma. Tenía la impresión de que la tendría que usar de nuevo, y estaría más tranquilo si sabía que estaba en buenas condiciones.

- De todos modos, creo que vigilaré durante un par de horas. Me quedaré más tranquilo

Agradezco con ademán cansado las palabras de Konrad, él sí que me comprende. No creo que descanse mucho pero lo poco que pueda pegar ojo será con la tranquilidad de que estamos a resguardo.

Así que mastico la insípida cena y me acuesto sin hambre, cosa extraña en mí. Intento conjurar el sueño pero me cuesta dormir, al final caigo en un duermevela inquieto. Oigo el crepitar de las llamas antes de caer rendido.

Sorprendentemente, ni esa noche acudieron los prehumanos ni los vísteis al día siguiente. Silvia parecía desconcertada y sólo acertaba a decir que no era para nada normal que no hubiesen ido a visitarles, normalmente tenían miedo de ella y no la dejaban entrar en sus tierras, mucho menos iban a dejar a personas desconocidas, pero el caso es que allí estábais, caminando a través de la cañada.

Localizásteis una enorme cueva, de ella salía un olor extraño, como a olor de caballo sólo que mucho mucho más fuerte. Al acercaros a la entrada escuchásteis gemidos y después gruñidos, del interior asomó una enorme criatura peluda de más de dos metros y medio de altura, parecido a un mono y aun hombre, cubierto de pelo de color naranja.

La criatura llevaba un enorme hueso alargado en su mano derecha y parecía blandirlo en actitud amenazante, no dejaba de gruñir y hacía gestos con el brazo libre hacia vosotros.

- No lo entiendo, nunca había visto a uno de ellos tan violento. No puedo creer que piense que somos una amenaza- hace gestos como para calmar a la enorme bestia, pero ésta parece ajena a todo lo que Silvia intenta.

- Entiendo que quiere que nos vayamos pero no puedo acertar a comprender el porqué.

Bastante asustado por el tamaño del humanoide, me quedo perplejo durante unos segundos y no puedo evitar dar un paso atrás, alejándome inconscientemente del peligro de sus amenazas con el hueso. Intento recordar algo de mis libros de estudio y situarle en la cadena evolutiva pero no puedo, tengo la mente en blanco. Poco a poco voy reculando.

- Si quiere que nos vayamos será mejor hacerle caso... -murmuró Konrad mientras retrocedía con la mano sobre la empuñadura de su revólver

- ¡ Pero no podemos irnos sin más! hay que establecer contacto, ver cómo viven, dónde viven, cómo son sus casas, qué cosas hacen, de qué se alimentan -estaba muy excitado aunque tampoco sabía qué podía estar diciendo esa bestia.

Si no nos dejan otra opción... sólo es uno -se dio cuenta de que quizás podía entenderle y se calló de sopetón.

- No pienso disparar a esa cosa a menos que se nos heche encima. Los demás oirían el disparo y vendrían a por nosotros, y no tengo ganas de que mi pierna se convierta en el nuevo garrote de una de esas criaturas.

La criatura parece estar nerviosa por algo más que por vuestra presencia, no sabes el qué pero estás casi seguro. ¿Estará protegiendo su guarida, sus crías?

Me siento confuso ante la situación, y ello unido a mis ganas de irme de allí consumen mi paciencia. No obstante intento recordar alguna forma de contacto con tribus perdidas que hubiera podido leer durante mis estudios. Quizá me pueda guiar en esta situación.