Partida Rol por web

Miércoles 7 de Junio de 1927

El grupo de tres se apea en la estación de tren de San Agustín de la Florida, una pequeña ciudad situada en el Condando de San Juan, al norte del Estado de Florida. En la costa Atlántica. Sobre una antigua ciudad colonial española, en la que aún pueden verse una red de cinco fortines que defendían el puerto, se alza majestuosa una ciudad que es mezcla de europeos y nuevos americanos, mezcla de casas de estilo colonial y pisos y casas bajas modernas. No es tan turística como otras zonas, pero por lo que puede verse a pesar de la poca luz es que las playas son formidables y el puerto alberga toda la actividad de la pequeña urbe. El hotel está a poca distancia de la estación y en nada estáis desayunando en un bar frente al mismo tras haber dejado vuestro equipaje.

Tenéis la dirección de Colin Baxter, al parecer se aloja en una pensión regentada por una tal Charlene Johnson, no muy lejos del puerto (en realidad las distancias son muy cortas en una ciudad tan pequeña). Según tenéis entendido, montó una empresa de rescate marítimo, con lo que seguramente tendrá barco y pasará bastante tiempo en el puerto.

Saboreo el desayuno como si fuera el último de mi vida. He tomado la determinación de disfrutar de los placeres de la vida mientras pueda, nunca se sabe como puedes acabar. Así que lleno la panza y tomo doble ración de tortitas. Entre bocado y bocado propongo:

- Pues creo que no tendremos muchos problemas para dar con Colin, este es un lugar bastante mediano. Soy de la opinión de dar un paseo por el puerto para ver que se cuece por allí. Malo será que nadie le conozca... Por Dios que apetito se me ha abierto en este viaje, ¿se va acabar eso señor Bangs?... y señalo una tostada apenas tocada por el anticuario.

Konrad se había asegurado de traerse suficiente licor para el viaje, ya que no queria estar escamoteando alcohol en un terreno que no conocía. Discretamente, "aderezó" su café con algo de alcohol y desayunó sin prisas, sonriendo sardónicamente ante la glotonería de Harper

- Lo primero que deberiamos hacer es echar un vistazo en la pensión donde se aloja, y luego ya ir al puerto

Lo bueno de llegar a la edad del anticuario es que pierdes parte del apetito que se tiene cuando uno es joven y robusto como lo es Harper.

-No, no voy a terminármela.- Con un gesto de su huesuda mano le acerca el plato para que el profesor pueda dar buena cuenta de la tostada mientras él se termina el café.- Haga caso al investigador señor Welles. Siempre es mejor ir a casa de la gente que empezar a preguntar por ella en los arrabales.

Agradezco con un gesto el permiso del señor Bangs y estiro el brazo para alcanzar la tostada, no obstante, detengo el movimiento al oír las palabras de Konrad. Lo cierto es que parece una buena idea y al fin y al cabo él es quien entiende. Definitivamente cojo la tostada y doy buena cuenta de ella mientras respondo al anticuario:

- Pues tiene usted razón, hay que seguir los consejos de los expertos. No se me había ocurrido lo de la pensión. Adelante señores, yo ya he terminado de desayunar.

Konrad pidió la cuenta y terminó el desayuno encendiendo un cigarrillo. Dió un par de caladas para concentrarse un poco, pensando en que le dirían a Colin cuando lo encontrasen.

- Será mejor no mencionarle a Patterson hasta que no nos haya cogido un poco de confianza. Si sabe algo del paradero de Patterson, preguntárselo nada más encontrarlo lo pondría a la defensiva.

Los tres hombres ponen rumbo a la última dirección conocida de Colin Baxter, la dirección que les facilitó el Juez Braddock. Al parecer Colin se aloja en una pensión de una tal Charlene Johnson, muy céntrica y no muy lejos del puerto. Ubicada en una calle ancha con bloques de pisos reformados a los lados de la calle. Hacia la mitad de la misma más o menos encontráis por fin la dirección.

Se trata de un bloque de tres alturas, la pensión ocupa el segundo piso. Frente a la puerta os encontráis con un hombres vestido de modo extraño y unos aires aún más raros, gabardina y sombrero, fumando descontroladamente y de brazos cruzados. Observáis que a sus pies hay un montoncillo de colillas, parece no quitar ojo de la puerta y al ver cómo os acercáis os mira con curiosidad.

Llevas varios días en la ciudad. Has ido directamente a buscar a ese gusano de Colin al cuchitril de pensión en la que se aloja, pero no quieres llamar demasiado la atención y has preferido que en lugar de subir y sacarle a puntapiés esperarías a que saliese al exterior, pero en las horas de vigilancia no has visto salir a Colin. Ya empiezas a perder la paciencia cuando ves a un grupo de tres hombres con aspecto de ser de fuera que van hacia el bloque en el que está la pensión. Tu intuición nunca te traiciona y sabes a ciencia cierta de que buscan también a Colin. Lo que no sabes es porqué.

Con calma inhalo la última calada del cigarrillo y dejo reposar el tabaco en mis pulmones. Tras unos segundos que parecen antojarse eternos expulso el aire con fluidez y lanzo la colilla junto al montón que ya está en el suelo.

Ni me molesto en apagar los restos con el zapato. Dirijo mi vista a los tres hombres que llegan. Un viejo, un gordo y ... para mi sorpresa, un tapón feo que parece buscar problemas con su mirada. Vaya, nunca pensé que un tipo bajito pudiera aparentar ponerme en problemas pero eso es lo que he encontrado aquí.

Bien, por un lado necesito hablar con Colin pero temo que estos tipejos le ahuyenten, sobretodo el bajito de la nariz aplastada y la cicatriz. Creo que es hora de hacer algo y la mejor manera de no asustar a Colin es dejar que estos pasen primero.

Sin más, me apoyo en el coche aparcado junto a la puerta y espero a que pasen saludándoles con la cabeza al pasar.

Camino con resolución hacia la puerta pero no puedo evitar notar la presencia de un tipo sospechoso cerca de ella, como apostado esperando algo. Mis sentidos se han agudizado después de todo lo vivido y el tipo no parece ningún catedrático ni investigador, eso está claro. Le dirijo una mirada de soslayo y avanzo hacia la puerta. Si hay problemas Konrad dará buena cuenta de él.

Konrad miró de refilón al hombre que estaba en la puerta antes de pasar por su lado, saludándole con una inclinación de cabeza. Aquello tenía mala pinta; tal vez no fuera a por la misma persona que ellos, pero su intuición le decía que no era así. Si estaba en lo cierto, esperaba poder resolver la situación sin ponerse agresivo, pero si aquello no funcionaba... bueno, hacía tiempo que no daba un par de puñetazos y tenía que desanquilosarse. No se dio mucha prisa en entrar en el edificio; esperaba a que fuera aquel hombre el que hiciera el primer movimiento.

Habíamos recorrido muchos kilómetros para hablar con el chiquillo de los Baxter como para preocuparme por el hombre con gabardina que esperaba en la puerta de la pensión y que a la vista de la cantidad de colillas que había bajo sus pies no tenía mucha prisa.

Sin responder a su saludo entré en la pensión.

Los tres hombres entran en el interior del edificio...

El portal es pequeño y bastante amplio, lo mejor de todo es que está sorprendentemente limpio. Al llegar hasta la puerta de la pensión os dáis cuenta de que el edificio es mejor por dentro de lo que aparenta desde fuera, un lugar bastante digno y mucho mejor que la mayoría de sitios a los que Konrad está acostumbrado, aunque George y sobre todo Harper, están acostumbrados a sitios más "dignos".

Llamáis a la puerta y el sonido de unos tacones sobre un suelo duero se va acercando hasta escuchar cómo se descorre un pestillo y ver como se gira la manecilla para dejar paso a una mujer.

Una mujer de unos cincuenta con aspecto de señorona venida a menos os sonríe tras la puerta

- Saludos caballeros, encantada de poder atenderles. ¿En qué les puedo ayudar? ¡vaya! no han traido equipaje-observó visiblemente contrariada.
 

- No hemos venido buscando alojamiento; hemos venido a buscar a un amigo nuestro que se aloja aquí. Colin Baxter; ¿le suena?

Konrad hizo la pregunta directamente, sin tapujos. Andarse con rodeos no era lo suyo; prefería dejar claro quien mandaba en aquellas situaciones. Enfatizó sus palabras dando una despreocupada calada a su cigarrillo mientras se mantenía atento a lo que hubiera detrás de la figura de aquella mujer.

Me coloco tras Konrad sonriendo ampliamente a la casera intentando suavizar la situación. Por experiencia sé que mi cara redonda suele causar buena impresión en estos casos.

- Buenos días señora.

Intento adivinar por su expresión cualquier cosa que nos pudiera ser útil sobre Colin.

Konrad no era nada sutil, pero no la verdad es que aquella mujer no tenía por qué ocultarles donde podían localizar a uno de sus clientes. Así que el viejo se limitó a añadir un -Buenos días señora.-  igual que lo había hecho antes Harper.

Cuento mentalmente hasta diez y entró tras aquellos hombres en el edificio.