Partida Rol por web

Justo después del rayo, la tormenta amainó. Pareció increíble, como si aquella tempestad os hubiera estado esperando todo el tiempo (o como si fuera otra de las que parecía perseguiros...). Sea como fuere el camino seguía... más y más cada vez se extendía.

-Bueno, parece que ya pasó, deberíamos ir buscando algún sitio seco para pasar la noche,¿No os parece?

Ponze se quedó atónito, no podía dar crédito a lo que había ocurrido. Él tampoco había visto mucho mundo que digamos, pero había vivido lo suficiente como para darse cuenta de que aquella tormenta no era natural, sino más bien provocada. Pero, ¿con qué poder habría que contar para controlar tal fuerza elemental? Aquello escapaba a la comprensión de cualquier mortal.

Se sacudió el polvo, y con ello quizá también el miedo, y miró al cielo intentando buscar una respuesta o, pudiera ser, un favor divino...

Todavía con el susto metido en el cuerpo por culpa de aquella extraña tormenta y de ver la muerte rondando tan cercana, miró al cielo para comprobar que por fin se había calmado. Temblando por el frío que se había adueñado de sus viejos huesos salió de la protección de aquellos árboles para adentrarse de nuevo en el camino.

- Por una vez Puñadas piensas con la cabeza. Será mejor que apuremos el paso, malo será que no encontremos posada a lo largo del camino, me gustaría reposar en una buena taberna antes de vísperas.

De entre todas las leyendas que recordabas no sabías de ninguna que tuviera que ver con rayos y tormentas...

Después de apretar un poco el paso y avanzar unos pocos kilómetros más, vísteis en la lejanía sobre el camino un horrible espectáculo. A la orilla del mismo, sobre la vereda, encontrásteis un bulto negro. Al acercaros un poco más, estando ya a su altura, os fijásteis y vísteis los restos semicalcinados de una carreta, y a su alrededor varios cadáveres con graves quemaduras. Tenían sus miembros aplastados por ruedas de carreta y unos cascos de caballo. A unos pocos metros se pueden ver dos caballos muertos, tumbados.

Koldo había sufrido muchas tormentas en su vida, pero ésta tenía algo que la hacía especialmente inquietante, no sabía que era, pero le transmitía cierta tensión,cierto desasosiego.

Ahora que había pasado era momento de seguir a paso ligero como bien habían propuesto sus compañeros de viaje.

Pero había un aspecto que preocupada especialmente a Koldo y era seguir por el camino en vez de campo a través, pero en esta ocasión no comentó nada, permaneció en silencio escuchando los sonidos del campo y los comentarios de sus compañeros, el tiempo diría si estaba en lo cierto o no.

-¡Maldita la suerte, y que el señor perdone mis improperios! Parece que al rayo que antes escuchamos les ha tocado de lleno, vaya suerte la suya. Creo que lo mejor será continuar el camino y avisar en el pueblo o posada más cercana ya que seguro los conocían o habían pasado para informar a sus familias de su triste final....

Observo si los cadáveres llevan algún símbolo identificativo que no se haya fundido tras el rayo, no toco los muertos con las manos, utilizo la lanza.

-Esto no pareice obra natural, ni tampoco obra de algún maleante de poca monta y menos escrúpulo. Esto es obra de algún diablo, y mucho me temo que su osadía no sea calmada con tan poco crimen.

Ponze avanzó con cautela, intentando advertir algo de humanidad entre aquellos restos calcinados.

-Quizá debiéramos palpar los cuerpos, nunca se sabe lo que nos puede sorprender en estos lares.

¿Quién tendría razón? ¿Acaso Puñadas que afirmaba que un rayo les había atravesado el alma o Ponze, que se decantaba por extraños sucesos del maligno? Sea como fuere, os fijásteis que uno de los cadáveres tenía sus restos extendidos varios metros a la redonda y lo más compacto que quedaba de él estaba bañado en sangre...

Tirada de Descubrir (PER)*

Puñadas mientras revuelve con su lanza parece atisbar algo salvable en todo aquel desbarajuste que el creía ocasionado por la madre naturaleza y el Altísimo, pensadno que seguramente si les había pasado aquello o eran unos pecadores de tomar o unos marranos (judíos conversos). Y ya se sabe aquellos que no son temerosos del señor, lo acaban pagando aquí y en la otra vida.

Ponze se acercó cauto, intentando no desafiar a las fuerzas que allí se habían desatado tiempo atrás, y procurando no entorpecer a Puñadas y a su afilada lanza.

Los restos calcinados eran recientes, por lo que aún restaba tiempo para averiguar algo más...

Tanto Fray como Puñadas parecieron discernir algo entre tanto horror allí presente, tanta desdicha acontecida. Parecían rebuscar entre los restos.

PNJOTIZADO.

¿Habéis encontrado algo, señores? -dije algo impaciente al ver a los dos compañeros revolver entre los restos.

PNJOTIZADO.

Claro que no -respondió Mudarra-, es posible que hayan visto algo de valor... El que está en el cielo nos ve, habéis de saberlo -decía a los otros dos-: saquear cuerpos defenestrados  no está en los designios de Allah.

Ambos encontrásteis (entre lo que aún quedaba sin haberse desmoronado de aquello que hubiera ocurrido), un par de armas: un arco corto (1d6), sin flechas, y una espada normal (1d6+1), como envueltas en paños y en perfecto estado. También un objeto muy curioso, hecho como con algún tipo de piel como revestimiento: era una especie de colgante bastante raro.

Miro a Fray Ponze a ver que cara pone y que le interesa, ya que nada de lo encontrado me parece de mucha utilidad y menos si son de unos muertos. Miro a Mudarra cuando habla y le digo algún insulto en árabe:- Aaa Zepi, a ta putima!.