Partida Rol por web

Día 1 
13er día del 1er mes de Cosecha
Despejado - Anocheciendo

- Entiendo entonces que aceptáis la oferta de mi señora.

Miton Annord, mayordomo de la familia Iras, suspiraba aliviado sobre la mesa de roble del Vado Brumoso. Junto a él, un variopinto grupo de buscavidas errantes echaba cuentas entre pintas de espumosa cerveza. Parecía un trabajo fácil y rápido. Cien monedas de oro por cabeza por resolver los extraños sucesos que estaban ahuyentando a los compradores de la torre abandonada de los Iras.

En un principio no pensaba Miton que hicieran falta tantos hombres. Incluso una mujer de aspecto peligroso se había sumado al grupo pero el número no había alterado el presupuesto así que, como decía su señora, por el mismo precio, cuantos más, mejor.

Contaba el mayordomo que hace años la torre fuera ocupada por un hechicero, de nombre Balok de Aislin, desaparecido de un día para otro sin explicación. Tal vez el mago dejara tras de sí objetos de poder e importancia. Todo el mundo sabe que los magos no juegan con baratijas, precisamente.

· · ·

El grupo abandonó la tranquilidad de Nidaros con las primeras horas de la tarde. Una brisa fresca golpeaba sus rostros decididos mientras tomaban el camino a Fonda antes de girar a la derecha y atravesar el sendero que les llevaba directamente a su destino.

Habían decidido acercarse a la construcción con la complicidad de la noche, tratando de tomar por sorpresa a quien fuera que morase entre las ruinas de la torre, si es que realmente había alguien. Probablemente no esperasen a ningún comprador ni visitante a aquellas horas.

Así, el sonido de sus pisadas en el sendero iba tornándose cada vez más audible en su imaginación mientras el sol del día se ocultaba entre los árboles. Los mosquitos revoloteaban a su alrededor entre las maldiciones del enano que rogaba porque llegara el invierno y se llevara por delante a tanto deleznable insecto mientras sus compañeros le pedían que mantuviese baja la voz.

Finamente, entre las viejas veredas transitadas por los pastores, parecieron alcanzar la entrada de la finca.

Entre sendos hitos de piedra grabados con runas arcanas, un camino conducía hasta la construcción abandonada y decrépita. Solo el piso inferior parecía mantenerse en unas mínimas condiciones mientras que la mampostería superior y el tejado se habían desprendido solo los dioses sabían cuándo y yacían desperdigados aquí y allá.

La puerta de entrada había desaparecido completamente por lo que los últimos rayos del sol se colaban hacia el interior de la torre, descubriendo un angosto pasillo que se perdía en la oscuridad.

Por fin habían alcanzado la base de la torre que se alzaba ante ellos, el sol se ponía entre las colinas y sus últimos rayos iluminaban la torre dándole un aspecto fantasmagórico. El enano aplasta un insecto que se posa en su antebrazo izquierdo con su mano enguantada, las escamas de su armadura tintinean levemente.

-¡Asquerosos insectos! -dice mientras frota su mano contra su hombro limpiando el bicho aplastado - Entremos de una vez y acabemos con esto.

Descuelga de su espalda su pesado escudo y de su cinto su afilada hacha enana, sopesandola en el aire dando un par de golpes de prueba y sonriendo satisfecho al comprobar su perfecto equilibrio.

-Bueno... no parece que este lugar este habitado por nadie, pero supongo que si nos han contratado para desalojar a los intrusos solo debe ser una percepción mia - dice mientras observa la silueta de la construcción que se recorta en la oscuridad, agarrando el yelmo y colocandolo sobre su cabeza preparandose así para la acción. Antes de encaminarse hacia la puerta principal escupe en el suelo - ¡Vamos alla!

El enano camina con cuidado hacia la entrada, atento a cualquier movimiento peligroso, sin cruzar el umbral y precavido intenta escuchar o intuir a cualquiera que pueda estar en el interior de la sala.

Vlad meditaba a cada paso que daba el porque había decidido iniciar este viaje. Sí, estaba corto de fondos y la idea de que los fondos familiares le facilitarían su vida después de haber abandonado su casa tanto tiempo era algo simplemente ridículo de pensar. El mago caminaba con aire ausente, sin embargo. Como si su mente estuviese metida en algún otro lugar que ameritaba más atención que la ciénaga nocturna en la que se estaba adentrando con un grupo de extraños. Hoy en día contratan a quien sea, pensó el mago.

Aquellos que le veían, podían jurar que iba tal vez demasiado cómodo. De hecho, daba la impresión de que los insectos revoloteaban a su alrededor pero no lograban llegar a tocar su piel en ningún momento. Su ropa se mantenía limpia a pesar del ajetreado viaje en la intemperie y la expresión serena del hechicero no mutaba a menos de que su atención se viera dirigida a alguno de sus compañeros más toscos, Hulfur... o al curioso espécimen de semiorco que acompañaba al grupo. Una vez llegados a la torre, el enano claramente irritado por las molestias del viaje decidió avanzar por su cuenta. Vlad suspiró y caminó detrás de él, no menos silencioso.

—No sé que tan prudente sería acercarse de esta forma al hogar temporal de quien sabe que tipo de calaña con las armas al descubierto, maese Hulfur...

No me gustó la idea de ir a investigar la torre casi al anochecer, pero bueno... los demás no habían puesto ninguna objeción, así que yo tampoco. El camino hasta allí fue fácil y sin contratiempos. Llegamos con los últimos rayos de luz, y pudimos ver el desastroso estado en el que se encontraba la torre.

-¡Qué diantres! Si está destrozada... espero que no nos caiga nada en la cabeza...

No conocía de nada a mis nuevos compañeros, muy variopintos todos, y tampoco habíamos hablado mucho por el camino. Esperaba que fueran tipos de fiar, sino... habría problemas si teníamos algún percance en la torre: huirían dejando a los demás colgados ante el peligro, serían avariciosos con los tesoros encontrados, etc. De momento no pensaría en ello.

El enano se adelantó al resto y se asomó al dintel para observar la oscuridad de su interior. Yo di una pequeña vuelta alrededor de la torre por si veía algo fuera de lo común hasta volver a la entrada.

Esma había sido tan molesta y desquiciante como los mosquitos que habían acosado al enano durante todo el camino. En cuanto se acostumbraban al silencio del bosque, saltaba con alguna ocurrencia que narraba en susurros. Nadie le contestaba, pero a ella no parecía importarle. Le hacía feliz que alguien la escuchase. A pesar de su aspecto salvaje y desarrapado, su trato era cálido y cercano. Ninguno de los presentes se habría imaginado a aquella muchacha en las profundidades de una mazmorra o en lo más alto de una torre lúgubre y encantada.

-¡Vaya, vaya!- exclamó sorprendida- Así que esta es la torre que quieren vender. No me extraña que tengan problemas. No entiendo mucho de propiedades, pero a menos que el terreno sea bueno, nadie querría dormir en un sitio como este.

Esma se apoyó en la pared de la torre y se sacudió el zapato de lodo.

- Hay mucho musgo, pero el musgo no vende bien. Aunque se puede sobrevivir a base de musgo durante muchos días. Tengo muchas anécdotas con musgo - hablaba tan rápido que no parecía respirar. Cuando el clérigo empezó a alejarse, se alarmó.

- No deberíamos separarnos. Ah, ya se ha ido. Bueno- se encogió de hombros.

Mientras el grupo escudriñaba la oscuridad del pasillo, la muchacha se fijó en el camino de huellas que habían dejado. Si alguien vivía en la torre, debía salir tarde o temprano a por provisiones. Se acuclilló y analizó el terreno.

- A menos que sea un fantasma...- masculló, ilusionada y aterrada a partes iguales.

El fuerte de Ulkhan, sin duda, no era el sigilo, no es que hiciese especial ruido al moverse, pero su altura lo delataba fácilmente, realmente era algo a lo que  se había acostumbrado, normalmente sobrepasaba a la gente, así que no era nuevo para él. Le gustaban los bosques, los animales, a veces se entendía mejor con ellos que con las personas, eran mas racionales, aunque le huían por partes iguales, tanto humanoides como animales.

Sin duda eran un grupo como poco curioso, había un fuerte y robusto enano, admiraba a los enanos y su fuerza y resistencia, luego había un humano, mago.... no le gustaba la magia, no confiaba en ella, ya había vivido con su madre bruja como para saber que no se podía fiar, otro humano..... parecía competente al menos a simple vista y luego.... una pequeña criatura, humanoide diría, pero demasiado feliz y no paraba de hablar, en realidad Ulkhan la escuchaba aunque no daba muestras de ello, era imposible no oírla sin parar, pero Ulkhan sabía que era de buena educación escuchar a la gente que te habla, si que la miraba de cuando en cuando.

Se paro cuando llegaron a la torre y miro hacia arriba -no parecer haber nadie- no manejaba bien el común, de hecho había vivido muy poco con humanos, pero a pesar de su primitiva lengua, no era tonto, hablando con él se podía apreciar. 

Día 1 
13er día del 1er mes de Cosecha
Despejado - Anocheciendo 

Los compañeros se acercaron a la torre y demostraron, por primera vez, cuánto les iba a costar adaptarse a trabajar como un equipo. Hulfur se lanzó rápidamente hacia el objetivo, ubicándose a la entrada de la torre y tratando de observar el interior. Como enano, sus ojos estaban acostumbrados a los penumbrosos interiores de la montaña por lo que podía llegar a ver con mucho mayor detalle que un humano en la oscuridad^[1].

Gruesos tablones reforzados con remaches metálicos se encontraban medio derruidos en el suelo, probablemente pertenecientes a la antigua puerta principal. El pasillo se extendía unos veinticuatro metros hacia el este, hasta una gran puerta de madera con tachones de hierro que parecía cerrada a cal y canto. A su derecha, en la pared sur, había otra puerta reforzada con tachuelas de metal aunque algo más pequeña. Finalmente, en la misma pared meridional pero al principio del pasillo, justo enfrente de la posición del enano, parte del tabique que sostenía el arco de una puerta se había desprendido dejando al descubierto el interior de otra habitación.

Ulkhan y Vlad, entretanto, se acercaron hacia la posición del enano. El semiorco no parecía demasiado seguro acerca de la habitabilidad de la torre y el mago seguramente hubiera preferido un poco más de discreción antes de lanzarse directamente a la entrada pero Hulfur había tomado la decisión por todos ellos. No era algo que les sorprendiera demasiado pues era bien conocida la impulsividad de los enanos, especialmente si había opciones de combate.

Por último, Caronte y Esma, que echaban un vistazo al entorno de la torre, vieron sus esfuerzos recompensados. En uno de los laterales, algo escondida, localizaron restos de una hoguera, aparentemente reciente, con algunos huesos roídos desperdigados y otra inmundicia. 

La vuelta que di a la torre para husmear me sirvió para ver varias cosas. Una vez que rodee la base y volví a la entrada, le comuniqué a mis compañeros los hallazgos que había hecho. Llegué justo cuando Ulkhan estaba hablando:

no parecer haber nadie

-"Pues al parecer sí que hay alguien por la zona. En el lateral he visto restos de una hoguera, algo reciente, con restos de comida alrededor. Está claro que alguien vive aquí o por lo menos suele venir con frecuencia. Tendremos que estar ojo avizor."

Agarré con fuerza el escudo con la mano izquierda y con la derecha preparé la honda. Si íbamos a entrar estaría preparado para cualquier contingencia.

-"Por cierto, deberíamos de encender una antorcha. Hulfur puede que vea bien en la oscuridad, pero los demás..."

El enano miraba hacia el interior de la torre con el ceño fruncido, resoplo al no ver nada extraño e hizo un gesto con la cabeza para que sus compañeros le acompañen hacia el interior. Aun así continua adentrandose en el interior de la torre con precaución con su escudo alzado y el arma preparada los tablones viejos crujen bajo sus pesadas botas, acercandose a la puerta cerrada que esta mas próxima se detiene dispuesto a escuchar algún ruido que pueda alertarle de la presencia de los habitantes. Posa la mano sobre la madera de la puerta como intentando sentir sus surcos mientras la examina en busca de algún mecanismo peligroso.

Vlad caminaba bien cerca de Hulfur, por puro instinto el mago mantenía la vista puesta en el suelo aunque sabía que si algo se ocultaba entre las sombras ya hace un buen rato que el enano lo habría divisado. No podía decir lo mismo de sus compañeros que apenas podían ver más allá de lo que la luz de luna les ofrecía aquella noche. Encender una antorcha en aquel sitio podría parecer arriesgado, pero Schreiber dudaba que habría presencia indeseada en los alrededores... al fin y al cabo, cualquier persona cuerda buscaría refugio en el interior de la torre.

Sus ojos rodaron, extenuados por tener que utilizar sus talentos a tan pronta su llegada al sitio. Aunque cierto era que ejecutar cualquier hechizo causaba una curiosa y tenue sensación de éxtasis en cualquier hechicero, razón que prefería ocultarse ante el populacho común. Levantó la mano y realizó un simple ademán para que luego de sus labios escapara en un susurro la palabra de conjuración adecuada. En cuestión de segundos, una esfera de luz empezó a danzar a través de los dedos del mago, y brillaba con la intensidad de una lámpara de aceite recién encendida, revelando lo que pudiera hallarse a su alrededor como si el sol hubiese salido de repente.

Miró por encima del hombro a Caronte, a quien había conocido como un hombre de fé, y su sonrisa lo dijo todo.

—Procurad no tropezar con nada ahora que se ve claro el camino, voy justo detrás de usted maese Hulfur.

Entré detrás del mago, el cuál, al eschucharme, conjuró una bola de luz que iluminó el pasillo y parte de la primera habitación, la que estaba pegada a la entrada y no tenía puerta. Le di las gracias con un asentimiento de cabeza.

-"Gracias Vlad, os sigo de cerca."

Con la nueva luz vi mejor el pasillo y las puertas. Me asomé con cuidado a mi derecha, para ver qué había en esa habitación desvencijada.

Esma estaba a punto de informar sobre su hallazgo cuando el clérigo se le adelantó. Con las palabras aún en su garganta, se encogió de hombros y siguió al tropel, echando un último vistazo al campamento improvisado que habían abandonado en la ciénaga. Imitó a sus compañeros y desenvainó su espada. No solía usarla, pues se servía de su obstinación y dotes oratorias para zafarse del peligro -y de más de una pelea de taberna.

Se posicionó tras Caronte y le hizo una seña al grandullón que se había quedado rezagado.

-Todos juntos es más seguro- le sonrió a Ulkhan en la penumbra.

Cuando Vlad iluminó la estancia con su magia, no pudo evitar expresar su admiración, rompiendo el silencio de la torre.

-¡Es increíble! Mi abuela era maga y mi madre también. O eso me dijo mi abuela. Yo nunca tuve ningún don mágico. Al principio me entristeció, pero no se puede evitar y... - siguió y siguió hablando más para sí que para los oídos del mago.

Tras un generoso asentimiento de cabeza hacia Caronte, Vlad siguió avanzando a las espaldas del enano. Era bueno contar con alguien medianamente civilizado entre aquel curtido grupo de guerreros. Antes de que pudiera contestar su gratitud con alguna pomposa respuesta, su paz fue interrumpida por el parloteo de Esma.

Escuchó con más o menos atención lo que tenía que decir la chica. Dedicándole una mirada y asintiendo con la cabeza un par de veces hasta que simplemente se tornó incómodo rozando lo insoportable escucharla.

—Bueno, según las investigaciones de los escolares la magia es inherente en todas las cosas vivas o al menos la gran mayoría de ellas. Sin embargo, pocas personas pueden utilizarla a consciencia y sacarle el máximo provecho. Hay quien dice que forma parte de lo más básico de cada ser vivo, el alma... y... —se detuvo, al darse cuenta de que Esma no le estaba escuchando si no que seguía hablando sola.

Sería un largo viaje.

Día 1 
13er día del 1er mes de Cosecha
Despejado - Anocheciendo 

Hulfur se delizó con pericia sobre la superficie ahíta de cascotes y maderos hasta alcanzar la puerta más cercana. El enano veía perfectamente en aquella penumbra así que apenas se daba cuenta del problema que podía suponer para sus compañeros. Permaneció atento a cualquier señal de peligro que pudiera detectar en aquellos primeros pasos, pues su instinto le decía que, si aquel lugar estaba habitado, quien fuera que viviese tras sus muros tendría la precaución de estar avisado de visitas inoportunas.

Y no se equivocó.

En la puerta ante la que se encontraba descubrió una trampa de aguja algo toscamente oculta. Sin duda no era el trabajo más fino que se hubiera encontrado en su vida. Por otro lado, su atento oído le alertó de movimiento al otro lado de la puerta más lejana. Efectivamente, no estaban solos.

Una luz mortecina sorprendió a Hulfur a su espalda. Vlad había conjurado una pequeña esfera de luz que haría las veces de antorcha para los humanos. El mago y la exploradora, acompañados por el semiorco, avanzaban aparentemente despreocupados por el pasillo de la torre como si lo hicieran por los corredores de su mismísima casa.

Por su parte, Caronte decidió aprovechar para examinar la habitación que había quedado expuesta tras derruirse la entrada pero apenas descubrió más que grandes cascotes de piedra, guijarros del exterior y maderos astillados que debieron pertenecer a parte del andamiaje que se había desprendido de la parte superior de la estancia.

Hulfur giro su rostro hacia sus compañeros, con el ceño fruncido puso un dedo en su boca reclamando silencio fijando su mirada en la joven muchacha como recriminando su incesante parloteo.

-¡Shhh!, no estamos solos - dijo mientras sacudía la cabeza indicandoles que había escuchado algo tras el portón.

Después de avisar a sus compañeros para que fueran mas discretos volvió su atención hacia la trampa que ocultaba la puerta de madera, interponiendo su escudo entre su cuerpo y la misma para que en caso de activarse la aguja impactara contra el robusto broquel.

-Cuidado por donde pisáis, han preparado una trampa en esta puerta, podría haber muchas mas - el gesto de enano se torció en una sonrisa emocionado ante la probable escaramuza que tenian delante, afianzó sus robustas piernas en el suelo dispuesto para la acción- Hare que la aguja rebote contra mi escudo, preparaos es hora de ganarse la paga.

Entro el último en la torre, vigilando la retaguardia, habían dicho que había rastros fuera de la torre, igual seguían fuera y se les ocurría atacar por la espalda, ahí estaría él para recibirlos calidamente. Mientras seguían el mago ilumino el pasillo y una vez mas, Ulkhan se removió incomodo, la magia nunca traía nada bueno, aunque fuese inofensiva a primera vista. El enano aviso de trampas y la chica.... no se callaba, le puso una enorme mano en el hombro -shhh callar por ahora, no avisar de posición- dijo suavemente a la muchacha susurrándole, no le molestaba lo mas mínimo escucharla hablar, de hecho lo entretenía, pero no era el mejor momento. 

Se hizo notar por encima de los demás, dada su altura no era difícil, simplemente para que el enano supiese que si necesitaba su ayuda, allí estaba.