Partida Rol por web

Al quedarnos quietos y escuchar, no distinguí nada extraño. Ningún ruido que me hiciera saber dónde se encontraba ese tercer acólito de Orcus. Miré a mis compañeros y al ver decisión en sus ojos, y sin otro plan mejor, avancé hacia la puerta de la derecha, la de la pared en la que había otras tres puertas más adelante. Puse la oreja en la puerta y volví a escuchar, para asegurarme.

Agarré el pomo de la puerta y empecé a abrirla con mucho cuidado, intentando no hacer ruido. La abrí lo justo para asomar la cabeza y echar un vistazo adentro. Si hubiera alguien, abriría la puerta de golpe y entraría corriendo, con la maza en alto, preparado para darle un golpe al acólito.

-"Cuidado ahora..."

Esma preparó una flecha y la tensó en su arco.  La exploradora se colocó a un costado del clérigo y trató de no estorbar, conservando algo de visión una vez que abriese la puerta por completo. Una gota de sudor le rodó por su frente mientras Caronte giraba el picaporte con sigilo. Contuvo las ganas de hablar en voz alta y en su lugar la chica pensó para sus adentros:

-"Uy, qué tensión. A ver cuando nos vamos a la taberna de una vez ¿Habrá aguardiente? ¿Le gustará a Ulkhan?"- la chica sonrió sin darse cuenta y volvió a dirigir la punta de su flecha a los tablones de madera.

Día 2 - Nidaros (La vieja torre)
14o día del 1er mes de Cosecha
Llovizna - Brisa Fuerte - Anocheciendo 

Caronte abrió la puerta con cuidado, conteniendo la respiración sin siquiera ser consciente de cómo sus músculos se tensaban, listos para el combate. Esma le guardaba las espaldas apuntando su arco por encima del hombro del clérigo.

La habitación estaba llena de pequeño mobiliario rústico fabricado en madera oscura y nudosa. Los compañeros pudieron ver una mesa rodeada de taburetes. En las paredes había estanterías llenas de pequeños objetos cotidianos, como ropajes, trozos de lona, vasos de barro, un bacín esmaltado, jarras de cuello de caña, cepillos para la ropa y cintas de cuero. Frente a vosotros, contra la pared, había un gran armario ropero de madera listada y lijada. Por suerte, no había nadie esperándoles.

El grupo avanzó al interior de la sala y echó un vistazo en busca de algo interesante. Dentro del armario pudieron encontrar un buen montón de ropas sucias diversas, calcetas y unas babuchas malolientes. En un rincón había amontonada una armadura completa de buena factura y una gigantesca maza, aparte de un buen par de botas, una capa de color negro, una daga de plata y una mochila. Las prendas estaban evidentemente diseñadas para un humano.

Además de todo esto, no encontraron nada más que llamase su atención.

Gvaldi entró a la habitación y empezó a inspeccionar todo lo que pudiera levantar con sus dos manos. Intento arrastrar la maza pero era demasiado pesada para él, así que se limitó a coger la daga y guardarla en su mochila como si nadie estuviera viéndolo. Había que pillar algún recuerdo...

—¡Vaya! —dijo al coger una de las jarras y olisquear su interior ​​​​— ¡Siempre quise una de estas!

Colgó la jarra a su cinturón como si hubiera encontrado algo realmente valioso a comparación de la daga de plata que acababa de saquear, y dirigió su mirada al resto del grupo para luego levantar un pulgar con gesto de aprobación. Estaba listo para seguir investigando, así que siguió a sus pies hasta la siguiente sala justo frente a la que habían entrado antes. Espero a la señal de sus compañeros para abrirla.

Esma se contagió del entusiasmo de su compañero halfling y se cambió de zapatos. Al menos no estaban empapados ni olían a calcetín sudado. Además, se enfundó la capa pues la Torre no era precisamente un lugar muy acogedor y hogareño.

-¡Con esto no hay frío que me atormente!-levantó el puño para maldecir el mal aislamiento de aquel edificio ruinoso. Cuando se percató de que Gvaldi había continuado solo, se levantó del suelo de un brinco.

-¡Espere, espere, no investigue por su cuenta!-Esma quería mantener su promesa y vigilar al halfling. Miró a su alrededor e instigó al resto de sus compañeros a acompañarlo. Esma agarró del brazo a Ulkhan para que no quedara rezagado.

-¡Vamos, vamos! Ya puedo oler la carne asada de la taberna-sonrió de forma bobalicona.

Ante las cosas que había en esta sala y por aprobación general de todos, me quité mi justillo de cuero y me empecé a poner la robusta armadura de placas. Más pesada que el cuero, daba mucha más protección ante los golpes. También cambié mi maza por la otra de más grandes dimensiones. Agarré mi escudo y salí al pasillo junto a Gvaldi para abrir la puerta de enfrente. Pegué la cabeza a la puerta para escuchar al otro lado.

Los compañeros salieron de vuelta al pasillo con sus novedades a buen recaudo. Incluso se habían tomado el tiempo de colocárselas como Caronte, para sorpresa de algunos, ya que la maniobra de cambio de atuendo le llevó al clérigo unos cuantos minutos que a Gvaldi, deseando de seguir explorando el lugar, se le hicieron interminables.

El corredor de fría piedra seguía tan silencioso como a la entrada, pareciera que nadie se hubiera dado cuenta de su incursión en el subterráneo. Debía ser verdad lo que les había confesado el clérigo atado en la base de las escaleras, apenas quedaba ya nadie en el viejo torreón.

- ¿Pero qué demonios significa todo este jaleo?

De forma totalmente inesperada, la puerta de madera se abrió de golpe para mostrar la cara entre furiosa y sorprendida de un hombre de edad madura en cuya cabeza asomaba una prominente calva rodeada de algunas matas de pelo blanco que luchaban contra el paso del tiempo. Por sus ropajes y su gesto, los compañeros no tenían muchas dudas de que se trataba del último clérigo de Orcus que estaban buscando.

Caronte y Gvaldi se encontraban directamente frente al hombre, mirándose sorprendidos, mientras Esma, Hulfur y Ulkhan esperaban tras ellos.

Gvaldi esperaba ansiosamente a que todos estuvieran listos para acceder a la siguiente sala. Su gran pie descalzo subía y bajaba sin descanso durante todo el tiempo que se estaba tomando Caronte para terminar de pertrecharse, tal vez aquel clérigo restante se había ido mientras que ellos se divertían con el saqueo... ¡Todo era culpa suya!

Pero aquella culpabilidad desapareció cuando se reunió el grupo una vez más para seguir buscando en el interior de la torre. 

Abrieron la siguiente puerta y justamente iba saliendo el clérigo que faltaba. Parecía que su sorpresa se había transmitido a él halfling quién se le quedó viendo como quien la hubiera liado. Si ese era el jefe... ¿Qué podría esperarle a ellos?

Iba a poner la oreja en la puerta para escuchar, cuando esta se abrió de sopetón. El clérigo que faltaba apareció en el quicio de la puerta preguntándose en voz alta qué pasaba. La sorpresa nos la llevamos todos y nos quedamos un rato mirándonos mutuamente, sin saber qué hacer o decir.

Me quedé mirándolo, esperando su reacción. La maza preparada, agarrada con fuerza, en mi mano derecha y con el escudo en la izquierda. Si viera que empezaba a conjurar, se llevaría un buen golpe de mi arma. Más le valía negociar una salida pacífica, que no enfrentarse a cinco valerosos aventureros.

Esma abrió los ojos de par en par cuando les sorprendió el último clérigo. La chica lo miró de arriba a abajo y no le vio armado. La exploradora sonrió incómoda ante esa situación y saludó tímidamente con una mano.

-Venimos... Venimos a parlamentar-la exploradora observó a Caronte- O quizás no.

Sacó torpemente su espada y se colocó delante de Ulkhan como escudo humano. No servía de mucho.

-¡Venimos a parlamentar... De forma violenta!-le apuntó con su espada-¡Le exijo que parlamente!

- Pero qué...

El clérigo retrocedió dos pasos, aturdido por la sorpresa, pero rápidamente pareció retomar el control y sus labios produjeron palabras inteligibles para los compañeros que esperaban quizá un comportamiento algo más timorato.

De repente, todos ellos empezar a sentir cierta inquietud que atravesaba sus mentes hasta atacar a sus instintos más primarios. ¿Quién era aquel hombre? ¿Y si era más poderoso de lo que habían calculado? Ya habían perdido a un compañero a manos de los kobolds y otro más había estado muy cerca de la muerte. ¿Quién sería el siguiente?

Algo dentro de mi me decía que este clérigo era muy poderoso. Un miedo terrible se apoderó de mi ser y salí corriendo por el pasillo hacia la salida del subterráneo. Ni si quiera miré atrás para ver si mis compañeros me seguían.

Todo ocurrió, para la mente de Ulkhan, muuuuy lento, la rapiña que hicieron en la habitación, para claramente no encontrar nada de su interés, aunque parecía que sus compañeros si lo hicieron. Su musculoso cuerpo estaba en tensión, no podía relajarse sabiendo que había enemigos cerca y aún peor, que usaban magia, ahhh como odiaba la magia, era un arma de cobardes. 

Una vez sus amigos salieron..... El clérigo que faltaba apareció, no tuvieron mucho tiempo de reacción, aunque estuviese preparado para la acción, no contaba con que el clérigo fuese a buscarlos. Agarró con fuerza y furia su hacha a dos manos, vio a Esma poniendose delante de él y se extraño ¿quería protegerlo? No dudaba de la pericia de la chica con el arco, pero.... En cuerpo era muy superior, como escudo para él no era muy efectiva.

El clérigo empezó con palabras inteligibles y Ulkhan no se lo pensó, si usaba la magia no era nada bueno. No sabía que conjuro había lanzado, pero él no sentía nada diferente, quizás Caronte si, que salió corriendo como alma que lleva el diablo. 

El miedo se apoderó de la exploradora y todo el desgarbo que acababa de mostrar se esfumó en un segundo. Ni siquiera le dio tiempo a enfundar la espalda que se alejó lo más posible de aquel hombre que tanto le aterraba, sin mirar una segunda vez atrás.

De repente, todos habían llevado las manos a las armas y el misterioso hechicero retrocedió y musitó un conjuro inentingible para el halfling. Pudo escuchar como todos daban media vuelta atemorizados por donde vinieron y un sudor frío se apoderó de la espalda de Gvaldi. Creyó por un momento que iba a vomitar su propio corazón paralizado y miró a los lados en busca de alguna salvación.

¡Ulkhan! ¡El semiorco de pocas palabras iba a salvarlos mientras que ellos volvían heróicamente a relatar su valiente sacrificio! Sí, el plan era perfecto, tan perfecto como solo se le podría haber ocurrido a él. Tal vez le daría tiempo a recoger un par de cosas antes de volver a la ciudad, al fin y al cabo, confiaba en la tenacidad de aquel verdoso compañero antes de que el mago lo troceara con algún misil mágico.

Se dio cuenta de que estaba planificando todo esto mientras corría despavorido a la seguridad de la penumbra por la que vino, sudoroso como un cerdo en matadero.

—¡Eh! ¡A donde, digo, a donde vais! ¡ESPERADMEEEEE!

- ¡Khal Dûm!- rugió Hulfur.

El enano, resistente como toda su raza a la pérfida hechicería, se lanzó de cabeza a por el clérigo que retrocedía trastabillado por el hachazo de Ulkhan que le había cogido totalmente desprevenido. Con un golpe lateral, el enano clavó su hacha en el costado del hechicero hasta que le pareció notar el hueso.

- ¡Arg!

El clérigo volvió a retroceder un par de pasos, sorprendido por la brutal acometida de ambos guerreros que parecían haber escapado a la influencia de su conjuro. Un lacerante dolor le atravesaba el tórax y le dificultaba la respiración. Su túnica rasgada mostraba feas herida allí donde las armas habían encontrado la carne del conjurador.

- Malditos- consiguió articular, apretando los dientes.

Por un momento, Ulkhan pensó que el hombre estaba cerca de rendirse pero, en lugar de eso, nuevas palabras surgieron de sus labios y pareció recobrar parte del ímpetu perdido. Parecía que no iba a darse por vencido tan fácilmente pero, finalmente, levantó las manos pidiendo clemencia.

- Está bien- pidió- está bien. Perdonadme la vida, os lo suplico. ¿Qué queréis de mí?

Suspiro cuando oyó el grito del mediano, otro más que huía, no entendía muy bien porque, ese mago no daba nada de miedo, por suerte el férreo enano aguanto con él y en poco tiempo lo dejaron bastante acabado. Bajo el hacha, aunque no la guardia, después de todo, usaba la magia y no podía fiarse. Miró al hombre desde su muy superior estatura -marchar y no volver nunca, no ser de ti esta torre- a pesar de provenir de una cruel raza, él no lo era, su enemigo estaba vencido, habían recuperado la propiedad que le habían encargado, solo esperaba que sus compañeros recuperasen el valor y no se hubiesen encontrado nada más. 

Subí a la planta de la torre. Un miedo atroz a ese tipo hacía que pusiera distancia entre él y yo. Salí de la torre a todo trapo  enfilé por el camino que iba hacia el poblado...

- Más vale que hagas caso al grandullón, amigo. Lárgate ahora que puedes y llévate contigo a esa sabandija que todavía queda con vida en el pasillo. Si os volvemos a ver por aquí no tendréis tanta suerte. ¡Vamos, muévete!

El enano hizo un gesto amenazante en dirección al clérigo que todavía trataba de recomponerse del brutal ataque de los dos compañeros. Sin pensarlo demasiado, el hombre se hizo paso entre los dos guerreros y salió corriendo todo lo deprisa que sus heridas le permitían.

Hulfur y Ulkhan salieron al pasillo y pudieron observar como el segundo clérigo caído trataba de escapar con su compañero. Por el camino, también se dieron cuenta de que Esma parecía despertar de un extraño sueño acuclillada en una esquina de la escalera, Gvaldi, asomaba la cabeza tras la puerta del almacén y, desde el hueco superior de la escalera, Caronte, aún presa de su ataque de pánico, se echaba a un lado temeroso de la llegada del objetivo de su miedo..

- ¡Déjalos que se vayan!- rugió Hulfur desde el fondo- no creo que les queden ganas de volver a molestar después de esta.

Finalmente, ambos hombres abandonaron la torre y los compañeros quedaron solos en compañía del más absoluto silencio.